Nuestra Presidente ayer se enojó, mal, con el Banco de España. Y, claro, nuestra oposición refunfuñó contra Cristina. Voy a ser franco (para eso serían los blogs): en mi opinión, criticar el informe negativo sobre Argentina era la tarea de un ministro de economía «más en pena que en ira», sin gritar demasiado. Cualquier otra cosa le da más repercusión al informe.
Pero Cristina, como Néstor, evalúan que construir un liderazgo requiere enarbolar personalmente las banderas, y señalar un enemigo. Puede ser, si uno está convencido que esa bandera vale la pena, que quienes se quiere que la sigan lo entienden así, y también, claro, que el enemigo puede ser vencido. De todos modos, yo tampoco hablo como Morales Solá de un golpe fulminante a un aliado. Morales en los últimos meses ya está tan previsible como Verbitsky, con signo opuesto, y, sobre todo, no sé si hoy se puede hablar de un aliado.
Entiéndanme: no cedo a nadie en mi cariño hacia la Madre Patria. Por padre y madre desciendo de los pueblos originarios de Galicia, y nunca me han rechazado en Barajas. Pero estamos hablando de política, y de negocios. Y ninguno de los dos lados se está comportando como aliado del otro.
Es cierto, allá en junio del 2006 Kirchner y Rodríguez Zapatero firmaron un Plan de Asociación estratégico. Fue. Según los empresarios españoles, Kirchner no cumplió con ninguna de sus promesas. La nueva etapa que se iba a abrir con Cristina (Alberto y Bettini dixit),… Por ahora, los Kirchner parecen evaluar que, si tienen que arreglar con alguien, nuestros hermanos del Norte están primeros en la lista (y eso a pesar que su candidato favorito, Barack Obama, nos saltea en su gira).
Hay algo más, me parece, que problemas de negocios (importantes como son para ambos lados) en este distanciamiento. Desde hace algunos meses, el diario «El País» (no lejano al gobierno español) golpea duramente a la Presidente argentina y a su esposo, más de lo que hace, por ejemplo, con Chávez, lo que es decir. En menos de 30 días, los sacudió aquí, aquí, aquí y aquí. Y, como dice Juan Pablo Peralta en su blog, no es sólo el Grupo Prisa. Vean si no esto.
Podría seguir, pero no parece necesario. Ninguno de los dos gobiernos se esfuerza en modificar este clima. La conclusión más plausible es que la dirigencia española evalúa que Cristina y Néstor Kirchner no son hoy interlocutores de confianza. Sólo falta que, como Lula, Zapatero lo reciba a Duhalde con su mesa chica.
Ahora, este conflicto no me horroriza tanto como aparentemente lo sucede a Morales Solá y al elenco estable de periodistas que no trabajan en Página 12 (o en el de Rudy Ulloa, el BAE). Las luchas de intereses no son torneos florales, y la «opinión pública» es un arma más (especialmente considerando el complejo de europeos de segunda que tiene buena parte de nuestra sociedad). El patético esfuerzo del gobierno de la Alianza por «conservar la confianza internacional» y el resultado que tuvo debe servirnos de ejemplo.
Pero tampoco puede manejarse el conflicto con la lógica de Santa Cruz, o privilegiar el aplauso de los blogueros progres (lo siento, Escriba; sé que para Ud. estas cosas miden. Pero yo también sentí que me tocaba el corazón la recuperación de las Malvinas. Después nos rompieron otro órgano). En la Unión Europea no nos quedan amigos: Alemania y nuestra otra Madre Patria, Italia, sólo les interesa que paguemos nuestras deudas. Francia… Y fuera de ella,… Venezuela es un aliado histórico, pero cobra un interés bolivariano del 15 %. Si nosotros no creemos que política exterior es un tema de buenos modales, ellos tampoco.
Carezco de fe en la infabilidad de los Kirchner. Pero tengo claro que sólo en el máximo nivel del Estado pueden manejarse todas las variables de una política internacional. Si los K fracasan en ella, la decisiva para una nación, el pueblo argentino tendrá que construir una alternativa para el 2011. Y no le sobrará un mes para esa tarea. Mientras, si tenemos que pelearnos con los españoles, digo, por qué no lo hacemos por algo importante, por ejemplo, por YPF ?