Scioli, seguridad y elecciones

febrero 28, 2011

Me siento mal metiéndome, otra vez, en la provincia de Buenos Aires cuando ni siquiera cumplí aún con mi promesa de completar el «cuadro de situación» de la Capital. Pero es un distrito clave, el tema de la «inseguridad» está instalado en la preocupación colectiva, y me dejaron pensativo este y este post, los dos muy recientes, de mi amigo neo ortodoxo Artemio López.

Él, que ha sido azote del sabbatellismo, nos dice que Scioli está sin rumbo, que sus operaciones de prensa – “La gente quiere rigurosidad y firmeza” – son lamentables y que va para tercero en las elecciones de octubre (!?). Es curioso: al mismo tiempo mi amigo paleo ortodoxo, Omixmorón, que sabe también castigar a los progres, sugiere abiertamente que las posturas, tan divergentes, de Scioli y de la progresía kirchnerista, son parte de una estrategia encaminada a sumar la mayor cantidad de votos al oficialismo e impedir el crecimiento de un candidato que capitalize por derecha, un nuevo De Narváez, el temor por la «inseguridad».

¿Mi opinión? Conociendo a algunos de los protagonistas, me inclino a pensar que lo de Omix tiene sustento. Pero tengo una vieja desconfianza a este tipo de maniobras. Y, después de todo, Artemio es profesional. Aunque ya nos avisó que todas las encuestas a esta altura son operaciones, su advertencia es plausible. Después de todo, una bandera no puede ser enarbolada por cualquiera, sino por aquél a quien los votantes están dispuestos a creer. El ascenso y caída de Blumberg, aparentemente el de De Narváez mismo, son indicaciones. ¿Scioli ya no sería de teflon? Hmmm…

Eso sí, hay algo que quiero decir sobre el manejo de la policía, más importante que las estrategias electorales: En el caso de la Bonaerense, las dos políticas aparentemente opuestas, la «autogestión» policial, en el marco de un acuerdo político tácito con sus mandos, y la intervención política, acompañada de repetidas purgas, ambas han fallado.

No importa que nos digamos que las cifras de homicidios son mucho más bajas que las de México. Sí, y las de México son mucho más bajas que las de Honduras. El hecho social es que el delito común se vuelve más violento, y ninguna política social cambiará eso en el corto plazo. El hecho politico es que los argentinos comunes se sienten amenazados por esa delincuencia violenta, y no sienten que la policía los protege debidamente. «Es una sensación» ¿hay otra realidad en la política?

Concuerdo con lo que, aparentemente, está planteando Artemio: la «mano dura» puede responder a lo que exige una mayoría de la población, pero si no consigue resultados, si lo único que ofrece son nuevos escándalos policiales, la desilusión es rápida. Pero, aunque el otro lado tiene un discurso más sofisticado e inteligente, como buenos progres, mi amigo Luciano (qué doctrinarios están los links de este post! Falta uno con el texto de «Conducción política»recordaba hace poco que Arslanian había estado a cargo de la bonaerense en la última parte del mandato de Duhalde, y Arslanian y Saín en el de Felipe Solá.  Y en ambas oportunidades, sucesivas purgas fueron seguidas (¿provocaron?) graves episodios de violencia, hasta que vinieron, en reacción, Ruckauf y Stornelli.

No puedo mejor que copiar su síntesis «Es decir, la PBA ya tuvo sus “derechas” y “progresismos” trabajando en las áreas de inseguridad, pero hoy un policía raso se sigue quejando porque tiene que gastar una porción de su magro sueldo para comprarse una chaleco antibalas nuevo para no usar uno vencido»-

Eso sí, le comenté que no me parecía adecuado que nos limitemos a criticar los discursos vacíos de «garantistas» y «manoduristas». Porque, sobre todo en un año electoral. ambos seguirán siendo usados por los sectores que se dirigen a sus respectivos públicos.

En ese post se aportaron algunas ideas interesantes, pero mi impresión personal – lo único que puedo aportar, como lego – es que no es un problema de encontrar «la política acertada», sino de gestionar con eficacia, de brindarle a la policía recursos… y disciplina. El hombre, o la mujer, que lo haga deberá tener todo el respaldo de la política, en ambos planos, pero nada podrá garantizarle aciertos, excepto su capacidad. Dudo que lo encontremos, en un año electoral.


Sanz busca blogueros

febrero 27, 2011

«El precandidato radical Ernesto Sanz recorrió ayer las esquinas porteñas para invitar a su acto de lanzamiento, el próximos miércoles en el teatro Gran Rex. Dijo que, en su estrategia de 2.0, los blogueros y Twitteros serán “invitados especiales”.

Los usuarios de redes sociales recibirán un trato diferenciado para la cobertura: se habilitarán zonas especiales para los Blogueros y Twitteros y se brindarán elementos que permitan maximizar su actividad en la red. Entre ellas, códigos de programación que les permitan embeber el streaming de video y los tweets en tiempo real. El evento será cubierto mediante las tecnologías Cover it Live, TweetPic, TwittCam y se realizarán encuestas on line, vía TweetPoll»

Colegas y colegos de la blogosfera politizada, podemos decir que hemos llegado. Que Barack Obama, que quiere parecerse a John Kennedy y gobierna como Bill Clinton, los integre en su campaña, era de esperar. Que en los países donde hay un control severo de los medios, los usen los opositores, inevitable. Que aquí un Terragno, por ejemplo, trate de mostrar que los usa, qué tiene de raro?. Que se lo haya enganchado a un hombre del conurbano como Aníbal F., un éxito. Pero que un senador radical, que toda su vida militó en la UCR, mendocino, además, lo plantee… No hay objetivos más altos a superar.

