Cristina en Comodoro Py: Del 13 de abril a hoy

octubre 31, 2016

cfk

Cristina Fernández de Kirchner va a declarar hoy a las 10 ante el juez Ercolini, en Comodoro Py. Menciono en el título el 13 de abril porque esa fue la primer ocasión en que lo hizo. Y porque me llama la atención lo poco que ha cambiado el escenario desde aquel momento.

(No tomo en cuenta el anunciado -por CFK- allanamiento que haría otro juez, Bonadío. Un gesto teatral para consumo de odiadores, pero que no afecta la situación jurídica ni la política).

La militancia peronista ya se apresta para concurrir y respaldarla, como lo hizo esa vez. Por el «otro lado», habrá algunos cambios menores: su presencia estará rodeada de medidas especiales de seguridad en torno al edificio. La Cámara de Casación Federal pidió el viernes al Ministerio de Seguridad que disponga medios para reforzar la seguridad interior y exterior de los tribunales.

En concreto, se convino que no podrá hacer declaraciones a la prensa ni a su seguidores en la puerta de los tribunales, como ocurrió en abril pasado. Se dispondrá un vallado especial, de modo que Cristina pueda tomar contacto con sus seguidores y los medios de prensa a un centenar de metros del edificio judicial, frente al Correo Argentino, también ubicado sobre la avenida Comodoro Py. Tal vez entonces no será necesario, o sí, que Víctor Santa María proporcione el tinglado y el equipo de sonido.

Pero yo me refiero al escenario político argentino. Cuando comenté en el blog esa ocasión del 13 de abril usé la imagen de una foto imaginaria. En la que aparecían CFK y la muchedumbre que se manifestaba detrás y en torno a ella, pero también el gobierno de Mauricio Macri, los grupos económicos que, con mayor o menor confianza, lo respaldan, los sectores sociales que votaron a Cambiemos -los que todavía se definen por el rechazo a la experiencia kirchnerista- pero también un difuminado PJ, los gobernadores, el movimiento sindical -apartado-, y el resto de la sociedad política.

No estoy diciendo que no hubo cambios en más de medio año, por Dios! Pero ninguno de esos actores políticos desapareció, ni transformó su naturaleza. Ni apareció ningún actor nuevo (Uno es un profesional, y se siente obligado a ser preciso. Daniel Scioli, que en ese momento parecía aún más difuminado que el resto de las autoridades del PJ, hoy está haciendo una moderada campaña… reivindicando la experiencia kirchnerista. Pero seguramente no vamos a decir que DOS es un actor nuevo, no?).

Hay algo que me parece significativo, precisamente porque no cambió. En ese momento, en el blog destaqué algo que muchos todavía negaban: la centralidad política de Cristina Kirchner. Simplemente porque es el único referente político del peronismo -el único referente político, a secas- que despertaba ese grado de adhesión popular. Sólo la ceguera puede negar que nadie en la política moviliza las multitudes que ella convoca. Está bien que capacidad de movilización no es igual a votos, pero es absurdo desestimarla.

En estos meses, CFK ha mostrado -en el discurso en Atlanta y en otras ocasiones- una elocuencia y lucidez que enconados adversarios suyos en la interna han reconocido -en privado. Pero el punto es que a pesar de eso, los numerosos sectores del peronismo, y del progresismo afín, que reivindican su liderazgo… no tienen un grado mayor de organización que el que tenían hace meses.

Esto no es definitivo. Tienen tiempo para organizarse, sobre todo si -como aparece evidente- van a hacerlo dentro de las estructuras del peronismo. Pero ya no hay tanto tiempo.


El camino a la Guerra Híbrida

octubre 30, 2016

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Este posteo tiene una ubicación curiosa. Es habitual que suba algo que me llamó la atención, y siga con mis reflexiones sobre el asunto. Esta vez, escribí un análisis ayer, EE.UU. vs Rusia: No guerra, no paz, y hoy apareció un artículo, de Julio Algañaraz, que cuenta muy bien cómo se llegó a este enfrentamiento, sordo, entre EE.UU. y Rusia. Y los peligros que trae. Lo subo y corrijo un punto muy menor al final.

Lo que queda para que empecemos a pensarlo, es cuáles son las políticas exteriores y de defensa adecuadas para Argentina en el mundo que viene, que ya vino. Son preguntas que, claro, trascienden el mandato de un gobierno.

«Antes le llamaban la Guerra Fría, que concluyó hacia los años 90 del siglo pasado cuando cayó el muro de Berlín, sucumbió la Unión Soviética y comenzó la era de una única superpotencia global, que a su vez fue pulverizada el 11 de setiembre de 2001 por los ataques a las Torres Gemelas de Nueva York y al Pentágono en Washington.

Ahora, cuando vuelven a sonar los tambores bélicos con nuevas armas nucleares, en un mundo que tiene problemas muy distintos y donde se acabó la batalla ideológica, con Rusia y China convertidas al capitalismo, el término acuñado es la Guerra Híbrida. El príncipe Charles de Tayllerand dijo hace dos siglos que “la no intervención es más o menos lo mismo que la intervención”, un diagnóstico cínico pero acertado en el mundo político-diplomático. Guerra Fría o Guerra Híbrida, lo concreto es que se difunde la alarma del peligro de que los crecientes conflictos que protagonizan EEUU y Rusia hagan estallar un desastroso conflicto bélico con intercambio de armas nucleares nuevas y más espantosas que nunca.

Los dos grandes protagonistas de este renovado drama niegan estar preparándose para la guerra atómica, pero los hechos demuestran lo contrario. El encontronazo entre EE.UU. y sus aliados de la OTAN (la alianza militar occidental), ha llevado el conflicto desde el estallido de la guerra en Ucrania a su peor nivel desde los tiempos de los cohetes soviéticos en Cuba, hace más de medio siglo.

¿Cómo se ha llegado a esta situación? A vuelo de pájaro se puede recordar que la triunfadora norteamericana y la perdedora rusa habían firmado acuerdos para no instalar (más) misiles en Europa, incluir a Rusia limitadamente en los conciliábulos de la OTAN y otras gangas que se apoyaban en el período en que el Kremlin fue puesto en el rincón, con la guía etílica de Boris Yeltsin que causó una debacle en un país humillado, reducido por la pérdida del imperio y en un marasmo económico de tal magnitud que redujo notablemente la expectativa de vida de los rusos, que como nunca se dedicaron al vodka para aliviar tantas penas.

Y entonces llegó Vladimir. El “zar” Putin lleva 17 años en el poder y ha revitalizado a su país y a su gente. Amado por su pueblo, que desprecia a sus políticos y burócratas. Putin, hijo de San Petersburgo y del aparatchnik soviético, que lo preparó como brillante agente de la agencia de espionaje, la KGB, fue siempre un panrruso, que consideró “lamentable” la desaparición de la URSS y estimuló las profundas nostalgias del ruso de a pie de que algún día la Patria volvería a proyectarse como una superpotencia.

Actualmente Rusia está en la tercera fase del régimen putiniano, que intenta abrirse paso en el mundo como una respetada potencia, menguada en la economía pero con un arsenal atómico capaz de borrar la vida de la Tierra, tarea en la que aún prevalecen los norteamericanos.

En la transición de la era Yeltsin a la actualidad, Rusia ha debido tragarse varios sapos gigantescos y no está dispuesta a seguir la dieta. Al final del mandato de George W. Bush, el hijo, que fue mucho peor que su padre, EE.UU. renunció al acuerdo con Moscú de control de armas convencionales en Europa. Después Washington ha ido implantando bases misilisticas contra el peligro de Irán, que en realidad nunca existió. En Rumania ha preparado una base de antimisiles y misiles de ataque y lo mismo ha hecho en Polonia, con un gasto superior a los dos mil millones de dólares.

