
No me disculpo por haber aumentado la proporción de entradas sobre economía en el blog. Porque el destino de un país como Argentina, en los tiempos cortos y medianos de la vida humana, depende mucho más que de cualquier otro factor del acierto o error de sus políticas económicas. Para no mencionar, algo menos importante pero de algún interés, la suerte del gobierno actual.
Eso sí, no creo que existe una respuesta acertada. Ni tampoco pienso que se puede sintetizar el impacto de la Crisis global, que, en realidad, ya es simplemente el entorno económico global en que está ubicado nuestro país, y toda la América del Sur. Entonces, cómo va influir no es un hecho dado, sino que tiene que ver con las políticas que nos damos.
Por eso, decidí acercarles ahora dos artículos, de economistas con diagnósticos distintos. Uno es de Mario Brodersohn, ex secretario de Hacienda del gobierno de Raúl Alfonsín y apareció en Clarín. No es necesario aclararles que es el que tiene una visión negativa.
Pero no por ello la nota debe ser menospreciada, aún por los que apoyamos al gobierno. Brodersohn no es un teórico de torre de marfil, sino que tiene experiencia práctica que vuelca en sus trabajos. Es natural que su posición política influya en su mirada, y también el hecho que él, y el equipo del que formaba parte, compartió el fracaso de una gestión económica. Pero, descontando esto, es importante leerlo, porque la situación económica que él enfrentó, y que no pudo dominar, tiene muchos puntos de contacto con la actual.
Claro, también tiene grandes diferencias: el precio de nuestras commodities exportables, el desendeudamiento que las gestiones K han logrado… Pero, igual: si hay una década del pasado argentino cuya dinámica económica se asemeja al momento que estamos viviendo, es la de los ´80. El desafío es que seamos capaces de manejarla mejor que el gobierno de ese entonces.
Les copio el comienzo: «En el horizonte tenemos estancamiento con inflación. Cristina Kirchner enfrentó dos crisis financieras internacionales. La primera fue en el 2008/09 en Estados Unidos con la crisis de los préstamos hipotecarios sub prime y la quiebra del banco Lehman Brothers. La segunda es la actual crisis fiscal y del euro en Europa. Hay grandes diferencias entre la crisis del 2008/09 y la crisis europea actual.
En primer lugar, cuando el mundo realmente se nos vino encima fue con la crisis del 2008/09 . En efecto, el precio internacional de la soja cayó un 35% y una fuerte sequía provocó una contracción en la producción de cereales y oleaginosas del 37%. Por primera vez en la gestión kirchnerista hizo su entrada en escena la restricción externa al crecimiento económico. La respuesta del Gobierno fue similar a los “stop and go” de las décadas del 60 al 90. En el 2009 fue necesario un parate o “stop” del 2.5 % en el PBI para reducir las importaciones en un 35 % y de esta forma contrarrestar la caída del 20% en las exportaciones.
La crisis actual es la opuesta a la del 2008/09. El precio internacional de la soja no cayó sino que aumentó casi un 50% en los últimos doce meses y el maíz un 45%. Ello demuestra que el mundo no se nos viene encima, tal como ocurrió en el 2009. Lo que se nos viene encima son los desequilibrios internos de la economía.
En segundo lugar, otro contraste con la crisis actual es que en el 2008 teníamos una sólida posición fiscal, externa, cambiaria y energética que sustentaba una política keynesiana expansiva anticíclica.
En el 2012 ocurre todo lo contrario«. (Completo aquí).
El artículo es aún más interesante a la luz de la experiencia del autor. Si el resultado de alguna gestión económica pueden describirse como «estancamiento con inflación» (culminando en una hiper) es el de la de Raúl Alfonsín, con – tengámoslo en cuenta – un Estado más extenso y con mejores herramientas que el actual. Es un espejo dónde debemos mirarnos, para evitar sus errores.
La visión positiva la aporta el incansable colaborador del blog, Pablo Tonelli. Su artículo, de divulgación, es preciso y fáctico. Y me parece aún más interesanta porque encara el problema en un marco muy realista: el de nuestra interacción con Brasil, el gran vecino y socio inevitable.
«LAS CONSECUENCIAS DE LA CRISIS INTERNACIONAL EN LA ECONOMÍA ARGENTINA.