Ahora, les propongo que formemos un grupo «Blogueros buscan políticos«. Creo que hace falta.


La quimera negra de Jean Lartéguy

febrero 26, 2011

Repasando las noticias de la semana, me entero, casi por casualidad, que este miércoles 23 murió a los 90 años en los Inválidos, en París, donde residía desde hace cinco años, Jean Lartéguy.

Fue muy popular, en Argentina como en Francia, en la década de los sesenta. Sobre todo por su trilogía de novelas Los mercenarios, Los centuriones Los pretorianos. Sus personajes eran militares franceses formados, marcados, por la guerra de Indochina, y su mundo era el de una Europa que había perdido todas sus guerras y ahora estaba perdiendo el dominio de los continentes que habían sido sus colonias.

Sabía de lo que escribía. De joven, su verdadero nombre era Lucien Osty, se alistó como voluntario contra los alemanes en la Segunda Guerra Mundial, y fue encarcelado en España por Franco en 1942. Luego combatió como comando en Italia y Alemania, hasta el final de la guerra, y continuó como oficial en activo durante siete años. Una vez desmovilizado se dedicó al periodismo, y fue corresponsal en América Latina.

No era un maestro del lenguaje, pero escribía bien. Si hoy está olvidado, es porque ese mundo ya no existe. Uno se pregunta porque llegó a ser tan leído en nuestra generación – los jóvenes argentinos politizados, la mayoría, teníamos claro que sus personajes habrían sido enemigos nuestros (no adivinábamos que iban a serlo, cuando vinieron a Argentina para asesorar en tortura). Era porque con lucidez, elegancia y cinismo muy franceses sabían que iban a perder también esa guerra, y le daban una pátina de romanticismo y coraje a la derrota.

Fue un escritor prolífico. Entre sus muchos libros – todos tenían que ver con combatientes – hubo uno Las quimeras negras, sobre las guerras en África, y otro, Los guerrilleros, donde se trasluce la fascinación con el Che Guevara. Pero la verdadera quimera negra que asocio con Lartéguy es que sus novelas dejaban una imagen, que un militar podía convertirse en represor, y en torturador, y seguir siendo militar. No. Son vocaciones diferentes.


Una propuesta para una presencia internacional argenta

febrero 25, 2011

Columnista apropiado: Harry

Mi amigo es un veterano de la Guerra Fría – o, como la llamó alguien, la Guerra de los 70 años – pero, al revés de muchos, su pensamiento no ha quedado congelado en ese molde (aunque aferra sus viejas broncas). Eso sí, mantiene la inclinación por que Argentina se comprometa en forma más activa en la escena internacional.

Harry decía hace pocos días, a propósito del incidente con el avión yanqui «En esta extraordinaria simulación de conflictos el país muestra su insularidad escandinava una vez más y la historia se hace exactamente en otras partes«. Tengo mis reservas sobre ese afán participativo, pero un post reciente suyo con una planteo de posicionamiento que me hizo llegar por mail, me pareció lo bastante interesante para reproducirlo aquí. Como de costumbre, mis observaciones al final:

«LIBIA, LA CRISIS ÁRABE Y NUESTRO JUEGO.

La Cancillería argentina, con su titular en tren de pedir plácet para otra función, emitió un comunicado augurando a la masacre y guerra civil en curso en Libia el fiel respeto a los Derechos Humanos. Mas allá de estas bagatelas ideológicas de cortesia algo macabra, se acerca la hora de replantear la modificación del Consejo de Seguridad de la ONU, incluir a Alemania, Brasil e Indonesia y entender el desplazamiento del poder real en el siglo XXI. Además de reformular la NATO, que hoy se despliega a más de 4000 kilómetros del Atlántico Norte – el espacio geopolítico militar para el cual fue creada, y que está superado en lo logístico, en lo estratégico y operacionalmente también en lo doctrinario.

La clave de la cuestión consiste en establecer si la Argentina apoyará o no las pretensiones de Brasil de integrar el Consejo de Seguridad de forma permanente, o seguirá jugando el trote corto de los perdedores tardíos con nuestra UNASUR de jardín de infantes. El nuevo esquema de poder en el mundo exige una potencia emergente sudamericana en el Consejo de Seguridad y un país musulmán. Las apuestas internacionales señalan a Indonesia y al Brasil.

Alemania – a su vez – no podrá seguir jugando una política unilateralmente volcada al Este de Europa. Su poder económico la obliga a asumir responsabilidades. El realismo de la política internacional actual y sus crisis que se acentuarán exigen la participación de los vencedores de la guerra fría que realmente cuentan. En el caso argentino la opción es participar en el mundo intervencionista globalizado – la crisis libia señala el camino al intervencionismo militar global y Estados Unidos no puede actuar de forma políticamente unilateral, sus modos de intervención se parecerán cada vez mas a Kosovo que a Panamá – o bien hacer una larga apuesta de retaguardia apuntando a la recomposición del poder mundial en el 2025 o 2030. Lamentablemente para los idealistas tardios, también en ese largo juego del TEG  el Brasil nos ha ganado la partida.

Si el pais sigue oscilando erráticamente. toda la politica exterior argentina tendrá la gravitación del premio Nobel de la Paz de Oslo y nada más«.

Mi amigo, como unos pocos pero influyentes pensadores argentinos, pertenece a la escuela «realista» de la política internacional, que se precia de poner en énfasis en las realidades de poder y los intereses nacionales. Bueno, yo también me inclino para ese lado, pero tengo conciencia de las debilidades de ese pensamiento, que han sido analizadas por sus críticos: tiende a ver a los estados nacionales – una creación histórica reciente – como actores racionales, influidos sólo por un cálculo de intereses y sin dinámica política interna. Una abstracción, como el homo economicus de la teoría económica neoclásica.

