
No hace falta aclarar que una ruptura inesperada en Italia, la tercera economía de lo que queda de la Unión Europea, nos afectaría, no? Y no por razones sentimentales. Fue mi alerta amigo Fernando del Corro el que alertó sobre esto. Pero la nota que subió era de un filósofo italiano, Franco Berardi, anarquista y alarmista. Lo chequeé con un medio serio y financiero, Bloomberg:
«Todos los ojos están puestos en los Estados Unidos, donde en seis semanas habrá elecciones presidenciales y en diciembre la Fed podría subir la tasa de interés. Pero hay que prestar atención al ascenso de los movimientos populistas y a la inestabilidad política en Europa, sostiene Megan Greene, economista jefa de Manulife Asset Management.
Los próximos 12 meses serán centrales para la región conforme se prepara para una serie de votaciones nacionales, dice. Hungría celebrará la semana próxima un referéndum sobre un cupo de refugiados de la UE y Austria se dispone a repetir la elección presidencial a principios de diciembre. Francia elegirá nuevo presidente el año que viene y le seguirán elecciones generales en Holanda y Alemania.
Pero es el referéndum constitucional italiano, el próximo 4 de diciembre, el que más peso tiene, según Greene. “Pienso que en este momento el referéndum italiano es el que más tienen en cuenta los inversores, y de no ser así, debería serlo’, dijo Greene el lunes en una entrevista de Bloomberg TV.»
Las razones las expone con mucha claridad el ABC de España, monárquico, católico y de derechas, como los de antes:
«Italia alarma a Europa. El referéndum sobre la reforma constitucional, que se celebrará el próximo 4 de diciembre, se considera «más importante que el Brexit». Así lo ha afirmado esta semana «The Wall Street Journal» q ue, al igual que prestigiosos periódicos como «Financial Times», «The Economist» y «The New York Times», colocan a Italia en el centro de la crisis europea. Por su estancamiento económico, deuda pública astronómica y debilidad de algunos bancos. Todos aconsejan al primer ministro italiano, Matteo Renzi, una terapia de choque para la economía. Y Renzi se está moviendo en esta línea, con presiones a Bruselas para obtener mayor flexibilidad en las cuentas públicas y destinar fondos a las inversiones.
La alarma se disparó el 12 de agosto, cuando se hicieron públicos los pésimos datos de la economía italiana. En el segundo trimestre registró un crecimiento cero, a la cola de Europa, un estancamiento que frena también al continente, si se tiene en cuenta que Italia es la tercera economía de la Eurozona. El panorama empeora con los datos del Banco de Italia sobre el aumento de la deuda pública, fuera de control: 2,248 billones de euros, una cifra récord y monstruosa que representa el 135% del PIB. Renzi se había comprometido a rebajarla al 132,7% en 2016, por primera vez en ocho años, pero esa meta será imposible con el débil crecimiento económico.
El análisis del «Wall Street Journal» subraya que lo más preocupante de la economía italiana es que su mal es antiguo, anterior a la crisis iniciada en 2008 y su tendencia negativa dura ya un decenio. Las consecuencias las están pagando sobre todo los jóvenes: el 36,5% está en paro frente a una media europea del 20,8%.
«Para comprender la dimensión de nuestra crisis, hay que recordar sencillamente que Italia ha alcanzado el increíble resultado de no tener ya casi ninguna gran empresa nacional aun siendo, por dimensión, el segundo país industrial europeo», afirmó el ex primer ministro, Romano Prodi, ex presidente de la Comisión Europea.
La alarma por la gravedad de la situación italiana no se ha disparado de improviso. El mes pasado, «The Economist» publicó en su portada la imagen de un autobús con la bandera italiana en precario equilibrio al borde de un precipicio. La advertencia se dirigía a la banca italiana, pero en un contexto de alarma general sobre el país. El semanario británico describía así la dramática situación del país: «Cuarta economía de Europa, una de las más frágiles, con la tasa de ocupación adulta más baja después de Grecia, una economía que agoniza desde hace años, ahogada por exceso de normativas y productividad débil».
Diversos emisarios de las finanzas y de la industria global, desde George Soros a altos dirigentes de Silicon Valley, han mostrado preocupaciones análogas en sus visitas a Italia, país al que ven como el eslabón débil del euro.
A este delicado escenario, todos los medios añaden la variable política del referéndum constitucional, con repercusiones que se están reflejando en los mercados. «En este panorama, el referéndum es vital, probablemente más importante que el Brexit», escribía el pasado lunes el «The Wall Street Journal». El diario neoyorquino considera que la consulta «marcará un punto de inflexión muy importante para Italia y Europa. Un “sí” a la reforma daría al Gobierno italiano mayor estabilidad y relanzaría la economía». Los riesgos del «no» serían catastróficos para Italia, que entraría en recesión, según un estudio de Confindustria, la patronal italiana. En un durísimo comentario, firmado por Sarah Gordon del «Financial Times», se subraya que la victoria del «no» tendría repercusiones graves para toda la Eurozona.
El coste político también sería muy alto. El dominical británico «The Observer» ha señalado que si Matteo Renzi pierde el referéndum, corre el riesgo de sufrir el «destino de Cameron». Entonces existirá la posibilidad de que se tengan que celebrar unas elecciones anticipadas, con el riesgo de que el Movimiento 5 Estrellas (M5E), del cómico Beppe Grillo, «pueda echar del poder al Partido Democrático de Renzi». El escenario de los populistas de Grillo hace temblar a Europa porque, entre otras razones, plantean realizar un referéndum sobre la salida de Italia del euro. «Pueden ganar las elecciones, pero después no sabrían qué hacer. Son cínicos e ingenuos, pero sobre todo incapaces. Su programa es ambiguo», escribe «The Economist» sobre el M5E.
En los mercados se refleja igualmente la preocupación por el referéndum. Mientras las bolsas europeas se recuperan de forma paulatina de los efectos del Brexit, en Italia aún queda un largo camino por delante: la Bolsa de Milán ha perdido el 24% desde principios de año. Los especuladores han puesto sus ojos en Italia.
Todos los medios destacan el grave error de Matteo Renzi de personalizar el referéndum. Prácticamente lo planteó como un plebiscito sobre su persona y reiteró que, si lo perdía, se marchaba a casa. El propio Renzi ha reconocido ahora que cometió un error. La oposición, incluso un sector minoritario del Partido Democrático, afirma que votará «no» en el referéndum. Sería un voto de castigo a Renzi.
El riesgo es que muchos electores, que sufren los efectos de la crisis económica, se inclinen también por un voto negativo contra un Gobierno cada vez más impopular, castigando así al primer ministro.»
Pobre Mau. Como si no tuviera ya bastantes problemas su versión del «regreso al mundo».

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