Bloguero invitado: la cuenta desde lejos el Comandante Cansado

octubre 28, 2023

Mi amigo, que usaba en los años de los blogs el nic Comandante Cansado, vive y trabaja desde hace años en Bruselas. Pero eso no le quita lucidez para resumir lo que pasò en estos meses en Argentina.

Me estimula para nuevas observaciones, que ya vendràn.

Los tres tercios de las PASO fueron el resultado de una contienda, como decía el Jefe de gabinete Rossi, entre dos oficialismos consecutivos (el de 2015 y el de 2019). Y de, agrego yo, los malos resultados de ambos, que parecen endosar parejo, para el grueso de los votantes, la alta inflación y la distribución regresiva del ingreso.

Eso explica la emergencia del tercer tercio que se quedó con el amplio sector de desencantados de todos lados, logrando un conjunto de votantes policlasista y multigeneracional. Su candidato, Milei, se puso cabeza a cabeza (saliendo primero incluso) con las fuerzas mayoritarias, con un discurso que castigaba a todos por igual, pegàndole a la «casta». Las dos coaliciones restantes, por otro lado, estaban enfrascadas en internas más o menos sangrientas. Sólo Milei (y Grabois, en su escala), generaba esperanza entre sus votantes. A eso se sumaron los problemas de las encuestas para conseguir resultados fiables, lo que redundó en un sorprendente triple empate técnico.

La campaña para la primera vuelta fue muy diferente. La alianza del (pan)peronismo y sus aliados se encuadró detrás del precandidato ganador, mostrando una disciplina que no exhibía desde hace mucho (el miedo, dicen, no es zonzo). Por otro lado, su candidato mostró inteligencia estratégica al cambiar fuertemente su discurso, «vendiendo» futuro (como Macri en el 2015). Eso contrastó radicalmente con el discurso de la candidata de JxC, que siguió haciendo una campaña de PASO (de diferenciación) que no le servía para conservar todos los votos de su espacio. Y eso con un discurso que además había quedado viejo: centrar toda su campaña en «eliminar al kirchnerismo» seguía teniendo sentido en 2019, con Cristina en la boleta, pero en 2023 ya olía a calas. Ese posicionamiento de nicho la dejaba debilitada frente a un Milei que le había venido pegando parejo a todos, lo que le permitía pretender encarnar el cambio, la novedad.

Milei, por su parte, no logró pasar el techo porcentual de su resultado de las PASO. Ocurre que, en vez de limitarse a continuar con su discurso anticasta, empezó a mimetizarse de manera completamente innecesaria y contraproducente con las posiciones de otros representantes de su espacio, principalmente con las declaraciones negacionistas y prodictadura de su candidata a vice y los ataques ultraviolentos al Papa.

En lugar de continuar con la estrategia acumulativa del archipiélago de nichos discursivos, Milei desdibujó su perfil. El candidato de LLA se almorzó la cena, cometiendo el error de creer que su número de votantes era su piso, que eran «suyos», en lugar de darse cuenta del fuerte componente de voto harto/ huérfano/ en busca de una nueva esperanza que tenía. Así, tanto Milei como Bullrich le regalaron a Massa la posición tan buscada del consenso y la unión nacional.

El candidato de UP, lógicamente, reforzó esa senda ya desde el discurso del domingo. Milei, en cambio, quedó en una posición muy incómoda, teniendo que salir a mendigar votos de gente a la que le había dicho de todo, menos linda. Está rogando que los votos conseguidos sean su piso, mientras adopta palabra por palabra el discurso de Bullrich, deseando que eso le alcance para conseguir sus votos.