Además, percibo una dosis de voluntarismo argento, que se refleja en la alusión a la necesidad de «reformular la NATO«. No es un tema en el que a nosotros, ni a los sudamericanos en general, se va a pedir opinión. La crítica teórica es legítima, pero hay que tener presente que, como las críticas a las Naciones Unidas o al G-20, se está hablando de estructuras que existen, independientemente de nuestro parecer. Otra cosa es ingenuidad.

Harry no es un ingenuo. Percibe con claridad que un país de 6 millones y algo de habitantes en guerra civil, que puede exportar anualmente entre 500 y mil millones de barriles de petróleo, no va a ser dejado sólo. EE.UU. tendrá fuertes razones humanitarias para intervenir, y no lo hará sólo: tiene que contar con Europa. El libreto de los Balcanes, reforzado con petróleo.

Ahora ¿por qué Argentina, o Brasil, para el caso, se van a meter ahí? Hay toda una generación de nuestros compatriotas marcados a fuego por lo que consideran el acierto de Brasil y el error de Argentina en el tema de la participación en la 2° Guerra Mundial. Esa fue en realidad la razón profunda de los que aprobaron cuando Menem decidió involucrarse en la guerra del Golfo. También ahí hay una lección clara: ni Menem ni Argentina cosecharon frutos estratégicos de ello. Tal vez algunos daños colaterales.

Otra cosa, muy distinta, es la propuesta concreta de apoyar la pretensión de Brasil a un asiento permanente en el Consejo de Seguridad. Estoy de acuerdo, y lo hemos conversado en este blog, en un apoyo conversado, en tanto Brasil exprese la presencia sudamericana en ese organismo. Hoy por hoy, no hay otro país en condiciones de hacerlo. Eso sí, no suscribo la afirmación – muy plausible, es cierto –  que, en cuanto a «la recomposición del poder mundial en el 2025 o 2030 … el Brasil nos ha ganado la partida» Primero, debemos pasar, ellos y nosotros, esta década que recién comienza. Viene interesante.


del lavado de dinero y de las noticias

febrero 24, 2011

En general, no subo a menudo a este blog notas aplaudiendo al oficialismo, o llamando a la Guerra Santa contra el Gran Satán, Magnetto, y sus secuaces. No por nada, pero ya hay tantos blogs en esa cruzada, que pienso que no vale la pena sumarme.

Pero cuando leí en este encabezado en el mail con que el Financial Times (No, no Tiempo Argentino, o Página 12. Ni siquiera Le Monde diplomatique) me remite las noticias que tienen que ver con Argentina,

«Argentina aprobada por la lucha contra el blanqueo de capitales. Los esfuerzos de Argentina para agudizar su lucha contra el blanqueo de dinero y financiación del terrorismo «parecen ir en la dirección correcta», según el organismo mundial de control del tema»

me pareció que lo que había leído, en los medios locales, era un poco diferente. Y sí, fuí a Google Noticias, escribí «lavado de dinero», y encontré estos títulos:

Lavado de dinero: el Gobierno logró evitar una sanción internacional Clarín.com – hace 13 horas

El Gobierno había logrado zafar de una sanción del GAFI , la organización internacional que vigila el lavado de dinero y el financiamiento del terrorismo. 

Lavado de dinero: “Argentina, seguís nominada”‎ – Urgente 24
Lavado: el Gobierno evitó una sanción internacional‎ – iprofesional.com
Lavado: Argentina continuará bajo revisión intensiva‎ – El Cronista

Atención: es exactamente la misma noticia, que da la oficina de prensa del GAFI, con los mismos matices y la promesa de seguir controlando. Y el armado de los títulos es una de las herramientas más usuales del manejo de los medios. Pero, considerando todo el ruido previo, y las decenas de revisiones que están en marcha ¿no es contraproducente ser tan obvio?


Y por casa como andamos? La interna en la Capital Federal

febrero 24, 2011

Las internas son fascinantes, para los que participan en ellas. Y, desde el punto de vista práctico, no hay mejor forma de renovar una fuerza política y motivar a los militantes que una pelea interna. Competir con el de al lado estimula, y genera odios sinceros, que la lucha contra un adversario impersonal no logra. Pero es cierto también que puede ser aburridas, hasta deprimentes, para el que no forma parte de ellas.

Sin embargo, las internas de la coalición que respalda al gobierno de Cristina Fernández, las tradicionales del peronismo, las menos conocidas de sus aliados progresistas, y el hit del verano, la que enfrenta a peronistas con progresistas, han sido noticia e insidia en todos los diarios, aún los oficialistas, y motivo de reflexiones y delirios en la blogosfera.

Es evidente que la falta de dinamismo de las oposiciones, y las buenas encuestas del gobierno nacional, justifican hasta cierto punto esta atención. Y que, pienso yo, conocer sus internas muestra mucho más de la naturaleza del peronismo y de la política, que docenas de libros sobre populismo o derecho constitucional.

Eso sí, ¿se han fijado en que la mayor parte del palabrerío se refiere a las internas en la Provincia de Buenos Aires? Sin duda, es el campo de batalla principal. Pero no se puede entender ni siquiera la dinámica de las fuerzas que allí se enfrentan, si no se conocen otras realidades, que permitan ver cómo influye el terreno.

Por eso me siento obligado a contarles de lo que está pasando en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. No tengo tiempo ni energía para hacer el trabajo que, por ejemplo, Néstor Sbariggi hace con la Provincia, pero un vistazo, por esta vez…

Empiezo con la historia, y con algunos números que saco de un documento interno del Consejo de Técnicos y Profesionales de las 62-Capital, y del invalorable blog de Andy Tow: La Capital Federal tiene un padrón de 2.508.353 votantes (la última elección, 2009). Es el segundo del país, después del de la Provincia de Buenos Aires. Es casi el 10 % del electorado argentino, y eso le da un peso muy importante en los resultados nacionales.

