el «campo» y los docentes de Santa Cruz

mayo 27, 2008

La tarde del viernes y la noche del domingo dediqué algunas horas a sendos «posts» en este blog sobre qué – a mi modo de ver – estaba pasando (No es que escribí tanto; es que mientras lo hago, voy ordenando mis ideas). Para recordarme – con sarcasmo – mi propio planteo sobre las diferencias entre las noticias del día y los hechos de la década, Kirchner decidió ayer redoblar la apuesta y ordenó a Alberto Fernández que levante la reunión prevista con las cuatro entidades.

No debió sorprender; a algunos no lo hizo. Por ejemplo, el lunes, bien a la mañana, un buen amigo cercano al sistema K, cuestionó una observación mía: Que N. K. nunca se había enfrentado frontalmente a un movimiento social con capacidad de movilización. Me dijo: «Acordate de la huelga de los docentes de Santa Cruz«. Cierto: el año pasado, una larga huelga de maestros en la provincia del presidente tuvo mucha repercusión en los medios. Hubo marchas, desmanes, represiones, una 4×4 atropelló a algunos manifestantes, Kirchner llamó «cobardes patoteros» a los huelguistas,… Finalmente, tras un cambio de gobernador, un aumento razonable, un doble aguinaldo, y 41 días sin clase, los docentes aceptaron la oferta. Para los olvidadizos, Clarín y La Nación lo cuentan aquí, aquí y aquí. Y luego, en octubre, el oficialismo ganó las elecciones en Santa Cruz.

Sigo pensando que es un grave error del gobierno. Por algo, K no se había permitido llegar a eso, como presidente. Además de las visibles diferencias en escala entre Argentina y Santa Cruz, hay otras, estructurales: Santa Cruz vive del petróleo y la gran mayoría de los trabajadores son empleados públicos. De todos modos, mi opinión sobre esta pelea sigue siendo la que subí el 26 de marzo: si el conflicto es gremial, se arreglará, con un porcentaje mayor o menor. Si es político, el gobierno lo pierde. Porque el conurbano y los industriales no quieren, y la progresía no puede, enfrentar al agro. Y el Estado… Stalin tenía la G.P.U. para aplastar a los kulaks; Cristina a lo sumo tiene una AFIP que puede inquietar a cientos, pero no a decenas de miles.

El riesgo trasciende a esta pelea y alcanza los resultados electorales: más allá de la economía, en algún momento una parte importante de los argentinos se cansó mal del estilo Menem. Otros, también numerosos, se cansan, mal, del estilo K. Pero, por supuesto, puedo estar equivocado. Néstor llegó a Presidente, y yo no.

Por eso me parece que corresponde que haga caso a mi propio planteo sobre la coyuntura y lo permanente. Que deje de comentar la pelea (igual, me revienta la ética de hinchadas de fútbol de muchos comentaristas, de ambos lados) y que diga (breve) lo que pienso que debemos hacer los argentinos con y en el campo.

Argentina debe seguir siendo un país agro-exportador, con el ritmo de crecimiento de estas décadas. No hay otra forma que pueda dar un nivel de vida razonable a su población urbana, desarrollar sus industrias (entre ellas, la alimenticia), y tener los recursos para salvaguardar el medio ambiente, protegiendo entre otras cosas la agricultura a escala humana como hacen los países europeos y Jorge Rulli pretende. Sin guita, el Estado no puede proteger a los débiles y a la ecología con discursos.

Por eso, las retenciones son una herramienta necesaria, además de útil. De a poco, se puede poner en práctica la propuesta de algunos ruralistas (los grandes): que sean a cuenta de los impuestos a las ganancias. Es una forma de incentivar el blanqueo de los productores. Pero hay que tener claro que hoy los pequeños y medianos suelen estar en negro en buena parte de su actividad – como la mayoría de los pequeños y medianos empresarios argentinos – y no debe convertirse en un instrumento que favorezca la concentración.

El Estado no puede administrar el agro (la difunta Unión Soviética fue un experimento concluyente). Pero tampoco puede dejarlo en manos de unos pocos agentes económicos poderosos (las exportadoras, los inversores de los pools, las multinacionales de la biotecnología) como es el resultado de la polìtica actual en Argentina – y en buena parte de Latinomérica – para negociar solamente recursos para el fisco y precios accesibles de los alimentos para la población urbana. Los objetivos del Estado deben incluir la protección de los recursos naturales en el largo plazo, y el fortalecimiento del productor rural, no porque es pequeño y eso queda bien en la propaganda, sino porque – contrario al mito de la izquierda vieja – han sido en los últimos 40 años el sector empresario más innovador y competitivo de Argentina, y pueden seguir siéndolo.

Nada de esto puede hacerse desde un escritorio, y menos desde un pensamiento cerrado en sí mismo. Esto se hará discutiéndolo y regateando con los hombres del campo realmente existentes: la FAA, la CRA, Coninagro, la SRA, y también UATRE y, porqué no?, MOCASE. Sin olvidar que el Estado, además de ser el instrumento que tiene la sociedad para el bien común, está formado por políticos y técnicos, hombres con intereses y prejuicios tan fuertes como los de cualquiera de esas entidades. La historia argentina nos demuestra que un enfoque federal, que da juego a las realidades locales preservando la unidad, es la única forma que podemos manejar un proceso así.