El punto es que puede estar cometiendo el error de regarle votos «moderados» a Massa al seguir pegándole como en bolsa al radicalismo. Veremos como le sale. No puede tampoco dejarse de lado el rol destructor de Macri, que trataba suavemente a Milei, mientras el hombre que habla con su perro muerto acusaba a quien era su candidata de los peores horrores. Por último, el violento posicionamiento antiaborto de Milei y su primera candidata a diputada en CABA, entre otras tomas de posición antifeministas, le hicieron perder voto femenino a favor de Massa, feminizando el perfil de los votantes de éste. Y aumentando lógicamente su número (60% de votantes mujeres para el Ministro de Economía). Massa disponía y dispone, además, de la palanca de su rol de «superministro».

Poooor lo menos, así lo veo yo, como decía el hombre de los tiradores y la boquilla.


«Massa gana, transpirando»

octubre 22, 2023

STM ha pedido humildad a los dirigentes (sabe que tiene que repetir el milagro que hizo en estos dos meses). Pero yo no soy un dirigente, así que me permito repetir una profecía acertada que hice hoy al mediodía, y repetirla. Acertar será bueno para mi ego, pero sobre todo para el país.


La ola global que llegó a la Argentina

octubre 21, 2023

Cuando empecé a componer mentalmente este post, tenía el título tentativo «Los componentes importados del aparato Javier Milei«. Pero después recapacité: del peluquín se ha escrito mucho -tal vez demasiado, también en este blog. Sería difícil decir algo nuevo e interesante. Y se podría creer que pretendía especular sobre sus apoyos en Estados Unidos, España, Brasil, en las diásporas cubana o venezolana, o en la nebulosa «Alt Right» que tiene a Steve Bannon por capitán… Esa es tarea para el periodismo de investigación o para los que arman carpetazos.

¿Qué se puede agregar a la simple noticia de ayer «Dirigentes bolsonaristas y del partido español Vox viajan a Buenos Aires para apoyar a Javier Milei«?

La tan difundida entrevista de Tucker Carlson, reposteada por Elon Musk, es otro testimonio, todavía más poderoso.

El aspecto que me interesa analizar, tal vez más estratégico, es si la política argentina está reflejando, a su modo, con sus propias características, una tendencia que se manifiesta en el mundo, o. para ser más precisos, en los países que son parte o están influidos por la cultura occidental. Pienso que la respuesta es sí.

No sería un hecho nuevo. Argentina siempre ha sido un país receptivo a las influencias intelectuales de los que fueran los «países centrales» en ese momento. O, como decían los hombres de Mayo, a «las luces del siglo».

El liberalismo, el romanticismo, el positivismo, el marxismo, todas fueron ideas europeas que aquí se copiaron o transformaron en versiones originales y distintivas.

No siempre Argentina fue simplemente receptor. En algunas oportunidades se trató de respuestas originales, pero coincidentes ante cambios que se producían en el mundo.

Ejemplo: aunque sería difícil imaginar dos dirigentes políticos más distintos entre sí que el laborista inglés Clement Attlee y el militar argentino Juan Domingo Perón, los dos llevaron a cabo en los mismos años reformas sociales similares, que cambiaron para siempre sus respectivas sociedades.

Y en un caso indudable de copia de un consenso extranjero, Carlos Menem, como recordé recién en el blog, fue uno entre los muchos jefes de Estado que en la década de los `90 tomaron el camino de la apertura financiera y las privatizaciones.

Y en estos tres últimos años, un economista muy versado en los trabajos de la escuela austríaca, y que repetía en TV las ideas que les gusta oír a nuestros empresarios, se convirtió primero en un «influencer», luego en un líder político, y, finalmente, en el candidato presidencial que más votos sumó en las PASO nacionales, en regiones agrícolas prósperas y en las villas más pobres.

 Y los consiguió insultando a los zurdos, las feministas, los militantes de los derechos humanos, los que advierten sobre el cambio climático, y, por encima de todo, los que defienden la intervención del Estado para mejorar la suerte de los más desafortunados y corregir injusticias.