Otros números, para dar una idea de la relación entre el peronismo y los votantes porteños: En las últimas seis elecciones de diputados nacionales, la boleta, generalmente de un frente que el PJ avaló, obtuvo en 1999 el 9,18 %; en 2001, el 11,68 %; en 2003, el 13,43 %; en 2005, el 20,49 %; en 2007, el 12,73 %. En 2009, el 11,61 %.

¿Suena informativo, verdad? Lo es, pero también es engañoso. Hay un votante peronista, sobre todo en el Sur. Hay muchísimos pobres y también indigentes – en realidad, la mayor concentración geográfica – que no se han hecho troskos, ni fervorosos partidarios de Pino o de Macri, pero tampoco se expresan consistentemente a través de una boleta que dice, a menudo en letra chica, «Partido Justicialista».

Y los que en 1999 pusieron la lista de diputados de la fórmula Duhalde-Ortega no son los que diez años después votaron la boleta encabezada por Heller, aunque el % de votos sea parecido.

Porque en la Capital los famosos «aparatos» del justicialismo (como los también célebres del radicalismo), ese entramado de lealtades, ambiciones y pequeños rebusques del que Manolo Barge escribe su epopeya en el conurbano, siguen existiendo, muuuy disminuidos, pero hace décadas que ya no sirven como nexo con un Estado distante o ineficaz, como todavía funcionan en buena parte de Argentina.

Hasta cierto punto inevitable: Es difícil forjar una identidad común en un barrio si no se sabe quién vive en el departamento de al lado. Por eso la actividad política al viejo estilo se mantiene en las villas. Que ya no son en el imaginario de quienes viven allí domicilios provisorios, como aún lo eran en los ´70.

Pero la militancia no es el único problema, pese a Manolo :-). Hay que tener presente que tampoco el peronismo como fuerza política se ha presentado a los porteños a lo largo del tiempo con algo de continuidad. Es cierto que en esos 10 años, como en los anteriores, el peronismo y el país han cambiado mucho. Pero en otros distritos ha habido liderazgos locales y dirigencias que han sabido mantenerse – o han sido renovadas – ante los pueblos de esas provincias. Eso no pasó aquí. La dirigencia del Partido Justicialista porteño se ha habituado a lo largo de veinte años a que sus listas de candidatos y sus estrategias políticas sean decididas desde arriba, desde las necesidades del gobierno nacional.

(El último jefe político que tuvo el peronismo de la Capital fue el chaqueño Carlos Grosso, y es discutible cuánto influyeron en su caída la política nacional y un elemento de auto destrucción, impulsado por una idea del peronismo que fue derrotada).

Esto ha tenido la inevitable consecuencia de debilitar a esos dirigentes, y desgastar a ese Partido Justicialista, muy cerca de convertirse en una cáscara vacía. Un síntoma muy visible: a comienzos del año anterior, muy pocos locales del PJ seguían abiertos en toda la Ciudad y ninguno en la zona Sur. Ahí militaban solamente el Movimiento Evita y algunos grupos de juventud.

Por eso, para entender el escenario político de la Ciudad, quiero repasar los números de las elecciones a Jefe de Gobierno. Sostengo que eso nos va a ayudar a entender la parte más fascinante de la Historia: el futuro.

El 30 de junio de 1996, la fórmula de la UCR, De la Rúa-Olivera, con algunos aliados muy menores, incluyendo una pequeña fracción peronista/cristianuchi, le ganaba con casi el 40 % de los votos a la del Frepaso, La Porta-Ibarra, con el 26,5 %. Tercera quedaba la del peronismo menemista (era el que había), Domínguez-Kessler, con el 18,6 %.

El 7 de mayo del 2000, Ibarra-Felgueras, enarbolando las banderas de la inolvidable Alianza, con algunos aliados, como la Ucedé, que hicieron un aporte muy menor, derrotan con el 49,3 % a Cavallo-Béliz, que obtuvieron el 33,2 %, a pesar de contar ellos con la asistencia de conocidos cuadros del peronismo, ya con el libro de pases abierto.

El 24 de agosto de 2003, esa promisoria pareja Macri-Rodríguez Larreta, ganan con el 37,5 % al dúo Ibarra-Telerman (Felgueras se desvaneció junto al Grupo Sushi) que consiguen el 33,5, pero éstos, con el apoyo del ya presidente Néstor Kirchner, que se jugó a su favor – triunfan en la segunda vuelta juntando el 53,5 % de los votos definitivos.

Esta elección resultó ser significativa, no tanto porque en ella el Partido Justicialista directamente no participó (bueno, la UCR sacó el 1,9 %), sino porque aquí con la candidatura de Ibarra se desplegó en todo su esplendor el mecanismo de las colectoras: No un frente tradicional de partidos, sino tres boletas, con siglas creadas para la ocasión, que llevaban listas de legisladores diferentes y un sólo candidato a Jefe de Gobierno. Las tres sacaron porcentajes parecidos.

(El lunes pasado Alejandro Amor, secretario general de las 62-Capital, recordaba que todos los legisladores de dos de esas listas le votaron en contra a Ibarra en el juicio político que lo destituyó. Pero no sé si corresponde que relate esta anécdota, que le daría pie a Artemio para uno de sus posts sarcásticos).

