Como la mayoría de los que leen los diarios saben, este domingo hay elecciones parlamentarias en Venezuela. La mayoría de las encuestas le dan ventaja a los candidatos opositores -alguna hasta por 15 puntos. Por su parte, el oficialismo tiene estudios que lo dan como favorito, con un voto “duro” chavista del 40% (¿les suena?).
El presidente Maduro admitió que estas serán las elecciones “más difíciles” en los 16 años de chavismo. Antes había dicho que si ganaba la oposición el oficialismo seguiría gobernando bajo una “unión cívico-militar”.
Con la debida precaución que se debe tener al juzgar la política de otro país -demasiados factores que uno no conoce en profundidad- esa afirmación me parece una soberana idiotez. Las instituciones democráticas son expresiones imperfectas de la voluntad popular, y muchas veces están envueltas en hipocresías. Pero son mejor garantía para los pueblos que el ejercicio desnudo del poder. Que -como decía Mao- nace del caño de un fusil, pero los fusiles cambian de manos.
Es cierto que el chavismo -desde su origen- se basa en la movilización popular y el respaldo de unas Fuerzas Armadas politizadas. También fue así en el peronismo fundacional… hasta que las FF.AA. cambiaron de bando.
Me parecen más sensatas las afirmaciones que vuelca en un mail privado un venezolano, chavista. Se las copio:
«En Venezuela se ha optado por un proceso pacífico y democrático, que incluye lo electoral.
En un proceso electoral, o se gana o se pierde (siempre hay que estar preparado para ambos escenarios).
Las elecciones fundamentales son las presidenciales, luego las de los Diputados y en tercer nivel (no siempre) las de Gobernadores y Alcaldes. Se puede tener control de la presidencia, sin contar con las otras dos instancias. Ese es el caso de, por ejemplo, USA y muchos otros países.
No es lo deseable, pero el «perder» las elecciones en esas dos instancias, aunque puede debilitar, no implica perder la presidencia. Esto es lo que han pretendido vender los opositores y el gobierno no ha sido claro en exponer esto: La eventual (improbable) pérdida de la mayoría absoluta o relativa en la Asamblea Nacional NO implica la pérdida de la presidencia. Las elecciones para presidente serán en 2019.
El proceso chavista ha contado con una minoría legislativa (1998), mayoría simple (a partir del 2000), la totalidad del Congreso (2006-cuando la oposición decidió no presentarse para deslegitimarlo) y mayoría calificada (2011).
Un resultado adverso, solo podría regresarnos a un escenario como los que ya hemos tenido. Además tenemos mayoría abrumadora de Gobernadores y Alcaldes (y en otros sectores estratégicos).
Lo expuesto, deja despejadas las dudas sobre lo que podría pasar el 6 de Diciembre. Esto no significa que la oposición no esté pensando otra cosa, pero eso no nos debe sorprender. Si trataron de desestabilizar cuando ganamos, porqué no hacerlo si perdemos. Todo ello teniendo claro que la diferencia, gane quien gane, no será por muchos puntos, tal vez tan o más cerradas que en el caso argentino.
Igualmente, superada esta instancia, los opositores seguirán actuando (cada vez más desde USA, porque ya no disimulan; la incompetencia de la oposición local es escandalosa). Y es aquí en donde hay que aprender de la experiencia argentina, entendiendo las diferencias. La eventual pérdida de la presidencia sí es crucial para el proceso de cambio a nivel nacional y regional.
En este sentido, mi apreciación no es de mucho optimismo. En lo político y lo internacional el avance ha sido gigantesco, en lo económico ha sido lo opuesto y esto puede afectar los avances, incluyendo en lo social. No veo claridad ni certeza en el accionar económico. Este flanco puede ser utilizado para desgastar hasta que llegue el 2019 y entonces puede aparecer el fantasma de un nuevo Macri…«