
Es una de las historias más conocidas de la literatura de crímenes, y la mencioné otras veces, pero es tan buena que quiero volver a contarla. En uno de sus casos, Sherlock Holmes le menciona al Dr. Watson la extraña conducta del perro de la casa durante esa noche. El buen doctor – que evidentemente funcionaba como el Javier Portales del Alberto Olmedo que era el gran detective – dice «Pero Holmes, el perro no hizo nada durante la noche!«. «Esa fue la extraña conducta, Watson«.
Por algunas semanas no me encontré con mis amigos, ni tampoco con mis no tan amigos, de la fauna peronista, y de la otra. Estos días empecé a conversar con algunos, y lo que llama la atención es lo que no sucedió en este tiempo.
Este es un año electoral, y, muy lentamente, la mayoría de los argentinos lo está asumiendo. La señal más clara: los más apasionados, K y anti K, ya se pelean en las reuniones de familia, mientras los demás los miran incómodos. La minoría politizada, por supuesto, no piensa en otra cosa. No es que se elija ningún cargo de importancia vital – salvo para los que necesitan renovar su banca – pero va a definir las condiciones de partida para la Gran Carrera por la presidencia que finaliza en octubre 2015.
Y en menos de un mes – el 22 de junio – deben estar presentadas las listas de quienes competirán en las Primarias Abiertas del 11 de agosto. Que, la ley es terminante en este sentido, serán los únicos que podrán competir en las elecciones nacionales del 27 de octubre.
Hasta ahora, los candidatos de las fuerzas políticas más importantes – primero y principal, el oficialismo – no aparecen. Salvo, claro, en la «información» periodística, que tuvo a Alicia Kirchner durante un año como cabeza de la lista de Cristina en la interna del FPV en la Provincia de Buenos Aires, sin molestarse en averiguar si estaba en el padrón (A pesar de eso y los medios, todavía es posible que la encabece, nomás).
Esto podría sorprender solamente a un ingenuo como el Dr. Watson. Hoy son muy, muy pocos los «dueños de la pelota», los actores que cuentan con los recursos políticos y financieros para «armar lista», y dar una campaña electoral. Todos ellos, empezando por la Presidente, están jugando sus cartas cerca del pecho: saben de memoria una vieja lección que repetía Lorenzo Miguel «Si armo la lista mucho antes que cierre el juzgado, los que dejo afuera tienen tiempo de armar una, o tratar de subirse a otra«. Claro, en este tiempo la situación es mucho más compleja que en las viejas internas de la Capital, pero, más allá de todos los análisis teóricos, hay un elemento personal: un jugador que mira a sus rivales y trata de sorprenderlos.
Por eso son tan patéticas las especulaciones periodísticas – en las que se prende el activismo, cómo no – «El gobierno estudia suspender las primarias«, «Fulano va a romper con el gobierno nacional«, «El candidato será Zutano«, … Esas decisiones se toman tratando de prever las de los otros jugadores. Que a su vez tratan de prever las de uno. Y nadie quiere quedar atado a una decisión antes que sea inevitable.
Lo realmente curioso, y significativo, es que aún antes, en quince días, el 12 de junio próximo, deben estar presentadas las alianzas que competirán en las PASO. Y todavía no están cerradas.
La explicación es simple, y lamentable para la salud de la política argentina: no existen hoy partidos políticos con estructuras orgánicas nacionales. Ni tampoco – al peronismo, tradicionalmente, le servían como reemplazo de ellas – agrupaciones fuertes, con despliegue en el territorio. Salvo, justamente en el peronismo, La Cámpora, que es y pretende ser un instrumento de la conducción de Cristina, el Movimiento Evita y otros movimientos sociales, que dependen demasiado de los recursos del Estado.
La militancia y el activismo, político o gremial, siguen siendo fundamentales, porque son, por ejemplo, los que ponen los fiscales. Pero, al no estar organizados, no alcanzan a condicionar a quienes pueden armarlas. Tienen que elegir del menú, es decir, las listas armadas por esos muy pocos dirigentes en condiciones de hacerlo; porque generalmente los activistas no pueden abstenerse; la interna es su razón de ser y, en muchos casos, una fuente de ingresos. Los decisores gozan de una casi absoluta libertad… hasta que los votantes dan su veredicto, claro.
En este escenario que he tratado de describir, el fenómeno más interesante de los últimos meses ha sido el crecimiento de la figura de Sergio Massa. Quiero precisar a lo que me refiere, porque este es un asunto muy debatido (y puteado).
Su gestión en la ANSES lo hizo conocido, aún para un electorado con poca memoria. Su paso por la Jefatura de Gabinete nacional le dio notoriedad. Y como intendente de Tigre con muy buena imagen en las encuestas, es un dirigente territorial importante en la Zona Norte de la Primera Sección electoral. O sea que es uno de los «referentes», como se dice ahora, inevitables en la decisiva Provincia de Buenos Aires.
Porque todos los caciques locales – o que aspiran a serlo – que no están seguros de «mojar» en las listas que arme la Presidente – son unos cuantos – miran con interés la figura de alguien que puede encabezar una lista alternativa, en un fenómeno que el viejo jefe de la UOM entendía muy bien.