De todos modos, las colectoras hicieron escuela en el sector más o menos nacional y algo popular de la política porteña (No sé porque arman tanto lío en la Provincia). Como todos recordamos, el 3 de junio del 2007 los votantes porteños decidieron dar una oportunidad a Macri-Michetti: sacó el 45,8 % en la 1° vuelta, y el 60,9 % en la 2° (fíjense que fue un año antes de la pelea con el «campo»). Pero las dos principales fórmulas que se le oponían,  la de Filmus – Heller, que logró el 23,7 % de los votos y entró en la 2° vuelta, llevó dos colectoras,  ALIANZA DIÁLOGO POR BUENOS AIRES, que le sumó el 12,5, y ALIANZA FRENTE PARA LA VICTORIA, que le dió el 11,2.  Telerman – Olivera reunió el 20,7 %, sumando la ALIANZA FRENTE MÁS BUENOS AIRES con el 11,1 y la ALIANZA COALICIÓN CÍVICA con el 9,6.

Continuará (con menos números)


La despedida de un sindicalista

febrero 22, 2011

El titular de la Unión Ferroviaria, José Pedraza, fue detenido esta madrugada en el marco de la causa por el asesinato del militante del Partido Obrero (PO) Mariano Ferreyra, ocurrido el 20 de octubre pasado.

La Unión Ferroviaria declaró un paro por tiempo indeterminado por la detención de Pedraza.

Son dos noticias de hoy, y tienen que ver con la realidad de la política y el poder en Argentina. No quería pasarlas por alto, en particular porque frente a la reciente detención de otro gremialista, el Momo Venegas, subí dos posts, éste y éste, breves pero con una buena dosis de realpolitik.

Los dos arrestos tienen, por eso, algún aspecto parecido. Pero hay también una diferencia que es difícil precisar en términos de poder y política. Es un juicio que se hace sobre Pedraza como tipo. Por eso puse este título a estas líneas: el sindicalista dejó de serlo hace más o menos dos décadas, aunque siguió manejando un sindicato. Al menos, es lo que piensan muchos peronistas, y muchos sindicalistas.

Hay un texto de Mario Wainfeld, que es un peronista de izquierda y escribe bien – dos cosas en que se diferencia de mí – que conservé porque me pareció una muy buena crónica de lo que pasó con Pedraza. No pude ubicarlo en la Red, pero fue publicado en Página 12 el 15 de noviembre de 2009:

«En abril de 1979, el agrupamiento sindical rebelde conocido como “Los 25” convocó a un paro general contra la dictadura militar. Fue, de lejos, la reacción política pública más confrontativa contra el Proceso, en territorio argentino. La huelga, en un contexto de terror ciudadano, tuvo una acogida muy parcial, terminó con el arresto de numerosos dirigentes gremiales, tras un expediente sencillo: se los citó al Ministerio de Trabajo, ahí se los esposó y mandó en cana.

En la mañana de esa jornada memorable, un dirigente de “Los 25” aleccionó a un grupo de abogados, convocados para asistir a los huelguistas. El cronista que tenía, ay, poco más de treinta años era uno de ellos. El hombre los arengó y les dio instrucciones acerca de cómo organizarse, comunicarse y conectarse con los huelguistas y los líderes de la revuelta. El contexto no ayudaba, la represión era todavía feroz, no había celulares ni teléfonos públicos que funcionaran, los servicios de Inteligencia pululaban. El gremialista infundió mística, dio consejos prácticos. Los ojos le brillaban, transmitía convicción política, astucia de calle y savoir faire. Un cuadrazo, pensó y se entusiasmó el cronista, que veía por primera vez en su vida a José Pedraza.

… Tras haber sumado treinta años, quizás igual número de kilos y una fortuna apreciable, … (era) difícil encontrar en su mirada o en su aspecto al militante valiente que fue. Mucho más arduo es asociar su trayectoria ulterior con ese pasado. En el medio están la entrega de la red ferroviaria, el ataque a los derechos de sus compañeros de gremio, el desbaratamiento de las conquistas laborales de décadas que encarnó el menemismo, con el acompañamiento fervoroso de Pedraza…»

Un par de observaciones: El desguace de los ferrocarriles – que empezó mucho antes de Menem, en la época de Frondizi, con el Plan Larkin (bah, Acevedo) – no sólo tuvo el acompañamiento fervoroso de Pedraza. Un porecentaje muy importante de la sociedad argentina estuvo de acuerdo. Pero es cierto que ahí se marcó – aún para muchos sindicalistas, como dije, que no son sentimentales – el punto de no retorno. El sindicalista murió, herido por un cañonazo de oro. Quedó un empresario.

El homicidio de Mariano Ferreyra puede ser la más grave, pero no es la primera ni la más fundamentada jurídicamente de las acusaciones que se le han hecho. Ha «zafado» de otras. Su gremio, como corporación, como estructura de poder, lo defiende. La CGT debe evaluar su posición en este caso. Pero sé lo que piensan muchos de ellos. No les será fácil hacerlo.


Los peligros de la política antiinflacionaria

febrero 22, 2011

Cuando hace menos de una hora leí este artículo Brasil puede estar yendo hacia una crisis «subprime» en el Financial Times, archivé el borrador de un post sobre colectoras en la Capital, y me puse a traducir los párrafos más relevantes. En parte, porque la estabilidad brasileña es un interés primordial de los argentinos, como socio clave en América del Sur, nuestro vecindario, y como el principal mercado de nuestras exportaciones industriales. Pero sobre todo, porque es un indicador muy elocuente de los peligros de la lucha contra la inflación, la lucha que todos dicen – y, cosa rara, tienen razón – que deberíamos dar.

