Bolivia, desde Argentina

noviembre 28, 2007

A menudo le critico a mi amigo Arrivillaga, que a veces usa el transparente seudónimo de Strategicos, su estilo barroco: un García Márquez que escribiese sobre los temas de Graham Greene. En estas líneas me cerró la boca: subió a mi blog un comentario que, en muy pocas palabras hace un preciso resumen de una catástrofe anunciada, desde el  enfoque de lo que puede y debe hacer Argentina. No quise que quedara guardado entre los comentarios (tengo un prejuicio: en demasiados blogs de muy buen nivel sirven sólo para que se peleen progres a favor y en contra de Kirchner, o resuciten viejas goriladas) y lo copio aquí:

«Lamentablemente los hechos me estan dando la razón. Bolivia está al borde de la guerra interna. Ahora bien ¿cuáles son nuestros intereses concretos – no los de la PachaMama – en este drama? :
1. Impedir la desintegracion nacional de Bolivia, en beneficio de Brasil, Venezuela o del que sea.
2. Evitar una larga guerra civil boliviana con apoyos externos que introduzca balcanes sudamericanos en nuestra frontera.
3. (Si la catástrofe se produce) Prepararnos para el inevitable aluvión inmigratorio boliviano que vendrá a buscar trabajo y seguridad en nuestro territorio. Como  las cadenas de trafico humano son imparables – preguntar a albaneses, rumanos y africanos al respecto – al menos preparar un inteligente plan de afincamiento para que no terminen mendigando en la amable calle Florida de la Capital Federal y aledaños. Y esto no es sólo social, es estratégico.
Saludos
»

Sólo dos comentarios, Edgardo, amigos:

1) la desintegración de la nación boliviana no puede redundar en beneficios para Brasil, Venezuela ni para nadie en América Latina, no importan las fantasías de los geopolíticos de café. Desde 1904 (secesión de Panamá) no hay nuevas naciones ni particiones en la región. Introducir la posibilidad, en el corazón de Sudamérica, sería jugar con fuego.

2) los bolivianos no mendigan. Son una de las colectividades más trabajadoras y con menos índice de criminalidad que tenemos. Igual concuerdo que una inmigración masiva sería una catástrofe social y política.


la crisis del ARI, por terceros

noviembre 25, 2007

Lo que subí sobre el ARI a este blog, gracias en gran parte al amigo Gustavo Lahoud, está entre las notas que han tenido más visitas. Y ya que hoy domingo, un feriado que dediqué a mi blog, he copiado a Página 12 y a Harry magazine, encaja bien que actualice el tema con lo que piensa una «tercera posición», el progresismo filoperonista (o filokirchnerista?) de Artemio López. Copio su análisis y luego – por su – agrego un comentario:

La crisis del ARI

Crisis de crecimiento en combo con una farsa completa. Crisis de crecimiento, porque la nueva estructura coaligada supone la incorporación de dirigentes de trayectoria anterior nítida ( nefasta pero nítida muchas veces) que refuerzan el perfil de centro que Lilita quire imprimir a su espacio, y que resultara finalmente una muy exitosa estrategia electoral en octubre. La única verdad es la realidad , con esta elección, Carrió corona una torsión de su perfil original temprano – durante la crisis y en la inmediata post crisis – de centro izquierda, que con la inauguración de la gestión Kirchner frente a la cooptación de agenda propia del ARI ( y dirigentes obvio) por parte del oficialismo, fue lógicamente virando al centro, hasta madurar con la elección de Olivera como candidato a legislador porteño en 2005 y el desarrollo de un discurso económico fuertemente opositor al oficial que terminó con la incorporación de Alfonso Prat Gay y su postura de cierto «enfriamiento económico», especialmente del consumo vía amesetamiento de salarios, moderación de retenciones al sector agropecuario, etc. Ahora bien, esta crisis de crecimiento enfrenta hoy la emergencia de un grupo dirigencial que se entera – tarde – de que el ARI cambió de perfil y sostiene una especie de restauración progresista al interior de la fuerza que para colmo acaba de obtener más de cuatro millones de votos. Sin embargo, cada quién es diferente y hay que analizar uno a uno, en general este grupo de dirigententes «históricos» no tiene la más mínima chance de cuestionar con eficacia la estrategia de Carrió, pues son invisibles electoralmente, valen menos que nada y además, falsean la verdad, mostrando como reciente un cambió de perfil «ideológico» que si existiera lleva más de cuatro años. O acaso se puede creer sensatamente que Carlitos Raimundi, por citar el caso más emblemático de transhumancia política del grupete, puede no acordar con las posiciones ahora «conservadoras » de Carrió? Donde estaba Raimundi cuando Lilita se pronunciaba contra Chávez, contra las retenciones en general y por citar un ejemplo de la visión politica de la genia , suponía que la gente votaba al oficialismo porque era y sigue siendo «cooptada por el sistema clientelar», para agregar que ella, la genia «estudió profundamente la semiótica del pan dulce» para entender al peronismo de Perón y Evita a la que «ama». Estaba en el ARI , a la espera de rapiñar un puesto que no le fué concedido: Como se señala en Harvard «a Charlie lo dejaron de garpe«, tras lo cual Raimundi volvió a los soviets. Nada nada , que la Lilita tiene toda la razón, los goles son amores y los votos también. Una acotación final. Como este gupo de dirigentes no logrará nada en relación al ARI, enfilará hacia otros pagos. Ramble advierte: Ojo Lozano, que un paso en falso en esta dirección, te agranda el portafolio de directiva progre, pero te regresa al toque al los mugrosos tres puntejos de la primera vuelta porteña. Ojo al piojo, me extraña araña, teiquirizi, me entendés papá?

Mi reflexión (muy breve):

Yo no puedo decir – no los conozco personalmente y nunca estuve en el ARI – si la despectiva descripción de los disidentes es correcta o no. Lo que me parece muy aventurado es apostar a que no se construirá en Argentina una oposición por izquierda a Kirchner con un proyecto real de poder. Este es un país muy cambiante, Artemio…


Kirchner y la construcción de poder, por sus adversarios

noviembre 25, 2007

«Harry magazine» es, en Internet, un caso similar al de «Página 12» (con el signo cambiado, claro). Aunque su editor es el ingenioso y erudito Edgardo Arribillaga, su público – en su mayoría militares y hombres de inteligencia retirados, nostálgicos por razones de edad del «partido militar» y de la Argentina en que ese partido existía – obliga a que la página sea cerradamente antikirchnerista (esto no significa que yo considere que no hay razones para que alguien esté contra el Sr. K; simplemente marco la rigidez de los alineamientos automáticos). Pero – como en Pg. 12 – uno puede encontrar notas muy interesantes, a las que precisamente su enfoque ideológico les añade una lucidez especial (además de artículos sobre temas de política internacional en su aspecto militar que me parecen muy interesantes. Recomiendo especialmente «Para qué se arma Chile?» )

