Cristina y los (otros) peronistas

junio 12, 2016

Encuentro-Hurlingham-Intendentes-Miguel-Pichetto

Entre los blogs politizados actuales -los afines al peronismo, y también los otros- uno de los más interesantes es el de Gerardo Fernández. Lo encuentro así porque Gerardo, especialmente a partir de los resultados de la primera vuelta electoral, en octubre del año pasado, no vacila en enfrentar temas… incómodos, para su lado.

Entiéndase: hay un número apreciable de blogueros que suben análisis o material valioso. No es lo mismo que incluir información o sacar conclusiones que desalienten o enfurezcan a los lectores que uno sabe o cree que están comprometidos con los ideales que uno defiende. Es mucho más fácil mostrar todos los días lo malo que son los Otros. Sin embargo, es posible -si tenemos presente que los que leen estos blogs ya tienen una mirada política, o no se interesarían- que esa actitud, acercar ideas que inquieten, es el mejor aporte.

Hago esta introducción porque ayer leí este posteo de G.F. que me impresionó. Es lúcido y valiente, porque enfrenta con realismo una situación que, es evidente, le disgusta. Ahora, tengo que decir que no estoy de acuerdo, en un aspecto central. Por eso lo copio abajo, y procedo a discutirle:

«Quien no entienda esta foto de ayer a la tarde en Hurlingham (la que puse arriba) quizá no comprenda los próximos 2 o 3 años de la interna peronista en la provincia de Buenos Aires, y también del país.
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Lo primero que se requiere para entenderla es reconocer que hay vida por fuera del cristinismo. En esta página hemos escrito bastante sobre el FPV y hemos definido como grandes ejes que uno de los desafíos de Cristina era conducir al conjunto y no sólo al EDE y La Cámpora y que en el peronismo se empezaría a vislumbrar cada vez con mayor claridad la existencia de eso que dimos en llamar “oficialista permanente”, algo que encarnamos en la figura del inefable senador Pichetto.
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Bien, esta foto viene a corroborar el rumor sobre acercamientos de los intendentes denominados “dialoguistas” con el flaco Randazzo, que aunque no está en la foto, es el hombre que en este espacio se lo visualiza como la figura con mayor electorabilidad en la etapa, algo que el olfato indicaría que es cierto.
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Dicho esto comienzan las preguntas, en primer lugar sobre el ex ministro del interior y transporte, sobre su fidelidad y su actitud poco colaborativa luego que se conformara la fórmula Scioli-Zannini. En segundo lugar el interrogante sobre si desde las más altas esferas del FPV (Cristina) se manejó bien ese trámite; si estuvo bien ponerle fichas a Randazzo para luego resolver lo que se resolvió. Otras preguntan pasan por cómo pararse ante sectores y figuras del peronismo, como Pichetto, que fueron oficialistas con Menem, con Néstor, con Cristina y que por momentos aparecen con unas ganas de serlo de Macri que dan miedo.
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Pero siguen los interrogantes y nos ponemos a pensar en los intendentes y gobernadores que tienen territorios a su cargo y deben por ello gestionar un tipo de contacto con el gobierno nacional y el provincial distinto del que practica uno en Twitter y Facebook. Hay muchas preguntas cuyas respuesta serán las que terminen explicando el derrotero a mediano plazo del peronismo. Lo que cada vez parece más irrefutable es que no hay posibilidades de convergencia entre la foto de Hurlingham y el cristinismo que orbita en torno a la Fundación Patria.
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Eso es un dato duro que reclama análisis político y no griterío de red social. Muy probablemente la interna del peronismo provincial transite en base a estos dos polos, con el agregado de que mientras algunos especulan con que si Cristina se decide a jugar, cambian todos los armados, también se dice que ello nuclearía aún con más nitidez a todos quienes tienen diferencias con ella y fundamentalmente con sus alfiles.
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¿Jugará? La verdad, nadie lo sabe. Los libros clásicos de política indican que una figura de su talla no debería exponerse a una contienda electoral si no tiene garantizada una victoria arrolladora, mientras que el derecho señalaría que no le vendrían mal fueros ante la evidencia de que la quieren mandar a la cárcel como sea.
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La foto de Hurlingham debe ser entendida, analizada con detenimiento y sabiduría por ser algo mucho más complejo y profundo que lo que desde afuera se supone.
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Cristina hizo su aparición en la CABA con el impacto que todos vimos, realizó una serie de actividades y volvió a Calafate dejando en funcionamiento un instituto manejado por el mismo riñón que tuvo en Casa Rosada, algo que evidentemente no contiene a todo el peronismo y que, nos animamos a sospechar, tampoco le interesa.
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En el fondo, lo que se empieza a ver es que viene llegando un tiempo distinto donde habrá que pensar en barajar y dar de nuevo«.
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Como dije arriba, creo que esta visión de Gerardo de la interna bonaerense, y del peronismo territorial, es realista. El que gobierna un municipio, o una provincia, debe pagar los sueldos de su personal y cumplir con los mínimos servicios que sus votantes esperan. Si no lo hace… puede ser que algunos lo sigan votando por peronista, nomás, pero es difícil que vuelva a ser elegido. El compromiso de Jorge Ferraresi y de Patricio Mussi, por ejemplo, con CFK es sin lugar a dudas sincero, pero creo que ayuda el hecho que Avellaneda y Berazategui estén en condiciones de cubrir sus gastos.
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En otro plano, también muy concreto, es cierto que una parte importante, hoy mayoritaria, de la dirigencia político y sindical del peronismo tienen reservas con el estilo vertical de conducción de Cristina, en particular en el armado de las listas. Incluso los que fueron puestos por ella en esas listas, hoy cuestionan el método. Sobre todo, casi todos los dirigentes y una buena parte de los militantes orgánicos tienen broncas, antiguas y recientes, con La Cámpora y con el aparato de Sabbatella, que hoy funcionan como los «alfiles» (Gerardo dixit) de CFK.
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Atención: Es necesario agregar que son (somos) muchos los peronistas que creemos que para que el peronismo vuelva a ganar el gobierno de la Nación en los próximos años, probablemente necesitará, entre otras cosas, sumar a la mayor parte de sus aparatos territoriales, del movimiento obrero, de los cuadros de La Cámpora (hoy la organización de militantes más numerosa del país) y también de los sectores progresistas que encolumnó en la última década.
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Todo esto es cierto, pero no es lo decisivo. Tampoco ese pensamiento estratégico que acabo de mencionar es el factor que va a decidir, en el corto plazo, la interna bonaerense y la nacional del peronismo. El dato clave será, es, muy simple: Todos (todos los que estamos en la actividad política o en sus cercanías) leemos encuestas.
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No es que las creemos al pie de la letra. Sabemos que, aún las que están hechas con seriedad y profesionalismo, son fotos de un instante. Pero es el insumo básico que indica las tendencias. Los que las pagan, revisan con cuidado los mecanismos. El resto, las compara con otras de otras consultoras, con el «crunching de data» de las redes sociales… En los primeros meses de 2017 las estaremos mirando obsesivamente.
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Si para esas fechas, CFK, que está trabajando, con la colaboración de sus «alfiles» para ocupar el lugar de referente de la Oposición (también está ayudando en eso el aparato macrista, con la idea de fidelizar los votos anti K) decide jugar -es una hipótesis- en la Provincia de Buenos Aires, y si las encuestas la ubican a la cabeza de las figuras posibles… ella armará la lista que la acompañará en las PASO y en la elección general. A todos los intendentes peronistas, a todos los dirigentes territoriales, les conviene un candidato que arrastre votos, en las elecciones que, entre otras cosas, decidirán el control de los Concejos Deliberantes. Habrá, sí, probablemente una lista opositora en esas PASO, formada por los que no estén en la lista de Cristina.
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Por supuesto, si ella no juega, u otra figura del peronismo aparece con mayor intención de voto… El punto es que, mucho mejor que las roscas o las maniobras de cúpula es dedicarse a tratar de expresar los anhelos de los de a pie. El elemento decisivo en política es la adhesión popular. Eso no garantiza ni el acierto de los votantes ni la lealtad de los votados. Pero no hay un sistema mejor.
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Esta reflexión no es muy original, que digamos. Pero me pareció que era conveniente hacerla, en un momento de confusión. Eso sí, creo que es conveniente agregar que también Cristina lee encuestas. Sus decisiones -acertadas o no- en las elecciones de los últimos años indican que es un insumo que toma muy en cuenta.

La acusación a Cristina Kirchner

abril 10, 2016

CFK-CFK-Facebook

Ayer, el fiscal Guillermo Marijuán anunció, o más bien dejó saber, que va a solicitar la declaración indagatoria de la ex Presidente, Cristina Fernández de Kirchner. Para ser precisos, «lo está evaluando; lo haría recién cuando regrese a la Argentina tras un viaje que emprenderá a los Estados Unidos, en el marco de la investigación por otro caso de presunta corrupción, conocido como «Cerro Dragón» (una coincidencia: en el primer mes de este blog, en julio 2007, hace casi 9 años, uno de los posteos trataba sobre ese asunto…).

El punto no es la medida en sí – para pedir «declaración indagatoria» en un caso el fiscal no necesita más que una sospecha. La clave es -considerando esos tiempos morosos de la justicia argentina- la oportunidad en que anuncia la medida, y la repercusión, gigantesca, que los medios afines al gobierno le dieron.

A cuatro días de la citación que el juez Claudio Bonadía hizo a Cristina en un caso judicial distinto, en el medio de versiones periodísticas que dicen que ese juez tendría redactada su prisión preventiva, indica que el gobierno de Macri ha decidido desatar una ofensiva político/judicial contra la anterior Presidente.

Así, creo que es relevante una parte de lo que escribí sobre La corrupción y la política el domingo pasado, justo al comenzar la semana en que estallarían en los medios los Panama Papers, Bonadío, Fariña y Marijuán.

«En el gobierno nacional hay distintos enfoques (pero) tiene clara la necesidad de la campaña contra la “corrupción K”. Como se dice aconsejó Chacho Álvarez en el gobierno de la Alianza “Si no podemos darles pan, por lo menos démosle circo“.

… La pregunta clave es: Esta campaña “anti corrupción anterior” ¿da resultado? El informado y lúcido periodista Sergio Villone -opositor a Macri, apuntemos- sostiene que sí: detectó que la corrupción, las denuncias, tienen un altísimo rating en la TV abierta, más que ningún otro tema.

