Debate en Trulalá… digo, Chacarita

septiembre 30, 2014

Scalabrini

Mi amigo Juan Manuel Valdés, de la Scalabrini, me avisa que este miércoles se debate en Chacarita con el Viceministro de Economía Alvarez Agis sobre la pelea de una nación soberana contra la especulación financiera y la usura internacional. A las 19 horas en Forest 469.


Desacataos!

septiembre 29, 2014

Acabo de enterarme que el juez Thomas Griesa declaró en «desacato» a la Argentina. Pero no dispuso sanciones. Y la única reflexión que se me ocurre es que – si el manejo por parte del gobierno argentino del contencioso ha sido discutible, de acuerdo al criterio que se decida emplear – el de Su Señoría aparece irracional, desde cualquier criterio.

Aún si fuera el de la santidad de las sentencias y la estricta formalidad legal – criterio que ha adquirido entusiastas defensores entre nosotros, últimamente – una resolución que no establece consecuencias por su incumplimiento es un «ruido vacío». Los juristas lo saben.

Si fuera el de privilegiar sobre cualquier consideración el interés de los litigantes en cobrar los fondos que reclaman…, todos los pasos después de la sentencia original no han servido para eso (Lo que el Sr. Paul Singer haya cobrado o vaya a cobrar por CDSs se deben a apuestas que hizo previas al fallo).

Si el objetivo es «disciplinar» a la Argentina… las medidas que puede tomar el juez del 2° Circuito de Nueva York son limitadas. Y ya las tomó. Su sentencia, y el temor de las consecuencias, impide que algunos pagos que el gobierno argentino destina a sus acreedores lleguen a su destino. Esto pone a nuestro país técnicamente en default. ¿Qué más puede hacer, que sea un arma eficaz?

Ya nos declaró en «desacato», como el juez de paz a Martín Fierro. Y podría ponernos multas, cómo no ¿Es una amenaza que razonablemente puede hacer retroceder a un gobierno que, a esta altura, pagaría un costo político altísimo si se «rindiera»? Casi me hace pensar que Pepe Albistur lo ha contratado como parte de una campaña publicitaria. Del oficialismo, claro.

Algunos pensadores sutiles, y muy optimistas, pueden alegar que la medida favorece a la pretensión argentina de llevar el litigio a una instancia supranacional. Quizás, pero lo dudo mucho. EE.UU., por tradición y orgullo, se resiste a aceptar la jurisdicción de otras cortes que las suyas (es una actitud que, francamente, les envidio. Nosotros cometimos la gigantesca estupidez de incorporar todos los tratados internacionales, sin examen previo, a nuestra Constitución en la reforma de 1994).

Por supuesto, puedo estar muy equivocado. No soy abogado especialista en derecho internacional. Tal vez, entonces, haya consecuencias que se me escapan. Pero, por ahora, me quedo con esa frase atribuida a Napoleón «No atribuyas a la insidia lo que se puede explicar por estupidez«.


Blogueros y política exterior

septiembre 29, 2014

ajedrezCuando en el posteo del sábado insistí con mi vieja consigna «los argentinos debemos prestar atención a la política internacional …», no imaginaba que el domingo dos blogueros iban a hacer aportes interesantes. Distintos entre sí, y con el mío. ¿Vuelve la blogosfera a servir para debates enriquecedores? Va a ser difícil en este tema, en plena «grieta» K / anti K, y en un año dominado por la sombra de la elección presidencial.

Pero quiero recomendarlos, porque – de acuerdo o no con lo que dicen – dan material para pensar. Además, me permiten discutir algunos puntos, y entonces sirven para agregar más enfoques a lo que yo planteo. Como dije al final de ese posteo, en política internacional sus conexiones nunca terminan.

Luciano Chiconi ya ha posteado cosas muy inteligentes a lo largo de unos cuantos años. En el último tiempo escribe poco y se ha comprometido con el proyecto massista – todos tenemos defectos. Esta vez escribió sobre Marina Silva y lo que está pasando en Brasil. Me pareció valioso, porque, además, al analizar las dificultades y contradicciones que enfrenta ese desafío, con origen en sus propias entrañas, al oficialismo brasileño, creo que está echando luz sobre las las dificultades y contradicciones de otro desafío similar al oficialismo argentino.

De todos modos, aquí voy a copiar solamente un par de párrafos en los que plantea una política comercial activa con la que estoy de acuerdo… y hacer una salvedad importante:

«La relación con Brasil necesita de una postura más activa y agresiva del gobierno argentino. Sea con Dilma o Marina, Brasil va a explorar planes B (BRICs, UE, AP, EEUU) que sean acordes a su economía de escala, que obviamente, no es la de Argentina.

En ese sentido, y más allá de la interdependencia estratégica con Brasil, Argentina tiene que explorar y explotar su finita ventana de oportunidad para materializar instancias de desarrollo, y eso implica una política comercial activa con economías dentro de escala (África, los emergentes asiáticos medianos, India). Que en el plano regional la cooperación entre los países (latinoamericanos) se asiente cada vez más en organismos como Unasur y Celac para coincidir en declaraciones políticas y se innove poco en la dinámica comercial de Mercosur (de ahí la ventaja relativa que sacó la Alianza del Pacífico), es tal vez el síntoma de un cambio en el proceso económico regional...»

