Este blog no es (vade retro) un diario. No doy noticias, y no estoy atado a los titulares del día. Pienso en voz alta; como mucho, puedo aspirar a que algunos de mis comentarios (los que tratan de política y economía) ayuden a armar un puente entre el pensamiento teórico y la realidad del poder, entre la reflexión y la acción.
Pero hay situaciones en las que uno se siente… incómodo si no se define. A lo mejor, no son las más importantes, pero de algún modo son las que tocan de cerca. El referéndum de hoy en Venezuela es una.
Cualquiera que haya leído mis entradas sobre política, se puede imaginar que miro con simpatía lo que Chávez está haciendo en Venezuela. Seguro, tiene muchos defectos. Y uno de los más importantes para mí es que no veo la construcción de un proyecto industrial tecnológico sobre bases sólidas que permita a su país superar la dependencia de la exportación sojera – perdón, petrolera. Pero está haciendo que una buena parte de su pueblo – que estaba excluída – acceda a niveles mínimos de alimentación, educación y salud. Sin eso, no puede haber un proyecto industrial en el mundo moderno. Tampoco puede haber una nación. Igual, yo no voto en Venezuela. Toca a los opositores a Chávez – con la ayuda de los estudiantes, que siempre aspiran a más – convencer a la mayoría de los venezolanos que ellos, ahora, pueden hacerlo mejor que el Hugo. Uno, como argentino, es escéptico.
También, cualquiera que haya leído mis entradas sobre política internacional puede darse cuenta que no miro con simpatía el estilo Chávez. Para mí, no es un deporte espectáculo, y el antiimperialismo verbal me deja frío. La construcción de una Unión Sudamericana de Naciones – ideal que, me parece, él comparte – requiere capacidad de planificación estratégica, una diplomacia sabia y prudente y, sí, también, liderazgos populares. Pero el liderazgo que el Hugo se esfuerza por ocupar – así como despierta adhesión en sectores importantes de nuestros pueblos (no hace falta nombrarlos), automáticamente enciende la hostilidad de otros sectores, también muy numerosos (y hace menos falta nombrar a ellos).
Por supuesto, para una parte significativa de la blogosfera local eso es todo para bien: los que se oponen al Hugo son egoístas, garcas, cipayos y – lo peor de todo – de clase media. En realidad, su afecto al bolivariano se sostiene en su bronca con los que no lo quieren (y yo los entiendo). Pero no lo tomo en serio como estrategia política a largo plazo. Los enfrentamientos entre los «buenos» y los «malos» sirven para ganar y perder elecciones (que son pasajeras por definición), o para encender guerras civiles (que son derrotas definitivas, en la realidad global en que vivimos).
Para hacerme entender, recurro a un líder muy distinto a Chávez. De estilo romántico, en vez de caribeño. Y feroz en sus represiones, mientras que el venezolano es una niña en ese aspecto (para los estándares locales): Francisco Solano López. Conductor político y militar indiscutido de su pueblo paraguayo, llegó a ser el ídolo y la esperanza de los «blancos» de Argentina y Uruguay, el viejo partido Federal. Y tenía la simpatía de los bravos gaúchos de Río Grande del Sur. Pero se enfrentó con tres Estados. Y el afecto de una parte muy importante de esos pueblos le sirvió de muy poco (Puedo escuchar las voces nac&pop «¡Porque detrás estaba Inglaterra!» Claro, entonces hay que anular el partido y jugarlo de nuevo). Igual, esto no es más que un comentario sobre la realidad. Que indica que Argentina debe ser amiga cercana de Venezuela, cualquiera sea su gobierno. Y que episodios con valijas, no son más importantes que las que sabía (sabe) distribuir la CIA, o aún Propaganda Due.
Sentí ganas de decir esto. Y agregar un par de cosas: Para un análisis político sensato y con buena información, recomiendo el artículo de Santiago O´Donnell en Página 12. Demuestra que también desde la progresía se puede hablar de política con lucidez.
Pero para entender mejor a Chávez y la naturaleza de su liderazgo, recomiendo el resumen de su discurso más reciente que ha hecho el bloguero Mancuso, chavista, por supuesto.
«Larga ha sido la marcha para llegar a esta fecha de hoy, 15 de febrero. Es una fecha gloriosa, fecha luminosa, de consolidación de los plenos derechos y poderes democráticos.
» Porque ese es el destino que nos hemos trazado y en el que estamos dispuestos a dejar el alma para conquistarlo.