La cooperación es un sueño feliz muy corto del pasado. En la era de la guerra híbrida, se ha vuelto a poner en el centro del escenario la disuasión, como en los años de la guerra fría. Entonces el MAD era una sigla que no quería decir locura (como seria la traducción del inglés) , sino mutua destrucción asegurada.

Después que Bush tiró a la basura el tratado de limitación de armas convencionales en Europa, la realidad del fin de la URSS abrió un tema que alarma a los rusos: el llamado “espacio postsoviético”. Allí se colaron Polonia, Rumania, Chequia, Eslovaquia y otros países del ex Pacto de Varsovia. Rusia tragó estos sapos y pataleó cuando en 2004 se incorporaron a la alianza militar occidental Estonia, Letonia y Lituania, los países bálticos, vecinos directos con las estepas rusas, demasiado cercca de San Petesburgo, la segunda metrópoli.

Ahora, la OTAN, por iniciativa norteamericana y con aceptación de los otros países miembros (entre ellos los del ex Pacto de Varsovia bajo la tiranía soviética), ha dado un paso más allá. A Polonia y los tres países bálticos han sido destinadas cuatro brigadas multinacionales para pasear la bandera de la alianza occidental, frotándola en las narices de los rusos.

Después estalló lo de Ucrania, que ha agravado y mucho la confrontación. Y vino la guerra en Siria, que cuenta con el apoyo ruso porque Moscú cuenta con varias bases en el Mediterráneo gracias a la alianza con Damasco.

Aunque se habla mucho de las respectivas malas intenciones, lo cierto es que tanto Estados Unidos como Rusia, y por contragolpe también los chinos, están aceleradamente renovando sus arsenales nucleares.

Los rusos presentaron hace poco el Satán 2, que actualiza el SS19, misil estratégico con un alcance de 10 mil kilómetros y 16 ojivas nucleares que dirigidas con precisión pueden borrar del mapa a un país del tamaño de Francia. Satán 2 está en experimentación avanzada y su existencia fue anticipada para que los enemigos sepan que Rusia acepta jugar con fuego.

Los norteamericanos están trabajando en sus propios juguetes nucleares. El Satán 2 cuenta entre sus ojivas atómicas devastadoras algunos ingenios hipersónicos, que funcionan con un combustible capaz de correr a una velocidad diez veces mayor que la del “viejo” SS-19.

Los misiles hipersónicos son el arma final. Estados Unidos quiere que los suyos sean capaces de llegar en una hora a cualquier parte del planeta. Los chinos preparan sus misiles con los mismos propósitos y naturalmente Rusia no se queda atrás.

“No nos preparamos a la guerra”, jura Putin. Lo mismo dice el premio Nobel de la paz Barack Obama. Y Pekín también asegura que la guerra nuclear no está en sus planes. El Papa Francisco sostiene que se está combatiendo ya la tercera guerra mundial “a pedazos”.

Las observaciones que puedo hacer a esto ya están en el posteo que enlacé arriba. Sólo agrego que la era de una única superpotencia global no finalizó con la caída de las Torres Gemelas -gran impacto sicológico, pero nula influencia en las relaciones de fuerzas concretas- sino cuando EE.UU., después de derrotar al ejército iraquí, se mostró incapaz de asegurar un orden estable y favorable a sus intereses en el Medio Oriente. O como decía el estadista, Charles Maurice de Talleyrand, mencionado en la nota «Majestad, con las bayonetas, todo es posible. Menos sentarse encima«.


La batalla del chip

octubre 30, 2016

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Ya escribí varias veces en el blog sobre las reformas a la ley electoral que propone el gobierno Macri, y sobre su propuesta más marketinera, la Boleta Única Electrónica, o BUE. Hasta subí las observaciones del apoderado histórico del PJ, Jorge Landau, que tiene una mirada más jurídica, y severa, que la mía del asunto.

Eso sí, no preví que se iba a transformar en el pivote de una pulseada clave entre oficialismo y oposición. Más, que la presencia o no de un chip electrónico en la boleta de papel podía llegar a ser el punto en que se ponga firme el peronismo y cancele la posibilidad de reforma electoral. Cuando no pasó con temas más graves, como el pago a los fondos buitres, por ejemplo. Pero es posible que eso suceda esta semana que empieza.

Repaso en forma muy breve que pasó con la propuesta, y cómo llegamos al momento actual, donde nadie está seguro del resultado final: El proyecto de reformas que presentó el Poder Ejecutivo fue sometido a largas discusiones por los legisladores y dirigentes partidarios del peronismo, el Frente Renovador y también de la alianza Cambiemos. Natural. Ningún político puede ser experto en todos los temas, pero todos los políticos entienden de elecciones.

A muy poco andar, se descartó la parte de la propuesta que manifestaba lo que podría llamarse «el pensamiento PRO». Hubo acuerdo amplio en rechazar el voto optativo en las primarias; las PASO, como las elecciones generales, seguirán siendo obligatorias.

El resto de las reformas propuestas eran plausibles, aunque no demasiado importantes. No tocan el aspecto fundamental de cualquier reforma en serio: la financiación de la política. Que aquí y en EE.UU. es lo que importa. Dejando eso de lado, el debate permitió precisar los cambios que una mayoría de los legisladores encontraba necesario hacer al proyecto del Ejecutivo.

Exigir que en las pantallas de las máquinas aparezca la lista completa que se va a votar, en lugar de solamente los tres primeros candidatos (como dije en un posteo hace tiempo, era reemplazar la lista sábana por la lista capucha); que si el candidato a presidente elegía el candidato a vice después de ser nominado, tendría que ser entre los que hubieran participado en las PASO (nada de «tapados»); tratar de coordinar el previsto «cupo femenino» del 50% con la representación de las minorías… Puntos prácticos que el oficialismo podía aceptar, aparentemente.

Lo que Cambiemos se puso rígido -parece que por indicación expresa de Macri- era en imponer el «voto electrónico», es decir, que la boleta de papel que las máquinas imprimirían para que el votante la deposite en la urna llevase un chip. Que permitiría contar los votos en forma electrónica.

No hace falta repetir que los expertos, ya sea en informática o en legislación internacional comparada, afirman que el «voto electrónico» no ofrece garantías; que pone en riesgo el secreto del voto y que puede ser hackeado. Para más inri, diría un madrileño, en la conferencia internacional de seguridad informática Ekoparty, en Buenos Aires, se afirmó que “el lápiz y el papel” es el método más eficiente para garantizar la transparencia de una votación.

Tal vez el asunto no habría reunido una mayoría de los senadores peronistas (el cuerpo decisivo ahora es el Senad0). Después de todo, las denuncias de fraude son el consuelo de los perdedores. Los políticos con experiencia saben que el fraude se da cuando existe una desproporción grande entre el poder del que lo ejecuta y el que lo sufre. Como pasaba hace muchas décadas en Argentina, cuando el comisario podía decirle al paisano «Vos ya votaste. Rajá de acá» (No digo que eso hoy sea imposible, pero no en números suficientes para influir en una elección).

Pero la insistencia del oficialismo erizó a los legisladores peronistas. Además, las elecciones se acercan. Una muestra de eso, es que la firmeza del peronismo, y un principio de acuerdo en este tema con el massismo, provocó que Elisa Carrió denunciara que quieren hacerle fraude «como en el 2007» (Curiosamente, no mencionó el 2011, donde obtuvo algo menos del 2% de votos).

