En un blog politizado como éste, del que además su autor (yo) está vinculado a una consultora que asesora a algunos miembros de nuestra noble fauna política en materia digital, se está comentando poco las apasionantes internas – lealtades, traiciones y pases – de las diversas fuerzas. Sucede que – como creo haberlo dicho unos cuantos posteos atrás – me parece evidente que la pelea principal no está pasando por ahí.
Aún si miramos sólo la superficie: los titulares de los diarios, la selección de notas para los noticieros y los opinólogos que pululan, nos queda claro que son a favor o en contra del gobierno actual. Más precisamente, de Cristina Fernández y, en un segundo plano, de sus colaboradores más visibles o vulnerables. La promoción de los precandidatos a presidente queda muy atrás, y toma la forma de evitar dar noticias que los perjudiquen. No pondría el acento en esta batalla mediática – que influye en forma importante, hasta donde podemos medirlo, sólo en una minoría de la población – si no fuera que expresa los intereses de los actores que están en condiciones de manejar esos medios: el gobierno y los sectores del poder económico, locales y extranjeros, que tratan de imponer sus proyectos.
Esto es hasta cierto punto natural en el gobierno: el liderazgo de la Presidente es lo que une a la muy diversa coalición oficialista: el peronismo tradicional, los gobernadores afines, una parte de la clase media progre… La bendición de cualquier candidato introduciría tensiones, que ciertamente no necesita. Llama la atención que los opositores evalúen – repito, es evidente que lo hacen – que es más importante desacreditar o esmerilar al oficialismo actual que promover un candidato afín.
De todos modos, el tiempo corre, como siempre. Dentro de quince meses comenzará un nuevo mandato presidencial. Y los medios, que no han querido o no han podido despertar una adhesión entusiasta por ninguna figura, sí consiguieron «instalar» tres figuras como candidatos a la Presidencia. Además de sus propios esfuerzos, claro. Daniel Scioli, Sergio Massa, Mauricio Macri.
Aunque pongo «instalar» entre comillas, me refiero a algo muy real, que pueden medir tanto las encuestas como una exploración superficial en las redes sociales: el grado de conocimiento como candidatos entre la población. No se vota a presidente por quien no se conoce. En mi evaluación, que también anticipé y que no es sólo mía, por supuesto, esto no asegura que alguno de ellos será el próximo presidente. Pero si que son una parte del escenario político, que el gobierno, la oposición y los eventuales rivales deberán tomar en cuenta.
Por eso, cuando mi amigo @JuanesOsaba, que está pensando en abrir un blog (Dios lo perdone), me acercó este texto, le pedí permiso para subirlo. Expone muy bien el problema de los «candidatos que van primero en las encuestas». Uno no tiene que llegar al extremo de Artemio López, que cuestiona todas las encuestas, aún las suyas, para entender que el problema que describe Juan es muy real. Y también afecta a algún tapado que puede estar acercándose a ese trío más mentado.
Como de costumbre, una observación mía al final:
«Escenario, candidatos, encuestas y fiscales
Vamos a poner en justo lugar a los datos de encuestas de intención de voto e imagen de los candidatos que andan bailando por los medios y blogs locales.
Entendemos que llegar a ser presidente de los argentinos no es una tarea que se pueda resolver en los medios masivos. Si bien en el estado de las cosas, donde las bases políticas del país están alejadas de la construcción y el juego es cada vez mas mediático, y quizás por esto el perfil de los candidatos a presidente contenga esta característica, sabemos que todavía sigue siendo importante un actor, que parece menor a los ojos de Doña Rosa, los fiscales.
Vamos a ordenar entonces lo que entendemos como los requisitos mínimos y necesarios para sentarse en el sillón de Rivadavia en el periodo 2015-19.
Ya mencionamos, y la patria encuestológica se encargo de resaltar, la primer característica es el conocimiento de parte del electorado de la figura, y la aceptación de la misma, que corre por ejes más emocionales que racionales. Tanto Daniel Scioli, Sergio Massa y Mauricio Macri, cumplen este requisito con matices tenues.
En segundo término, el próximo presidente será votado por un electorado tanto peronista como no peronista. Una caña en cada laguna sería la figura necesaria para tener la mayor cantidad de pescaditos al finalizar el día. Quien se ocupe de un solo estanque en esa eterna dialéctica argentina peronismo/no peronismo, está condenado por los números a quedarse en el camino. En este punto también los tres sonrientes candidatos cumplen, alguno más que otro, con el inciso.
Cierro los mínimos indispensables con lo que les falta. Territorio, armado, cobertura, en definitiva como ya adelanté titulando, fiscales. Se puede tener un canal de televisión y la cantidad de radios que uno quiera y la Ley de Medios permita, pero si las boletas no están en el cuarto oscuro de todo el país, podrás ser un buen programador televisivo, pero no serás presidente.
En este punto ya es más claro entender por qué las encuestas dicen bien poco del futuro. Ninguno de los subidos al podio está hoy en condiciones de garantizar eso.
Simplificando el panorama entonces, tenemos tres candidatos instalados y dos aparatos territoriales nacionales (peronista y radical) que aun no llegan a ser al menos una propuesta electoral potable.
Las posibilidades que tienen los interesados, ya sea los mencionados como algún tapado que aun estamos a tiempo de poder ver, de cerrar con alguno de los dos aparatos, existen y se conocen, pero merecen un post y un análisis aparte cada uno.
Esto es porqué las encuestas a esta altura no responden a la ansiedad de los medios y mucho menos al electorado que ni piensa en estas cosas con los problemas que tiene, por ejemplo, el Boca de Arruabarrena, sino más bien a una estrategia para conseguir eso que les falta, estructura política.
Tu bi continui…»
Juan tiene razón. Los candidatos necesitan estructura política. Pero… las estructuras políticas necesitan candidatos. Que no surgen automáticamente de las estructuras, como siempre le recuerdo a mi amigo Manolo Barge.
En esta situación en particular, hay un dato decisivo. El año que viene no se elige solamente un presidente. Se eligen gobernadores, intendentes, legisladores… Y todos los que aspiran a esos cargos desde el peronismo necesitan un candidato presidencial que, como Cristina en 2011, los ayude a ganar. Si las encuestas – es el instrumento que hay – para más o menos fin de año, no les dicen que hay un candidato del Frente para la Victoria que les aporta votos… procurarán, los que pueden, separar su suerte en sus distritos. Perder no es peronista.