Prefiero recordarlo así

noviembre 27, 2020

Esta foto me quedó grabada, desde que la vi en una nota en Panamá. Muy bien escrita, pero una de las muchas que se escribieron por la muerte del Diego. Demasiadas, y este posteo es una de las que sobran. Pero, el título del blog es «Pensando en voz alta», y eso es lo que estoy haciendo.

Y sí. Esta es la imagen de Maradona, y de Claudia, que me llega más. Todo lo que vino después, el Mundial del ´86, la campaña del Nápoli, son epopeyas, seguro, pero una «epopeya» es algo que está en la memoria de uno o algo que cuenta, bien, un artista. Y necesita un protagonista. De ésas, fue él, sin discusión. Aquiles también era un adolescente soberbio, y quién sabe como hubiera envejecido si no lo mataba la flecha.

Todo lo tóxico también vino después, y no pienso en las «sustancias». La indiferencia, el orgullo herido, todo lo que transforma el amor de una pareja en rencor. Y, claro, todos, y todas, los que se juntan alrededor de una «estrella» por simple codicia o, peor, porque sus vidas son tan opacas que necesitan chupar algo de ese brillo. Hay muchos ejemplos que demuestran lo difícil que es superar esos «entornos». Peores que la merca.

Los míos son pensamientos desordenados, frente al hecho fundamental de la muerte, y no pretendo «bajar linea». Esta mañana leí todavía otra nota, de una sicóloga, que me hizo reflexionar si mi sentimentalismo no arrastraba también algunos riesgos. Dice

«En todo este proceso me ha llamado fuertemente la atención la referencia continua a “la familia” de Maradona. Ya sea, “la familia” que organizaba su velatorio, “la familia” a la que llamaba el Presidente, “la familia” a la que el Papa enviaba un rosario, etc., etc.

Cuando rastreaba un poco más, me encontraba con que en esta categoría se incluía solo a su ex esposa Claudia, y a dos de sus hijas, Dalma y Giannina.

Sin embargo, Maradona ha tenido una segunda esposa, Verónica Ojeda, con la cual desconozco si pasó o no por el Registro Civil, pero con la que convivió muchos años y tuvieron a su hijo Diego Fernando. Y también una pareja estable durante los últimos siete años, Rocío Oliva, de la cual se separó hace poco y con la cual él ha declarado siempre estar profundamente enamorado.

Resta mencionar a sus otros hijos, Jana y Diego Jr, al menos entre los reconocidos. Entonces, por qué solo Caludia, Dalma y Giannina son “su familia”?

No fue difícil evocar en ello mi propia historia personal, en la que siendo “segunda esposa” conviviente, no pasada por el Registro Civil, he sentido la discriminación en situaciones similares, donde la prioridad y el lugar especial lo ocupaba la primera esposa y madre de los primeros hijos, de la cual – sin embargo- mi marido de entonces hacía tiempo se había divorciado

La autora decía que eso muestra que nuestra sociedad es todavía -aunque no lo parece- «pacata». Yo respondí que me parecía «hipócrita». Ahora creo qu fui injusto. Bah, nuestra sociedad es las dos cosas, pero también es sentimental. Y tiene gran capacidad de amar, como se vio en estos días.

(El Estado no debe ser sentimental, pero eso es otra historia. Tal vez para otro post).

En lo personal, me quedo (esta vez) con ese sentimentalismo. Éste es el Diego del que quiero acordarme.


El Biden que viene

noviembre 25, 2020

Hoy reproducimos en AgendAR una nota del corresponsal de La Nación en Washington EE.UU.: el «establishment» vuelve al gobierno. Ahí describe al gabinete de Biden como ellos se ven a sí mismos (Natural. LN siempre se sintió parte de lo que cree debe ser el «establishment» argentino), y no pude resistir la tentación de agregar algunos párrafos de mi cosecha. Los comparto (solamente los míos) con la audiencia más politizada de este blog.

