«Gobierno de unidad nacional» y fantasías de verano

enero 28, 2010

Después de algunos días de abstinencia, un vistazo a la blogosfera politizada me ha dejado un poco sorprendido. Está bien, no llegan – por supuesto – al nivel de tremendismo de las tapas de Clarín (vieron la de ayer?) y LaNación, o, con un toque más sofisticado, las de Pág. 12. Que están justificadas: en enero no es tan fácil lograr que les presten atención.

Pero que los blogs se tomen tan en serio las escaramuzas y las especulaciones de verano… No puedo atribuirlo, como Miguel Wiñazki, a los cibermilitantes pagos del kirchnerismo (es sabido que los columnistas de Clarín donan sus emolumentos a un fondo para huérfanos). Es cierto que la hinchada K siempre encuentra motivos para celebrar en sus posts el liderazgo de Cristina y atacar la infinita maldad de la Derecha, y se hacen casi tan repetitivos como algunos blogs antikirchneristas.

Pero lo que quiero marcar aquí es que tipos reflexivos y buenos analistas están encarando como si fueran estrategias más o menos estables lo que, me parece, son escaramuzas, posicionamientos, repliegues o fantasias típicas de un año anterior al de una elección importante. Espero que no piense que es con mala onda si tomo como ejemplo, entre muchísimos, al ingeniero Sbariggi, cuando le da, creo, demasiada bolilla al análisis de Rosendo Fraga en LaNación sobre el «dilema de Cobos» «El mejor cuadro de la derecha analiza las alternativas que tiene, le aconseja que se quede y como solución al «dilema» le aconseja el «gobierno de unidad nacional» propuesto por Duhalde«.

Con el respeto debido, estimo que aquí se está sobreestimando a Cobos, a Duhalde y, seguro, a Rosendo Fraga.  Ambos precandidatos son actores importantes dentro de sus respectivos espacios, el panradicalismo y el peronismo antikirchnerista. Pero todavía deben ganar allí. Y ningún acuerdo – público o secreto – entre ellos les acerca un solo paso a sus respectivas metas, en todo el año 2010.

Con esto no quiero decir que un acuerdo peronista radical, como el tácito que permitió aprobar la reciente reforma política, no sea un camino transitable en la política argentina. Es más, voy a confirmar mi heterodoxia diciendo que puede ser una estrategia política correcta para la gobernabilidad. Pero, si las circunstancias la aconsejan, la puede llevar adelante – en el peronismo – Duhalde, Kirchner, Urtubey o Mongo Aurelio. Y los posibles actores radicales son casi tan diversos. Lo único cierto es que hoy no es una política posible, porque nadie, en ninguno de los dos partidos, puede llegar a su cima aliándose al rival tradicional. Son las reglas de juego de la política.

Un «gobierno de unidad nacional» sólo puede ser, ante una situación financiera ajustada pero manejable y una coyuntura económica relativamente propicia, si se considera la situación de muchos otros países, una fantasía «destituyente». Seguramente hay sectores de la población bastante enojados con los K para entretener esa fantasía, y sin duda hay intereses concretos que les gustaría transformarla en realidad. El «caso Honduras», la situación de Lugo en Paraguay, la hacen menos increíble. Pero la realidad argentina sigue siendo poco propicia para el asunto.

Ningún gobierno posible dejaría contento a todos los intereses, ideales y broncas que hoy se oponen a los K. Sin hablar – pero es imposible no tomarlos en cuenta – de quienes hoy los apoyan. Y no hay un poder hegemónico capaz de contener a los que queden afuera. Justamente, el proceso preelectoral que vamos a transitar durante los próximos veinte meses, si sirve de algo, es para que el apoyo popular que los candidatos despierten y los necesarios acuerdos políticos de las diversas fuerzas (re)construyan nuevas legitimidades, oficialista y opositora.

Hago hincapié en esto porque también creo que esos dos referentes de la blogosfera peroniana, Artemio López y Manolo Barge, están simplificando demasiado, a mi modo de ver, el asunto de la identidad opositora. Como decía, en junio del 06!, todavía está por construirse la oposición a este oficialismo, una alternativa real de poder.

Hasta ahora, ser opositor ha sido fácil. Además de los errores que Kichner cometió, sigue teniendo la iniciativa política y así hace fácil unirse en contra de lo que propone. Artemio, neomarxista, encuentra la clave de esa unión en los intereses agrofinancieros mediáticos, como en algún momento los bautizó. Manolo, neojauretchiano, la ubica en la mentalidad de la clase media argentina que necesita diferenciarse de los de abajo, los negros peronistas. Ambos, se me ocurre, tienen parte de razón.

Pero me parece que Argentina es una sociedad muy compleja, con liderazgos políticos débiles, y a medida que en la oposición se vislumbra la posibilidad de llegar el gobierno, sus intereses, y sus ambiciones, entran en conflicto. El liderazgo de Kirchner tendría que tener, para unificarlos en su contra, la fuerza y la peligrosidad para todos esos sectores que tuvo en su momento el de Perón. Y digamos que le falta bastante (Y aún en el ´55, Mario Amadeo y Solano Lima ya hacían miraditas cariñosas hacia la cañonera paraguaya).

Ese, insisto, es el proceso que recién ahora comienza. Y no tiene porque ser rápido, a pesar de la impaciencia argenta. Este año, salvo que K cometa un error estratégico colosal, como el que cometió – esa sóla vez (ningún otro, ni jugarse y perder en la elección de Buenos Aires, tuvo esa magnitud) – en el enfrentamiento con las patronales agropecuarias, seguirá teniendo un poder decisivo.