Esta semana, Agustín Monteverde, cuyos aportes teóricos a la economía no son significativos pero es un hombre bien informado y «derechista» ortodoxo, da una descripción acabada de los mecanismos de construcción de poder – «a la» Putin – de Kirchner, en el nivel táctico y en el estratégico. También, por supuesto, menciona el punto débil de su esquema, la inflación. Pero su integridad no le permite ignorar, y dedicar espacio, a la circunstancia internacional que, hoy por hoy, aumenta el margen de maniobra del matrimonio K: la vulnerabilidad presente de la economía estadounidense. Es muy difícil imaginar una corrida hacia el dólar…

El discurso político de Monteverde incluye – como la Coalición Cívica – una victimización del campo, saqueado por las políticas K. Olvida que la mayor parte de los empresarios agrarios, grandes y medianos, siguen atravesando una ola de prosperidad, como se puede ver en las ciudades y pueblos del interior, los mismos en que ganó la candidatura de Cristina Fernández. Para no limitarme a criticar las de otros sin dar mi opinión personal – lo que en un blog no tiene demasiado sentido – voy a señalar que el aspecto más negativo que encuentro en la política económica del actual gobierno en el agro – como en la industria en general – es la ausencia de una política de largo plazo. Pero me callo y copio el artículo:

Análisis Económico Compacto y destacado – Agustín Monteverde

Ø Crecen cada año las ampliaciones presupuestarias discrecionales dispuestas por el Ejecutivo. · En 2004 la ampliación del gasto fue de $ 9565 MM y equivalió a 16 % del presupuesto. · En 2005 y 2006 representaron el 18 %, con $ 14293 MM y $ 16635 MM respectivamente. · En 2007 ya suman $ 26000 MM y significa 23 % adicional; a ello se agregan otros cambios y reducciones en las partidas originales que hacen más ostensible el carácter fantasioso del Presupuesto sometido al debate parlamentario. · En la ley de Presupuesto para este año se computó un crecimiento de la economía de apenas 4 %, casi equivalente al arrastre estadístico que ya dejaba 2006. · En el Presupuesto 2008, además de las consabidas subestimaciones de crecimiento e inflación, no se computó la suba de los derechos de exportación. o Ateniéndonos a sus proyecciones, el gasto primario aumentaría 18 % mientras que el PBI crecería 14,5 %, lo que violaría lo dispuesto por la ley de Responsabilidad Fiscal. o Esto deja al descubierto que la discusión presupuestaria se ha convertido en un ejercicio ocioso e inútil pues si realmente el Ejecutivo estimase ese desempeño el proyecto debería incluir un waiver a lo prescripto por esa ley.

Ø La aplicación de retenciones a sectores discriminados es propia de visiones autoritarias, que otorga a los gobernantes derecho y capacidad para decidir cuáles son los niveles de rentabilidad “adecuados” o “tolerables” y quiénes merecen ganar más y quiénes menos. Bajo esta óptica las unidades productivas son consideradas como si trabajaran bajo un régimen de concesión antes que como legítimos propietarios con pleno ejercicio de la libertad de comerciar. Ø Si se eliminasen las retenciones y el impuesto al cheque tendríamos déficit primario equivalente a la cuarta parte del superávit informado. · Con las nuevas alícuotas, ambos impuestos representarán la cuarta parte del total de los recursos tributarios. · La suba sumará ingresos fiscales por 0,6 % del PBI. Ø La suba de las retenciones incrementará la dependencia de las provincias respecto a las transferencias discrecionales del gobierno nacional pues los derechos de exportación no se coparticipan. · Además, como la suba no ha sido incluida en el Presupuesto 2008, los mayores ingresos podrán ser administrados al antojo de la señora Kirchner, sin discusión parlamentaria. · Perjudica en particular a las tres principales provincias agrícolas que —a diferencia de las petroleras, que perciben regalías— aportan retenciones sin beneficio directo para ellas. · El agro banca el transporte citadino: consume unos 4800 MM litros anuales de gas oil, cuya carga tributaria subsidia el transporte urbano y suburbano y al sindicato de camioneros. · R. Sica (Fed. Empresarios de Combustibles): “No sigan subsidiando el gas oil para el transporte de cargas, que el 50 % lo venden al campo a $ 2,70”. Ø El nuevo mecanismo de retenciones significa una virtual estatización de la industria petrolera y encubre una confiscación al disminuir el valor de sus activos. · Con el nuevo régimen el Estado se apropia del excedente sobre un valor de corte de U$ 45 por barril. · Representará ingresos adicionales para el fisco por unos $ 1500 MM anuales, siempre que se mantenga en estos niveles el valor del crudo y no decaigan las exportaciones. · La medida desalienta la inversión y exploración en un sector con oferta insuficiente y provoca un grave deterioro en el negocio de las refinadoras (que sufren un brusco salto de retenciones en las naftas). · Esto facilita a los empresarios kirchneristas la compra de YPF y de Esso por la pérdida de valor inducida a sus activos. · Sugestivamente, mientras los grandes jugadores internacionales buscan abandonar o reducir su exposición en el sector petrolero local, abundan las incursiones de capitales cercanos a Kirchner; E. Eurnekian, M. Mindlin, E. Eskenazi, L. Báez y C. López muestran un repentino —y antieconómico— interés por el castigado negocio. Ø En el caso de los granos y oleaginosas, la suba se basa en la audaz presunción de que los precios internacionales de los granos y oleaginosas mantendrán su alza durante los próximos años. · Retenciones y compensaciones ridiculizan nuestros reclamos contra los subsidios agrícolas en la UE y EEUU e inoculan en el sector más competitivo de nuestra economía el virus de la dependencia del Estado. · De esta forma, los productores agropecuarios son los que terminan cargando con el formidable incremento estructural del gasto que el gobierno dispuso con vistas a las elecciones. Ø Pero el incremento de la carga fiscal a las exportaciones agrícolas desalienta la producción y la compra de equipos e insumos productivos en el sector que lidera la inversión en Argentina. · A falta de una reforma tributaria integral, las retenciones implican una discriminatoria duplicación del impuesto a las ganancias, exclusiva para los productores agrícolas. · Y aumentan la brecha entre el tipo de cambio al que éstos exportan y el que deben pagar por los insumos y bienes de capital importados. · El aumento de los derechos castiga especialmente a los propietarios de los campos pero no a los arrendatarios, empresas y grandes pools de siembra que pactan los alquileres en quintales de soja. · Las retenciones resultan también particularmente gravosas para los chacareros de las zonas marginales. Ø Quedan entonces a la vista las contradicciones del modelo “productivista”. · Sustrae fondos al sector más productivo y que más invierte de nuestra economía para pasárselo a la “caja chica” —supera los $ 26000 MM— de la presidente. · Pero también ha quedado en evidencia la verdadera dimensión del remanido llamado al “pacto social”: nada que conversar, nada que acordar, solo aceptar (salvo concesiones a los verdaderos sectores fuertes del modelo: el sindicalismo y los empresarios contratistas y socios del poder).

Ø Argentina ya encabeza el ranking de inflación continental. · Según la información —nada confiable— del INDEC, en los diez primeros meses del año la suba del IPC fue de apenas 6,6 %. · Pero el alza general de los precios de la economía fue en ese período de casi 20 %. · Detrás vienen Venezuela, con 13,6 %, y la Bolivia de Morales, con 9,7 %.

