El 20 de febrero de este año -4 días antes que las tropas rusas cruzaran la frontera- publiqué un posteo, con el título algo pedante Geopolítica para salita de 5: el enfrentamiento en Ucrania. No volví a escribir extensamente sobre el tema en todo este tiempo, porque, como digo al comienzo «la franja politizada de nuestra sociedad se comporta como las hinchadas de un deporte espectáculo. Impulsada por nuestras propias internas, en ambos lados de la grieta«. Salvo algunos analistas serios, esa fracción de mis compatriotas que toma una posición lo hace en una guerra imaginaria entre Buenos contra Malos. Lo que hace aburrido al debate.
Ahora que la ofensiva ucraniana en el noreste y el reagrupamiento estratégico que anuncia Moscú, le dan movimiento e incertidumbre a lo que se había convertido en una guerra de desgaste en el molde de la I Guerra Mundial -primacía de la defensa sobre el ataque- lo pongo de nuevo a consideración (?) de mis lectores. Quiero hacer notar una conclusión a la que había llegado 4 días antes que empezara el baile: las dos Grandes Potencias involucradas, EE.UU. y Rusia, ya habían conseguido sus máximos objetivos razonables, ANTES que comenzara el cañoneo.
Moraleja: la guerra es un mal negocio, en términos de costo/beneficio. Pero para evitarla, es necesario estar muy bien armado, lo suficiente para convencer al que podría atacarte que el costo será alto. Reconozco que no es una conclusión muy original, pero creo que vale la pena repetírsela y repetírsela a nuestros gobiernos.
ooooo
Mi motivación para ponerme a especular sobre una crisis que aún no terminó surge de mi fastidio con el entusiasmo local por embanderarse en enfrentamientos lejanos. Tal vez se deba a que Argentina no tiene una tradición de protagonismo en la política internacional. Pero la franja de nuestra sociedad que está politizada y además sigue estos temas, se comporta como las hinchadas de un deporte espectáculo. Eso sí, impulsada por nuestras propias internas. En ambos lados de la grieta.
Así, para nuestras hinchadas, un lado del enfrentamiento es autócrata / imperialista y Malo. Por lo tanto, el otro sería el Bueno (?). Aquí trataré de señalar algunos hechos, obvios, y ajustarme a ellos (Es cierto que autores modernos insisten en que no hay hechos, sólo construcciones. Parece que nunca estuvieron en choque de autos. O en una guerra).
El primero, evidente, tiene que ver con el título que elegí. Porque «geopolítica» se usa a menudo para escribir de temas de política internacional, a secas. En este caso, la geografía es un factor decisivo.
Mirando el mapa, queda claro que hoy sólo Rusia puede invadir Ucrania. Los países vecinos no están en condiciones de hacerlo, ni de amenazar a Rusia. Estados Unidos puede intervenir a través de una operación aeronaval gigantesca… si contase con la aprobación y participación de Turquía.
O en el marco de una guerra que involucre a la Europa Central y Oriental. Ninguna de las dos alternativas está hoy en el menú de opciones.
Sigamos con los otros hechos. Que no son muchos, por todo el humo que están distribuyendo desde hace semanas las 2 potencias y la potencia residual involucradas (EE.UU., Rusia y Gran Bretaña), repiten los medios internacionales y páginas de Internet, y consumen las hinchadas de uno y otro bando.
Hay disparos de artillería y atentados en las regiones autónomas del Este de Ucrania (que en algunos momentos del siglo XIX, y de estos años, fueron llamadas Novoróssiya).. Pero eso no es un hecho nuevo. Sus manifestaciones más recientes llevan más de ocho años. Y sus raíces son profundas.
Como recordó Putin en una conferencia de prensa reciente, la República (Socialista) Ucraniana la inventa Lenin poco después de la Revolución. Por mil años, rusos y ucranianos han sido el mismo pueblo, pero en los últimos 500 a menudo se dividieron por la obediencia o no al Zar o al Patriarcado de Moscú. Y los pueblos eslavos tienen la tradición de discutir con energía sus diferencias políticas o teológicas.
Como sea, la historia influye, pero no determina. No caigamos en el error de sobreestimar el peso de la historia, aunque se trate de hechos tan recientes y terribles como la colectivización forzosa de Stalin, que mató por hambre a centenares de miles de ucranianos, o la posterior colaboración de otros ucranianos con la ocupación nazi y sus masacres.