Con alguna experiencia en elecciones, quiero decirles que, con o sin chip, una fuerza política que disputa en serio el gobierno necesita fiscales que cuenten y defiendan sus votos en todas las mesas de la República. Si no los tiene, es que no está en condiciones de gobernar.

Como sea, este tema es importante. Y se ha convertido en un termómetro de la «temperatura» política. Permitirá medir si la presión, y las promesas que el gobierno nacional está ejerciendo sobre los gobernadores (vean la nota en Telam de mi amigo Del Corro sobre los antecedentes históricos) conseguirán cambiar la decisión del bloque en el Senado. Si el acuerdo con los del Frente Renovador frente a los avances más alevosos (en este tema) del Ejecutivo se mantendrá…

En suma, si ya se afirma la lógica de la campaña electoral del 2017. El que viva (sería hasta el jueves) lo verá.


Los correos de Hillary

octubre 29, 2016

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Leemos: «El FBI descubrió casi 14.900 documentos no revelados anteriormente vinculados al escándalo de los correos electrónicos de la candidata presidencial demócrata Hillary Clinton, y decidió reabrir la investigación. Los documentos fueron encontrados durante la investigación del FBI sobre el uso de Clinton de un servidor privado de correo electrónico mientras era secretaria de Estado (2009-2013).

La cifra supone casi un 50 por ciento más de los 30.000 documentos relacionados con el asunto que los abogados de Clinton entregaron al Departamento de Estado en 2014 (en los que el FBI había anunciado que no había encontrado indicaciones de otra cosa que negligencia).

El Departamento de Estado se ha comprometido a publicar los documentos y aseguró al juez federal James E. Boasberg, quien lleva el caso, que la agencia diplomática está «dando prioridad» a la revisión de los nuevos mensajes«.

Uno puede encontrar más detalles, en la prensa estadounidense. Según el New York Times, esos documentos aparecieron en medio de una investigación del FBI sobre mensajes de texto enviados a una adolescente de 15 años en Carolina del Norte por el ex congresista Anthony Weiner, ex esposo de Huma Abedin, mano derecha de la candidata (Stiuso no inventó nada, como ven).

Newsweek dice que la decisión del Director del F.B.I., James Correy, fue técnicamente correcta -porque esos documentos aún no están examinados y no se puede asegurar que no contienen material incriminatorio, pero «horriblemente mal manejada». Los medios estadounidenses «serios» tratan en general de minimizar el tema -después del impacto inicial- conforme a su posicionamiento previo.

Aún Russia Today, que da datos de las filtraciones en Wikileaks, se limita a citar a un asesor de los Clinton, que dice que Bill y Hillary se equivocan a veces pero mal en sus evaluaciones (Esto mostraría que no es cierto que Putin sea el jefe de campaña de Trump).

Mi opinión: sin los recursos del FBI, ni siquiera los del FSB, sólo puedo decir que el Partido Republicano y en general el sistema político estadounidense deben estar mal, si no han encontrado un candidato que le gane a alguien que muestra tantos blancos como Hillary. Pero me acuerdo que en Argentina hemos elegido al Mauricio… y me suena eso del Evangelio «la paja en el ojo del prójimo y no ves la viga en el propio«.

Como sea, uno piensa en Richard Nixon, el presidente norteamericano que fue obligado a renunciar por errores y desprolijidades parecidas -el espionaje Watergate no fue la causa, al final; fueron las grabaciones que él mismo había hecho de sus conversaciones privadas.


EE.UU. vs Rusia: No guerra, no paz

octubre 29, 2016

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Ayer leía dos noticias en páginas enfrentadas (apropiado) de Clarín:

La OTAN se moviliza ante la amenaza rusa y agita el fantasma de la Guerra Fría

La Alianza Atlántica anunció despliegues de soldados, artillería, tanques y cazabombarderos frente las fronteras rusas. Afirma que Mosú tiene allí unos 330.000 hombres.

Satan 2: el misil ruso capaz de destruir toda Francia

Rusia acaba de presentar el misil balístico intercontinental (ICBM) más poderoso del mundo, con una capacidad destructiva de 40 megatones, es decir, 2.000 veces la bomba de Hiroshima (15 kilotones).

Debe quedar claro que nada de esto es nuevo (salvo las fotos del Satán 2). Desde que el presidente Putin … estimulara la adhesión de Crimea y Sebastopol, antes en la jurisdicción de Ucrania, a la Federación Rusa en 2014 -o, como señalaría el compañero Vladimir, desde que manifestaciones y disturbios, el Euromaidán, estimulados por EE.UU., derrocaron al presidente ucraniano prorruso Víktor Yanukóvich en 2013- las condenas diplomáticas, sanciones económicas y maniobras militares se han sucedido unas a otras.

Pero es cierto que en los últimos tiempos han aumentado los gestos destinados a mostrar firmeza / amenaza (amenaza es lo de los otros; firmeza es de nosotros). Saber rattling, dicen los gringos. Ha llegado al punto que este mes, en ocasión de los gigantescos ejercicios de defensa civil en los que participan 40 millones de rusos, su Ministerio de Defensa denunció que «esquizofrénicos» en los EE.UU. alistan armas nucleares contra Rusia. Al final de este posteo, les subo un bonito, y alarmista, video donde se muestran esos ejercicios.

Por supuesto, todas las fuentes de noticias «alternativas» en Internet replican y aumentan estas alarmas, y describen siniestros planes guerreristas. Pero como lo han estado haciendo por décadas, no tienen mucha credibilidad… salvo entre quienes quieren creerles.

Igual, uno tiene que recordar que en la fábula del pastorcito mentiroso que gritaba «Lobo!», al final el lobo vino.

Justamente, hace pocos días el amigo Víctor Arreguine, que sigue con atención la información internacional, me preguntó que pensaba sobre el asunto. Esta es mi opinión:

«Hace ya 71 años que una guerra abierta entre EE.UU. y Rusia (en ese tiempo, la URSS), las únicas dos Grandes Potencias militares que en ese momento habían quedado en pie, es posible. Pero no se ha dado. El factor decisivo que la impidió es, en mi opinión, evidente: el poder destructivo de las armas nucleares ¿Por qué tendría que darse ahora esa guerra?
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A mí me parece que que es menos probable en este tiempo que en la mayoría de esos años. Porque todavía puede hablarse de «dos grandes potencias» si estamos hablando del stock de armas nucleares y su «delivery». Todavía. Pero en cuanto a todos los demás elementos decisivos: económicos, demográficos, dominio marítimo… Rusia es una Gran Potencia regional, pero fuera de su esfera de influencia directa, está muy, muy lejos de su viejo adversario. Los EE.UU. son una Gran Potencia global, con mucha ventaja sobre la segunda, China (salvo en demografía, claro) y muy lejos de todas las demás.
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¿Cuáles serían los escenarios geográficos en que se enfrentarían -por la primera vez en la historia- fuerzas rusas y estadounidenses, provocando, quizás, la escalada? Rusia puede hacer sentir su poder por sí sola, y lo hace, en Ucrania, el Cáucaso, Asia Central. Aliada con Irán y las fuerzas armadas sirias que responden a Assad, en el Medio Oriente. Ahí, para tener una chance de derrotarla, EE.UU. tendría que intervenir con tropas terrestres. Y no parece tener mucha vocación para eso, después de las lecciones de Vietnam y de Irak.
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El único lugar que garantiza, por razones de un equilibrio vital de poder, una reacción militar estadounidense de envergadura es el mismo desde 1917, cuando intervino en la Primera Guerra Mundial: Europa. Putin ahí ha extremado su habitual prudencial, inclusive en la esfera tradicional rusa: los países bálticos.
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Más allá de los escenarios en que se entretienen los estados mayores, la pregunta es ¿EE.UU. atacaría a Rusia con armas nucleares? La respuesta la di al principio: no lo hizo en 71 años. Ni en los momentos que Rusia parecía más débil que ahora.
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Es cierto que EE.UU. ha sido lo bastante imprudente o imprevisor como para echar a Rusia en brazos de China. El anciano Dr. Kissinger debe estar maldiciendo en arameo. Pero de ahí a ir a una guerra directa? ¿Y cual sería el objetivo?
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El cambio geopolítico más profundo de los últimos cinco años es que EE.UU. ya no depende del petróleo del Medio Oriente, gracias a la revolución del fracking. Menos motivos para ir a la guerra.
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Eso sí, esa pregunta clave ¿cuál sería el objetivo? se aplica también a la búsqueda de un arreglo estable en el tradicional polvorín del Medio Oriente ¿Porqué debería EE.UU. sacrificar su (incómoda) alianza con Arabia Saudita y con Israel? ¿A cambio de qué?
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Como dijo Jean Giraudoux, la guerra de Troya no sucederá. La paz tampoco«.
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Argentina Nuclear, 2016 – XXV: Brasil choca con los ecologistas

