La guerra en cuotas entre Irán e Israel. Y comentarios locales

abril 19, 2024

Empiezo con lo local. Y personal. A pesar de mi vocación de comentar aquí casi todo lo que llama mi atención, escribí muy poco sobre la guerra en Ucrania, y, desde hace algunos años, poco sobre los enfrentamientos en Medio Oriente. Es porque creo que la política internacional, y la guerra, son temas apasionantes, pero no son un deporte espectáculo. No hay lugar, sostengo, para las hinchadas.

Y entre nosotros, en los debates sobre la política exterior argentina -la que se hizo, la que se debe hacer- predominan las hinchadas. Quizás porque no tenemos historia como país de protagonismo en los conflictos internacionales -salvo unas pocas semanas, hace 42 años.

En realidad, esos entusiastas compatriotas no «hinchan» por uno de los bandos. Salvo las colectividades afines, claro. Que se esfuerzan, donan recursos, y a veces van como voluntarios a luchar. Somos un que sumó muchos inmigrantes de, por ejemplo, Europa Oriental y Medio Oriente.

El resto, que incluye a no pocos de esos orígenes, por la diversidad argenta, toma partido por motivos que tienen que ver con nuestra política interna. O nostalgias ideológicas, contradictorias. Muchos que vienen de la derecha tradicional y católica hoy son fervientes partidarios del estado judío, y hay muchos de formación marxista, entre los que apoyan a la República Islámica.

Esto sería otra característica argenta. Pero en este siglo esas «hinchadas» -minorías politizadas que toman partido en la política internacional- están influyendo cada vez más en las decisiones de nuestros gobiernos.

Atención: los intereses económicos locales y la ansiedad por ganar aliados exteriores para alcanzar o retener el poder- han influido en la política exterior de nuestros dirigentes desde antes que hubiera un gobierno argentino (ver «La Representación de los Hacendados», de Mariano Moreno y Manuel Belgrano), Eso pasa en todos los países.

Pero esto es distinto. Surge de una pulsión por identificarse -en la fantasía- con un bando que es el «Bueno», en el repudio al otro que es el «Malo». Estas hinchadas y sus fantasías influyen en nuestros gobernantes, que deben tenerlos en cuenta porque son sus militantes. Compartan o no esas fantasías, 

Y a fines del año pasado triunfó en las elecciones alguien que las compartía: el actual presidente Javier Milei. Al que en realidad se debe considerar como el jefe de una hinchada. La conduce mostrándose como el más fanático de todos.

Ojo: no es el único caso, si bien el más extremo. Gobernantes más prácticos se han manejado con esa lógica. Pregúntense, por ejemplo, si para descartar un ALCA, que no nos convenía, era necesario montar una contra conferencia en Mar del Plata, con la presencia estelar de Chávez y de Maradona…

El aún menos conveniente Tratado de Libre comercio con la Unión Europea ha estado en el freezer por 20 años, y seguirá así.

(El Peluca podría aceptar cualquier cláusula, pero Brasil, con Lula o aún con Bolsonaro, es más responsable. Sus hinchadas sólo se apasionan por el futbol).

Así que aquí van mis reflexiones sobre la guerra entre Irán e Israel, sin pretender expertise especial. Mi idea es aportar mis 2 centavos a un debate más realista entre los politizados. Hay expertos que publican, y comunicadores serios, pero los gritones apasionados los superan.

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Una observación fundamental, antes de comenzar: este NO es el conflicto Israel-Palestina. Tienen mucho que ver esas dos historias, pero no surgen de los mismos motivos, no empezaron juntas, y tal vez no terminen al mismo tiempo. Si terminan.

Lo primero que se percibe en el enfrentamiento entre esas dos potencias militares del Medio Oriente, Irán e Israel, es que a lo largo de más de 4 décadas hubo una muy lenta escalada, llevada adelante por ambos lados con mucha cautela. Sigue así, y en el fin de semana pasado y este viernes esa guerra en cuotas subió un importante escalón. Con mucho cuidado, por ambos bandos.

El moderadamente masivo ataque con drones y misiles que lanzó Irán el sábado 13 fue una represalia anunciada, para vengar el bombardeo israelí que mató a altos jefes militares de la Guardia Revolucionaria en el consulado persa en Damasco, Siria.

Fue tan anunciada que el canciller iraní la informó a embajadores occidentales y periodistas, cuando los proyectiles aún estaban muy lejos de su blanco. No una táctica militar eficaz, por cierto, pero acordaba con el propósito de cumplir su amenaza de castigar ese bombardeo, sin cruzar una invisible línea roja, una que obligaría a Israel a usar toda su fuerza militar.

E Israel también parece querer mantenerse en ese nuevo escalón: lanzó anoche un ataque deliberadamente «débil» en territorio de Irán (y, aseguran sus fuentes, otros en fuerzas iraníes en Siria y El Líbano). Los medios persas minimizaron las consecuencias del ataque y anunciaron el derribo de drones. Además, Irán «dejó saber», a través de Sergio Lavrov, el ministro ruso de Relaciones Exteriores, que no piensa tomar represalias por ese ataque.

Parece evidente que por toda esa mezcla de patriotismo, religiosidad e identidad cultural que caracteriza al Medio Oriente, esas dos potencias regionales siguen la lógica que contiene a las Grandes Potencias globales desde 1945: el riesgo de destrucción mutua es demasiado grande. Más adelante amplío esto.

El conflicto empezó muy lentamente, a partir de la Revolución Islámica de 1979. Si en la década del ´80, Israel le vendió armas a Irán, que estaba en guerra con Irak. No lo anunció ruidosamente, claro. La hostilidad ideológica era evidente desde el comienzo, pero no tenían una frontera en común, y si tenían, ambos, enemigos más cercanos.

Esta situación de hostilidad a distancia cambió. Porque los dos países que tenían capacidades militares y sus territorios se interponían entre Irán e Israel, ya no las tienen. Y casi ya no son Estados.

Esto es una tragedia histórica. Porque se trata de Irak y Siria, la Media Luna fértil, la región donde nació la agricultura, el alfabeto, las primeras ciudades que el ser humano construyó. Irak fue destruido como Estado con una fuerza militar apreciable por los EE.UU., y ahora está cerca de ser un satélite de Irán.

Siria… ha sido desgarrada por sus luchas intestinas, agravadas por el derrumbe iraquí y las intervenciones de EE.UU., Israel, Rusia… Con distintos objetivos y apoyando a distintos bandos, pero el resultado fue la destrucción de un país.