(Yo) encuentro que esas apreciaciones deben ser matizadas: quienes ya rechazaban al kirchnerismo, mantienen su fervor “anti K”. Pero no he detectado entre los partidarios del gobierno anterior que se manifiestan en las redes sociales un impacto significativo de estas denuncias. En todo caso, discuten con peronistas menos “cristinistas”. A los oficialistas, los bardean, simplemente. Como dije otras veces en el blog, la corrupción que indigna es la de los otros.

Igual, puede decirse que esto ya llena las necesidades tácticas actuales del oficialismo. Su prioridad es evitar que la economía concentre ahora la atención de las mayorías. Su “audiencia redundante”, después de todo, le sirvió para ganar la elección.

Frente a eso, tengo que señalar que es una ventaja táctica. Es imposible que las revelaciones más espectaculares, si llegara a haberlas, desvíen por mucho tiempo la atención de los que tienen que llegar a fin de mes. Y, a pesar del instinto político de su incómoda aliada, la Dra. Carrió, esta claro que la anti corrupción no es la clave de los votos del oficialismo. O el candidato no hubiera sido Mauricio Macri. Más allá de historias personales, todo el etos y el mensaje del PRO nada tienen que ver con una actitud moralista, como Durán Barba sería el primero en señalar.

En cuanto a la corrupción en sí, que -me parece indiscutible- ha existido en todos los gobiernos y por supuesto en éste- es un delito, y una patología de la política, que consiste en el intercambio de beneficios entre los funcionarios de un Estado y empresarios privados. No puede erradicarse por completo, porque el Estado -aún el neoliberal, o especialmente el neoliberal- toma decisiones que favorecen a algunos y perjudican a otros, constantemente. Y la política es una actividad que cada vez requiere más recursos en la sociedad moderna.

Ponerle límites, es una tarea difícil, que los argentinos todavía no hemos encarado seriamente. Usar su denuncia como arma política, no ayuda«.

Hasta ahí, lo que decía hace una semana. Lo que no preví, ni tampoco, evidentemente, el gobierno nacional, fue la repercusión internacional del asunto de los «Panama Papers«. El vínculo del Presidente Macri con ese tema ha tenido, hasta hoy, mucha más repercusión en los medios de EE.UU. y Europa que todas las acusaciones contra Cristina. Y, dado el carácter de reproductor de noticias internacionales de nuestros medios -oficialistas y opositores- fue inevitable que ocupara aquí los titulares.

Parece evidente entonces que -más allá de la situación judicial- el gobierno considera que el desprestigio que -entre sus votantes más ingenuos- puede provocar ese escándalo, más el impacto de la inflación y el tarifazo -en mi opinión, mucho mayor- hacen necesario recurrir a la carta que le dio el triunfo electoral de noviembre pasado: la ojeriza, la bronca, que numerosos sectores tienen con Cristina Kirchner.

Por supuesto, «toda carta tiene contra«. Hoy CFK, después de esos meses de silencio, ha recuperado la centralidad del escenario. Ninguna noticia despierta más interés, y sentimientos encontrados, que estos datos que da el bloguero J.R. Sentis: Cristina sale de El Calafate este lunes a las 19.30 hs en el vuelo 1893 de Aerolíneas Argentinas. Llega a Aeroparque a las 22.15.


Scioli y el gambito Troilo

marzo 9, 2016

Scioli en C5N

Hace unas horas recibí el wasap de un amigo «Scioli está con Gato Sylvestre en C5N. Muy bien guionado, eh? Nombró a Ferrer«. Quien me lo enviaba es un informado y convencido kirchnerista, pero desde hace tiempo cree que era necesario «bajar un cambio» y, sobre todo, hacer sintonía fina para que el modelo basado en el mercado interno fuera sustentable. Además, tiene vínculos con técnicos que trabajaban con DOS. No me sorprendió su llamada.

Ahora, corresponde señalar que escuché parte del programa con creciente interés. Lo que ahí dijo el ex gobernador y ex candidato tampoco fue sorprendente. Repitió la defensa de la gestión kirchnerista, de las políticas que ya había defendido en la campaña, en el estilo Scioli: es decir, el de alguien que no ha leído a Laclau, ni sobre el criterio amigo-enemigo en Carl Schmitt. O si los leyó, decidió que a él no le servían.

Consultado sobre su opinión de los primeros tres meses del nuevo Gobierno, dijo que «desde que asumieron hasta ahora, la gente fue deteriorando su nivel de vida», y agregó que «ellos creen que la variable de ajuste es el salario, los humildes y el empleo». «La brecha entre ricos y pobres se ha ampliado en estos tres meses. Se perdieron 100 mil puestos de trabajo y también las expectativas es que se recuperarán».

También dijo «Se podrán criticar muchas cosas del Gobierno anterior, pero la gente llenaba el changuito, compraba un aire acondicionado y llenaba la heladera. Ahora, le dicen que apague el aire acondicionado por que no van a poder pagar la factura de luz y que no abran mucho las heladeras».

«La inflación está muy por encima del 40 por ciento». Y los dirigentes gremiales «fueron muy benevolentes al aceptar una paritaria muy por debajo de la devaluación».

Sostuvo que nunca negó «la posibilidad de llegar a un acuerdo justo y equitativo con buitres». Pero también aclaro que no había que caer en «los errores del pasado» porque «ha costado sangre, sudor y lágrimas desendeudar al país».

En resumen, era posible prever que Scioli diría estas cosas o parecidas, si decidía aparecer cuestionando la gestión Macri y defendiendo las políticas kirchneristas. Y también, por supuesto, es lógico que lo haga: fue el candidato presidencial de la fuerza que hoy es la principal oposición, y acompaño durante 12 años estas políticas.

Es cierto que un número de los dirigentes que tuvieron responsabilidades importantes en la gestión K, hoy practican esa variante local de la autocrítica, con amnesia incluida. Pero no era de esperar con Scioli, que ha hecho un punto de reivindicar su pasado político. Todo.

El punto interesante es que los referentes, los nombres que en primerísimo lugar los argentinos no politizados -la gran mayoría- identifican con el gobierno anterior son los de la anterior Presidente, Cristina, por supuesto, y de quien fue gobernador de Buenos Aires y candidato (Los identifican los que lo recuerdan bien y los que lo recuerdan mal, claro).

Y si bien CFK mantiene una comunicación constante con un grupo reducido de fieles, y recibe en Calafate a más gente de la que se sabe, y Scioli caminó barrios y medios después de la derrota, lo cierto es que ambos se han abstenido de tomar posiciones públicas en estos días de forcejeos y disputas en el peronismo.

Eso sí, ahora Daniel puede decir como Troilo «Alguien dijo una vez que yo me fui de mi barrio… ¿Cuando?, pero… ¿cuándo? ¡Si siempre estoy llegando!«.

¿Es un hecho importante? Daniel Scioli comparte la carga de la derrota -pesada, en el peronismo y en la política-, hoy no gobierna en ninguna parte, no maneja ningún aparato territorial o sindical, y no cuenta con una multitud de seguidores unidos por un lazo emocional, como sí los tiene Cristina Kirchner. Además, se le cuestiona, y no sólo por los K más ortodoxos, que no sumó votos por encima de los dispuestos a votar al kirchnerismo, como las encuestas de años anteriores hacían suponer.

(Sobre esto, la historia reciente nos da una explicación: A fines de 1998 y principios de 1999, las encuestas le sonreían a Eduardo Duhalde: aparecía como el futuro Presidente. Cuando se afirmó la candidatura de De la Rúa, por la Alianza, sus números empezaron a descender. Era claro: los que querían votar contra Menem, ya tenían candidato.

Buena parte de la «imagen positiva» de DOS se la daban las encuestas simplemente porque era la figura más conocida que no era Cristina, muy diferenciado en estilo y gestos. Cuando el voto contra ella encontró dos candidatos mejores, Macri y Massa,… Scioli se quedó solamente con los votos peronistas-kirchneristas).

Esto es historia antigua, aunque los medios neo oficialistas (y algunos neo opositores nostálgicos) se esfuerzan en mantenerla vigente. El presente es este gobierno de Macri, y el año que viene los votos se decidirán -siempre es así- por cómo se sientan los argentinos en relación a él. Entonces, la tarea política de los que no son oficialistas es construir la oposición. De los peronistas en particular, armar el peronismo.

Es imposible separar el relativo silencio de CFK, la relativa discreción de DOS, del hecho que hoy el peronismo enfrenta una divisoria de aguas, con el acuerdo con los fondos buitres, y, en general, con la actitud hacia el gobierno de Macri: negociación o enfrentamiento.

Se especula que CFK espera a que esa división se haga explícita, para que no se le atribuya ser la autora. Porque sabe -todo el que se enfrenta a las realidades de la política lo sabe- que un peronismo dividido es más débil, y está más lejos de recuperar el gobierno. Puede ser. Si es así, la reaparición de Scioli, con este discurso, significa que cree que tiene espacio para reivindicar las políticas de la gestión kirchnerista, en su estilo «no confrontativo».

Una pregunta pendiente, en este caso, es si CFK desconfiará de una «ambigüedad de Scioli y sus allegados. O encontrará su postura útil para consolidar un peronismo dispuesto a enfrentar al gobierno, que abarque más allá de los incondicionales.

La otra cuestión es la decisiva: si Scioli será, es, capaz de convertir la familiaridad que los argentinos tienen con su figura en una referencia política de la «oposición posible». Podría repetir, otra vez!, «el que viva, lo verá«. Pero me parece más relevante una vieja frase de Perón: «No es que nosotros hayamos sido tan buenos. Pero los que vinieron detrás nos hicieron óptimos«.


Habla Agustín Rossi

enero 30, 2016

agustín rossi

Entre los dirigentes del peronismo, se puede decir que Agustín Rossi es de los que son, por sus planteos y su historia, más afines al frente que forjó Néstor Kirchner a partir de 2003 entre, justamente, el peronismo y sectores del progresismo. En la década del ´90, Rossi se alejó del Partido Justicialista, en rechazo a la experiencia menemista, y siguió haciendo política en su Rosario por fuera de él.

No siempre ha sido un soldado obediente de los K, cierto. En algún momento se opuso a la alianza en Santa Fe con Carlos Reutemann que Kirchner buscaba. Pero pelear por la autonomía local es tradicional en los peronistas, salvo los que no tienen entidad en sus distritos. El caso es que su trayectoria a la cabeza del bloque del Frente para la Victoria en el Congreso nacional y, luego, como Ministro de Defensa ha sido tan coherente como sus expresiones públicas.