octubre 29, 2016

En estos capítulos de la saga se hace la historia del programa nuclear brasileño, y los caminos distintos del nuestro que tomó. Este en particular cuenta como el prejuicio anti nuclear de sus «ambientalistas» provoca desastres en la ecología de ese extenso país. Pensándolo bien, ahí hay una advertencia para nosotros. 

Tristeza nao tem fin

munduruku

Indios Munduruku del río Tapajós, en rebelión contra las represas que se les vienen encima y los dejarán sin medios ni lugar de vida.

Brasil, con las centrifugadoras que se autoabastecen de combustible enriquecido, tiene cierto margen para desobedecer al “Club Nuclear”, o al menos a sus cuatro miembros principales, sin que el estado de Río de Janeiro pierda la mitad de su capacidad de generación eléctrica.

Asociado con el 5° estado del “Club”, Francia, el presidente Luiz Lula da Silva en 2008 anunció la compra de cuatro submarinos de ataque Scorpene franceses de propulsión convencional (térmica y eléctrica), más un 5° con el casco alargado y preparado para recibir un motor nuclear de tipo PWR con uranio enriquecido al 20%. Esta PWR sería de desarrollo totalmente brasileño (según los vecinos), y su combustible saldría de alguna ampliación de Resende, por ahora abocada a surtir la demanda (no toda) de “las Angras”. Los motores atómicos submarinísticos suelen usar uranio de grado militar (93% o por ahí), dado que el espacio a bordo no sobra y conviene que todo sea muy potente y compacto. Pero Resende, por su tamaño, tardaría años en hacer un núcleo tan enriquecido, y mientras tanto, las Angras se quedarían sin combustible. Es mejor bancarse un motor atómico más grandote.

Las fechas de terminación de este 5° submarino se van corriendo: la última anunciada es 2023, y tiene tanta credibilidad como las anteriores que ya vencieron. Lo cierto es que Resende tiene el módulo suficiente como que Brasil pueda permitirse uranio de enriquecimiento medio, es decir 20%, para su Scorpene nuclear. Está en condiciones de decir a los yanquis: no nos pueden parar el submarino ni apagar la luz.

El problema es que no hace falta: se apaga igual. Brasil tiene sin duda la mejor red de distribución eléctrica de la región, y la número 10 del mundo: 100% de la población urbana y 97,5% de la población rural servidas. Pero también tiene un consumo pavoroso, por sus enormes industrias, sus vastas megalópolis costeras, y un déficit de generación crónico que sólo se curaría con un programa nucleoeléctrico de alrededor de 30 mil MW.

Pero plantear siquiera eso es un suicidio político, tras tanto escándalo y fracaso en el pasado de Angra 1 y 2, y otros asuntos. Ya conté por qué y cómo el átomo brasileño quedó maldito ante parte de la población, al menos para usos civiles. Y ni el propio Lula, el más querido de los presidentes brasileños, que de ecologista finoli no tiene un pelo, logró resucitarlo.

El otro recurso a mano para generar electricidad de base en Brasil es hacer estragos humanitarios, etnológicos, sociales, ecológicos y jurídicos en sus inmensos ríos. Para mal de la población ribereña.

En la historia del Programa Nuclear Brasileño desde fines de los ’60 no hay sólo malas decisiones, sino también mala suerte y mucha confusión política de la población, con final de tragedia griega que acaba de pagar el gobierno del PT.

Angra 1, decidida en 1971 y firmada en 1972, tuvo la desgracia de entrar en línea tarde, renga y el mismo año en que estalló la central soviética de Chernobyl. Se ganó su apodo entomológico de “A Vagalume” mientras en la URSS sucedía el primer accidente nuclear “INES 7” de la historia, y en Río de Janeiro se fundaba el Partido Verde. Todo junto.

En sus inicios, el PV era un inocuo rejunte de artistas y psicólogos progres, pero se enraizó rápidamente en varias corrientes de raíz distinta y más profunda, que tratan de corregir las injusticias más brutales del Brasil: el Movimiento de los Sin Tierra, el mucho más disperso y despolitizado de las etnias amazónicas acorraladas y masacradas por ganaderos, madereras, mineros y constructoras de represas, y el “boom” de los partidos evangélicos entre la creciente población urbana “favelada”, hoy un compacto poderoso.

Lo que logró la línea fundacional carioca del Partido Verde –y sin Chernobyl le habría sido más difícil- fue imprimirle su antinuclearismo tilingo a toda esta gente tan distinta, tan humilde, y tan desencontrada en intereses económicos y visiones culturales. Contra el antinuclearismo difuso en la sociedad no pudo luchar siquiera Lula, pese a comandar un partido obrero, urbano y con un ideario industrial y tecnológico.

Las represas “buenas” por definición son las de ríos de montaña o serranía: alta pendiente implica mucha potencia hidroeléctrica, y altas orillas de piedra suponen lago chico en área, con buena capacidad de almacenamiento para gastar en años secos, y un impacto de inundación de vecinos muy manejable.

Un caso interesante: Itaipú, con 14.000 MW instalados, cuya producción eléctrica DIARIA equivale al consumo ANUAL de Argentina en 2008. Como el Paraná pese a su estiaje es bastante caudaloso a año completo (factor de carga del 51%,), Itaipú equivale a 8 centrales nucleares de 1000 MW cada una, nuevecitas y con un factor de disponibilidad del 90%.

Hay un lado oscuro. Los sobrecostos fueron del 240% sobre lo estimado: oficialmente, fueron U$ 36.000 millones. Con eso, hoy uno se compra 9 centrales nucleares como las que quería Geisel. Las centrales binacionales a veces arman lío: a pedido del Paraguay, el economista estadounidense Jeffrey Sachs investigó y dice que con los préstamos que el país guaraní recibió de Brasil, hay U$ 24.000 millones más de costos financieros que se terminarán pagando en 2023. Si esto fuera cierto, “la boleta total” de Itaipú cerraría en U$ 60.000 millones. Pero como el comprador del 97,5% de la electricidad es Brasil y Paraguay estuvo vendiendo su 50% “a precio reventado”, en 2012  –siempre según Sachs- Brasil le debía U$ 5000 millones a Paraguay.

