Milei el Supremo, y las alternativas

diciembre 29, 2023

Se supone que un post que se publica el último día hábil del año será un balance o un pronóstico. Bueno, no. Esto es Argentina, gente. Y hace algo más de un mes, una mayoría de los votantes eligió en segunda vuelta a Javier Milei, Presidente.  La Constitución y el manejo del presupuesto le dan mucho poder al titular del Poder Ejecutivo (si está dispuesto a usarlo).

Javier está dispuesto. Asumió hace 19 días, y hace 9 lanzó un mega DNU, el 70/2023, que con 366 artículos deroga y modifica leyes vigentes, en particular las que establecen derechos laborales (comenzó a regir desde las 0 horas de hoy, pero no aconsejo que se apresuren a hacer inversiones en ese marco. Hay reclamos judiciales en todos los niveles, hasta la Corte Suprema, que los estudiará en febrero. Muchas oportunidades laborales para abogados).

Y esta semana Milei mandó al Congreso un proyecto de «ley ómnibus» que tiene más de 180 páginas y 664 artículos con modificaciones de cientos de leyes vigentes, que algunas se remontan a 1914. Y, de paso, le da vacaciones pagas a los miembros de ese congreso que debe aprobarlo.

Porque el broche dorado de ese proyecto, su artículo 3, dispone «la emergencia pública en materia económica, financiera, fiscal, previsional, de seguridad, defensa, tarifaria, energética, sanitaria, administrativa y social» hasta el 31/12/25, Que el Poder Ejecutivo -él mismo- puede prorrogar hasta el 31/12/27.

En conjunto, es la suma del poder público, como hasta ahora solo se le había otorgado a Rosas, unos 190 años atrás.

Pero don Juan Manuel era un estanciero conservador, no más autoritario y violento que sus oponentes. No era un ideólogo.

El peluquín lo es. No cree en la democracia ni en la república (que no son exactamente lo mismo). Cree en algo que llama capitalismo de libre empresa», con la misma fe ciega con la que otros ideólogos creyeron en el «marxismo-leninismo».

Hago hincapié en la ideología porque es un factor fundamental, que puede ser pasado por alto por «realpolitikers» y políticos prácticos, que se dan cuenta rápido de las excepciones a la fiebre privatizadora y desreguladora que coinciden con fuertes aportes hechos a la campaña de Milei. Por supuesto, esos pequeños trueques son habituales en la política (y contribuyen a su descrédito). Pero no desvían al Verdadero Creyente de la meta final.

Y la meta final, como dije anteayer en AgendAR, es dar vuelta a la Argentina como un guante.

¿Podrá hacerlo? Este presidente parece seguir a Maquiavelo cuando aconseja al príncipe que todas las cosas que quiere hacer y perjudiquen a sus súbditos, debe ponerlas en práctica desde el mismo comienzo de su poder, y todas juntas. Las que los favorecen, que las vaya haciendo de a una y espaciadas.

Atención: el florentino también aconsejaba que el príncipe sólo debía confiar en sus fuerzas propias. Las de aliados y mercenarios le traían más riesgos que beneficios, insistía.

Creo entonces que se deben diferenciar los distintos orígenes y fines de las medidas que está impulsando Milei. Por un lado, la pieza central es el modelo del capitalismo financiero globalizado, el de los fondos de inversión y de riesgo, que en su gobierno expresan hombres como Caputo y Sturzengger. Y mujeres como Mondino.

Sería, sin ser lo mismo, lo más cercano a la fantasía anarco-capitalista de Milei. Que, como toda ideología, solo puede existir en la teoría.

Hay también una voluntad autoritaria, de represión de las protestas, un rechazo al «garantismo». Este sería un anarquismo con policías bravas, que parece contradictorio, pero es muy afín a los votantes de Patricia Bullrich, por ejemplo. Y Milei lo abraza porque está consciente de las resistencias que sus medidas despiertan. Y si es necesario darles garrotazos a los argentinos para que sean libres, no vacilara.

También hay medidas plausibles, como la elección de diputados por circunscripción uninominal (contribuiría a que se consoliden 2 o 3 grandes partidos, y el peronismo bonaerense recibiría con júbilo) y pintorescas, como la toga para los jueces -para que se parezcan a los que se ven en las series- y el divorcio por voluntad de las partes, sin abogados ni división de bienes.