Ø Se extiende el tembladeral del sector bancario estadounidense. · A los ya conocidos quebrantos del Citi y Merrill Lynch se sumaron ahora rumores de problemas en Morgan Stanley y Wachovia. · El HSBC advirtió que la crisis hipotecaria ya se está trasladando al crédito de consumo y previsionará pérdidas para afrontar incobrables en esa línea; para cubrir préstamos para adquisiciones apalancadas. · La escasez de crédito ha impulsado un alza en la morosidad de los tenedores de tarjetas de crédito. o Alentados por el efecto riqueza que provocó la burbuja inmobiliaria, los consumidores se endeudaron por U$ 910000 MM a través de las tarjetas. o Esta deuda se encuentra securitizada y dispersa en el mercado, por lo que aún no se sabe cuáles serán las instituciones más afectadas. · Pese a que solo pueden invertir en títulos que signifiquen riesgos crediticios normales, los fondos de money market también podrían registrar pérdidas por el colapso hipotecario, pues muchos adquirieron SIV (vehículos de inversión estructurada) calificados AAA. Ø El crecimiento de la mora en el segmento de consumo puede anticipar una reducción significativa en el gasto de los hogares, responsable del 70 % de la economía estadounidense. · El ministerio de Comercio chino advirtió que las exportaciones sufrirán un impacto devastador si EEUU se enfría. · Los altos precios del petróleo afectarán tarde o temprano el gasto de los consumidores estadounidenses. Ø La amenaza de algunos países de la OPEP de nominar en otras monedas el precio del crudo no tiene mayor impacto pero sí lo tendría que las monedas de los exportadores árabes dejen de estar vinculadas al dólar. · Esto haría caer el valor de los activos estadounidenses que poseen esos países y los impulsaría a venderlos.


Brasil y el petróleo

noviembre 25, 2007

El petróleo es un tema importante y ha tenido un lugar también importante en «El hijo de Reco». En mayo del ´06 publiqué notas sobre petróleo, gas y política que todavía resumen razonablemente bien lo que pienso. Hace menos tiempo, subí allí y en este blog, notas sobre Cerro Dragón, el caso que sigue siendo la acusación más fuerte a la política de Kirchner en este campo.

Tengo por supuesto más material a editar: artículos ingeniosos de mi amigo Gerardo González y eruditos de mi amigo Humberto Podetti, por ejemplo. Pero todos tenemos poco tiempo disponible (especialmente yo), y me alegro cuando encuentro un resumen valioso de aspectos importantes – los del título, por ejemplo – aunque ya esté publicado en otra parte. Aunque sea en, uno es prejuicioso, el house organ del progresismo local, Página 12.

Allí Santiago O’Donnell – que muchas veces pienso que pone demasiada «corrección política» de centro izquierda para escribir sobre política internacional – esta vez firma una nota que, en mi opinión, detalla los factores básicos de las políticas de Brasil y Argentina en esta área. A continuación, para los apurados, lo resumo, pero los invito a leerlo entero, junto a la nota sobre Petrobrás que también publiqué en Reco.

«Encontraron petróleo en Brasil. Encontraron mucho petróleo. Los números, multiplicados por mil millones de barriles, son más o menos así: antes Brasil tenía siete. Ahora tiene entre doce y diecisiete. Hace seis meses, cuando llegó a los siete, Brasil anunció que se autoabastecía. O sea que le va a sobrar lo que acaba de encontrar, que algunos expertos calculan en diez, otros en ocho, otros en cinco. En todo caso es un montón de petróleo, el yacimiento más grande que se ha encontrado desde el 2000, cuando los cosacos encontraron doce en Kazakhstan. Pero los cinco a diez que encontró Brasil no lo ponen en las grandes ligas de los vendedores de petróleo. Arabia Saudita tiene doscientos cuarenta en reserva. El mundo consume nueve por año. O sea, el descubrimiento es muy importante para el desarrollo de Brasil pero no mueve el amperímetro del mercado mundial, a punto de alcanzar el histórico mojón de los 100 dólares por barril.

Tampoco cambia la relación de poder en la región, donde Venezuela y Bolivia siguen siendo los peso pesado entre los vendedores de energía. Los cinco a diez que encontró Brasil no se comparan con los ochenta que ya tiene Venezuela. Bolivia tiene una cantidad comparable a Venezuela, pero de gas que vale menos. Venezuela no gasta mucho porque tiene una economía chica. Bolivia, menos. Venden casi todo. En cambio, Brasil es un gran consumidor de petróleo y tiene muchos pobres y mucho país por desarrollar. De los diez, o cinco, habrá que ver cuánto se vende y cuánto se queda en Brasil.

Sudamérica básicamente se autoabastece de energía. O, más bien, exporta e importa más o menos la misma cantidad, … algunos países compran y otros venden. Pero si fuera un bloque unido, digamos como Europa, Sudamérica se autoabastecería. Esto es, se autoabastecería en un mundo en guerra por el control de recursos energéticos cada vez más escasos… Brasil siempre compró pero fue cortando la brecha, sobre todo después de quedar a la merced de la OPEP durante la crisis del ’73. Ahí empezó con los biocombustibles. Después encontró petróleo y ya se autoabastece. Con lo que encontró va a seguir abasteciéndose, pero con más margen para desarrollarse, y venderá algunos barriles cuando necesite hacer caja. Argentina es al revés de Brasil. Antes se autoabastecía y le sobraban algunas reservas. Ahora le queda algo de gas y petróleo, pero no le sobra nada y encima tiene que comprar.

El petróleo que encontró Brasil está en el medio del mar, debajo de una gran capa de sal. Es buen petróleo, bastante más liviano que el venezolano, por lo tanto más barato para destilar, por lo tanto más valioso. Pero no es fácil de extraer, aun para lo que suelen ser las extracciones. Va a llevar tiempo, dinero y esfuerzo. El pozo de exploración, nomás, costó 240 millones de dólares. Aun si todo sale bien, la canilla recién se abriría en el 2010 y habrá que esperar hasta el 2022 para que funcione a pleno, digamos un millón de barriles por día.

No es fácil sacar el petróleo que está enterrado bajo 6000 metros de agua y otros mil de roca y sal gruesa. Brasil lo puede hacer porque su empresa estatal, Petrobras, tiene la gente y los medios para hacerlo. Petrobras, que fue fundada en los ’50, es considerada por los expertos como una empresa de primer nivel mundial. Invierte mucho en desarrollo, exploración y tecnología. Hace muchos millones de años, cuando América y Africa estaban unidos en un mismo continente, Brasil estaba pegado a Nigeria. Mucho tiempo después, en el mar frente a Nigeria se encontró petróleo en un suelo muy parecido al que está debajo del mar brasilero. Por eso los brasileros buscaron ahí. Lo hicieron durante décadas, invirtieron fortunas. Los expertos también dicen que el suelo que está debajo del mar frente a la provincia de Buenos Aires se parece mucho al de Brasil y Nigeria. Argentina no tiene ni la plata ni los medios para buscar petróleo ahí. Hasta ahora Petrobras había puesto un poco de plata para buscar petróleo en el mar del sur, cerca de los yacimientos más conocidos, pero ahora tiene recursos para buscar en serio en la Argentina. Cristina y Lula ya hablaron de eso. Hoy en día integración significa integración energética.