Si a eso se le suma la repercusión que la ausencia de candidaturas fuertes en los partidos opositores le garantiza de parte de los grupos mediáticos enfrentados con el Gobierno, que le dan visibilidad a cualquiera que podría hacerle sombra a Cristina, su crecimiento es muy explicable.
Lo que llama la atención es que hoy, objetivamente, Sergio Massa ha llegado a pertenecer a esa pequeñísima minoría que está en condiciones de armar una lista – para este 12 de junio, recuerden -que se percibe como un competidor real (Que se percibe, digo. Los votos se contarán el 11 de agosto, después de las 18 hs. Pero los otros que arman deben tomarlo en cuenta hoy).
Los comentaristas más esquemáticos atribuyen esto al Ctdor. Magnetto, a la Embajada, a la Sinarquía o alguno de esos poderes que eligen a sus candidatos en forma misteriosa, entre todos aquellos que aspirarían a ser los «bendecidos». Otros, con algo más de información sobre lo que se rumorea, hablan de los aportes que habría hecho el Chupete Manzano.
Me permito señalar que no sirve como explicación. El dinero es necesario para hacer política, como todos los que conducen una fuerza con posibilidades entienden perfectamente. Pero con eso sólo no alcanza, como también lo saben.
Mi impresión es que Sergio Massa ha conseguido, tácitamente, ubicarse como la expresión de los que apoyan «algunas cosas» de este gobierno, pero rechazan la actitud de «confrontación». Ser un candidato de los peronistas, y vecinalistas, y otros, que no son ni cristinistas ni se definen como anti cristinistas. Es una posición que le ha rendido muy buenos frutos en las encuestas por años a Daniel Scioli – su real competidor -, y Massa tiene las ventajas de una gestión más eficiente (bueno, tiene más recursos), su juventud, y ser, comparativamente, una cara nueva. Que son activos importantes para una candidatura.
¿Cómo sigue la cosa? Aquí arriba mostré que es, por definición, impredecible. Depende de la evaluación, y de los nervios, de cada jugador y de los otros sentados a la mesa.
Si yo fuese un profesional contratado por el intendente de Tigre, mi consejo sería presentar lista en la Primaria Abierta del FPV. No porque creo que pueda ganarla – es una elección interna, después de todo, y fuera de la Primera Sección, los dirigentes territoriales, los intendentes, más importantes de la Provincia no están de su lado – sino porque no necesita ganarla. Le basta con establecer una fuerte presencia para el 2015.
Pero me parece que vale la pena analizar las posiciones de los otros jugadores en lo que puede llamarse – con mucha amplitud – la interna del peronismo. A Daniel Scioli le conviene mucho más que el más fuerte challenger a la lista del FPV sea De Narváez, que no es competencia para sus ambiciones presidenciales, y no Massa – y ha movido sus fichas en ese sentido. Sucede que De Narváez estaría dispuesto a pactar con el tigrense ¿por qué no? Es otro al que ahora le sirve estar en la mesa, más que encabezar una lista.
Lo que va a ser más importante, obvio, es la jugada del oficialismo. Y ahí sucede otra cosa curiosa, en la línea holmesiana.
Sergio Massa es hoy la figura más detestada por la progresía K, y también de algunos peronistas de paladar negro que comentan en este blog. La militancia de la Provincia de Buenos Aires que ha decidido jugar para Cristina lo cuestiona duramente. Y el blog de Omix, vocero del massismo ortodoxo, tiene comentaristas abonados para insultarlo. El kirchnerismo ferviente rescata la actitud de ese agitador judío «Porque no son ni fríos ni calientes, y serán escupidos fuera«.
Pero… es llamativo que las figuras públicas del oficialismo, el Chino Navarro, por ejemplo, se abstienen de pegarle; incluso dejan caer algún elogio, como la misma Cristina. Y Artemio López, actualmente severo custodio de los valores K en la bloguería, corrige con severidad a Daniel Scioli, y castiga sin piedad a los alejados de la luz, como De la Sota o Bruera. Pero, desde hace algunos meses y hasta ahora, no dice una palabra sobre el tigrense.
Es posible que la Presidente haya llegado a la conclusión que necesita algo más que los votos de los convencidos. Que, como decía el General, «los buenitos somos pocos». O que dos opositores son mejores que uno, en algunas circunstancias.
¿Mi conclusión? Sería soberbio si tratara de decir algo definitivo, por las mismas razones que he expuesto. Me inclino, eso sí, a repetir algo que ya dije hace dos meses, escribiendo sobre la interna de la Provincia de Buenos Aires «El intendente de Tigre tiene excelente imagen pública – excepto en la militancia K, lo que no es decisivo – y puede ser muy bueno en campaña. Pero hasta ahora su discurso gira sobre su gestión municipal y, tácitamente, no ser alguien “conflictivo”. Buenas cualidades para muchos votantes, pero no alcanzan para construir un liderazgo. Como me decía un massista reflexivo “Hasta ahora, Sergio tiene el discurso de Scioli, mejor articulado. Necesita empezar a decir algo más”. Estoy de acuerdo ¿Lo hará?
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