¿Quiénes pueden a llevar adelante esta política? El gobierno ha quedado encerrado en su propia lógica de confrontación; los partidos que fueron a Rosario, creo como el amigo Euge, están encerrados en el horizonte de la próxima elección. La apuesta que puede hacer la Argentina es que haya hombres y mujeres en esas organizaciones rurales (vean esta entrada de Manolo, que es optimista), pero también en los sindicatos y entidades empresarias, en municipios y provincias, que puedan trascender sus intereses inmediatos – sin dejarlos de lado – y construir las redes que sirvan de base a las propuestas del futuro.


después del domingo: andar con cuidado

mayo 26, 2008

El viernes subí una entrada donde dije que – en mi opinión – el gobierno ya había perdido esta confrontación. Después de los actos de hoy, parece que tengo razón. La pregunta obvia es ¿quién la gana? Bueno, Rosario mostró, no a 4 organizaciones empresarias, históricamente enfrentadas y cuyos intereses son divergentes, sino a muchos miles de argentinos, algunos que trabajan la tierra y otros no, pero que se asumían en una identidad común: el «campo». En realidad, sería más correcto decir el interior que vive del campo (Además, estaba el oportunismo, pero ese aparece en todas). Nace un nuevo sujeto político; mejor, se transforma uno viejo.

¿Qué es lo que gana? Bueno, eso hay que pensarlo bien. Uno de sus más lúcidos exponentes, el editor de La patria chacarera dice «no darle bola a la política sale mucho más caro que dedicarle tiempo a eso. Como en el “campo” hay gente de izquierda, centro y derecha, que solo nos ponemos de acuerdo cuando hablamos de retenciones, no se puede construir un “espacio político”. Pero bien se puede tratar de que el gobierno pierda apoyo, dirigentes y votos para que los capitalice cualquier otro/s que sea más amigable.
Y que tirarse contra el campo y el interior sea como tirarse contra los judìos o los hispanos o los católicos en USA. Minorías en votos, pero que hacen falta para armar mayorías, y que si votan en masa a la oposición te causan daño
«. Suena realista.

¿El oficialismo? El acto en Salta fue uno más de los aparatos. Atención: los aparatos, más el Estado conforman una fuerza no desdeñable. Pero no suman. Justamente, llama la atención que el centro izquierda filo-kirchnerista, cuya hostilidad hacia la imagen de la Sociedad Rural es tan ruidosa, no tenga ninguna expresión «de masas», como se decía antes. Por supuesto, reprochan a Kirchner que se refugie en el pejotismo, mientras se han mostrado incapaces de construir poder o presencia desde el triste final del Frepaso. Parece que sus voces en muchos blogs se ponen más chillonas y agresivas cuanto menos pesan, un espejo invertido de los rabiosos comentaristas que aparecen en los foros de La Nación.

¿Y la oposición? Repasaba hace horas una nota que escribí hace casi dos años en «El hijo de Reco», y siento que no ha perdido vigencia. Básicamente, mi planteo era que el anti-kirchnerismo rabioso ha sido principalmente un fenómeno de los (ex-) sectores medios del estado: ex-funcionarios, militares retirados, intelectuales orgánicos (Gramsci dixit) de sistemas de poder previos, y – notoriamente – de aquellos cuya ideología rechaza el proyecto cultural «progre» de los Kirchner y sus aliados. Católicos y peronistas tradicionales son los primeros que surgen a la mente. Pero que no serían relevantes si no consiguen expresar a sectores sociales.

Hoy, una parte importante de las clases medias urbanas ya se acercaron a esa postura (el anti-kirchnerismo), con la bandera de la anti-corrupción. El interior, más exactamente, la pampa gringa fuera de las grandes ciudades, la próspera y la que está mal pero mejor que a fines de los ´90, era oficialista o cercano hasta las elecciones del año pasado; pero gracias a errores graves del gobierno y, sobre todo, al rechazo a un estilo verticalista de conducción ha dejado de serlo. Aceptó, protestando, las retenciones, pero un aumento inconsulto no. No le preocupa parecer egoísta (lo es), pero la generosidad de los políticos y los progres con dinero ajeno le revienta. Puede entonces incorporarse a una coalición anti-kirchnerista… si hay alguien capaz de armarla. No es imposible: tienen 3 años para hacerlo.

Vuelvo entonces a lo, más allá del juego de ambiciones políticas, es el problema central de la Argentina hoy. El modelo económico (ver las entradas donde discuto y discuto este concepto) que iniciaron Duhalde y Lavagna en el 2002 y que Kirchner continuó con mano firme, está mostrando serias dificultades. Sobre todo, la inflación. La situación no es demasiado diferente – en su dinámica – a la que enfrentaba el modelo Menem-Cavallo a fines de los ´90, cuyo talón de Aquiles fue el desempleo y su consecuencia, la recesión. Porque parte de la sociedad puede estar cansada de este gobierno, pero son pocos los que contemplan en serio un cambio de modelo.