Como sea, había razones para el enfrentamiento más allá de la ideología. Cuando Israel mira a su alrededor, ve que por territorio, población, industria y tecnología, Irán es la nación del Medio Oriente que puede ser su enemigo más peligroso.

Por parte de Irán, la única nación musulmana donde la fe chiita era mayoritaria y, desde 1979, gobernaba, el enfrentamiento con Israel, la nación que era vista por los pueblos del Medio Oriente, mayoritariamente sunnitas, como una intrusión de «Occidente» en su suelo, era una forma de ganar legitimidad y afirmar liderazgo. Además, EE.UU. había sido hostil a su gobierno teocrático desde el comienzo. Y «el aliado regional de mi enemigo es mi enemigo».

Irán comenzó a apoyar a las facciones islámicas que, en la región, combatían a Israel. Primero, a las de la fe chiíta, como Hezbolá, pero luego a todas, incluso a la sunnita Hamás.

Israel llevó adelante una política de asesinar a jefes militares y científicos nucleares iraníes, y a sabotear los desarrolló tecnológicos que pudieran ayudar a Irán a construir armas atómicas.

¿Cómo seguirá el enfrentamiento? ¿Cuándo caerá la próxima «cuota» de esta guerra? Imposible saberlo, pero hay razones poderosas para que continúe. Como las hay para que las Potencias intenten «moderarlo».

Israel no puede permitir que un estado abiertamente enemigo obtenga armas nucleares, bajo riesgo de aniquilamiento. Irán no puede dejar de lado su enfrentamiento con Israel, sin el riesgo de un derrumbe de su gobierno y de su unidad nacional, como el que acabó con la Unión Soviética.

El escenario: Israel tiene un arsenal nuclear significativo, pero su territorio es pequeño. Irán, por lo que se sabe aún no tiene esa capacidad, pero mucho más territorio y población. Y su industria de armamentos y sus fuerzas militares están dispersas. Podría asestar golpes muy duros a su rival.

¿Sus recursos serían suficientes para derrotar a Israel en una guerra abierta? Hoy seguramente no, porque no hay frontera común que facilite un ataque terrestre y la capacidad nuclear israelí desequilibra cualquier balanza. Pero sí para infligirle gravísimos daños y debilitarlo frente a sus otros enemigos.

«Occidente» -es decir, EE.UU. y sus aliados con capacidad de intervención militar (entre los que no se cuenta Argentina, obvio) actuarán, si Israel es atacado en forma que amenace su supervivencia.

Por otro lado, Irán es hoy un aliado, y proveedor de material militar, de Rusia ¿Ésta iría a una guerra abierta por la República Islámica? Su destrucción, aún sólo su eliminación como potencia militar, debilitaría su influencia y amenazaría su seguridad. Ya fue a la guerra en las llanuras de Ucrania por esos motivos.

Otro factor que es necesario tomar en cuenta son dos potencias militares regionales: Egipto y Arabia Saudita. Ambos sunnitas, no sienten simpatía por Israel ni por Irán, y no les gustaría que ninguno de los dos quedara en una posición de hegemonía regional.

Egipto mantiene desde hace más de 40 años acuerdos con Israel, que ha mantenido a pesar de la hostilidad que despierta en gran parte de su pueblo. Arabia Saudita aceptó, hasta cierto punto, los «Pactos de Abraham», el intento de Israel de establecer relaciones con sus vecinos árabes. Y esas dos potencias musulmanas mantienen relaciones cordiales, de distinta naturaleza, con EE.UU. y Rusia. Si Israel aceptara un Estado palestino, en condiciones aceptables para la mayoría de los palestinos, Egipto y Arabia Saudita podrían ser las claves de un equilibrio regional. Algo que no existe desde hace más de un siglo. Pero eso es hoy solo una especulación teórica.

Y Argentina, qué? 

En el plano militar, nada. Nuestro país no está hoy en condiciones de intervenir militarmente con eficacia fuera de los límites de su territorio continental. Aún así, no es un conflicto ajeno.

Tenemos colectividades numerosas y enraizadas entre nosotros, la judía y la árabe. Hasta contamos con una pequeña minoría persa, y estamos recibiendo un influjo apreciable de prósperos inmigrantes rusos. Pero no hemos mostrado en nuestra política exterior coherencia y estabilidad suficiente para ofrecernos como mediador, en el hipotético caso que alguien lo aceptara.

Por ahora, nuestra preocupación debe ser el destino de Argentina y de nuestra región, la América del Sur, en un mundo donde esta guerra, y otras como esta o más terribles, con el uso de armamento nuclear, serán parte del paisaje. EE.UU. ya no está en condiciones de imponer una «Pax Americana», y una «Chino-americana» no está en el menú previsible para esta década.


El Poder Judicial argentino, ¿dijo o no dijo que el culpable del atentado a la AMIA fue Irán? Otro capítulo de una tragicomedia nacional

abril 15, 2024

 Mi largo post de anteayer no habla del atentado, del que no tengo más información que la que cualquiera puede encontrar en lo que se ha publicado.

Es una crónica de cómo la sociedad y la política manejaron el tema, desde que Néstor Kirchner nombró a los fiscales que acusaron a Irán en 2006.

Atentos lectores señalan en los comentarios del post que el título es un error: el fallo no «sentencia» que el culpable fue Irán, porque ese punto no era el tema del juicio. Sería la afirmación de uno de los camaristas, el juez Mahiques.

Amigos en grupos de whatsapp me han dicho lo mismo. E incluyen a otro de los camaristas entre quienes lo afirman en su dictamen.

(En cuanto a lo que dice Milei: sí, es el Presidente, por increíble que parezca, pero en la práctica no importa. Cualquier día puede decir, y dice, cualquier cosa).

Estimados, el punto no es mi lectura del fallo, «probablemente errónea», diría el Turco Asís. Es que esa fue la lectura de la prensa internacional, no sólo la de los medios locales (ex hegemónicos, gracias a las redes). Fue la lectura de CNN, BBC Mundo, France24, SwissInfo… y Russia Today.

 Como no leo farsi, no puedo asegurar que eso es lo que leyó el gobierno iraní. Pero seguramente leen inglés.

(Una sola observación a mis amigos que rechazan con energía la hipótesis de la culpabilidad de Irán en ese atentado. Decir que si afirmamos que es culpable, corremos el riesgo de otro atentado, ¿no es una contradicción?).

En cualquier caso, mi pedido queda sin respuesta: por la desprolijidad del Poder Judicial y la de los gobernantes, seguimos sin «historia oficial».