(Antes aclaro algo que tal vez sea necesario para una parte de estos lectores -los politizados a veces también son ingenuos: ¿Cómo es eso que «el establishment vuelve al gobierno»? Acaso Trump, empresario, billonario y ¡horror! de Derecha, no era un presidente para el establihment? Y no. Más allá que el poder económico es muy heterogéneo y tiene intereses contradictorios, hay un dato más básico: a los establishments no les gusta el poder personal. Sobre todo cuando apela a la demagogia. Lo aguantan sólo si no tienen otro remedio.)

ooooo

«El gobierno de Biden apunta a ser -no es sorprendente- un típico gobierno Demócrata. Es decir, con vínculos estrechos con Wall Street y las grandes instituciones financieras de la Costa Este, y probablemente, con los gigantes tecnológicos de California. Al contrario que Trump, tratará de fortalecer los vínculos con la Unión Europea.

Con China, y en menor grado con Rusia, todo indica -las posturas demócratas en el Congreso, las declaraciones en los «think tanks» afines- se mantendrán los enfrentamientos. Casi con seguridad, en forma menos flexible e impulsiva que la que exhibía Trump.

No creemos que se vuelva atrás con el -moderado- proteccionismo de Trump. Los votos que el magnate acumuló en esta elección son una advertencia muy clara. Y estamos dispuestos a apostar que en enero, en la asunción de Biden, se verán muchos carteles «Trump 2024». Los Demócratas saben que no tienen un cheque en blanco del electorado estadounidense.

Para nosotros, los latinoamericanos, no cambiará mucho. Bolsonaro perderá un referente, pero en última instancia su suerte dependerá de los brasileños. Brasil es demasiado grande para que el gobierno estadounidense lo ignore o lo maltrate. Venezuela seguirá siendo presionada con dureza, pero también Cuba, Nicaragua, Honduras, hasta quizás Colombia recibirán cuestionamientos en nombre de la democracia y los derechos humanos. La política demócrata que Kissinger bautizó «wilsoniana».

Janet Yellen, la futura secretaria del Tesoro, quizás sea más flexible de lo que sería Larry Fink, pero seguramente más «ortodoxa» que Trump. Manejó la Reserva Federal, después de todo. Si algún economista nuestro «nac&pop» -no Guzmán, por cierto- trata de convencerla que la inflación se debe a la «puja distributiva» (y por eso lo único que se puede hacer es decir a los empresarios que no sean codiciosos), se llevará una desilusión.

Un detalle indicativo: el «latino» del gabinete es hijo de inmigrantes cubanos, exiliados del castrismo. Como Claver Carone, sin ir más lejos.

Hay un posible desarrollo que nosotros -todo el planeta, en realidad- debemos observar con atención: Biden ha anunciado que enfrentar el cambio climático -el calentamiento global- será una prioridad de su gobierno. El grado en que estas declaraciones se lleven a la práctica, afectará la producción y las exportaciones de todo el mundo. Inclusive de este lejano rincón en el Cono Sur. Cabe recordar que esta política tendrá el apoyo entusiasta de la Unión Europea.»


El viernes fue el Día del Pensamiento Nacional ¿Qué es eso?

noviembre 16, 2020

Empiezo (como casi siempre en estos posteos) por una aclaración personal: no se me ocurría tomar en serio a un «Día del Pensamiento Nacional». No podía evitar verlo como una de las cosas que hacen los burócratas de la comunicación para justificar cargos y contratos; fijar, tratar de congelar, una discusión más profunda, y una lucha no resuelta.

Pero supieron elegir el día del nacimiento de Jauretche (NO el de su muerte, superando así la necrofilia argenta), y la memoria de Don Arturo me impulsó a hacer un comentario breve y superficial sobre esto del Pensamiento Nacional. Y su hermano / enemigo, el Pensamiento Liberal.

Tal vez, por otra tendencia argenta, se puede hacer más clara la idea si se usa un ejemplo extranjero. Otra tradición cultural, también muy influida por Europa, pero con una fuerte identidad propia, Rusia.

Toda su historia en el siglo XIX, el período en el que terminó de instalarse en la 1° fila de las Grandes Potencias, y en el que su literatura deslumbró y cuestionó a Occidente, se puede ver como un debate y una lucha entre eurófilos y eslavófilos. Los que querían europeizar a Rusia e incorporar las instituciones liberales, a lo Sarmiento, y los que rechazaban a un Occidente al que veían ateo y corrupto, e insistían en en el rescate del alma rusa.

En realidad, ese enfrentamiento continúa, oculto durante un tiempo por la brutal simplicidad de Stalin. ¿Alguien puede tener dudas sobre de qué lado estaba Solzhenitsyn? Los eurófilos habrían reconocido a Gorbachov como uno de los suyos. Y los eslavófilos, Tolstoi, Dostoyevski, habrían apoyado hace pocos días la constitución que propone Putin.