Son aportes de los utopistas y delirantes que toda ideología arrastra consigo.

¿Puede imponerse el «proyecto Milei» en sus partes centrales? Creo, y espero, que no. Afecta, ataca, demasiados valores, prejuicios e intereses de la Argentina «realmente existente». Pero en cualquier caso su derrota no será fácil, ni indolora.

Los sociólogos hablan de una sociedad Argentina resistente al cambio, del «empate hegemónico» entre fuerzas que se aferran a las memorias (distintas) de un pasado utópico y no permiten que se consoliden el proyecto de su adversario.

Pero esto también provoca un hartazgo con esa realidad siempre inestable y siempre igual, y la disposición a probar con «algo nuevo». Lo hemos visto este año, y también en otros momentos de nuestra historia.

Repetí en otros posts que Milei solo tenía dos opciones: tratar de ser un Menem o ser un López Murphy. Creo que -salvo errores políticos imprevistos y gravísimos- eludirá en lo inmediato el destino del «bulldog» -derrumbarse en pocos días al intentar un ajuste imposible. Hay -percibo- una parte de la sociedad y, sobre todo, del poder económico, que están dispuestos a esperar el resultado de sus reformas. En tanto, no los afecten directamente a ellos. O los compensen en parte: los productores agrarios, por ejemplo, están furiosos porque la promesa de anular las retenciones se la llevó el viento, pero la devaluación, y el cese de las complicadas reglamentaciones de Massa, los favorece.

Y no le faltan ni le faltarán apoyos. Los intereses que sí coinciden con partes de su proyecto, más los oportunistas que siguen la máxima de un legendario operador político local «Hay algo peor que la traición: el llano«.

Y enfrente: el sindicalismo peronista, con mucha experiencia en luchas y acuerdos, empezó a poner en marcha su estructura nacional. Está dispuesto a negociar, como siempre, pero los intereses de sus afiliados y de las empresas de servicios que maneja son antagónicos con el «proyecto Milei».

Pero el sindicalismo no voltea ni reemplaza gobiernos. El Congreso podría hacerlo -estrictamente. Debería, en defensa de la Constitución y si no le atrae la idea de una vacación de 4 años, con cobro de dietas. Pero es imposible que se pongan de acuerdo en un reemplazo. No es la situación en que estaban Alfonsín y Duhalde, cuando un gobierno anterior resultó inviable. Piensen en los posibles reemplazos y se darán cuenta que es imposible que una asamblea legislativa se pongan de acuerdo para elegir uno de ellos.

Tampoco veo factible que Milei, como Menem, se afirme en el Poder Ejecutivo por 10 años, o aún por 4. Entre otras cosas, porque ya hubo un Menem, y la ilusión de un «primer mundo» de estabilidad y consumo resultó falsa. Los capitales que venían en los `90, cuando no pocos creían, aquí y en el resto del mundo, que se había llegado al fin de la Historia, ya no existe. Aun el capitalismo financiero de transferencias instantáneas necesita de gobiernos estables.

Y el factor fundamental a tener en cuenta en mi opinión para evaluar las chances de consolidación o derrumbe del experimento Milei es algo que ya se vio al fin de los ’90, el costo en recesión y desempleo del «modelo Menem» ya se veía a partir de 1996. Pero la convertibilidad y el gobierno que la sostenía se derrumbaron cuando las clases medias argentinas se vieron golpeadas directamente. Y eso puede estar cerca. Este gobierno sostendrá si no está loco en alguna forma los planes sociales, para la mitad más vulnerable de la sociedad, pero «no hay plata» bastante para socorrer a los sectores medios.

Mi pronóstico de fin de año es de unos meses agitados. Y luego, el que viva lo verá. Todo lo feliz que sea posible el año nuevo, compatriotas.


Argentina, un país o un lugar

diciembre 21, 2023

Hace algunos minutos dije en la red social X (propiedad de Elon Musk, una ironía más del capitalismo moderno): «A este megaDNU de Milei, solo le faltó para ser ideológicamente completo y coherente, disolver las fuerzas armadas. Como él y sus ministros no están del todo locos, saben que las fuerzas de Patricia podrían ser desbordadas. Pero su idea es que Argentina es un lugar. No un país».