Mi observación es que la «ventaja relativa de la AP» hoy es un mito de los periodistas económicos comprometidos con la propaganda del libre comercio. Los países suramericanos que la componen – el caso de México es distinto – han crecido mucho, es cierto, como lo hicieron Argentina y Brasil con el boom de las materias primas. Hoy enfrentan las mismas dificultades fruto de la Gran Recesión. A algunos les va mejor y a otros peor, pero hablar de una «ventaja relativa» de la Alianza del Pacífico en su conjunto es un espejismo.

Gonzalo Bustos, en cambio, se ha lanzado hace poco a la aventura de bloguear. Con un planteo ambicioso: quiere demostrar que «el realismo autonomista es el paradigma de política exterior más adecuado a la defensa del interés nacional argentino y más ajustado a una lectura exhaustiva de nuestra posición en el actual sistema internacional«. Lo va desarrollando en sucesivos posteos en su blog, aquí.

Ahora, me interesa tomar de G. B. un reconocimiento a la política exterior K, y una observación que le hace, para a mi vez agregar algo sobre la forma en que una política exterior se construye:

«Argentina se ha anotado un éxito diplomático en el plano internacional al liderar lo que se perfila como una futura regulación de un aspecto importante de la arquitectura financiera global, la cuestión de los fondos especuladores. Que ninguno de los países del viejo G3 (ni EEUU, ni Japón, ni Alemania) haya acompañado la iniciativa en Ginebra es un dato, que todos los países de la Unión Europea se hayan abstenido es otro (Gran Bretaña votó como Alemania).

En nuestra opinión, lo que realmente está en disputa cuando se habla de revisionismo de la arquitectura financiera sigue siendo (la dirección) del FMI, algo que los vecinos brasileños tienen muy en claro. Sin embargo, se trata de un acierto, sobre todo porque el principal tenedor de los bonos norteamericanos, China, votó a favor de la propuesta de la Cancillería argentina. Desde luego, mantiene su estela intacta porque se ha destrabado el pago del Citi en Nueva York, aunque sea “por única vez“ (otra vez).

A la vez que suma porotos a la dieta balanceada de protagonismo argentino en la agenda global del softpower, invita a la oposición a diferenciarse, algo que terminan haciendo mal. Si este fin de semana vimos a Sergio Massa y a Mauricio Macri a destiempo, fue porque eligieron diferenciarse entre sí en torno al estilo de rechazo a la gestión de CFK en la ONU, cambiando el orden de las palabras para casi la misma preposición«.

Al mismo tiempo, hace una crítica de fondo a la política exterior de Cristina Fernández: «El gobierno propone una revisión de la gobernanza global sin plantearse una lógica incremental de los medios de poder disponibles por el Estado argentino en el plano internacional, lo que condiciona fuertemente las posibilidades de éxito de aquel objetivo. Ello puede explicarse como una política exterior donde los componentes idealistas-subjetivistas son predominantes sobre los elementos realistas».

Me parecen válidos ambos planteos, en el plano de la teoría. Que es el que G. B. elige. Enfocado desde el proceso de toma de decisiones, creo que el gobierno argentino no propuso una revisión de la gobernanza global, salvo en el plano del discurso, en el que muchos otros gobiernos lo hacen, … hasta que la ofensiva de los fondos buitres y el fallo de Griesa lo obligaron a responder.

Con esto no quiero decir que las actitudes de CFK fueron inevitables. Surgen de sus convicciones, y también de sus apoyos políticos. Para una parte muy importante de sus militantes más fieles – un espacio que ningún político puede ignorar – su firmeza y el desafío a la ortodoxia del capitalismo financiero refuerza su imagen y su convocatoria. Por el otro lado, Mauricio Macri sin duda consideró que no perdía muchos votantes y ninguno de sus apoyos si, como lo hizo, decía de entrada que «había que pagar«. Y Sergio Massa, a pesar de las reservas que introdujo su asesor Lavagna, que conoce de cerca el tema, termina cuestionando abiertamente la actitud del gobierno argentino.

Repito estas obviedades para hacer notar algo que también me parece evidente: la política exterior de un país no surge de los planes de diplomáticos y técnicos lúcidos – aunque son necesarios. En última instancia, son la expresión de proyectos políticos. Cuando un proyecto no ha ya sido asumido por una mayoría de la sociedad, y de los poderes fácticos, habrá, necesariamente, una puja interna por imponerlo.

La pregunta es, entonces, quienes serán los sectores que, en Argentina, apoyarán un «realismo autonomista» en su política exterior.


Argentina, los EE.UU. y el combate al canibalismo

septiembre 27, 2014

unclesamwantsyou

En el blog de Abel, como ya saben, insisto en que los argentinos debemos prestar atención a la política internacional con otro criterio que a un espectáculo deportivo, donde aplaudimos a los que nos gustan y bardeamos a los del lado contrario. Esa superficialidad no es lo más peligroso, eh. Es para preocuparse cuando – pasó muchas veces en nuestra historia, está pasando – dejamos que las peleas internas oscurezcan nuestros intereses y nuestra seguridad.