Vuelvo a casa. Y vuelvo a recomendar a un gringo: Nicolas Shumway, en «La invención de Argentina» historia muy bien nuestro enfrentamiento cultural. Pero a lo mejor puedo aportar alguna observación, que se me ocurrió pensando en Jauretche. Pero el de antes de Perón, y antes de FORJA, que me lo hacen muy fáciles de entender. El Jauretche yrigoyenista.

Confieso que a mí nunca me entusiasmó Yrigoyen. Vale, su liderazgo fue importante para la democratización de la política argentina, para el respeto del voto popular. Y mantuvo la independencia y la neutralidad argentina en la 1° Guerra Mundial (como el presidente conservador previo). Pero no hizo nada para cambiar la estructura económica de nuestro país, dependiente por completo del mercado inglés. Si fue en el período de su sucesor, el «galerita» Marcelo Torcuato de Alvear, que se fundaron YPF y la Fábrica Militar de Aviones…

Para mostrar lo que me dice el yrigoyenismo de don Arturo, les dejo abajo un fragmente de un programa de mi amigo Fernández Baraibar. Ahí un Jauretche más joven cuenta lo que sintió frente al fervor popular que despertaba Hipólito Yrigoyen.

Seguro, se pueden hacer grandes transformaciones -para bien y para mal- sin un carisma arrollador. Bismarck, Deng, el mismo Putin, cada uno en su tiempo, no despertaron el entusiasmo y el amor de las masas. Pero cuando un liderazgo despierta el fervor colectivo, aparece una realidad distinta.

Y el Pensamiento Liberal es muy antagónico a eso, por lo menos en los últimos 200 años. Atención: no digo que el Pensamiento Nacional lo maneja siempre muy bien; a veces se engancha con imitaciones de baja calidad.


Un saludo para Pino Solanas

noviembre 7, 2020

Me entero de la muerte de Pino Solanas, peleando contra el coronavirus. No es una forma fácil de irse, pero él fue un luchador; tuvo una vida larga, para lo que son las vidas humanas, y, sobre todo, deja tras suyo obras que perdurarán después que nos hayamos ido los que lo despedimos ahora. Otros pueden hablar mucho mejor que yo de su obra, pero El exilio de Gardel quedó en mi memoria como lo más argentino -romántico, idealista y chanta- que alguna vez vi en el cine.

Siento la necesidad de despedirlo en el blog. Es que compartimos hace casi medio siglo un lugar de militancia -sólo por algunos pocos meses, pero eran tiempos muy intensos.

Desde entonces nos volvimos a encontrar bastantes veces, claro, y siempre con un saludo cordial, pero no teníamos mucho en común, más allá del compromiso con el país y nuestra historia común (pueden ver con el Buscador los posteos que lo mencionan en este blog). Él vivía la política como una forma de dar testimonio de ideales y valores. Lo mío fue siempre el tratar de ayudar a construir los instrumentos políticos que los realizaran.

Es cierto que su talento le servía para construir herramientas más perdurables que estructuras y roscas… Para despedirlo elegí no «La hora de los hornos«, «Actualización doctrinara para la toma del poder«, piezas ineludibles de una historia política del peronismo.

Me parece más… específica del testimonio de Pino este «La Próxima Estación«. Cuando tengan tiempo, véanlo.


Trump, desde afuera

noviembre 3, 2020

Este blog ha registrado hace un mes su opinión: para nosotros, los argentinos, no hay una diferencia significativa previsible de antemano entre un triunfo de Trump y uno de Biden.

Estoy convencido de eso porque, aunque Joe y el Donald son muy diferentes, y expresan coaliciones de intereses y visiones del mundo bien distintas, cualquier presidente, cualquier gobierno, está limitado en sus opciones por la realidad. Y Argentina en particular, América Latina en general, no están en el menú de decisiones inmediatas que el presidente de los EE.UU. tendrá que tomar el 20 de enero, cuando siga o se haga cargo.

Y las decisiones inmediatas son muy importantes, claro -Maquiavelo insistía en esto- pero no son las estratégicas. Esto es obvio, pero a los que nos apasionamos por la política nos cuesta admitirlo.