Porque el poder del Estado nacional es clave en Argentina. No sólo para la clase política, los funcionarios, los empleados, los asesores, los gobiernos locales y sus dependientes… Muy pocas empresas, muy pocos sindicatos pueden prescindir de sus recursos y de su intervención. Ninguna puede ignorarlo. Eso sí, es un poder «taxi»: hoy es un poquito menor que ayer, y mañana será un poquito menor aún. No depende de la simpatía popular que el gobierno, teóricamente, pueda recuperar, como tampoco se lo quita las adhesiones que perdió.

Es el poder de las expectativas, y a medida que las fechas electorales se acercan, los políticos, y el pueblo, miran hacia el futuro, y a quien pueda convencerlos que pasa por él. Es dolorosa la soledad de los últimos meses en los despachos que no se renovarán…

Los próximos meses van a estar llenos de ruido político, qué duda cabe. Por lo menos tanto como lo ha sido enero. Pero falta más de un año para las instancias decisivas. Les propongo que prestemos atención, y pensemos si podemos participar, en un proceso más lento y menos visible, cuando la sociedad define qué es lo que quiere.

Hace un poco más de diez años, la gran mayoría de los argentinos pensaba, con satisfacción o con bronca, que las consecuencias de las políticas de Menem eran irreversibles (bueno, en cierta forma tenían razón) y que lo que había que decidir era si se necesitaban reformas económicas que aliviasen el corsé de la convertibilidad o reformas políticas que disminuyese la corrupción. Y en las elecciones del ´99 una mayoría se inclinó por lo segundo (Simplifico. Pero no mucho). Los hombres que encarnaron esas opciones, y la confianza que supieron o no despertar, De la Rúa, Duhalde, Chacho, fueron importantes, cómo no. Pero piensen en que era fundamental lo que la sociedad creía que era posible.

Hoy se está elaborando, en silencio, en el interior de los argentinos, eso mismo.


Haití y los intereses argentinos

enero 26, 2010

No había escrito en este blog sobre la tragedia de Haití. La sensación que hay algo injusto en el Universo, más allá de lo que uno cree saber sobre el movimiento de las placas tectónicas y las economías de monocultivo del Caribe, me lo hizo difícil. Y, entre otros blogueros, Rafa, el lobo estepario, ya había subido «La llaga«.

Igual, en los blogs, lo que su dueño decide decir no es necesariamente la última palabra. A partir de un comentario de Harry en una entrada que tenía otro tema, un buen número de visitantes aportaron en ese y en los posts siguientes información y reflexiones sobre esa isla, su geopolítica y el rol argentino en el drama. Que no ha sido indecoroso. Puede decirse que los argentinos hacemos bien muchas cosas, salvo gobernarnos.

Lo habría dejado ahí, pero ayer leí esta nota de Juan Gabriel Tokatlian. Lo he citado bastantes veces, porque aún cuando no estoy de acuerdo con él, percibo en lo que escribe a uno de los muy pocos intelectuales de nuestro paìs que reflexiona desde lo que considera son nuestros intereses estratégicos. Parece algo muy obvio, y en los llamados países centrales casi todos sus intelectuales lo hacen desde el vamos, sin permitir que sus ideologías entren en conflicto con ellos. Pero entre nosotros… a menudo parece que sus ideologías les impiden ver que existen intereses estratégicos argentinos.

En este caso, Tokatlian afirma que ante el caso haitiano, puede haber un «humanitarismo activo y transparente dirigido a cimentar la institucionalidad democrática… y a dar poder a los débiles y damnificados … o un humanitarismo estratégico, esto es, el que procura cumplir varios propósitos simultáneos, algunos altruistas, y en el que tiene preeminencia la satisfacción de objetivos geopolíticos del país que emprende la acción«.

Por supuesto, se refiere al hecho que USA ha enviado 10.000 soldados y ha donado US$ 69.500.000 dólares «La desproporción entre la contribución militar, que implica un significativo desembolso de recursos, y la ayuda material es notoria«. Por supuesto, yo, seguidor de la escuela realista en relaciones internacionales, puedo pensar que muy rara vez las Grandes Potencias, o las pequeñas, hacen grandes inversiones por consideraciones humanitarias. Hasta puedo estar de acuerdo con uno de mis visitantes, Gerardo González, cuando apunta que, más allá de las intenciones, solamente USA está hoy en condiciones de influir decisivamente en la realidad material de Haití, y las declaraciones indignadas son irrelevantes.

Pero estas consideraciones también son irrelevantes, geopolítica de café. Tokatlian plantea una situación jurídica posible, pero ciertamente no deseable en el marco de nuestros intereses «Una alternativa es que el caso Haití, que se ubicó desde 2004 en el marco del Capítulo VII (amenazas a la paz internacional) de Naciones Unidas, vaya transitando hacia los Capítulo XI, XII y XIII (territorios no autónomos y administración fiduciaria). Otra segunda, más difícil y cuestionable, es que de facto o de jure Haití siga el destino de otros territorios insulares (como, por ejemplo, las islas Baker, Howland, Jarvis, Wake, Vírgenes, Samoa estadounidense, Marianas del Norte, Midway, Navassa y el Estado libre asociado de Puerto Rico) bajo control de Estados Unidos«.

Y señala una tarea concreta para nuestra diplomacia «La voz de Latinoamérica debiera ser firme: sólo una opción (que evite este desarrollo) garantiza la paz, la estabilidad y la prosperidad en el hemisferio«. No es un punto menor de ese planteo el hecho que sólo tiene sentido si Argentina lo encara en acuerdo con Brasil, México y el resto de Iberoamérica.


