Y el peronismo, qué?

Demasiados posts subí al blog sobre Javier Milei en estos meses. Cierto, es el fenómeno local que hoy llama la atención de buena parte del mundo. Pero, hay otra peculiaridad argenta que desconcierta  a propios y extraños desde hace casi 80 años: el peronismo. Me propongo volver a escribir ahora sobre él.

Me dirán que ya hay bibliotecas -de Babel- llenas sobre este tema. Pero poco que incluya la etapa que se abrió con la sorpresiva, y electoralmente exitosa,  irrupción de Milei. Así que les acerco mis desordenadas reflexiones iniciales.

No voy a competir con el periodismo político actual  En este post trato de ser original, y tomo el punto de vista de un analista de inversiones -alguna experiencia tengo en eso. Desde ese enfoque, tengo que decir que el peronismo es una empresa con buenos «fundamentals», como decimos los contadores.

En lenguaje común, pero siguiendo la metáfora, se puede decir que tiene un patrimonio muy importante y un «nicho de mercado» valioso. Pero, también hay que señalar que arrastra un gran pasivo, su nivel gerencial no tiene un organigrama claro y muchos de sus miembros están desactualizados. Y, lo más importante para el largo plazo, está perdiendo -la última elección lo mostró- ese nicho de mercado: ser la fuerza política nacional que expresaba y contenía a sectores sociales que tradicionalmente  formaban el «voto peronista»: los trabajadores industriales y alianza policlasistas de mayorías, con gran arrastre entre los más humildes, en las «provincias pobres», donde no existía un capitalismo moderno.

 Todavía es la fuerza política más importante en esos sectores, pero el año pasado tuvo una indicación muy fuerte que ya su «marca» no arrastra como antes.

Dejo la metáfora y paso a los datos.

Empiezo con los resultados electorales, porque una fuerza política puede expresar un pensamiento valioso y profundo sobre la sociedad, pero si no consigue que la voten, será difícil que se la tome en cuenta en estos tiempos desangelados. Los resultados recientes, claro, porque los goles de campeonatos pasados no alteran el marcador.

Hace 5 meses, en la primera vuelta electoral en octubre, el «panperonismo», con la boleta de Unión por la Patria, obtuvo un 36,78% de los votos válidos. Fue la opción más votada, después de 4 años de una gestión que la mayoría consideraba al menos «desafortunada». Como sea, una fuerza que suma más de un tercio de los votantes no puede ser ignorada (Aunque sí puede ser, y lo ha sido, aislada. Pero eso se analiza más adelante).

Hay un aspecto menos comentado: en las primarias de agosto, 2 meses antes, UxP había quedado 3ra. con 27,2% (el 1ro., Milei, 30%, y la suma de los 2 candidatos de Juntos por el Cambio, 28%). Así, su candidato, Sergio Massa, ministro de Economía de un gobierno al que muchos de los que lo votaron y todos los que no lo votaron consideraban malo, logró retener los votos de su rival en esas Paso, Juan Grabois, y sumar un 9,4% de votos de gente que no había votado a UxP en las PASO.

Además de una campaña eficaz, me parece evidente que esos votantes, después de manifestar su descontento, evaluaron que las otras opciones eran peores que el peronismo.

En nuestro país, al menos desde 1916, las fuerzas nacionales se miden en la elección presidencial. Pero no son los únicos resultados electorales que importan, por cierto. En esa 1ra. vuelta en octubre, cuando se eligieron también gobernadores y legisladores, el peronismo perdió el gobierno de Santa Fe, Entre Ríos, Chaco, Chubut, San Juan, San Luis, Santa Cruz, a manos de JxC (LLA, el partido de Milei, improvisado, no conquistó ninguna provincia). En cuanto al peronismo, esas derrotas fueron una indicación clara del descontento, y de la pérdida de atracción de su «marca».

En la decisiva segunda vuelta del 19 de noviembre, el peronismo volvió a sumar votos, algo más de un 7% sobre lo obtenido en octubre. Pero su adversario sumó mucho más. Como suele suceder en los balotajes, aquí y en el resto del mundo, crece un factor clave: el voto para que no gane «el otro». En este caso, un 56% de los votantes quisieron que ganase Milei y/o que no ganase el peronismo. En síntesis: los votantes de JxC optaron por la candidatura no peronista. Es el dato que explica mucho de lo que ocurre en la Cámara de Diputados y, en menor grado, en el Senado.