Y saben una cosa? La sociedad tiene razón. La Argentina, y en particular los argentinos pobres, pagaron terriblemente caro la salida brusca y desordenada de un modelo que debía haber sido revisado por lo menos dos años antes, no después de la devaluación brasileña. La crispación de los políticos – el odio de los de pie, que ya se percibe demasiadas veces por la impunidad que brinda Internet – puede ser nuestro peor enemigo, aún más que los intereses a los que no les importa el país.


interrumpo para un homenaje: Arturo Jauretche

mayo 25, 2008

No soy mucho para los aniversarios, pero no quiero dejar pasar el de Jauretche. Y como Mario Wainfeld ya escribió la nota que me habría gustado hacer a mí, aquí la transcribo:

Arturo Jauretche murió un 25 de mayo, hace 34 años. Las efemérides pueden ser un plomazo pero también, tal es su funcionalidad, un pretexto para revisitar y repensar a personajes estimables. Jauretche lo es, hete aquí que está un poquito de moda, aunque quizá no del todo valorado.

Fue un luchador popular todo formato, un poeta mediano, un ensayista frondoso. Si no fuera una tropelía podría decirse que por ver grande a su patria, él luchó con la espada, con la pluma y la palabra. Su mayor legado, a más de tres décadas, es su prosa cimarrona e inigualada. Acuñó multitud de conceptos-consignas que perduran y que hasta perdieron su rúbrica. “El estatuto legal del coloniaje”, “el medio pelo”, “las zonceras argentinas” conservan fuerza, tienen sentido unívoco y capacidad de transmisión. Esa aptitud para el panfleto, un género nada menor si se lo emprende bien, no debería inducir a suponerlo una suerte de creativo publicitario nac & pop, un simplificador nato. La consigna, el arquetipo eran la culminación de análisis elaborados, de debates implacables, de lecturas surtidas y pasionales.

Bruloteaba de lo lindo, previa inspección a fondo de sus blancos. Miraba antes de disparar, vaya si miraba. Sus batallas siguen siendo divertidas. Repasemos un puñado entre cientos. Diseccionó un best seller de Beatriz Guido (El incendio y las vísperas) hoy prolijamente olvidado, para probar el “quiero y no puedo” de las clases medias.

Se la tomó con la arrogancia de Sarmiento, que se jactaba de un presentismo perfecto en la escuela primaria en su San Juan natal. Averiguó que cursó menos años de los que narró. Y, de paso, desnudó el mito del niño que iba al colegio lloviera o tronara recordando que en San Juan casi no cae una gota durante el período lectivo.

Indagó sobre un clásico antirrosista, un poema en el cual José Mármol le perdonaba “como hombre mi cárcel y cadenas/pero como argentino, las de mi patria no”. Demostró que Mármol casi no estuvo en cana y sólo por cuestiones de faldas y no políticas.

Para llegar a sus conclusiones, debió leer a la novelista en boga con una dedicación superior a la de sus arrobados lectores, hurgar archivos, mirar isoyetas de Cuyo.

Tenía identidad política, explicaba la historia enlazando líneas nacionales y de las otras. Pero no hablaba desde un púlpito ni desde un saber cristalizado. Proponía dar vuelta el mapamundi, poner el Sur arriba para debatir prejuicios sobre superioridades y para tener otra panorámica sobre el lugar de Argentina en el mundo (un país peninsular, muy distante de Europa, plenamente integrado en la región). Pero también se internaba en ese mapa. Conocía al dedillo la flora y la fauna nacional (en sentido estricto y sociológico) porque vivía atento a su palpitar y a su cambio. Jorge Abelardo Ramos lo despidió con justicia, allá por el ’74: “Comprendía como pocos en la Argentina, sus cambios bruscos, con frecuencia su inescrutable carácter y su peculiar ingratitud. (…) Conocía la Patagonia y su fauna, la Puna y su inmenso dolor. Podía describir cada metro cuadrado del país y la naturaleza de sus problemas”.

Fue agudo, sarcástico y provocador. Era, ante todo, un empirista que no hablaba sin documentarse o sin ver. Un reverdecer de ciertas liturgias nacionales y populares lo recupera, a veces reversionándolo con clase pero muchas otras malgastando o hasta malversando su tributo. Jorge Luis Borges contaba sobre las kenningar, una suerte de metáforas congeladas que recogen las sagas de Islandia. Un poeta llama “agua de la espada” a la sangre, luego la metáfora se usa como sustantivo, suple a la palabra original, se cosifica. A menudo da la impresión que algo así pasa con Jauretche, cuya obra provocadora se transforma en un repertorio de chicanas establecidas.

El cronista está seguro de algo: si el tipo viviera no citaría, sin más, textos escritos hace 30 años o medio siglo. Hundiría sus ojos de gato en la realidad actual, en la nueva configuración de la clase trabajadora (con su carga de desocupados y mujeres jefas de hogar), en la nueva religiosidad de los sectores populares, en la liberación de sus costumbres sexuales, en los códigos de comunicación de los jóvenes, en la alteración de los términos del intercambio, en los medios de difusión masiva que siempre atrajeron su crítica y su participación. En las marcas indelebles (y, cuando menos, en parte inéditas) que dejaron la dictadura genocida, la traición neoliberal del peronismo, la baja en la afiliación sindical, tantas novedades que trazan otro mapa. Ponerlo patas arriba sirve si se hacen ese inventario y muchos más.