Ecología, política y litio: varias respuestas

enero 23, 2010

Como ya he dicho bastantes veces, este es un blog afortunado en sus visitantes, y en los comentarios que dejan. Les agradezco a todos. Especialmente ahora, que yo lo abro unos minutos después de días de familia y playa, y las entradas son más improvisadas de lo que ya son habitualmente. Por eso en esta semana no les estoy respondiendo (Igual, Uds. se contestan y a veces se contradicen, así que…)

Pero el planteo que hizo Jorge Rulli en el último post me motiva lo suficiente para empezar con él a responder, porque además de una diferencia de opiniones, hay una diferencia, más importante, de concepción sobre cuáles son las políticas que Argentina debe trazarse, sobre cuál es nuestro deber hacia nuestros compatriotas y nuestros hijos.

Rulli:

Además del respeto que le tengo por su trayectoria y coherencia, debo señalar su agudeza. Ud. apunta al aspecto que estimo clave del post, el que ni las notas del WSJ ni de Reuters, muy completas, explican: el anuncio se hace en Japòn porque Toyota se asegura un proveedor, en una industria que se prevé como clave; en Australia porque de ahí son los dueños de la minera Orocobre ¿Por qué no se hace en Argentina, el país abastecedor?

Eso sí, Ud. y yo apuntamos a explicaciones diferentes. Ud. dice «Probablemente, que ese tipo de explotaciones no su publiciten de modo suficiente en el país, tiene que ver más con las seguras negociaciones turbias que las acompañan, o con sus consecuencias ecológicas, que suelen ser devastadoras» Por mi parte, si bien no tengo ningún indicio al respecto, no puedo decir que me sorprendería que hubiera alguna «negociación turbia». En los negocios mineros es frecuente que las haya, en todos los paìses, y casi necesariamente hay consecuencias ecológicas negativas, por la naturaleza de la explotación. Y sus magnitudes, la del «retorno» en negro y la del daño ambiental, generalmente están en relación inversa al grado de desarrollo alcanzado por el país abastecedor.

Creo que con ésta última frase empieza a quedar claro en qué diferimos. Para precisarlo mejor, insisto que hablo del desarrollo econòmico y social del país, y no de la naturaleza de su gobierno. Después de todo, algunos de los crímenes peores contra el ambiente y, se dice, de las mafias más corruptas, se han dado en países de la ex Unión Soviética. Sobredosis de marxismo mal digerido, seguramente.

Entonces, Rulli, mi diagnóstico se diferencia del suyo más que en la naturaleza de la enfermedad como en la del remedio. Sobre el asunto de los metales raros, o «rare earths», me parece muy negativo que Argentina no sólo no cuente con empresas mineras nacionales de la suficiente magnitud para emprender determinado tipo de explotaciones, sino que ni siquiera su Estado esté lo suficientemente alerta para intervenir decisivamente en el asunto, o por lo menos crear conciencia en la población. Como sí lo hace, por ejemplo, el Estado boliviano. Y no me importa mucho si los funcionarios que deberían hacerlo no lo hacen por corruptos o por inútiles. Aunque Perón aclaró en su momento cuáles pensaba que eran peores.

Esto no es una discrepancia sobre la minería a «cielo abierto», fantasma maligno sobre el cual recuerdo que Lucas Carrasco acercó este planteo interesante. Como Rulli dice correctamente, el cultivo de soja tiene en nuestro país y en todo el Mercosur un impacto ambiental inmensamente mayor. Y aquí también nuestras concepciones son bien diferentes. Me parece tan absurdo que Argentina deje de sembrar masivamente soja como que Venezuela deje de exportar petróleo. Sustancia que produce daños aún más graves al ambiente, por supuesto (Salvo que consigamos, como parece que lo va a lograr Ecuador, que nos paguen por dejar de explotar alguna región. Pero lo dudo).

Mi posición es que es el Estado nacional (esa es la función legítima y necesaria de los estados, después de todo) el que debe fijar los límites razonables de la sojización. Que estimule la rotación de cultivos, e impida que vastas regiones se conviertan en «desiertos verdes». Es decir, el Estado debería hacer exactamente lo contrario de lo que ha hecho estos dos últimos años, donde la soja ha avanzado como nunca sobre los otros cultivos.

Debo decir que ha sido Jorge Rulli quien en un reportaje reciente – que no tengo a mano por estar de vacaciones – planteó un enfoque razonable, diciendo que el Estado debería acordar mecanismos con los productores sojeros reales. Lo separé porque tenía toda la intención de publicarlo: era breve y, excepcionalmente, no volvía a pelear las viejas batallas de los ´70 (A mí también me motivan, Rulli. También estuve allí. Pero no creo que sea lo que Argentina necesita ahora).

Pero la diferencia básica sigue presente, y me interesa resaltarla precisamente porque tomo muy en serio los planteos de Rulli. La ecología, como señalé en otro post, permite tener buenas intenciones y actitudes correctas… desvinculadas del lugar real de uno. No es el caso de Rulli, y pretendo que no sea el mío.

El ambiente, y también la agricultura a escala humana, pueden ser defendidos – ¿está claro que no digo que necesariamente lo hace? – solamente por un país próspero y un Estado eficaz. Como la base industrial alemana permite subsidiar a los agricultores europeos.

Es cierto que con el cultivo de soja como actividad básica no se desarrolla un país. Puede hacerlo exclusivamente con la agroindustria… si tiene una población mucho menor que la nuestra. Argentina necesita una economía diversificada. Y nuestros jóvenes c¡entíficos deben entrenarse en muchas disciplinas, no solamente en la biotecnología. Las chimeneas humeantes y el olor a petróleo… son símbolos de una industria obsoleta, como la que podía verse, veinte años ha, en los países más atrasados del Este de Europa. Rulli: La ciudad de Buenos Aires es el segundo distrito industrial de Argentina ¿Ud. ha visto muchas chimeneas humeantes aquí?

