Mi amigo, que usaba en los años de los blogs el nic Comandante Cansado, vive y trabaja desde hace años en Bruselas. Pero eso no le quita lucidez para resumir lo que pasò en estos meses en Argentina.
Me estimula para nuevas observaciones, que ya vendràn.
Los tres tercios de las PASO fueron el resultado de una contienda, como decía el Jefe de gabinete Rossi, entre dos oficialismos consecutivos (el de 2015 y el de 2019). Y de, agrego yo, los malos resultados de ambos, que parecen endosar parejo, para el grueso de los votantes, la alta inflación y la distribución regresiva del ingreso.
Eso explica la emergencia del tercer tercio que se quedó con el amplio sector de desencantados de todos lados, logrando un conjunto de votantes policlasista y multigeneracional. Su candidato, Milei, se puso cabeza a cabeza (saliendo primero incluso) con las fuerzas mayoritarias, con un discurso que castigaba a todos por igual, pegàndole a la «casta». Las dos coaliciones restantes, por otro lado, estaban enfrascadas en internas más o menos sangrientas. Sólo Milei (y Grabois, en su escala), generaba esperanza entre sus votantes. A eso se sumaron los problemas de las encuestas para conseguir resultados fiables, lo que redundó en un sorprendente triple empate técnico.
La campaña para la primera vuelta fue muy diferente. La alianza del (pan)peronismo y sus aliados se encuadró detrás del precandidato ganador, mostrando una disciplina que no exhibía desde hace mucho (el miedo, dicen, no es zonzo). Por otro lado, su candidato mostró inteligencia estratégica al cambiar fuertemente su discurso, «vendiendo» futuro (como Macri en el 2015). Eso contrastó radicalmente con el discurso de la candidata de JxC, que siguió haciendo una campaña de PASO (de diferenciación) que no le servía para conservar todos los votos de su espacio. Y eso con un discurso que además había quedado viejo: centrar toda su campaña en «eliminar al kirchnerismo» seguía teniendo sentido en 2019, con Cristina en la boleta, pero en 2023 ya olía a calas. Ese posicionamiento de nicho la dejaba debilitada frente a un Milei que le había venido pegando parejo a todos, lo que le permitía pretender encarnar el cambio, la novedad.
Milei, por su parte, no logró pasar el techo porcentual de su resultado de las PASO. Ocurre que, en vez de limitarse a continuar con su discurso anticasta, empezó a mimetizarse de manera completamente innecesaria y contraproducente con las posiciones de otros representantes de su espacio, principalmente con las declaraciones negacionistas y prodictadura de su candidata a vice y los ataques ultraviolentos al Papa.
En lugar de continuar con la estrategia acumulativa del archipiélago de nichos discursivos, Milei desdibujó su perfil. El candidato de LLA se almorzó la cena, cometiendo el error de creer que su número de votantes era su piso, que eran «suyos», en lugar de darse cuenta del fuerte componente de voto harto/ huérfano/ en busca de una nueva esperanza que tenía. Así, tanto Milei como Bullrich le regalaron a Massa la posición tan buscada del consenso y la unión nacional.
El candidato de UP, lógicamente, reforzó esa senda ya desde el discurso del domingo. Milei, en cambio, quedó en una posición muy incómoda, teniendo que salir a mendigar votos de gente a la que le había dicho de todo, menos linda. Está rogando que los votos conseguidos sean su piso, mientras adopta palabra por palabra el discurso de Bullrich, deseando que eso le alcance para conseguir sus votos.
El punto es que puede estar cometiendo el error de regarle votos «moderados» a Massa al seguir pegándole como en bolsa al radicalismo. Veremos como le sale. No puede tampoco dejarse de lado el rol destructor de Macri, que trataba suavemente a Milei, mientras el hombre que habla con su perro muerto acusaba a quien era su candidata de los peores horrores. Por último, el violento posicionamiento antiaborto de Milei y su primera candidata a diputada en CABA, entre otras tomas de posición antifeministas, le hicieron perder voto femenino a favor de Massa, feminizando el perfil de los votantes de éste. Y aumentando lógicamente su número (60% de votantes mujeres para el Ministro de Economía). Massa disponía y dispone, además, de la palanca de su rol de «superministro».
Poooor lo menos, así lo veo yo, como decía el hombre de los tiradores y la boquilla.