Fue nacional, yrigoyenista y peronista. Fustigó a los gorilas y los peleó hasta su último día. Relegado por Perón, como muchos de los aliados del gobernador Mercante, se bancó la camiseta en años de resistencia, no fue complaciente en el oficialismo, jamás depuso su espíritu crítico y mordaz. En una de sus catilinarias más logradas, “Los profetas del odio y la  yapa”, les da duro a los apóstoles de la Revolución Libertadora pero se hace tiempo para evocar, sobre el primer peronismo: “Se cometió el error de desplazar y hasta hostilizar los sectores de clase media militantes en el movimiento permitiendo al adversario unificarla en su contra, máxime cuando se lesionaron inútilmente sus preocupaciones éticas y estéticas (..) se quitó al militante la sensación de ser, él también, un constructor de la historia para convencerlo de que todo esfuerzo espontáneo y toda colaboración indicaba indisciplina y ambición”. Fue maestro, pionero y valiente en señalar la viga en el ojo ajeno, la “falsa conciencia” de amplios sectores medios, pero no le faltó audacia para mentar las propias llagas.

Valga, pues, el aniversario de pretexto para mocionar su relectura. Y para renegar de la cita ritual o del recetario congelado reemplazándolos por la emulación de su método, de su respeto al lector y de su afán de conocer lo que se quiere cambiar.

Salute, maestro.


algo sobre la pelea (antes del domingo)

mayo 23, 2008

Me canso (peor: puedo cansarlos a Uds.) repitiendo que es sabio evitar fijarse demasiado en la coyuntura, las tapas del diario del día, o las del mes, y tratar de ver lo que pasa en los tiempos de nuestra vida y la de nuestros hijos. Que son cortos, pero duran más que las noticias de tapa.

Pero uno es argentino, y los argentinos no somos consistentes. Me siento impulsado a dejar escrita mi opinión sobre lo de hoy, y lo de hoy es una pelea. Quedan en pie los posts (bastantes) que subí desde marzo sobre el tema, acerca de ruralistas, funcionarios y progres; tengo pendiente desde hace semanas para publicar en Reco un trabajo muy completo que me acercó mi amigo Carlos Ramis sobre la soja y la extensión de la frontera agropecuaria en América del Sur, sus posibilidades y peligros. También tengo guardados los números y la historia del campo del hermano de un amigo en Córdoba, que dan una buena idea de esa bestia mítica, el pequeño empresario rural… Todo eso apunta a lo que perdura, pero ahora se ha desatado una pelea, y su resultado incidirá, aunque sea en parte, sobre todo lo demás.

Mi opinión: el gobierno pierde. Puedo estar equivocado, pero la más desapasionada evaluación que soy capaz de hacer me dice que ya perdió. Porque ha hecho lo que Kirchner nunca hizo como presidente: enfrentarse frontalmente a un movimiento social. Y persiste en ese camino: la conferencia de prensa de Alberto Fernández después de la reunión de ayer ha sido demasiado larga y deliberada para verla como fruto de un mal manejo táctico.

El lugar común del periodismo es que Kirchner y Cristina usan la confrontación como su arma favorita, incluso siempre previa al uso de la «caja». Y eso es así… frente a un adversario político, o frente a una empresa. O, también, frente a un sector que – como la «familia militar» – está desprestigiado ante una parte importante de la población y, sobre todo, carece hoy de capacidad de respuesta. Pero cuando, años atrás, Blumberg movilizaba a muchedumbres, con una convocatoria muy antagónica al discurso K, el entonces presidente hizo que sus legisladores aprobaran a libro cerrado las reformas – poco meditadas, en realidad – que el entonces ingeniero exigía.

Y hace muy poco, cuando Cristina asumió, y ese día Hugo Moyano decidió gruñir y amenazar que los trabajadores podían pasar a la vereda de enfrente, Néstor y Cristina reaccionaron con paciencia y humildad franciscana. Ninguno de los habituales voceros, el Alberto, el Aníbal, Carlitos Kunkel salieron a decir nada. Los acuerdos fueron discretos.

¿Qué sucedió ahora? No lo sé. Puede ser que haya influído el pensamiento de esos 750 intelectuales que están nostálgicamente convencidos que el adversario peligroso son esa media docena de empresas que manejan el 60 % de la cosecha de soja, y no las 70.000 ruralistas que manejan el otro 40 %, más sus familias, sus acopiadores, sus proveedores, los pueblos – con sus respectivos intendentes – que viven de ellos… Me resisto a creerlo; Cristina, se me ocurre, puede dejarse influir por Laclau, y hasta por Feinmann; Néstor ha sido un intendente y un gobernador del peronismo; sus lecturas son otras. Y deben incluir los resultados electorales del año pasado, que muestran que la mayoría de esos votos eran del oficialismo… Eran.