Ahora, respiren. Lo de arriba es mi única reflexión más o menos filosófica que meto en este posteo. Lo que sigue una lista de hechos políticos y mediáticos (que son políticos también, claro).

Hoy Clarín, insignia del Grupo opositor más notorio, procura sacudir con un titular impactante en primera plana EE.UU.: «La relación con la Argentina pasa por un período difícil». Página 12, parte del aparato de difusión oficialista y vocero de un sector de la coalición que lo apoya, pone paños fríos Es difícil, pero no tanto.

Lo que dijo en realidad la encargada para América latina del Departamento de Estado yanqui, Roberta Jacobson es que la relación con Argentina atraviesa un «período difícil«, pero sigue «esperanzada en que podamos tener una relación positiva«. (Puede leerse en las dos notas). Está más cerca de la versión P 12 que de la clarinada, pero ¿en cuál se prendieron las figuras de la oposición, en particular las que buscan el voto de «centro» y «centro derecha»?

¡Por supuesto! Mauricio Macri advirtió «Peleándonos con todo el mundo no hay futuro para la Argentina«, y Sergio Massa «El destino económico de Argentina es con el mundo, no contra el mundo«. Uno podría señalar que es una idea un poco limitada del «mundo», pero implica una ubicación propia definida, cómo no.

Pero esto es campaña electoral. En ese plano, tengo dudas que sea una estrategia ganadora. Es difícil sumar muchos votantes – en esta etapa, después de las experiencias por las que atravesamos – con la idea que EE.UU. y la Unión Europea son amigos desinteresados y benévolos, salvo aquellos sectores que quieren creerlo.

Como estrategia electoral, le falta el «cuco». El comunismo, el chavismo… no aparecen amenazantes en el escenario, salvo, nuevamente, para los que creen que este gobierno ya es ambas cosas.

El diario La Nación – no sorpresa – se esfuerza en cubrir el faltante. Con la firma de Martín Dinatale anuncia que «La escalada de Cristina Kirchner contra Estados Unidos y las grandes potencias que no la apoyaron en la lucha contra los fondos buitre acompaña a un plan de profundización de la alianza estratégica que se fijó la Argentina con China y Rusia«.

Es un razonable esfuerzo por resucitar el tan útil escenario de la Guerra Fría. El inconveniente es que ya concluyó. No hay dos sistemas hegemónicos enfrentados en pugna global (Mal que les pese a los nostálgicos de ambos lados). Hay una Gran Potencia hegemónica – «en suave declive», dicen algunos – y otras dos que no aceptan esa hegemonía pero que no se plantean – ni podrían, hoy – enfrentarla desde un contraproyecto único distinto (¿recordamos que, en la última fase de la Guerra Fría, China fue en la práctica aliada de EE.UU. contra la Unión Soviética?).

Es cierto que en las (frecuentes) oportunidades en que chocan sus intereses, la agencia rusa de noticias RT Novosti reproduce fantasías sobre alianzas del Resto del Mundo contra el imperialismo (estadounidense). Nunca como política oficial del gobierno de Putin. En cuanto a China, ni se molesta en publicar en sus medios esas pavadas.

En lo que nos importa directamente a nosotros, lo que no debemos perder de vista es que Argentina tiene conflictos y también intereses comunes con los EE.UU. (aunque no tan armónicos como afirman en el nuevo medio del troskismo, La Izquierda Diario). En este caso particular, hay un plausible descontento del gobierno argentino ante una falta de apoyo del norteamericano frente a su conflicto con los fondos buitres. Y más allá de los argumentos legales, los EE.UU. y algunos de sus aliados más estrechos han tomado una posición distinta en este tema a la de la mayoría de los países en los foros internacionales.

Ahora, lo que me interesa destacar es que la toma de posición argentina ha ido más allá de este punto: Argentina, como miembro no permanente del Consejo de Seguridad, acompaño la resolución que presentó Obama que obliga a los Estados miembros a «adaptar sus legislaciones para perseguir y procesar a toda persona que trate de viajar al extranjero para unirse a grupos terroristas«. Fué votada por unanimidad, incluso China y Rusia.

En ese ámbito, Cristina Fernández de Kirchner llamó a “no comerse al caníbal” –es decir, no utilizar los mismos o similares métodos para combatir al extremismo– y a respetar el derecho internacional. Además, dijo que para llegar a una solución, o al menos para aproximarse a una, en el conflicto de Medio Oriente, había que terminar de reconocer al Estado de Palestina. Y mencionó los recientes ataques a la Franja de Gaza, “donde murieron muchos niños, mujeres y ancianos”.

Es evidente que estas palabras resuenan con los sentimientos de muchos argentinos. También, es fácil escuchar la alarma que provocan en no pocos compatriotas que consideran que criticar públicamente a los EE.UU. linda en la blasfemia.

Más relevante, en el escenario internacional, es que los medios estadounidenses no dejaron de tomar nota del asunto: U.S. News & World Report, un importante semanario político estadounidense – en el nivel y a la derecha de Time – informa a sus lectores Jefes de Estado de todo el mundo dieron su apoyo en la sesión del Consejo de Seguridad, a excepción de Kirchner de Argentina, que usó la «analogía del caníbal». No es de extrañar que el Departamento de Estado hable de «un período difícil«.

