
Del frecuente y opinionado comentarista MAGAM he subido material en el blog al menos desde 2013, además de los dos posteos que enlaza en el texto y. que componen con este una trilogía.
En todas esas ocasiones expresé mis reservas. MAGAM tiene formación de buen nivel, es evidente, en alguna de las ramas de la ingeniería. Pero, al no ser economista ni haberse preocupado, también es evidente, en estudiar a fondo la bibliografía, carece de herramientas técnicas que, pienso, son necesarias. Más notorio, se inclina por hacer afirmaciones terminantes -hay algunas en este texto- sin dar los datos concretos -los números- que las transformarían en algo más que una impresión personal.
MAGAM es generoso y esforzado. No le molestan mis críticas, y continúa enviando textos. Y yo se los publico por un motivo fundamental: Que los economistas profesionales no han sido, en general y en estas últimas décadas, muy exitosos o fructíferos ni en la teoría ni en la práctica. Y un aficionado como nuestro comentarista puede apuntar, y lo hace, a temas muy básicos que «no están de moda» en la discusión económica actual. Como lo hace en estas líneas.
Crecimiento económico
Como intenté transmitir en los dos posts anteriores, el “tipo de cambio real”, la “inflación” y el “crecimiento económico” están muy relacionados entre sí. Solo los dividí para hacer la tarea más fácil, pero se deben leer en conjunto y no voy a repetir conceptos en este post.
Hasta ahora no hablé mucho del consumo, que también se relaciona fuertemente con los tres temas mencionados. Constantemente se habla de promover el consumo, que a priori suena razonable y sobre todo parece relacionado con el bienestar general, pero hace falta preguntarnos antes: ¿Consumo de qué? ¿De qué manera? ¿Incluimos bienes durables? ¿Bienes durables públicos o privados? ¿Qué tipo de infraestructura? ¿Piletas privadas o puentes? ¿Bienes de consumo nacional o importado? ¿Turismo internacional o local? Como ven, hablar solo de consumo es muy vago, y mucho más hablar de promoverlo.
Como sociedad deberíamos discutir ¿qué tipo de crecimiento queremos? En lo personal prefiero el crecimiento relacionado con el desarrollo. Pero lo que me parece más preocupante todavía es que el tema ni siquiera se discute, ni en los medios, ni en los blogs, ni en las casas. A lo mejor se cree que es algo donde nadie tiene el timón y el crecimiento/consumo/inversión se da de forma espontánea o aleatoria. No es así, absolutamente no, tiene que ver con las decisiones de nuestros gobernantes a nivel nacional, a través de los incentivos que promueven cuando definen el esquema macroeconómico, incluido el gasto público, la toma de deuda, las medidas del Banco Central, los impuestos, entre otros (vuelvo a insistir en releer los posts anteriores).
Debemos evitar a toda costa los crecimientos tumorales, actividades que en esta etapa no nos acercan al desarrollo. Incluso muchas de estas actividades económicas por su alto ritmo de crecimiento tienen los días contados, pues saturan rápidamente el mercado interno y no alcanzaron ni tienen las condiciones para salir a exportar. De ahí mi insistencia en decir que el crecimiento del PBI es un indicador muy mediocre, y se le da más importancia de la que tiene. Pero no es el fin del post ahondar en este punto.
Es importante notar que cualquier cambio en las prioridades sobre la actividad económica implica un cimbronazo o parate, para poder reasignar recursos a otras actividades. Puedo dedicarme a poner tornillos, pero si luego querés que pegue ladrillos vas a tener que bancarte un buen tiempo de adaptación. Entonces no solo es importante que definamos un esquema macroeconómico y prioridades, sino que también es muy importante que sea estable en el tiempo, y dejemos de una vez por todas de pendular entre esquemas completamente antagónicos, y que todavía ninguno nos trajo beneficios duraderos, más allá que algunos pueden ser más llevaderos que otros.
Entonces el gobierno, primero vía políticas macroeconómicas absolutamente necesarias (no suficientes), y luego con acciones específicas (erogaciones, barreras arancelarias, impuestos, entre otras), debería fomentar ciertas actividades económicas que nos acerquen al desarrollo. Estoy convencido que esas actividades están relacionadas con la vivienda, el agua potable, la urbanización, los puentes, las plazas, las escuelas, los desagües pluviales, el tratamiento de la basura, la energía, las calles, las terminales de colectivos, los hospitales, la educación, la salud, la alimentación, entre otros que se me deben estar pasando.
Creo que todos estamos de acuerdo que queremos un alto crecimiento, entendiendo y dejando de lado el tema tumoral planteado. Y para eso debe haber inversión en la economía real. Para crecer más debemos invertir más, es casi una obviedad. Lo que no parece tan obvio para muchos es que debe haber un equilibrio entre consumo e inversión. Noten que la inflación también está muy relacionada con la relación consumo/inversión, y la inversión con el tipo de cambio real, por eso insisto en la fuerte interrelación entre los tres temas tratados en los posts.