Hay algo seguro: ningún país se ha desarrollado jamás con granjas familiares y subsidios de ONGs. En realidad, las granjas familiares, las que no son expulsoras de migrantes, claro, como las mismas ONGs, son productos – puede decirse, en el mejor sentido, son lujos – de los países desarrollados. Esa es la clase de país donde quiero que vivan mis hijos… sin necesidad de emigrar.


Cristina, Cobos y el litio

enero 20, 2010

Tengo que aclarar que el título de este post alude a dos temas separados, pero va a ser muy breve: uno de ellos es interesante y tiene que ver con la actualidad política, pero no tengo ganas de comentarlo: estoy de vacaciones. Y los medios y los blogs amigos escribirán mucho sobre el asunto, y estoy seguro que se dirán algunas cosas inteligentes, probablemente en un blog.

El otro tema me parece importante, y lo que quiero destacar es que ha tenido muy poco eco, en comparación. Peor, yo, que me considero un argentino bien informado, no sabía, por ejemplo, que la Argentina era el cuarto productor mundial de litio, detrás de Chile, Australia y China. Y si no tuviera la costumbre de hojear la página en que LaNación recoge notas del Wall Street Journal, no sabría que «… Toyota se aseguró el suministro a largo plazo de litio de Argentina, en lo que constituye uno de los primeros acuerdos globales de recursos naturales en la era del auto eléctrico. Sacando ventaja sobre los compradores chinos, la firma de suministro y corretaje Toyota Tsusho Corp., cuyo 21,8% está en manos de Toyota Motor Corp., consiguió el respaldo del gobierno japonés para este acuerdo mediante préstamos baratos. El acuerdo será anunciado hoy en Australia y Japón«.

Evidentemente, no estoy tan bien informado como me creo. Por supuesto, poniéndome a buscar en la Red, encuentro otros elementos, como este cable de Reuters. Que me permite determinar que no es un negocio de envergadura gigante. La inversión inmediata prevista no supera los cien millones de dólares. Pero todavía no encontré nada que me deje claro porque el asunto se anuncia en Australia y Japón, y a nadie se le ocurre que corresponde anunciarlo también en Argentina.


Devaluación en Venezuela: Duhalde al Caribe?

enero 19, 2010

Un tema interesante éste, sobre el cual no se ha hablado mucho aquí, ocupados en nuestras rencillas locales. Y lo que se dijo tendía a aportar argumentos a las posiciones que el que hablaba tenía en esas peleas. Yo no lo comenté cuando se produjo, hace algo más de una semana, porque el exceso de trabajo y de festejos no me dejó energía. Pero encontré este preciso resumen del invalorable Otto, de IKN, y decidí traducirlo y subirlo, con un agregado muy menor – debidamente señalado – basado en la abundantes experiencia argentina en el tema.

«La sorpresa no es el hecho que Venezuela ha devaluado su moneda, el Bolívar Fuerte (VEF), ya que era evidente su sobrevaloración contra otras monedas de la región, y luchaba contra un tipo de cambio paralelo de casi tres veces su valor nominal oficial. Cualquier intento de sostener artificialmente un tipo de cambio está condenado al fracaso en el plazo largo.  Chávez se ha obstinado en no devaluar el VEF por un año más o menos (porque en realidad no sabe mucho de economía), pero finalmente ha mordido la bala. Tampoco hay ninguna sorpresa en la avalancha de propaganda en torno a este tema, como el diario El Universo (de la oposición, claro) que dijo a sus lectores que la canasta de bienes para satisfacer necesidades básicas duplicará exactamente su precio. Esperen mucho más.

La sorpresa aquí es la profundidad de la devaluación. La tasa oficial (que se utilizará para determinadas importaciones de alimentos y afines) de 2.6 bolívares / 1 dólar, es básicamente cosmética. El nuevo tipo de cambio real es el denominado «dólar petróleo», la tasa de 4,3 / 1, el que se usa para los ingresos que obtiene el país  a través de Petróleos De Venezuela SA. Este ingreso es el elemento vital de la economía, y de repente PDVSA estará añadiendo un montón más de bolívares en la economía local por cada dólar depositado. Muchos esperaban esta devaluación, pero no una medida tan drástica como la duplicación del tipo de cambio. En efecto, Venezuela, de un solo golpe, volvió su moneda de «cara» a «razonablemente barata».

Suena a dar todas las malas noticias de una sola vez. La mala noticia principal es una dosis de alta inflación en Venezuela (tal vez «aún más alta» es un término más preciso, en 2009 el aumento del Índice de Precios al Consumidor fue de 25,1%). Esta es la amarga píldora que los ciudadanos comunes tragarán en 2010, pero la teoría macroeconómica dice que el pico inflacionario debería ser temporal. Venezuela ha descuidado su economía local y ha estado ahogándose en bienes importados, gracias a los precios  baratos en dólares producidos por la tasa de 2,15 / 1. Hasta ahora ha sido entre difícil e imposible para los fabricantes locales competir con las importaciones. Ahora que la tasa de la divisa se ha duplicado, esto significa que los productos importados serán caros en comparación con los bienes de producción local y la economía interna venezolana debe reactivarse.

Vale también para las exportaciones, y es tiempo que Venezuela pueda empezar a disminuir la gran dependencia que tiene sobre el petróleo como su principal producto de exportación. El problema es que esta reactivación requiere de tiempo, y el retraso significa que el pueblo mientras tanto está obligados a comprar los bienes importados más caros. Eso se llama inflación de los precios.