Pero la nota de U. S. News está equivocada. Esta no es una posición individual del gobierno argentino. Por un lado, y más allá de la necesaria discreción de las partes, es difícil creer que la diplomacia vaticana, y la vieja astucia jesuíta, fueron tomadas por sorpresa por ese discurso después que el Papa Francisco invitara a CFK a un almuerzo personal en su ruta a Nueva York. Es posible, por supuesto, y nadie podrá probar lo contrario. Pero la hipótesis de Carlos Pagni, que el encargo papal era que Cristina promoviera su red de Escuelas para el Encuentro, parece estar descartada.

Lo cierto es que otra Jefe de Estado, uno con algunos vínculos con el nuestro, se pronunció públicamente en el mismo sentido Dilma lamenta bombardeio dos EUA contra Estado Islâmico (ISIS) na Síria.

Otra cosa de la política internacional es que sus conexiones nunca terminan. Pero este posteo ya es bastante largo. Lo sigo en otros.


Música para el fin de semana – Jorge Cafrune

septiembre 26, 2014

Esta vez quise «una que sepamos todos». Todos los que recordamos a Jorge Cafrune, claro. «Mi luna cautiva» nos trae buenos recuerdos.


Una idea, brasileña, para el Estado y la industria

septiembre 26, 2014

mirada brasileña

El debate sobre estrategias de industrialización, retomado en estos días en el blog de Abel aquí y aquí, estimuló un desafío conceptual. Un nuevo y entusiasta bloguero (y tuitero), Gonzalo Bustos, propone en su Optimus Subprime «El Estado logístico, ¿opción para Argentina?» Es un concepto desarrollado en Brasil y entre nosotros lo expuso en la Universidad Nacional de Rosario uno de sus propulsores, el profesor Amado Luiz Cervo.

Muy resumida, la idea que subyace es la concertación entre el Estado y los liderazgos no gubernamentales. Un concepto muy tradicional en el pensamiento peronista. Pero la dirección que propone imprimir desde ese punto de partida tiene raíces en la práctica brasileña desde hace bastantes décadas y es ajena a nuestra experiencia, salvo el ensayo, frustrado, durante el gobierno de Frondizi: moverse en los marcos del proyecto liberal hacia el exterior, a cambio de consolidar hacia dentro el proyecto desarrollista.

Gonzalo expone la idea a partir de su concepción que «el neodesarrollismo argentino que viene, si el gobierno que viene lo trae, debe superar definitivamente al postneoliberalismo como modus vivendi perpetuo«. Vale la pena leer ese posteo, aunque reconoce que necesita una elaboración mucho más amplia, si se quiere que sea algo más que una frase. Promete completarlo con desarrollo sobre Brasil, Chile y BRICS.

Por mi parte, estoy de acuerdo que el rechazo a la experiencia neoliberal ya no alcanza como guía. Se necesitan nuevas ideas. Y, sobre todo, estrategias. Sobre el «Estado logístico» espero más precisiones de Gonzalo, muy al tanto de lo que se discute en Brasil, antes de opinar. Pero tengo una reserva básica: aunque la lucha política es en Brasil tan dura como entre nosotros, sus poderes fácticos son más estables que los nuestros y no adolecen de la cultura cortoplacista que impera aquí. En Argentina, la competencia por quien ocupará la presidencia influye también – mucho más que en nuestros vecinos – en como se repartirá el poder en los otros sectores de la sociedad.

Más allá de esta duda, y de la dificultad de asimilar «liderazgos no gubernamentales» con las empresas multinacionales, actores inevitables en nuestra economía y en cualquier proyecto regional, hay una realidad que me parece que es necesario enfrentar: Argentina y Brasil, los socios hegemónicos hasta ahora en el MERCOSUR, coinciden en preservar un proyecto industrial para sus sociedades. Pero deben hacerlo en un sistema global que se rige, y que impone a los miembros que no son lo bastante poderosos para eludirlo, la lógica del capitalismo tardío. Con la que se mueven hacia afuera, no nos engañemos, también nuestros amigos de los BRICS.


Cristina y Dilma en la ONU

septiembre 25, 2014

cristina dilma

Después que nuestra Presidente terminó de hablar en la 69° Asamblea General de las Naciones Unidas, mi comentario fue un tuit: «CFK hizo discurso moralista en ONU. Kissinger diría «idealismo wilsoniano»«. Es una descripción técnica que don Henry acuñó para describir determinadas etapas en las posiciones públicas del gobierno estadounidense, pero también (debo confesarlo) refleja mi reserva personal con decirle a los dirigentes de las Grandes Potencias que son cínicos y persiguen sólo intereses egoístas. Considero que ya lo saben, y que piensan que su trabajo incluye ser así.

Ahora, en esta actitud mía hay ingenuidad, o más bien refleja que yo no tengo que tomar posiciones públicas en la arena internacional. A la cabeza visible de un Estado Nación que no es una Gran Potencia los planteos morales, aún idealistas, son actitudes perfectamente racionales. Hasta lo es también para las Grandes Potencias tratar de convencer a las audiencias globales que esa es su actitud, como lo sabían Woodrow Wilson y Franklin Roosevelt.

