Después de decir, una y otra vez, que prefiero escribir en el blog sobre temas estratégicos para nuestro país – en mis momentos más entusiastas, para nuestra América – me encuentro volviendo a opinar sobre la coyuntura. Está claro que el método Kirchner de confrontación consigue uno de sus objetivos: imponer agenda. Queda por verse si conseguirá el otro objetivo, el principal: vencer. Pero lo que me parece interesante es tratar de entender qué es vencer en este enfrentamiento.
Adelanto mi conclusión: A esta altura de la pelea entre el Gobierno y uno de los principales grupos económicos de nuestro país – el hecho que incluya a LaNación, tal vez el diario más prestigioso de Argentina y tradicional vocero de lo que fue en otro tiempo su clase dirigente, es importante pero no decisivo para caracterizar el conflicto – ya lo que está en juego no es tanto el control de empresas o situaciones jurídicas personales, sino el «relato» que se hace de esa batalla. Curiosamente, para muchos esto será una obviedad; otros tantos, conscientes de los intereses que se juegan o impacientes con la jerga modernosa progre, una tontería. Tengo que fundamentar mi planteo antes de proseguir.
Hoy Clarín hace su diario aporte a la construcción de su propio «relato», recurriendo a Mary Anastasia O’Grady, editora del Wall Street Journal y experta del diario en asuntos latinoamericanos. Dice Mary “Por casi una década, los partidarios de la República Argentina han advertido que la nación se encamina hacia el regreso a un régimen autoritario. La semana pasada, la presidenta Cristina Kirchner fortaleció ese argumento al avanzar para quitarle a los dos más grandes diarios del país su propiedad en el más grande proveedor de papel diario”. Estas declaraciones, como la reciente de la Sociedad Interamericana de Prensa, tienen un eco remoto a las que similares personajes hacían contra el régimen peronista a comienzos de los años ´50 del siglo pasado. Pero hay una diferencia clave: Perón clausuró y expropió «La Prensa». Los Kirchner no harán lo mismo con Clarín – aunque algunos delirantes K tengan sueños húmedos con la idea. No importa si quieren; no pueden.
Más cercano a las verdaderas intenciones posibles del Gobierno, enfocadas desde un punto de vista también muy cercano a los intereses empresarios, es el Editorial que dedica el Financial Times «Malas artes contra la prensa argentina«. Después de una descripción sintética «El ataque es parte de una ofensiva más amplia, que incluye la revocación de la licencia de proveedor de Internet de Clarín, tratar de cancelar los derechos del grupo de retransmisión de fútbol, y un intento para obligar a los medios de comunicación a vender sus activos que afectaría sobre todo al Grupo Clarín» termina con una conclusión aparentemente realista:
«Por todo ello, este se parece menos a las tácticas contundentes que Hugo Chávez, el presidente populista de Venezuela, utiliza para silenciar a sus críticos, y suena más como las maniobras que el Partido Revolucionario Institucional utilizó para manejar a la prensa en México durante más de siete décadas: «Juega con nosotros o salite de los negocios». Los métodos del PRI fueron sin duda los más eficaces«.
Ahora, Argentina hoy no es el México de los ´30 y ´40, y Kirchner no cuenta con el PRI. (Un breve divague: el peronismo podía haber sido el PRI, si la reforma constitucional del ´49 no tomaba vuelo, y Perón debía ceder la sucesión a Mercante. Pero esa Argentina no fue). Es cierto que ha sabido utilizar el poder de este Estado deteriorado con decisión y sin vacilaciones, pero es evidente que ya no le alcanza.
La Presidente concluyó una larga alocución por cadena nacional – donde dio una versión sobre la estructura de poder en Argentina en el que la propiedad de Papel Prensa jugaba un rol vital, y señaló una posible complicidad de los dueños de Clarín y LaNación en crímenes de lesa humanidad – anunciando que enviaba un proyecto mayormente declarativo para que el Congreso, donde no tiene mayoría, declare la producción de papel de interés público; y remitiendo la denuncia a la Justicia. Donde las posibilidades que tome alguna resolución sobre el asunto en menos de cinco años son bastante remotas.
Para decir esto me baso no sólo en la evaluación de amigos con mucha experiencia en Tribunales, que me dicen «es palabra contra palabra, por hechos ocurridos treinta y cuatro años atrás«, o en la opinión de Horacio Verbitsky que, con su habitual humor, dice que Moreno «tipeó el informe con los guantes de box puestos«. Tomo en cuenta, más bien, las apreciaciones sobre la Justicia que hizo nuestro Martín Fierro, o la experiencia reciente. Las causas contra los represores avanzaron significativamente después que Menem castró las Fuerzas Armadas y Kirchner mobilizó a la opinión pública (en un contexto internacional muy propicio, además). La causa contra Isabel Perón… se detuvo después que algunos sindicalistas aferrados a la tradición (quedan bastantes, gracias a Dios) proclamaron «No jodan con Perón«. Que aquellos que pueden pagarse los mejores abogados de Argentina y garantizarse la máxima repercusión periodística, aquí y en el exterior, sean molestados, en esta relación de fuerzas, por medidas inconsultas… lo veo bastante improbable.
¿Qué queda entonces? Algo muy importante: la batalla política. Que hoy consiste en convencer a la mayor cantidad de gente que su versión de los hechos, y los valores que incorpora, son los verdaderos. (Lamento interrumpir aquí, pero la tormenta me ha complicado los horarios. Debo apurarme, y aún así no estoy seguro que pueda asistir al debate en la CGT).
Continuará