Raúl Alfonsín, R. I. P.

marzo 31, 2009

El 19 de diciembre pasado subí al blog esto sobre Raúl Alfonsín. No tiene la amabilidad forzada de las necrologías convencionales, pero siento que es la más adecuada que yo le puedo brindar. Le reconozco el lugar que creo que ganó en nuestra historia. Y si en algo lo trato con dureza… él era un peleador.


Y mientras tanto, en Bolivia

marzo 31, 2009

La advertencia que aquí plantea Soliz Rada,  periodista, dirigente sindical, profesor universitario y político boliviano. que fuera ministro de Hidrocarburos de Evo Morales y que ha sido y es un hombre de la vieja Izquierda Nacional de Abelardo Ramos, Eneas Spilimbergo y Blas Alberti puede ser un peligro cierto para la unidad de Bolivia. O puede ser un cuestionamiento ideológico – válido – a las necesarias políticas de poder de un líder popular. De eso los argentinos tenemos bastante experiencia.

A mí me parece que vale la pena reproducirla… y pensarla. Aquí no le hemos dado mucha bolilla al asunto, excepto por los amigos del Foro San Martín. Yo estoy totalmente de acuerdo con el cuestionamiento teórico profundo que él hace a los planteos «indigenistas», y cómo son usados para socavar la unidad nacional. Y proteger la integridad de Bolivia es prioridad para América del Sur, y en especial para Argentina, donde vive la mayor parte de la diáspora boliviana y con la que – cuando Bolivia era el Alto Perú – formaban las dos mitades principales del Virreynato del Río de la Plata. Léanlo (yo agrego algo al final):

BOLIVIA: SIN ESTADO NACIONAL
Andrés Soliz Rada

«El país está dejando atrás los esfuerzos de 183 años, llenos de luces y sombras, por construir un Estado Nacional aún in constituido, para
dar paso a un Estado plurinacional, que reconoce a 36 naciones indígenas. Tal reconocimiento no obedece a demandas de la sociedad.
Nadie presenció alguna manifestación callejera o concentración campesina en la que se coreara la consigna “Vivan las 36 naciones”.

En la guerra del agua de 2000, la muchedumbre enfrentó en Cochabamba a las fuerzas represivas al grito “El Pueblo Unido Jamás Será Vencido”. En la guerra del gas, de 2003, cuyo núcleo fue la ciudad de El Alto y que culminó con la caída del neoliberal Gonzalo Sánchez de Lozada, se venció bajo la consigna “El Alto de Pie Nunca de Rodillas”. En ambos sucesos, la presencia de banderas bolivianas fue abrumadora.

Si alguien hubiera gritado en Cochabamba “Viva los quechuas, abajo los mestizos”, o en El Alto “Los Aymaras de Pie, los Cholos de Rodillas”, habría sido tomado por loco. La Nueva Constitución Política del Estado (NCPE) es un producto exógeno, oxigenado por millonarios desembolsos de ONGs, las que abonaron la disgregación nacional bajo la excusa de legítimas reivindicaciones culturales (Convenio 169 de la OIT, de 1990 y Resolución de la Asamblea de la ONU de 2008). Las culturas indígenas influyeron fuertemente en la sociedad boliviana. La religión católica abandonó la ortodoxia para acuñar cultos a vírgenes mestizas, la medicina occidental se mezcló con recetas tradicionales, al igual que los mejunjes surgidos en la comida casera. El folklore se enriqueció con creaciones indo mestizas, que combinaron inspiraciones del cholaje con acordes precolombinos.

Las uniones legales y extra legales fortalecieron la porosidad social y lograron que la presencia morena en universidades, cargos públicos,
Fuerzas Armadas o Policía se tornara creciente. Esta es la línea que debió profundizarse. Evo Morales ha usado el castellano para erradicar
el analfabetismo, lo que demuestra que la casi totalidad de la población boliviana habla este idioma. Las ONG dicen que la justicia
comunitaria se mantuvo por la ausencia del Estado en poblaciones aisladas. Lo obvio era garantizar esa presencia en vez de imponer,
como ocurre ahora, el desbarajuste de 36 “justicias” contradictorias.

Los defensores del caos aducen que no permitirán que la casta criollo-mestiza, continúe con la opresión de los 500 años. Esta es una
dulce melodía para los agentes del poder mundial que esperan apoderarse de los territorios indígenas, la biodiversidad y los
recursos naturales que contienen. Similar sentimiento es compartido por terratenientes y separatistas de la “media luna”, que exigen
convertir a Bolivia en Estado federal bi nacional. Los oligarcas racistas y neoliberales que pululan especialmente en barrios residenciales, que despreciaron a Felipe Quispe y Remedios Loza, a Carlos Palenque y Max Fernández (sus abuelos repudiaron a Isidoro Belzu y Andrés de Santa Cruz y Calahumana), se sienten justificados por el fundamentalismo indígena.

El éxito de separatistas y plurinacionales se asienta en el odio, el caos y el descontrol social. La masacre de campesinos en Pando y la
humillación de indígenas en Sucre coexisten con linchamientos impunes, asaltos y cercos al Parlamento, observados por la Policía a prudente distancia. La corrupción alcanza ahora a dirigentes de movimientos sociales empeñados en recaudar fondos para sus organizaciones. La producción de cocaína está en auge. La guerra entre pobres también se acentúa. Cooperativas mineras, formadas por indígenas, son asaltadas por otros indígenas. El odio racial está a flor de piel. El Estado plurinacional avanza incontenible. Pese a todo, se necesita usar los escasos resquicios de la NCPE para seguir buscando la unidad nacional.»