Entonces, aprovecho para ampliar mi reacción inicial, señalando que Dilma Rousseff tocó exactamente la misma cuerda en su discurso ante esa misma Asamblea (con un número de diplomáticos presentes más o menos el mismo: reducido. Natural. Entre gitanos…). Aquí tienen completo el discurso de Cristina en este blog cordobés y K, y el de Dilma en esta página petista.

Por supuesto, la Presidente Rousseff aprovechó para promover la reforma del Consejo de Seguridad, donde espera que Brasil consiga su viejo objetivo de una banca permanente. Y nuestra Presidente avanzó en su tarea de deslegitimar la postura de los fondos buitres y la justicia norteamericana que los apoya.

Pero eso es obvio: es más interesante señalar que hay un paralelismo en algunas reacciones internas: La Presidente no dejó al país bien parado frente a sus colegas en la ONU, dicen en el Cronista. Y en nuestros vecinos DISCURSO DE DILMA NA ONU REVOLTA DIREITA BRASILEIRA.


Industria argentina: El caso INVAP

septiembre 25, 2014

invap_logo

Encaro este posteo como una secuela de Debatiendo la industria argentina. Ese lo escribí como una crítica a un planteo de Eduardo Levy Yeyati que vi superficial y engañoso. Y esta vez los comentarios – 33, hasta ahora – lo convirtieron en un debate valioso sobre proyectos industriales viables, ahora y aquí. Con la inevitable cuota de tonterías y dogmatismos ideológicos – hay alguna intervención mía, también – pero, en conjunto, es un aporte que puede hacerse en los blogs. Y en muy pocos otros sitios, entre nosotros.

Eso sí, aclaro de entrada que no muestro a INVAP como un modelo a seguir en la (re)industrialización argentina. Precisamente, mi convicción es que no hay «modelos» que pueden establecerse desde la teoría. Frente a la realidad, debemos asumir que lo que haremos son ensayos, a descartar cuando esa señora (la realidad) nos dice que no funcionan. Esa ha sido la gran ventaja del capitalismo sobre la planificación centralizada al estilo soviético, y no hay motivo para no usarla, aún en los emprendimientos que hace el Estado.

Al punto: elegí el caso INVAP, por un lado, porque ya lo tenía hecho. Había subido algo hace unos días sobre convenios que esa empresa había firmado con el Ministerio de Defensa. Y también ahí – tengo más suerte de la que merezco – los comentarios (60) lo enriquecieron. Quedó como un manual para construir el complejo militar industrial argento. Que, dicho sea de paso, lo necesitamos.

Ahí Daniel Arias, un periodista científico que también ha sido bloguero y ahora dirige un taller literario, respondió a «Alcides Acevedo», un troll que recorre blogs para descargar su odio y desprecio contra la ciencia y la industria argentinas, y en particular contra la tecnología nuclear local. Autorizo algunos de sus comentarios, porque recolecta estadísticas, y, para contestarle debidamente, hay que conocer del tema. Lo de D. A. fue muy bueno, y sé que – a pesar de lo que digo – un buen porcentaje de los visitantes no lee los comentarios…

El otro motivo es que INVAP es una empresa estatal que desarrolla tecnología. Es decir, asume el desafío más difícil: vencer el cortoplacismo inserto en nuestra cultura política y más aún en la empresaria. Y lo consigue. Es una magnífica demostración que, como dije al final de ese posteo, aquí podemos hacerlo.

«La ingeniería nuclear es una ingeniería “madre”, porque requiere de estar muy avanzado en electrónica y control, sensores, software, ciencia de materiales, fluídica, neutrónica, química de la corrosión, termodinámica de sistemas complejos, etc.

Como “core business” permanente de INVAP, lo nuclear la volvió el exportador más respetado del mundo en reactores multipropósito y de fabricación de radioisótopos; amén de lo cual su participación en el desarrollo de la primer central de potencia compacta de 3ra generación plus, el CAREM, fue decisiva.

Ese origen nuclear permite explicar que los de INVAP hayan podido desarrollarse con éxito mediano en medicina nuclear pese a las mil y una perradas que les hizo Nordion (Canadá) para que no pudieran vender ni en Argentina.

Tuvieron un éxito inesperado por muchos en radares secundarios, primarios, de apertura sintética, y Doppler meteorológicos, y entre 2002 y 2004 dieron un tremendo batacazo en tecnología petrolera, especialmente con el desarrollo de motores de fondo de pozo, y de otros sistemas (como el generador de potencia piezoeléctrico para trenes de performación) que les dieron patentes que valen caras.

Les va bastante bien en casi todo lo que hacen, porque tienen un management raro: como producto de su propia y accidentada historia, son una empresa bastante autogestionada, a salvo de adquisiciones hostiles por una parte, y de invasiones de ñoquis por otro. Vale la pena conocer la historia, pero se la cuento otro día, o mejor aún, investíguela Ud. Si Ud., señor Acevedo, cree que INVAP vive de los decodificadores y de chauchas y palitos que le tira el estado argentino, es porque tal vez no recuerda que la primera vez que estuvo a punto de cerrar la salvó el ganar la licitación del reactor de Inshas, Egipto, y la segunda vez, el ganar la aún mucho más difícil del OPAL en Australia.