El Poder Judicial argentino sentenció: el culpable del atentado a la AMIA fue Irán

abril 13, 2024

Les aviso: no hay aquí reflexiones profundas, ni siquiera superficiales. Alguna frase al final, pero esto es una crónica, escrita hace tiempo.

Es que yo he sido -además de un actor, de reparto, en lo político y lo profesional, algo así como un cronista de preocupaciones argentinas. En mails colectivos, en una página «El hijo de Reco» que volveré a hacer accesible cuando tenga tiempo, y en este blog.

Un cronista muy irregular, eso sí. Del atentado a la AMIA escribí creo que por primera vez en octubre de 2006, más de 12 años después. Luego, seguí con apuntes sobre el tema y sus ramificaciones: el memorándum con Irán, el caso Nisman…

Ahora, casi 30 años después, un tribunal argentino dicta un fallo, definitivo según nuestra legislación. Y clasifica el atentado como delito de lesahumanidad, imprescriptible.

Por eso me parece importante repasar la historia. No del atentado en sí, sino de como reaccionó la sociedad y la política argentina. Una crónica sepultada por los relatos y los expedientes.

Ya la rescaté otras veces en el blog. Vuelvo a hacerlo. Empiezo volviendo algo más de 17 años atrás. Tengan en cuenta que yo era más joven y algo soberbio.

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«El 26 de octubre (de 2006), inmediatamente después que fiscales argentinos pidieran la captura de ocho iraníes, entre ellos un ex Presidente de ese país, acusados por el atentado a la AMIA, yo escribía:

“Hace algo más de 12 años un atentado en la sede de la Asociación Mutual Israelita Argentina costó 85 vidas de argentinos de religión judía, católica y quizá algún agnóstico. Fue un hecho muy doloroso, en un país habituado a las catástrofes, que impactó en nuestra gente. También puede argumentarse que fue una de las primeras batallas en la llamada “guerra del terror”.

Sea como sea, no es sorprendente que nuestros investigadores y servicios de inteligencia y seguridad no proporcionaran explicaciones convincentes, ni tampoco – por supuesto – pruebas. No tienen experiencia en conflictos internacionales, porque han sido volcados a nuestras luchas internas. Y las explicaciones que en otros países se han dado de hechos similares no se han librado de ser cuestionadas. Cualquiera puede encontrar en Internet – por ejemplo – cientos de sitios ofreciendo teorías conspirativas, distintas de la oficial, sobre el atentado a las Torres Gemelas.

La diferencia clave es que en otros países los órganos del Estado (el Poder Judicial también lo es) han llegado a conclusiones que asumen definitivas y están dispuestos a afirmarlas con su autoridad. Tienen una “historia oficial”. Y no es cinismo señalar que es una base necesaria de toda política de Estado. El estado Argentino no ha podido elaborarla por esas mismas luchas internas que mencionamos antes.

Así, el gobierno de Menem y el juez Juan José Galeano que investigó el tema plantearon – sin mucha convicción – la “pista iraní”, pero dedicaron más esfuerzos a la conexión local, que encontraron convenientemente en las filas de la policía provincial de un gobernador que lo incomodaba. Tuvo el aval de las organizaciones de la comunidad judía.

Los opositores a Menem – y los familiares de las víctimas – favorecieron la “pista siria”, que coincidía con el origen familiar del entonces presidente y de algún traficante de armas famoso, y sugerían como motivo apoyos a su campaña electoral que no fueron correspondidos.

El hecho triste es que hasta hoy (26/10/06) el único condenado en sede judicial por temas vinculados a este caso es el mismo juez Galeano, identificado con la “pista iraní”

Bueno, ayer, 25 de octubre, los integrantes de la fiscalía especial creada por el presidente Kirchner, Alberto Nisman y Marcelo Martínez Burgos, emitieron un dictamen que reivindica esa vieja pista: acusa a Hezbollah e Irán y reclama la captura de ocho iraníes, ex funcionarios de Teherán.

¿Será esta la definitiva “historia oficial” del Estado Argentino sobre el atentado a la AMIA?”

Mantengo lo dicho, pero debo confesar que – como la mayoría de los observadores – no aprecié en el primer momento la gravedad que este hecho implicaba, después que el juez Rodolfo Canicoba Corral avalara el dictamen de la fiscalía. Un solitario, agudo analista advirtió – y concuerdo – que posiblemente sea la decisión jurídica de mayor trascendencia e impacto en lo que va del siglo XXI en materia diplomática y de defensa para la Argentina. Porque los gobiernos pasan, pero las causas judiciales permanecen – aletargadas o no – para que otros gobiernos, u otros países, las retomen.

Ciertamente – todos los que han opinado con alguna seriedad están de acuerdo – es absurdo pensar que el juez y los fiscales se han pronunciado, más allá de la fortaleza o debilidad de los indicios (en otra parte de esta página damos, en las palabras del fiscal y del representante de Irán, oportunidad para que Uds. los evalúen) sin el respaldo del Gobierno Nacional. En cualquier país del mundo, estas decisiones se toman con adecuada conciencia política de sus consecuencias, y en Argentina el Poder Judicial tiene una sensibilidad aguzada para los humores del poder.

La pregunta a hacerse es, entonces, por qué Néstor Kirchner decidió avalar esta decisión judicial. Hay algo muy importante para tener presente: La evidencia parece indicar que un gobierno que ha sido acusado por muchos (entre ellos, yo) de no contar con equipos ni inclinación para el análisis estratégico de la política internacional, ha llevado adelante desde que asumió hace tres años una estrategia consistente y coherente en este tema en particular.

En un excelente artículo que público hace pocos días en “La Nación”, Juan Gabriel Tokatlian, el agudo analista a quien me referí más arriba y cuyos trabajos hemos subido alguna vez a esta página, señala:

“A principios del siglo XXI, el comercio con Irán venía creciendo nuevamente con grandes márgenes de superávit para nuestro país. En 1999, el comercio bilateral fue algo superior a los 158 millones de dólares (las exportaciones argentinas fueron de US$ 155 millones). En 2000, las cifras respectivas fueron algo más de US$ 343 millones y US$ 341 millones. En 2001, alcanzaron respectivamente los US$ 419 millones y US$ 417 millones. Cabe destacar que ese año – el de nuestra gran crisis interna – las exportaciones a Irán equivalieron a la mitad de todo lo que se vendió a Medio Oriente y representaban el 2% de nuestro intercambio mundial. Ese mismo año nuestras exportaciones a ciertos países clave fueron inferiores a las realizadas hacia Irán: a Canadá se vendió por valor de US$ 225 millones, a Venezuela US$ 235 millones, a Francia US$ 257 millones y al Reino Unido US$ 291 millones.