Así, el escenario de tercios» que apareció el año pasado, ha vuelto a tener en el Congreso y -en un año sin elecciones- en las encuestas, sólo 2 protagonistas  principales: el rechazo al experimento mileísta y el rechazo al peronismo.

Y aunque la dirigencia del radicalismo es insultada todos los días por el presidente y sus trolls, y una parte de la del PRO duda en subirse al inseguro carro «libertario», mientras sus votantes digan «Antes Milei que Cristina (o los peronistas)», se quedarán donde están…

En este esbozo estoy analizando al peronismo actual desde la política y  la coyuntura. Pere de él forman parte otros elementos que no se mueven al compás de los resultados electorales. Aunque estos no les sean indiferentes, claro.

Hay una estructura gremial extendida por todo el país, que incluye a sindicatos con importantes recursos económicos -aunque mucho menores que los de las grandes empresas- y, sobre todo, con una capacidad de movilizar en huelgas y protestas. Su principal tarea es defender los intereses de los afiliados y los de las propias organizaciones, pero su vínculo con el peronismo es histórico, y en su gran mayoría comparten su identidad política.

Con los movimientos sociales -los sindicatos de los excluidos- surgidos en las últimas décadas, sucede algo similar. Aunque su «empleador», al que deben reclamar y presionar, es el Estado, y en ellos hay presencia y organización del troskismo, de evangélicos y católicos, su vínculo principal es con el peronismo. La fuerza política nacional más poderosa que los toma en cuenta.

Pero… esas estructuras pueden poner límites a este experimento «anarco capitalista» en curso, y tratan de hacerlo. Pero no deciden qué boleta ponen en la urna sus afiliados. Y, sobre todo, ya no encuadran a una mayoría de la sociedad.

Argentina se ha desindustrializado en el último medio siglo. El sur y el oeste del Gran Buenos Aires todavía vota mayoritariamente por el peronismo, pero está lleno de fábricas desmanteladas.

En realidad, en ningún país del mundo el proletariado industrial es hoy la mayoría. Ni siquiera en China, el «taller global». Mi amigo Jorge Zaccagnini insiste en que la naturaleza del trabajo está cambiando: desde el que pedalea al triciclo de Rappi al programador que trabaja para un cliente remoto. Y el empleador… el patrón ha sido reemplazado por un fondo de inversión o por el algoritmo de una plataforma.

Además de los cambios que trae la tecnología, Argentina se ha «latinoamericanizado»: crece el trabajo informal, sin estabilidad, sindicatos ni protección legar. Y el más grande empleador «en negro» es el propio Estado nacional, con «contratos de locación de servicios», que ahora hacen más fácil al experimento mileísta despedirlos.

Algo positivo, para la suma de votos: el sector más o menos «de izquierda» de las clases medias urbanas que se habían enamorado del peronismo en los ´70 y otra vez en 2008, seguirá votando al peronismo, a menos que ponga candidatos horribles. Hasta puede crecer en las clases medias no tan «progres», pero cuyos ingresos dependen directa o indirectamente del Estado. La motosierra del peluquín los serrucha a ellos más que a ningún otro sector.

Debo dejar de lado la imagen algo irónica que usé de «nicho de mercado» y también el cálculo electoral: los trabajadores informales, cuentapropistas, autónomos y «emprendedores» son una parte de la sociedad que más temprano que tarde reclamará su lugar. El peronismo, que hace 80 años se lo dio, ampliamente, a los trabajadores de ese tiempo, no debería dejar su representación a una secta delirante.

La otra tarea pendiente es reconstruir otra base histórica del peronismo: las alianzas que en la mayoría de las provincias unió a los más humildes (el «Estatuto del Peón») con una burguesía ambiciosa y dinámica, a la que las viejas familias y los dueños de la tierra miraban por encima del hombro. La «turcada» que en el Norte y en el Sur armó los partidos neoperonistas después de 1955.

Frente a la necesidad de actualizar en serio su doctrina -como el fundador insistía- y su discurso, el problema -importante sin duda- de darse una conducción queda en segundo lugar. A grandes rasgos, el «panperonismo» abarca dos grandes espacios: uno, el kirchnerismo que acepta el liderazgo de Cristina Kirchner (que incluiría a los que lo aceptan de labios para afuera. Y otro, donde hay algunos que se consideran kirchneristas y otros que no, pero no se referencian en CFK. Tiene más «territorio» y aparatos que el primero, pero no tiene un liderazgo que la reemplace, ni de lejos.