Es decir, si sigue viva es porque la salvaron estados muy distintos del argentino, y además muy distintos entre sí. La recuerdo dos cosas más: Canadá, eterna competidora en toda licitación nuclear, la tuvo que tomar como autoridad de referato en un caso millonario de Estado vs. Estado (si se licenciaban o no los reactores Maple con que AECL pensaba copar el 100% del mercado mundial de radioisótopos).

Le recuerdo también que la mayor licitación en la historia por un reactor de este tipo, la de Petten en Holanda, la ganaron ellos. No es culpa de INVAP que el estado holandés se haya desfinanciado por la crisis desatada en 2008 y hayan suspendido el proyecto.

Creo que INVAP tiene un posicionamiento único para modernizar con software, hardware y sensores los sistemas de armas de nuestras fuerzas armadas, en colaboración con CITEDEF y otros componentes del sistema científico argentino. Si hubo atrasos en la construcción del satélite ARSAT I, señor Acevedo, es porque es el primer prototipo de un satélite de comunicaciones geoestacionario diseñado en el Hemisferio Sur. Si Ud. puede ir más rápido, hágaselo saber al cliente, porque éste no se quejó.

Especialmente habida cuenta de que antes de haber sido lanzado el ARSAT-1, que ya está “a pie de cohete lanzador” en Kourou, Guyana, el 2 ya está construido y entró a laboratorio para 9 meses de testeos brutales que garanticen que puede sobrevivir 15 años a 36.000 km. de altura. Por ahora, si le sirve como resumen, en las tres Américas hay solo dos constructores de satélites geoestacionarios: los EEUU y la Argentina.

Le recuerdo también que todos los satélites hechos por INVAP para la CONAE (SAC-B, SAC-a, SAC-C y SAC-D) funcionaron bien. El SAC-B fue discapacitado por el vehículo lanzador que nos encajó la NASA, el cual impidió que el satélite desplegara los paneles solares, pero en las pocas órbitas que hizo hasta agotar sus baterías, el SAC-B tenía todos sus sistemas andando “nominales”. El SAC-C duró 13 años, cuando por requerimientos debía durar a lo sumo 5… ¿Le sigo dando ejemplos?

Son tipos que trabajan bien, y salvo que estén en fase prototipo, entregan en tiempo y forma. Lo único que lamento es que no tengan competidores nacionales privados, pero no es culpa de ellos: nuestra burguesía, como dijo Jorge Sábato, es inherentemente chanta, e históricamente se hizo rica con matufias financieras, negocios raros y golpes de estado. Deme 15 empresas privadas con la capacidad tecnológica y de gestión de INVAP y hacemos un país«.

Para ser justo, quiero citar también a Ariel, que defiende a la ciencia y técnica argentina desde su blog, y que también amplió ahí sobre las capacidades de esa empresa en otros campos:

«INVAP ya estaba colaborando con la Armada Argentina en un proyecto de plataforma de sensores (PLATES); anteriormente diseñó la puerta del hangar del Hércules cuando lo transformaron de destructor a transporte rápido y tiene en estudio la adaptación navalizada del RAME, radar 3D derivado del prototipo MET-3, de alcance medio, de la versión más grande de largo alcance que se va a fabricar en serie, para reemplazar el radar del RHAI.

INVAP, a su vez, usa los B-200 del COAN para probar los sensores SAR de los satélites SAOCOM. Además, ahora, gracias a la unificación de los diversos proyectos de fabricación de drones por las fuerzas armadas en el SARA, también está en ese proyecto«.

Es cierto que para entender de qué habla, hay que googlear y seguir los enlaces. Pero ésto, aunque modesto, es muy fácil de entender: El INVAP alcanzó utilidades por $ 87 millones.


Alejandro Heredia, caudillo y doctor

septiembre 24, 2014

FINAL-ALEJANDRO-HEREDIA

Interrumpo, brevemente, el debate sobre la industria nacional – que revaloriza las columnas de comentarios; me gustó mucho el aporte de Daniel Arias sobre cadenas de valor – con esto que me envió mi amigo Fernando Del Corro. Mañana jueves a las 19 hs, en el Instituto Dorrego, Rodríguez Peña 356, presentarán el libro «Alejandro Heredia», sobre el caudillo tucumano. Es el «Café Dorrego» de los jueves con gaseosas, cafe y empanadas de por medio. Expondrán los que figuran en el afiche de arriba.

Para un toque de continuidad, en este país aluvional, aclaro que el autor es historiador y descendiente del caudillo. Y el antropólogo Adolfo Colombres es de la familia del obispo Colombres, que fundó la industria azucarera argentina (se supone que no es un antecesor directo).