Por eso me parece interesante, y valioso, lo que plantea, en este reportaje de Gabriela Pepe  en Letra P, para la dirigencia del peronismo. Se me ocurre que es con un espíritu similar al del llamamiento a la militancia que copié hace dos días, para un auditorio muy distinto. Muestra entonces una preocupación común entre diversos referentes del FpV. Como de costumbre, agrego una reflexión mía al final.

Cristina y Scioli van a transitar los próximos años de forma conjunta”

-En mayo el PJ renueva autoridades. ¿Quién cree que debe liderar el partido en esta nueva etapa?

-Soy de los que piensan que Cristina tendría que ser la presidenta del PJ. No hay otro dirigente en nuestro espacio político que concite el nivel de adhesión y de cariño que tienen los afiliados por ella. Además, se está dando un fenómeno nuevo, que son estas nuevas afiliaciones que se están haciendo a lo largo y ancho del país. Esos nuevos afiliados se afilian por Cristina.

-Sin embargo, hay muchos dirigentes del peronismo que intentan deskirchnerizarse y no ven con buenos ojos que Cristina pretenda liderar el partido.

-No escuché a ninguno que lo diga públicamente. La política se hace de cara a la gente. Lo que se habla en privado y después no se quiere decir en público tiene poco valor. Solamente sirve para la rosca. No creo que si Cristina decide ser candidata a presidenta del partido haya un dirigente que se oponga. Además, en la mayoría de los países del mundo, el principal líder opositor es el presidente del principal partido opositor. En Argentina esos son el PJ y Cristina. Un PJ sin Cristina no sería un partido completo.

-Sin embargo, por ahora la ex presidenta decidió guardar silencio.

-Me parece razonable que, habiendo sido ocho años presidenta, no haga declaraciones los primeros 60 o 90 días (del nuevo gobierno). Eso no significa que no esté en la política, porque ella es una militante y habla con dirigentes todo el tiempo.

-¿Piensa que esto debería definirse en una interna?

-Creo que tiene que haber una lista de consenso. No sería bueno meter a los dirigentes del peronismo en una interna en un momento en que pasan tantas cosas en el país, cuando los trabajadores están discutiendo sus paritarias. Yo propicio un camino con una lista de consenso, con todos los gobernadores, que esté encabezada por la líder más importante que tiene el peronismo, que es Cristina. Después, el PJ tiene que empezar a actuar como un facilitador de consensos opositores: hay que representar al 49 % que no votó a Mauricio Macri. Hay un gobierno que tiene una alta presencia de poder corporativo y hay sectores de la sociedad que se están viendo afectados por las medidas que está tomando.

– Scioli fue su candidato a presidente. ¿Qué papel cree que debe tener?

-Importante. Scioli ha tenido una gran virtud: supo construir un liderazgo que no es antagónico ni alternativo al de Cristina, es complementario. Y me parece que esa complementariedad que tienen entre Cristina y Scioli es un activo positivo para nuestro espacio político y hay que aprovecharlo. Me imagino que esas dos figuras, Cristina y Scioli, van a transitar los próximos meses y años en forma conjunta.

-Eso de que son complementarios es un concepto nuevo, considerando que durante parte de la campaña ciertos sectores intentaron marcar las diferencias entre ellos.

-Hubo dos campañas, una de la primera vuelta y otra de la segunda. Las estrategias de campaña fueron distintas. En la primera vuelta el esfuerzo estuvo puesto en conquistar el electorado independiente; se buscó moderar el discurso y correrse al medio. Eso mismo hicieron todos los candidatos y terminamos todos confundidos, sin dar un mensaje contundente. En la segunda vuelta, la presencia de solo dos candidatos permitió mostrar claramente los modelos que estaban en disputa. Y eso Daniel lo hizo muy bien. Por el otro lado, en esa etapa surgió una militancia autoconvocada que logró una síntesis que tal vez no estaba resuelta dentro del espacio político. Después de la primera vuelta, ya nadie discutió si Scioli era más o menos kirchnerista. Fuimos todos atrás de eso y la propia militancia generó esa síntesis. Hoy Daniel tiene una empatía natural con la militancia del kirchnerismo y del FPV.

Scioli dijo que Macri tiene como objetivo dividir al PJ.

-Comparto absolutamente.

-Pero es el mismo peronismo el que abre ese juego. En la Legislatura bonaerense se partió el bloque y en el Congreso Nacional podría pasar lo mismo.

-Confío en la madurez de mis compañeros, independientemente de todo. Lo que se está dando es un proceso absolutamente natural. Con el liderazgo de Cristina y la conducción del Poder Ejecutivo, los matices o las diferencias que pudieran existir entre nosotros quedaban totalmente licuados. Esa situación ya no existe. Entonces, es razonable que ahora los matices aparezcan más nítidos. Pero además hay que tener en cuenta que las responsabilidades que tienen un gobernador o un intendente no son las mismas que las que tenemos otros dirigentes. Los gobernadores e intendentes tienen que garantizarse poder hacer la mejor gestión posible y el espacio político les tiene que facilitar eso.

-¿Cree que hay posibilidades de que haya una división?

-Creo que hay una intención de aislar al peronismo y, dentro del peronismo, aislar aún más a los que ellos llaman los dirigentes más kirchneristas. Si se produce una división, sería una buena noticia para Macri. Nosotros somos un partido político que en 70 años nunca perdió su vocación de representar a la mayoría del pueblo argentino. Esa vocación va a ser el espíritu que va a seguir manteniendo unidos a todos los dirigentes. No hay mejor negocio para ninguno de los dirigentes del justicialismo que mantener la unidad, porque eso te hace fuerte para negociar, para plantarte políticamente y para el próximo proceso electoral. Todos los dirigentes del peronismo sabemos a qué está jugando Macri.

-En ese sentido, ¿Juan Manuel Urtubey qué rol cumple?

-Urtubey también lo entiende. Por algo estuvo el sábado en la reunión de San Juan y se separó de los dichos de Macri sobre Massa.

-Pero tuvo reuniones con Massa y con funcionarios del Ejecutivo.

-Urtubey se puede sacar la foto que quiera. No lo veo afuera del PJ ni del FPV. Creo que va a estar adentro marcando su matiz, su mirada. De hecho, fue uno de los que planteó que era preferible tener una lista de consenso.

-Dijo que el dirigente de consenso sería José Luis Gioja.

-Bueno, yo creo que tiene que ser Cristina pero tengo una muy buena opinión de Gioja.

-¿Cómo hace el PJ para ser opositor sin que le caigan encima las acusaciones de que contribuye a la desestabilización?

-Siendo mayoría, hemos cedido la presidencia de la Cámara de Diputados y la presidencia previsional del Senado. Cada vez que se abre una instancia de diálogo, los gobernadores van, concurren. Pero después también hay que decir que el diálogo es “fulbito para la tribuna” porque te invitan a dialogar y te meten dos jueces de la Corte por la ventana, te aumentan la coparticipación de la Ciudad de Buenos Aires por decreto, te sacan el 15 % y no te avisan. Entonces, ¿el diálogo es sincero o es para la foto?

-¿Massa tiene que estar en el PJ?

-Massa tiene su partido. El justicialismo en eso es muy singular. La puerta de ingreso y salida del justicialismo es de vaivén. Cuando te vas, nadie te pregunta por qué y cuando volvés, tampoco. Ahora nadie que haya jugado casi abiertamente a favor de Macri puede pretender volver y explicar qué es lo que tiene que hacer el justicialismo, cuando el PJ estuvo a punto de ganar las elecciones. Si vuelve, alguien le va a pedir que explique por qué no lo hizo antes del ballotage, por qué jugó abiertamente para el triunfo de Cambiemos.

-Usted mencionaba recién que la sociedad padece las medidas que toma Macri. El Gobierno dice que el ajuste económico lo tuvo que hacer por la herencia recibida del kirchnerismo. Y hace poco Mario Blejer, ex asesor económico de Scioli, dijo que, de haber ganado, Scioli hubiera tenido que tomar algunas medidas similares.

-Es raro esto de los asesores que hablan por los candidatos. Scioli en campaña dijo que iba a hacer lo contrario. Entre otras cosas, dijo que no iba a devaluar y que en febrero el dólar iba a valer 10 pesos. En todo el mundo, cuando hay un cambio de gobierno, se intenta agrandar y descalificar al gobierno anterior, como forma de justificar sus propias decisiones. Es lo que está haciendo el presidente Macri. Pero esto tiene un punto de quiebre. En algún momento la sociedad dice “bueno, dejá de hablar de lo que recibiste y ahora contame lo que hiciste”. Estuvieron años criticándonos por el Indec y ahora van a tener cerrado el Indec sin un dato por un año. Dijeron que no había reservas y funcionaron los dos primeros meses del año con las mismas reservas que dejó el gobierno anterior. Concretaron el swap chino, que decían que no servía de nada. Y no tienen conflictos sociales porque nosotros bajamos la desocupación. Entonces el tema es que la misma situación encuentra otra lógica. Hacen todo lo contrario a lo que hizo Néstor cuando llegó a la Presidencia, en 2003: su primera medida fue adelantarle el pago a jubilados y pensionados.

-Cristina dijo que esperaba ver activos a los dirigentes sindicales. ¿Cómo van a articular con el peronismo?

-Los dirigentes del movimiento obrero hace seis meses discutían por el impuesto a las Ganancias, que afectaba al 7 o al 8 % de los trabajadores remunerados. Ahora van a tener que defender los puestos de trabajo. Y van a ir a pelear una paritaria con techo del 25 %. La conflictividad social de este año va a ser alta porque no solamente se van a perder puestos de trabajo, sino que este años tendrían que ingresar al mercado laboral 400 mil argentinos y argentinas que van a salir a buscar trabajo y no van a conseguir. Y ahí el movimiento obrero y nosotros vamos a tener un rol. Nadie va a preguntar si votaron a Macri o a Scioli. Hay que defender el derecho al trabajo«.

Algún lector mal pensado del blog (los hay) dirá que me parecen tan interesantes estas declaraciones de Rossi porque coinciden con lo que yo venía diciendo. Pero la coincidencia no es exacta. A.R. recomienda que la conducción del Partido Justicialista exprese la realidad política actual: que CFK la encabece, y que Scioli tenga un rol destacado, como el referente aceptable que es para la mayoría de los gobernadores y para los votantes peronistas que no se consideran a sí mismos kirchneristas (que no son pocos).