Atif Ansar y Bent Flyvberg, respectivamente profesores de Gobierno y de Manejo de Grandes Programas en la Universidad de Oxford, creen que en realidad Itaipú salió tan cara que no va a pagarse jamás. Probablemente eso es una pavada, pero es cierto que la escala de los megaproyectos hidro resulta proporcional a la opacidad de sus costos y el alcance de sus “externalidades”, nombre técnico para “los costos que pagan los giles”.

Más lados oscuros de Itaipú en esa línea. El lago es enorme: 1400 km2, y desalojó cultivadores brasileños de soja que, ante la insuficiencia de las compensaciones, tuvieron que comprar hectáreas más baratas en Paraguay, transformándose en “brasiguayos”, como se los llama. Datos de impacto humano de Paraguay, indisponibles, según usos y costumbres, pero el total de familias desplazadas en ambas orillas fue de 10.000, y el de individuos, 59.000. Los Ava-Guaraníes y mestizos del lado paraguayo terminaron amontonados a culatazos en reservas inviables y conflictivas, mientras los medios elogiaban la obra y los ecologistas se preocupaban por los yaguaretés.

Y ojo, Itaupú es una presa “buena”, la última de varias decenas de cierres de un tramo en que el Paraná tiene 200 metros de pendiente y un cauce emparedado entre dos potentes orillas de granito. Ojalá tuviéramos algo así nosotros. Pero no es el caso, y hace tiempo que Brasil agotó todos los enclaves geográficos comparables.

Los que le quedan se dividen en malos y peores. La represa más controvertida, Belo Monte, sobre el Xingú, entró en operaciones a principios de este año, pese a la movilización masiva de las tribus Kayapó, Munduruku y otras. Los caciques que no fueron comprados con televisores y camionetas saben que tras Belo Monte se vienen 60 represas más en la cuenca amazónica, a construirse en las dos próximas décadas sobre el Tapajós, el Teles-Pires, el Araguaia-Tocantins, y sigue la lista.

Los problemas de estos emprendimientos son inherentes a la geografía. Toda la cuenca amazónica, en su mayor parte una planicie, funciona con dos estaciones casi independientes de la lluvia local: la inundada y la seca. En la primera, que va de diciembre a abril, toda la red de grandes ríos, de tributarios y de arroyos tiene 7 metros extra de profundidad, por la mayor correntada que baja desde los Andes. Hasta el 17% de la selva (el “Igapó”) queda entonces 3 o 4 meses bajo agua por el desmadre hídrico general.

En revancha, durante la estación seca, de mayo a diciembre, todos los ríos bajan 7 metros y en muchos de ellos se puede caminar por el fondo, y hasta crece el pasto. Y esto sucede aunque llueva diariamente, con esas lluvias de ciclo cerrado generadas por la evapotranspiración de la formidable masa vegetal, tal vez la única del mundo tan ingente como “para regarse a sí misma”. En la seca fluvial, las precipitaciones apenas bajan un 10% promedio sobre una media anual de 4000 milímetros. Es una seca muy mojada, pero la mojadura no mueve el amperímetro.

Es extraño, como todo en el Amazonas: llueva o no llueva, en la seca los ríos quedan reducidos a su mínima expresión. Esto obliga a que cada gran represa cuente con varias represas tributarias construidas aguas arriba, que les sirvan de reservorio. De otro modo, en la seca dejarían las turbinas fuera de régimen y la red eléctrica en “brown-out”.

Las etnias ribereñas hasta hace poco eran alimentariamente autónomas: vivían sobre ríos corrientes y biológicamente vivos, no sobre cadenas de lagos de agua estancada, eutroficada por excesos fotosíntesis, podrida de algas en descomposición y con poca pesca.

Cuando los ríos tropicales son subdivididos como ristras de chorizos en cadenas de lagos de escasa corriente y alta temperatura, a lo sumo sobreviven los peces no migratorios o capaces de arreglárselas en los primeros metros de profundidad (el epilimnio), donde el contenido de oxígeno disuelto del agua la vuelve “respirable” para todo ser con branquias. Pero el agua de fondo, o hipolimnio, es técnicamente una “zona muerta”, sin oxígeno.

Por lo demás, en los embalses de llanura los lagos hidroeléctricos se vuelven gigantescos en superficie, porque la chatura del paisaje no demarca orillas. Y esto significa que los lugareños no sólo pierden la pesca –su fuente de proteínas y medio de vida- sino también sus aldeas. Se vuelven IDPs, “Internally Displaced Persons”, eufemismo gringo de parias.

En suma, el antinuclearismo de “las minorías intensas” y la acuciante falta de electricidad condenaron a la desaparición al sector menos organizado y peor representado y defendido de la democracia brasileña: los indios. Alguien tenía que joderse.

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Los ríos amazónicos en la época inundada son navegables, y en la seca, caminables.


Música para el fin de semana – Nothing But Thieves

octubre 28, 2016

El rock fue la música global por más de 60 años. ¿Fue? No sé. Tampoco tengo idea como me llegó este grupo inglés; no tengo onda con el «rock alternativo». Pero es como que vale la pena escucharlos.


La segunda guerra de Clarín

octubre 28, 2016

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En un momento que las fuerzas políticas ya empiezan a encarar las batallas electorales del año que viene -ver aquí y aquí, por ejemplo- con estrategias ya anticipadas en este blog (y en otros sitios), conviene echar un vistazo al Partido Mediático.

La frase es una alusión al viejo «partido militar», pero quiero ser preciso. No corresponde englobar a Clarín con La Nación, aunque en estos años hayan sido aliados, con Página 12, en postura enfrentada, o con el vérsatil Ámbito. El diario que fundó Roberto Noble es la herramienta comunicacional y política de un grupo económico de nuestro país. Muy importante, entre los de origen nacional; algo menos, si se toman en cuenta los transnacionales.

El hecho es que Clarín es un actor político clave, con una estrategia propia. Y está en medio de una reestructuración, que -algo menos conocido- provoca «sordos ruidos». Y no está claro si será exitosa. Quiero compartir con ustedes una nota que subió hace tres semanas a su blog Martín Becerra, uno de los que más conoce de medios entre nosotros. Allí se anticipa, y juzga con alguna dureza, la transformación del diario que iba a empezar el 20 de octubre.

Ya habrán visto la nueva cara de Clarín (salvo los K de corazón puro, que no lo leen jamás). Se me ocurre entonces que eso permitirá evaluar mejor este artículo. Ahora no tengo tiempo, pero les prometo seguir con el tema.

Tras el anuncio de escisión en el grupo Clarín (ver “Separarse para expandirse” y “La posguerra tan ansiada“) se produce un temblor en el diario Clarín. Su público verá una de sus manifestaciones en menos de dos semanas. ¿La fecha? el 20 de octubre.

Ese día el diario Clarín saldrá con nuevo diseño, que no es sólo gráfico sino conceptual. Esto explica una parte de la sorpresa y el malestar que hoy se respira en la redacción de calle Tacuarí 1846. ¿Qué cambia? Varias cuestiones:

La conducción del diario (los “Ricardos” Kirschbaum y Roa) piensa en un destinatario ABC1 como eje de las modificaciones. Su hipótesis es que el diario papel generalista está acabado y en consecuencia que el futuro del diario papel está en el nicho del segmento sociocultural y económico situado en el vértice de la pirámide social.