Siguiente problema: Fiscalmente, Venezuela corre el riesgo de sobreestimular la economía desde el Estado. Con más bolívares por cada dólar en las arcas, la tentación de gastar para salir de problemas será alta, tal vez irresistible. Este es otro factor agregado a la inflación que tiene que ser visto en el mediano plazo y la prudencia (o no) del gobierno central será clave para frenar cualquier impulso inflacionario adicional.

En el plano monetario, el cambio es positivo. Con U$D 7 mil millones saliendo de las reservas del Banco Central, esto deja alrededor de U$D 27.8 mil millones de reservas. Estas todavía tienen que subir en comparación con los niveles de M2 en Venezuela (236 mil millones actualmente en circulación en el país) pero la medida, para cubrir 4,3 bolívares por cada dólar que ingrese, ayudará a tener el problema bajo control en el mediano plazo.

Resumen: la devaluación venezolano puede ser tardía, y Chávez ciertamente pagará el precio político de la inflación en lo inmediato, pero la medida es la correcta, económicamente hablando. Hubiera sido mejor en el 2009, pero hacerlo en el 2010 está mucho mejor que hacerlo en 2011. Sin embargo, la inflación que Venezuela va a sufrir a corto plazo debido a los altos precios de los bienes importados se puede convertir en un largo combate (y atrasar nuevamente los precios internos relativos al dólar. Los argentinos sabemos de esto) debido a la ola de gastos gubernamentales por los fondos adicionales disponibles en bolívares. El tiempo dirá. «


el caso chileno

enero 17, 2010

Esta entrada la había empezado a escribir hace algunos días, y tenía como título «Elecciones en Chile: ¿Importan?» Pero vi que era un título provocativo sin demasiada base (casi como en un diario de circulación masiva, Dios me perdone), y me faltaba hacer un desarrollo teórico válido.

Pero el razonamiento que me impulsó… seguía en mi cabeza: un previsible gobierno del Sr. Piñera, sería tan diferente de un previsible gobierno del Sr.Frei, como los gobiernos del Sr. Menem y del Sr. Kirchner, ambos peronistas, entre sí, o los del Sr. Alfonsín y el Sr. De la Rúa, ambos radicales?

Claro, algunos dirán que esos gobiernos, «en realidad» no eran diferentes, que detrás de ellos estaba por igual… y pongan su demonio favorito. Yo debo decir que comparar cosas tan complejas y tan vinculadas con el momento histórico en que ocurren como son los gobiernos… nos mete en esas discusiones largas e inconclusas que fascinan a algunos de los comentaristas de este blog. Pero que yo prefiero eludir, al menos en enero.

Pero hoy leo el artículo de Eduardo Fidanza en LaNación, bienvenido reemplazo estival del ya vetusto Profesor Grondona, y encuentro, no una respuesta, pero si un planteo teórico válido para lo que percibía. Porque allí Don Eduardo, además de una crítica muy dura (faltaba más) pero de nivel a los gobiernos Kirchner/Fernández, hace un resumen – simplificado pero no incorrecto – del pensamiento de Laclau sobre el populismo. Allí detalla esta secuencia:

«1°) Una serie de demandas sociales heterogéneas que no pueden ser atendidas y resueltas por el sistema político vigente.

2°) Las demandas distintas se vuelven equivalentes, organizándose bajo consignas que remiten a principios generales, como «justicia», «paz», «orden», etcétera.

3°) Un líder cristaliza y unifica las demandas instituyéndolas como reivindicaciones de un «pueblo».

4°) El movimiento así constituido traza una frontera inestable, pero excluyente, que divide a la sociedad.

5°) La lucha que se desarrolla es un combate por la hegemonía, lo que significa que el «pueblo» sólo conseguirá su objetivo cuando logre representar al conjunto de la sociedad»

Por supuesto, es muy dudoso hasta qué punto la que antecede es una descripción justa del peronismo. Y es aún más dificil encasillar a los dos gobiernos K en esta secuencia.

Pero no importa. El punto es que es una razonable descripción de un pensamiento muy inserto en la tradición política argentina. Está, cierto, en el discurso del peronismo. Y también del radicalismo (la «Causa» y el «Régimen»). Hasta, un poquito más intelectualizado, está en los llamados de la Dra. Carrió a la «coalición de los honestos». Pero también puede encontrarse, si alguien se toma el trabajo, en los textos de las proclamas de la gran mayoría de los golpes militares que se han dado en nuestro país.

No voy a desarrollarlo ahora. Lo dejo para los comentaristas con voluntad de trabajo y el incansable Manolo. Simplemente señalo que, por contraste, define otro pensamiento: el que asume que gobierno y oposición son partes permanentes del sistema político de una sociedad.

Claro, ese pensamiento asume que hay intereses comunes en una sociedad, superiores, por lo menos en principio, a los intereses sectoriales. El otro pensamiento asume que hay una tarea revolucionaria a cumplir, y que los enemigos de esa tarea son necesariamente, irreconciliables. Los argentinos debemos preguntarnos cuál es nuestro caso. También, cuál queremos que sea.


Las batallas necesarias

enero 15, 2010

Después de algunos posts dedicados a la coyuntura, quiero enfocar algo que me parece importante para tomar en cuenta cuando discutimos o hacemos política. Ayer recibí el mail de un amigo, de aquellos que, en general, no visitan blogs pero están incluídos en el viejo mailing de «El hijo de Reco«, y que por ese lado había recibido mis comentarios iniciales sobre el tema Redrado.

Es peronista. No conozco su posición política actual, pero – por lo que me dice – lo incluyo mentalmente entre los «kirchneristas por default», la noble agrupación bautizada por Artemio. Los que, reconociendo las críticas que se pueden hacer a este gobierno, y sin una fe especial en su éxito electoral, creen que pueden y deben defenderse algunas cosas importantes que se han logrado en estos años.