Lo único que me inclino a agregar, para equilibrar este planteo, es que la modernidad, que no es bondadosa con los estados naciones, es menos amable todavía para los sueños indigenistas. Por eso agrego esta foto – no como broma sino como ilustración – de cuando las concursantes al título de Miss La Paz 2009 lo fueron a visitar a Evo, este domingo 19

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La solución Cafiero

marzo 30, 2009

Siempre repito que no quiero meterme en la coyuntura, que si uno quisiera jugar allí debería estar en un gremio, una unidad básica, un ateneo o un club. Lugares mucho más adecuados que un blog para sumar voluntades y/o delirios, que eso es la política cotidiana. Pero… Esta vez el pretexto es sólido: ha sido un colega bloguero, Don Artemio López, el que dijo «las encuestas que se publican son parte de las respectivas campañas«. Lo siento, Artemio: Ud. ha demostrado coherencia a lo largo de los años. Ha tenido errores, pero no borocoteadas. Pero el resultado de su afirmación no tiene nada que ver con la lógica, y sí con la psicología de la fauna política del peronismo (gente muy mal pensada. Si lo sabré yo): lo han traducido «A Kirchner se le viene la noche«.

Quiero dejar clara mi modesta evaluación personal: Sé que en el Club de los Blogueros K la candidatura de Néstor arrasa. Pero en la Provincia de Buenos Aires el voto progresista filo peronista nunca alcanzó un porcentaje importante, y ya lo tuvo de su lado en el 2007. El FPV ha perdido en el interior bastantes votos que fueron a Cristina en el 2007. Eso sí, no creo que la pérdida sea catastrófica. El «campo» ha demostrado – como sucedió muchas veces en la política argentina – que una gran capacidad de movilización en un momento dado no se traduce automáticamente en construcción política.

El problema K entonces no sería – en Provincia de Buenos Aires – a mi modo de ver, el «plebiscito» sino la «interna» (para usar la dicotomía que han analizado Ezequiel y Luciano). La interna que definirá las chances K con vistas al 2011. El peligro para el gobierno no es entonces el antiperonismo de la Coalición Cívica y la UCR – que no están mostrando mucho dinamismo – sino el posible crecimiento de la opción Nárvaez-Solá. Que sí lo muestra.

Ahora, anticipar ese crecimiento… Es bastante difícil, créanme. Conozco muchísimos peronistas veteranos que no lo tragan a Kirchner. Pero también en los últimos días he escuchado a unos cuantos de esos – que no tengo por qué pensar que no son representativos – que entre Solá, Macri o aún Reutemann (el colorado queda afuera por colombiano) me dicen que lo prefieren a NK. Igual, no hay que confundir la fauna de dirigentes y activistas con los votantes peronistas. No los separa un abismo, pero no son lo mismo.

Entonces, mi «olfato» no me sirve. No todavía. Pero las encuestas – las que no se publican – pueden dar una idea. El gobierno y sus principales oponentes cuentan con ellas. Por eso, si el instinto de la fauna está en lo cierto y los números no le permiten pensar a NK en una clara victoria sobre el segundo (una diferencia menor al 10 % sería un desastre ilevantable)… puedo ver a los fantasmas del Lobo y de Lorenzo flotando sobre Olivos y diciendo «Llámenlo a Cafierito».

Don Antonio Cafiero simboliza, si alguien con vida lo hace, el peronismo. Esto, por supuesto, no le garantiza una victoria cómoda. Quizás, ni siquiera muchos más votos que los que tendría Kirchner. Pero su postulación – como primer diputado o eventual senador – evitaría una derrota de NK. No es, claro, una señal de fortaleza política del oficialismo. Pero no es una catástrofe, como lo sería que el 29 de junio se cuestione abiertamente la conducción del PJ. Y sí sería una señal hacia los gobernadores peronistas que se buscan acuerdos razonables. Una señal casi tan eficaz como el reparto de las retenciones.

¿Estaria dispuesto el Tony Cafiero a acompañar esta jugada? Apuesto a que sí. Aunque no lo he escuchado de sus labios, tengo motivos para pensar que él es uno de esos peronistas históricos que, sin ningún entusiasmo por NK, lo prefiere a sus actuales rivales en Provincia.

Si aceptan esta modesta propuesta, desde ya dono los honorarios que me correspondan a un fondo para el auxilio de blogueros en problemas. Mi interés personal es – como le decía a Artemio hace poco – que, resignado a quedarme en el peronismo a pesar de sus bandazos a izquierda y derecha – prefiero que los bandazos no sean tan violentos.


¿Comenzó la presidencia de Obama?

marzo 30, 2009

Como los visitantes frecuentes de este blog saben, yo no creo en el antiimperialismo verbal, ni – con más precisión – que los intereses de los Estados Unidos sean siempre – por su naturaleza maligna – contrarios a los nuestros. Pero también es cierto que insistí que a su Presidente le pagan por defender los intereses norteamericanos, y que cualquier esfuerzo en favor de la felicidad de todos los pueblos los tendrá que hacer en sus ratos libres, si los tiene.

Sobre Don Barack y su administración he escrito bastante, en forma desordenada (como pueden verlo poniendo en el Buscador de la derecha «Obama»), pero un resumen válido está en mi frase «por ahora, Obama será un Clinton morocho, es decir, un Bush jr. con buenos modales». Y eso no está mal, dada la importancia de los buenos modales en la política internacional.

Como buenos modales clasifico el anuncio del cierre de Guantánamo, el anuncio de su intención de mejorar las relaciones con Irán, … Insisto, no son triviales. Y si son necesarios, como lo son, el aceptar con gracia la Necesidad es una demostración de sabiduría. En lo que hace a nuestra región, no hubo muchos más gestos que los que ya prodigaba el bueno de Thomas Shannon. Hasta ahora.

Porque estas declaraciones de Hillary Clinton «U.S. to blame for much of Mexico violence«, en que la Secretaria de Estado en vuelo a Ciudad de México reconoce a sus propios periodistas que «Nuestra insaciable demanda por drogas ilegales alimenta el narcotráfico. Nuestra falencia en impedir el contrabando de armas a través de la frontera (hacia México) para armar a esos criminales causa la muerte de policías, soldados y civiles«… Bueno, lady, lo que Ud. dice no es más que la verdad, pero cuando Calderón debe esforzarse para evitar que le cuelguen la siniestra etiqueta de «estado fallido»… creo que en América Latina debemos escucharla con satisfacción, y cerrar filas. México es, en muchos aspectos, la frontera caliente de la América Latina.