Por eso, quiero explicar con cuidado lo que trato de decirles. Estoy tan convencido como… Lucas Llach, por ejemplo, y desde hace tiempo, que la inflación es el «talón de Aquiles» de las políticas de Néstor y de Cristina Kirchner. Tenemos una inflación alta, más allá de las pavadas que se dicen, y si se llega a desbordar, se llevará puesta no sólo al gobierno kirchnerista sino, mucho peor, a una política que ha mantenido vigentes las paritarias, actualizada la jubilación mínima y atendidas una parte, al menos, de las necesidades básicas de la población sumergida.

Tengo claro que la deuda social sin atender es mayor, y que las políticas sociales apenas ayudan a sobrevivir a los marginados, sin sacarlos, en la gran mayoría de los casos, de su situación. Pero también comprendo que una crisis inflacionaria no resultará sino en ajustes brutales y más sufrimiento para los más vulnerables. Ya nos pasó, demasiadas veces.

El problema es que cualquier política antiinflacionaria, aún si no se lleva a cabo con un sesgo antipopular o por quienes creen en la religión del ajuste y la «confianza de los inversores», tiene costos. El artículo que linkeo arriba muestra un caso típico.

Elocuente para nosotros, especialmente, porque la historia económica reciente de Brasil tiene algunos paralelos con la nuestra, en una versión más «prudente». Fernando Henrique Cardoso, a partir del Plan Real en 1994, lleva adelante la modernización de la economía brasileña, en clave globalizadora, que Menem impulsó en Argentina. Eso sí, sin el grado de desindustrialización y de extranjerización de empresas que sufrimos aquí.

Y la gestión de Lula ha estado asociada con las políticas sociales que en Argentina se despliegan en las gestiones Kirchner. Manteniendo políticas económicas más ortodoxas y prudentes, que – después de un tiempo – merecieron el aplauso de los mercados internacionales, y, sobre todo, un control riguroso de la inflación.

Lo interesante de este artículo es que los Sres. Paul Marshall, CIO de Marshall Wace y co-gerente del Eureka Fund, y su co-autor, Amit Rajpal, gerente de portfolios de MW Global Financials Funds (no les hace recordar una película en que un asesino serial escribía con la sangre de sus víctimas «Deténganme antes que mate otra vez«) describen los motivos por los que las políticas antiinflacionarias que aplica Brasil pueden llevarlo a una crisis grave. Léanlo (el artículo completo tiene más datos sobre el sistema bancario brasileño, pero los que están en condiciones de apreciarlos seguramente dominan el inglés).

«Brasil puede estar yendo a una crisis «subprime»

por Paul Marshall  – 21 de febrero 2011

Brasil ha estado en una borrachera de crédito – en los últimos cinco años el crecimiento del crédito ha sido de 2,4 veces el Producto Bruto Interno. Esto se compara con 2, 1.6 y 1.2 veces para Rusia, India y China, respectivamente.

Normalmente esto no sería un problema. Viene de un nivel bajo de “apalancamiento”, y la proporción de los préstamos al PBI es sólo del 46 %, lo que se compara con la deuda del sector privado en los EE.UU.: el 165 % del PBI.

El problema radica en la carga que esta deuda está imponiendo a los prestatarios. A pesar de la caída de la inflación a una tasa razonable de 6 % anual, los bancos brasileños están cargando una tasa de interés activa promedio de aproximadamente el 25 % y, en caso de créditos al consumo, las tasas están muy por encima del 30 % (¿les suena?). Esto significa que la mayoría de los prestatarios de Brasil están pagando un interés «real» de alrededor de 20-25 % frente a una norma de 1 a 3 % en la mayoría de países… Los préstamos en Brasil son punitivamente caros (También en Argentina, reconozcamos, donde no se justifican en una política antiinflacionaria).

Para los consumidores en particular, las consecuencias son muy graves, pues la carga del servicio de la deuda se ha elevado al 24 % de la renta disponible y se espera que siga aumentando, a medida que las tasas crezcan. Nuestra estimación es que la carga llegará a la altura de un exorbitante 30 % en 2012. Para ponerlo en contexto, los consumidores de EE.UU. «explotaron» cuando la carga del servicio de la deuda llegó al 14 % (hoy es aproximadamente del 12 %). En otras palabras, el consumidor brasileño tiene el doble de carga de deuda desde el punto de vista de flujo de efectivo en relación con un consumidor de EE.UU., las que siguen siendo consideradas como demasiado apalancadas.

La situación en Brasil es preocupantemente similar a la crisis de las hipotecas de alto riesgo en los EE.UU. Una gran cantidad de crédito está siendo empujado por los bancos a tasas elevadas a los consumidores que, inevitablemente, no serán capaces de pagar esa deuda.

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Desde el punto de vista macro, una baja tasa de ahorro y una moneda sobrevaluada están poniendo presión sobre las tasas de crecimiento y en la posición competitiva de la economía. Por eso, Brasil estimula el crédito, para sostener tasas de crecimiento en línea con sus pares BRIC. Pero la realidad es que países como China y la India han tenido más éxito en lograr altas tasas de crecimiento, manteniendo altas tasas de ahorro y más competitivas a las monedas. El problema para Brasil es que el país necesita reequilibrarse hacia mayores tasas de ahorro e inversión.

La historia de Brasil está llena de accidentes relacionados con la debilidad en las cuentas externas, la elevada inflación y las devaluaciones de la moneda. En fecha tan reciente como la década de 1990, Brasil se enfrentó a un conjunto similar de problemas, lo que provocó una caída del 65 % en dólares de EE.UU. de sus mercados bursátiles entre finales de 1997 y finales de 2002 (Otra vez: les suena familiar?)