Creo que su planteo, trascendiendo este episodio, vale la pena que lo trascriba. Y también quiero poner mi respuesta:

«Con un poquito de voluntad y objetivo estratégico, despojados de camisetas partidarias, personales o de círculo, salvo la de la Argentina y la de los argentinos, lo mejor que podría resultar de esta suma de batallas necesarias pero no siempre definitivas, es que el piso desde donde arranque la etapa post pingüina suponiendo el 2011, NO SIGNIFIQUE RETROTRAERNOS A LO QUE YA CONSIDERAMOS CUESTIONES, DISCUSIONES Y SITUACIONES QUE DE ALGÚN MODO HEMOS IDO SUPERANDO. Si el recambio desde dentro o desde fuera del peronismo es simplemente una excusa mediática para que las corporaciones económicas, políticas gremiales, culturales o religiosas vuelvan a restaurar el «orden natural de SUS cosas» con el que reinaron entre el 76 y el 2001, estamos fregados.

En otras palabras: mejor dar en este interregno de dos años todas las batallas esenciales posibles, más allá del resultado coyuntural, con tal que la propia dinámica de la acción impida el detenerse a añorar el pasado vergonzoso al que son tan afectos, y obligue en todo momento a que las cosas QUE IMPORTAN DE CARA AL FUTURO estén sobre el tapete sin disimulos ni subterfugios. Al menos volveríamos a poner a la POLÍTICA en serio, al mando del destino que queremos y ésta volvería a tener la significación que el posmodernismo liberal vaciara en los últimos más de 30 años»

Estimado:

Tu planteo me parece lúcido e importante, y quería decirte que lo comparto. Eso sí, tengo que hacerte una observación, un poco obvia pero que no debemos pasar por alto. Los argentinos debemos dar todas las batallas esenciales posibles que podamos, razonablemente, tener expectativas de ganar.

Digo esto porque creo que, como vos implicás, los gobiernos de Kirchner y Cristina han ampliado con sus iniciativas el «menú de opciones» que se le ofrece a la política argentina. Han llevado adelante polìticas intervencionistas / keynesianas / favorables a los trabajadores y a los marginados, sin afectar la gobernabilidad, es decir el manejo del Estado nacional, por lo menos hasta que las consecuencias de su derrota electoral reciente han empezado a sentirse.

Esto no quita que no han sabido proponer un proyecto nacional, ni reconstruído el Estado, ni incorporado a las decisiones de gobierno a nadie que no estuviera dispuesto a aceptar su verticalidad. Pero no me interesa compararlo con un ideal teórico. El peligro serio que corremos los argentinos es que sus derrotas – algunas inevitables, otras motorizadas por sus torpezas – desprestigien severamente las polìticas intervencionistas / keynesianas / favorables a los trabajadores y a los marginados… o todas a la vez.

El error básico que yo percibo en el progresismo – y que, asombrosamente, hoy Néstor Kirchner y los oficialistas parecen compartir – es creer que sus «buenas intenciones» le aseguran, en principio, apoyo popular, y sólo la maldad de la Derecha Mediática hace que el pueblo dude. No sería la primera vez, ni mucho menos, que el pueblo vota masivamente una «restauración conservadora» harto de la ineficacia o los errores soberbios de «progresistas».»

Y mi amigo me contesta:

«Es así, tal como lo planteás. La regla de oro de la «economía de fuerzas», donde no se puede (a riesgo que te derroten en toda la línea) librar más batallas al mismo tiempo que la correlación de fuerzas te permite, está en un capítulo de Conducción Política que el correo extravió camino a Río Gallegos. Junto con él, aquello de que lo importante no es querer manejar el 100% de las cuestiones, que es imposible, sino sólo el 50% MAS IMPORTANTE, EL QUE DECIDE EL DESTINO DE LOS ACONTECIMIENTOS.

Pero bueno, es lo que hay y, hoy por hoy, lo que tenemos«

el combate del Central: un resumen

enero 14, 2010

El muy poco tiempo que me queda disponible esta semana no quiero emplearlo en escribir sobre la disputa del Banco Central y del Fondo del Bicentenario. Tengo un texto que me envió un amigo sobre batallas importantes, y quiero subirlo.

Hubo en los últimos posts una avalancha jugosa de comentarios (muchas gracias a todos). En la faz económica están las críticas de EduA, aquí y anteriores, y no he encontrado en la blogosfera una buena defensa técnica del oficialismo  (está lo de Eric Calcagno en P12, demasiado simple, me temo). De todas formas, creo que hoy la pelea es política, y de negocios financieros, y sobre política yo no tengo mucho que agregar a lo que ya dije al comienzo de este culebrón. Como un buen cierre, por ahora, copio lo que escribió uno de mis periodistas favoritos, José Natanson, también cuando el asunto empezaba. Si alguien lo dijo mejor, por qué sucumbir a la superstición de la originalidad?

Después de hacer un resumen inteligente y equilibrado de la discusión teórica sobre la independencia de los Bancos Centrales, Natanson va a la situación argentina. Leemos «En primer lugar, parece difícil que un gobierno –aquí o en cualquier lugar del mundo– conviva durante nueve meses con una autoridad monetaria en rebeldía, una señal de desgobierno económico difícil de admitir. Pero que la lógica política sugiera la necesidad de desplazar a Redrado una vez desatada la tormenta no implica que la decisión original haya sido acertada, ni que se haya puesto en práctica de forma inteligente. El estilo decisionista de los Kirchner puede resultar efectivo en ciertos momentos, pero genera costos.

