No voy a tratar de escribir aquí sobre el Colorado, sus ideas, su trayectoria, su talento. Venzan la inercia de enero, y naveguen un rato en Internet. Como nació el 23 de enero de 1921, la «superstición digital» hace que hoy haya un montón de textos que hablan de él. Y algunos, bastantes, son de quienes lo conocieron más y escriben mejor que yo.
Este posteo es para saldar algunas deudas personales. La primera, colectiva a la vez que personal. Soy de la generación que empezó a militar a fines de los ´60, principios de los ´70. Y, salvo por los que venían de su espacio o habían sido formados por él, la mayoría fuimos sectarios con sus planteos y su figura. Por mi parte, no creo más en los conceptos fundamentales del marxismo de lo que creía entonces, pero estoy más dispuesto a reconocer que en el océano de la verdad hay muchos afluentes. El de la Izquierda Nacional del Colorado aportó mucho. Y en el mundo de las realidades políticas, hubiera sido mejor para la Argentina que en nuestra generación le hubiéramos prestado más atención a sus planteos que a las fantasías cubanas de la Tendencia o al peronismo fundamentalista de Guardia.
También quiero reconocer una cierta sorpresa. Lo que escribí al final del párrafo anterior expresa mi fastidio con errores y sectarismos de mi generación. Pero no es realista. Por toda su elocuencia, y hasta su talento panfletario, lo de Ramos era demasiado intelectual para un momento de ruptura en el que se imponían las grandes simplificaciones.
El logro extraordinario de Ramos -a mi modo de ver- es que, aunque los partidos que fundó y dirigió nunca llegaron al poder, o cerca de él, formó a muchísimos cuadros, y bastantes dirigentes políticos, en los que puede rastrearse la influencia de su pensamiento y sus ideales.
Esto es más raro de lo que se puede suponer. Todas las variantes del troskismo han sido grandes «escuelas de cuadros» y de militantes, pero cuando -tarde o temprano- abandonan sus «aparatos» toman caminos distintos pero muy alejados de sus ideas originales. Algunos terminan como «neo conservadores», o en el Grupo Clarín… Hay discípulos del Colorado manteniendo el ideal de la unidad latinoamericana, de la Patria Grande, de un nacionalismo popular, en toda la Argentina, en Chile, en Bolivia… Sin duda, en más lugares de los que conozco.
Mi final reflexión en este posteo tiene que ver con eso. Porque si hay un ideal que yo comparto con él es ese («la Patria Americana» es una columna permanente en este blog).
Claro, para lograrla creo más en el camino de un Mercosur, o el ABC (Argentina, Brasil, Chile) del Roca del final o del Perón del comienzo, que del romanticismo literario de «Las masas y las lanzas». Pero estoy seguro que Ramos también lo veía así; hasta por los errores que cometió en sus últimos años: su acercamiento a Carlos Menem.
Pienso que, como yo, él creía que nuestros países necesitaban. para ser relevantes en el mundo de hoy, un Bismarck o un Cavour. Y sólo teníamos demasiados militantes pro Garibaldi… Todo bien con ese otro pelirrojo (en Italia, no en el Río de la Plata), pero la unidad nacional italiana es hija, sobre todo, de Cavour. Sucedió que Menem no era más que un oportunista con carisma.
Sí, creo que Ramos estaba convencido de que necesitamos un Bismarck. Y tal vez él habría querido ser su Ferdinand Lassalle (No sean vagos y vuelvan a buscar en Internet para leer sobre él. O, mejor, algo de él). Pero, bueno, la Historia no concede deseos. Y está bien que siempre haya tareas pendiente. Feliz centenario, Colorado. Creo también que se te recordará, y estarás en el Salón de los Próceres de ese futuro Congreso.