En 2002 sólo hubo exportaciones a Irán: el monto fue de US$ 339 millones. En 2003 -año de llegada de Kirchner al gobierno-, se produjo una caída notable: se exportó por un total de US$ 47 millones. En 2004, las exportaciones cayeron a sólo un millón de dólares. En 2005 no hubo ninguna exportación de la Argentina a Irán.”

Tokatlian no puede ofrecer explicaciones satisfactorias para estos hechos, pero es muy difícil creer que se trata de una coincidencia. Sobre todo, si se toma en cuenta otros aspectos de la política de Kirchner: aunque él y su gobierno fueron severos críticos en algunas oportunidades de políticas de Washington (el A.L.C.A., por ejemplo) se mantuvo una clara y constante decisión de cooperar con Estados Unidos en materia de seguridad. Los organismos de inteligencia del Estado argentino, con sus limitaciones, cooperaron y cooperan con las políticas de seguridad de Washington. La Cancillería ha manifestado su rechazo a la proliferación de armas de destrucción masiva, y nuestras Fuerzas Armadas colaboran en Haití.

La relación de mutuo beneficio establecida con Chávez, así como otros gestos – y hechos concretos – de independencia en la política exterior no deben confundir. Irritante como es Chávez para los Estados Unidos, y antagónico para su visión estratégica, como puede serlo, ciertamente no es un problema de seguridad. Hoy, ni Castro lo es.

Más relevante para este tema en particular, cabe destacar que Kirchner, desde el comienzo de su gestión, anunció su decisión que el atentado no iba a quedar impune. Se puede pensar que son las frases hechas de un gobernante; pero hay que tener en cuenta que nunca, a pesar de algunas posiciones de la senadora Fernández de Kirchner antes que él asumiera la Presidencia, avaló la “pista siria”.

Los motivos posibles que baraja Tokatlian no son convincentes: no parece haber motivos para que Teherán, culpables o inocentes sus hombres, reduzca su comercio con Argentina antes que los fiscales insinuaran su decisión, cuando no lo había hecho frente a las acusaciones de Galeano y a la explícita alianza de Menem con EE.UU. Una convicción ideológica de Kirchner? Su política internacional puede ser poco meditada, pero no se podría acusarla seriamente de ideologizada. Deseo de congraciarse con la colectividad judía? No suena muy creíble, para un político astuto.

La única hipótesis plausible que se me ocurre es un acuerdo con el gobierno norteamericano en políticas de seguridad – que incluyese una evaluación firme de la “pista iraní” – alcanzado no después del 2003. Y Kirchner tiene fama de cumplir férreamente la letra de sus acuerdos.

Si fuese cierto, no me sorprendería ni me escandalizaría. Los gobiernos, de derecha, revolucionarios o progresistas, sellan acuerdos como el que se insinúa. Tampoco me siento inclinado a unirme al coro de ex-menemistas que descubren que Kirchner comete un grave error al apoyar ahora a EE.UU. e Israel porque Bush perdió las elecciones y vienen los demócratas (o republicanos moderados). En los países serios como esos dos, las políticas de seguridad trascienden los gobiernos. Ni tampoco me gusta la postura vergonzante que susurra que Irán no debe ser acusado porque puede ponernos (otra) bomba.

Lo que debe preocuparnos a los argentinos es que otra vez, como hace 15 años en la Guerra del Golfo, nuestro país toma partido, aunque sea en menor grado, en el conflicto más grave de nuestra época, sin una reflexión cuidadosa de las consecuencias y los riesgos. Sin una Cancillería ni instituciones del Estado capaces de evaluar alternativas por encima de las decisiones personales. Y sin tomar en cuenta el principal aporte que Argentina y Latinoamérica, por todas nuestras injusticias y locuras, pueden ofrecer al mundo en este nuevo siglo: una sociedad donde la religión y la raza no son causa de guerras.»

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Tal vez sí hace 15 años yo era un poco más soberbio. Entiendo ahora que cualquier gobierno argentino estuvo y estará frente a una fuerte presión de familiares de las víctimas, de grupos mediáticos y de algunas cancillerías para «no dejar impune» el atentado terrorista que provocó más muertes desde el bombardeo a la Plaza de Mayo en 1955.

En otros países, más poderosos y/o mejor organizados, el eventual castigo toma otras formas. Cuando el gobernante se convence de que sabe quiénes son los autores, el presidente de los EE.UU., por ejemplo, firma una Orden Ejecutiva. En otras naciones, menos convencidas de su excepcionalidad, el presidente de Francia o de Rusia, el primer ministro de Gran Bretaña o de Israel, da una indicación, verbal, a algunos departamentos de su gobierno, y un misil, un dron o un equipo de asesinos la ejecuta.

No estoy sugiriendo que Argentina deba o pueda adoptar esa práctica. No con los organismos de seguridad, con el aparado del Estado, que tenemos. Lo menciono para hacer comprensible -también para mí mismo- que Néstor, Cristina y aún, con más cinismo e irresponsabilidad, Carlos Menem, buscaran mecanismos judiciales para «hacer justicia» (De la Rúa, Duhalde y Macri no encontraron necesario hacer más que discursos sobre el tema).

El problema, sostengo, es de nuestra sociedad. Y, como en otros temas, de la inhabilidad y reluctancia de nuestros gobiernos a comunicar verdades incómodas. Un jefe de Estado, o los instrumentos de mayor jerarquía de su gobierno, sólo pueden ser juzgados y condenados después de una derrota militar decisiva o de haber sido expulsados del poder. La muy occidental Margaret Thatcher decía «Gran Bretaña no negocia con terroristas. Salvo cuando llegan a ser Primeros Ministros». Y muchos siglos antes, en uno de los primitivos romances del Mío Cid se aconsejaba «Haced la jura, buen Rey, No tengáis de esto cuidado, Que nunca fue rey traidor, Ni Papa descomulgado».

Dejemos de lado entonces la payasada de «las órdenes de captura de Interpol», que nunca han sido ejecutadas, ni lo serán, salvo por un Estado que tenga motivos previos para enfrentarse con Irán.

En lo que hace al atentado a la AMIA: ni en la causa que armaron hace 15 años, esos fiscales, ni desde entonces, no aparecen -no se dan a publicidad- pruebas sobre la autoría, salvo declaraciones de testigos de «identidad reservada». Pero la hipótesis que la potencia detrás de los ejecutores fue Irán es posible. Y -seamos francos- considerando otros episodios de la guerra sucia del terror y contra terror en estas décadas, parece probable. Si organismos legítimos del Estado argentino deciden que Irán es responsable, y que conviene a los intereses nacionales hacerlo público, no tengo motivos para rechazar esa «verdad oficial».