A pesar que en nuestro país tenemos ejemplos a patadas. Alberto representa, en muchos aspectos, lo opuesto al Mauricio. Pero los cambios en la vida de los argentinos de a pie no han sido tan abismales. Más les cambió la vida la pandemia…

Otro ejemplo, un poco más lejano en el tiempo: Néstor Kirchner, cuando llegó a la presidencia, tomó un camino opuesto, en sus políticas fundamentales, a ese otro gobernador peronista que fue presidente, Carlos Menem. Pero no cambió el capitalismo concesionario que era y es el legado distintivo del Turco.

Pero eso es tema de otro posteo. El punto de éste (como ese anterior, en realidad) es que aquí en Argentina tenemos -por esa costumbre de apasionarnos por temas en los que no tenemos la más remota posibilidad de influir- trumpisttas y antitrumpistas. Para ser más preciso, tenemos un bando que odia a los que están a favor de Trump porque son fachos, y el otro odia a los que están en contra de Trump, porque son progres.

Por eso traigo al blog un reflexivo artículo del director de la Señal Medios, Gabriel Fernández. Un periodista de impecables credenciales «nac&pop» que revalora en forma positiva estos cuatro años del hombre de pelo naranja.

ooooo

«DONALD TRUMP / Cuatro años

Se cierra el ajetreado y bien visible gobierno de Donald Trump. No vamos a abordar acá las perspectivas futuras sino lo ocurrido en los cuatro años precedentes.

Los lectores saben que no tenemos problema en rectificar los diagnósticos cuando estos se revelan equivocados. Muchos conocen los planteos que efectuamos a lo largo de la década reciente sobre el decurso de los acontecimientos internacionales.

Sin anestesia y después de repasar el periodo más reciente del decenio indicado, ratificamos: bajo la gestión Trump se desarrolló el período más pacífico de la historia humana contemporánea. Sin guerras globales y sin invasiones.

Esto permitió un sinceramiento de los lugares mundiales que cada protagonista ocupa. Así, la Multipolaridad es una realidad consolidada y las posibilidades de sojuzgamiento norteamericano y europeo sobre otras naciones son mucho más acotadas que en el tramo previo.

Como señalamos en los comienzos de la administración del polémico mandatario estadounidense, las energías de su país se fueron volcando internamente con el objetivo de recuperar la industria y el empleo, en detrimento de las aventuras bélicas externas.

Estas se habían convertido en todo un drenaje de recursos del Estado en beneficio de corporaciones privadas de armamentos y mercenarios conducidas por los orientadores del capital financiero internacional. La transferencia de recursos productivos hacia la renta explica la caída del PBI norteamericano antes de Trump.

Es decir, lejos de ser el gobernante mundial, el imperio integral, Estados Unidos ha devenido en una gran nación, lo cual es algo bien distinto. Se cumple así ese anticipo planteado por el presidente ruso Vladimir Putin hace unos tres años.

Ya no fueron posibles acciones equivalentes al arrasamiento de Kuwait, la destrucción de su legítimo propietario Irak, el desmembramiento brutal de la República Libia. Operaciones realizadas por mandatarios republicanos y demócratas bajo el influjo del Consenso de Washington.

En lugar de caracterizarse por un hecho relevante, el cierre de época se visualizó en lo no ocurrido: Siria. Allí, pese a las pretensiones del supra poder norteamericano y europeo, el Papa, Rusia, Irán y por detrás China y su célebre portaaviones, dijeron No. Lo dijeron porque podían decirlo.

Trump, que sacó cuentas claras, comprendió que sería ruinoso afrontar con actitud belicista la situación en el Mar de China Meridional y facilitó el reordenamiento de la zona admitiendo la comandancia china de la polémica entre los seis países involucrados.

Algo semejante sucedió con Corea del Norte. No sólo se dejaron de lado los aprestos guerreristas sino que se fomentó, de común acuerdo entre las grandes potencias, un mejoramiento de los vínculos con los sureños en base al mismo epicentro político antedicho.

Esas potencias, Estados Unidos, China, Rusia e Irán, bajo la mirada atenta de Jorge Bergoglio, dejaron pasar (mordiendo sus nudillos) las provocaciones pergeñadas por el Estado Profundo que se desliza al interior del Norte: bombardeo a la refinería saudí, asesinato del general Qasam Soleimaini, golpe de Estado en Bolivia, entre otros episodios.