Yo no soy dirigente. En el blog, juego de analista (aficionado). Como tal, el planteo de Rossi me parece muy sensato, pero tengo serias dudas que se dé. No es sólo porque CFK haya dicho que no se ve en el Consejo Nacional del PJ, ni siquiera principalmente por eso. El dato fundamental es que la reorganización del peronismo, su adaptación obligada a la pérdida del Poder Ejecutivo nacional y la gobernación de la provincia que es casi un tercio en población y en riqueza del país, recién comienzan. No lo veo consolidando tan pronto -antes del 8 de mayo- una conducción orgánica del conjunto que incorpore a todos los poderes reales que existen en él. Con suerte, se logrará un cuerpo de transición, aceptado por todos los que pesan.

Porque todavía, por largos meses, seguramente hasta las elecciones de 2017 al menos, esos poderes reales pugnarán por afirmarse, y por decidir el rumbo futuro. Sí comparto con Rossi la idea que la convergencia de los intereses de Cristina Kirchner y de Daniel Scioli es un dato de la realidad.


El Scioli de la semana

enero 24, 2016

 

scioli-y-cristina-dialogan-al-oido

Hay demasiada peronología en las últimas semanas. Este blog ha hecho su parte, confieso. Pero con las reuniones de este finde en San Juan y Santa Teresita, las que medios y otros blogueros informarán en detalle, creo que hay un exceso de noticias sobre pocas realidades, en un proceso -la transformación del peronismo- que apenas si empieza. Todavía no alcanzo a percibir -a pesar de la acelerada militancia que uno encuentra en las redes sociales- qué piensa del asunto y sus actores el protagonista decisivo: los argentinos de a pie.

Igual, sin hacer análisis, me parece útil acercarles la crónica que vuelca un periodista, Ignacio Zuleta, que conversa a menudo con Scioli y que da, me parece, la versión más cercana a la mirada del ex candidato presidencial del FpV. Es, después de todo, uno de los actores importantes en estos días. Y creo que hay otro motivo para que sea de interés, que se los menciono al final.

«Daniel Scioli recibió en sus oficinas del microcentro porteño a un grupo de dirigentes del cristinismo, los parlasures Daniel Filmus y Agustín Rossi y el diputado nacional por Mendoza Guillermo Carmona. El ex candidato presidencial admitió ante el trío de La Corriente que está dispuesto a disputar la presidencia del Consejo Nacional del PJ en las elecciones previstas para el mes de abril si cuenta con el apoyo de gobernadores y dirigentes que le aseguren por lo menos una estética de unidad del peronismo. Dijo que en ese proceso hay que ser integrador y “abrir la mirada a Córdoba, a San Luis” y a “dirigentes peronistas que están en el Frente Renovador”.

Scioli avanzó más: dijo estar dispuesto a ir a una elección interna contra otros dirigentes de esa fuerza y mencionó a Jorge Capitanich y a Juan Manuel Urtubey. Los visitantes fueron a las oficinas de DAR, la fundación que articula al sciolismo, para preguntarle al ex candidato si va a actuar en el proceso de reorganización del peronismo que tiene que renovar autoridades antes de mayo. Salieron con la idea de que Scioli ya está jugando ese partido y que, aunque no se los dijo expresamente, será candidato a senador nacional por Buenos Aires en las elecciones del año que viene.

En el diálogo, del cual también participó la diputada Cristina Álvarez Rodríguez, los visitantes se quejaron ante Scioli de que “hay compañeros que quieren un peronismo sin Cristina”. El ex candidato les respondió que él no está en ésa y que cualquier armado tiene que hacerse asumiendo la experiencia de Cristina de Kirchner. En eso andan otros, se escuchó en la charla, y las lenguas señalaron hacia Urtubey y Diego Bossio, visitantes de la casa de Sergio Massa hace dos semanas.

Scioli dijo que lo que busca es convocar a peronistas de todos los sectores y que no debían quedar afuera ni los llamados cristinistas ni tampoco el sector de José Manuel de la Sota, aliado de Massa en las últimas elecciones y clave en el resultado electoral que hizo presidente a Mauricio Macri. En la charla el anfitrión dijo que hablaba con frecuencia con la ex presidente, que lo había llamado para saludarlo por el cumpleaños y antes del Año Nuevo, y que han quedado en reunirse en Buenos Aires el mes que viene.

Scioli les dijo a sus visitantes que en ese encuentro le va a preguntar qué proyecto tiene ella. Para febrero Cristina tiene previsto publicitar la creación de un Centro de Estudios, que ha reclutado a algunos de sus ex funcionarios como Héctor Timerman, Axel Kiciloff, Oscar Parrilli y Julio de Vido, un verdadero gabinete en las sombras entre quienes circulan en estas horas mails cruzando propuestas de nombre para el nuevo sello. Este Centro de Estudios llevará, naturalmente, el nombre Kirchner y estará dedicado a actividades proselitistas que mantengan a la figura de la ex presidente en función piloto hasta que ella descubra su juego. Será, seguramente, una candidatura a senadora por Santa Cruz en 2017. Eso es lo que deducen quienes escuchan desde el Calafate dulces mensajes del tipo “Estoy dedicada a jugar con los nietos”.

Esto da pie a las frases escuchadas ayer en DAR sobre la necesidad de que se hable de Daniel-Cristina o Cristina-Daniel. Es algo que hacia adentro del peronismo parece necesario para sostener el piso de adhesiones de las últimas elecciones, pero que hacia afuera sigue siendo un dilema porque los dirigentes y los opinadores de la política insisten en que Cristina le hizo perder las elecciones a Scioli. El peronismo terminó todo junto, pese a las disidencias en las urnas y por eso ganó la primera vuelta con casi el 38% de los votos, lo más que podía pretender un peronismo sin socios frente al no-peronismo unido detrás de un buen candidato como Macri. Pero esta visión no es compartida por los dirigentes peronistas, que se sienten obligados a buscar alguna salida argumental a una trampa explicativa que les juega en contra.

El sigiloso encuentro de ayer en DAR tiene significado porque es la peregrinación de dirigentes del cristinismo hacia Scioli, a quien destrataron en más de una ocasión en nombre de la anterior inquilina de Olivos. La excepción puede ser Filmus, a quien el ex candidato distinguió en la campaña con la promesa de una silla de ministro en un hipotético gabinete. Fue el dirigente cristinista que más se acercó a Scioli en aquellos momentos. Ir a preguntarle a Scioli qué va a hacer, para hombres de La Corriente (sello en el cual milita el profesor Ricardo Forster, quien hostigó al candidato del peronismo como la peor opción) es un renuncio serio porque implica compartir lo que para el peronismo bonaerense es ya una convicción: que Scioli es el mejor candidato a senador en 2017 y que en torno a él debe girar la campaña del peronismo de todo el país. Esa admisión implica un distanciamiento de Cristina en este round«.  (completo aquí)

Me parece evidente que -aparte de la información sobre las futuras actividades en la Capital de CFK, plausible, hasta donde yo conozco- estos párrafos reflejan una mirada sciolista. Rossi, Filmus, Carmona, de indudable trayectoria, no son el cristinismo, por cierto. El punto que me hace pensar es que el año pasado Cristina decidió apoyar la candidatura presidencial de Daniel Scioli, y Daniel Scioli decidió avalar las listas de candidatos, incluida la vicepresidencia, armadas por Cristina y reivindicar su legado. Estas dos decisiones pueden ser discutidas, por cierto, y lo han sido, por diferentes sectores del peronismo. El hecho es que las tomaron. Las circunstancias han cambiado por completo, pero, la verdad, no veo todavía hechos que me indiquen que los motivos que llevaron a ambos a esa alianza hayan desaparecido. Uno puede decir que la derrota electoral es un hecho muy pesado, y es así. Pero ¿quién les garantiza a ambos -que son los que toman sus decisiones, claro- que otro camino los lleva a un mejor resultado?


El aporte de Macri a la unidad del peronismo

enero 22, 2016

foro-de-davos

No sé ustedes, pero yo estoy un poco cansado que en la gran mayoría de los posteos termine hablando de la interna del peronismo.

Sucede que no solamente los peronistas politizados -como yo- la encuentran irresistible. También los de afuera pontifican sobre ella, con la esperanza de influirla. Algún(os) motivo(s) habrá.

Como sea, creo que es un deber de todos los peronistas reconocer el valioso aporte que acaba de hacer el Presidente Mau a la unidad de nuestro movimiento. Más allá de sus motivos, justamente. A caballo regalado no se le hacen implantes.

Me refiero a que, en Davos, Macri posicionó a Massa como el próximo líder del PJ. Y procedo a explicarme.

El colega bloguero y amigo Artemio López insiste todos los meses, desde hace unos dos años, que «El tipo de unidad histórica – social y política- que plantearon Néstor y Cristina está crujiendo«. Supongo que se refiere a la convergencia en el Frente para la Victoria entre el peronismo -o un sector de él, tan mayoritario electoralmente que la distinción es pedante- y un sector del «progresismo». Sector de la «centro izquierda» que las últimas elecciones mostraron también como mayoritario. Como recordarán, Progresistas de Stolbizer sacó menos votos que el Frente de Izquierda de Del Caño.

Ahora bien, es indiscutible que hay tensiones. No ya dentro del FpV. En el seno del peronismo. No es sorprendente. Tenemos compañeros, legitimados con cientos de miles de votos, cuyas ideas son similares a las de Sergio Massa. O un poquito a la derecha. También hay (of course) muchísimos compañeros con un vínculo emocional con Cristina Kirchner, que consideran que su gobierno fue maravilloso y sus decisiones todas acertadas. O, al menos, que no vale la pena discutirlas, frente al Mal Absoluto que está enfrente. Y hay otras posiciones, cómo no.

Ninguna de las dos que mencioné me expresa exactamente. Pero eso no importa. La realidad política es que si el peronismo quiere triunfar –y quiere, créanme- necesita todos esos votos. No le sobra ninguno, especialmente cuando desde el otro lado se construye una opción que también sabe sumar. Como pasó en 1983, 1999, 2015…

En realidad, mi escepticismo de siempre frente a la ruptura tantas veces anunciada por intelectuales y comunicadores, es que esta diversidad no tiene nada de nuevo. Ni en el peronismo, ni en la política real. Sólo alguien que no conoce, por ejemplo, a los partidos Demócrata o Republicano de los EE.UU. cree que tienen homogeneidad ideológica. O el partido Laborista de Gran Bretaña, que reúne a Blair y a Corbyn.

En la sociedad moderna, cada vez más fragmentada, la suma de diversidades necesarias para gobernar se da a través de partidos de masas, como en los casos citados. O por coaliciones parlamentarias, como en la Europa continental o en Brasil.