Agrego esto: un país es la suma de la gente que decide o acepta ser parte de él: su historia, su(s) idioma(s), sus pasiones… Pero se sostiene sobre un entramado de derechos, obligaciones e intereses. Que, como todo entramado, tiene roces, nudos e hilos sueltos. Pero es la realidad de las vidas de los que habitan en él.

En Argentina, reconozcamos, en las últimas generaciones, a la parte de «obligaciones» se le dio poco peso. Está pasando en buena parte del mundo actual, eh. Al concepto de «obligaciones del ciudadano», por ejemplo, se le pone menos énfasis en los discursos -suena «careta». Entre nosotros, el discurso público sólo habla de «derechos», y así la puja de los intereses domina nuestra realidad cotidiana.

En este marco, un ideólogo ambicioso y algo desequilibrado, votado por una mayoría harta de lo que había, se lanza a resetear el entramado, destruyendo la mayor parte. Anuncia que va a cambiar el camino que Argentina tomó hace 100 años, y deroga leyes de 1914,

Pero en realidad ese camino de la nación es más antiguo. En 1880 Julio Argentino Roca -un liberal serio- federaliza la ciudad, y el puerto de Buenos Aires, y formaliza la protección de los intereses provinciales. El azúcar de Tucumán, el vino de Mendoza,…

El punto, creo, es que en un proceso de desnacionalización que comenzó hace largo y tuvo varios hitos notorios en la dictadura que empezó en 1976 y su ministro Martínez de Hoz, la derrota de Malvinas, la experiencia «primermundista» de los `90,…- una parte considerable de los sectores con mayor poder económico, influencia o capacidad de consumo, dejaron de sentirse ligados al destino del país. Su capital espiritual pasó a ser Miami, o donde estén invertidos sus capitales.

La pregunta es si el desaliento o la abulia del resto permitirá este intento de reseteo de la estructura legal, económica y social de la Argentina.

En cualquier caso, la historia no se termina. Nunca termina, en realidad. La apuesta, y la convicción, es que habrá un país de los argentinos y argentinos para ese país.


La primera semana de Milei y Caputo. Las primeras consecuencias

diciembre 17, 2023

Después de los anuncios del martes, dije en la red X (ex twitter) «El que compró Milei, recibió Caputo«. Justificado, pero es una simplificación. Entonces lo desarrollo aquí, que para eso está el blog.

Empiezo por resaltar lo obvio: las medidas anunciadas en el mensaje grabado del Toto y las posteriores, no sólo no tienen nada que ver con lo que Milei propuso en su campaña (era esperable, diría benévolamente el Papa) ni con su ideología. No hay dolarización (salvo en el lejano horizonte), no hay anarco capitalismo (Ni hablemos del mercado de órganos y la libre portación de armas). Hay impuestos y retenciones, que son el impuesto más fácil de cobrar. 

Pero eso no es todo. Tampoco tienen relación estas medidas con la expertise de Caputo. El ministro de Economía es un «trader», como dijo el Financial Times. Desde el Estado, es alguien que busca fondos, un endeudador. Es lo que hizo en el gobierno de Macri. Y volverá a hacer -es su profesión- cuando y si tiene la oportunidad.

Entonces, estas medidas, que están lejos de ser un plan económico, sí muestran como ve este gobierno la situación de nuestra economía. Y también en qué dircióega quieren ir.

La megadevaluación, de un 118%, y el ajuste fiscal, tendrán un costo social elevado. Como lo admiten hasta los medios oficialistas, habrá más pobreza, desempleo y una fuerte recesión que el gobierno espera que, en un plazo de ¿seis?, meses, servirá para contener la inflación. En el proceso, se licuarían las jubilaciones, los sueldos del Estado nacional y también las Leliqs.

Y aunque -como digo arriba y es evidente- aumentará la pobreza, el esquema no necesita castigar especialmente a los más pobres. Su nivel de consumo actual ya es muy bajo. El ajuste está destinado a recaer sobre las numerosas, diversas y frágiles clases medias argentinas.