Pensándolo bien, no es tan alejado el tema. Hoy desde la industria azucarera se puede explorar la promesa de los biocombustibles. Pero, la verdad, el motivo para subirlo es una vieja copla tucumana que quedó en mi memoria «No era malo el indio Heredia. Que sabía perdonar: Que lo diga si no Alberdi,. Que lo diga Marcos Paz. Y hasta el mismo Avellaneda. Lo podría atestiguar. Doctorcitos unitarios, lo mandaron a matar...»


Debatiendo la industria argentina

septiembre 23, 2014

INDUSTRIA-1

En un día que subí un par de fantasías políticas – que sirven como síntoma, eso sí – quiero cerrarlo planteando un tema más importante. Ojo: la discusión sobre la industria argentina ya la daba Rafael Hernández, el hermano del autor del Martín Fierro, y no era nueva. Desde entonces, se han escrito bibliotecas sobre el asunto.

El punto es que debe ser actualizada, una y otra vez. La tecnología, la economía, Argentina y el mundo cambian constantemente, y las propuestas válidas para una década deben ser reemplazadas en la siguiente. Los saladeros de la época de Rosas ya no son viables. Fabricar las heladeras Di Tella como en los tiempos de Perón – y eran buenas, eh -, tampoco.

Por eso, como mi amigo y colega bloguero Musgrave, me alegré cuando leí que Eduardo Levy Yeyati, un economista joven y de muy buen nivel teórico, encaraba el tema aquí. En otro tiempo reconoció éxitos de la gestión kirchnerista y, aunque ahora está muy crítico de las políticas actuales – no es el único -, no cae en las banalidades dogmáticas de los columnistas estables de La Nación.

Lamentablemente, y al contrario de Richard, que, a pesar de ser ferviente cristinista se muestra benévolo con la nota de E. L. Y. (supongo por respeto profesional), tengo que decir que me parece un planteo demasiado elemental y por eso mismo engañoso. Una pésima guía para decidir políticas. Voy a reproducir aquí sus conceptos básicos para plantear el debate y también para cuestionarlos (Como no soy economista profesional puedo ser irrespetuoso).

«El dilema argentino de ser tigre o canguro

El debate económico argentino está teñido de nostalgia. Como detenidos en las postrimerías del desarrollismo de posguerra, oficialistas (violentando datos para mostrar la reindustrialización) y opositores (mostrando la desindustrialización como ejemplo del fracaso oficial) insisten en asociar el desarrollo con una industrialización globalmente en baja y, entendida en estos términos arcaicos, innecesaria.

La idea de industrialización nos remite a los tigres asiáticos, países como Corea que eran pobres en la posguerra y se volvieron potencias manufactureras en los 80. Esta fascinación se extiende a una segunda generación de tigres (Indonesia, Malasia, Tailandia) que tomaron la posta industrializadora allí donde la dejaron sus mentores: salarios bajos, jornadas largas, precariedad laboral, desindicalización. Incluso China, agotado ya el ejército de trabajo rural que contenía los salarios urbanos, recurre hoy a su propia periferia, exportando trabajo a tigres de tercera generación como Filipinas o Vietnam, para reducir costos laborales.

Es precisamente esto lo que los promotores de la industrialización asiática pasan por alto: la Argentina (y gran parte de América latina también) alcanzaron tempranamente niveles de ingresos medios y de protección social y laboral, y jamás estuvieron en condiciones de competir en este frente con los tigres. En esto, abundan las pruebas: vean si no los fallidos (y poco transparentes) sistemas de promoción industrial, o el perenne régimen fueguino, ese costoso dinosaurio del voluntarismo económico.

La Argentina fue, es y esperemos que siga siendo demasiado rica para ser tigre.

¿Existe desarrollo sin industria? Esta pregunta contiene varias falacias. Dejemos de lado el fantasma de la primarización (el sector primario de hecho redujo su participación en estos años) y concentrémonos en su gemelo, el fantasma de la terciarización: el aumento de los servicios a expensas de la industria, que fue el verdadero patrón de las últimas décadas.

Para empezar, no estamos solos. La terciarización sube con el desarrollo, porque el desarrollo eleva el ingreso de los hogares y hogares con mayores ingresos consumen más servicios. También sube con el tiempo, cualquiera sea el ingreso, porque los bienes industriales reducen su precio relativo … De ahí que el desarrollo, la productividad industrial y la globalización puedan leerse, incorrectamente, como desindustrialización. (Todo lo cual indica que la separación tradicional entre campo, industria y servicios es insuficiente para caracterizar la complejidad de la economía moderna)

Pero, más fundamentalmente, la fantasía industrializadora (o la pesadilla desindustrializadora) subestima innecesariamente al sector servicios. La industria es más productiva y paga más, se suele decir; los servicios, en cambio, generan trabajos precarios, de baja calificación y remuneración. Nada más alejado de la realidad: es en servicios donde se paga más y, si bien es difícil estimar la productividad por sector, en los últimos años la productividad de la industria y de los servicios fueron de la mano. Esto no debería sorprendernos: si uno dice servicios en América latina ve a un ingeniero en un taxi o al empleado público tempranamente jubilado en un quiosco. Pero los servicios que crecen son finanzas, educación, turismo, informática, biotecnología, industrias creativas – todas áreas donde probablemente nos vaya mejor que en la producción de celulares.