» Tiempo histórico que nos compromete, tiempo de nuestros ancestros y a la vez tiempo de nuestros nietos. No será una batalla más: en esta ocasión tenemos la oportunidad de despejar el horizonte, reimpulsando el devenir de un pueblo comprometido con los altos designios de esta hora.
» Avanzar en el sueño y el proyecto libertario de nuestro Padre Libertador, encarnarlo y realizarlo, pasa por la cita que hoy nos espera:
» Lo que comenzó a fraguarse a principios del siglo XIX, entre el filo del pensamiento y el filo de la espada, lo podemos consolidar este domingo, con nuestra firme voluntad de darnos el derecho de ser real y verdaderamente libres, real y verdaderamente soberanos.
» Lo que está en juego hoy 15 de febrero, puede sintetizarse en un dilema que debe ser resuelto por el Pueblo: seguir avanzando hacia el ejercicio pleno de la soberanía popular o la pretensión contrarrevolucionaria de ponerle frenos, cortapisas a la democracia revolucionaria.
» Es el dilema del Hamlet de Shakespeare: ser (el Sí) o no ser (el No).
» … Antes la historia no nos pertenecía, otros la tramaban y nosotros sólo la padecíamos. Éramos simples peones de un macabro ajedrez dispuesto por el imperio y sus cipayos apátridas.
» El Pueblo heredero de las grandes batallas, encarnación viva de todas nuestras luchas, le ha puesto sangre y hueso, alma y corazón a esta revolución; hemos sido y somos, todas y todos, un solo protagonista estelar de las transformaciones emprendidas: transformaciones que no acaban aún porque se requiere seguir completando el sagrado anhelo que nos impusimos:
» Tener Patria Libre, Patria Buena y Bonita, Patria Socialista, para nosotros, para nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos.
» Quiero decir que le hemos propuesto al país una orientación que ha venido perfilándose entre aciertos y dificultades, es cierto, pero que desde que la parimos ha tenido el mismo horizonte: es nuestro pueblo haciéndose un Pueblo cada vez más digno día a día; un Pueblo que se reconoce en el trayecto recorrido y comprende lo que el porvenir le exige.
» En definitiva: un Pueblo que sabe que sólo fraternalmente unido en el empeño y conservando el camino, podrá un día decir que nos estamos acercando al sueño, al alto sueño de la Patria definitivamente liberada. Que no haya duda entonces: ¡¡Eso es lo que nos estamos jugando con nuestra decisión, hoy 15 de febrero!!
» Decía el gran poeta William Blake en un aforismo: así como hay un tiempo para la siembra hay otro para la cosecha. Sirva esta idea para perfilar lo que les quiero advertir.
» Desde antes de haber llegado al Gobierno y lo que llevamos en él, han sido tiempos de paciente y laboriosa siembra. Algo hemos recogido, pero no basta. Hoy 15 de febrero, es la fecha para garantizarnos el inicio del tiempo de las grandes cosechas:
» El tiempo de llenar los graneros de esta hermosa travesía en la que estamos comprometidos todos por un porvenir que sea nuestro de verdad y no un simple accidente del tiempo y de la vida.
» … No habitamos ni vivimos un país. Habitamos y vivimos un reto, un reto de Patria. Por eso nuestras conquistas siempre estarán un poco más allá de lo que logremos; por eso es que tratar de darle consistencia al socialismo democrático es, para nosotros, una permanente exigencia: una frontera que hay que vencer cada día.
» De allí este empeño sin descanso, porque simple y llanamente nos lo merecemos: el reto de una democracia auténtica y revolucionaria, de participación plena y protagonismo pleno, es la idea que nos toca a la puerta de nuestra historia; esa es la idea poderosa que nos debe alentar porque como lo dijo Víctor Hugo: Nada hay más poderoso que una idea a la que le ha llegado su tiempo.
» Finalmente, lo advierte también el Eclesiastés:
«Todo lo que va a ocurrir debajo del sol tiene su hora».
» Es pues, la hora del pueblo…
» Por eso te lo repito: ¡¡Te estoy esperando en aquel lugar!! ¡Venceremos!»
Mi estilo no es romántico. Pero cualquiera que haya militado, por ejemplo, en el peronismo cuando no era oficialista, puede entenderlo. Hace poco un compañero que juzga a Kirchner con más dureza que yo – y a Menem con más benevolencia – terminó una larga discusión diciendo, «Bueno, cuando teníamos 20 años los dos hubiéramos sido chavistas«
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