Los motivos ya no importan mucho. Los hechos están. Pero es necesario entenderlos. El sabio y prudente Manolo ha publicado en su blog una entrada donde describe con su habitual elocuencia el núcleo de lo que se expresará el domingo en Rosario. Recomiendo leerla, pero no quiero privarme de copiar este párrafo: «la fortaleza del Paro Agrario esta en SUS Comisiones Internas, las Asambleas de Autoconvocados junto a las células de la FAA y CRA… A principio de año los Productores reclamaban un Moyano propio; con la Huelga consiguieron un Ubaldini (De Angelis); en realidad necesitan un Lobo Vandor»

Es así. Aunque sean cuatro entidades patronales, lo que han logrado/les ha caído encima tiene la lógica del poder gremial. Por eso pienso que el gobierno ha sido derrotado, cualesquiera sean los números y los incisos del acuerdo final. Se ha fortalecido inmensamente – y como decía el viejo Don Carlos, la cantidad se transforma en calidad – un sujeto social: el «campo». Que exigirá en adelante un lugar mucho más grande en el sol político.

Pero también creo que están equivocados los políticos que se precipitan a Rosario, y los ilusionados que envían cadenas de mails anunciando el fin del kirchnerismo. El «campo» no va a tener una identidad política única: es demasiado diverso. Pero eso es tema para otra entrada, después del domingo.


Apoyen nuestra economía (la de los EE.UU.)

mayo 22, 2008

Uno de mis temas favoritos es la necesidad de entender la diferencia entre las noticias que son tapa de hoy en los diarios – que la semana que viene servirán para envolver pescado – y los hechos que se van desarrollando a lo largo de muchos años. De eso hablaba, por ejemplo, en pleno enero en «La crisis y los Estados Unidos«, uno de los posts más vistos en este blog.

Ahí mencioné la pinchadura de la burbuja de las hipotecas sub-prime – para mí, del primer caso – y el proceso de desindustrialización en U.S.A. – como un ejemplo de lo segundo. Bueno, parece que la crisis financiera está siendo controlada; sus secuelas durarán mucho tiempo, pero no ha acelerado la caída definitiva del capitalismo, ni hay huellas que haya cambiado la relaciones de poder internacional. La desindustrialización yanqui… Me acordé del asunto por un mail que me envía un amigo en Florida (gracias Félix), con un mensaje que con el título de «SUPPORT OUR ECONOMY» está circulando en el gran país del norte. Aquí va la fiel traducción:

«El gobierno federal está enviando a cada uno de nosotros, contribuyentes, una devolución de impuestos por U$S 600. Si los gastamos en Wal Mart, el dinero irá a China. Si los gastamos en nafta, irá a los árabes. Si compramos una computadora, irá a la India. Si compramos frutas y vegetales, irá a México, Honduras o Guatemala. Si nos compramos un buen auto, irá a Japón. Si lo gastamos en chatarra inútil, irá a Taiwan. Nada de eso beneficiará la economía de los Estados Unidos.

La única manera que el dinero se quede en nuestro país es que lo gastemos en prostitutas, hierba, cerveza y tatuajes, ya que éstos son los únicos artículos que todavía son producidos aquí en U. S. A.

Gracias por su atención y por favor ayude a la economía estadounidense«


TRONADOR: todavía soñamos…

mayo 20, 2008

Una buena noticia, que va a estar muy pronto en los medios: ya está circulando en mails (gracias Pandra) y ha sido tomada por los amigos entusiastas de la NAC&POP, aunque sacan algunas fechas mal. Yo (de aburrido que soy) prefiero recurrir a los registros de La Nación y El Mercurio, gente poco entusiasta por estas aventuras si las hay. Porque es apropiado: si en esta historia hay nombres – como el del Instituto Balseiro – que pueden enorgullecer a cualquier argentino – hay otros más… discutidos: Kirchner, Miceli, Menem,… Esto es lo que significa un Estado, y muestra que algo de eso tenemos. Podemos soñar, pues es un requisito necesario para tener una Nación.

Este viernes 16 de mayo la CONAE (la agencia espacial argentina) lanzó un nuevo cohete TRONADOR que subió 22 kilómetros con absoluta previsibilidad. Como dice Carlos García Blaya, «Después de tanta mishiadura cuesta mucho pensar en cosas grandes

El Tronador I había sido probado por primera vez en julio del año pasado, en un campo de pruebas de Bahía Blanca.

El cohete tiene dimensiones reducidas – menos de cuatro metros de longitud – y su lanzamiento sólo tuvo éxito al segundo intento, pero logró los resultados esperados para llevar adelante la segunda etapa del plan, el Tronador II, proyectado para transportar al espacio una carga de unos 200 kilos, con un motor de combustible líquido.

El diseño del Tronador II se enmarca en los límites justos de las convenciones internacionales, que buscan evitar la proliferación de cohetes que puedan transportar cargas de 500 kilogramos a más de 300 kilómetros, por la posibilidad de ser usados como inyectores satelitales o armas, dependiendo de la voluntad del país que construye ese aparato. Por eso el Ministerio de Defensa no quiere oír hablar del proyecto Tronador, y el plan avanza en manos civiles.

La Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) está al frente del proyecto, con la participación de especialistas de varios institutos, incluido uno de las Fuerzas Armadas (CITEFA) y universidades nacionales. Todos los esfuerzos convergen en la empresa VENG, una sociedad de capitales públicos y privados controlada por la Conae.

Los científicos argentinos bautizaron el proyecto con el nombre de «Tronador», la montaña más imponente de la región en que funciona el Balseiro, límite entre Argentina y Chile, que también se eleva desafiante hacia el espacio.

De esta manera, a 15 años de haberse desactivado el misil Cóndor II, Argentina lanzó nuevamente un cohete propio.

En 1993, bajo las presiones de Estados Unidos, se resolvió finalizar con las pruebas llevadas a cabo por la Fuerza Aérea en Falda del Carmen (Córdoba). «La razón es simple, un cohete capaz de transportar 500 kilogramos a más de 300 kilómetros bien puede servir para llevar un satélite al espacio, pero también como un arma de guerra«, explicaron desde el Instituto Balseiro, donde indicaron que «técnicamente Argentina está capacitada para fabricar cohetes«.

Razonan que, si se lograron fabricar satélites, reactores nucleares y equipos médicos de alta tecnología, bien puede diseñarse un cohete teledirigido. «Tenemos muchos proyectos, para concretarlos sólo hace falta presupuesto y decisión política«.

Pese a desactivar el proyecto Cóndor, Carlos Menem en 1998 creó la empresa VENG (Vehículo Espacial de Nueva Generación), una sociedad de capitales públicos y privados que está controlada por la Comisión Nacional de Actividades Espaciales.

El Tronador fue concebido antes de que Menem deje la presidencia, pero no llegó a avanzar por los problemas políticos y económicos que azotaron al país.

No obstante, la CONAE, con el apoyo del Instituto Balseiro, el Instituto Aeronáutico Argentino, el Instituto de Investigaciones Técnicas y Científicas de las Fuerzas Armadas (CITEFA) y universidades nacionales, continuó con los estudios en centros de alta tecnología.

El 11 de abril del año pasado Kirchner firmó el decreto 350, por el cual autorizó «a los entes y profesionales pertenecientes a organismos del sistema nacional de ciencia, tecnología e innovación a participar, en forma voluntaria, en la realización de tareas vinculadas con el desarrollo de medios de acceso al espacio y servicios de lanzamiento, particularmente con el proyecto inyector satelital para cargas útiles livianas». El decreto establece que los técnicos pueden sumarse al proyecto «fuera de su horario de trabajo» y obtener una capitalización en las futuras ganancias de la empresa VENG.

El 8 de junio de 2007, la entonces ministra de Economía, Felisa Miceli, firmó la resolución 396 por la cual se aprobó el presupuesto 2007 para la empresa VENG. Incluyó la autorización para construir el lanzador Tronador I y comenzar el desarrollo del lanzador Tronador II. Para ello se aprobó un presupuesto adicional de 26 millones de pesos. (Caja chica! Pero es mejor así).

Entre los objetivos del VENG para el 2007 figuraban además la puesta en marcha de la planta piloto de concentrado de hidrocina en Falda del Carmen.

La hidrocina es el componente base del combustible líquido que utiliza el cohete Tronador II, cuyo motor tendrá un empuje proyectado de 3.350 kilogramos y podrá colocar una carga de 200 kilogramos a 400 kilómetros de altura. Más datos en el sitio de la CONAE/acceso al espacio/Tronador


de trenes y proyectos

mayo 16, 2008

Pino Solanas, a quien conozco y aprecio de los tiempos en que impulsaba el Grupo Cine Liberación, es uno de los más creativos directores de cine que ha dado la Argentina (En Reco subí una nota sobre esa hermosa afirmación suya, Argentina latente). Pero su candidatura, y el mismo Proyecto Sur, los ví como testimoniales, y comparto el prejuicio weberiano acerca de la política que no incorpora ambición de poder.

Pero hay testimonios necesarios. El tren bala me parece un grave error de la administración Kirchner (ambas), que pagaremos caro los argentinos si se hace y, como es costumbre en el tercer mundo, también si no se hace.

Quizá el planteo que hace Proyecto Sur es demasiado esquemático. Mi amigo Edgardo cree que – aunque los franceses nos venden en primer término su tecnología – es un error asumir que nunca podremos desarrollar la nuestra, aprovechando su mantenimiento. Manolo – sutil – sospecha que un arreglo con el Club de París puede estar detrás de este negocio. Pero estoy seguro que para Argentina hay formas menos costosas de adquirir tecnología; aún, de arreglar con los europeos. Y ciertamente es mejor que nos esforcemos en reconstruir el sistema ferroviario, que ha sido deliberadamente arruinado desde la época del «Plan Acevedo» durante el gobierno de Frondizi. (Molesta pensar que Néstor Kichner haya sido el único camdidato presidencial con posibilidades que en los últimos veinte años mencionó en su campaña el tema de los ferrocarriles...)