(Una observación de consultor que no puedo evitar: muchos simpatizantes de Unión por la Patria, en especial los de su vertiente kirchnerista, repiten en la campaña las propuestas más delirantes del candidato de La Libertad Avanza para que sus votantes se horroricen. Eso puede funcionar entre los que los van a votar a ellos. Les cuesta asumir que muchos lo votan a Milei precisamente porque rompe con lo que sienten como un discurso hipócrita).

El punto no son las circunstancias que ayudaron, mucho, a que su mensaje sea escuchado. Por ejemplo, que el Estado no estaba haciendo bien su trabajo. En particular, que no se mostró capaz de contener una inflación enloquecedora. Y que el discurso de los otros líderes sonaba hueco y repetido.

El punto es que ese discurso de Milei, con matices diferentes, se está escuchando, y convoca seguidores, en muchos países de Europa y de América.

Hay una diferencia fundamental con el fenómeno que vemos entre nosotros. Todas las fuerzas políticas que forman parte de ese coro, son furiosamente nacionalistas, Todos, salvo la Libertad Avanza. Pero eso no les impide reconocer a Milei como un camarada. Analizar esta tendencia que avanza en el mundo moderno es tema para otro post. Y para muchos libros que otra gente, más sabia, escribirá ¿El desgaste del «consenso antifascista» que dominó la política occidental después de la 2da Guerra? ¿El rechazo a la modernidad líquida? ¿Los cambios en la naturaleza del trabajo y las relaciones sociales?¿Fastidio con la cultura » woke»? ¿Una combinaciòn de todo eso?

No lo sabemos. El hecho es que antes de un mes, o quizás antes de 36 horas, sabremos si Milei es el próximo presidente de Argentina o comenzará a ser una anécdota pintoresca de la política local. Pero esos vientos del mundo actual continuarán soplando, también aquí.


Milei ya estuvo antes. Y Patricia andaba por ahí, también

octubre 16, 2023

Ayer anuncié, como editor de AgendAR, el apoyo del portal a la fórmula presidencial de Unión por la Patria. No se puede decir que hubo un debate encendido en el equipo, pero estaba claro que los niveles de entusiasmo con la decisión variaban de altísimos a casi cero.

Creo que fue eso lo que me impulsó a reflexionar sobre el tema, no en el marco de esta circunstancia electoral y las identidades políticas en pugna -que no son el tema del portal- sino en el de nuestra historia y del desarrollo nacional. Que sí le interesa a AgendAR. Traté de reflejar eso en el texto. Allí doy mis argumentos, pero aquí vuelco las reflexiones que siguieron.

Otras veces recomendé en el blog leer «Diario de una temporada en el quinto piso» de Juan Carlos Torre, la historia del derrumbe del gobierno de Alfonsín, los infructuosos intentos por contener una inflación altísima que derivó en una hiperinflación que se lo llevó puesto. Ustedes recordarán que hace casi dos años se lo recomendaron al presidente, no?

Como sea, mi reflexión no se enfocó en ese episodio -la historia nunca se repite exactamente-, sino en algunas circunstancias que se parecen.

Lo que hago hincapié ahora es que en ese momento también empezó a crecer, con fuerza, un rechazo no sólo a ese gobierno, sino también al consenso, los valores democráticos que compartían el oficialismo y la oposición de ese entonces, el peronismo encabezado por Antonio Cafiero, gobernador de Buenos Aires y presidente del PJ.

Ese cuestionamiento al consenso hasta entonces aceptado, del que la campaña que hacía el periodista Bernardo Neustadt fue herramienta y símbolo. La crítica iba dirigida sobre todo contra las empresas estatales -que eran muchísimo más importantes que ahora, en que impera el capitalismo concesionario. Pero el blanco del fastidio popular fue la dirigencia política, que no resolvía los problemas de la gente. En primer término, la inflación.

¿Les dije que la historia nunca se repite exactamente? En ese tiempo, el dirigente que supo capitalizar ese descontento, la desafección con lo que estaba y la necesidad de «algo distinto», surgió del peronismo. El gobernador riojano Carlos Menem.