Es un ajuste ortodoxo y, salvo por esto último, primitivo. Si quieren buscar antecedentes, no los busquen en la gestión de Massa, de Guzmán, ni tampoco en la de Macri, de la Rúa o Menem. Lo más parecido sería lo que intentó Federico Pinedo (el abuelo economista) en 1962. Y no le salió bien, dicho sea de paso.

Mi planteo es que esta política inicial del actual tándem Milei-Caputo es la forma que eligen para enfrentar una realidad concreta. «No hay plata» es más que la frase en una remera; es el factor que condiciona, y condicionará por largos meses, todo lo que hace este gobierno.

Atención: no es que en Argentina «no hay plata». El país cuenta con muchos recursos, aunque su infraestructura esté envejecida en gran parte. Muchos argentinos/as son muy prósperos, y tienen ahorros, generalmente en dólares. Y también lo registran organismos internacionales- hay miles de millones de dólares en depósitos e inmuebles en el exterior propiedad de argentinos.

El que está sin guita y endeudado hasta… el cuello, es el Estado nacional. Desde abril de 2018, cuando culminó la fuga masiva de los fondos de inversión y otros especuladores, solo el FMI, por la interesada generosidad de Trump le prestó una cantidad importante (47 mil millones usd). Que ahora exige que le siga devolviendo (una cuota vence ahora en enero).

El gobierno debe pasar la gorra ante diversos organismos internacionales para evitar caer -otra vez- en default técnico. Y apelar a la generosidad del tío Xi para que China renueve su swap de monedas.

El camino de un nuevo endeudamiento está cerrado, por ahora. Ningún fondo de inversión apostará a la Argentina, después de la experiencia que tuvieron con Macri y el mismo Caputo. Tampoco se interesarán, estimo, en privatizaciones, hasta y si este gobierno demuestre que puede afirmarse. ¿En 2025, 2026?

¿Estoy diciendo, como el oficialismo, que «no hay alternativa»? No. Por supuesto que las hay, y la tarea de los gobiernos es encontrarlas y, si pueden y saben, llevarlas adelante. Pero una mayoría de la sociedad argentina, exasperada por la larga inflación y un discurso oficial que había perdido contactó con su realidad, decidió apostar a Milei (Un «clima de época» algo tuvo que ver. En los Países Bajos -sociedad distinta de la nuestra si las hay- triunfó ampliamente en estos días un personaje parecido). Y Milei eligió a Caputo para diseñar las primeras, y decisivas, medidas:

Una devaluación brutal, que -se sabía -no había lugar para la fantasía inicial de la gestión macrista «el mercado ya la descontaba»- iba a dar un gigantesco impulso a la muy alta inflación en marcha, más el impuesto PAIS y retenciones para todos y todas. La nueva fantasía libertaria también fue al canasto.

Por ahora, y hasta donde puede medirse, el sector de la sociedad argentina que votó a Milei parece aceptar este ajuste como inevitable. Y los grandes empresarios -que, no estaban entusiasmados con Milei, salvo casos particulares, después de su triunfo electoral le abren una cuota de expectativas (no de inversiones, todavía). Don Paolo Rocca, el sr. Techint, ha hablado de un reseteo de la economía argentina.

Y el reseteo está en marcha: este esquema, en principio, favorece a los sectores que exportan: las cerealeras, los productores agrarios de la zona núcleo, las petroleras y gasíferas -que no necesiten una previa inversión estatal considerable en infraestructura-, algunas pocas empresas de base tecnológica, los que brindan servicios digitales a clientes en el exterior,… Y a esos sectores les cobran impuestos, retenciones, para cubrir los gastos del Estado. Y conseguir el equilibrio fiscal que será la única «ancla» antiinflacionaria de este esquema.


 Sectores desfavorecidos, más francamente: los que se van a arruinar, son las empresas, y sus trabajadores, que dependen del mercado interno. También está «en capilla» las empresas y los muchos trabajadores de la obra pública.

Las terminales automotrices y la industria autopartista, y sus obreros, dependen en altísima proporción del «comercio administrado» con Brasil, lo que es anatema para un consecuente discípulo de la escuela austríaca. Pero Milei ha demostrado, ya que no dejará que la consecuencia sea un obstáculo para gobernar.