De cualquier modo, esas tensiones, inevitables, se manifiestan abiertamente entre nosotros cuando un peronista no tiene la Presidencia de la Nación (cuando no es así, también hay tensiones, por supuesto, pero rara vez se expresan en público. Nuestra tradición es que un Presidente peronista conduce el movimiento). Por ejemplo, en reuniones como las que cuenta aquí Pablo Ibáñez de Ámbito, o esta otra que relata Sabrina Carrasco de Letra P. (No las voy a sintetizar y comentar, como tengo por costumbre. Es viernes y hace mucho calor. Los interesados en la interna, léanlos).

Frente a esas tensiones, digo, Macri nos hace, llevándolo a Massa a Davos y «dándole manija», un importante favor. Entiéndase: no es que toda la franja dirigencial del peronismo, y las bases que aspiran a ingresar a esa franja- están peleando por ser el Número Uno. Alguno/as sí, pero la gran mayoría quiere afirmar sus cuotas de poder y/o representatividad. Que el gobierno nacional -y el bonaerense- con sus recursos, aparezca favoreciendo a uno -que se puso afuera de la manada para pelear- dispara los instintos defensivos de la mayoría. Para no hablar de las bases, las que no aspiran a ser dirigentes pero votan para elegirlos. O rechazarlos.

Nos viene bien, entonces, hasta que la realidad -los votantes- decidan quién es el Número Uno. En cuanto al Frente para la Victoria… No alcanzo a ver porqué habría que romperse. Salvo por prejuicios ideológicos, que nunca han sido decisivos en el peronismo. Perón siempre, en todas las elecciones en que participó, hizo frentes electorales. Más recientemente, Menem gobernó diez años con lo que era, en la práctica, un frente entre el peronismo y la derecha «neoliberal». Y los Kirchner gobernaron doce con uno entre el peronismo y el progresismo.

Hoy la derecha «neoliberal» tiene su propia fuerza. Y ganó las elecciones. El progresismo… sí tiene prejuicios ideológicos. Contra intendentes, ex intendentes (excepto Sabbatella), gobernadores, ex gobernadores… Sólo le tienen confianza a Cristina, y hasta ahí. Pero CFK, que no se fue del peronismo en los ´90, cuando las almas bellas progres se amontonaban en el Frepaso -y éste aparecía como una opción ganadora- es muy dudoso que se vaya ahora, para armar un partido de «los buenos». Perón nos advirtió hace mucho que los buenos somos pocos.


Las autocríticas a Cristina

enero 20, 2016

Ya subí al blog -por ejemplo, aquí, y aquí– reflexiones sobre la derrota del Frente para la Victoria en las elecciones pasadas. Y aquí dije algo sobre el valor, y las limitaciones, de las autocríticas, especialmente cuando no son, estrictamente, «auto».

Hoy leo un texto jugado en el blog del veterano militante, y amigo en el ciberespacio, Juan Salinas. Que me lleva a este posteo de Gabriel Fernández, el director de La Señal Medios. Los dos se refieren a la relación entre Cristina Fernández, La Cámpora y el movimiento obrero. Los blogs de ambos son muy visitados, pero, como yo tuve en algún tiempo una relación muy estrecha con el brazo político del sindicalismo peronista, tengo ganas de copiar los párrafos que me impresionaron, con los que estoy bastante de acuerdo, y también de hacerles algunas reservas y observaciones. Una parte del debate que el peronismo (y el progresismo en que muchos de nuestros votantes y Gabriel F. se referencian) se deben.

Dice Juan:

«Los mejores militantes jóvenes del kirchnerismo que conocí en estos años son delegados sindicales. Que fueron sistemáticamente ninguneados. Gabriel Fernández se queja de la falta de tacto de la conducción del movimiento en el trato con ellos y con sectores de identidad peronista histórica. Concuerdo con él y advierto que hay un consenso general al respecto entre militantes kirchneristas de paladar negro mayores de 45/50 años.

Consenso acerca de que la debacle comenzó silenciosamente a causa del horrendo modo en que se produjo el rompimiento con Hugo Moyano (recuerdo que Cristina criticó a la CGT -que nunca pisó como Presidenta- desde la UIA) por asuntos tan menores como las candidaturas que el camionero pretendía para Piumato y Plaini. Y, para colmo, porque esas candidaturas no le fueron concedidas a los gremialistas que rompieron con Moyano y reiteraron su fidelidad al movimiento, ni a quienes siempre apoyaron al “modelo” desde la CTA. Ambos sectores siguieron sufriendo el destrato del poder… sin por ello pasarse de bando, como tantos inventos de Néstor y de Cristina: Massa, Lousteau, Insaurralde, Bossio…

Para decirlo de modo brutal: Sin el movimiento obrero, el kirchnerismo no será más que una reedición del mejor alfonsinismo, y La Cámpora, una Franja Morada más radical«.

Dice (entre otras cosas) Gabriel Fernández:

«… Por estas horas, como ratificando el decir de sus adherentes duros en las semanas recientes, Cristina Fernández de Kirchner se refirió a los “dirigentes sindicales”. Lo hizo con dos asertos esenciales, en pocos minutos de charla grabada por un celular: son todos más o menos parecidos, los metió en la bolsa, y son ajenos, pues los derechos los defiende cada miembro del pueblo sin intermediarios, cada integrante “empoderado”.

Late allí –CFK no lo dice, seamos honestos- pero late, otra dualidad con intensidad política: kirchnerismo – peronismo. De la objeción al reclamo por el impuesto a las ganancias se pasa, en lo tácito, a recriminar ausencias e indisciplinas. Alejamientos. Pero más por debajo aún se palpa, al menos lo siente quien vivió varios períodos y no sólo el más reciente, aquél antiguo disconformismo, aquella lejana incomodidad, de las capas medias del movimiento para con los sindicalistas.

Esto no lo hace saber nuestra líder más votada y sin dudas portadora de logros gubernamentales extraordinarios que hemos marcado sin cesar en estas páginas, pero si lo manifiestan con total franqueza los militantes más duros de su vertiente: «ahora no reclaman, ahora donde están, son unos traidores, pactaron con Macri», etc. Usted los lee continuamente, o usted dice y escribe esas mismas cosas, y sabe a lo que nos referimos sin exagerar.

… Vamos un tranco hacia atrás. Un puñado de dirigentes se desprendió del movimiento nacional hace varios años. Grave error que puede equipararse con el deletéreo concepto de traición. Pero resultaron eso: un puñado de dirigentes que en modo alguno representan a los centenares y más de sindicatos y sindicalistas que permanecieron firmes junto al gobierno nacional y popular. Para empezar entonces, una generalización es injusta, aunque además errónea. Si el conjunto del sindicalismo hubiera aceptado la coordinación de las corporaciones, empezando por Clarín, el gobierno de Cristina hubiera caído antes de los comicios del 22 de noviembre.

Luego, es pertinente señalar que tras la fuga de esos pocos sindicalistas, el gobierno impulsó la creación de una agrupación juvenil asentada en empleados del Estado. Esto hay que decirlo, porque no es eso lo que está mal: ser militante no es ser ñoqui, ser militante es entregar la vida cotidiana al mejoramiento del país. Eso son los pibes a los cuales hacemos referencia. El problema es que un agrupamiento de esa naturaleza, no está en condiciones de conducir hegemónicamente un movimiento bravío como el peronismo y mucho menos, de disciplinar al gremialismo en la Argentina.

No se trata de un deber ser. Es una realidad. La mayoría de los sindicatos argentinos no traicionaron nada en este período. Han crecido gracias al proceso industrializador impulsado por el kirchnerismo, lo han agradecido y han movilizado… hasta que se lo permitió esa hegemonía juvenil. Porque créase o no, en este período los sindicatos integraron a una masa enorme de nuevos militantes de base; delegados, activistas, pibes que también se lanzaron a bregar por un mundo mejor… pero que poseen diferencias sociales con los antedichos.

Meses atrás, cuando todavía el debate en el movimiento se asentaba en quién sería el candidato y si se ganaba en primera o segunda vuelta, un dirigente sindical de extrema confianza dijo a este periodista “estuve pensando; está muy bueno lo de los patios de la Rosada cuando habla Cristina, muy bueno… pero ¿sabés qué? ¡Son patios blancos!”. Le pregunté que quería indicar y explicó: “Nuestros pibes no pueden entrar, van y quedan afuera, después ya no van, es todo de La Campora, y nada más, son chicos macanudos, pero están dejando fuera a trabajadores de su misma edad, que quieren ir a ¡respaldar a Cristina! Ahí tenemos un problema”, señaló, perspicaz.

Y más. En diálogo más reciente con un sincero –en privado- militante de la famosa agrupación juvenil en cuestión, aseveró: “También ¿era necesario que tuviéramos todos todos los cargos en las listas y la mayoría de los funcionarios en los ministerios?”. Está claro. Quien suponga que esto es propaganda de La Nación que lo crea y entonces no se habla más, la verticalidad se impone para todos y todas y no se discute nada. Pero el movimiento nacional discute, corcovea, se enoja y plantea. Porque si no, los errores se repiten.

… No renegamos de nuestras palabras: hemos señalado oportunamente que el pueblo argentino vota populismo de centroizquierda y podemos realizar una narración ajustada, comicio por comicio en el orden ejecutivo nacional, que refrenda el comentario. Alguien dirá que los sindicatos no encarnan claramente ese perfil de centroizquierda. Entonces señalamos: no conocen a los gremios y a sus dirigentes que quedaron de este lado de la línea; no son nazis, ni fascistas ni corporativistas. Son compañeros con ideas bastante avanzadas y ya muy distantes de Moyano, ni qué hablar de Barrionuevo o Venegas. No los conocen porque muchos militantes de las capas medias también se guían por la orientación que reciben de los medios concentrados.

Pero además: no hay populismo sin sindicatos. Lo que es decir, como hemos indicado: no hay proyecto nacional sin movimiento obrero. La ausencia de Moyano se hizo sentir por su capacidad para arrastrar a la UTA, por la incapacidad propia para retener a la UTA, pero sobre todo por el destrato oficial hacia los sindicatos que se afirmaron en la defensa del Proyecto Nacional y Popular sin recibir un reconocimiento adecuado.

