Como de costumbre, quiero aclarar desde dónde hablo. No soy ni he sido kirchnerista; uno nunca sabe lo que le depara el futuro, pero correr en auxilio del político que va perdiendo sería muy poco peronista, aún para un heterodoxo como yo. Respeto a la hinchada K, que aguanta los trapos, pero siempre asumí que mi aporte, si sirve de algo, es desde un pensamiento crítico. Muy frecuente en los intelectuales, no lo es tanto – en Argentina – en los que tenemos alguna experiencia de política práctica y del Estado.
Eso sí, apoyo – críticamente, por supuesto – el «modelo», si llamamos así a la política de tipos de cambio alto y superávit fiscal primario que comenzaron Duhalde-Lavagna y ha administrado (bien, con prudencia y habilidad) Kirchner. Tengo claro que necesitamos cambios, pero las oposiciones, o no tienen ninguno claro, o la que lo tiene – el elenco estable cuyo símbolo, y uno de los pocos serios, es López Murphy – es nefasto. Pero ésta es una elección legislativa, y la «previa» al 2011. Es plebiscitaria en ese sentido, sí. Pero el «amague» de Néstor y Cristina, decir que está en juego «la estabilidad democrática» me parece una nueva maniobra de esta campaña (la quinta o sexta), que, sospecho, tampoco va a funcionar. Menem siguió gobernando después de la derrota de 1997 (lo que hace imperdonable que no saliese de la convertibilidad entonces, pero esa es otra historia).
Si afirmo que hay que ir al acto de la CGT – más allá si es parte de la campaña electoral, como lo es – y confiar que Hugo y sus muchachos lo manejen bien, es porque el Movimiento Obrero Organizado, esa etiqueta que ha acompañado tantas macanas, es y debe segur siendo un actor importante de la realidad argentina. Aunque dice algo que el gremio hegemónico sea uno del transporte automotor. Esa es hoy nuestra realidad, y si queremos mejorarla debemos apoyarnos en ella. Es un poco más sólida que las elucubraciones teóricas.
Si lo digo ahora en el blog es porque mi motivación, la convocatoria que me movilizó, digamos, fue lo que se dijo en el encuentro de la Asociación Cristina de Dirigentes de Empresas. No fue conscientemente gorila, no es ese el estilo de la ACDE. Uno de sus directivos repitió la banal muletilla «La Argentina construyó un sólido y merecido no lugar en el mundo«, pero es un lugar común del periodismo banal, y los empresarios rara vez se destacan por su originalidad. Arriazu repitió críticas convencionales, algunas válidas, dicho sea de paso, pero diferenció con realismo ésta de otras crisis, que considera «menos dañina para el país, porque no se pidió prestado y el volumen de depósitos es pequeño y por lo tanto, la salida de capitales no tiene un efecto tan siniestro». El tono opositor del encuentro sí me parece destacable: al igual que la CGT, otras corporaciones se declaran públicamente.
Pero eso es legítimo y necesario. Lo que me preocupa es un pensamiento que se extiende y ahí lo expuso el «analista político» Carlos Pérez Llana: «Acá no importa cómo se vota en Córdoba o en Santa Fe. El país se juega en el segundo cordón, en el conurbano. Hay que cambiar el modo de representación, darle espacio a los que producen, a las provincias y al campo«. Como análisis político, es una estupidez. Importa, y mucho, cómo se vota en Córdoba y en Santa Fe. También en el resto del país. Pero como prejuicio, crea su propia realidad política, su «relato», lo llamaría Cristina.
Ese es el enemigo a combatir. Desde la elocuencia de los hechos – bah, la demostración de poder – en 9 de Julio y Belgrano. Desde el pensamiento, entre otros sitios, en los blogs. Manolo, Luciano, Ezequiel… resto de la fauna: les hablo a ustedes.