Nada que ver con Milei, eh. Lo suyo era la seducción, y un olfato político extraordinario. Pero llevó adelante medidas y políticas que iban directamente en contra de las esperadas -por partidarios y adversarios- de un gobierno peronista. Si la Ucedé -Unión del Centro Democrático- un partido que encarnaba el liberalismo más ortodoxo -no un delirante anarco-capitalismo, otra diferencia a señalar- fue deglutida por Menem. Un chiste que circulaba en ese tiempo decía «Roca demostró que la amenaza india no existía. Y Menem, que la amenaza peronista tampoco».

No era cierto. El sindicalismo, los aparatos políticos territoriales, y la capacidad de entusiasmar y convocar a una generación joven seguían existiendo, como se demostró luego. Y también el antiperonismo, que en los ´90 parecía haberse convertido sólo en la pasión desubicada de viejos nostálgicos.

¿El punto de este posteo? Que, contrario al lugar común del periodismo perezoso de «78 años de peronismo» las dos realidades que los protagonizaron fueron tanto el peronismo como el antiperonismo.

Sostengo -lo he dicho otras veces- que son dos facetas de la identidad argentina. Y las dos son sensibles -adaptan y transforman- las tendencias que agitan el mundo. O por lo menos a occidente (la cultura, no la OTAN).

Menem, más allá de su oportunismo muy peronista, fue la respuesta local al derrumbe de la Unión Soviética y la apertura capitalista de China. A un mundo donde había quedado en pie una sola Gran Potencia, los EE.UU.

Eso sí, uno debe juzgar -ya lo ha hecho la historia- que Menem fue astuto, pero no inteligente. Su oportunismo fue miope y desastroso para nosotros en la economía y en la geopolítica. No estuvo a la altura de estadistas que surfearon esas mismas corrientes, como el brasileño Fernando Henrique Cardoso. O el chino Deng Xiaoping.

Pero ni Menen ni el peronismo de los ´90 fueron los únicos protagonistas, ni los únicos responsables de la modernización y de la desindustrialización. El antiperonismo armó una Alianza y derrotó al peronista Duhalde, que pretendía, confusamente, salir de ese tobogán de la convertibilidad y del Consenso de Washington. La Alianza reafirmó ese camino, y en 2001 cayó al pozo y la Argentina con ella ¿Hace falta decir que Patricia Bullrich fue una de loas figuras políticas que migró del peronismo a la Alianza, conservando lo que podría llamarse el legado menemista?

Otra vez la política argentina -tan ensimismada en sus viejas peleas- es sacudida por vientos externos. Tengo toda la intención de escribir sobre este vendaval que se ha despertado en la última década. Espero encontrar el tiempo, antes del próximo domingo.


Están los que lo niegan. Y están los que no les importa

octubre 6, 2023

Circula en estos días una convocatoria para adherir a una ley punitiva contra el Negacionismo. Definido como la práctica sistemática que busca refutar, desmentir e impugnar la existencia en nuestro país, a partir de marzo de 1976, de un plan represivo orientado a exterminar a un colectivo social.

Debo decir que me parece un planteo legítimo. Una sociedad que respete la libertad de opinión también tiene derecho a prohibir una «práctica sistemática» que ataque valores importantes y sensibles de sus mayorías. No es necesario acudir a la legislación alemana contra la negación del holocausto de judíos y otras etnias. El prólogo a un documento tan «liberal», en el sentido antiguo de esta palabra, como la constitución de los Estados Unidos, habla de «un decente respeto a las opiniones de la humanidad«. (Si después se respetaron o no es otro tema).

Al mismo tiempo, tengo que decir que es ineficaz. «Descolgado», dirían en mi barrio. Escuchando a quienes sumaron en las primarias de agosto más del 50% de los votos válidos, queda claro que una ley así no tendría chances de ser aprobada.