Que Kirschbaum & Roa sean los mentores del rediseño y dejen afuera a la flamante e hipermasculina “Mesa Central” ya es sugestivo, por estar ambos formados y comprometidos con (y ser productos de) la etapa del desarrollo de empresas periodísticas que ahora definen como acabada.

La “gestión del cambio”, un mantra de la literatura empresarial, es cuanto menos precaria en este caso donde la improvisación y la desatención de variables esenciales del “cambio” son manifiestas. Por ejemplo, la “Mesa Central” de la redacción fue anunciada un domingo (14/8) y a los pocos días su integración variaría, ya que a uno de sus integrantes lo echaron del diario (!). La articulación de esa “Mesa Central” es compleja, la vieja guardia colocó algunos allegados como estrategia de control y quienes hasta hace poco trabajaban en otros medios y fueron contratados por Clarín con promesa de protagonismo tienen limitaciones para intervenir en el proceso en curso.

Con el nuevo rediseño del diario Clarín (que el 16/10 Kirschbaum narró acá) desaparecen los suplementos Sí!, Mujer y Ollas y Sartenes. La sección “Medios” que salía los viernes deja de publicarse. En tanto, iEco sufre un cambio de piel.

La conducción del diario decidió también crear una sección que podría llamarse “Vamos” y que absorbería parte de Sociedad y Espectáculos con un estilo descontracturado que toma como ejemplo al suplemento “Sábado” de La Nación (pero sería diaria). El malestar en la redacción se sublima con humor: la nueva y aún nonata sección “Vamos” ya fue rebautizada como “¿Adónde vamos?” (o “¿adónde carajo vamos?”). (Nota de Abel: finalmente fue Spot)

El cierre de suplementos que, paradójicamente, bien podrían sostener la aspiración de interpelar desde el papel al segmento ABC1 se complementa con el ajuste en la extensión de la propuesta cultural, Ñ (acaban de sacarle cuatro páginas). Este suplemento/semanario a su vez tendrá que lidiar con la superposición temática que la conducción del diario prevé con “Vamos”.

Además se incorpora Ignacio Zuleta (ex Ámbito Financiero) como columnista dominical con un panorama de rosca política. Este es otro síntoma de falta de timing, porque el periodismo de rosca política es de nicho, para “gente como uno”, es decir, sobrepolitizada, lo que aumenta la autorreferencialidad y el riesgo de endogamia que es uno de los factores que influyen en la llamada “crisis del periodismo” y que provocan mayor desinterés en sus producciones. Lo extraño es que Clarín, el diario más vendido en la Argentina y uno de los más grandes de América Latina, se ampute la representación policlasista que signó buena parte de su historia. Pero como dice Marcos Mundstock de Les Luthiers, “allá ellos”.

Otra novedad: los domingos Osvaldo Pepe, quien hace dos meses estaba de salida, tendrá a su cargo la publicación de una entrevista larga, al estilo de las que hace Jorge Fontevecchia en Perfil.

En el medio del rediseño, en el diario Clarín hay una oferta de “retiros voluntarios” que suma incertidumbre y malestar en la redacción y está relacionada con el proceso de ajuste en el grupo al escindirse entre sus unidades de medios, productoras de contenidos (Grupo Clarín) y las de transporte y distribución de datos y señales (Cablevisión Holding). Los “retiros voluntarios” se desarrollan con dosis menores de despidos directos.

¿Cuál es el tamaño de redacción pretendido por el plan de “retiros voluntarios” de Clarín? ¿Depende de ese plan la prolongación de la jefatura bifronte Kirschbaum/Roa? ¿El número pretendido de “retiros voluntarios” influirá en el anunciado relevo del viejo generalato que condujo el “periodismo de guerra” que ejerció la empresa entre 2008 y fines de 2015 (coincidente con casi completos los dos mandatos de Cristina Fernández de Kirchner como presidenta, en respuesta al enfrentamiento también alentado desde el gobierno)?

En fin, tormentoso presente el de Clarín, con una reorganización corporativa, un rediseño conceptual y un ajuste de su redacción en simultáneo. Como dice Christian Schwarz, sería interesante saber qué consultora asesora en la reestructuración organizativa y periodística. Hoy hay editores a cargo de nuevas secciones sin redactores a cargo, incertidumbre sobre la continuidad laboral, jefes sin mando y mandos cuyas jefaturas se suponían, en la redacción, agotadas.

Tras esas referencias sobre los cambios que atraviesa y presentará en público el diario Clarín el 16/10, mi opinión general en este video:


Trump y el populismo – 2da. parte

octubre 27, 2016

 

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Dentro de doce días, el martes 8, serán las elecciones en EE.UU. Las temores de todos los políticamente correctos sobre el resultado han disminuido bastante. Este blog -que desde hace un año mantiene la razonable convicción que la próxima Presidente yanqui será Hillary Clinton- advierte que los «muertos se cuentan fríos». O como dicen en mi barrio, a Seguro se lo llevaron preso.

Al margen de eso, quiero acercarles la segunda y última parte del artículo de Michael Kazin que empezó aquí. El profesor Kazin es un miembro de esa élite intelectual, liberal y cosmopolita, que el populismo yanqui, de cualquier vertiente, odia. Por su lado, él no puede ocultar -ni quiere, creo- el aire de superioridad con que los analiza. Pero es lo bastante inteligente para entender sus motivos, y su rol en una democracia (Recomiento leer, especialmente, los últimos párrafos).

Dejo programado este posteo y estaré alejado del blog hasta el mediodía de mañana. Tendrán tiempo, si quieren, de leer todo el artículo. Dice cosas importantes de la política norteamericana, y también de la de todas partes. Son urgencias y discursos que aparecen en todas las sociedades modernas.

«Los populistas estadounidenses tienden a concentrar la mayoría de su atención en políticas domésticas. Pero las políticas extranjeras también son un objetivo.

Trump, por ejemplo, ha condenado alianzas internacionales tales como NATO, pero anteriores líderes populistas de «izquierda» y «derecha» se han preocupado a causa de las ‘nefastas‘ influencias extranjeras sobre el país. En su plataforma de 1892, por ejemplo, el ‘Partido del Pueblo’ advirtió de la existencia de una “vasta conspiración en contra de la humanidad” a favor del patrón oro, que había “sido organizada en dos continentes” y estaba “rápidamente tomando posesión del mundo”.

De las dos tradiciones, sin embargo, los populistas de la nacionalista racial han sido siempre los más hostiles acerca de los enfrentamientos internacionales. A mediados de los años ’30, el padre Charles Coughlin, “el cura de la radio”, incitó a su enorme audiencia a derrotar la ratificación del tratado firmado por el presidente Franklin Roosevelt, que le permitiría a USA participar en la Corte Internacional de Justicia, de La Haya. Ese tribunal, acusó Coughlin, era una herramienta de los mismos “banqueros internacionales” que habían supuestamente arrastrado a la nación a la matanza de la 1ra. Guerra Mundial. El torrente de miedo que provocó Coughlin acobardó a suficientes senadores como para negarle a Roosevelt la mayoría de dos tercios que necesitaba.

En 1940, el Comité América Primero (America First Committee), un grupo de presión, difundió una advertencia similar en contra de la intervención de USA en la 2da. Guerra Mundial. El grupo contaba con unos 800.000 miembros y mantuvo unida a una amplia coalición: empresarios conservadores, algunos socialistas, una agrupación de estudiantes que incluía al futuro escritor Gore Vidal (para entonces en la escuela secundaria) y el futuro presidente estadounidense Gerald Ford (para entonces en la Escuela de Derecho de Yale). También disfrutaba del apoyo de un gran número de prominentes ciudadanos: desde Walt Disney al arquitecto Frank Lloyd Wright, entre ellos.