Ahora, la pregunta clave -que también se hacen los grandes empresarios- es si la sociedad va a tolerar este reseteo. Las encuestas, por lo que valgan, indican que la mayoría está dispuesta a aceptar el ajuste. Pero esas mismas encuestas también indican que la mayoría cree que hay que ajustar a otros.

Por mi parte, tengo tambièn otra duda, sobre la sustentabilidad económica -no sólo social- de este esquema. Porque la inflación sigue y se acelera. Aunque se deje de emitir, existe la inflación inercial, que el mismo Milei aceptó que perdurará al menos por seis meses. Y ya en febrero, el dólar oficial, que hoy -PAIS mediante- aparece como «muy alto» puede parecer «atrasado», Aparecerá así en marzo, cuando los productores agrarios y las cerealeras decidirán si venden o guardan la cosecha de soja.

El «crawling peg», la módica devaluación de 2% mensual que el esquema prevé, no va a alcanzar a compensar la inflación. Serán necesarias más medidas y parches. Fue la historia del Plan Pinedo de 1962, Bah, ha sido la historia de casi todas las devaluaciones argentinas.

No soy el único que ve eso, por supuesto. Francisco Jueguen, periodista consustanciado con la mirada de su medio, La Nación, cita ayer a una «fuente del mercado»: «(Ya) se bajó la palanca de las importaciones. Por ejemplo, a YPF le postergaron toda la compra de lubricantes y materiales para la destilería. Para Tierra del Fuego hubo pocas divisas también. “Y la devaluación sin programa fiscal y sin ancla de precios se la come la inflación en febrero. Van a tener que volver a devaluar”. Agrego que en ese caso, el esquema volvería al inicio. Pero sin Caputo.


Comienza el experimento Milei. Las condiciones

diciembre 10, 2023

Sobre Javier Milei se ha escrito muchísimo en estos meses (también en este blog, por lo que valga), Pero mañana se transformará en el Presidente de la república, y con su firma tendrán fuerza legal muchas decisiones, incluso nombramientos, que afectarán nuestras vidas. Es una nueva realidad.

Fue la decisión de una mayoría clara de los votantes. Pero no deja de ser un experimento. Un político que se hizo conocido en menos de 3 años, prometiendo ajustes, planteando algunas propuestas que no se aplican en ningún lado, sin experiencia de gobierno, ni siquiera de conducción empresaria… Es inevitable preguntarse que decidió a esa mayoría a tirarse a la pileta sin saber tenía agua… ¿De qué estarían escapando?

Como sea, es un experimento. Y todo experimento tiene condiciones. Trataré de repasarlas.

La ideología

Javier Milei adhiere a las teorías de la escuela austriaca de economía. Que postulan recetas que, si se aplican con rigidez, conducen a desastres (ver lo que le pasó a la ex primera ministra inglesa, Teresa May, o la primera etapa de Pinochet). Pero ese no es el punto más original. Milei tiene, y expone, una visión anarco capitalista, «sin Estado». Le llegó de un economista del siglo pasado, Murray Rothbard. No es más utópica, ni menos, que el viejo anarquismo no capitalista. Pero hay una contradicción: Milei se esforzó para estar a la cabeza del Estado, y lo consiguió. Su autoridad, su influencia, sus recursos, se basarán en adelante en la estructura de poder y restricciones, el Estado, que su ideología dice que es esclavizadora.

La forma desordenada, pero astuta, como se manejó en el armado de su gobierno, indica que no se está guiando por su ideología explícita. Supongo que puede decirse a sí mismo que trabajará para crear las condiciones que permitan, en un futuro impreciso, que las relaciones sociales sean contratos entre privados. Ponele. Pero, por un largo ahora, dictará normas y propondrá leyes que deberá hacer cumplir el Estado.

Ahora, hay otra ideología en Milei, que también expresó en sus declaraciones. Y que, creo, le da una base social «propia», con buena parte de los votantes de LLA y del PRO.

Es el pensamiento de Ayn Rand, que otras veces mencioné en el blog: el altruismo -en sus diferentes etiquetas, solidaridad, caridad cristiana, justicia social- es una trampa manipulada para encadenar a los constructores, los realizadores.