Es la economía, estúpidos

marzo 27, 2009

Aclaro: el título está dirigido a todos nosotros, y en primer lugar a mí mismo. Los políticos, en especial si nos hemos formado en el peronismo, pensamos que la economía debe estar al servicio de la política… lo cual es cierto, en el mismo sentido que la materia debe estar al servicio de la voluntad. Eso sí, para ejercer la voluntad, es necesario tener un conocimiento mínimo de las leyes que rigen la materia; por ejemplo, la de la gravedad.

Digo esto con alguna reserva, porque uno de los instrumentos políticos con que se han perjudicado históricamente los intereses nacionales es hacer creer que hay leyes económicas en el mismo sentido que existen leyes físicas, que se aplican con independencia de las circunstancias de un país y de su pueblo. Y que esas leyes económicas son las que se aplican en los «países serios», según nos lo cuentan los «diarios serios». Almaceneros que editan incansables los manuales para compradores.

Pero es necesario plantearlo. Porque es más improbable que los gobernantes hagan buenas políticas económicas si su pueblo y sus clases influyentes no tienen buenas ideas sobre el tema. En un mail colectivo que dirigía a un grupo de amigos hace casi seis años (antes que me hiciera adicto a los blogs) decía: «En el sistema internacional que rigió desde el fin de la Segunda Guerra Mundial hasta 2001 (escribía esto al comienzo de la guerra en Irak; estamos en vísperas de otro sistema, pero lo que dije aquí me parece aún más válido), el destino de los países medianos como la Argentina no se definía en campos de batalla – en tanto no afectaran la seguridad del bloque al que adscribían – sino (en buena parte) en el acierto de sus políticas económicas. Como caso paradigmático, debemos darnos cuenta que ninguna guerra o revolución en Sudamérica después de 1823 tuvo tantas consecuencias sobre las relaciones de poder como el crecimiento de Brasil como potencia emergente. Que se da a partir de las decisiones acertadas de Vargas en los ’30 y ’40, de las políticas industrialistas de sus gobiernos militares a partir de 1963 y – por encima de todo – la continuidad que la clase política brasileña supo darle a sus aciertos»

Como no soy economista profesional, no tengo las herramientas teóricas necesarias para hacer mis propios análisis. Apenas si tengo las suficientes para detectar algún agujero o contradicción en análisis ajenos, y – cuando tengo suerte – contribuir a traducir las discusiones sobre política económica a la gente de a pie como yo. En la columna de la derecha, en  la Categoría: economía, podrán ubicar los 74 posts que dediqué al asunto, pero – sinceramente – no vale la pena recorrerlos todos. Estoy pensando  en cómo ordenar mejor mi material, y ayudar a hacer accesible lo que más nos sirve de lo que anda por la blogosfera.

Pero todo esto es nada más que la introducción – y el enfásis – que le agrego a un post muy breve de Miguel Olivera: El Fondo como reflejo condicionado Si no lo han hecho, léanlo, por favor. Igual, no creo que esté ayudando a divulgarlo, porque su blog es uno de los visitados por los que se interesan en economía (y los que no se interesan, bueno, se merecen ser gobernados por los que tampoco se interesen).

Si lo menciono acá es porque es un lúcido ejemplo de lo que puede aportar a un manejo correcto de la economía, del destino de un país, los conocimientos de un economista. Independientemente de si está de acuerdo con las políticas del gobierno (Olivera no lo está), o si uno está por completo de acuerdo con su visión (a menudo no lo estoy).


¿Qué se discute en estas elecciones?

marzo 26, 2009

Con nobles excepciones, siento que la blogosfera local (la parte politizada, aclaro) se está poniendo un poco aburrida. Y me incluyo. Las elecciones, que estaban cerca y se acercaron cuatro meses de un salto, influyen para mal, me parece.

La blogosfera nunca fue neutral, gracias a Dios. Pero los blogs que están definidos a favor o en contra del Gran K se sienten parte de la campaña (aunque como no llegan a una audiencia de cientos de miles, nadie banca una agencia de publicidad para que les ponga smowing). Igual, sus columnas de comentarios están llenas de retrueques ingeniosos: «Ganamos!«, «Van a perder!«.

Y los que también estamos definidos (ver entradas de julio ´07 a la fecha) pero no consideramos que nuestra definición es el hecho más interesante del universo, lo mismo nos vemos arrastrados a escribir sobre la coyuntura, por la presión de la realidad. Una coyuntura importante, pero que – al menos a mí – no me ha resultado fácil de analizar con algún rigor. Esto es, tengo claro quiénes me gustaría que ganaran y quiénes me gustaría que perdieran. Hasta quiénes me gustaría que ganaron por poco y quiénes perdieran por paliza. Pero lo más importante de esas victorias y derrotas: qué significan para Argentina, eso me parece que no se está escribiendo lo bastante. Y me incluyo.

Porque en lo que hace a anticipar resultados, Artemio López, encuestador y bloguero extraordinario, ya anunció en un arranque de sinceridad que lo honra: «Compañeros y Compañeras, (en adelante) las encuestas que se publican son parte de las respectivas campañas. Las verdaderas, por llamarlas de algún modo, nadie las conocerá a través de los medios, salvo , en el mejor de los casos, en la semana previa a las elecciones . Es una ley no escrita, pero…»

Lo que me parece que falta, entonces, es un poco más de trabajo para describir qué es lo que puede pasar de acuerdo al resultado de esas elecciones. Aún los partiggiani despliegan poca imaginación: Los K insisten en el relato épico de la lucha de un noble gobierno, presidido por Cristina y conducido por Néstor, contra la Oligarquía Agrofinanciera y las Corporaciones Mediáticas. Dije en algún lado que si, Dios no lo permita, don Cristóbal López se hiciera opositor, en los blogs proK se hablaría de los sectores agrolúdicos. Y el proyecto para reemplazar la Ley de Radiodifusión me parece un paso adelante – y seguramente además perjudicará algunos intereses del Sr. Magneto – pero no me parece que conseguirá que el canal Encuentro sea más visto que Canal 13. Realmente lo siento, pero no puedo creérmelo.