Pero afirmar que tribunales argentinos, o internacionales, o mixtos «harán justicia», es más grave que una hipocresía, que a veces puede ser necesaria en la diplomacia. Es un autoengaño.»

Una actualización no actual

En este blog registré que el 22 de julio de 2022 que «el New York Times dice que el Mossad dice que el autor material del atentado a la AMIA, y del previo atentado a la embajada israelí, fue una célula especial de Hezbolá. Que no participaron argentinos, ni funcionarios de la embajada de Irán en la ejecución.»

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Bueno, ahora en abril de 2024 los argentinos tenemos lo que yo pedía 17 años atrás: una «historia oficial». Fue Irán, fue Hezbolá, y no hubo participación local en ese atentado (los condenados locales lo son por obstruir la investigación, por incumplimiento de sus deberes o por intereses subalternos).

Oscar Wilde advertía algo sobre riesgos de que los dioses concedan lo que se pide…

El periodista Marcelo Falak hace en su newsletter de ayer un lúcido y algo alarmado resumen de posibles consecuencias internacionales de este fallo. Sin duda, no pueden descartarse. Este fallo habilita al Estado argentino, a otras naciones, y a instituciones no estatales, a perseguir judicialmente, incluso ante la Corte Penal Internacional, a la República Islámica de Irán si no entregase a los acusados. De los que muchos están muertos o retirados, pero algunos todavía tienen cargos importantes en su sistema de poder.

¿Habrá consecuencias? Depende de la reacción de Irán. Nuestros organismos de inteligencia y seguridad no se destacan por su sofisticación en lo internacional. El apoyo que pueda brindarles la CIA y, en este caso, seguramente el Mossad, no es suficiente garantía. Y es cierto que el ostentoso apoyo a Israel del ostentoso presidente Milei puede ser un trapo rojo para los enemigos de ese Estado.

Por otro lado, han ocurrido y ocurren en el mundo muchas cosas terribles en estos 30 años, algunas muy recientes. El conflicto entre Irán e Israel está muy cerca de ser -si todavía no lo es- una cuestión de supervivencia para ambos estados. Y Marte no se preocupa mucho de fallos judiciales. 


La ola global que llegó a la Argentina

octubre 21, 2023

Cuando empecé a componer mentalmente este post, tenía el título tentativo «Los componentes importados del aparato Javier Milei«. Pero después recapacité: del peluquín se ha escrito mucho -tal vez demasiado, también en este blog. Sería difícil decir algo nuevo e interesante. Y se podría creer que pretendía especular sobre sus apoyos en Estados Unidos, España, Brasil, en las diásporas cubana o venezolana, o en la nebulosa «Alt Right» que tiene a Steve Bannon por capitán… Esa es tarea para el periodismo de investigación o para los que arman carpetazos.

¿Qué se puede agregar a la simple noticia de ayer «Dirigentes bolsonaristas y del partido español Vox viajan a Buenos Aires para apoyar a Javier Milei«?

La tan difundida entrevista de Tucker Carlson, reposteada por Elon Musk, es otro testimonio, todavía más poderoso.

El aspecto que me interesa analizar, tal vez más estratégico, es si la política argentina está reflejando, a su modo, con sus propias características, una tendencia que se manifiesta en el mundo, o. para ser más precisos, en los países que son parte o están influidos por la cultura occidental. Pienso que la respuesta es sí.

No sería un hecho nuevo. Argentina siempre ha sido un país receptivo a las influencias intelectuales de los que fueran los «países centrales» en ese momento. O, como decían los hombres de Mayo, a «las luces del siglo».

El liberalismo, el romanticismo, el positivismo, el marxismo, todas fueron ideas europeas que aquí se copiaron o transformaron en versiones originales y distintivas.

No siempre Argentina fue simplemente receptor. En algunas oportunidades se trató de respuestas originales, pero coincidentes ante cambios que se producían en el mundo.

Ejemplo: aunque sería difícil imaginar dos dirigentes políticos más distintos entre sí que el laborista inglés Clement Attlee y el militar argentino Juan Domingo Perón, los dos llevaron a cabo en los mismos años reformas sociales similares, que cambiaron para siempre sus respectivas sociedades.

Y en un caso indudable de copia de un consenso extranjero, Carlos Menem, como recordé recién en el blog, fue uno entre los muchos jefes de Estado que en la década de los `90 tomaron el camino de la apertura financiera y las privatizaciones.

Y en estos tres últimos años, un economista muy versado en los trabajos de la escuela austríaca, y que repetía en TV las ideas que les gusta oír a nuestros empresarios, se convirtió primero en un «influencer», luego en un líder político, y, finalmente, en el candidato presidencial que más votos sumó en las PASO nacionales, en regiones agrícolas prósperas y en las villas más pobres.

 Y los consiguió insultando a los zurdos, las feministas, los militantes de los derechos humanos, los que advierten sobre el cambio climático, y, por encima de todo, los que defienden la intervención del Estado para mejorar la suerte de los más desafortunados y corregir injusticias.

(Una observación de consultor que no puedo evitar: muchos simpatizantes de Unión por la Patria, en especial los de su vertiente kirchnerista, repiten en la campaña las propuestas más delirantes del candidato de La Libertad Avanza para que sus votantes se horroricen. Eso puede funcionar entre los que los van a votar a ellos. Les cuesta asumir que muchos lo votan a Milei precisamente porque rompe con lo que sienten como un discurso hipócrita).

El punto no son las circunstancias que ayudaron, mucho, a que su mensaje sea escuchado. Por ejemplo, que el Estado no estaba haciendo bien su trabajo. En particular, que no se mostró capaz de contener una inflación enloquecedora. Y que el discurso de los otros líderes sonaba hueco y repetido.

El punto es que ese discurso de Milei, con matices diferentes, se está escuchando, y convoca seguidores, en muchos países de Europa y de América.

Hay una diferencia fundamental con el fenómeno que vemos entre nosotros. Todas las fuerzas políticas que forman parte de ese coro, son furiosamente nacionalistas, Todos, salvo la Libertad Avanza. Pero eso no les impide reconocer a Milei como un camarada. Analizar esta tendencia que avanza en el mundo moderno es tema para otro post. Y para muchos libros que otra gente, más sabia, escribirá ¿El desgaste del «consenso antifascista» que dominó la política occidental después de la 2da Guerra? ¿El rechazo a la modernidad líquida? ¿Los cambios en la naturaleza del trabajo y las relaciones sociales?¿Fastidio con la cultura » woke»? ¿Una combinaciòn de todo eso?