Son pocos los cultores de ese pensamiento que son notorios constructores o realizadores, y casi ninguno ha surgido por su propio esfuerzo. Usualmente, son herederos de fortunas o posiciones. Pero es muy fácil para los seres humanos convencernos del mérito propio…

El contexto internacional:

Milei no es un fenómeno argentino, aunque tiene características distintas de otras versiones en otros países occidentales donde han aparecido.

Esto ya se analizó mucho, también aquí, y no quiero aburrir. Me limito a mencionar los posibles apoyos al experimento local, que no son muchos. Pero significativos.

El más notorio es su amigo Jair Bolsonaro. Derrotado, por poco, en la última elección presidencial brasileña. Los españoles de Vox, una minoría que controla varias de las comunidades autónomas, el húngaro Urban, y algunos presidentes sudamericanos enfrentados al progresismo,… Poco, en realidad, pero todos ellos confían en que Trump, si vuelve a la presidencia de EE.UU. en enero de 2025, le dará vigor a la «derecha alternativa» en todo Occidente. Por ahora, el Donald envía su bendición, pero se mantiene alejado.

Una presencia llamativa, pero sólo simbólica, en la asunción será la del presidente de Ucrania, Zelensky. Él no se esperanza con una victoria de Trump…

Probablemente habrá un apoyo silencioso del Benjamin Netanyahu. Pero será muy discreto y tenue. Lo que Israel no quiere es fomentar más hostilidad.

El dato clave, que debo subrayar, es que ninguno de los posibles apoyos, o aun de posibles simpatizantes, es un cliente de las exportaciones argentinas. Pienso que Milei deberá aprender, rápidamente, algunas lecciones de capitalismo práctico.

El contexto local:

Es el factor decisivo, por supuesto. Lo es en todo país que no esté expuesto a una invasión militar inminente. Pero este post ya es muy largo. Y sobre la sociedad argentina vamos a hablar mucho en las próximas semanas. Continuará


Francos anticipó un dólar «razonable» a 650 ¿Cuán verde es mi gobierno?

diciembre 5, 2023

Este blog estuvo concentrado en estas semanas en la política. Está bien, siempre fuimos un país original en ese rubro, y en el último tiempo nos destacamos. Pero me sentí con ganas de escribir algo más cercano a las preocupaciones de la gente de a pie.

Por todo el humo en torno a Caputo y las Leliqs, fue el futuro ministro del Interior, Guillermo Francos, quien anticipó la que será -si no hay otro cambio repentino- la noticia a la que más gente le prestará más atención: dólar oficial a $ 650.

A un día, no fue desautorizado por Milei. Así, además de un precio «razonable» (?) indicaría que el libertario no considera posible o prudente que sea el mercado el que fije ahora el tipo de cambio.

Pero esta información es muy incompleta. No dice de donde saldrán las divisas que se necesitarán para pagar las importaciones que se hagan a ese precio (o cualquier otro). Tampoco dice si se tratará de mantener como «ancla» -es el valor clave en la estructura de precios actual de nuestra economía, después de todo-.

Esto sería muy contradictorio con la ideología y las declaraciones del nuevo presidente (además de imposible, si no hay dólares para sostenerlo).
Entonces, casi seguramente hará lo que se resignaron a hacer los gobiernos de Cristina Kirchner (después de 2012), Mauricio Macri y Alberto Fernández: devaluar, periódicamente, al ritmo de la inflación (o un poquito más lento).

Como sea, el anuncio de Francos tuvo una traducción inmediata para los actores de la economía cotidiana: importadores, distribuidores y comerciantes: el costo de los insumos importados aumentará, ya, un 70%. Combustible para la inflación: todo aumenta, aún lo que no se importa.

Para economistas, y gobernantes, este es el desafío y la amenaza fundamental de nuestra situación: cualquier valor del dólar, aun el más «alto» para los la estructura de precios del momento, en poco tiempo, si sigue la inflación, estará «atrasado».

Esto ha sido así en nuestro país durante los últimos 65 años. Aún en un período de relativa estabilidad de precios -1991 a 2001, la inflación, más baja, seguía. Y al no actualizar el tipo de cambio, se hizo insostenible. Y estalló.

Milei, como todos los presidentes de estas décadas, se enfrentará a ese problema. Y ni los préstamos del exterior, ni las maniobras de especuladores financieros, servirán.