Y los antiK… peor. Describen las aberraciones de la dictadura conyugal que nos aqueja, dejando la impresión que todos los males de Argentina son causados por la presencia de los Kirchner en el gobierno, y que una vez que esta cese, desaparecerían. También ya dije que a mí me parecía recordar que algunos males ya existían antes del 2003…

Por eso, uno tiene que ser ecuánime y dar la bienvenida a este editorial de Horacio Verbitsky , en Pág. 12 del domingo. Uno tiene diferencias ideológicas profundas con el Perro, y en lo que hace a lo que plantea en esta nota, algunos puntos me parecen válidos (que estas elecciones son un plebiscito, por ejemplo), otros no. Y no estoy de acuerdo con sus conclusiones. Pero lo valioso es, a mi entender, el desarrollo que hace ahí del concepto de bloque agrario, basándose en estudios de Eduardo Basualdo y conceptos de Antonio Gramsci.

Confieso que siempre pensé que Basualdo, un trabajador serio cuya recopilaciones de datos nos sirven a todos, estaba demasiado aferrado a la idea romántica de una oligarquía vacuna inmortal, como una raza de vampiros en una novela de adolescentes, y no distinguía lo bastante el rol de Nicolás Anchorena en el siglo XIX del de Gustavo Grobocopatel en el XXI. Pero en este trabajo, por lo menos en la versión de H.V., está actualizado. Le cedo la palabra:

«Un trabajo inédito del economista Eduardo Basualdo, que toma como referencia la conformación de nuevos bloques sociales descripta por Antonio Gramsci en sus Cuadernos de la Cárcel, contribuye a entender qué se pone en juego en los próximos comicios. Destaca el carácter estructural de los cambios introducidos a partir de 1976 en la producción y en las diferentes fracciones sociales del agro pampeano y su vinculación con el patrón de acumulación de capital basado en la valorización financiera. Al agotarse ese ciclo, se inició en 2002 una etapa de transición. Las distintas fracciones sociales pugnan por definir un nuevo patrón de acumulación. El agro pampeano quiere terciar en la disputa por la distribución del ingreso y “ocupar el centro de la escena política y económica” para que “tanto el Estado como los asalariados y la producción industrial operen en función de sus propios requerimientos de expansión”. El incremento de la riqueza de los grandes terratenientes pampeanos; el reagrupamiento alrededor de la producción agropecuaria y agroindustrial de las dos fracciones de la oligarquía (una eminentemente agropecuaria y otra diversificada hacia la industria y las finanzas) y la emergencia de una fracción de pequeños y medianos propietarios rurales que obtienen alta rentabilidad arrendando las tierras de otros pequeños y medianos convertidos en rentistas, son síntomas de la aparición de un bloque agrario, que se aproxima al momento político narrado por Gramsci, cuando se alcanza la conciencia de que los propios intereses “superan el círculo corporativo, de grupo meramente económico, y pueden y deben convertirse en intereses de otros grupos subordinados”. En la pugna ideológica, intenta “instalar en el sentido común que el agro y la agroindustria son el sustento material de la Nación en tanto, supuestamente, es el portador del cambio tecnológico, de la creación de riqueza y, en consecuencia, de la transformación social del conjunto de los sectores”. En un año electoral se articula con las diferentes vertientes de la oposición, como “sustento de una supuesta renovación política”, cuyo objetivo para asegurar la hegemonía es “el control del Estado”, ahora mediante una disputa democrática y no a través de un golpe de estado»

No me parece válido – lo he dicho muchas veces en este blog; lo he discutido recientemente con Luciano y con Ezequiel Meler – con identificar la oposición a los K con los empresarios y propietarios rurales y los sectores del interior cuya prosperidad está atada a la de ellos, que se enfrentaron con el gobierno a partir de marzo del año pasado. Es cierto: por la estrategia – errada o no – que Kirchner ha elegido, hoy ese enfrentamiento no tiene retorno. Es cierto también que la bronca – diré el odio? – que la clase media y media alta rural tiene por los K hoy no puede distinguirse del mismo sentimiento que tiene la casi totalidad de la clase media alta urbana.

Pero un hombre formado en el marxismo como Verbitsky debería distinguir entre las pasiones de una lucha y los intereses estructurales de los sectores de la sociedad. Y cualquiera con experiencia en la política argentina debe tener claro la dificultad de construir proyectos de país a partir de acuerdos políticos de circunstancia. La experiencia de la Alianza de 1999 está muy fresca.

Está bastante claro, por lo menos para mí, que los partidos y fracciones políticas opositores han cerrado filas en torno al «campo» porque les brindó una base social – en algún momento, con gran capacidad de movilización – que no habían sido capaces de convocar. Como dice Manolo, sólo son capaces de hacer seguidismo a las Corporaciones, la Mediática o la Rural. Pero su compromiso con los intereses del bloque agrario es tan sólido y permanente como el del rabino Bergman con las políticas de seguridad, o el de la U.C.R. con el grupo Clarín. No han mostrado, hasta ahora, capacidad o inclinación por construir un proyecto.

Ojo: Como se ve, no creo entonces que H. V. tenga razón cuando dice que en estas elecciones se enfrentan el gobierno con el bloque agrario. Pero aplaudo este planteo por tres motivos centrales: 1) Vale la pena, aunque uno no esté de acuerdo,  analizar las luchas políticas en otro nivel de las consignas de campaña o de la capacidad de obtener cargos. 2) porque me parece una buena descripción del bloque agrario, un sujeto socioeconómico que tiene y tendrá un rol fundamental en Argentina. Y 3) porque me da un buen pie para ir subiendo al blog algunas ideas que tengo sobre la Oposición, y sobre el «Bloque Agrario», que – sigo insistiendo – pese a las apariencias son dos cosas muy diferentes.


del 24 de marzo

marzo 24, 2009

Estoy frente a la PC y me siento… ambivalente. No tiene que ver con mis ironías sobre las efemérides, ese pretexto para recordar. No necesito pretextos ni estímulos. Para mi, para muchísimos argentinos, es un símbolo claro – y trágico – de un tiempo que fue muy importante en mi vida y en la de los que estábamos vivos en esos años. Aún para los que no pensaban así – no todos estaban politizados en ese tiempo.