Petrobras es un quizá la única petrolera del mundo que se creó antes y no después de haber encontrado petróleo. La PDVSA venezolana, por citar el ejemplo contrario, recién se creó en los ’70, cuando las multinacionales ya se hacían una panzada con el crudo de ese país. Lo mismo había pasado con YPF en los años ’30. Como Petrobras no tenía petróleo, para capitalizarla el Estado brasilero le cedió el monopolio de la industria petroquímica y del transporte y distribución de los combustibles dentro del país. A eso le sumó el monopolio de las destilerías y las estaciones de servicio de biocombustible cuando empezó a producirlo en los ’70. Con eso financió su desarrollo y exploración.

Durante la primera mitad del siglo Argentina le llevaba una gran ventaja a Brasil en estos temas, así como también en el desarrollo de energía atómica. Pero a partir de los ’60 cayeron las inversiones, crecieron las corruptelas y se multiplicaron los negociados. A veces se abría al capital extranjero, a veces se cerraba. Con cada crisis económica que debió bancar, YPF se fue vaciando. El golpe de gracia se lo dio Menem cuando le quitó los derechos de explotación al Estado para cederlos a la provincias en medio de su movida reeleccionista a mediados de los ’90, revirtiendo la nacionalización que Perón había logrado con mucho esfuerzo en la constitución del ’46. Acto seguido, Menem le vendió YPF a los españoles. Ahora las pequeñas provincias negocian sus concesiones con los tres o cuatro gigantes que controlan el negocio a nivel internacional, en una posición de debilidad evidente. A los gobernadores de las provincias petroleras durante el menemismo les fue bastante bien, hicieron caja, ganaron reconocimiento como buenos administradores a nivel nacional, pero a los pulpos extranjeros les fue mucho mejor. Al Estado argentino sólo le quedó la plataforma marítima, que es más cara, y por lo tanto más riesgosa, para explorar y eventualmente extraer lo encontrado. En Brasil, una agencia estatal, la Agencia Nacional del Petróleo, administra todas las áreas de explotación petrolera.

Brasil es dueño del 65 por ciento del petróleo que acaba de encontrar. Sus socios británicos de BP Group tienen un 25 por ciento y sus socios portugueses de Galp Energía otro diez por ciento. El estado argentino, a través de su nueva empresa estatal, Enarsa, también tiene algunos contratos firmados con firmas extranjeras para explorar el mar. Pero de lo que pueda encontrarse a Enarsa sólo le queda el once por ciento. Enarsa no es Petrobras. No tiene expertos ni desarrollando tecnología, ni cuadros en formación ni fierros para perforar plataformas marinas. Tiene oficinas, empleados, papeles y no mucho más. Hace lo que puede. Explora la franja del Orinoco en un joint-venture con Venezuela y dicen que hace poco encontraron gas, que hay un anuncio en ciernes. De ser así, desde el punto de vista monetario, quizá valió la pena que Enarsa alquilara aviones privados para pasear a los directivos de la petrolera venezolana entre el Caribe y el Río de la Plata. Y también ese aventón al valijero que vive en Miami.

“El petróleo necesita mucho capital. Si tenés mucho petróleo cualquier banco te presta, pero si no tenés que conseguirlo de alguna manera. Cuando Petrobras decide entrar en la bolsa, logra capitales que hacen falta para hacer estas exploraciones Compartir riesgos es lo que se hace en petróleo. Cuando tenés capacidad de capital conseguís tecnología. Cuando se creó YPF Palacios y los socialistas la querían hacer mixta, pero en el ‘22 los radicales doblaron la apuesta y la hicieron ciento por ciento nacional”, explica Víctor Bronstein, profesor de la UBA y director del Centro de Estudio de Energía, Política y Sociedad.

Apenas descubrió el petróleo, Lula hizo su movida. Fueron dos maniobras: una para afuera de la región, otra para adentro. Para afuera, suspendió inmediatamente las licitaciones de las áreas cercanas a la del descubrimiento. Claro, no va a regalar petróleo que ya fue encontrado. En todo caso se verá qué hace más adelante. Fue un aviso a los pulpos extranjeros: dejame pensar un poco, puede ser que ya no te necesite. El otro mensaje, para adentro de la región: suspendió un proyecto de exploración conjunta con PDVSA en la Franja del Orinoco. Algún medio dijo que también se bajó del megaproyecto del Gasoducto del Sur, pero al menos en lo formal, aún no ha sucedido, quizá porque el megaproyecto nunca terminó de arrancar. Cuestión que Brasil ya no busca en Venezuela. Busca en Brasil. Podrá buscar en la Argentina, si le conviene, o hacer otra cosa, pero ya no necesita a Venezuela para estar tranquilo. Ese fue el mensaje.

“Es un descubrimiento importante porque aumenta la capacidad energética de la región y del país. Brasil ahora podrá acelerar su desarrollo y con resultados financieros bien aplicados podrá ampliar su capacidad productiva. La dependencia con el petróleo venezolana es pequeña o nula, pero habrá un cambio favorable en la relación porque será de total independencia. Parte de la demanda de gas boliviano desaparecerá, por lo que Bolivia deberá buscar otro mercado externo, pero Argentina y Chile pueden suplir esa demanda. Esto no va a beneficiar a Lula, sino a sucesor. La actuación de Lula ha sido desigual. Muy buena en política exterior y modesta en la política doméstica. En lo externo, pocos han presionado tanto por la integración regional. Ha sido muy paciente con Bolivia. La relación con Argentina es excelente y se va a fortalecer. Ningún país latinoamericano tiene destino histórico aislado y la unión empieza con Argentina y Brasil”, opina el reconocido sociólogo Helio Jaguaribe.


sobre ministros de economía

noviembre 15, 2007

«Si Lavagna hubiese ganado las elecciones, el ministro de Economía habría sido Javier González Fraga. Si hubiera triunfado Carrió, ese cargo estaba reservado para Alfonso Prat Gay, que fue presidente del Banco Central durante la gestión de Lavagna y que también había trabajado a los órdenes de González Fraga en su consultora, antes de rumbear hacia una opulenta carrera en el JP Morgan. Finalmente ganó Cristina Fernández de Kirchner y el elegido es Martín Lousteau, que en su currículum exhibe haber trabajado en la consultora de Prat Gay, haber sido su asesor en el Banco Central, y haber sido coautor con González Fraga del libro Sin atajos, publicado en 2005«. Esto lo dice Marcelo Zlotogwiazda en el Página 12 de hoy, en un artículo que se llama «Consenso básico» y que vale la pena leer.