Pablo Tonelli, economista
El Cefid-Ar, centro de estudios de matriz económica heterodoxa, convocó por estos días a un grupo de economistas de Argentina y Brasil para reflexionar sobre los impactos de la crisis internacional en nuestro continente. Voy a utilizar algunas de las líneas argumentales desarrolladas allí para reflexionar sobre los canales de trasmisión de la crisis, las políticas sugeridas para contrarrestarla y el escenario que nos espera.
Los habituales canales de trasmisión de los conflictos externos son dos: El financiero y el comercial. El primero no tiene relevancia en la Argentina actual que ha seguido una política de acumulación de reservas y desendeudamiento, con una baja incidencia de su deuda externa en el PBI y con tenencia de bonos en poder del Estado como consecuencia de la nacionalización de las AFJP, cartera de títulos en manos del ANSES, lo que minimiza aún más dicho impacto. Como ejemplo de esto digamos que en 2013 los compromisos por renta y amortización de títulos de la deuda externa en manos de particulares no llegan al 1 % del PBI, hecho realmente inédito para nuestra economía.
El canal comercial tiene dos aspectos bien diferenciados, uno tiene que ver con sectores sensibles en el empleo y fuerte presencia global, como, por ejemplo, textiles, indumentaria y calzado, en que nuestro país decidió en conjunto con Brasil elevar el arancel externo común al 35 %, cifra máxima admitida por la OMC, Organización Mundial de Comercio para protegerse de la sobre-oferta internacional a bajo costo de estos productos. El segundo canal es el comercio con Brasil, particularmente del sector automotriz, en que la producción nacional es particularmente sensible a la situación interna de nuestros vecinos y en donde las exportaciones de automóviles argentinas a nuestro socio del MERCOSUR vienen cayendo a una tasa anual del 15 %.
Eduardo Crespo, economista argentino, docente de la Universidad Federal de Río de Janeiro, describió los dilemas y discusiones de la política económica en Brasil luego del “parate” después del espectacular crecimiento hasta el año 2010 y principios de 2011. Brasil había seguido una política que provocó un debilitamiento del tipo de cambio, a través de fuertes inversiones extranjeras, tanto financieras como directas (IED), con preeminencia de las primeras. A esto se sumó una política ortodoxa del Banco Central, que como sostienen los organismos financieros internacional, seguía metas de inflación en la creación y emisión de dinero.
Al aparecer problemas en el aparato productivo brasileño, cuya competitividad internacional se veía deteriorada por la sobrevaluación del real, se fue virando de una política de “ancla cambiaria” que sujetara los precios internos a una mayor devaluación, pero con un “ancla fiscal”, es decir con una fuerte restricción del gasto público. No fueron neoliberales ortodoxos los que sustentaron este giro, sino los economistas heterodoxos, cuya sede central de pensamiento es la Universidad de Campiñas, para los cuales existía un “trilema” (dilema con tres posiciones), a saber: la imposibilidad en su esquema teórico de sostener altas tasas de crecimiento, distribuir progresivamente el ingreso y a su vez mantener saludables las cuentas externas (tanto comercial como de cuenta corriente de la Balanza de Pagos, que incluye todas las transacciones internacionales de la economía).Una de las posiciones, al menos, debería sacrificarse. Los resultados alarmaron. Esto debería servir como ejemplo a un sector de la heterodoxia local que avala estos principios y vive enseñándonos que la prudencia y consistencia brasileña es el camino a seguir.
El susto provino de los resultados de la economía brasileña en el primer semestre del año 2012 en que la Presidenta Dilma decidió abandonar el ancla fiscal luego de haber abandonado el ancla cambiaria que había llevado a la paulatina devaluación del real. Planes de estímulo diversos por cerca de U$S 35.000 millones, la baja de la tasa de interés SELIC al 8 %, su mínimo histórico, están en esa línea. Como resultado directo de ello, la producción de automotores creció en el primer semestre de julio un 15 %, comparada con el año anterior. El pensamiento ortodoxo y el sector mencionado de la heterodoxia local afirmaron que ello era posible dado los ahorros fiscales provenientes de la austeridad previa del gasto en Brasil, como si no estuviera suficientemente demostrado, desde Keynes para acá, con la crisis europea en vista, que la salud fiscal debe ser la menor de las preocupaciones cuando una economía vislumbra la recesión porque la demanda privada de consumo e inversión se ha detenido.