Por eso (como me pasó cuando la invasión a la Franja de Gaza, por ejemplo) siento que no corresponde no decir nada. Por el otro lado, no tengo ganas de repetir frases hechas. Cuesta emocionarse con los Relatos – aunque sean ciertos – porque uno sabe también que son instrumentos políticos. Hay algunos amigos que uno recuerda, hay gente de la que uno le hubiera gustado ser amigo, esas son las muertes que hacen real la tragedia. Pero hay que tener más talento que el que tengo yo para transmitirla.

Tampoco quiero reflexionar ahora – como hice en otros momentos – sobre la construcción de este Relato. Comparé el consenso que se había formado en la sociedad argentina sobre la condena a la Dictadura Militar del ´76/´83 y sus métodos con el consenso antifascista con que se edificó la política en Europa Occidental a partir del ´45. Tengo claro que en ninguno de los dos casos el consenso es total, y que en ambos hay una porción de hipocresía, conciente e inconciente. Pero en los dos ha sido – hasta ahora – una base estable sobre la que se avanzó.

Eso sí, hay una diferencia que hace dificil analizar el caso argentino en la misma forma. Por toda la muerte y la destrucción de la 2da. Guerra Mundial, los europeos – salvo algunos sectores muy minoritarios – no recuerdan el Gotterdammerung de los fascismos con el odio y el dolor que dejan las guerras civiles (aún en donde lo fueron: Italia, Francia,…). El caso argentino se parece más – salvando las distancias – al relato del Holocausto judío, en que se ha transformado para una parte de la sociedad, familiares de las víctimas de la represión, militantes de los derechos humanos, en una instancia del Mal Absoluto que continúa vigente y los confirma en su identidad de Víctimas y combatientes contra ese Mal. Lean los recordatorios que aparecen todos los días en Página 12.

Se me ocurre a esta altura que la libertad de un blog personal es un sitio adecuado para preguntarme – y preguntarles a ustedes – qué es lo que hizo que ese discurso melodramático de las Víctimas esté basado en la realidad de esos años. Por qué es más realista – y yo creo que lo es – que comparar lo que sucedió a la represión igualmente brutal de la guerrilla en Brasil o en Perú.

Entiéndanme: este no es un blog políticamente correcto, como lo saben los que lo leen. En particular, el «Relato de Izquierda», para llamarlo de algún modo, sobre el Proceso me parece idiota, y lo he dicho otras veces. No es creíble que el Poder Económico Internacional haya recurrido a los militares para «preparar el terreno» para una «política económica neoliberal» que iba a ser puesta en práctica doce años después!, en el gobierno de Menem ¿Por qué no la aplicaron directamente?

Tampoco comparto, a riesgo de ser acusado de creer en los dos demonios – que es una herejía espantosa – la imagen de 30.000 luchadores sociales que fueron asesinados por militares que no podían soportar que fueran a las villas a alfabetizar. En el medio de una guerra civil larvada, comenzada en los ´50 contra el peronismo, y donde no faltó violencia ni muertes, surgieron organizaciones que – interpretando a su modo las experiencias de Cuba y de Argelia – desarrollaron el asesinato de sindicalistas, de policías y de militares como un instrumento de lucha y propaganda política.

Un poco antes o un poco después, eso sucedió en toda Latinoamérica. En todos los países la represión fue feroz y exitosa. E implicó retrocesos graves en la situación social y política de las mayorías populares. Luciano ha escrito sobre lo que pasó entre nosotros, poniéndolo en el contexto histórico que corresponde.

Pero… me parece que – como dije arriba – aquí hubo un elemento distinto en la represión. No tengo respuestas, no creo que sea serio hacer psicología social. Pero creo que vale la pena tratar de distinguir los factores racionales y previsibles – también sanguinarios, crueles – de los que no lo fueron. Alguna vez dije – hablando de nuestra generación – que no hubo sorpresas: todos fuimos a ver «La batalla de Argelia«. También los asesores franceses en represión y tortura la pasaban en los cuarteles. Pero allí fue un ejército extranjero el que aplicó esas técnicas.

En Latinoamérica – una civilización con muchos valores admirables – las abismales diferencias de clase crean en algunos países casi dos mundos extranjeros entre sí. En Argentina hay algo de eso, pero no tan acentuado. La represión la ejercieron (ejercen) las policías bravas, la mano de obra habituada a la violencia y al uso prepotente del poder. La Liga Patriótica ha quedado en la historia. En la persecución al peronismo de gobiernos militares y civiles – acordémonos del CONINTES – hubo un elemento clasista. Pero nunca descontrolado.

No quiero extenderme en tragedias pasadas. Esto empezó porque no quería callarme en este nuevo aniversario y estaba frente a la PC. Me pareció que valía la pena pensar en los grupos de militares – hombres jóvenes, en general de clase media y un nivel de educación razonable – que fueron impulsados por sus superiores – y un afán de venganza – a secuestrar, torturar y asesinar… y, en muchos casos, a quedarse con lo que encontraban en las casas, como «botín de guerra». Es cierto que – como recuerda Manolo – una mayoría de los desaparecidos eran trabajadores sindicalizados. Pero eso era la parte deliberada, pensada, de las políticas represivas del régimen. Los militares que la ejecutaban no eran en su mayoría de la clase de los patrones, ni se pensaban como defensores de la patronal.

Seguramente los generales que lo dispusieron y sus asesores que diseñaron esta política, hasta – como insistiría Ezequiel Meler – Kissinger que la avaló serían moralmente peores. Pero cosas como esa son habituales en la Historia, como lo saben los que la leen. Lo que no es tan frecuente es encontrar que un ejército se pueda volcar sobre sus propios compatriotas, en la mayoría de los casos sobre la misma clase (media) de la que era parte. En Chile, sí… Pero allí no fue tan masivo ni tan prolongado. Y las diferencias sociales eran más acentuadas que aquí. Aquí las víctimas tenían apellidos como Alsogaray (estaba en la guerrilla) o Holmberg (no lo estaba).

Ya que estoy confesando herejías agregaré que la ola actual de juicios a los represores me deja bastante frío. Recuerdo el título de Barcelona «En la Nueva Argentina de Kirchner, ningún asesino babeante y senil quedará sin castigo«. Pero sí lamento que no hayan tenido el coraje de contar su historia.