… Todo este texto tiene la intención de amalgamar lo que se está desperdigando porque ya está visto que con una sola vertiente –el kirchnerismo- aunque sea la más votada y la más movilizada, no se logra vencer … Si el kirchnerismo no es un peronismo, como pretenden algunos entusiastas, entonces el kircherismo es una agrupación de clase media motorizada por individuos desorganizados que se juntan en una plaza convocados desde las redes sociales para efectuar demandas justas. Eso está muy bien pero con eso no se ganan las elecciones ni la hegemonía cultural nacional. La responsabilidad siempre recae en el liderazgo mayor. Entonces, este es un texto, también, destinado a respaldar a Cristina Fernández de Kirchner. A plantearle que sin el peronismo y sin el movimiento obrero organizado, ella pasaría de ser la jefa del movimiento en general, a la jefa de La Cámpora. Y lo que queremos es que asuma integralmente el liderazgo.

Pero el liderazgo está relacionado con la persuasión. Cada sector debe sentirse reconocido por el conductor, porque cuando hay zonas de exclusión la intensidad militante baja y los compañeros no saben bien qué hacer para apoyar un proceso que apoyan. Es común entre los dirigentes que arriban al peronismo desde la izquierda malinterpretar nuestra historia y presuponer que este movimiento es elementalmente vertical. No lo ha sido, ni con Perón, no lo es ni puede serlo, pues sus variados componentes encarnan fuerzas reales que batallan por salir a luz, expresarse y obtener cuotas de poder decisorio.

… Desde Jauretche y Scalabrini hasta Ubaldini, desde Cooke hasta Laclau, desde Rearte hasta Ongaro, desde Walsh hasta Ferla, desde el programa de Huerta Grande hasta los 23 puntos de la CGT, desde Perón hasta Cristina pasando por Néstor, por sólo citar un puñado, se registran dentro del peronismo tremendos y violentos debates democráticos –si, como discute nuestro pueblo, con energía y participación- que a su vez encarnan intereses profundos y vigorosos. La anulación de esos cruces a través de la hegemonía verticalizada sobre una agrupación, que además carece de la organización social de base adecuada, resulta letal y fuerza que los planteos emerjan descoordinados por aquí y por allá. El intento de encauzar esa trayectoria en pensadores como Ricardo Forster, una simplicación costosa.

Es claro que Cristina es jefa y cabalmente representativa. Es claro que La Cámpora es numéricamente importante y ha canalizado una militancia joven y valiosa. Lo que no es claro es porqué la líder y sus compañeros no dialogan con el resto del movimiento para incluirlo y potenciar así su propio desarrollo. Ahora bien, si quienes ocupan ese lugar recurren a la sencilla caracterización de toda disidencia como traición (a este periodista, por caso), estaremos condenados a configurarnos como una vertiente de los sectores medios altamente movilizados pero sin posibilidades cabales de victoria ante deficiencias para abarcar el arco social propio.

Y además, sesgando hacia un detalle: ¿quién fue el genio que desde Canal 7 dispuso en los últimos tres años que en los actos públicos y masivos del oficialismo se enfocara sólo las banderas de La Cámpora? ¿Creyeron que no se notaría que volcaban la cámara cuando arribaban el Evita, el Kolina, los sindicatos, los agrupamientos sociales? La dirección periodística de las transmisiones de esos magníficos eventos logró transformar enormes movilizaciones populares en festivales de muchachos porteños. Lo cual se constituyó en un verdadero festival para los medios concentrados.

… Algo más para terminar: es preciso sacudirse esa prevención social en contra de los sindicatos. Ese gesto cultural que aleja porque lleva a percibir ajenidad sobre un espacio vertebral del movimiento nacional y popular, y por lo tanto del Proyecto que con gallardía el kirchnerismo ha llevado adelante.

Los cambios los hacen los pueblos. Las franjas militantes contribuyen a acompañar, esclarecer y organizar. Cuando se alejan y pretenden decirle a los pueblos todo lo que tienen que hacer, están sustituyendo sus organizaciones, pero sobre todo sus ritmos, sus culturas, sus representaciones genuinas. Estamos a tiempo de ensamblar lo propio. Somos una potencia extraordinaria. Podemos ser una totalidad sin abandonar nuestras concepciones parciales«.

Reproduje estos párrafos porque creo que dicen cosas ciertas. Y que conviene que se digan a los militantes, los de La Cámpora, los de otras organizaciones, los del peronismo territorial y los de los gremios. No tiene mucho sentido -es poco realista- decírselas a CFK, ni a los dirigentes sindicales.

Ante todo, porque, como el mismo G.F. señala, la historia del peronismo no se adapta a un «relato». Contradicciones, enfrentamientos entre Perón y Evita con sindicalistas hubo desde el mismo comienzo del peronismo. Esto no niega, atención, que la esencia del peronismo, y su garantía de supervivencia cuando cae en el ´55, fueron, son, los sindicatos. Las «organizaciones libres del pueblo», con recursos y poder, que pueden enfrentar a los patrones y al Estado en defensa de sus intereses.

Entonces, la mirada realista que pido no es la de Maquiavelo sino más vieja, de Aristóteles: el poder personal de un «monarca», de un líder, de un presidente siempre va a tener conflictos con la autonomía de los sectores medios: señores feudales, ciudades autónomas, sindicatos… La sabiduría política consiste en manejar esos conflictos sin destruir al conjunto, ni debilitar el poder necesario.

Cristina, es cierto, no ha mostrado mucho tacto para manejarse con los independientes. Ni con los que se independizan en cuanto tienen la chance: Alberto Fernández, Sergio Massa, Martín Insaurralde,… siguen las firmas. Una gran parte de la responsabilidad la tiene lo que llamé en otros posteos «el Batallón Chupamedias». Recordemos que el mismo Perón, cuando Presidente, dijo una vez que estaba rodeado de alcahuetes…

Como sea, esas son batallas pasadas. Toda autocrítica debe comprender que las que viene son distintas: CFK ya no es Presidente. De paso, creo que G.F. exagera con el video que distribuyeron las redes sociales K y que subí arriba. Cristina ahí no hace más que una de sus acostumbradas exhortaciones. Los que la aman, que son muchos, la aplaudirán con entusiasmo, como lo hacen al final. Los que no la aguantan, que también son muchos, seguirán pensando lo mismo.

La relación de Cristina con la dirigencia sindical y con la del peronismo territorial dependerá de un sólo dato básico: ¿cuántos votos conserva, cuántos tendrá? Eso, más allá de los mitos y las consignas, ha sido siempre así en el peronismo: el que decide es el pueblo.


El peronismo y un asado en Pinamar

enero 11, 2016

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Ignacio Zuleta, de quien hace una semana comenté su alejamiento de Ámbito y anuncié que ingresaba a la blogosfera con Zuleta sin techo, es uno de los periodistas políticos mejor informados. Además, como muy pocos, tiene la confianza de varios dirigentes de primerísima línea. Sin embargo, encuentro necesario señalar algo obvio: información no es análisis. Y el periodismo no es la política (por más que influya, cómo no).

Digo eso porque en ese mismo posteo que enlazo arriba, Zuleta informaba de la negociación en curso para que Scioli acompañase a Macri a Davos. La información era correcta y la tenía de muy buena fuente. La copié y dije que mi consejo era que DOS no lo hiciera. Bueno, como ustedes saben, no lo hizo. Y mi consejo no tuvo nada que ver. Fue la lectura -de ambos, estimo- que sus respectivos públicos no los quieren cerca del otro (Tal vez la mayoría de los que apoyan/prefieren a Macri no tiene tanta inquina con Scioli como con Cristina. Pero el ex gobernador no se alejará notoriamente de ella).

Debo decir que a continuación I. Z. subió un análisis -no es un mero cronista- Territoriales vs Milicianos, que tuvo repercusión en otros blogs, Ramble, por ejemplo, y en Twitter. Tengo ganas de discutir su tesis, pero voy a dejarlo para cuando tenga más tiempo.

Porque recién acaba de subir un posteo sobre el asado de este viernes en Pinamar que reunió a Massa, Urtubey y Bossio, con información que no he leído en ningún otro sitio. Para los que todavía no lo siguen, les copio lo central abajo. Y agrego, claro, un comentario al final.

«La mirada filosa de Felipe Solá le puso límite al entusiasmo de algunos en la noche de Pinamar: “Estás anunciando la unión de las dos Coreas, pero no podemos mostrar ni un puto asiático”, le dijo a Sergio Massa sobre la cena de la noche del viernes en el quincho de La Herradura, al que asistieron una treintena de dirigentes del peronismo de todo el país que boyan entre la oposición rabiosa y el colaboracionismo. Los unió su diferenciación del kirchnerismo y del camporismo, de la cual cada uno debió dar explicaciones a los demás.

El armador original pareció ser Diego Bossio quien a la hora de los discursos quiso marcar distancia con el dueño de casa: “Soy claro opositor al gobierno de Macri”. Massa se adueñó de una iniciativa, de la cual informó este sitio por primera vez, como una reunión de Daniel Scioli y Juan Manuel Urtubey promovida por el ex director del Ansés para este fin de semana también en Pinamar.

El llamado se amplió cuando Bossio le dio la gerencia de la convocatoria a Mauricio Mazzón, con quien maneja el sello Gestar que tiene como bastonero mayor a José Luis Gioja y que hasta el 10 de diciembre fue una marca oficial del kirchnerismo. Era la única agrupación interna del PJ creada expresamente por Néstor Kirchner para agrupar peronistas del todo el país y es la que recibe los fondos del Estado para el auspicio de las actividades de formación política del PJ.

Fue una jugada audaz ésta de Bossio de usar el llamador de Gestar, pero nadie le iba a regalar el cetro de convertirse, en un instante, del “enfant gâté” de Cristina, al árbitro del peronismo del siglo XXI. Los que fueron usaron el llamado en beneficio propio pero quedó todo en un encuentro de semblanteo más que de reparto de baraja. Fue también hábil Massa en apurar su presencia en esa cita porque fumigó la posibilidad que estuvieran otros dirigentes del peronismo de primera línea como Scioli o José Manuel de la Sota, que lo último que querrían es subirse a una convocatoria del tigrense.

Toda la carrera de Massa se ha montado en fotografías oportunas pero esta vez había otra razón para ponerse en el centro de la cita: su cercanía a Mauricio Macri como el “opositor constructivo” lo pone en la mira de sus compañeros que lo ven cerca del colaboracionismo. “De Vichy”, le dijo uno de los asistentes a Massa en la noche de la Herradura. “¿De qué?”, preguntó el diputado. “Nada, dejalo, de Villa del Sur”, le respondió al entender que Massa no sabía de esa referencia al colaboracionismo y al agua mineral.