El canal comercial, que explica la caía del sector industrial argentino del 4,7 % al mes de junio, se explica totalmente por la caída de ventas del sector automotriz a Brasil. Como afirma Agustín D’Attellis, economista argentino, si excluimos dicho sector el comportamiento del conjunto industrial del primer semestre, éste creció un 1,6 %, en clara desaceleración, pero no al borde del colapso.
Durante la crisis del 2009 el volumen del comercio internacional se redujo en un 12 %, y el PBI de las economías desarrolladas en conjunto un 4 %. Se espera que este año (2012) el comercio internacional (fuente FIDE con datos de la OCDE) crezca un 3,7 % y el conjunto de las economías desarrolladas lo haga cerca del 1 %, resultado pobre pero lejos de los guarismos del inicio de la crisis Ese año, todavía en el escenario de los “superávits gemelos” (fiscal y externo) de la Argentina, nuestro país destinó cerca del 3,3 % de su PBI (datos del Ministerio de Economía) en políticas anti-crisis.
¿En qué situación estamos hoy? Emmanuel Agis, subsecretario de Política Económica sinceró en el mismo seminario citado, que América Latina y lógicamente en ella, la Argentina, necesita un crecimiento del PBI del 4 % para no destruir empleos. Si el crecimiento se ubica en un 2,50 % este año, tendremos problemas en el empleo (los que ya existen), para lo cual programas como el REPRO, que asiste a las empresas con dificultades para evitar despidos masivos cobran nuevamente vigencia. Agreguemos a ellos, la decisión del BCRA, gracias a su nueva Carta Orgánica, de establecer que la Banca Privada debe destinar un monto equivalente al 50 % de sus depósitos para financiar inversión productiva, lo que inyecta cerca de 13.500 millones a la Economía, más los desembolsos que haga el Anses, cercanos a los 3.000 millones este año en el marco del plan de viviendas. Tenemos eventualmente un monto cercano a los 52.000 millones que el BCRA, en el marco de la nueva ley, puede inyectar como Adelantos Transitorios al Poder Ejecutivo con el fin de sostener la demanda de la Economía.
Los economistas que sostienen que el destino de la Economía Argentina es la estanflación, es decir inflación con recesión, omiten la capacidad del Estado en hacer política económica anti cíclica para inyectar recursos que reanimen la capacidad ociosa industrial, que ha crecido. Lo mismo diagnosticaron en 2009 y pronosticaron muy bajo crecimiento en 2010, lo que no ocurrió, porque no se dejó al libre juego de las fuerzas del mercado decidir el supuesto nivel óptimo de empleo ni de crecimiento.
Esto no implica desconocer fuertes tensiones entre la inversión y el control de las importaciones, entre el control de cambios y la demanda de inversión de las empresas y los particulares con excedente producto de sus actividades, entre la liquidez de la economía y la falta de alternativas de colocación en pesos, entre una economía cuya lógica mantiene el dólar como reserva de valor y la pesificación asumida. Todas tensiones macroeconómicas ciertas.
Voy a cerrar haciendo mías unas reflexiones del amigo Miguel Bein, economista y consultor argentino ”Ahora bien, en medio de la coyuntura actual, la mayor parte de los pronósticos augura un segundo semestre y un 2013 peor o similar. Nosotros proyectamos lo contrario. Es que si el diagnóstico es correcto, y el parate está explicado en mayor medida por cuestiones ajenas a la política (sequía y freno del comercio global, yo aquí realzo Brasil), la sola reversión de estos factores daría un impulso adicional a la macro en los trimestres que vienen. Si este es el caso-como lo fue en 2010, el 2 % proyectado para 2012, podría transformarse en un 4/5% para 2013, lejos del 8,8 % del 2010 y más en línea con el potencial…”
En resumen, aún con las tensiones que asumimos y en contra del consenso de la profesión económica el camino del crecimiento sigue abierto, con sus dificultades y restricciones, con sus aciertos y errores, pero abierto«.
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