Cualquiera de los sucesos enumerados hubiera sido un gran argumento en el tramo precedente, cuyo último representante fue el anterior mandatario yanqui Barack Obama. Y todos ellos fueron agitados por los medios internacionales como guerras inminentes que sería imposible evitar.

A los protagonistas, con excepción del líder vaticano cuyo perfil filosófico lo protege de polémicas altisonantes, les sirvió lo ocurrido. Y lo aprovecharon. Mientras reconstruían sus vidas interiores en paz relativa, sostuvieron los cruces verbales para afirmar sus banderas nacionales.

Estados Unidos, Rusia y China persistieron en la esgrima dialéctica porque la misma les permitía a todos identificar el mal por fuera, mientras no necesitaban lanzar un solo misil con destino certero. De allí que muchos errores de diagnóstico que señalamos en estos tiempos, sean comprensibles.

A decir verdad la opinión pública popular en el orden planetario ha tenido pocas vías de registro para semejante transformación. No sólo los grandes medios del capital financiero batallaron en la confusión, sino que los realizados en Rusia, Venezuela, Irán, América latina, aceptaron el convite y designaron a Trump como el demonio mientras por lo bajo agradecían su inacción global.

Los conflictos encapsulados han sido el factor distintivo. Mercenarios disfrazados de islámicos hostigando a los pueblos del Medio Oriente, Israel empeñado en aniquilar Palestina, Hong Kong y sus algaradas financieras independentistas, el calor perpetuo de la frontera indo pakistaní, los ataques chinos para lograr su disciplinamiento, ciertos quiebres horizontales en algunas naciones africanas. Y algo más.

Todos esos litigios son graves en sí mismos pero ninguno alcanza dimensión para disparar una conflagración mundial. En simultáneo, la llamada guerra comercial no es más que un tire y afloje rudo y persistente en la cual todos se cuidan de no trascender el borde que hundiría al rival.

No abundaremos aquí sobre deudas y portadores de papeles, ni acerca de los volúmenes estructurales que conducen a los adelantos científico técnicos. Ya volveremos sobre eso. Ahora queremos situar el análisis en el cuatrienio que finaliza, sin perder de vista los antecedentes, para forjar una imagen lo más transparente posible de la actualidad.

Una parte de Europa se va transformando en un museo turístico que intenta sortear este proceso garantizando un buen nivel de vida sin reflexionar acerca del modelo a seguir. Eso se percibe nítidamente en sus pensadores “pospandemia” tan en boga: todos, etéreos. Otra zona, especialmente Alemania, considera que su rol histórico no ha terminado.

El capital financiero que gobernó el planeta por tantas décadas arrecia con sus medios de comunicación, las indicadas provocaciones belicistas y el hipócrita re descubrimiento de las luchas por derechos parciales que él mismo cercenó. Estas últimas, mayoritariamente justas en sí mismas, son extremadas para promover quiebres al interior de los protagonistas de la Multipolaridad.

La pandemia puso en pausa el proceso narrado. Está resultando una buena ocasión para los intentos de reposicionar el Antiguo Orden. No obstante pensamos que el sendero es indetenible debido al tremendo grosor de los bloques productivos emergentes. La Argentina tiene un buen lugar para cumplir en el nuevo diseño.

Es preciso no olvidar que La Idea surgió por estos pagos.

Es preciso no olvidar, además, que nuestro país tiene una capacidad de arrastre sub continental importante. No a través de la dominación; mediante el ejemplo.

Trump termina su mandato a los gritos y en paz con el mundo. Confundir un puñado de insultos con un enfrentamiento nuclear, a la vista del potencial armamentístico de todos los actores, es grave si lo que se desea es analizar el presente. Mucho más, claro, si lo que se busca es incidir sobre él.»

ooooo

Comparto la visión de Gabriel sobre el Donald: un astuto hombre de negocios que sabe que las guerras salen caras. Y que, con el fracking, asegurarse el control del petróleo de Oriente Medio ya no es necesario. Menos aún el de Venezuela.

Para lo que viene, sólo agregaré que la irrupción de Trump en la política estadounidense expresó un cambio a mi entender irreversible: una parte muy grande, decisiva, de su población estaba pagando -ellos también- los costos de la globalización. Y no quiere seguir haciéndolo.

Pero sobre esto volveré, cuando terminen de contar los votos.


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