Tercera parte, y la más preocupante, del artículo de Daniel Arias (estas son la primera y la segunda). Porque describe lo que están haciendo algunas empresas gigantescas en el campo de la energía nuclear. Y lo que no está haciendo nuestro gobierno.
Los puntos en contra de la candidatura argentina
Todo esto que se expuso en la 2° parte -el rol de Rafael Grossi en la decisión iraní de modificar su programa nuclear, y otras misiones que cumplió desde su cargo en la organización- son los motivos por los que la OIEA está dispuesta a tener un Papa Nuclear Argentino, casi canonizable en vida, si consideramos lo que quizás evitó. Pero la gratitud contrafáctica de los estados, si existe, dura poco, mientras que en el caso de Grossi el reconocimiento de su propio estado todavía no sucedió.
Efectivamente, pasan los meses sin que el presidente Mauricio Macri proponga formalmente a Grossi como director de OIEA. Ahora es el momento, y no más tarde. La campaña ya empezó. Empezó hace meses, cuando el actual Director General, Amano, empezó su gira por el mundo anunciando que no habría otro candidato que él. Pero todos saben, y muchos (incluso los EE.UU.) están hasta las cejas del japonés, y esperan que finalmente Grossi salga al ruedo.
Amano deja el cargo –o no- a fines de 2017, pero su re-re-elección se está peleando hoy. Las “zaibatsus” Hitachi, Toshiba y la propia TEPCO se vienen con todo para copar el mercado mundial, y no son los únicos. El premier japonés, Shinzo Abe, acaba de pedirle a Macri que vote por Amano, mientras este último se pasea por nuestro vecindario sudaca: Perú acaba de venderle su voto: ¡un país que cuenta con dos reactores nucleares argentinos, el RP-0 y Huarangal, ambos “joya nunca taxi”, y cuyos expertos atómicos se formaron en Bariloche!
Todo esto ante la total pasividad argentina.
Entre tanto, por primera vez en una década, Argentina empieza a sufrir derrotas en el nicho nuclear de reactores multipropósito (fabrican radiofármacos y forman profesionales). En ese reducto se había vuelto casi imbatible desde 1987.
Por ejemplo, INVAP ganó en 2009 en Holanda la licitación por un aparato monstruoso, el Pallas, de 80 megavatios, a construirse en Petten. Misteriosamente, Holanda adujo estar económicamente fundida y cajoneó la compulsa. Hoy la reabre, pero a diferencia de en 2009, los del país de los tulipanes no buscan calidad sino precio y financiación.
Se nos quema el rancho. La Argentina siempre ganó por calidad y/o por garantizar transferencias de tecnología que los grandes proveedores no dan ni borrachos. ¿Pero por financiación? Nunca.
Ayer imparables, hoy estamos literalmente nadando en dulce de leche. En marzo de 2015 Arabia Saudita creó una empresa binacional con INVAP, “INVANIA”, para un reactor productor de radiofármacos y (mucho más jugoso) quizás 16 centralitas nucleoeléctricas CAREM de módulo mayor de 150 megavatios, capaces de propulsar otras tantas plantas de desalinización de agua. No es tema menor para los saudíes: se patinan una cuarta parte de su monstruosa producción petrolera en desalinizar agua de mar.
Aclaración: el prototipo CAREM de 25 megavatios, hoy en construcción junto a Atucha II, es la única planta nucleoeléctrica de 4° generación (es decir, un PWR con seguridad inherente) que está en fase de obra en todo el planeta. Compite contra otros 10 proyectos nacionales, algunos copia flagrante del CAREM, otros radicalmente distintos, pero todos lindamente financiados. Sin embargo, hoy por hoy, todos siguen en planos y discusiones. La ventana de oportunidad para Argentina sigue abierta.
Abierta y vacía… Constituida INVANIA, no pasó más nada. Nadie mueve una tuerca, una palada de arena o un dólar. Pero entre tanto, los saudíes firman acuerdos de cooperación nuclear con Corea, que fotocopió su reactor SMART de los planos del CAREM. EEUU les ofreció otro clon descarado del CAREM, el NuScale, cuyo prototipo probablemente se construirá en Idaho. Y de yapa los saudíes firman acuerdos con Rusia y con China, amén de los que tenían con Francia. Peligro!
Y siguen las patinadas y reveses, y otra vez en cancha propia, en el Mercosur: Bolivia ya tenía apalabrada a INVAP para un centro nuclear completo de 20 hectáreas a inagurarse en la ciudad de El Alto, que balconea vertiginosamente sobre La Paz, a 4000 metros de altura. Años de estudios de factibilidad, y de darles “expertise” nuclear gratis a físicos e ingenieros bolivianos en Bariloche. El negocio era nuestro. Pero en enero de este año, Evo Morales le dio la obra a Rosatom, una empresa pública rusa, a un precio algo más alto que el argentino… pero con financiación, y acompañado de una oferta de tecnología gasífera que Gazprom regala a Bolivia como parte de “la cajita feliz” rusa. Billetera mata galán.
Señoras y señores: de aquí a una década se licitarán 11 reactores de radiofármacos y experimentales, por un total de alrededor de U$ 5500 millones, promediando potencias, prestaciones, costos y tecnologías en oferta. Pero además están planeadas 250 centrales núcleoeléctricas, por una torta despampanantemente mayor, de entre U$ 450 mil millones a U$ 1,35 billones, de acuerdo al tipo de fierros, módulos y escalas de fabricación. Y hablamos de billones en serio y según acepción hispánica: millón de millones, no mil millones, como en EE.UU.
En carrera por esas dos tortas están anotados águilas, elefantes y tigres, y entre tanta y terrible megafauna norteña, corren también tres caballitos criollos, el reactor multipropósito de pileta abierta, el de fabricación de radioisótopos, y la planta núcleoeléctrica compacta CAREM. Todos los estados exportadores nucleares endulzan su oferta a la clientela mundial con financiación y todo tipo de yeites extra-nucleares. Salvo nosotros.
¿Tiene o no sentido un argentino como Papa Nuclear en Viena? No es un cargo ceremonial u honorífico: es terriblemente práctico. Puede servir hasta para avivarnos.
Minuto 43 del segundo tiempo, Argentina 1 a 1 contra el resto del mundo. Y de pronto, un criollo como posible árbitro suplente (las reglas de la OIEA no son las de la FIFA).
Como referí, Grossi puede perdonarnos algún off-side, darnos tiempos suplementarios, regalarles amarillas y rojas a quienes le barran los tobillos a nuestros Messis, Lavezzis y Mascheranos, y si la cosa va a mal, darnos tiempo suplementarios.
Las opiniones de este referí, debido a su trayectoria como negociador ecuánime probada en Irán y otros “hotspots” nucleares, pueden ser decisivas en países islámicos como Indonesia, con 240 millones de habitantes repartidos sobre unas 6000 islas, condenado por la demografía y la geografía a tener muchas redes eléctricas pequeñas y desconectadas, cada cual con algún CAREM (¡o similar!) como puntal.
Damas y caballeros, la pelea empieza de aquí a 2040 y más, y va contra estados-nación muy alineados con la exportación de su tecnología nuclear. Y por primera vez en una década, estamos ligando más piñas de las que damos. La oportunidad de Viena no se repetirá.
Alguien que se despierte, por favor.