No lo sabemos. El hecho es que antes de un mes, o quizás antes de 36 horas, sabremos si Milei es el próximo presidente de Argentina o comenzará a ser una anécdota pintoresca de la política local. Pero esos vientos del mundo actual continuarán soplando, también aquí.


Espías eran los de antes

septiembre 16, 2023

Hugo Alconada Mon es un periodista de investigación -uno de los muy pocos que escriben bien- que durante su carrera investigó para El Día, de La Plata, y desde hace 21 años para La Nación. Esto permite suponer -y la lectura de sus notas y de sus libros lo confirma- que, más allá de si los datos que manejaba eran veraces o no, provenían de fuentes con un fuerte sesgo anitikirchnerista.

Hoy, 16 de septiembre, para sorpresa de sus muchos lectores, «deschava» lo que aparece como una operación de inteligencia con ramificaciones internacionales y un presupuesto mediano. Lo sorpresivo es que esta presunta operación tendría como objetivos «ensuciar» a figuras del actual oficialismo y de la que era la principal oposición, Juntos por el Cambio.

Por mi parte, no tengo experiencia en investigación, salvo en los rubros de auditoría y proyectos de inversión. Copio aquí la larga, y fascinante, nota de Alconada Mon, porque un amigo, que no es suscriptor de La Nación, me sugirió que lo hiciera. Sólo agrego aquí un breve comentario:

Nunca tuve una alta opinión del nivel de nuestra vieja SIDE. Pero parece que los «servicios» extranjeros tampoco son tan profesionales como los mostraba Le Carré. Y las espías son menos sexies que las que aparecen en las películas de James Bond.

Se extraña la época, lejana, en que la CIA era socialdemócrata y hasta un poco intelectual. Encounter, la revista cultural de la izquierda europea anticomunista de la década del ´50, nunca tuvo mejor nivel que cuando la financiaba la CIA.

Ojo. No estoy diciendo que creo que esto era una opereta lanzada desde Langley. Más bien parece originada en una «outlet», vinculada a las redes tan activas de la Alt Right, la «Derecha Alternaitiva», que impulsaría el ex estratega trumpista Steve Bannon. Pero nunca se sabe.

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«Durante el último año, una operación política sucia de alcances imprevisibles se desarrolló en la Argentina. ¿Su objetivo? Obligar a actores políticos a tomar decisiones contra su voluntad e, incluso, imponerles que declinen sus candidaturas electorales. Así ocurrió, al menos, con dos postulantes, según reconstruyó LA NACION en base a testimonios recabados en el país y España, mensajes de WhatsApp, correos electrónicos, “brochures” y otros rastros que sus protagonistas dejaron a su paso por la ciudad de Buenos Aires y el Conurbano.

Las operaciones políticas se concentraron en los equipos de campaña de candidatos oficialistas y opositores, incluido Axel Kicillof, en momentos en que el gobernador de la provincia de Buenos Aires sonaba como posible candidato presidencial. También apuntaron contra políticos del Conurbano y, en particular, del partido de Tigre. Pero las ramificaciones llegan hasta España, donde intervino una consultora israelí y un convicto.

Los primeros pasos de la operación se registraron hace un año, cuando una mujer que se identificó como “Marcia” irrumpió en Buenos Aires. Dijo que era cordobesa, que residía en Londres y que representaba a una familia inversora de Bruselas que quería invertir US$ 50 millones en un proyecto inmobiliario. Detalló que lo ideal sería un terreno de 20 a 30 hectáreas y que estuviera ubicado en alguna zona atractiva del Conurbano. Tigre o San Isidro, en lo posible. Contrató una consultora de recursos humanos, que la ayudó a seleccionar personal. Presentó un “brochure” y pidió reuniones con referentes políticos de esos municipios. Pero en esas reuniones se presentó como “Nina” y dijo representar a otro fondo de inversión, de origen árabe. Y entregó otro “brochure”. Pero eso no fue todo: en otro viaje apareció con alguien que dijo ser un asesor senior de origen qatarí, y se reunieron con políticos en hoteles como el Alvear y el Hyatt. Ofrecieron solventar viajes a Londres y Nueva York. Uno se concretó, a Manhattan, a mediados de noviembre, con hospedaje pago en el Hilton a un referente municipal e invitación al restaurante de “The Modern”, con vista al MOMA. Allí, “Nina” cruzó la línea: dijo que sabían cómo eran las cosas y que estaban dispuestos a aportar a las campañas. Preguntó cuánto le cobrarían por ayudarla. Se habló de “fees”. Luego se esfumó.

La segunda fase comenzó en febrero de este año, en un juego de espejos con la fase anterior. Una mujer que se identificó como “Juliana” apareció en Buenos Aires. Dijo que era cordobesa que había residido en Londres pero que ahora residía en Miami porque su esposo era un ejecutivo bancario al que trasladaban con frecuencia. Dijo representar a un fondo extranjero con casa matriz en España que quería invertir US$ 100 millones en un proyecto para la construcción de viviendas sociales con impresoras 3D. Y dijo que lo ideal sería en la provincia de Buenos Aires, en momentos en que Kicillof sonaba como posible candidato a Presidente. Contrató a una consultora de comunicación, ofreciéndole un contrato a tres años, el primero a prueba. Ese consultor no llegó a firmar, pero la ayudó e incluso le planteó presentar la posible inversión al ministro de Economía, Sergio Massa. Ella no lo descartó, pero pidió reunirse antes con los equipos de campaña y asesores de los candidatos. En otro viaje apareció con alguien que dijo ser un asesor senior libanés. Y en otro viaje más con un español que dijo ser el inversor principal del grupo. Se reunieron con miembros de los equipos principales de la oposición y del kirchnerismo en hoteles exclusivos como el Alvear y el Hyatt. Entregaron otros dos “brochures”. Ofrecieron viajes al exterior, a Londres y México. Dijeron que sabían cómo se manejaban las cosas en la Argentina y que estaban dispuestos a hacer contribuciones a las campañas. Pero no hablaron de “fees”, aunque sí plantearon que esperaban que los candidatos, de ganar, los ayudaran a destrabar los obstáculos para invertir. La respuesta que cosecharon de los equipos de campaña, en al menos tres reuniones, fue que debían evaluar si era técnica y legamente factible. Tras eso, los emisarios desaparecieron.