Aunque es cierto que Redrado apoyó en su momento el pago al FMI, que dejaba a la Argentina con muchas menos reservas que ahora, y aunque es verdad que gestionó con solvencia uno de los pilares del diseño económico K (el tipo de cambio administrado), su lealtad, como la de Cobos, evidentemente no estaba asegurada: el Gobierno había recibido varias señales acerca de la resistencia que despertaba el Fondo del Bicentenario –incluyendo un pedido de informes de la Corte e inequívocas señales lanzadas por Redrado– que prefirió no atender.

Y ahora, en un contexto polarizado, el debate se encuentra, una vez más, en un lugar un poco absurdo. La oposición ha vuelto a su lucha antimonárquica, Elisa Carrió insinuó la posibilidad de avanzar en un juicio político a Cristina y Pino Solanas denunció a la Presidenta ¡penalmente! Pero así como no parece sensato interpretar la posición oficial como un signo de autocratismo, tampoco parece lógico denunciar, desde el Gobierno, una conspiración fríamente urdida o interpretar cualquier jugada opositora en clave destituyente: los bloques opositores tienen todo el derecho del mundo a intentar voltear los decretos por vía legislativa, del mismo modo que el Gobierno ha recurrido al veto cuando lo ha considerado necesario (y eso no le pone una corona).

Algo similar sucede con la idea de gesta antiortodoxa, que ya ha comenzado a circular, como si la decisión de disponer de reservas para el pago de la deuda no fuera un paso más de la conservadora estrategia trazada por Amado Boudou para volver a los mercados internacionales de capitales (algo que, por otra parte, el establishment venía reclamando desde que el Gobierno había decidido recurrir a Venezuela para obtener financiamiento).

Y en el final, la pregunta de siempre: ¿Por qué este tipo de episodios derivan en una escalada absurda, como si cualquier decisión equivaliera al asesinato del archiduque de Austria? El estilo del Gobierno, la intransigencia de la oposición, la debilidad kirchnerista después de la derrota electoral, la perspectiva de 2011… son todos buenos motivos, pero la situación se repite y debe haber algo más. Con la cultura política sucede como con las brujas: nadie las ha visto pero que las hay, las hay»

Con el último párrafo Natanson está hablando también de la próxima batalla en el Congreso, que describe este lúcido post del Ingeniero.


Hay una conspiración en torno a Cobos

enero 13, 2010

Lamento dejar sin respuesta, por ahora, varios comentarios inteligentes en los tres últimos posts, pero debo hacer una denuncia, y ando con poco tiempo: estoy armando valijas.

Aclaro: no soy afecto a las teorías conspirativas. No digo que no haya conspiraciones, por supuesto; cualquiera que haya trabajado en oficinas, especialmente del Estado, por más de 6 meses, sabe que nunca hay menos de 3 en marcha por cada 10 despachos. Mi escepticismo surge, precisamente, de mi experiencia: es tan difícil llevar una conspiración al éxito, antes que aparezca otra en contra que involucre a alguien de la primera, que rara vez se puede hablar de alguna que haya conseguido sus objetivos.

(Pueden citarme la Masonería, que se desarrolla en los siglos XVII y XVIII, presente en la Revolución Americana, la Francesa,  y el ciclo de revoluciones burguesas del siglo XIX. Vale. Pero consiguió sus objetivos? Al menos, es discutible).

Ahora, en la sociedad moderna, anómica – y en ese sentido Argentina es muy moderna – parece desarrollarse una actitud contraria a la mía: creer que TODO es fruto de alguna conspiración. Una familiaridad superficial con Internet da muchas pruebas de esto que digo. Es un pensamiento similar al que se encontraba en algunas culturas tribales de África, donde ninguna muerte era considerada producto de causas naturales: el concepto no existía. Cuando alguien moría, había sido por un hechizo, y la tribu debía encontrar al culpable y castigarlo (Bueno, era una forma de limitar la población).

Mi posición no es ésta, lo reitero. Soy, tal vez, demasiado racional. Pero recuerdo la vieja afirmación de las novelas de espías: Una vez es casualidad, dos, es coincidencia, tres, es acción enemiga.

Cuando Néstor Kirchner, después de haber anunciado que su sucesor sería pingüina, eligió al saliente gobernador de Mendoza, Julio César Cleto Cobos, para vice, pareció una jugada plausible, aunque pocos lo conocían fuera de su provincia. Aportaba por lo que no era: ni peronista ni de izquierda, ni por supuesto tampoco de derecha. Combinaba su imagen con la de una mujer conocida por su carácter fuerte, para prometer que con Cristina, Cobos y uno las cosas iban a marchar bien. Un 45 % de los votantes lo consideró así el 10 de diciembre de 2007.

Menos de un año después, Cobos tampoco era una «household word», como dicen los yanquis, pero en la noche del 17 de julio de 2008 se le brindó cuidadosamente la oportunidad: como sucede a veces en la Historia, el Hombre y el Momento se juntaron. Porque es poco frecuente que un oficialismo, que tenía una clara mayoría en ambas Cámaras se enrede en una lucha política que le haga perderla, a pocos meses de ser reelecto. Y es MUY infrecuente que pierda apoyo justo para que quede empatado en el Senado, dando lugar a una de las rarísimas ocasiones en que el Vicepresidente argentino vota, para desempatar.

Hay que reconocer que Cobos se puso a la altura del momento, impulsado por su hija (¿otro miembro de la conspiración?). Sus palabras, quizás deliberadamente, hicieron eco a las de Fidel Castro «La historia me juzgará» Más modesto que el cubano, agregó «No sé como«.

