Un viejo amigo (con el que no recuerdo haberme encontrado alguna vez, pero eso es lo de menos) Martín García había propuesto «ir este martes 28 a las 18:30hs a la Secretaria de Cultura de la Nación en Avenida Alvear 1690 para saludar al Compañero Jorge Coscia en la presentación de su gabinete. Les daremos un abrazo – como corresponde – y nos tomaremos un vinito, ahí nomás. Y en una de esas cantamos la Marcha«.
Bueno, no podía ir – a esa hora estaba en Villa Crespo – aunque me atraía la idea de cumplir viejos ritos a metros del Palacio Duhau y la Nunciatura. Lo que me dejó pensando fue un párrafo del mail «Me parece muy importante porque desde el 2003 es el primer Secretario peronista que nombran en Cultura. Sobre todo, si pensamos que los peronistas en el mundo de la Cultura oficial siempre han sido los malditos ninguneados«. No digo que estaba en desacuerdo. Simplemente, me dejó pensando.
Luego recibí un mail de Leopoldo Markus donde cuestionaba a Coscia por su defección de la Izquierda Nacional, pero esa es una interna que respeto pero en la que no me meto. Y hoy un compañero peronista – de la línea sabia y prudente – me acercó esta nota de Beatriz Sarlo en LaNación de hoy, acompañada de unas líneas «es jodido cuando hay que soportar causas justas mal defendidas – por ineptitud intelectual – y se brinda la posibilidad de lucimiento a la gorilada«.
Todavía no tenía ganas de comentar el asunto en voz alta; no me parecía justo contraponer el discurso de un funcionario político – aunque sea Secretario de Cultura – con el texto de una ensayista sentada en su escritorio (que además es una de las mejores plumas locales, en lo suyo). Pero Octavio Getino, hombre de la Cultura si los hay, salió – mezclado con otros temas que lo indignan justificadamente – a describir a la Sarlo como «una abrillantada, más que brillante, pluma… liberal y filomitrista que se ocupó de elucubrar diatribas del más rancio gorilaje«.
Y ahora me siento motivado a decir un par de cosas. Primero: Compañeros, sugiero que reservemos para el término «gorila» su sentido original: aquellos que odian al peronismo y al pueblo peronista. Es evidente que a Beatriz Sarlo no le gustan algunas costumbres peronistas. Y que las juzga con distinta vara, precisamente por ser peronistas (Estoy seguro que – si en la asunción de un secretario de Cultura radical – ha habido muchos – se gritara, por ejemplo, «Alfonsín, Alfonsín!«, ella no sentiría que había algo que remarcar).
Pero saben qué? Uno vuelve a encontrarse a menudo con el odio; hacia el gobierno K, seguro, y también hacia el peronismo. Pueden escucharlo en la calle, a veces, o leerlo en los foros online de muchas publicaciones. Hasta se nota, apenas velado, en declaraciones de algunos dirigentes, como las de Jorge Chemes, hace poco. No lo confundamos con quienes son opositores, o, simplemente, no son peronistas. Ni nos victimizemos. No nos conviene a nosotros, ni al país.
Y aquí viene otro aspecto del asunto, más interesante. Beatriz Sarlo dice también algunas cosas sobre los que vale la pena reflexionar. Algo parecido a lo que marqué en la invitación de Martín, que mencioné al comienzo.
Dice: «El discurso de Coscia trajo, una vez más, el conocido tema del peronismo irredento: «Formo parte de una tradición política que ha sido la gran excluida de la Argentina«. Es cierto que el general Perón fue desalojado en 1955 por un golpe militar y que debemos 18 años de inestabilidad a la injustificable proscripción del peronismo, que sólo terminó con la victoria electoral de Cámpora en 1973. El golpe de Estado de 1976 desalojó a Isabel Perón, pero sería equivocado pensar que se hizo sólo en contra de ella y que reprimió, asesinó o persiguió nada más que a peronistas. Después de 1983, el peronismo gobernó en varias provincias hasta llegar con Menem a la presidencia, para durar allí diez años. Dos años después, con la caída de De la Rúa, el peronismo volvió con Duhalde para seguir hasta hoy bajo los Kirchner. La experiencia de la proscripción es imborrable, sin duda, pero dado que el peronismo gobernó 18 de los últimos 20 años sus militantes bien podrían reconocer que últimamente no les fue tan mal»
Como dije, una buena pluma (se escucha el eco de Alfonsín´ «A vos no te va tan mal, gordito«). Y para discutir en serio lo que afirma, empecemos por reconocer que es una verdad. Los peronistas que hemos tenido cargos políticos en el Estado – me incluyo – durante algunos de estos 20 años, no podemos ni debemos escudarnos en la militancia de los tiempos de proscripción – aunque hayamos participado en algo en ella – ni en el sufrimiento del pueblo que sigue votando al peronismo, sufrimiento que los gobiernos de los que formamos parte no han aliviado demasiado. Porque además de Antonio Cafiero, quedan muy pocos que hayan estado en los primeros gobiernos de Perón.
Pero también hay verdad en lo que dijo Coscia, y que señala con más franqueza – no es secretario de Estado – Martín García: «desde el 2003 es el primer Secretario peronista que nombran en Cultura» «los peronistas en el mundo de la Cultura oficial siempre han sido ninguneados».
Muy cierto, compañeros. Eso sí, tengamos claro que es un problema nuestro. Si es el primero que nombran ahí, es porque ni el gobierno ni los sectores con poder en el peronismo, las provincias, los sindicatos, consideraron que valía la pena de una negociación política ocuparlo con «tropa propia».
Si, más importante, el peronismo, o lo que se llamaba antes el «campo nacional» no construyó las estructuras de prestigio y promoción que la intelectualidad liberal o – en otros ámbitos – la marxista logró tener… es porque nosotros no las hicimos. Tengamos claro: no es un problema del talento, ni, por supuesto, del genio individual. Cuando existe, un Leopoldo Marechal o un Daniel Santoro – para mencionar extremos en el tiempo – se abren paso por afuera de academias y escuelas, a pesar de las prohibiciones o del ninguneo.
El problema es – como suele suceder con los argentinos – en la construcción colectiva, incluyendo esa parte menos intelectual pero decisiva que es la actividad empresaria. Hace pocos días, casualmente, Manolo Barge preguntaba:
«¿El palo propio puede producir equivalentes a Tumberos, Ocupas, o Sol Negro en Canal 7? ¿Podemos contraatacar, como Telefe, con productos tan corrosivos como Los exitosos Pells?
¿Tenemos gente del palo con capacidad para crear, producir y realizar contenidos como Gasoleros, Verdad consecuencia, Vulnerables, Campeones, Mujeres asesinas, Locas de Amor, o Poliladron?»
Sólo agrego que «los nacionales» necesitamos no para competir, para aportar nuestro pensamiento, a nuestros Natalio Botana, Roberto Noble, Jacobo Timerman, Julio Ramos… Con Rudy Ulloa, aún con el esfuerzo – que aprecio más – de Víctor Santamaría, no alcanza.