Más recientemente, otra fantasía compite con los tigres en la charla casual sobre desarrollo: la de los canguros, exportadores desarrollados de bienes primarios, como Australia, Nueva Zelanda o Canadá, que fondean con la renta de commodities la diversificación hacia servicios exportables de alta calidad. Simplificando, Australia importa los celulares del sudeste asiático a cambio de agromanufacturas, educación, turismo. También en los canguros, previsiblemente, la industria se achica.

La Argentina es, lamentablemente, poco sofisticada para poder ser canguro. Pero, puestos a elegir hacia dónde apuntar los esfuerzos, mejor ganar en sofisticación – mejorando educación e infraestructura, fomentando la innovación y la creación de empresas; en fin, aceptando que los tiempos modernos ya no son los de Chaplin – que perder en salario.

Ahora que el viento de cola dejó de soplar para América latina, son varios los países (como Brasil, Chile, Perú) que ya sienten el vértigo de la desaceleración y salen tardíamente a pensar cómo diversificar la producción para complementar los agotados dólares primarios … Más temprano que tarde nos tocará pensar una hoja de ruta que aún no ha sido escrita«.  (completo aquí)

En esta nota, cabe reconocer, se dicen verdades. Pero armadas de tal forma que llevan a engaño. Siguiendo su mismo orden, empiezo por corregir lo que dice al principio: aparte de algún debate teórico, los principales adversarios políticos del oficialismo no están cuestionando al gobierno un fracaso en la industrialización; su discurso implica que la actual promoción industrial es desperdicio y corrupción. Que Argentina debe apoyarse en los rubros donde tiene ventajas comparativas. Muy cercano, en realidad, a lo que dice Yeyati, aunque menos sofisticado.

Y la nota ignora el argumento principal, en términos políticos, que son también humanos, de los que defienden estas políticas: el empleo industrial. Por supuesto, no es la única fuente de empleo, pero ¿cómo se «reconvierte» a los que trabajan en las industrias tradicionales? Es una pregunta que los economistas no se hacen, pero podrían hacerse esta otra ¿cuál es el costo para la sociedad de la desaparición de esas fuentes de trabajo?

Igual. Las falacias que encuentro en esta nota tienen que ver con la economía, y con la historia económica reciente. Ante todo, el modelo atribuído a los tigres asiáticos, y que ha sido y es real en muchos casos, el que depende de bajos salarios y nula protección social, nunca fue planteado, al menos abiertamente, como un camino para Argentina. Y es absurdo proponer que las únicas alternativas son talleres textiles clandestinos o «armaderos» en Tierra del Fuego.

Italia hace 50 años, o Finlandia hace 10 mostraron otros caminos para la producción de artículos con alto valor agregado. Y la industria agro alimenticia argentina también da algunos ejemplos interesantes. Es evidente que ninguno de esos casos puede ser enarbolado como la «receta» para la industrialización. Porque no hay «recetas» generales. Precisamente, el trabajo en serio de economistas, ingenieros… y empresarios es encontrar las respuestas particulares en cada área y en cada circunstancia.

(Es cierto que nuestra clase empresaria no es muy seria que digamos. Casi menos que nuestra clase política, que es bastante decir. Pero eso tiene que ver con una cultura cortoplacista que nuestra historia reciente fomentó. Más en otro posteo).

Otro elemento arbitrario decisivo en la nota es atribuir, generalmente, a la informática, la biotecnología, las industrias creativas la condición general de «servicios». Pueden considerarse así, y se puede decir que los autopartistas son «servicios» de la industria automotriz. Pero es estirar un argumento para hacer un punto dudoso.

En realidad, lo que uno esperaba de un economista del nivel de Yeyati es dejar de lado esa división – que sólo tiene sentido como propaganda – entre campo, industria y servicios, que él mismo señala que es anticuada. Es cierto que los servicios crean mucho empleo basura. Las actividades primarias, también. ¿Y dónde clasificamos a la industria de la construcción?

La «industrialización de la ruralidad» es una buena consigna. Que se lleva adelante desde hace bastante más de medio siglo. La agricultura ya es una industria, para bien y para mal. El peronismo K, y el progresismo le tienen ojeriza por su fuerte componente rentista (que estudió David Ricardo hace muuucho tiempo). Pero, aunque debe ser gravado, es inevitable. Las granjas colectivas no anduvieron muy bien, donde se las puso en práctica.

Es posible que, como comenta Guido en ese posteo que enlazo arriba, «la industrialización (el esfuerzo principal) podría orientarse alrededor de nuestros recursos naturales. Supongamos un complejo minero y uno pesquero con el nivel de desarrollo e integración con industria y provisión de servicios nacionales que tiene el agrícola (y no digo que sea fuá) y ya estaríamos en otro planeta«.

Aunque, como apunta Silenoz «mientras nosotros exportamos a u$s 500 y pico la Tn promedio de alimentos, Nueva Zelanda lo hace a u$s 1200 y pico«.

Resumiendo, mi posición es que debemos incorporar tecnología a la producción, y educación a los trabajadores, en todas las actividades económicas. Y no hay una receta magistral para eso, sino una suma de políticas, diferenciadas y prolongadas a lo largo de décadas, de parte del Estado.