El resto lo recordamos todos. El oscuro mendocino se convirtió en el referente de todos los que estaban fastidiados con Néstor y Cristina Kirchner, que, asombrosamente, resultaron ser muy numerosos. Es natural que sectores y estructuras que estaban particularmente enojados con los K lo tomaran como referente, y hasta como ídolo popular. No es estrictamente necesario suponer que el Sr. Magnetto, por ejemplo, fuera parte de la conspiración. Seguía operando en favor del Sr. Cobos nuevamente lo que no era: ni peronista ni de izquierda, ni muy de derecha.

Ayer se dió el último paso, que hace imposible atribuirlo a la suerte de Cobos. La Presidente de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, dijo que don Julio César Cleto Cobos «Quiere ser presidente antes de 2011«. Con su autoridad, lo legitima – en Argentina y en el exterior – como una alternativa real, casi como el inevitable presidente en el 2011. Yo insisto que en los asuntos humanos no existe la predeterminación. Pero pregunto a los autores de esta conspiración «¿Qué les hemos hecho los argentinos?»


un comentario a Pérez Redrado

enero 12, 2010

Mi amigo y compadre Gustavo Lahoud, investigador del IDICSO, me ha hecho llegar esta nota a propósito del aún Presidente del Banco Central, pero que me parece que trasciende el tema, y habla de economistas y técnicos en general:

«SOY UN ECONOMISTA PROFESIONAL, NO OPINO, TRABAJO» Los invito a prestar atención cuando el Sr. Director del Banco Central vuelve sobre uno de los argumentos centrales del período histórico reciente, dominado por las visions ultraliberales u ortodoxas de la economía.

En efecto, el referido argumento – escuchado en boca de estos economistas como una letanía continua y persistente – sostiene que la profesión técnica que ellos desempeñan no se relaciona, en absoluto, con la «política», lo cual deja entrever una nada inocente pretensión de «objetividad» y «neutralidad», arropada convenientemente por la idoneidad profesional a la hora de desempeñar la tarea funcional asignada en el cuadro general de la administración pública.

Claro, uno de los problemas centrales de este argumento, es que la supuesta pretensión de neutralidad se topa, permanentemente, con la dinámica propia del juego y ejercicio democrático, que tiene algunos supuestos críticos que, de no ser respetados, implican el vaciamiento progresivo de la naturaleza del régimen.

Es consustancial a una democracia republicana, el control de los actos de gobierno de los funcionarios, la rendición de cuentas permanentes sobre lo actuado, la creación de espacios permanentes de debate público y deliberación y participación popular y, por supuesto, la elección de los funcionarios que ocupan los puestos clave en torno a los cuales se decide la implementación de un determinado proyecto de gobierno a través de las diversas instancias de la administración pública.

Ahora, a pesar de la continuidad del juego y ejercicio democráticos en el último cuarto de siglo, se ha operado- impúdica, pero silenciosamente- un vaciamiento del sentido en términos de variables centrales como la participación, el control o la deliberación.

En lo que respecta a la política económica, la pretendida «autonomía» de las Bancas Centrales – aquí y en el resto del mundo capitalista y no tanto – no es otra cosa que la neutralización y erosión permamentes de las posibilidades de control público sobre el manejo de asuntos estratégicos de la vida nacional y este tipo de argumentos – aparentemente apolíticos, científicos y neutrales – son verdaderos indicadores de un proyecto político que persigue el vaciamiento definitivo de la democracia para poder operar a espaldas de las comunidades involucradas en decisiones en las que están en juego las vidas de generaciones enteras.

Más allá del argumento centralmente democrático, podemos afirmar que nuestras naciones latinoamericanas – al igual que el resto del mundo desarrollado – han protagonizado un portentoso proceso de destrucción de cualquier tipo de instancia de control y/o regulación de los poderes económicos, y la denominada «autonomía del Banco Central» se ha convertido en el instrumento ideal para despojar a los países de la posibilidad de planificar y conducir su propia política económica, monetaria, financiera y comercial.

Ello ha sido más grave aún si miramos la desolada realidad de los países subdesarrollados, que seguimos funcionando en el sistema internacional como verdaderas unidades adscriptas, con funcionamiento de economía de enclave y, por ende, semicoloniales en nuestra estructura fundamental de decisiones políticas y de construcción de imaginarios colectivos.

Finalmente, quien habla – reproduciendo los mismos argumentos de siempre – es el mismo personaje que, durante el año 2008, participó de unas jornadas denominadas eufemísticamente «Programa de Alfabetización Económica y Monetaria», que se desarrollaron en el Instituto Libre de Segunda Enseñanza- más conocido como ILSE, una reconocida institución secundaria de la República Argentina- durante las cuales, no sólo se sacó amables fotos con los estudiantes, sino que, cual estratega del conurbano de la «vieja política», entregó remeras a sus entusiastas escuchas.

Esta anécdota, me la contó una persona muy cercana y, por cierto, hemos chequeado al veracidad de la información. Simplemente, se los quería compartir como nota de color final, que muestra al «idóneo, prolijo y bienpensante» funcionario, en una silente y permanente tarea de «adoctrinamiento» destinado a que los jóvenes argentinos de escuelas respetables, sepan lo que es «gobernar en serio».

Porque los que nos adoctrinan con el cuentito de la autonomía del Banco Central, son los mismos que dicen, en voz baja y a quien quiera escucharlos: «La economía es algo demasiado importante para dejársela a los políticos».

Alguien decía, hace ya décadas, que la economía no era ni es libre: o es manejada por el Estado en favor de los sectores populares, o la manejan unos pocos grupos corporativos en función de sus intereses»

Ahora, Gustavo, lo justo es justo. Tengo que decir que mi ahijada, experta en el tema, me aseguró que la remera era de muy buena calidad. No como esas berretas que reparten en el conurbano.