Pero el 11 de septiembre de 1941, su vocero más famoso, el celebrado aviador Charles Lindbergh, llevó un paso muy adelante el mensaje anti guerra y anti elitista. “Los tres grupos más importantes que han presionado a este país hacia la guerra son los británicos, los judíos, y la administración Roosevelt”, acusó en un discurso nacional. “El mayor peligro que enfrenta este país está en el gran capital, en nuestras películas, nuestra prensa, nuestra radio y nuestro gobierno”.

Para entonces, la conquista de la mayor parte de Europa por parte de Adolfo Hitler había puesta a USA a la defensiva; las difamaciones antisemitas de Lindbergh aceleraron el final del America First Committee. El grupo rápidamente se disolvió después del ataque japonés a Pearl Harbor, 3 meses después.

En las recientes décadas, sin embargo, muchas figuras prominentes de los populistas de derecha han revivido la marca retórica del America First, aunque la mayoría evita el anti-semitismo. A principios de los años ’90, Pat Robertson, fundador de la Coalición Cristiana (un grupo de presión de los cristianos conservadores, influyente en el Partido Republicano), advirtió una oscura conspiración global que amenazaba la soberanía de USA. “Los mundialistas del dinero”, advirtió él, “han financiado a los mundialistas del Kremlin”.

Un par de años después, el comentador político conservador Pat Buchanan propuso construir un “muro marino” para evitar que los inmigrantes «se metieran a través de nuestra frontera sur». En el año 2003, él acuso a los neoconservadores de planificar la invasión estadounidense a Iraq para construir “un Nuevo Orden Mundial”. Este año (2016), Buchanan ha defendido la reputación del America First Committee y apoyó la carrera presidencial de Trump. Por su parte, el candidato prometió, en un gran pronunciamiento en abril: «America First será el tema principal y primordial de mi administración». Incluso ha llevado a multitudes a vociferar el eslogan, mientras fingía indiferencia sobre su origen oscuro.

¿Nosotros el pueblo?

Aunque el auge de Trump ha demostrado la vigencia de un nacionalismo racial en el populismo estadounidense, a su campaña proselitista le falta un elemento crucial: una descripción relativamente coherente y emocionalmente conmovedora de “el pueblo” a quienes Trump dice representar.

Ésta es una reciente ausencia en la historia del populismo estadounidense. El ‘Partido del Pueblo’ y sus aliados aplaudían la superioridad moral de “las clases productivas”, quienes “crearon todas las riquezas” con sus músculos y cerebros. Su virtuosa mayoría incluía a obreros industriales, pequeños granjeros, y profesionales altruistas tales como profesores y médicos. Para los prohibicionistas que respaldaron al KKK, “el pueblo» eran los cristianos evangélicos blancos abstemios quienes tenían la fortaleza espiritual para proteger a sus familias y su nación del azote del “tráfico de licor”.

Conservadores como el senador Barry Goldwater y el presidente Ronald Reagan afirmaron que estaban hablando en nombre de los que “pagaban los impuestos”; una versión actualizada de los “productores” de antaño.

En su campaña presidencial de 1968, el candidato del 3er. partido, George Wallace, incluso describió a la gente que él afirmaba representar, nombrando sus ocupaciones: “El conductor de ómnibus, de camión, la peluquera, el bombero, el policía y el obrero de la metalurgia, el plomero y el obrero de la comunicación, y el de petroleras y el pequeño empresario”.

Mientras promete “hacer a USA grande otra vez”, Trump solo ofreció, sin embargo, vagos y nostálgicos clichés sobre quiénes son los estadounidenses que lo ayudarán a cumplir tan extraordinaria tarea. Sus discursos y página-web de campaña emplean, en forma reiterada, términos tales como “familias trabajadoras”, “nuestra clase media” y, por supuesto, “el pueblo americano”; un crudo contraste respecto de la precisión de sus ataques, ya sea hacia los mexicanos, los musulmanes o sus rivales políticos.

En defensa de Trump, reconozcamos que se ha vuelto cada vez más difícil para los populistas -o cualquier otro tipo de político estadounidense- el definir en forma más precisa o evocativa una mayoría virtuosa. Desde los años ’60, USA se han vuelto una nación cada vez más multicultural. Nadie que seriamente quiere llegar a Presidente puede permitirse hablar de “el pueblo” en una forma que excluya a todos los que no son blancos y cristianos.

Incluso Trump, en los más recientes meses de su campaña, ha tratado de acercarse, en una limitada y, de alguna forma, rara manera, a los afroamericanos y latinos ciudadanos estadounidenses. Mientras tanto, el grupo que los populistas de la tradición nacionalista racial históricamente alabaron como el corazón y alma estadounidense -la clase obrera blanca- se ha vuelto una minoría cada vez más pequeña.

Hasta ahora, los populistas progresistas también han fallado en resolver este desafío retórico. Sanders hizo una increíble campaña para la nominación democrática este año. Pero, al igual que Trump, él fue mucho más claro acerca de cuál era la élite que despreciaba -en su caso, “la clase multimillonaria”- que aquella a la que le dirigiría su autoproclamada revolución. Tal vez un candidato quien obtiene su más ferviente apoyo de los jóvenes estadounidenses de todas las clases y razas no podría haber definido su “pueblo” de forma más precisa, incluso de haberlo querido.

En el pasado, los conceptos más robustos de la base populista los ayudaba a construir una coalición duradera; una que podía gobernar, no solo hacer campaña. Al invocar identidades que los votantes aceptaran –“productores”, “obreros blancos”, “estadounidenses cristianos”, o “la mayoría silenciosa” del presidente Richard Nixon- los populistas los despertaron para votar por su partido, no solamente en contra de las alternativas ofrecidas.

Ni los demócratas ni los republicanos han sido capaces de formular esa apelación hoy en día, y esta falla es tanto una causa como un efecto del disgusto público hacia ambos grandes partidos. Puede que sea imposible llegar con una definición creíble de “el pueblo” que movilice la vertiginosa pluralidad de clases, géneros e identidades étnicas que coexisten, generalmente con roces, en USA hoy en día. Pero los populistas ambiciosos probablemente no dejarán de tratar de inventar una.

Jugar con miedo

Trump luchará para quedarse con la Casa Blanca. A pesar de la manifiesta debilidad de Hillary Clinton, la candidata demócrata -que padece una falta de credibilidad pública y un raro estilo de diálogo- su oponente se ha ganado la reputación de lanzar arengas viciosas contra las minorías e individuos, en lugar de una conducta propia de un hombre de Estado o de un formulador de políticas creativas.

En la mayor parte de su campaña, su eslogan bien pudo haber prometido “hagan a USA odiosa otra vez”. Tal negatividad rara vez ha sido una sólida estrategia para ganar la Presidencia en una nación donde la mayoría de las personas se enorgullecen de sí mismas, tal vez ingenuamente, por su optimismo y su aptitud receptiva. Y un abierto nacionalismo racial ya no es aceptable en una campaña nacional.

Igual, sería tonto ignorar las ansiedades y enojos de aquellos que han acudido a Trump con una pasión que no han mostrado por ningún otro candidato presidencial en décadas.

De acuerdo a un reciente estudio del científico político Justin Gest, el 65% de los estadounidenses blancos -2/5 de la población- estaría dispuesto a votar por un partido que“detenga la inmigración en masa, provea trabajos a sus ciudadanos, preserve la herencia cristiana de USA y detenga la amenaza del Islam”.