También – es cierto – no está claro como gente del talento y la sensibilidad de – por ejemplo – Rodolfo Walsh, Héctor G. Oesterheld, Francisco Urondo y muchos otros encontraron lógico y aceptable tomar las armas para cambiar una sociedad que era mucho más justa – creo que hasta más creativa – que la que tenemos ahora, aceptando militarizarse bajo la jefatura de un mediocre que ahora escribe sobre los ciclos largos de Kondratief. Eso sí, hay que señalar que nunca llegaron a los extremos de descontrol y perversión que los «del otro lado». Y había un delirio ideológico compartido por muchos.

Por eso, me quedo con dos preguntas ¿Qué nos pasó a los argentinos? ¿Nos puede volver a pasar?


la inseguridad y las ideologías

marzo 20, 2009

sendra11

Es cierto que, como decía el tío Carlos, las ideologías son máscaras con las que se visten intereses concretos y relaciones de poder. Pero también creo que son inevitables, porque los humanos somos como somos (así pasó con la que el tío inventó, el marxismo). Por eso no se me ocurre «dejar de lado las ideologías». Pienso que, a lo sumo, podemos ser conscientes de ellas. Y, con esfuerzo, tratar de superar sus dogmas particulares frente a algún hecho concreto (Por ejemplo, para demostrar la falacia de la teoría que considera al Grupo Clarín el Padre de la mentira, subo aquí la lúcida observación criminológica del comisario Sendra).

Pero me parece que en este tema – el de la inseguridad, para ser precisos: el de la delincuencia violenta – las ideologías, en sus versiones de «izquierda» y de «derecha», funcionan entre nosotros como nieblas que no dejan ver realidades tan concretas como un chumbo.  Hoy Artemio López subió a Ramble un post que describe el deterioro social y educativo de Argentina. Lo que dice es cierto, lo ha hecho muchas veces en su blog, y siento que  debo reconocer el coraje y la honestidad de un tipo que no vacila en decirle verdades a un gobierno que apoya y que, además, es un buen cliente suyo.

Y no es que ese deterioro no tiene todo que ver con el delito violento. Cualquier argumento más o menos sofisticado que trate de negarlo es hipocresía (salvo quizás en el caso de Susana: puede ser de boluda, nomás). Inviten al que lo sostiene a que se mude a dos cuadras de una villa o un asentamiento, y el debate puede terminarse ahí.

Lo trágico es que los que tienen que vivir allí son en su mayoría buenas personas, quizás mejores humanamente que los que residen en un country (recuerdo que diversos profetas insistían en eso).  Pero son rehenes de los delincuentes porque no tienen un Estado que los proteja. No hay comisarías en las villas, y hasta que las haya – como insistía mi amigo Gerardo González – estarán a merced del crimen desorganizado, que es más peligroso que el organizado.

Es por ese simple hecho que me parece un error que Artemio termine su post con esta conclusión: Tal como se encuentra la sociedad argentina actualmente, el problema de la inseguridad, no tiene solución. Desde una actitud filosófica, puede ser cierto. Pero es como un médico que le dijera al paciente preocupado que va a verlo: «La salud pública no es una prioridad en este país – la Ministro no es médica, fíjese -, los hospitales están cada día más deteriorados,… Hasta que no cambie la política y la sociedad ¿tiene sentido que le recete algo?» No se sorprenda si el paciente recurre a un curandero, y, como Ud. sabe, en este tema hay algunos curanderos bastante irresponsables.

Cómo está la cosa en la izquierda da un buen ejemplo Alejandro, que en LaBarbarie (blog intelectual si los hay) hace una pregunta ¿Qué tiene que ver la pobreza con la inseguridad? . Su planteo básico «El progresismo (ya sea en su componente nacional y popular, ya en su componente socialdemócrata o socialcristiana) no tiene nada para decir sobre ninguno de los aspectos que hacen a la seguridad ciudadana. El progresismo no tiene discurso ni sobre la política penal, ni sobre la política de seguridad preventiva y compleja, ni sobre la política penitenciaria» entiendo que es correcto, y ya había sido anticipado por Natanson en P12. En la columna de comentarios, la discusión versó sobre si la causa eficiente del delito era la pobreza o la desigualdad…

En cuanto a la derecha argenta… Bueno, digamos que Edmund Burke no los habría tomado en cuenta. No se les cae una idea, y, peor, no analizan con rigor sus propios planteos, que en el fondo son estéticos: no aceptan ver la realidad de la sociedad en que viven, y prefieren fantasear con que «en otros países estas cosas no pasan». Ojo: Hay legitimidad, como señala Luciano, en el reclamo de los que los eligen como voceros o referentes. Se me ocurre que es la bronca justificada por lo que perciben como falta de voluntad de los políticos que por intereses o ideología tratan de convencer a las víctimas que la situación no es tan grave (En mi barrio teníamos una frase hecha «Más se perdió en la guerra«).

Es necesario tener claro que el fracaso de Blumberg como político es un tema muy menor. Lo que es necesario comprender es que las reformas penales que planteó – y que fueron incorporadas al Código Penal – no sirvieron de nada. Como tampoco, debemos reconocerlo, las purgas de Arslanian no han tenido un efecto medible. En el seno de las policías continúan operando cómplices e instrumentadores del delito ¿Qué significado tiene la «mano dura» en estas condiciones’ ¿Quién la aplicará?

Sin ser experto, me animo a pedirles que enfrentemos algunos hechos muy obvios. Un delincuente no se forma en un año, al perder el empleo. Ha sido formado por generaciones en que lo que sobró son manos duras. No es un indigente. Gana más dinero que el pobre diablo que labura en negro, o aún que el que tiene un empleo en blanco. No va a dejar su profesión porque pueda conseguir conchabo como peón en una obra o una fábrica.

Una sociedad más justa producirá – seguro – menos delincuentes violentos. La historia de Escandinavia – que supo tener bastante violencia en su tiempo – parece indicar eso. Pero los que ya están formados, los que estamos formando ahora en la calle, macho, los vas a tener que aguantar.