El hecho es que hasta 2013, las relaciones entre la Federación Rusa y Ucrania eran estrechas y cordiales. Un presidente abiertamente prorruso, Víktor Yanukóvich, había sido elegido en 2010. Pero… cometió el error de permitir que un tratado con la Unión Europea apareciera como una opción distinta de otro, que unía más a Ucrania con Rusia.
El «poder blando» de la UE, de su sociedad más abierta, y sobre todo de su nivel de vida, sirvió para unir a la oposición contra ese gobierno prorruso, y empezaron las manifestarciones, el Euromaidan.
Podemos entenderlos ¿cuántos de nuestros compatriotas tramitan la ciudadanía europea, aprovechando algún abuelo que vino de ahí?
Víctor Y. es destituido en 2014 y sube un proeuropeo. Putin, realista, no confía en el «poder blando» de Rusia y ocupa la península de Crimea, donde estaba su base naval más importante en el Mar Negro desde los tiempos del Zar. Península que siempre había sido rusa desde que dejó de ser otomana, dicho sea de paso, pero esa ocupación lo convirtió al conflicto -inevitable- en un enfrentamiento de nacionalismos.
Este conflicto se inserta en otro más amplio, entre Rusia y la OTAN, sobre el que escribí hace un mes, aquí. Dije entonces: «10 años después de la caída del muro de Berlín, 8 después de la unificación alemana y la desaparición de la URSS, (la expansión de la OTAN) fue espectacular. Prácticamente todos los países que formaban parte del bloque soviético se sumaron entre 1999 y 2004. No es de extrañar que a Putin, al nacionalismo ruso, se le despierte la paranoia cuando saben que Ucrania está interesada en ingresar».
Vamos a 2022. Lo único que sucedió de relevante hasta ahora es que Rusia dispuso unas gigantescas maniobras militares, con hospitales de campaña y todo, cerca de las fronteras orientales de Ucrania. Y los servicios de inteligencia estadounidenses -y algo más tarde los británicos- convencieron a sus jefes políticos -o fueron convencidos por éstos, eso siempre es difícil de saber- que eran los pasos iniciales de una invasión militar. La fecha anunciada se ha ido atrasando, pero el presidente Biden insiste que es inminente. También ha ha hecho saber a los ucranianos que cuentan con su solidaridad, pero que no esperen un solo soldado yanqui. Algunos que había, fueron retirados.
El presidente Putin -no un hombre confiado- participó de otras maniobras militares, estas con armas nucleares.
Hasta el momento de subir este posteo, esto es todo lo que se sabe con certeza. Me alcanza para concluir que ambos actores principales, Rusia y Estados Unidos, han conseguido ya los objetivos geopolíticos y de política internacional a los que podían aspirar.
Rusia ha mostrado, urbi et orbi, un dato obvio, pero opacado por el derrumbe de la URSS: que es la mayor potencia militar en el occidente de Eurasia. Se puede decir que ha recuperado la posición que tenía en 1812, después de la derrota de Napoleón (No la de 1945, después de la derrota de Hitler: Europa no está destruida). Y que la OTAN no está dispuesta a defender a Ucrania a costa de una guerra.
Y EE.UU. también ha recuperado una posición hegemónica. Ha quedado claro que la Unión Europea no tiene la voluntad de enfrentar a Rusia -aunque le fastidien mucho los cambios unilaterales de fronteras. Se puede hacer otra analogía histórica con la Europa postnapoleónica, para los que gustan de ellas: EE.UU. es la Gran Bretaña de ese tiempo. Europa es el escenario, pero la UE no es el protagonista.
No veo motivos para una guerra, entonces. Pero no estoy pronosticando nada, eh. La locura y la estupidez son hechos humanos, también.
Las conclusiones generales que me animo a ofrecer son bastante obvias. Que la economía es un factor fundamental en el largo plazo, pero en el corto, la geografía, y el poder militar son los que deciden.
Eso sí, creo que puedo agregar con seguridad una conclusión, esta para el mediano plazo: hay otro actor principal, que no ha aparecido en este guión, pero debe estar disfrutando mucho de la obra. Está en Beijing.
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