Por eso, aquí les pongo el link para los que quieren firmar el «No al Tren Bala«; yo ya lo hice (gracias, Bibiana)


1968, 1973… Como dice el tango: «Es el pasado que vuelve…»

mayo 14, 2008

Hoy leí en Clarín una muy buena nota ( «68 + 89 = Nuevo capitalismo» ) de Timothy Garton Ash, uno de esos lúcidos historiadores ingleses (eso sí, sospecho que el título es del diario). Me interesó lo bastante para acercarles algunas reflexiones, aunque no tengo el tiempo para elaborarlas que el tema merece.

El año 1968 (sobre el que ya escribí en este blog) simbolizó, como dice acertadamente Garton Ash, un fracaso político y un triunfo cultural, «el catalizador de un profundo cambio cultural y social… 1968 representa un fenómeno más amplio, los sesenta, en los que la difusión de la píldora fue más importante que cualquier manifestación y barricada«. Y me hizo pensar que en Latinoamérica podemos hablar de un proceso similar.

Similar, pero no idéntico. Porque, aunque todavía seguimos en buena parte a la sombra de Europa, somos un retoño distinto de su cultura (como U.S.A. es otro), en suelo nuevo, mestizada con los pueblos que ya estaban cuando llegaron las naos (En el caso de Argentina, las etnias andinas y guaraníes). Entonces lo hicimos distinto, más a lo bestia (algo del viejo gallego debió quedarnos).

El comunismo soviético estaba en los sesenta tan desgastado, como ideal, en Latinoamérica como en Europa. Una burocracia estólida no ofrecía a los jóvenes nada que los convocase. Los Estados Unidos eran, como hoy, el Imperio; envueltos en la guerra de Vietnam, que – distinta como fue de lo que hoy sucede en Iraq – desde aquí se la veía como hoy se ve a ésta. Y entonces llegó Fidel… La revolución cubana construyó el mito del guerrillero heroico. Y un fracaso militar que se convirtió en leyenda épica lo encarnó en el Che Guevara.

Aquí en Argentina había un factor muy especial: estaba el peronismo. Pero tenía historia e identidad en los barrios humildes y en los sindicatos. Los jóvenes de los sectores medios y altos – los primeros siempre han sido en nuestro país numerosos – necesitaban otros códigos. Y en un proceso imprevisible – que debería ser estudiado mucho más – con intelectuales olvidados o, peor, amnésicos, se elaboró una amalgama difusa y emocionante, donde se mezclaban el Viejo y el Che.

No tengo el tiempo, quizá tampoco el talento, para describirlo con justicia. Pero algunas cosas se pueden decir: Tiene razón Feinmann cuando insiste que una cosa era la Juventud Peronista y otra la orga Montoneros. Pero la gran mayoría de la JP, la agrupada en la Tendencia, aceptaba la conducción política de Montoneros. Entonces, como en Europa, podemos hablar de un fracaso político, mucho más sangriento – y costoso para la nación – que el de los estudiantes de la Sorbona.

También, como en Europa y en el resto del mundo, en Argentina estaba en ese tiempo culminando un cambio cultural profundo, que en el lapso de una generación modificó los valores asumidos por la sociedad. Pero esa es otra historia. Quizás la más importante, pero como los países iberoamericanos (también los yanquis, en su diferente versión) pertenecemos a una cultura más joven que los europeos, todavía tomamos en serio la política y el poder.

Eso es lo que disparó estas reflexiones, incompletas. En ambos continentes, por un determinismo biológico como le gustaba decir al Viejo, algunos que eran jóvenes en el ´73 – como allá en el ´68 – han llegado a puestos de poder o de influencia en sus países. Sus políticas y sus proyectos son muy distintos, por supuesto; la Historia, esa vieja dama indigna, se ha encargado de eso. Pero se me ocurre que a veces se aferran a los códigos que usaban, por falta de examen de sí mismos… o por aferrarse a su juventud.

Cabe tener presente que en Europa parece haberse dado una reacción contra esa versión «pendevieja» del espíritu del ´68. Las victorias de la derecha en Alemania, Francia, Italia, e ainda mais, pueden tener en parte ese origen. Sarkozy lo explicitó en su campaña. No es imposible que en Argentina, en particular, esté ocurriendo algo similar; algunas intimaciones se notan en el aire. Si es así, habrá que recordar que las vueltas de la historia nunca vuelven al mismo lugar. Como se pregunta el ingenioso gringo Garton Ash: «¿podría haber llegado a presidente Sarkozy, un divorciado hijo de inmigrantes, en el mundo idílico que, según él, existía antes del 68?» Yo, al menos, no creo que De Gaulle, ni Mendes France siquiera, se habrían enganchado con Carla Bruni.


El campo, los blogs y el futuro

mayo 12, 2008

Cuando hay un enfrentamiento como el que hoy vivimos, uno se siente obligado a hablar (a los tibios los vomita Dios, insistía un filósofo riojano de cuyo nombre no quiero acordarme). Pero ya volqué bastantes reflexiones (repasen los últimos 3 meses); en realidad, demasiados han escrito demasiado para leer todo, y no pensé que sirviera seguir analizando. Estamos frente a los hechos, y a las palabras y las imágenes, que son las armas de la política.