La institución que todas las sociedades han encontrado para poner límites – no eliminar, por supuesto – a la delincuencia es la policía. Y también en todas las sociedades, por lo menos las que yo conozco, la policía administra (el verbo está elegido cuidadosamente) como función y como beneficio de su tarea, el delito que los ciudadanos honestos piden pero no quieren legalizar. Desde siempre, el juego y la prostitución. En las últimas décadas, la droga. Y esto ha empeorado terriblemente la situación, por el dinero negro que produce. Una buena comisaría puede dar más que mil hectáreas de soja, si el que manda entra en arreglos con los dealers locales.

Tal vez nos resulte difícil aceptar a los argentinos, tan locuaces, que no hay respuestas teóricas, verbalizables.  Las ideologías no les dicen a los gobernantes como encontrar los hombres para conducir las fuerzas policiales. Pero eso es lo que tienen que hacer, y respaldarlos don coherencia y generosidad. Porque el crimen más grave que los gobiernos han cometido – todos ellos, desde hace décadas – es restarles recursos a los hombres a los que exigen arriesgar su vida. Aceptando, hipocrítamente, que se financien por izquierda.

Lo más importante no lo mencioné aquí. Porque es una tarea diferente, y uno se siente mal que sea necesario recordarlo. Pero es la única medida que asegura que habrá menos delitos violentos dentro de diez años, y que nos quede menos mal gusto en la boca. Saquemos a los chicos de la calle. Bicicleteemos la deuda externa, no paguemos tanto a los políticos (fíjense lo que les digo) pero démosles un hogar, o lo más parecido a uno. Los que han vivido varios años en la calle, nunca tendrán un hogar normal. No pueden. Pero pueden ser rescatados, todavía.

Vuelvo al tema. Los delincuentes ya están formados. Necesitamos policías (aún sabiendo que algunos de esos delincuentes llevarán uniforme). Dejando de lado la estupidez de la colimba, sabemos – por la experiencia de la Legión Extranjera, de los cuerpos de mercenarios, toda la historia del hombre en guerra – que la disciplina y la solidaridad, la moral, de un grupo de hombres bien conducido puede contener los peores instintos. También puede expresarlos, pero con ese riesgo ya vivimos. De las personas que elijamos para conducir esos cuerpos, dependerá el resultado. ¿No es lo que pasa con las naciones, también?


La manifestación de ayer

marzo 19, 2009

El lunes subí un post sobre la inseguridad. Tratando de ser preciso, aclaré que no escribía sobre la sensación de inseguridad – quién soy yo para meterme en una discusión entre Susana Giménez y JPFeinman – sino sobre la delincuencia violenta. Dije algunas cosas y prometí continuarlo. No estoy seguro que sea necesario: abrió un debate interesante – con alguna sobrecarga de discursos ideológicos, pero eso es inevitable en este tema – y siento en particular que el último comentario de Manolo (el de hoy a las 14:23) cubre – y hace más claros – los puntos que me interesaba tocar. También Harry, cuando para de comer zurdos, hace aportes interesantes. Léanlos, por favor.

Este post es para corregir un error mío. Pensaba que la manifestación convocada para la Plaza de Mayo podía ser un hecho político importante. Fue sólo el acto – débil – de un sector de la oposición a Kirchner, y no de la oposición más significativa. Su debilidad clave no reside en el número de los asistentes – pocos, pero nadie está convocando mucho más, al comienzo de la campaña – sino en el hecho que no convocó a nadie que no perteneciera a la clase media alta que ya está casi totalmente contra los K. Había familiares de víctimas, claro, pero hasta la mayoría de ellos pertenecía a ese sector. Que tiene todo el derecho a expresar su dolor y su ira, por supuesto, pero si lo que quieren es derrotar al gobierno, necesitarán sumar.

La manifestación de ayer más importante en términos políticos no fue esa, entonces, ni las que se realizaron en Olivos y en otras ciudades con las mismas características. Tampoco fue la del Teatro Argentino en La Plata. Tal vez lo sea en el largo plazo, y la lectura del proyecto me convenció que vale la pena apoyarlo. Pero hoy es un interés fundamental de un sector articulado y movilizado, pero poco numeroso.

Planteo que quizás la manifestación más importante de ayer 18 de marzo fue – no por su número, por sus características, ésta

provi12

«Varios centenares de policías bonaerenses en actividad y familiares de uniformados marcharon ayer desde la Gobernación hasta el ministerio de Seguridad, para reclamar mejores condiciones de trabajo, fundamentalmente las referidas a equipamiento que -como chalecos antibalas y equipos de comunicaciones- se relaciona con el resguardo de las vidas de los agentes en enfrentamientos con delincuentes.

Se concretó así una manifestación de reclamo virtualmente inédita en la Provincia, ya que en los últimos años las movilizaciones vinculadas a demandas de los integrantes de la fuerza de seguridad fueron muy reducidas y estuvieron sólo protagonizadas por retirados o por pequeños grupos de esposas, madres e hijos de efectivos. La movida de ayer, en cambio, estuvo poblada de policías en actividad, vestidos con sus uniformes»


La inseguridad y los blogs

marzo 16, 2009

En estos días estoy recibiendo, bah, todos estamos recibiendo – por mail, a través de Facebook – de conocidos y desconocidos, invitaciones a concurrir a la marcha contra la inseguridad de pasado mañana. Pienso que va a ser importante, por el número y también por sus características: gente de muchos sectores sociales, que está muy enojada con el gobierno, pero que cree que la suya no es una manifestación política. Porque no está atrás de un cargo, sino gritando una protesta. Como en las primeras marchas de Blumberg, años ha…

Claro, la oposición, que no está exactamente sobrada de coherencia y estrategia, no va a perder la oportunidad de tratar de capitalizar esa protesta. Lilita Carrió, a la que puede faltarle equilibrio pero no inteligencia, ya está tratando de hacerlo, con propuestas menos simplistas que las de Blumberg… o de Susana Giménez. Pero ese aspecto no me preocupa: está dentro de las reglas de juego de la política, y creo que el gobierno a su vez ha mostrado muñeca para manejar esa situación. Ya lo hizo en la ocasión anterior.

Otro aspecto, más grave, es el que me preocupa. Hace algunos meses escribía: Me parece que la inseguridad ha llegado a ser un tema político, en el peor sentido. Si bien todos los problemas humanos que tienen que ver con la vida en sociedad son – también – temas políticos, uno se da cuenta que en algunos, importantes, difíciles, los que gritan más no están interesados en soluciones, sino en derrotar a un adversario.