La economía de Brasil ha sido muy fortalecida en la última década, y el país se ha visto recompensado por los mercados de bonos. Sin embargo, Brasil necesitará habilidad política para manejar su burbuja de crédito actual, sin perder el control. Cualquier desaceleración de la economía y el aumento correspondiente en las tasas de desempleo podrían crear una espiral de iliquidez al extraerse el crédito del sistema.

Los mercados financieros brasileños han sido grandes beneficiarios de la baja inflación mundial, pero por desgracia para el Brasil, la tasa de interés mundial se eleva a causa de las presiones inflacionarias generalizadas. Es el momento equivocado para una economía que puede haber estado demasiado entusiasmada con la desinflación.«


Apología de la izquierda argentina

febrero 21, 2011

Columnista apropiado: Sebas

(El título lo pongo yo, y no es irónico. El texto es de un comentario que un visitante, peronista, del blog dejó aquí la semana pasada. Breve e informal, encuentro – como otros lectores – que es una reflexión aguda que pone en perspectiva una discusión que llenó páginas y páginas en los últimos tiempos. Además, no habla de la interna peronista, lo que es un respiro, y me permite, como no, meter al final algunas opiniones mías sobre esta otra realidad política).

«La progresía argentina tiene los pies bastante más en la tierra que otras que se ven por ahí. La centroizquierda internacional tiene una agenda tirando a patética: que el multiculturalismo, que los transgénicos, que el save the planet, etc. y demás pajas. Superficialidades que (esto es lo peor) son lo único que distingue sus gestiones cuando llegan al poder, porque en lo económico y social, las diferencias con las de derecha, convengamos, ni con lupa.

En ese sentido, hay que reconocer que nuestros progres nos corren con una agenda mucho más potable y concreta; más que por cuestiones ideológicas o programáticas, la discusión pasa, simplificando a trazo grueso, porque el progre aspira a hacer con las manos limpias más o menos lo mismo que los peronistas aceptamos que sólo lo podés hacer hundiéndote en la mugre. Pero por lo demás, nuestros progres son nacionalistas, son latinoamericanistas, son productivistas, y más allá de que se entusiasmen más que nosotros con banderas tipo la ley de medios o el matrimonio puto, estoy seguro que para cualquiera de ellos la de la justicia social es un trapo mucho más valioso que ningún otro. Y todo ello es bastante más de lo que se puede decir de muchas progresías foráneas.

La primera explicación que me vendría a la mente es que bueno: los progres latinoamericanos no pueden darse el lujo de ser tan exquisitos como los europeos, cuando acá hay pobreza y exclusión en serio, ¿no? Pero entonces recuerdo el caso brasileño. El papel que ocupa Sabatella frente a Scioli en la provincia de Buenos Aires, le correspondió allá a la Marina Silva frente a Dilma; hablamos del… ¡Partido Verde! ¡Pero cuán alemanes pueden ser estos brasileros!

Así que no es una mera cuestión de devaneos europeos: con las obvias salvedades del caso, desde ya, ¡pero en Brasil, caramba! Acá en Argentina, un partido ¡ambientalista! jamás logrará nada semejante; lo cual me place. No sé usted; pero puestos en tener que lidiarla con unos que nos corran por izquierda, el EDE me parece un lujo, en comparación. Imagínese al Partido Humanista en ese lugar, por caso. Ouch.

No estoy alabando a Sabbatella acá, estoy alabando a mi país. Que la progresía local sea como es, en relación a otras, si al existir el caso Brasil no podemos ya adjudicarlo a causas regionales, propongo que es efecto de la irresistible gravitación del peronismo. Siquiera culturalmente. Redefine todo. La progresía argentina, para existir, tiene que orbitar al peronismo, tiene que meterse en la casa que nosotros construimos y proponer unas refacciones y redecoraciones; mejor eso que andar por ahí incentivando el consumo de comida orgánica.

Y, para terminar con el paralelismo (me llama la atención que nadie lo haya usado en medio de todo es debate), comparemos: El EDE quiere ser colectora de Cristina, para llegar a un ¿circa 10%, digamos? Y los intendentes del conurbano que trinan porque eso podría restarles concejales. Hum, hum, hum. Quilombo, ¿no? Ajá.

¿Y en Brasil? Los verdes metieron casi un 20% a nivel nacional, con candidatos propios y decididamente opositores… y la mandaron a Dilma al balotaje. ¿Eh? ¿Qué tal? Una ambientalista…
Y eso le pasó nada menos que a la candidata del Lula saliente con el 81,4% de aprobación.
Bastante más complicadita que acá, la irrupción progre…»

Es cierto, Sebas, que el Partido Verde de Brasil existe desde 1986, fue parte – hasta 2006 – de la coalición que apoyó a Lula y siempre ha sostenido en primer lugar el «desarrollo sostenible«. Pero me parece evidente que aportó a su crecimiento el abandono del discurso anticapitalista por parte del PT y los episodios de corrupción que lo mancharon (¿suena familiar?). Hay sectores, numerosos, de la militancia política que exigen certidumbres ideológicas y – no necesariamente los mismos – a los que les repugnan los negociados. Hay todavía otros que están en contra de los negociados en que no participan, y no es fácil distinguir a priori entre todos estos sectores.

De todos modos, tenés razón: el hecho es que la izquierda brasileña desilusionada del PT ha debido enarbolar un discurso ambientalista para conseguir una inserción nacional importante. Y aunque parezca soberbio de nuestra parte, tengo que estar de acuerdo con vos en que es la presencia del peronismo como lo conocemos, la que hace la diferencia en el panorama político de ambas sociedades. Eso sí, no creo que en el caso de la izquierda filokirchnerista pase principalmente por lo cultural.