Massa es autor de gestos como habilitarle a María Eugenia Vidal un control negociado de la legislatura de La Plata a través del massista Jorge Sarghini. También de aceptarle a Macri la invitación al viaje a Davos que rechazó Scioli.

La respuesta que da a sus compañeros cuando le piden explicaciones, dice que es porque él viene del desierto y no puede exponer a su fuerza al desamparo del poder que ha tenido el año pasado, y que esa cercanía al neo oficialismo le provee de armas y bagajes para seguir existiendo.

La reunión consistió en una larga serie de exposiciones sobre el futuro del peronismo que transitó por casi una veintena de oradores que ensayaron propuestas para enfrentar el futuro del peronismo como oposición. No hubo casi menciones a Scioli, como tampoco nadie se ensañó con la figura de Cristina de Kirchner, como si dieran por sentado que el futuro de ellos está en la otra vereda de esos dos dirigentes a quienes todos miran ya como los candidatos estrella a senadurías en 2017. Lo más que hubo fue una crítica al llamado patagónico a José Ottavis para voltear el acuerdo para sancionar el presupuesto provincial: “Ella, recordó alguno, había dicho que nunca iba a dejar a un gobierno sin presupuesto”.

Ese silencio sobre los protagonistas principales de la última elección lo ilustró con saña uno de los asistentes: acá dividimos el mundo entre quienes le tienen miedo a Cristina y los que no. Nosotros estamos de este lado; muchos de los que no quisieron venir, todavía le tienen miedo a Cristina.

Como todo intento de sacar a una organización del estado gaseoso, la cita planteó convivencias forzadas bajo el mismo techo entre dirigentes de procedencias cruzadas como el salteño Gustavo Saénz (compañero de fórmula de Massa y adversario de Urtubey), el senador Carlos Caserio, los diputados Héctor Daer,  Alejandro Grandinetti, Juan Amondarain y Carlos Selva, los intendentes Germán di Césare (Miramar), Emir Félix (San Rafael, Mendoza) y  Joaquín de la Torre (San Miguel), Malena Galmarini, Mauricio Mazzón, el operador Guillermo Piuma. Cada cual sacó del encuentro conclusiones positivas. Por eso se fueron todos contentos hasta la nueva reunión de este grupo, que será en febrero en Villa Carlos Paz.

El rosario de exposiciones abundó mucho en lo metodológico y ahí estuvieron las diferencias:

  • Sobre el PJ. Urtubey sostuvo la idea de pelear la conducción del PJ nacional en las internas que habrá antes de junio. El mismo criterio sostuvo el enviado de De la Sota, Carlos Caserio. Este peronismo disidente delasotista gobierna Córdoba y conserva la marca PJ. Massa, en cambio, insistió en que el PJ es un sello muerto y que hay que avanzar hacia otras referencias como la que él sostiene en el Frente Renovador.
  • Solá, el más experimentado de la mesa, salió por arriba del laberinto y dijo que hay que trabajar pensando en el mediano y largo plazo, no en lo inmediato, con espíritu movimientista y que después se sabrá qué hacer con los partidos. “Acá no se trata de irse a pelear con Landau, y mucho menos de arreglar con él”. Despistó a todos con algunas citas de Francisco: hay que trabajar siguiendo lo que quiere hacer este Papa y recomendó leer lo que escribió en la exhortación Evangelii Gaudium y en la encíclica ecológica Laudato Si. Ya que de pontífice se habla, Solá mencionó al llorado Juan Carlos Mazzón – quien esa noche del viernes hubiera cumplido 72 años – como constructor de política a largo plazo, sin apresuramientos«.  (completo aquí)

Zuleta agrega anécdotas, en el estilo de las famosas «Charlas de quincho», pero lo más jugoso lo sube aparte:

«Daniel Scioli tomó distancia con dureza ante zuletasintecho.net de la cumbre del viernes en Pinamar entre referentes del massismo y el gobernador Juan Manuel Urtubey. Esa cita, que en un principio era una invitación de Diego Bossio a que el ex candidato presidencial conversase con el salteño, viró en pocas horas a un retablo del antikirchnerismo más firme. Scioli nunca iba a concurrir a esa cita a la cual no estaba invitado.

«… Esperaba que hubiera alguna declaración de los asistentes sobre lo que está haciendo el gobierno Macri…

P.: ¿A qué se refiere?

D.S.: A una declaración que condene la represión del viernes a los empleados públicos en La Plata, o a la caída de designaciones de empleados sin examinar con cuidado de qué se trataba y qué tareas desempeñaban. Pero no he visto ninguna declaración de ese tipo«.  (completo aquí)

Mi opinión: Detrás de estas reuniones, de las conversaciones entre peronistas con muy distintas posiciones, hay una convicción muy extendida (que comparto): El peronismo necesita darse una estrategia de unidad. No para tener chances de triunfar en 2017 o 2019, todavía lejanos. Simplemente para tener la posibilidad de ejercer este año que comienza alguna influencia en la marcha de los acontecimientos. Porque la estrategia -evidente y además inevitable de Macri- apunta a la división de los cuerpos legislativos del peronismo, a través de la presión sobre sus gobernadores e intendentes.

Pero… no por nada Zuleta menciona un par de veces la veteranía de Solá. Felipe sabe, y lo da a entender en ese asado, que un encuentro como ese no  tiene la menor posibilidad de alumbrar una nueva identidad, ni acuerdos perdurables. Le sirve a Massa para mantenerse en la luz pública, pero su estrategia de ir por afuera le permitió conservar más de 5 millones de votos hasta el 25 de octubre. No la va a abandonar, hasta y si las encuestas le muestren que los ha perdido.

A Urtubey le sirve para hacerse conocido fuera de su Salta. Al resto… no compartirán la fe de los kirchneristas más puros, que dice que «los votos» son de Cristina, pero saben que un porcentaje tan alto de los votantes del 22/11, y del 25/10 se referencia en ella, que cualquier estrategia de unidad que no la contemple es un delirio.


Otro aporte al debate K: Horacio Verbitsky

enero 3, 2016

MM CFK

Hay que reconocer que ha mejorado la comunicación de los referentes de la coalición que fue oficialista, ahora que ya no lo es. Guillermo Moreno -que, salvo ocasiones muy breves y limitadas, debió guardar silencio durante su larga gestión y después de ella- ahora se expresa con elocuencia y firmeza, como en el reportaje del posteo anterior. Y el «Perro» Verbitsky -que nunca se calló, también hay que decirlo- está más interesante ahora. Testimonio: su sermón dominical de hoy.

Sigue cuestionando a Moreno, dicho sea de paso, o, más precisamente, la gestión Moreno en el INDEC: «Jorge Todesca … repite el error que a partir de 2006 cometió el kirchnerismo con el INDEC y lo profundiza. En vez de dibujar las cifras, directamente las oculta«. Pero no es ese, por supuesto, el punto principal de su nota. Pone su énfasis en la que afirma es una decisión de Mauricio Macri:  «El 1 de marzo, cuando Macrì inaugure las sesiones ordinarias del Congreso … se propone presentar con el mayor detalle los cargos que haya acumulado contra la administración que lo precedió«. Y la frutilla de ese postre, según H.V., consistiría en denunciar a Cristina Fernández de Kirchner por traición a la patria a raíz del memorando de entendimiento con Irán (¿!).

Verbitsky suele tener buena información de fuentes reservadas, pero en este caso creo que le han vendido, o ha comprado, pescado podrido. No porque la acusación sea absurda, que lo es -siempre se puede encontrar un juez para recibirla, total- sino porque no tiene peso político. El (desafortunado) intento de encontrar un camino para continuar la investigación del atentado a la AMIA a través de una negociación con Irán sólo tiene carga emocional para el pequeño sector de la comunidad judía que apoya incondicionalmente las políticas actuales del gobierno israelí. Para todo el resto de los que odian a Cristina, es un tema más, no el más importante, por lejos.

Y en el plano de la política internacional argentina -al que el tema pertenece, no lo olvidemos- la canciller Malcorra sin duda le aconsejará a Macri que, dada la discreta colaboración entre EE.UU. e Irán frente al ISIS y el agravamiento del enfrentamiento iraní-saudita… mejor no meterse en líos vinculados al Medio Oriente.

Es cierto que varios y ruidosos sectores de la coalición que hoy es oficialista (H. V. los detalla) empujan para que se hagan acusaciones públicas  a funcionarios K y a Cristina, lo más sensacionales posible (Hay que entender que algunos/as necesitan justificarse a sí mismos por haber apoyado a Macri Presidente como parte de sus cruzadas contra la corrupción). Pero el 1° de marzo no es una fecha adecuada. Demasiado temprano para los tiempos judiciales, demasiado tarde para los de la política. Dentro de dos meses, las preocupaciones serán otras. La gobernadora Vidal puede asesorar al respecto.

Mucho más interesante, en mi falible opinión, es el análisis que Verbitsky hace de los grupos económicos que apoyan y presionan a Macri:

«(Hay) un desplazamiento inédito en las relaciones de poder entre las fracciones dominantes del capital que se expresan en el actual gobierno. Por primera vez, la hegemonía se ha desplazado desde los grupos económicos locales, que crecieron de modo exponencial durante la dictadura cívico-militar y condujeron el desguace del Estado bajo el menemismo, hacia las empresas extranjeras, que tienen una impresionante representación en el gabinete nacional, a través de los CEOS de varias de ellas, tanto estadounidenses como europeas.

La lógica binaria de la campaña electoral no ayudó a percibir que Macrì no era el representante del Círculo Rojo, sino que lo estaba denunciando. Eso ocurrió cuando le exigían que cerrara un acuerdo electoral con Sergio Massa, en cuyo Frente Renovador activan los grupos económicos locales (aunque los conduzca la transnacional italiana Techint) a través de personeros como el ex ministro José de Mendiguren, y el también ministro en el gabinete de Duhalde, Roberto Lavagna, quien reordenó los fragmentos del estallido (del 2001). Ni ellos ni los exportadores agropecuarios consideran suficiente la devaluación del 40 por ciento y por eso no están liquidando todos los granos acumulados que habían prometido«.

Me parece demasiado… binaria esta distribución de posiciones. Pero encuentro «semillas de verdad» ahí, como diría el anterior Papa Juan Pablo.

De todos modos, provocativo como es este planteo, mi intención al subirlo al blog es marcar, como digo en el título, un aporte al debate interno en los sectores que acompañaron las gestiones de Néstor y de Cristina Kirchner. Quiero subrayar que Horacio Verbitsky, caracterizado referente de grupos locales e internacionales que se identifican con la bandera de los Derechos Humanos, coincide con un peronista tradicional, en su lenguaje y en su historia previa al kirchnerismo, como Guillermo Moreno.