Pero Marcelo Z. especula ahí sobre lo que va a hacer Lousteau, a partir de lo que dijo antes. Es lo mismo que hace, en su edición del 15, Ámbito Financiero ¿necesito decir que se maneja con peor onda, y seleccionando las declaraciones que enfrentan su pensamiento con políticas que Kirchner impulsó o avaló? Para terminar (con los ejemplos que yo doy; pueden encontrar muchos más) Artemio López, un kirchnerista orgánico si los hay, selecciona en su blog opiniones de Lousteau sobre el gasto público y las AFJP, que muestran un corazón puro y progre.

Se me ocurre que todo esto lo que refleja en realidad es una cierta ignorancia sobre lo que éste «consenso» significa, y – más a fondo – sobre qué es lo que puede y lo que no puede hacer un ministro de Economía.  Por un lado, gente inteligente y bien informada, pero sin formación profesional en economía; por el otro, la gran mayoría de los economistas profesionales – especialmente los jóvenes – que escriben solamente para que los lean otros economistas (anche en los blogs). Mi formación en economía es muuy básica, y a lo mejor por eso es que me preocupa acercar el lenguaje de los economistas, el de los políticos y el de la gente de a pie.

Entonces, en palabras simples: esa gran mayoría de economistas profesionales jóvenes que mencioné estaría de acuerdo con lo que piensa Lousteau, y por qué no? Han estudiado en las mismas escuelas, con la misma bibliografía (No hay otra; un Silvio Gesell, por ejemplo, puede ser muy interesante, para los historiadores de la economía; no le sirve al que tiene que preparar un informe hoy). Por supuesto, hay diferencias, de acuerdo al temperamento, al cliente o al empleador del economista en cuestión (igual como con los encuestadores, no es así, Artemio?), pero se ven en las recomendaciones concretas, no en los análisis teóricos. Ningún economista serio, aunque sea discípulo de Hayek, diría que el gasto público es siempre malo en sí mismo. Por supuesto, en la evaluación que haga sobre si un determinado nivel de gasto público es bajo o alto, es muy posible que influya el que trabaje para el gobierno o en el sector privado.

No estoy diciendo – por favor – que el ministro de economía es «sólo» un técnico.  Desde hace mucho que afirmo que – después de 1945 y el final de la Segunda Guerra – la suerte de la mayoría de las naciones no se decide en los campos de batalla sino en el acierto o el error de sus políticas económicas. Lousteau tendrá un rol clave, técnico – esperemos que para bien – en la política económica que decidirá(n) (los) Kirchner (también podrá tener un rol político, pero ahí pesarán más Moyano, los gobernadores, bastantes otros). Eso es cierto con todos los presidentes, exceptuando a los que abandonan la decisión en manos de sus ministros.

Entonces, mi discusión es con la mentalidad que cree que hay economistas buenos -keynesianos – y economistas malos – ortodoxos – o viceversa. Los buenos son los competentes (en la gestión, porque pueden ser economistas de un alto nivel intelectual – como Ferrer – y no saber manejarse en el Estado) que trabajan para la Argentina y su pueblo; los que trabajan para otros intereses son neutros, son datos de la realidad, en tanto el gobernante no se confunda; los realmente malos son los incompetentes de nuestro lado, según esa evaluación que nos recuerda que es peor un bruto que un malo.

Esto no contradice la advertencia que hice meses atrás sobre el peligro que al gobierno le vendiesen la tradicional receta del ajuste, frente a la crisis en los mercados internacionales que se venía, combinado con el tropezón interno con la «piedra» Skanska. Es evidente que hay todo un discurso internacional – profundamente instalado – que sostiene siempre y en todo lugar la necesidad del ajuste, para «recuperar la confianza de los inversores» (en todo lugar menos en los Estados Unidos, claro). Es un mérito que debe ser reconocido a Néstor Kirchner que durante cuatro años hizo oídos sordos a este discurso, sin derrapar. Por supuesto, el peligro opuesto es el que se envuelve en un keynesianismo berreta para justificar cualquier nivel de gasto «para estimular la economía». Pero a este peligro, el legendario cocodrilo del bolsillo del Sr. K ha sido un buen antídoto, por lo menos hasta hace poco.

Martín Lousteau tiene, en mi opinión y en la de otros, la muy difícil tarea de introducir políticas precisas y complejas para contener la inflación que existe y – más peligrosa – la que puede venir, si se produce una espiral de precios y salarios. Debe contar con el poder político del oficialismo, sin el cual nada sería posible, pero que por sí solo no alcanza. Es necesario entonces que logre convencer a la Presidenta, y a su marido, que el modelo hoy requiere un nivel de sofisticación mayor que el que Moreno ha aplicado (y que, reconozcamos, sirvió en el 2006); en realidad, mucho mayor que el que Lavagna necesitó usar en su momento. De paso, sería elogiable que pudiera reconstruir el INDEC que las políticas K destruyeron. Atención: el freno a la inflación es algo necesario, pero sería un grave error – equivalente al que se cometió con la convertibilidad – creer que es suficiente.

Porque todavía Argentina no tiene una política industrial, a pesar de todos los avances, que son reales. Todavía los recursos naturales son el factor fundamental en nuestras exportaciones. Aún si consideramos a la agricultura moderna como una industria – que lo es – debe incorporar más tecnología argentina y mucho más empleo de buena calidad (Y, lo que se exige a toda industria moderna, respetar el medio ambiente). Se debe articular el decisivo mercado interno con el mercado internacional.

Y a un hombre que viene del BAPRO no le resultará difícil comprender que nuestro país no tiene – y necesita – mecanismos de financiación adecuados para el desarrollo industrial (que incluye, lo dije, el agrario). La red de fideicomisos y subsidios con que contamos ahora es más burda – y potencialmente más desastrosa – que los dibujos de Moreno. Indudablemente, la tarea técnica no es para aburrirse. Buena suerte, Martín.

Siento necesario agregar algo:  importante como es el plano técnico, el decisivo es el político. Un ministro de economía con bolas puede jugar un rol ahí; en nuestro sistema, el Presidente es el jugador principal. Pero, siempre, él o ella está acotado en sus decisiones por las realidades de poder existentes, y las realidades de opinión y voluntad que construímos entre todos, por nuestra acción o nuestra abulia.  Si yo pienso, como muchos compatriotas – entre los cuales se cuenta una buena parte de la comunidad blogguera – que el desarrollo económico real es el desarrollo social, que su símbolo y su realidad es el desempleado, el excluído, que se transforma en un trabajador con un buen sueldo y atención médica para su familia,… bueno, no es la tarea del ministro de economía. Es la tarea de nosotros. Buena suerte a todos.


lo cortés no quita lo cuahtémoc

noviembre 12, 2007

Las Cumbres Iberoamericanas se vienen haciendo desde 1991, pero esta, la n° 17, ha sido la más divertida de todas. Creo que todos habrán visto y, por lo menos yo con algo de asombro, repetida en la TV la escena de Don Juan Carlos gritándole a Chávez «¿Por qué no te callas!».  Está bien, hubo casos en las Naciones Unidas (un ámbito menos serio): el Hugo olfateando aparatosamente azufre después de hablar Bush, o – para los memoriosos – Nikita Kruschev blandiendo el zapato… Pero estas cosas sorprenden más en un Borbón.