Estimo que son los aparatos territoriales y sindicales del peronismo, y su inserción, hoy quizás minoritaria pero real, en las clases medias, los que obligan a cualquier expresión de izquierda a tener una agenda concreta y popular si quiere competir con ellos. Fíjense que en un medio consistentemente oficialista como Página 12 pero cuyo público es la izquierda intelectual, su agenda es la que Sebas atribuye, con razón, a la izquierda europea: políticas de género, reivindicación de los pueblos originarios, derechos humanos, aborto legal, seguro y gratuito (casi agrego obligatorio), cuestionamiento a la influencia de la Iglesia Católica y denuncia de sus jerarquías…

Ninguna bandera que la izquierda rechace, y que – al menos varias de ellas – son asumidas con naturalidad por los jóvenes «progreperonistas». Pero no es el programa con el que el EDE tratará de conseguir votos en la zona Oeste del Gran Buenos Aires… Ni sus diputados han procurado imponerlo al gobierno de Cristina Fernández.

Y recordemos, Sebas, que nosotros también tenemos una izquierda ambientalista opositora al gobierno, con bastante más presencia política que el Partido Humanista, o el Grupo de Reflexión Rural. Donde la influencia cultural y la historia del peronismo parecen decisivas en delimitar el discurso posible es justamente ahí. Porque el Proyecto Sur de Pino Solanas, que reunió en el 2009 un voto cercano al 25 % en la Capital Federal y una presencia menor pero significativa en todo el país – es razonable pensar que puede llegar a ser, si mantiene su candidatura presidencial, el más votado de la izquierda – con un discurso de defensa de los recursos naturales y contra, por ejemplo, la minería a cielo abierto. Pero su posición, «descolgada» como nos suena a los «realpolitiker» peronistas, tiene un matiz de defensa de la soberanía nacional y un productivismo ausentes en el ecologismo europeo moderno. Además de un lenguaje simbólico tradicionalmente usado por el peronismo.


Sarmiento

febrero 20, 2011

A 200 años justos de su nacimiento, uno siente que debe decir algo (La «superstición decimal», de la que hablaba Borges). Pero se ha escrito tanto, tanto, sobre él… A favor, en contra, alabanzas, denuncias, hasta análisis inteligentes, que simplemente no me siento en condiciones de agregar algo que valga la pena de leer.

Les dejo algunas recomendaciones, que pueden ignorar, claro: Lean a Silph, en Artepolítica (donde, si no?), que ha aceptado el desafío que me supera. Y dice algunas cosas del Sarmiento político que aportan una visión que resuena con miradas actuales. Es tal vez la mejor justificación para escribir algo más. Vean esto, por ejemplo:

«Sarmiento fue también un político pendenciero, peleador, con múltiples y cambiantes enemigos. Consciente, mucho más explícitamente que sus falsos acólitos, que la política es conflicto … Sarmiento jugaba un partido donde uno y sólo uno tenía que ganar: él. Era un personalista de la política, no tenía referentes institucionales, generaba antagonistas por doquier, se amigaba con execrables, y atacaba a sus antiguos compañeros de ruta. Y con sus enemigos, no tenía ni justicia. Pero era desagradablemente fascinante. Cualquier similitud con otros no “prohombres” argentinos, ¿será pura coincidencia?«.

Otra, más personal: No podemos construir una historia argentina sin Sarmiento (En eso, Cristina Fernández, superando el discurso revisionista en que debe haberse formado, como todos en su generación, está en lo cierto); demasiado de la Argentina que somos tiene que ver con lo que él hizo. Cualquier intento de ignorarlo es una fantasía de intelectuales, que confunden artículos periodísticos con la realidad. Pero tampoco puede borrarse, en aras de la corrección política, que lo hizo sin «ahorrar sangre de gauchos», y, peor (porque no eran tiempos en que se ahorraba sangre), afirmando que no debía ahorrarse. Racismo y genocidio son acusaciones que hoy están de moda: Bueno, asumamos que uno de los tipos cuya cara está en nuestros billetes estaba a favor de ambas cosas. No creo que haya que cambiarla, ojo: sirve para que nos recuerda como está hecha la historia argentina, y toda la historia humana.

Recordémoslo, eso sí, también como escritor. Es uno de los muy pocos grandes, en castellano, del siglo XIX.

Algo que quiero mencionar, por mi interés en la política como disciplina, es una idea sobre uno de los motivos por los que Sarmiento, por todo su impacto en nuestra historia, tuvo menos éxito que Mitre – su aliado y rival – en la creación de una fuerza política que expresara su proyecto. El enfásis se pone, en esta explicación – aludida en algún trabajo de Halperín Donghi – en que el esquema productivo «civilizado» que él había traído, en forma idealizada, de sus viajes por Estados Unidos, la pequeña propiedad rural, los chacareros de origen europeo, con quienes quería poblar la pampa, simplemente no resultó viable… en la escala que hubiera sido necesario.

Pudo hacerse en Entre Ríos, en regiones de Santa Fe… No así en Buenos Aires. Y no se debió, estimo, a una mayor reluctancia de los terratenientes porteños a arrendar sus campos. Simplemente, la actividad más rentable, la que fue la base de las grandes fortunas que fijaron las características de la sociedad argentina, terminó siendo la ganadería: Primero las ovejas, luego las vacas. La, relativamente escasa, mano de obra necesaria la proporcionaron los gauchos que sobrevivieron a las guerras civiles, convertidos en peones y arrieros.

No soy lo bastante marxista para creer que eso es la explicación. Pero sirve para recordarnos que el genio personal, aún unido a una resolución stalinista por la ingeniería social. no alcanzan para modificar una sociedad. Rosas, Mitre, con filosofías muy distintas entre sí, partían de una apreciación más realista sobre la Argentina que existía.


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