El punto no es si ambos candidatos de la oposición piensan lo mismo, ni si sus votantes comparten sus opiniones. El punto es el hecho evidente que sus declaraciones públicas, que escandalizan a un sector de nuestros compatriotas, no les han restado votos en otro (numeroso) sector.

Un amigo se preguntaba en su página –La señal medios– cómo podía suceder esto. Encontraba la respuesta en la falta de difusión del pensamiento nacional.

Esta es una discusión vieja en la política argentina. En particular, ha sido el grito de batalla, justamente, de los autores que dieron forma a lo que se llama desde hace cerca de 90 años «el pensamiento nacional». Y tenían razón. En aquel tiempo en Argentina el panteón de héroes lo había establecido, la historia que escribió Mitre, y La Nación y La Prensa formaban la opinión de una extensa clase media.

Pero por supuesto Scalabrini Ortiz y Jauretche y Pepe Rosa y Abelardo Ramos, y antes que ellos Palacios y los hermanos Irazusta y después Fermín Chávez y Castiñeira de Dios,… edificaron a su vez un cuerpo de ideas y valores. Mi tocayo Gabriel Fernández se queja de que hoy no se difunden. Una amiga le decía, brevemente, que hoy no se lee.

Mi reflexión inicial es que hoy se lee en la pantalla del celular, mucho más que en cualquier otro medio. Sobre todo, mensajes de WhatsApp, porque los textos que acompañan videos en Instagram o en Tiktok son muy cortos. Y es cierto que ahora los militantes políticos -ni hablemos de los dirigentes- leen menos que hace 50 años, cuando leían -fragmentos- de Perón, Mao, Primo de Rivera, Trotsky y hasta a Menachem Begin.

Pero no hay que exagerar. No es que los que militamos en los ´70 fuimos ejemplos de sabiduría. Por cierto que no. Los de hoy -los del lado peruca, claro- leen a Perón y al eterno Jauretche. Y los clásicos del pensamiento político, Aristóteles, Maquiavelo, Weber son leídos por una minoría de estudiosos y de nerds, entonces y ahora.

Sobre todo, no caigamos en las berretadas del peluquín o del antikirchnerismo obsesionado. Las escuelas no «adoctrinan». Voltaire, como otros notorios anticlericales, fue alumno de los jesuitas. Y si ellos no lo consiguieron adoctrinar, menos lo lograrán los docentes modernos, cuando los pibes tienen celulares. Entonces, el negacionismo no prospera por falta de información, creo yo. Después de todo, la película «1985» tuvo muchos espectadores, también entre los jóvenes.

En mi falible opinión, lo que hay es una brecha entre los intereses y temores de gran parte de nuestros compatriotas y los de los «politizados de Este Lado» ¿los llamamos así?, que tampoco son pocos.

Parte de esta brecha cultural se explica porque entre los más pobres, que no tienen entradas fijas ni empleo formal, sus preocupaciones son otras. Entre los jóvenes, pobres o no, los ´70 aparecen, son, lejanos. Casi medio siglo atrás. No están entre los motivos de sus votos

No es que no les preocupen los derechos humanos. Pero los asocian con otros problemas, especialmente los jóvenes. La policía, que te detenga o te acose por portación de cara o de gorrita con visera. Y también el delito violento: que te peguen un puntazo para robarte el celular también afecta tus derechos.

No estoy negando que haya una relación entre las masacres de los ´70 -y anteriores- y los conflictos actuales. Hay realidades económicas y sociales que los vinculan.

El problema, el desafío a enfrentar, es cómo se transmiten experiencias valores. Nunca ha sido fácil. Y mi amigo tiene razón: ahora no lo estamos haciendo bien.

Una reflexión final, práctica. Los valores se transmiten desde la legitimidad de quien lo hace. Y en la modernidad líquida de estos tiempos, la legitimidad dura poco. Como dicen en mi barrio, esos goles los hiciste en el campeonato del año pasado, pibe. No sirven, si ahora estás jugando mal.