Ahora, yo no soy de creer en conspiraciones complejas perfectamente urdidas (es tan difícil armar bien una conspiración simple) y, como argentino veterano, estoy cansado de oír algunas explicaciones del tipo «Perón le recomendó a Fulano, cuando lo fué a ver a Madrid, un libro sobre plantas de jardín! Esto quiere decir que el Viejo quiere hacer pensar que la mano viene por el lado del campo, pero…» No. El rey habrá tenido algunos días pesados – quizá algunos uruguayos y argentinos aportaron en eso – y el estilo tropical del Comandante se combinó mal para que pasara lo que pasó.

Pero tampoco es creíble convertir todo en un problema de caracteres y nervios. Juan Carlos de Borbón es – está demostrado al hartazgo – un cuadro político de primer orden, cuya familia lleva algo más de 500 años en el negocio (los comentaristas de izquierda que he leído pasan por alto esto y se contentan con hablar del imperialismo y el capitalismo, que – parece – son cosas tan malas que también explican los malos modales). Hugo Chávez no habría sobrevivido hasta ahora en la política y en el poder de Venezuela, tirándole de la cola a los yanquis, además, si no lo fuera.  ¿Puede pensarse que ninguno de los dos sea capaz de manejar mejor una situación como la que se creó… si lo quisieran? ¿Y Zapatero, que inició el asunto, también estaba en un mal día?

Las Cumbres Iberoamericanas han sido, desde su inicio, una política de Estado de España, y en particular de su Rey. Ha invertido recursos y un consistente esfuerzo diplomático. España ha querido mostrar a la Unión Europea, y también a los Estados Unidos, que podía mantener – por lo menos como posibilidad – relaciones especiales con los países de América Latina; era – es – un activo – menor, pero no despreciable – en su esfuerzo por acceder al primer plano de la política internacional. Frente a los países iberoamericanos, servía – ¿sirve? – para acompañar con apelaciones a un acervo cultural común las necesidades prácticas de sus empresarios.

Y a nuestros países, no lo olvidemos, les sirve como una referencia internacional donde no se les marca su condición de naciones de categoría «B», que además es aceptada por la mayor parte de sus pueblos.

Mi opinión es que el esquema de la Comunidad Iberoamericana, real solamente en el discurso si se quiere, y si no se olvida la importancia de los discursos para los seres humanos, es incompatible con el nuevo (viejo) discurso que enarbola el comandante Chávez. Y el gobierno español, y el venezolano, lo saben.

Chávez vuelve a hablar de imperialismo, de la lucha de los pueblos oprimidos contra el capitalismo inhumano, y del socialismo, viejos hits de los ´60 y los ´70, que después de los ´90 habían quedado aislados en la isla de Castro, un museo revolucionario.  Como el hábil conductor de masas que es, no define demasiado rigurosamente sus términos; no cree que pueda resucitar al marxismo-leninismo, ni le interesa hacerlo. Dice que Cristo es el primer socialista. Hay un modelo que observa: durante 47 años Fidel se mantiene en el poder, y justamente después de la caída de la Unión Soviética, ha logrado convertirse en el Otro simbólico del Imperio estadounidense, por lo menos para el mundo no musulmán. Hugo Chávez está haciendo un esfuerzo consistente y – hasta ahora – bastante exitoso para heredar ese lugar. Y la política y el petróleo le permiten soñar convertirse en el líder de la Iberoamérica que se resiste al poder de los Estados Unidos.

Este discurso atrae a algunos gobiernos latinoamericanos, en circunstancias muy especiales, pero sobre todo seduce a una buena parte de nuestros pueblos, con viejos y nuevos motivos de rencor con los gringos. Como una rebeldía simbólica, encerrada en una isla, podía ser aceptable y hasta utilizable para mostrar autonomía para los gobiernos españoles, como lo fue para los mexicanos. Pregúntenle a Fraga Iribarne; en realidad, acuérdense de Franco, y sus buenas relaciones con Cuba. Pero como un proyecto de poder en serio… Dejaos de amolar, hombre!.

La presencia de ese discurso en la Cumbre Iberoamericana es particularmente inapropiada ahora, desde el punto de vista español, en un momento que la Unión Europea está evaluando, a través de la iniciativa de Sarkozy, la posibilidad de revivir la hasta hace poco obsoleta Alianza Atlántica. Presentar con los Estados Unidos una política común o por lo menos concertada frente al mundo árabe y a Irán, a Rusia, eventualmente a los nuevos desafíos de China y la India… Díficil , pero nada que los europeos descartarían a priori.

Hay que tener claro que estas decisiones no son la provincia de Zapatero ni de Rajoy, ni tampoco por supuesto del monarca. Es la clase dirigente española en su conjunto la que ha de evaluarlas. Todavía una potencia de segunda línea en el concierto europeo, y con algunas ínfulas de nuevo rico, pero ha aprendido después de su Guerra Civil que así se toman las decisiones importantes. Aparentemente, una decisión es que el discurso de Chávez no es admisible en la Comunidad Iberoamericana que quiere España. Y el sainete de la Cumbre XVII les sirvió – al español y al venezolano – de cara a sus respectivos públicos en sus políticas internas. Una dimensión clave – atención argentinos – de cualquier política internacional en la era de las democracias de masas.

La Alianza Atlántica no es una opción para nosotros, los iberoamericanos: no estamos invitados a esa mesa (aunque nos dejarían aplaudir, si lo quisiéramos). Pero hay algunos caminos que nos está marcando la realidad (con esa voz desagradable que tiene): El discurso de Chávez es acompañado por algunos gobiernos de nuestros países – por lo menos, también en el discurso: Bolivia, Nicaragua, hasta cierto punto Ecuador,… Otros han elegido avanzar en la dirección del acuerdo con el sistema global hegemónico, a través del camino difícilmente reversible del acuerdo de libre comercio con los EE.UU.: Perú, algunos países centroamericanos,… No son proyectos definitivos, que no se deciden en el lapso de un gobierno; pero son direcciones posibles para países pequeños, y lo han sido para uno de los grandes, el más cercano a los Estados Unidos: México.

No son posibles, ni deseables, para Brasil, que aspira a construir su propio lugar en el mundo, ni para Argentina, que alguna vez también lo hizo, y cuyo pueblo se divide, en partes razonablemente iguales, en los que no quisieran ser empleados mal pagos, o desempleados, de la Gran Empresa global – especialmente si el Presidente del Directorio es Bush – y aquellos a los que no les interesa el socialismo del siglo XXI ni de ningún otro siglo.  Marco Aurelio García ha dicho – con crudeza poco lusitana – que Brasil no es lo bastante rico para permitirse el liderazgo, y ciertamente nosotros no lo somos. Pero sería lamentable que nos quedásemos solos.