Claro, la política está armada en base al enfrentamiento. Pero creo que se pasa un límite cuando las tragedias – un tipo asesinado frente a su familia; un pibe marginal al que le «plantan» droga o un fierro para inventar un culpable – son pretextos para castigar a garantistas o «fachos», o son ignorados cuando no sirven para los propósitos del que acusa.

Si quiero volver al tema no es principalmente por la manifestación anunciada, sino por la forma en que tipos inteligentes piensan sobre el asunto. Porque si uno cree que el problema es otro que el que es, va a ser difícil que se encuentren soluciones. Leo a algunos blogueros que creen como Aliverti que los medios producen la realidad. Entonces, si no existiera el Grupo Clarín y sus cómplices, nadie se sentiría inseguro.

Pero en un nivel de mayor claridad, creo que también hay alguna confusión en la naturaleza del problema. Mi amigo y compañero Manolo ha escrito en estos días un par: Los famosos y la línea política y Seguridad; Robocop es un chozno de Tadeo Isidoro Cruz . Ambas muestran la inteligencia y erudición por las que lo conocemos, y la segunda es una de las descripciones más lúcidas que he leído sobre las relaciones entre la política, las finanzas, el delito… y los seres humanos decentes.

Pero… me parece que el problema es otro. El otro día Artemio López publicó un post sobre esto, y aunque, como la mayoría de los suyos, es más breve que los de Manolo, es agudo como una flecha, también como la mayoría de los suyos. Pero me pareció que erraba el blanco principal y subí un comentario. Quiero volcarlo aquí, con correcciones que me hizo en la columna Fernando Bonatto. Él dice, por ejemplo, que mejor que llamarla inseguridad es nombrarla por su nombre: delincuencia. Y tiene razón.

Agrego: lo que angustia y atemoriza a la gente de Recoleta, del conurbano y de la Villa 31 es el delito violento. El otro, desde el punga al que evade impuestos o roba en las licitaciones del Estado, a lo mejor perjudica más al conjunto de la sociedad. Seguramente, el del ladrón de cuello blanco le sale mucho más caro. Pero no corre el riesgo que le pegue un tiro. Entonces, seguro que es un problema social. Todos lo son. Pero debe tener soluciones específicas. También es un problema social los que mueren en accidentes de tránsito. Pero no creo que nadie se anime a decir que la solución es reemplazar el automóvil por el transporte público en un plazo de 25 años. La delincuencia, aquí y ahora, es un problema policial

Entonces, este es el texto (corregido)

Artemio:
Si yo fuera del grupo «Todo es una conspiración» vería en marcha una maniobra astutísima. Una logia secreta (presidida por Magneto, el de los X-men, claro) ordena a figuras de la farándula, muy populares pero con fama de descerebradas, que se pronuncien en público sobre la inseguridad con lemas que garantizan una reacción automática negativa de cualquier bienpensante de izquierda (en algunos de derecha también, pero ese es un efecto no intencional): «Arriba la pena de muerte!«, «Los derechos humanos son para los criminales!«.

La maniobra logra el efecto que realmente se busca. El gobierno – que NO es bienpensante de izquierda pero los ve correctamente como una parte del bloque que lo apoya, y que no quiere abandonar esas banderas – queda enganchado en la discusión intelectual que demuestra – como si hiciera falta – que esos lemas son descerebrados. Claro, así no da respuestas, ni esperanzas que las va a dar, al problema de la delicuencia violenta aquí y ahora que es lo que quiere la inmensa mayoría de la población, a la que esa discusión intelectual no puede importarle menos.

Por suerte, no me inclino a explicar todo por conspiraciones. Ni soy experto en seguridad. Tengo claro sólo unos pocos hechos:

  • La situación en Argentina es mucho MEJOR que en la mayoría de los países latinoamericanos. Vamos en ese camino, eso sí, pero todavía falta bastante.
  • Las estadísticas que lo demuestran no les importan – ni tienen porqué importarles – a los que delitos violentos han provocado una pérdida cercana, que cada vez son más.
  • Esto provoca una sensación de temor en la sociedad, independiente de la acción de los medios, que – aunque se esfuerzan – reportan mucha menos violencia de la que realmente sucede (Vean esas estadísticas: la mayoría de los delitos violentos no son solucionados, la gran mayoría no aparece en TV)

Me siento obligado a agregar que un amigo mío (dicho sea de paso, furioso antiK) que sabe de seguridad, está convencido que algunos sectores opuestos al gobierno están fogoneando la sensación de inseguridad con los recientes ataques a policías y a gendarmes. Puede ser. Pero no lo veo necesario.

La inseguridad es real y aumenta, aquí y en muchos otros países donde no saben quién es Kirchner.

Y la gente cree, correctamente, que el gobierno debe hacer algo con el problema (del que las fuerzas policiales realmente existentes son parte muy importante).

Por supuesto, no hay respuestas mágicas. Los políticos que prometen que con «mano dura» y «meter bala» se va resolver, son estafadores que se aprovechan de temores y broncas legítimas. Pero si, al contrario, todo lo que se le dice a esa gente es que es un problema social y que – si lo siguen votando fielmente, claro – la situación va a ser mucho mejor en un par de generaciones, yo creo que el gobierno va a estar en el horno. Y se merecerá estarlo.

Porque no corresponde que comparemos las víctimas del delito con las del tránsito, de abortos o de desnutrición y ver cuál cifra es mayor. Son problemas diferentes y requieren soluciones distintas, que tampoco serán mágicas. Y no sirve decir «es un problema social». Seguro, todos son problemas sociales. Pero en lo inmediato, la delincuencia es un problema policial. Como la corrupción en las fuerzas de seguridad es un problema policial.

Ningún gobierno puede solucionarlo en un plazo breve. Tal vez, ninguno pueda solucionarlo, en ningún plazo. Pero sí es necesario que muestre que lo toma en serio, y que busca poner a la gente que puede encararlo en los puestos claves.

La sensación que hoy tiene la sociedad – fomentada, claro, por los medios – es que no se está haciendo.

(Continuará)