(Aviso: este es un post largo. Me permito subirlo pensando que, por la veda electoral, tendrán tiempo libre)
¿Por qué escribo otra vez sobre esta campaña electoral? Porque hoy y aquí es lo que más se parece a lo que un filósofo yanqui – hoy un poco olvidado – pretendía “El equivalente moral de la guerra”. Uno tiene alma de guerrero, aunque esté en retiro. Y aunque sea con métodos – y algunos combatientes – muy berretas, hay algo de noble en la idea de un esfuerzo por convencer a hombres y mujeres que van a votar libremente. Incluyo a los que deciden confiando en la promesa de un puntero, o encegueciéndose con un discurso de odio. Es su decisión.
Y escribo porque, realmente, estoy muy tentado: el fenómeno Pino Solanas en la Capital Federal es – probablemente – el hecho más interesante de esta campaña. Pero son sus feroces críticos en la comunidad intelectual progre – que firmó una solicitada de apoyo al gobierno donde denuncian especialmente “las nobles retóricas arborescentes incapaces de resolverse en hechos” – y sobre todo en la blogosfera K quienes realmente me han dejado pensando (Eso sí, debo aclarar que mi intención es hacer preguntas para ayudar(me) a entender mejor. No escribo para cambiar el voto de nadie. En realidad, si a dos días de la elección no sabe por quién votar, seguro que entró en este blog por accidente)
Esta faz del tema surgió a mi atención cuando Artemio López – líder natural de los blogueros K, ya que su blog es el más visitado en busca de repercusión y de datos sobre las encuestas – pero también un muy lúcido profesional de las ciencias auxiliares de la política, publicó una media docena de posts en los que – manteniendo su posición anterior cuestionadora de la candidatura de Carlos Heller por el oficialismo – pareció favorecer el voto a la lista encabezada por Fernando Solanas. Para qué! Inmediatamente, fue bombardeado por multitud de mensajes donde se lo acusaba de traidor al Proyecto Nacional, expresado en la lista de Heller. No fueron todos, claro, ni con un nivel tan berreta. Pero eran una clara mayoría los que estaban indignados con la sugerencia de Artemio.
Tengo que reconocer que en este punto comienzan mis dudas. Es evidente que el titular de Consultora Equis percibió, como el buen profesional que es, la posibilidad de crecimiento de la intención de voto para Pino más allá del techo que tiene hoy una lista afín al oficialismo. Eso lo hace muy claro acá. Y la trayectoria intelectual y política de Artemio López, y de la mayoría de los que se hoy se sienten identificados con los Kirchner, está más cerca de Proyecto Sur que del Acuerdo Cívico y Social, o, por supuesto, de Macri. Pero… podía entender también el desconcierto y el fastidio de los militantes K – buena parte de los visitantes de su blog – empeñados en una lucha electoral cuando su consultor estrella les decía que mejor no votaran su boleta.
Recuerdo que envié un comentario a su blog donde decía más o menos esto: “Artemio: Si entendí bien, su planteo es: Más importante que apoyar al gobierno nacional votando una lista que tiene un techo claro en sus votos, es contribuir a debilitar al principal adversario, fortaleciendo a un p0sible aliado. Un argumento interesante. Desde la experiencia política de la Capital, se podía imaginar un cuadro similar al que Ud. describe. Pero los datos que respaldan este análisis sólo se podían conseguir en la campaña misma. Un problema: SE ESTÁ EN CAMPAÑA.
Las decisiones sobre los candidatos, ya se tomaron. En cuanto a los votantes: este argumento suyo no se dirige a ellos, ni tiene el alcance masivo que se necesitaría aunque lo fuera. Los blogs políticos hablan a militantes, o gente muy politizada y autónoma en sus decisiones, que no se van a mover de su posición por sus argumentos o los míos.
Una reflexión como la suya empalma naturalmente con la forma en que piensa (o debería pensar) un político partidario. Pero… por ejemplo, yo soy un político del PJ (retirado). Aún así, si tomo una posición será en el marco de discusiones y acuerdos con mis amigos o grupo de referencia, y siempre considerando el impacto (por pequeño que sea) que tendría en la moral de los militantes de «mi lado». La discusión que Ud. plantea me parece fundamental… para después del 28” Otras voces razonables dijeron algo parecido.
Y existe otro elemento a considerar: personalmente, como un peronista “histórico” – de los que quedan algunos – no creía que Heller fuera un buen candidato para encabezar una lista peronista. Había, hay, motivos menos sentimentales para cuestionarla, aún desde un punto de vista “kirchnerista”: no aportaba una estructura militante (el Partido Solidario no existe y el viejo aparato comunista no se está moviendo vigorosamente) ni una adhesión popular. Heller se hizo conocido en el mejor estilo De Narváez: sumas millonarias en propaganda. No debería ser ese un argumento para quien tiene los recursos del gobierno nacional. Sin embargo, es justo reconocer que la intención de voto que la lista refleja en todas las encuestas no es tan pequeña. Parecen mostrar que un 12 al 18 % de porteños están dispuestos a votar por el peronismo sindical y/o a favor de Kirchner. Ni siquiera el piso probable es una cifra demasiado baja en el clima actual, y el encuestador de la corona no podía ignorarlo ¿Hay más internas en el espacio K de las que uno conoce?