Autocrítica, disimulo, Duhalde y Kirchner

noviembre 8, 2007

«La Nación» publica hoy una columna firmada por Carlos Escudé, «Tiempo de autocrítica«. La pongo en este blog porque quiero contribuir a que sea leída (por los que realmente importan, claro). Para marcar la evolución reciente, y la coherencia, del pensamiento de Escudé, agrego un link a otra columna suya del mes pasado, «Occidentales con disimulo«.  Como ha sido el prestigioso blogguero Escriba (kirchnerista crítico/progre lúcido?) el primero en opinar sobre este artículo, y los comentarios de sus lectores cubren con generosidad el espectro de opiniones que surgen, cabe simplemente que linkee también su post: «primer arrepentido gorila«. Sólo agrego una observación: creo que es más correcto considerarlo como el primer intelectual menemista que se arrepiente en público. Y me pregunto si «La Nación» también se prepara a arrepentirse de su antikirchnerismo.


El conurbanaje extrañado miraba

noviembre 4, 2007

En el post anterior, cuando miraba al futuro con el compañero Manolo (no Quindimil), planteé como un objetivo deseable la reorganización del peronismo. Un compatriota no peronista – o alguien desilusionado definitivamente con él – puede discutirme si es lo más importante que hay que hacer. Yo mismo siento que esa reorganización – pensada como un proceso político abierto y orgánico – es deseable pero difícil de conseguir, aún en el hipotético caso que Néstor Kirchner decidiera ir por el bronce. En realidad, no tengo una receta sobre como debería ser. No veo una Renovación en el horizonte; las condiciones son muy distintas. (Y tengo que recordarme que yo era uno de los desconfiados de la Renovación original).

Yo deposito mi confianza en los procesos que surgen de la dinámica interna de lo que está vivo, y no de planteos teóricos. Y, por increíble que parezca a veces, el peronismo está vivo. Miren lo que pasó en varias intendencias claves del conurbano – Almirante Brown, Esteban Echeverría, Lanús, Luján, Presidente Perón, Quilmes, San Miguel y San Vicente,… – fíjense en lo que pasó en La Plata y en Bahía Blanca, y – fuera del peronismo – en Mar del Plata. También sucedió algo parecido en la provincia de Salta, en Mendoza, y unas semanas antes en el Chaco. Y creo que en esta lista debe incluirse la derrota de Rovira en Misiones el año pasado.

Ahora que La Nación y Verbitsky mencionan algunos de estos cambios con igual entusiasmo, me parece necesario aclarar qué es lo que yo veo en ellos. Muestran que en el decisivo nivel de los gobiernos locales – decisivo para la construcción de poder político – se está produciendo un proceso de renovación potencialmente muy rico. Por supuesto, en cada lugar hay motivos particulares que explican el desplazamiento, y algunos de los que llegan a veces son tan sucios, feos y malos como algunos de los que se van, pero lo importante no es eso. Es la demostración – contra el gorilismo intelectual – que el «clientelismo» y los aparatos no son invencibles. La buena noticia es que hay vida después de los planes sociales.


Ser o no ser gorila. Esa es la cuestión

noviembre 3, 2007

El sábado pasado, víspera de elecciones, me decidí a pontificar sobre sus resultados en este blog (ver el post de abajo). Una arrogancia, basada en las encuestas, cuyos números me parecían razonables. Y corresponde reconocerlo, los promedios de Julio, Artemio, Ricardo, e ainda mais, no me dejaron hablando pavadas.

Mantengo entonces las opiniones que escribí. Y mi intención era, es todavía, elaborar para «El hijo de Reco» – al que tengo descuidado estos meses – un artículo donde explorara algunos futuros posibles que se abren para nuestro país, a partir del presente que muestran y definen estas elecciones. Pero saben qué? Nos vino a visitar un fantasma del pasado. Como dije en alguna parte, a los argentinos nos cuesta mucho dejar que los muertos entierren a sus muertos.

No pretendo decir que la amarga división de la sociedad en banderías políticas, el odio que despierta un liderazgo es una característica especial nuestra.  Especialmente en Iberoamérica, los resentimientos ascentrales marcados por un matiz más oscuro o más claro en la piel se han volcado a lo largo de su historia en esa clase de luchas civiles (muy poco civiles, en realidad). Bolívar, Boves, Páez lo sabían muy bien. Hoy en Venezuela, estamos viendo un clivaje que se parece muchísimo al que vivìó Argentina a mediados del siglo pasado.  Y las viejas generaciones de la diáspora cubana en Miami ¿cómo se llama lo que sienten hacia Fidel?

Sin embargo, el caso argentino tiene características especiales (todos los pueblos tienen su propia historia). Alguien tan poco sospechable de peronismo como Halperín Donghi remarca que de parte del peronismo siempre hubo muy poco odio, comparado con el que sus enemigos sentían por él. Lo suyo era – todavía es – la insolencia. Y de todos modos, estoy hablando de historias pasadas. Después de la victoria de Onganía en las luchas de azules y colorados a principios de los `60, el antiperonismo, siempre presente como factor, dejó de ser una fuerza política con aspiraciones de poder. En la locura sangrienta de los ´70, el viejo gorilismo tuvo muy poco que ver. La muerte de Aramburu fue un símbolo, casi una hecho propagandístico, llevada a cabo por jóvenes para quienes el viejo general no significaba nada personalmente.

No estoy diciendo que el odio irracional – y alguno racional – contra el peronismo en general y contra esta versión del peronismo que muestra el gobierno K sea una cosa nueva. Hace dos años, cuando trataba de prever como sería la oposición al oficialismo que empezaba a definirse después de derrotar a Duhalde, ya podía anticipar que un trasfondo gorila serviría para unificar a la mayor parte de la contra. Después, uno lo veía crecer en la calle, y en los foros de lectores de «La Nación online» se puede encontrar la genuina guarida de la bestia. Y tengo que reconocer que los peronistas – este gobierno en particular – no dejaba de dar motivos para mantenerlo vigente.

Pero el gorilismo, casi tanto como el antisemitismo, era una expresión ausente del discurso publicado. Sólo se lo encontraba en estado puro – no como aparece en las sesudas disquisiciones del profesor Grondona (Mariano) – en conversaciones privadas y en el incontrolable Internet. Y de repente, apareció en los medios, convertido en la preocupación de columnistas, sociólogos e intelectuales varios: ¿La clase media argentina es o no es gorila?

Página 12, esta vez no como el Boletín Oficial, y sí en su rol de órgano de la progresía publicó un análisis político, un estudio sociológico, y una crónica de horror sobre el tema. Si hasta Ámbito Financiero, que no tiene problema con los negros siempre que sean menemistas y que lo único que tiene en común con el gorilismo es el antisindicalismo, puso en su contratapa un divertidísimo diálogo sobre el tema del filósofo Tomás Abraham.

Lo curioso es que – si estoy en lo cierto – el asunto tiene su origen en la patria bloguera: un par de posts del lúcido economista Lucas Llach, alias Rollo, mostraban «Cómo votan los pobres» en el ámbito nacional y en el del Gran Buenos Aires.  Para lo que debería ser la sorpresa de nadie, indican que – en promedio – los sectores de menores ingresos votaban a Cristina Fernández en mayor proporción que los de mayores recursos. Como diría el inmortal Bugs Bunny ¿Qué hay de nuevo, viejo? Desde 1946, con variaciones menores, anche con Menem, las candidaturas del peronismo (policlasista si loy hay) muestran esa correlación con los ingresos de sus votantes.  Es una correlación similar la que mostrarían los votantes del partido de los plebeyos (los Populares) contra el de los patricios (los Optimates) en la República Romana; es la que la que muestran los partidos populares en cualquier democracia del mundo: los laboristas ingleses, los demócratas yanquis (por lo menos, antes de Reagan y Clinton), los social demócratas alemanes. Pero en la imaginería de la clase media argentina, un pobre alemán es algo muy distinto a un pobre del conurbano.