Esa inversión debe provenir principalmente del ahorro interno, que no son dólares en el colchón, pues una buena parte de los dólares que actualmente generamos principalmente con el agro deberían estar en un fondo soberano (o más adelante fondeando empresas nacionales para expandirse en el exterior, pero no quiero complicar con más cosas).
Con ahorro interno me refiero a la fracción de los ingresos en pesos que generamos y que no dedicamos a gastar en bienes de consumo. El ahorro interno es lo que deberíamos dedicar a inversiones en la economía real, a generar infraestructura de todo tipo. Una fracción importante de nuestro trabajo y esfuerzo como sociedad debería estar focalizado en la creación de infraestructura, de medios de producción y que la fortalezcan y la doten de cierta productividad.
El desarrollo y crecimiento surge desde adentro, esto es muy importante de entender, y a partir de cierta organización como sociedad y sobre todo desde el esfuerzo. A lo mejor algunos están esperanzados en que vengan de afuera, inviertan y “nos desarrollen”, no creo que suceda, es como esperar incorporar conocimiento durmiendo con un libro bajo la almohada. A lo mejor por una generación (20 años) deberemos dedicarnos principalmente a generar “infraestructura pesada”, la que se amortiza en 70/80 años, mientras nuestros descendientes se dedican a tener mejor formación, y vamos dando pasos más lentos pero firmes hacia un mayor desarrollo.
Lo que sí puede colaborar con nuestro desarrollo son los “dólares de know-how”, de conocimiento de las empresas, no los financieros, sino del cómo hacer las cosas y de alguna tecnología en equipamiento que no disponemos. Pero ese know-how irá llegando con el tiempo y a medida que nos vayamos desarrollando y manteniendo cierta estabilidad.
Con las tasas de interés actuales no hay inversión en la economía real que pueda competir, por eso en este esquema de altas tasas, divisas generadas por unos pocos y continuo endeudamiento en dólares, las inversiones no llegarán, ni propias ni de extranjeros. Y la apertura de las importaciones está destinada a suministrar bienes a esa pequeña proporción de la población que dispone de los recursos y continuamente está siendo beneficiada por las políticas actuales.
Siendo un país en vías de desarrollo, debemos focalizar el crecimiento en los bienes y servicios que sí podemos proveer, y que además son los que nos hacen más falta como sociedad, que realmente mejoran nuestra calidad de vida, promueven el empleo y nos dan dignidad. Es paradójico que parezca faltarnos todo lo que es muy abundante en este suelo, donde solo hace falta aplicarle un poco de trabajo.
También deberíamos preguntarnos ¿qué definimos como trabajo de calidad? El trabajo a demandar depende de las necesidades actuales, pero sobre todo de las capacidades actuales. El nivel cultural y la educación son procesos lentos, de una o dos generaciones, no podemos pretender disponer de decenas de miles de “rocket scientists” de la noche a la mañana.
Entendamos que el crecimiento y “el desarrollo nace desde adentro de una nación”, “nadie nos puede desarrollar”, por más dólares que pongan los extranjeros, o que pidamos prestados, o que genere el campo.
Son muy importantes las políticas macroeconómicas que se aplican porque de lo contrario la inversión nunca aparecerá. Vuelvo a resaltar que “la economía es la ciencia de los incentivos”, que a su vez se divide en dos ramas, una de la “zanahoria adelante” para promover el esfuerzo y la inversión y otra de la “zanahoria atrás” solo para evitar malos comportamientos. En los últimos años del kirchnerismo se degradó la macroeconomía y la inversión se redujo a la mínima expresión. Por más política y buena voluntad que apliques, bajo presión o por decreto la inversión productiva no aparece. Como tampoco lo hará en estos momentos con el planteo macroeconómico del PRO, por más que se bajen los lienzos, la inversión productiva no aparecerá si el negocio financiero es espectacular. La economía real no tiene como competir. Ya ni siquiera el propio gobierno invierte en infraestructura, la cual está reducida a su mínima expresión. Por eso mi insistencia con el esquema macro (ver posts anteriores), si no es el adecuado seguiremos pendulando entre esquemas que no nos llevan muy lejos y volveremos a volantear.
Creo que mientras mantengamos nuestra creencia en el concepto de “restricción externa”, seguiremos siendo mediocres, justamente lo que nos sucede es lo opuesto, nos sobran divisas y no las sabemos usar. De todas maneras son limitadas, y nos hace sentirnos ricos antes de desarrollarnos. Este concepto completamente errado, no solo es de los “populistas”, que promovieron en estos últimos años actividades económicas que denominaría tumorales, sino también de los “liberales”, que nos endeudan en divisas continuamente, como si nos hicieran falta (leer primer post).
Por supuesto que luego a medida que generamos infraestructura, nos eduquemos, capacitemos y ganemos estabilidad podremos ir apreciando nuestra moneda, lo que sin dudas aún nos dará un mayor bienestar.
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