Como sea, ambos sectores se han mantenido razonablemente unidos. Mañana, viernes 22 de marzo, tratarán de armar una «Mesa Política» en el congreso nacional del Partido Justicialista. Es evidente que una «mesa» NO es una conducción, pero probablemente servirá hasta que la realidad decida quién conduce. Tal vez en las elecciones de 2027. El que viva lo verá.

Termino con lo que creo importante: el «pasivo», la deuda a la que me refería al principio. No consigo mismo, para volver a ganar elecciones. Es posible que de eso se encargue el Peluca, como se encargó Macri en su gestión.

La deuda es con su historia y con la Argentina. Porque es una fuerza política demasiado grande para ser un partido político más, aunque deba abandonar viejas fantasías hegemónicas. Para bien o para mal, es inevitable que el peronismo tenga un papel clave en nuestro destino común.

4 Responses to Y el peronismo, qué?

  1. Matias dice:

    Yo soy uno de los que te referis con cierta nota despectiva como los «mas o menos «de izquierda» de las clases medias urbanas que se habían enamorado del peronismo en los ´70 y otra vez en 2008″ , me considero kirchnerista, mas de cristina que de nestor por una cuestion de epica. salto entre la relacion de depencia y el cuentapropismo desde hace mas de 20 años (tengo un poco menos de 40) y me permito disentir con tu apreciacion, no creo que sigamos votando peronismo si no ofrecen algo, estamos cansados de comer sapos y «el peronismo» se muestra empecinado en proponer a tipos como moreno, pichetto e infran como candidatos. te cuento que la apreciacion que mi rango etario tiene de estos personajes es la de viejos meados, traidores y rosqueros a los que siempre hubo que tolerar por alguna razon, que estan mas cerca de menem y el justicialismo que de un gobierno nacional y popular.

    Sinceramente no entiendo a quien representa el peronismo hoy, esta clarisimo a quien representa milei y macri. me parece que el peronismo le sigue hablando a un trabajador que esta dejando de existir primero por lo que marcas muy bien de la desindustrializacion del pais , ademas de la precarizacion laboral que nos llevo a tener una fuerza laboral que en un 40% esta en negro, y segundo por una cuestion biologica, a ese «muchacho» al que le habla el peronismo clasico no le quedan muchas primaveras.

    Estamos pidiendo a gritos desde que asumio esta mierda que nos convoquen, a lo que sea, a organizarnos, a pensar alternativas, a tirar piedras , lo que se te ocurra. y el silencio es ensordecedor, lo que empezo como orfandad se transformo en rencor, hay mucha bronca con la dirigencia, sobre todo con la vieja, lo que esta haciendo moreno a diario en cuanto medio lo deje entrar es grave, va a romper la unidad y aunque nos desprecien deberian ver que una parte significativa de la potencia electoral del peronismo viene de tipos como yo, que ya estamos buscando otra opcion de representacion.

    En fin, un gusto leer tus analisis, escasean en estos tiempos de twitter y boludeces

    Matias

  2. gustavo piazza dice:

    la verdad, mati, que no sabía que tenías tanta razón. yo estoy en córdoba, y soy jubilado, así que no se puede esperar razonablemente que aporte a ninguna «renovación». pero el año pasado mandé a la m… a todos los peronistas. viejos, cerrados, fachos, dogmáticos y pelotudos.

  3. Raúl C. dice:

    Un dato positivo del resultado del ballotage es que «abajo» no está el problema, ya que el -digamos- panperonismo conserva su potencia electoral. (También la conserva el antiperonismo, solo que esta vez además consiguió el voto de ese 15 % fluctuante que actuó de manera contraria en 2019).
    Y no soy nada original al decir esto: hay que diferenciarse, porque si se imitan los lemas y los «valores» de los antiperonistas no hay futuro. Usted, Abel, dijo hace un tiempo sobre ciertos peronistas: «Pichetto los está esperando». Y hoy parece que se han encontrado (diría en términos religiosos: se han encontrado «en» Trump, Musk y Bannon)…
    Claro que en el peronismo no solo hay republicanos: también hay demócratas. Y también hay tercera posición: siempre con EE. UU., sean republicanos o demócratas.
    También están quienes han ido reemplazando como sujeto principal de la política al trabajador por «el que da trabajo».
    La nueva canción y los nuevos intérpretes: ahí está el camino.

  4. […] de la Corriente Kirchnerista de Santa Fe, discutieron mi post anterior y avanzaron en lo que encuentran necesario que el peronismo encare para dar respuestas válidas a […]

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