La clave fue que el antikirchnerismo furibundo – que comparten bastantes peronistas, por lo demás – hizo que se empezara a usar esta obviedad en algo que sólo puedo llamar gorilismo instrumental: los votantes del kirchnerismo eran pobres, y por eso sus votos estaban dominados por el clientelismo, mientras que los votantes de la oposición eran de la clase media y alta y por eso los móviles de sus votos eran nobles: la defensa de las instituciones, por ejemplo. Nunca votarían – se implicaba – por un sórdido interés material.

Por supuesto, eso es lo que puso los pelos de punta de la progresía, y provocó las reacciones que aludí al comienzo. Era algo que les permitía ser kirchneristas sin culpa. Igual, hubiera sido un barullo menor, si la Dra. Carrió, política de raza, como la llamé en el post de abajo, y que por ende considera que sus votantes se purifican al elegirla a ella, no hubiera aprovechado para lanzar su proclama: «Las clases medias y altas tienen que ser la fuerza de rescate de los sectores más pobres, dominados por el clientelismo y la miseria». Y ahí se pudrió todo, macho.

En la patria bloguera, que es mayoritariamente progre, María Esperanza y el Escriba, por ejemplo, le dieron a Lilita para que tenga. Los disidentes del Ari se confirmaron en su opinión. En cuanto a mí, tenía la sensación que había algo de artificial en el tema. Por supuesto, ya lo dije, hay gorilismo en una parte de los sectores no peronistas. Por supuesto, hay prejuicios y estupidez en todos los sectores; es la única riqueza que está bien repartida, como dice Abraham. El prejuicio de clase media – del medio pelo de Jauretche – contra los que están más abajo y de los que trata de diferenciarse con desesperación, es una constante de la sociedad argentina. Pero hoy no es una fuerza política. Porque el peronismo hoy no es revolucionario. Quizás lamentablemente, pero es así. Y los pobres no son un colectivo político en nuestra sociedad; los obreros en blanco son clase media, por sus ingresos; y las familias de ingresos modestos tratan de enviar a sus hijos a escuelas privadas. Como diría el tío Carlos, cuando la historia se repite, de tragedia pasa a comedia.

Quiero evitar – en este post que se está haciendo muy largo – el exceso de una debilidad mía: la ironía, que cuando es fácil es estúpida. Si el mito de la Revolución está moribundo, ahogado en la sangre de millones, el anhelo de mejorar la sociedad sigue siendo válido; si el peronismo dejara de ser un ideal – y yo todavía no lo acepto – el patriotismo lo sigue siendo. Por eso, me alegró encontrar en esa minoría de la «patria bloguera» que tiene pasado peruca, los mejores análisis enfocados hacia el futuro. A lo mejor, en los blogs se abusa mucho de los links, que confunden a algunos veteranos, pero les pido que lean estos dos posts: «Normalizar el P.J....» y «¿Es Carrió el enemigo?» Luego agrego el comentario que mandé:

Manolo: Estos dos posts suyos, son, con algunos de los comentarios, el mejor resumen de las dos realidades políticas que se dividen el espacio político argentino que he leído en esta semana.
Uno no debería hablar si no mejora el silencio, pero me siento impulsado a hacer algunas observaciones:
1) El Peronismo – que abarca más que el PJ + aparato sindical + caudillos provinciales, PERO, por definición, no abarca más que su identidad – no gana por sí solo. Es más, no se sostiene en el gobierno por sí solo. Tenemos experiencia.
Perón hizo cooptación con algunos radicales, socialistas, conservadores, pero sus alianzas fundamentales fueron con las Fuerzas Armadas y la Iglesia (en una Argentina que ya no existe); cuando se rompieron, cayó.
Menem se alió con el poder económico, y gobernó 10 años y medio. Kirchner, con la progresía. Está bien, le da pocos votos, pero, ME PARECE, un espacio social que necesita (fíjese, le está yendo mejor en la UBA).
Esta alianza no impide una mejor distribución de ingresos, ni políticas sociales mejores. Las alianzas de Perón no se las impidieron, y eran un poquito más pesadas. Si CFK no se va a acordar de la justicia social y sólo de atraer inversiones, la culpa será de ella y no de los progres que tiene en cargos de 2ª línea.

2) Su análisis de Carrió y su parricidio de Alfonsín son muy buenos. Creo importante destacar que, pese a algunas goriladas terribles que suelta (llamar a las clases altas y medias a salvar a los pobres del clientelismo, es de antología), ella no crea – ni encarna – el neogorilismo que ha reaparecido con mucha fuerza. Se me ocurre que sus raíces son el fantasma de los piquetes y de las hordas del conurbano, más el brusco cambio de alianzas que representó el gobierno Kirchner, combinados con su estilo patotero. Es decir, sus raíces son, como siempre, el temor y el odio. Me disgusta que acumule votos gorilas, pero hay que ser realista: a algún lado tienen que ir, y hay direcciones peores.
(Hay una analogía histórica interesante, por la que tengo que hacerle una pequeña corrección a su análisis: A fines de los ´60 y en los ´70, Alfonsín era el referente gorila en la UCR, el que se oponía a que Balbín aceptara, en los hechos, la hegemonía de Perón. Y, en esa época, ese era el punto decisivo).
En resumen, Carrió (concebiblemente Binner, Stolbizer y Ríos, si Carrió fuera superada por su componente delirante; hasta ahora lo supo usar) pueden ocupar el lugar del Otro; el no peronismo, con posibilidad de llegar al poder, que necesita el peronismo como control y el antiperonismo como contención. Ese es el bipartidismo posible en Argentina, y no las fantasías sociológicas de Torcuato Di Tella: un centro izquierda sin sindicatos industriales y un centro derecha sin clase empresaria organizada.

3) Vuelvo al peronismo (como Troilo). Estoy totalmente de acuerdo con lo que se plantea en su post: hay una tarea pendiente que es normalizar el Partido Justicialista. Es más, concuerdo que estas son las relaciones de poder que lo hacen posible (porque nadie, y menos Néstor Kirchner, va a organizar algo que no crea que puede manejar). Hay espacio para dos oposiciones internas, hoy controlables: una, moderada, encabezada por Lavagna y armada por Duhalde; y otra que exprese al menemismo residual, que pueden conducir los Rodríguez Saá.
PERO, esto es teoría. La Renovación – con la que muchos estuvimos en desacuerdo – se hizo con el peronismo en la oposición. ¿Hay dirigentes dispuestos a arriesgar posiciones de poder, gobernabilidad, a las pasiones y azares de una interna?
Si los peronistas de a pie no apretamos mucho, no va a haber normalización ¿Somos bastantes y lo queremos bastante (no a la normalización; al peronismo, digo?)


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