Repasando las entradas recientes del blog, me doy cuenta que he divagado por temas que encuentro interesantes, pero creo que ahora corresponde que vuelva a aclarar dónde creo que estamos parados (Las dos últimas han sido un intento de aclarar en lenguaje común algunas discusiones económicas, pero leyendo los comentarios veo que es difícil separarlas de la discusión política. Por suerte, el blog de los tres chiflados ha subido recién dos posts que explican en forma muy clara para los que no tienen cabeza para los números el debate económico clave: éste y éste. Léanlos).
Pero, como les dije, trataré de describir la realidad política argentina como la veo. Para ayudarme a mí mismo para entenderla, en primer lugar. El elemento ordenador es – muchos lo han dicho – las elecciones del 2011. Este año, en un proceso que se prolongará, quizás, hasta marzo del próximo, es el de la selección de los competidores.
Por el oficialismo, está claro quien está en campaña: Néstor Kirchner (El 4 de mayo dará otro paso en esa dirección). Puede ser, por supuesto, que, enfrentado a inconvenientes insuperables (encuestas deprimentes, por ejemplo), termine eligiendo a otro. Pero no será en esta etapa.
Por el no peronismo – UCR, Coalición Cívica, socialismo, PRO, Proyecto Sur, … – el abanico está abierto. Carece de mecanismos para una selección definitiva (Las internas de los diferentes partidos, si se esperara a que se realicen, no definirían un candidato ùnico. Internas abiertas como las que decidieron entre De la Rúa y Fernández Meijide, o entre Bordón y Chacho … no están en las cartas). Pero sería un error creer que la foto que tomó este mes Julio Aurelio – muy similar, por otra parte, a la que encuentra Artemio López – sea el marco definitivo. Precisamente, la naturaleza de la etapa que vivimos es la de la decantación. Probablemente entre fines de año y marzo del 2011 – nunca antes del Mundial de fútbol – quedará claro cuáles figuras tendrán el respaldo mínimo necesario en los sectores de la sociedad que aspiran a representar.
Y, acompañando ese mismo proceso, se formarán las coaliciones de intereses – para simplificar, llamémosles a todos empresariales – que tratarán de imponer determinadas políticas económicas apoyando a esos candidatos (No debe distraernos la habitual costumbre de las grandes empresas argentinas de donar a todos los candidatos con chance, especialmente los oficialistas. Siempre hay uno que prefieren y apoyan; incluyendo, claro, el oficialista).
Un elemento – muy importante – que hoy está en duda es si el peronismo que no aguanta a Kirchner – un sector numeroso y heterógeneo – logrará instalar un candidato propio en la disputa (Si son varios, sus chances disminuyen dramáticamente). Ya sea para la interna partidaria obligatoria que se daría en agosto del 2011, o para un esquema similar al del 2003. Mi opinión es que sí, guiándome por la dinámica que uno ha visto en otros tiempos, pero gente con mucha experiencia en el Movimiento no está de acuerdo. Todos concordamos que un factor decisivo será la lectura que hagan los dirigentes territoriales del peronismo – gobernadores, intendentes de los municipios más grandes – de las encuestas, las que ellos mismos encarguen, empezado el 2011 sobre las figuras instaladas en este 2010. No es muy doctrinario, pero…
Varias veces he apuntado en este blog la necesidad que tienen todos los candidatos, de todos los partidos, que el hombre o mujer que encabeza sus boletas, el candidato a Presidente, les traccione votos. Eso vale desde Jujuy a Tierra del Fuego, y es lo que hace que Pino Solanas, un razonable candidato a Jefe de Gobierno en la Capital, sea postulado por muchos políticos en todo el país como candidato presidencial de un frente de izquierda sin posibilidades de triunfo. Por su lado, la dirigencia peronista quiere ganar la competencia nacional, pero, sobre todo, no está dispuesta a disminuir sus chances en ninguna provincia o intendencia donde ya esté gobernando.
Ahora, aún un viejo político (R.E.) como yo, debe reconocer que si esto es todo, es para desentusiasmarse. Un escenario donde las actores procuran conseguir la aprobación del público para continuar disfrutando de las satisfacciones materiales y de ego que les brinda la escena… Bueno, empecemos por reconocer que es preferible a sus alternativas: la guerra civil o la dictadura del Leviatán de Hobbes. Y enténdamoslo también como un mecanismo que las sociedades han evolucionado para hacer cosas que valen la pena, si logran un poco de madurez.
Con realismo, debo decir que no veo que esta etapa sea fecunda para la elaboración de proyectos (planes + apoyos + coaliciones) mejores de país (o, como diría mi amigo ingeniero EduA, para plantear una visión sistémica de la economía nacional). Los argentinos que tienen la tranquilidad económica y social para pensar más allá de la defensa de sus intereses personales y de sector no son muchos. Su mejor rol, creo, será dentro de las diferentes propuestas políticas, para empujarlas en la dirección de la sensatez.
Pero las sociedades crecen y maduran por otros caminos que la elaboración de planes. En el peronismo – que es lo que más conozco – cuya columna vertebral sigue siendo (o vuelve a ser) a pesar de todo, el sindicalismo se están dando algunos fenómenos nuevos e importantes. El gremialismo tradicional, la CGT, identificado con el peronismo, mayoritariamente inserto en la actividad privada (recordemos además que uno de los sindicatos claves, Camioneros, tiene un fuerte componente de pequeños empresarios transportistas) está encontrando campos de acción en común con el de extracción de centro izquierda, la CTA, cuyos gremios principales son de empleados del Estado.
Y, al mismo tiempo, uno de los sindicatos más tradicionalistas del Movimiento Obrero lleva a cabo públicamente una autocrítica y señala que debe hacerse cargo, no sólo de los trabajadores en actividad sino también de los desocupados. Está bien, la UOM no es lo que era, y Antonio Caló no es Lorenzo. Pero esas cosas no se dicen sin discusión previa en «los cuerpos orgánicos», como le gustaba decir al Tordo. (Y, personalmente, dudo mucho que la UOM haya abandonado su vieja aspiración de conducir las 62). Estos hechos pueden ser la semilla de cambios muy profundos. Manolo Barge, en su inimitable estilo, lo explica aquí y aquí.
Pero tengo que decir que, siempre inclinado a la realpolitik, encuentro la sugerencia más provocativa en un comentario que un habitual navegante de la blogosfera, no peronista, Andrés, hace en uno de esos posts de Manolo:
«El problema con la (dirigencia sindical) es que, por la forma en que insertaron su poder de negociación en la economía, sólo podían actuar bajo el mecanismo de negociación dentro de los marcos socioeconómicos que nunca intentaron cuestionar (dirigentes empresarios marcando la pauta).
Por eso, cuando vino la gran reforma económica del menemismo, se quedaron sin rol que cumplir, ya no los necesitaban, ya no era necesario negociar con ellos. Por eso no pudieron hacer nada, porque no sabían cómo orientar ese fenómeno de la desocupación masiva en el área metalmecánica. No habían desarrollado alternativas.
Podrán hacer algo distinto en el futuro? Sólo si se comprometen en la dirección de la economía, estilo ANSeS en el directorio de las grandes empresas, y para eso deberán apoyar un modelo de país donde no le dejen la exclusiva iniciativa a los empresarios, como de los 50 a los 70.
De esa manera, se harían parcialmente responsables de las estrategias y sus resultados, algo bastante más complejo que limitarse a reclamar aumentos de salarios por avance de la inflación o de la productividad«
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