Contacto en Madrid

La tercera fase de la operación comenzó a principios de julio de este año. Una supuesta consultora israelí de inteligencia apareció en Madrid. Dijo representar a un cliente que no identificó. Contactó a por lo menos un medio de comunicación de primera línea de España. Le ofreció acceder a videos filmados con cámaras ocultas a políticos argentinos hablando sobre aportes a las campañas electorales. La consultora se negó a dar mayores precisiones, el medio rechazó el ofrecimiento y la consultora desapareció. Pero casi en simultáneo, comenzaron las llamadas intimidatorias a políticos que se reunieron con “Marcia” o “Nina”. Incluso, según reconstruyó LA NACION, desde un teléfono celular que la Justicia española adjudica a un hombre condenado a prisión por amenazar a familiares de víctimas de los atentados de Madrid y a políticos españoles de izquierda.

La trama fue confirmada a LA NACION por cinco personas, dentro y fuera de la Argentina, al tanto de lo ocurrido durante estos meses. Cuatro ofrecieron descripciones coincidentes de “Marcia”, “Nina” y “Juliana”. La describieron como una mujer obesa, casi mórbida, de brazos gruesos, mediana altura, de entre 45 y 50 años, que usaba anteojos de corrección de marco dorado. Dos de ellas confirmaron que “Marcia”/“Nina” era la misma persona cuando LA NACION les mostró una foto. Pero las otras dos dudaron si “Marcia”/ “Nina” era también “Juliana”. A “Marcia”/“Nina” la describieron con el cabello oscuro, largo hasta los hombros; a “Juliana”, con el cabello más rubio y labios algo distintos. Con un dato adicional, sólo un consultor tiene una foto de “Juliana”. La tomó de su LinkedIn para identificarla cuando tuvo a su primer encuentro. Pero LA NACION no accedió a esa imagen.

La ausencia casi total de imágenes no es un dato menor. En el perfil de su cuenta de WhatsApp, “Nina” había colocado el dibujo infantil de la que aparentaba ser su familia; y “Juliana”, el de una tortuga. Hoy, “Juliana” tiene en su perfil de Linkedin la imagen de una mujer de espaldas que no es ella, sino otra mujer mucho más delgada.

La trama expone otro dato llamativo. Todos los teléfonos móviles y fijos, los correos electrónicos y websites que utilizaron quienes irrumpieron en Buenos Aires fueron desactivados o nadie responde los llamados y mensajes, según verificó LA NACION durante días. Y en Madrid, el supuesto holding controlante de la constructora que planeaba invertir US$ 100 millones negó toda relación con lo ocurrido. Un alto ejecutivo de ese holding aclaró que ninguna cordobesa, qatarí o español con esos nombres trabaja o trabajó para ellos, y no tienen plan alguno de invertir en la Argentina.

Mensajes intimidatorios

LA NACION, cabe aclarar, se reserva las identidades de ciertas personas y empresas para no afectar a terceros ajenos a la operación bajo sospecha, cuyo impulsor continúa en las sombras. ¿Quién podría estar interesado en orquestar una campaña sucia contra los principales candidatos de la oposición y del oficialismo, como Kicillof, cuando sonaba como candidato a la Casa Rosada? ¿Quién podría estar interesado, al mismo tiempo, en orquestar otra campaña sucia contra los referentes políticos de Tigre –cuyo intendente es Julio Zamora, enfrentado a Sergio Massa- o San Isidro –bajo el control de Gustavo Posse, precandidato a vicegobernador en la fórmula con Diego Santilli-? Y si lo ocurrido fue obra de un servicio privado de inteligencia, ¿qué grupo empresario estaría en condiciones de financiar una operación de este porte y con aristas internacionales?

Uno de los protagonistas involuntarios de lo ocurrido fue un exalto funcionario del Municipio de Tigre. “Un día, a mediados del año pasado, me contactó una consultora de recursos humanos”, contó a LA NACION, que preserva su identidad. “Me terminé reuniendo cinco veces con una mujer que dijo llamarse ‘Nina’ en el Hyatt, en el Alvear, en restaurantes de Puerto Madero o Casa Cavia, y en Le Bleu. Me dijo que estaban analizando el país, que querían invertir en un negocio inmobiliario, comprar un predio y construir veinte casas de 1000 metros cuadrados y otras cuarenta de 500 metros cuadrados, más un lago y amenities”.

Dato adicional: aunque “Marcia” dijo alojarse en el Palacio Duhau Park Hyatt de la ciudad de Buenos Aires, en ese hotel no consta ninguna mujer que se haya hospedado con ese nombre durante los últimos años. Tampoco ninguna “Nina” o “Juliana”, como tampoco ninguno de sus adláteres, según confiaron fuentes seguras a LA NACION. Pero eso se sabe ahora.

El exalto funcionario conoce los circuitos municipales desde 1991 y jura que ignoraba que interactuaba con una fachada. Por eso le abrió las puertas a lo que parecía una inversión extranjera prometedora. “Tengo contactos y teléfonos, y sé lo que se puede hacer y lo que no se puede hacer”, explicó. Apoyado en esa agenda, concertó reuniones con políticos locales, buscó terrenos y cobró honorarios, a 1000 dólares las tres horas. “Hice un trabajo para ella, formé un equipo y rastreé seis lotes posibles, que se presentaba como una ejecutiva cordobesa que vivía en Londres. Todo parecía avanzar perfecto, pero dejé de verla en noviembre. Sólo me volvió a escribir una vez en marzo”.

Uno de esos referentes locales que accedió a reunirse con “Nina” fue el presidente del Concejo Deliberante de uno de los distritos más ricos del Conurbano bonaerense. Consultado por LA NACION, confirmó que se reunió con esa mujer en el restaurante Unido del barrio Nordelta, pero declinó hacer más comentarios “hasta no tener más claro qué ocurre”.

Por su parte, el intendente de Tigre, Julio Zamora, no se reunió con ella. Pero lo contactó el exfuncionario que había sido contratado por “Nina”. Y versiones de todo tipo llegaron a sus oídos, al punto que preguntó entre sus colaboradores e incluso a un hermano si se habían reunido con un supuesto grupo inversor árabe que andaba buscando un predio de 24 hectáreas en el partido. Según afirma, la respuesta fue negativa.

Los tentáculos nacionales

Una operatoria similar se desplegó a nivel nacional. Aunque no habrían cruzado ninguna línea ética, ni legal, en las reuniones con “Juliana”, el qatarí y el español, entre los equipos de campaña también comenzaron a encenderse las alarmas hace semanas, que se agudizaron cuando Joaquín Morales Solá publicara dos columnas en LA NACION, los domingos 9 y de 16 de julio. En ellas reveló la aparición en Buenos Aires de supuestos enviados de servicios de inteligencia que prometían a algunos candidatos opositores invertir en el país y contribuir en efectivo a las campañas. Pero las alarmas alcanzaron su punto máximo cuando comenzó lo que aparenta ser, hasta ahora, la última fase de la operación ilegal.