Dice en su editorial de hoy: «Massa cuenta con el poderoso respaldo de ese sector económico desplazado (por Macri), ya sea para apostar por la jefatura de un peronismo deskirchnerizado en alianza con varios gobernadores que desean cerrar el ciclo del Frente para la Victoria, o tratando de nuclear esa misma reacción en su Frente Renovador, dejando a Cristina sola con la rama juvenil.

Las convocatorias por redes sociales y las catarsis en los parques son reacciones valiosas ante el avasallamiento de normas y derechos, siempre que no segmenten el vasto movimiento político y social que se expresó durante los doce años del kirchnerismo ni recaigan en el antipejotismo esteticista«.

Es asombroso, y positivo, que dos referentes tan distintos coincidan entre sí (y también con un pejotista aún más veterano que Moreno, este modesto bloguero. Que traté más amablemente a las «convocatorias por redes sociales y las catarsis en los parques» aquí, porque -hasta que los sindicatos se muevan- son las movilizaciones que hay).

Pero el punto es el debate interno en el kirchnerismo. Porque es una parte fundamental del debate que el peronismo se debe.


Palomas y halcones peronistas, en un quincho

diciembre 15, 2015
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Uno de los periodistas que leo con atención es Ignacio Zuleta. Porque al contrario de otros columnistas políticos, no se siente obligado a dramatizar lo que cuenta. Igual, rara vez traigo sus notas al blog ¿para qué insistir con la coyuntura, si ya lo hace el periodismo?
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Una excepción fue lo que contó de la primera charla en Olivos entre el presidente electo y CFK. Era la versión de un lado, pero anticipó lo que vendría después.
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Ahora les traigo esta crónica sobre los peronistas que se reúnen en un asado que está empezando ahora. Es larga y detallada, pero vale la pena: es el bosquejo de dónde se ubican los dirigentes del peronismo hoy, los «duros» y los «blandos».
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Al final -como ustedes seguramente prevén- agrego mi opinión:
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«El peronismo de Buenos Aires hará hoy su primera manifestación pública después de las elecciones. Un asado convocado por Carlos Kunkel para esta noche en el quincho de SMATA de Belgrano al 600, encubre la primera reacción de esa formación ante la asunción de Mauricio Macri y deMaría Eugenia Vidal en la provincia.
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No es una cita social, aunque habrá lágrimas y nostalgia. Es una manifestación del peronismo del distrito, que sigue referenciándose en Daniel Scioli, en la puja por la normalización inminente del partido. Para eso sale al cruce de sectores del peronismo cristinista de otros distritos que buscan otras referencias, como el eje Capitanich-Insfrán, que sabe que el peronismo de Buenos Aires se acomodará a la convivencia con el macrismo gobernante.
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Ese acomodamiento se anota en el estilo de Scioli, que sabe que no hay que atacar al que le va bien, y hoy a Macri le va bien. Nunca Scioli hizo una oposición dura a ningún Gobierno, como el que quieren emprender caciques de otras provincias. Hasta nuevo aviso habrá un Scioli amigo que hasta podrá subirse a un avión en alguna misión de negocios al extranjero junto al nuevo Presidente. Nada más lejano de lo que quiere lo que queda del peronismo cristinista.

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El formato de esta noche es el habitual de la llamada «Peña bonaerense», un pergeño de Kunkel de los últimos años para mantener unido al peronismo provincial por encima de las tensiones que lo azotaban en peleas de poder en el distrito, por ejemplo las que libraban sobre los intendentes el ex ministro Julio De Vido por un lado, y el sciolismo de La Ñata por el otro.
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Esta noche servirá para un recuento globular de cuántas voluntades cuenta ese grupo que se basó sobre el bloque de diputados nacionales del PJ por el distrito. Kunkel pasará lista desde una toma de posición anticristinista y anticamporista, algo en lo que lo han seguido alguna intendentes como Alejandro Granados, víctima de un ataque de franqueza antikirchnerista cuando asumió, de una sinceridad que no se veía desde que Darío Giustozzi justificó su regreso del massismo al sciolismo con el argumento de que él se había ido al Frente Renovador para ganar elecciones y no para perderlas.
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Más sabio y reflexivo, un hombre que está en el eje de estas convocatorias del peronismo de Buenos Aires -aunque no es legislador- como Julio Pereyra es autor de una de las afirmaciones más melancólicas sobre este proceso que vive su partido: «De tanto discutir el poder, perdimos el poder».
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Habrá presencias significativas como la de los exdiputados Julián Domínguez y Jorge Landau. Domínguez está en el llano porque no renovó su banca y jugó todo a unas aciagas PASO contra Aníbal Fernández por la gobernación del distrito. Landau sigue siendo el apoderado del PJ y del FpV a nivel nacional y provincial. Tampoco logró renovar la banca -estaba en el puesto 16 de la lista y el FpV logró que entrase hasta el 14- y volvió antes del 10 de diciembre al cargo por concurso que tiene como director nacional del Registro Automotor bajo la égida del nuevo secretario de Asuntos Registrales, el exlegislador porteño Martín Borrelli.
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Si todo es como era entonces también estará el exintendente de La Matanza Fernando Espinoza, que es el presidente del PJ de Buenos Aires, y hoy ocupa el modesto cargo de jefe de asesores de su sucesora en la alcaldía de La Matanza, refugio de estrellas del cristinismo como Roberto Feletti y Débora Giorgi, otros anoticiados de que el mundo es redondo.
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Espinoza camina, junto a Domínguez, a la cabeza de un proyecto de reorganización del peronismo provincial bajo la consigna de que Daniel Scioli ganó las tres elecciones presidenciales en Buenos Aires (PASO, primera vuelta y balotaje) y que las mejores diferencias las tuvo en ese partido. La Matanza, insiste, sigue siendo «la capital del peronismo nacional».
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El recuento de amigos que hará la invitación de Kunkel sale al cruce de otros movimientos del peronismo poselección. El más importante es el que mueven desde el NE del país el exgobernador Capitanich y el gobernador de Formosa Insfrán, quienes hicieron un informe sobre la reunión de gobernadores con Macri del sábado pasado que los llama a la lucha. La frase es «Acá no hay round de estudio», como se dice en el box. Los mandatarios del peronismo que estuvieron en Olivos informaron a esos dos dirigentes de lo dicho y escuchado; el balance al que llegaron es que tienen que salir a pelearle espacio ya mismo al macrismo gobernante. Dicen haber recibido promesas de ayuda pero nada en concreto y que todo está sujeto a la conducta que tenga el peronismo en las cámaras del Congreso ante los proyectos del nuevo Gobierno. Es decir, nada nuevo bajo el sol, al menos para ellos.
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Ese eje del NE se mantiene cerca de Cristina de Kirchner y aspira a armar una opción de conducción del partido que frene el proyecto bonaerense que sigue girando, aunque no lo reconozca, con Daniel Scioli como referente. Ese grupo sabe, además, que el peronismo que gobierna en los municipios de Buenos Aires está condenado a convivir bajo el mando de Vidal y que eso va a amortiguar su ánimo opositor. En cambio, el peronismo cristinista está condenado a hacer oposición odiosa a Macri.
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Estos hombres del NE no estarán en lo de Kunkel desde ya – es una convocatoria no kirchnerista y bonaerense, no les conviene ni acercarse-. Pero si estarán algunos de los intendentes que antes, habrán participado de otra reunión importante para el peronismo, la del Bloque Federal de Intendentes Justicialistas que integran la FAM (Federación Argentina de Municipios), sello que maneja el intendente de Florencio Varela, Pereyra.
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El objeto de esta cita de la FAM es analizar los resultados de las elecciones del 22 de noviembre y discutir cómo se relacionarán con las nuevas gobernaciones no peronistas y la administración macrista. Un comunicado dice que buscarán «establecer un diagnóstico certero de la coyuntura política que se avecina, tanto local como nacional». Ese bloque peronista tendrá que enfrentar una avanzada del grupo NE, en la persona del intendente de Fontana (Chaco), Antonio Rodas quien trae un mensaje de su conductor, Jorge Capitanich. Es un pedido para que la próxima reunión de la FAM se haga en Resistencia, ciudad de la cual ahora es intendente el ex jefe de gabinete. El motivo de la invitación es celebrar que esa capital pasó al peronismo después de varios años de administración radical.
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La respuesta que dé el grupo a ese pedido del «Coqui» chaqueño dará una señal del tipo de relación que habrá entre el peronismo provincial y el grupo del NE, es decir entre el cristinismo que representa hoy el sector de esos gobernadores y el peronismo provincial. Los bonaerenses saben que Capitanich es uno de los dirigentes dispuestos a liderar el proceso de normalización del PJ nacional que tiene que ocurrir en mayo próximo. Hoy, por licencia de Eduardo Fellner, está a cargo de ese sello como vicepresidente a cargo. No es gobernador y entre sus proyectos es enancar su proyecto de pelearles a los bonaerenses la hegemonía en la conducción del peronismo en su rol de intendente ganador. En el Chaco hizo también Scioli una de las mejores elecciones a presidente, hizo ganar al actual gobernador y desplazó al radicalismo de Resistencia. Con esos títulos busca y un lugar en la nueva estructura del PJ que saldrá del proceso de normalización, pero como no es gobernador puede restarle rango. Por eso quiere acercarse a la FAM y, si puede, sostener su proyecto desde ese sello«.
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Es la política, y son los alineamientos de esta coyuntura. Pero donde pesan elementos estructurales, como dice Zuleta. El peronismo del Noreste no enfrenta la misma realidad que el bonaerense, o el de la Región Centro. Al gobierno de Macri le interesan, necesita, interlocutores en la dirigencia peronista que maneja legisladores y provincias. Por otro lado, los peronistas con experiencia saben que es la dureza en la oposición lo que da legitimidad.
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Pero hay otro factor que va a obligar a reacomodar este cuadro. En el primer semestre del 2016, que empieza en pocos días, habrá elecciones para el Consejo Nacional del Partido Justicialista. Seguramente, bastante antes del 30/6, la fecha que la justicia impone bajo riesgo de intervención al partido.
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Puede haber varias listas. Lo más probable es que las haya, por los movimientos que uno nota (inclusive en los que están hoy fuera del PJ, en el Frente Renovador). Y la exigencia final, por supuesto, es ganar.