Estaba equivocado. Justamente los blogs – que leemos relativamente pocos y que sirven para pensar en voz alta y transmitir esos pensamientos a los amigos – se muestran a veces como una herramienta válida para otear el futuro, no desde una ideología sino a través de la evaluación de la realidad actual (en cabeza ajena, diría mi madre). Y esto a pesar de mis reservas con la conciencia progre que impera en la mayoría de los blogs.

Así, a partir de un lúcido análisis de este momento en la pelea de María Esperanza en Artepolítica, un aporte conceptual del AyJblog y – hay otras cosas fuera de los blogs – una nota del Wall Street Journal que reproduce La Nación, el amigo Manolo – no progre, aclaremos – plantea con impar agudeza el problema fundamental que enfrentarán los chacareros argentinos, y que no es Kirchner… No puedo menos que copiar su entrada, para distribuirla por mail en forma más cómoda:

“…Es una cuestión de eficiencia (”económica”): Concentración ==> Escala ==> Eficiencia ==> Bajos Costos ==> Mayores Márgenes ==> “Posibilidad” de bajar prescios.

Pero y la eficiencia “social” ? Que hacemos con los que quedan afuera ? Ya sabemos lo que pasó en los 90…»

Chacall en “El que pega primero, pierde”, de Maria Esperanza en Artepolítica.

Resistir la tentación de sumarse al zafarrancho general, para levantar la vista y mirar el pasado mañana no es una de las fortalezas de la clase dirigente Argentina, en esto las incluyo a TODAS.

La Tribuna de Doctrina es el ejemplo mas claro de la miopía de la “prensa seria e independiente”. Celebro que reconozcan la emergencia y transformación de los actores sociales en políticos.

Pero son incapaces de relacionar esta emergencia con los desafíos a mediano plazo, por ejemplo esta nota sobre la Maxicooperativa neozelandesa Fonterra Cooperative Group Ltd.: “La escasez de capital y de escala limitan la producción de alimentos

Recordemos que Nueva Zelanda es el modelo por excelencia del Social Liberalismo, un gobierno Laborista o Socialdemócrata que realiza TODAS las reformas que pide el Mercado Globalizado, sin perder de vista las redes de protección social. Los mismos chilenos, de ambos frentes, lo reconocen como «ideal a alcanzar».

Nueva Zelanda es el mayor exportador de productos lácteos del mundo. Ahora, ante la creciente demanda global, una cooperativa que comercializa la mayor parte de la leche del país quiere captar al menos US$ 1000 millones de inversionistas externos para expandir la producción.

Sin embargo, para hacerlo necesita el consentimiento de los 11.000 pequeños productores que son accionistas de la cooperativa.

Estos, satisfechos con la estructura actual y temerosos de que los inversionistas externos ganen influencia sobre las decisiones, han bloqueado la operación.

«Los ganaderos no construyeron este estupendo activo para echarlo por la borda», dice Frank Brenmuhl, director de la división de lácteos del principal sindicato de agricultores de Nueva Zelanda.

El impasse en Fonterra Cooperative Group Ltd. pone de manifiesto un conflicto central en la agricultura mundial.

En el caso de materias primas como el petróleo o los metales, cuando los precios suben en forma sostenida, las grandes compañías dedican sus grandes presupuestos a invertir en nuevos suministros.

A los estrategas políticos y a los críticos sociales les gusta de esa forma. Pero la pequeña agricultura preserva la vitalidad de las comunidades rurales y provee empleos, especialmente en los países en desarrollo.

Sin embargo, los pequeños agricultores tardan más en reaccionar a un alza en la demanda de alimentos.

Tienden a ser menos productivos que los agricultores más grandes y a menudo carecen del capital necesario para invertir en un mejoramiento de la capacidad productiva.

El resultado es un sistema mundial de producción de alimentos que opera casi al tope de su capacidad. Las reservas de granos, por ejemplo, están en el nivel más bajo de las últimas décadas.

En algunos casos, las granjas en los países en desarrollo se están consolidando y encontrando inversionistas externos, pero son las excepciones. En muchos países, como México y Tailandia, los gobiernos han impuesto límites a los latifundios o restricciones a la inversión extranjera.

A menudo, el objetivo de las reglas es impedir la formación de gigantes agrícolas que luego reduzcan la fuerza laboral”.

La pelota queda picando en el campo del Amigo Marcelo T, y sus compañeros los Autoconvocados.

Si bien no es prioritario Hoy o Mañana, si lo va a ser pasado mañana, y quien quiera actuar en Política lo tienen que tener en cuanta.

Para imaginar Estrategias y Alianzas a Mediano Plazo.


Trabajadores, pobres, marginales. No es lo mismo

mayo 10, 2008

Ya que en la entrada anterior linkeé a Crítica, ahora le toda a Página 12. Bromas aparte, a menudo tiene notas muy buenas. Ésta es una: Obama, la clase y la raza . Léanla, por favor. Por lo que revela sobre la realidad política norteamericana – que a sus propios medios – liberales y conservadores – les cuesta analizar. Y porque también apunta a actitudes y culturas políticas que – en forma quizás menos nítida que en U.S.A. – podemos encontrar en Argentina. Que la corrección política de nuestra progresía, y también de nuestros liberales – que nada tienen que ver con los liberales yanquis – les prohibe asumir.


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