De todos modos, lo más llamativo ha sido la ferocidad con que el kirchnerismo ideológico salió a castigar a Pino Solanas y Alcira Argumedo. La candidatura de Sabbatella en la Provincia, cuyas expectativas de voto aparecen mucho menores que las de Proyecto Sur pero igual disminuirían potencialmente los votos de Néstor Kirchner en la que aparece una elección reñida, no ha despertado estas pasiones. En realidad, la blogosfera K, cuando la toma en cuenta, lo hace con aprobación. Sería imposible – o por lo menos, más trabajo del que estoy dispuesto a tomarme – linkear todos los posts duramente condenatorios del pinismo y de los porteños que puedan llegar a votarlo. Baste éste como botón de muestra, en un blog prestigioso. Con un estilo más sofisticado, está diciendo lo mismo el análisis de la estrategia de Pino que hace María Esperanza Casullo. El pinismo parece ser el hecho maldito del progresismo K.
Es cierto que el dogma fundamental del nuevo activismo kirchnerista considera la posición ante la resolución 125 como la elección definitiva entre el Bien y el Mal (Aclaro que en mi opinión, como dije muchas veces en este blog, esa medida, y la forma en que Kirchner la manejó. fue su error estratégico fundamental). Pero me parece significativo que blogueros como Ezequiel Meler – que ciertamente no comparte esa superstición – y cuya inteligencia y capacidad de análisis admiro, cuestiona con severidad a Pino y le exige una coherencia que – para decirlo con suavidad – no abunda en los otros candidatos. Sus argumentos son válidos, y en ese post sube la defensa, igualmente bien razonada, de Patricio G. Pero la actitud hostil es inconfundible.
El argumento fácil y automático – Proyecto Sur le resta votos a la fuerza mayoritaria nacional; por eso ¡ES FUNCIONAL A LA DERECHA! – es falso, y los informados lo saben. Los votos de Pino tienen orígenes diversos: lo que queda del Frente Grande que no se fue con el Chacho (una minoría muy pequeña), votantes del ARI desilusionados con Lilita, progres antiperonistas, aún macristas desecantados con una mala gestión y un discurso vacío. Más, por supuesto, muchísimos peronistas y «nacionales» furiosos con los Kirchner. Algo tienen en común – además, por supuesto, que el discurso nacionalista de izquierda de Pino no les produce rechazo: son todos anti K. Sus votos nunca irían a la lista oficialista.
Se me ocurre, tentativamente, que lo que está en juego aquí – justamente a partir del aparente éxito de Proyecto Sur – es la separación entre dos estrategias políticas, muy metidas en las historias personales de los interlocutores. En el intento de Proyecto Sur de crear una fuerza política independiente, libre de la «corrupción» del PJ kirchnerista, se ve la historia del Frente Grande y el Frepaso. El rechazo a Pino es, en muchos, el exorcismo de una frustración que vivieron.
Si estoy en lo cierto, puedo entenderlo. También yo, como peronista, soy profundamente escéptico de una fuerza que quiere ser popular y nacional pero que tiene muy poca inserción en los sindicatos y casi ninguna entre los pobres y excluídos. Mi apuesta es al peronismo. Pero tengo presente un hecho: en la Ciudad de Buenos Aires, la estructura del justicialismo está destruída.
Proyecto Sur será a partir del lunes casi con seguridad el embrión de una «tercera fuerza». Su éxito en la Capital servirá como referente de los proyectos «huérfanos» en muchas provincias. Así fue con el Frepaso. Y después de él, con el ARI. Y antes de él, con el Partido Intransigente (Pino se parece más a Oscar Alende que a cualquiera de las otras figuras que ocuparon ese rol). Es lícito preguntarse si su ego de director de cine le permitirá – o no – construir.
De todas formas, como he dicho en otra parte, más que los candidatos me interesan los votantes. Es la primera vez que una fuerza «progresista», tan frecuentes en la política porteña, hace – si se confirman las encuestas – una elección exitosa en la Capital con un programa tan claramente comprometido con una política nacional y de defensa de nuestros recursos. Si no está muy claro como se llevaría a cabo, lo mismo puede decirse de todas las plataformas políticas. Me es permitido esperar que esos votos contribuyan, en el futuro, a un proyecto de poder en esta ciudad, que tiene el segundo padrón electoral de Argentina y que – desde 1776 – ha sido el escenario de todos los enfrentamientos claves de nuestra historia.
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