
La incertidumbre sobre si Cristina Kirchner será candidata, o no, en las elecciones legislativas de este año en la provincia de Buenos Aires es uno de los temas más conversados, en privado, y menos discutidos, en público, en la política argentina.
Es lógico. Para sus partidarios fervientes -que son una parte muy importante del sector politizado de la sociedad- CFK es la conducción «necesaria y suficiente» de una opción política que los exprese. No sólo es el símbolo de la oposición más firme al gobierno macrista. También es la garantía, para ellos, que un futuro gobierno peronista tenga el contenido que ellos pretenden. Todo el resto sería «pejotista» o «peornismo», y lo ven con desconfianza. Cuando no los consideran simplemente traidores.
La posibilidad que ella no quiera ser candidata… prefieren no pensar en eso. Aún la idea de un candidato bendecido por Cristina… ¿Y si es Scioli, por ejemplo? No sería satisfactorio, para los «kirchneristas de paladar negro». Recuerdan, aunque preferirían no, que ella bendijo a Insaurralde en su momento. Y puso en las listas a Bossio.
Tampoco el sector de la dirigencia y los niveles medios del peronismo que no son partidarios fervientes de ella -también muchos, por cierto- se encuentra cómodo discutiendo en público el tema. Están más insertos, en general, en las internas peronistas que el primer sector, pero no les gusta reconocer que Cristina Kirchner tiene, en la provincia de Buenos Aires, mayor intención de voto, por lejos, que cualquier otra figura del peronismo. Ni analizar porqué ninguna otra figura nacional ha sido tan coherente en manifestar oposición a las políticas del gobierno actual.
Como sea, es difícil charlar en confianza con dirigentes políticos o sindicales del peronismo sin que mencionen en algún momento la sospecha que ella, finalmente, decidirá no ser candidata.
Tiendo a pensar -sin certeza, por supuesto- que es una fantasía. Creo que en muchos casos -entre los que rechazan su conducción- es lo que los gringos llaman «wishful thinking», una expresión de deseos. Por mi parte, con alguna experiencia en campañas, veo que ella es la única dirigente del peronismo que la está haciendo dirigida por afuera del mundo de la política. Donde habita la mayoría de los argentinos, por supuesto.
La hace en la provincia y fuera de ella. Es cierto que -salvo las oportunidades que le ofrecen, generosamente, los jueces- es casi por completo a través de los redes sociales. Medio clave, o pregúntenle a Obama. O a Trump. Es difícil pensar que está haciendo campaña para nominar a algún otro.
Ahora, hay otro aspecto del tema que preocupa en especial a los políticos bonaerenses ¿Qué puede pasar si en el siempre álgido momento de la confección de listas -antes de dos meses- surgen desacuerdos insuperables?
¡Y en este momento de incertidumbres y recelos que La Política Online, muy visitado portal de noticias y chismes políticos, publica esta nota! Se las copio y comento al final.
«Los intendentes del grupo Fénix, cercanos a la figura de Cristina Kirchner, comenzaron a medir a Verónica Magario -intendente de La Matanza- para que encabece la lista al Senado, en caso de que la ex Presidenta decida no competir.
«Magario sería una buena síntesis ante todas las discusiones internas», dijeron desde el entorno de un intendente a LPO. Es que, incluso en ese grupo, hay algunos que insisten con que Cristina sea candidata pero otros ven prescindible la participación de la ex Presidenta en la próxima batalla electoral.
El intendente de Merlo, Gustavo Menéndez, y su par de Malvinas, Leonardo Nardini, salieron en los últimos días a insinuar que Cristina no debería competir. «Obligarla a jugar no es justo», dijo Nardini, una frase que pronunció entre elogios a la figura de la ex Presidenta. Menéndez fue más contundente: habló de dar el «trasvasamiento generacional» y lanzó: «Si no, es como ir a buscar a tu mamá cada vez que tenés un problema en la escuela».
La matancera atrae a sus pares porque no sólo gobierna el distrito más populoso de la provincia, sino que además fue electa como titular de la Federación Argentina de Municipios (FAM) y es de las dirigentes más opositoras a la gestión de María Eugenia Vidal.
Incluso, algunos intendentes van más allá de las elecciones de medio término y dicen que hacerla jugar en 2017 es un paso previo para instalar su candidatura a gobernadora en 2019, con el aval de los sectores más duros del kirchnerismo.
«La midieron y mide muy bien, pero ella no quiere ser candidata y no está haciendo nada al respecto. De hecho, las mediciones son de terceros, nunca de ella», reconocieron a LPO desde el entorno de Magario.
En la interna del peronismo provincial, Magario se mueve en tándem con el presidente del PJ, Fernando Espinoza, quien ya realizó un enigmático anticipo de su candidatura. El último fin de semana, se lanzó en las redes sociales con una promesa: «Desde el Congreso vamos a detener esta crisis y llevar soluciones a las clase media y a los trabajadores».
Desde el Fénix -que hace equilibrio entre los intendentes ultra K y los más moderados- otro jefe comunal admitió a LPO que Magario sería «una excelente candidata», aunque lanzarla ahora resulta «prematuro», porque todo dependerá de la decisión de Cristina Kirchner.
En ese grupo no avalan la eventual postulación de Florencio Randazzo, que alientan sus pares del Esmeralda. Por eso, en el Fénix ya piensan cómo conciliar con ellos y sugieren que pongan al segundo de la boleta. «Magario mide mejor que cualquiera de ellos, no hay más candidatos», admiten.
En ese sentido, consideran que sería una «buena síntesis» que a la matancera la secunde el intendente de San Martín, Gabriel Katopodis, ya que el jefe comunal de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde, ya anticipó que no busca competir.
«Los Esmeralda están subidos a un caballo pero en calesita, siempre llegan al mismo lugar», definió a este sitio otro miembro del Fénix, más duro con la postura de sus pares, que se manifestó «harto de las idas y vueltas».
Tengo que decirles que esta no es una bola de Nacho Fidanza, el director de LPO. No menos de tres experimentados dirigentes del peronismo, de distintas líneas, han hablado de una posible candidatura en octubre de Magario, a pesar que es actualmente intendente de La Matanza. Un cargo más importante que senadora o diputada.
El motivo es la necesidad que el peronismo bonaerense muestre figuras nuevas, atractivas, y «con polenta». A las que no se les pueda preguntar «Vos, qué estuviste haciendo este año y medio?» Como muestra de la seriedad del asunto, ya se está mirando con atención al primer concejal de su lista en La Matanza, a quien, en principio, correspondería ocupar el cargo si V. M. lo dejara.
Por mi parte, quiero apuntar un hecho obvio: presentar la candidatura de Magario como «reemplazo» de CFK -aunque ella no se presentara en las próximas elecciones- es en contra. En el mundo de recelos, ambiciones y paranoia de la política, enfrentar gratuitamente dos identidades y posibilidades tan distintas, sólo es para armar roña, dirían en mi barrio. No por nada ella se apresuró a negarlo.
En un plano más general, es bueno, es saludable -también en mi opinión- para el peronismo y para la política de nuestro país que Cristina Kirchner se presente a las elecciones de este año. No sólo, ni siquiera principalmente, su liderazgo, son las políticas y las ideas que han quedado asociadas indisolublemente con su gestión, las que deben ser medidas en la aceptación, y el rechazo, que despierten hoy en los argentinos.
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