Estos hombres y mujeres creen que la mayoría de los políticos ignoran esto, y se sienten abandonados por una masiva cultura que valora al adinerado, lo cosmopolita y lo racialmente diverso. Ellos representan casi el mismo porcentaje de electores que se asegura el Frente Nacional en Francia; y apenas 10% menos que los británicos que votaron por el Brexit.

Mientras ninguno de los dos partidos principales encaren de una forma seria y empática a limitar la inmigración indocumentada y prometan un empleo seguro con un salario decente -seguramente quedarán expuestos a políticos que lo hacen, sin importar cuán mal informado puede ser él o ella.

Si él pierde, Trump puede que nunca más pelee un puesto político otra vez. La tradición del populismo que él ha explotado, sin embargo, perdurará.

Un mal necesario

En su mejor momento, el populismo ofrece un lenguaje que puede fortalecer la democracia, no ponerla en peligro.

El ‘Partido del Pueblo’ ayudó a marcar el comienzo de muchas reformas progresistas, tal como el impuesto sobre los ingresos y la regulación a las corporaciones, que hicieron de USA una sociedad más humana en el siglo XX.

Los demócratas, cómodos en el uso de apelaciones populistas, desde Bryan a FDR, hicieron mucho para crear el orden capitalista bilateral que, a pesar de sus fallas, pocos estadounidenses contemporáneos quieren desmantelar. Incluso algunos oradores populistas que se sublevan en contra de los inmigrantes, generaron el apoyo para las leyes, tales como la jornada laboral de 8 horas, que, al fin y al cabo, ayudó a todos los que ganaban un sueldo en el país, sin importar su lugar de nacimiento.

El populismo ha tenido un pasado ambiguo. Racistas y posibles autoritarios han explotado este recurso, tal como lo han hecho otros enemigos más tolerantes de la plutocracia. Pero los estadounidenses no han encontrado una forma más eficaz de demandar a sus élites políticas que cumplan con los ideales de igualdad de oportunidades y regla democrática que prometen cumplir durante sus campañas democráticas.

El populismo puede ser peligroso, pero también puede ser necesario. Tal como el historiador C. Van Woodward escribió en 1959 en respuesta a los intelectuales que desprestigiaban al populismo, “Uno debe esperar que ocurran futuras agitaciones para denunciar el poder y el privilegio; y garantizar la terapia periódica de la democracia estadounidense«.


Un homenaje no convencional a Néstor Kirchner

octubre 27, 2016

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Hoy, a seis años de su muerte, hay muchos homenajes, diversos. En el blog he hablado bastante de él -no siempre bien, es cierto, pero eso es también un reconocimiento a alguien que deja una huella perdurable en nuestra historia. Hay una expresión fácil que, curiosamente, casi no se ha usado «el peronismo del siglo XXI«. Bueno, del siglo XXI ya transcurrió una sexta parte, y el peronismo «realmente existente» en estos años ha sido -guste o no guste- el de Néstor. Y Cristina, porque, fueron una pareja en la tradición política peruca, si las hay.

Como sea, prefiero no repetirme. Y los homenajes convencionales tampoco me gustan mucho. Así que voy a subir un informe estadístico del Centro de Economía Política Argentina, sobre servicios de deuda y presupuestos nacionales, que sólo lo menciona una vez. Casi todo son números y porcentajes (es breve, eso sí). No sería necesario publicarlo -ya lo hace Artemio aquí– pero quiero que puedan acceder al informe completo, con gráficos -cliquear aquí. Y les acerco un fragmento, porque me parece que la actitud ante el endeudamiento externo es una de las cosas que lo ponen a Néstor aparte de la tradición política argentina. Y de muchos gobernantes peronistas también.

Porque, seamos francos, endeudarse en moneda extranjera no sólo es el mecanismo de control hegemónico en el sistema global y blabla. También, es muy fácil, para el que gobierna, ya sea nación, provincia o municipio. No tendrá que pagarla de su bolsillo.

Entonces, es bueno que homenajeemos a alguien que tenía prejuicios contra el endeudamiento externo. Son tan raros… El gobierno actual no los tiene, por supuesto, y eso dejará un problema serio para el que viene. Pero no será más grave que el que enfrentó N. K. cuando él asumió.

«...Resulta interesante analizar la relación de los servicios de deuda sobre los recursos y gastos del presupuesto.

La incidencia de los Servicios de Deuda sobre los Gastos Totales ascendía a 21,56% en el presupuesto del año 2001, se redujo a 13,23 en 2002 para volver a incrementarse en 2003 a 22,63%. Ya en el presupuesto del año 2004, primero elaborado por la gestión de Néstor Kirchner (aprobado por el Congreso a fines de 2003), los Servicios de Deuda representaron 11,55% de los Gastos Totales presupuestados.

De allí en adelante la curva que se visualiza es descendente. En efecto, el promedio del peso de los Servicios de Deuda en el Gasto Total de los presupuestos de 2004 a 2016 (aprobados entre 2003 y 2015) es de 10,09%. Un análisis similar puede extraerse de la relación Servicios de Deuda/Recursos Totales y de Servicios de Deuda/Ingresos Tributarios.

En los tres casos se marca un contraste en el proyecto de presupuesto del año 2017, elevado recientemente por el Poder Ejecutivo al Congreso Nacional. Para 2017 los Servicios de Deuda se incrementan un 137% respecto del presupuesto 2016 aprobado por el Congreso (aunque respecto del crédito vigente para 2016 a raíz de las ampliaciones dispuestas por el actual Jefe de Gabinete de Ministros como resultado de los nuevos compromisos asumidos, el incremento es de 21,61%), mientras que los Gastos Totales lo hacen 50,5%, Recursos Totales 27,9% e Ingresos Tributarios 22,7%. En este sentido, la incidencia de los servicios de deuda sobre el Gasto Total presupuestado para 2017 alcanzará el 10,48 (incrementándose 58% respecto de lo presupuestado para 2016). En efecto, un total de 143 mil millones de pesos es el monto en términos absolutos de aumento de los Servicios de Deuda en 2017, que representa 3,84 puntos porcentuales adicionales del Gasto. Es una cifra que ya no podrá destinarse a educación, salud o a inversión en ciencia y técnica, dado que tendrá que dirigirse al pago de Servicios de Deuda.

Adicionalmente, el peso de los Servicios de Deuda sobre Recursos Totales casi duplica al año 2016 (un aumento de 85,89%), al igual que la relación Servicios de Deuda/Ingresos Totales, la cual crece 93,9% entre 2016 y 2017.

Es dable advertir que a raíz de las numerosas emisiones de deuda que vienen llevando adelante las actuales autoridades, el gasto en Servicios de Deuda para este 2016 se amplió hasta el momento a 203 mil millones de pesos, es decir, un aumento del 95% de lo presupuestado originalmente.

No puede dejar de señalarse que 83 mil millones de pesos de los casi 248 mil millones que se pretenden destinar a Servicios de deuda en 2017 obedecen a las emisiones de deuda realizadas a partir del 10 de diciembre de 2015 y representa un incremento del 50% sobre los servicios de deuda que hubiesen correspondido abonar de no verse incrementado el endeudamiento en títulos públicos.

De no ser por las nuevas emisiones de títulos públicos, los Servicios de Deuda hubieran representado en 2017 un 6,95% de los Gastos Totales, considerando el nivel de gasto total propuesto por el Poder Ejecutivo para 2017. Es decir, se hubiera mantenido la tendencia declinante del peso de los servicios de deuda sobre las erogaciones del Tesoro nacional, permitiendo atender otros gastos«.


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