Esa última fase comenzó días después de que una consultora israelí ofreciera en España las cámaras ocultas. Al menos tres políticos del Conurbano recibieron mensajes. Y un hombre que se identificó como “Fernando Pérez” y dijo ser director de “Correo Español” -un medio digital inexistente- le envió un mensaje a uno de ellos para amedrentarlo por WhatsApp por “información un tanto delicada” sobre él y sus vínculos con Zamora, el intendente tigrense. Pero ese teléfono, según reconstruyó LA NACION, corresponde a Tomás Santos Martin, quien fue condenado por el Tribunal Supremo español a un año y medio de prisión por humillar en las redes a familiares de víctimas de los atentados de Madrid, además de amenazar a políticos españoles de izquierda.

LA NACION llamó al teléfono de “Pérez”, pero atendió Santos Martín, quien arguyó que se trataba de un teléfono de una supuesta “redacción”, que se negó a identificar, y que usaban otros “colegas”, que también se negó a identificar, pero prometió que devolvería el llamado en 24 horas, lo que no ocurrió. ¿Cómo accedió ese convicto al teléfono de un político municipal en la Argentina? ¿Alguien que continúa en las sombras le aportó el número?

Mientras tanto, a otro político argentino lo llamaron para decirle “boludeces”, según su escueta versión, que prefirió no explayar. Y a un tercero le exigieron que se bajara de la campaña electoral –a nivel municipal- bajo la extorsión de filtrar un video de su encuentro con “Nina”. La respuesta, según ese político, fue desafiar a que lo difundieran. Al cortar, el amenazado acudió a un escribano para dejarlo asentado.»


BRICS+, «Occidente», «Sur Global». Viejas etiquetas para un mundo que cambió

agosto 27, 2023

La invitación que hicieron este jueves los 5 líderes de los BRICS a nuestro país para incorporarse a partir del 1/1/24 será uno de los temas de la muy próxima elección. UxP está a favor de aceptarla, con entusiasmo. En estos mismos días su candidato presidencial, Sergio Massa, decía ante los más grandes empresarios del país en el influyente Consejo de las Américas:

«Lo que les pido es que a la hora de discutir el futuro del país hagan la cuenta del almacenero, porque vienen y les dice ‘dolarización’,  ‘rompemos con Brasil’‘rompemos con China’‘rompemos con India’… ¿Y a quién le vamos a vender? ¿Ustedes conocen quiénes encabezan la balanza comercial de las exportaciones argentinas? Por favor, les pido por lo menos la defensa de sus propias actividades, de sus mercados (…). Lo que viene es la destrucción de su propio capital«.

En cambio, las figuras que hablan por JxC -Patricia Bullrich, Mauricio Macri- ya se pronunciaron por rechazarla, y sus socios del radicalismo y afines no parecen tener opiniones muy firmes sobre el asunto. En cuanto a LLA…, Milei -el único que cuenta ahí- ya la rechazó «No voy a impulsar un trato con comunistas«.

¿Los motivos de esta curiosa posición de las dos fuerzas opositoras más votadas en las recientes primarias? En el caso del mileísmo, era previsible. Una fuerza política nueva, sin inserción real en ningún distrito, depende para su legitimación internacional y buena parte de sus recursos, del apoyo de las usinas en el Hemisferio Norte de la «derecha alternativa» o psicótica (el sector anti Putin; hay otro, pro Putin, pero ese no lo banca).

En el caso de la coalición cuya candidata es Bullrich, sólo puedo señalar que es curioso que en sus posturas, en varios temas serían decisivos los prejuicios de señoras de edad avanzada, de ambos sexos, que parecen haber formado sus opiniones de política internacional leyendo «La Prensa» 50 años atrás.

Valdría la pena conocer la opinión de la mayoría de nuestra gente,… si las encuestas dieran certezas. Pero la política exterior no es algo que decida muchos votos en nuestras elecciones presidenciales, especialmente en tiempos de crisis económica.

Así, es concebible, si triunfa alguna de las dos oposiciones, que Argentina deje caer la invitación. Sería una ofensa a esos gobiernos -en particular a Brasil y a China- y otra de las incoherencias que muestran que Argentina no tiene política exterior. O que, caso extraño en el mundo, ésta no tiene que ver con sus intereses comerciales.

Pero, en mi opinión, no sería una decisión definitiva. No se mantendría por mucho tiempo, en realidad. El próximo presidente argentino, sea quien sea, casi seguramente participará en la próxima cumbre de los BRICS (Milei, si llegara a ganar y durara en el cargo, proclamará que los capitalistas más serios son chinos. Lo que es cierto).

Me fundo en esta convicción miá en razones simples. Y no es solamente que China, Brasil, India son mercados claves para nosotros. En lo inmediato, el Nuevo Banco de Desarrollo –la institución fundamental de los BRICS, financiada hasta ahora por China- será una fuente de financiación imprescindible, porque el FMI ya llegó al límite y la fantasía que un gobierno «liberal» puede acceder a los mercados financieros a partir de promesas, es eso, una fantasía. Como descubrió Macri en 2018.

Voy al demorado punto de este post. Porque si he escrito sobre nuestras actitudes ante la invitación de los BRICS, es porque soy de aquí y estoy comprometido con el destino de nuestro país. Pero me resulta obvio que la invitación a Argentina NO es el aspecto más importante de la expansión de los BRICS que se informó hace 3 días.

Es una conclusión obvia: con la incorporación de Arabia Saudita, Irán y los Emiratos Árabes Unidos, se suma a este «club informal», buena parte del petróleo del mundo. Y del capital líquido (dato relevante para el NBD). Además, y tan importante como lo anterior en este mundo incierto, los sauditas, los iraníes y los egipcios son las tres potencias militares islámicas del Oriente Medio (la otra es Israel).

Vale recordar que hasta hace muy poco las dos primeras eran enconados rivales, para la bastante explícita satisfacción de EE.UU. Y que en su reconciliación hubo una intervención diplomática muy visible de China y de Rusia.

¿Es necesario que aclare que estos comentarios son un análisis superficial y apresurado? A todos nos falta información, no sólo al gobierno argentino, el que literalmente se desayunó el jueves con la noticia. Tampoco Washington pareció muy enterado de lo que se preparaba.

De cualquier forma, no estamos asistiendo a un cambio brusco de las relaciones de poder en el plano global. Los BRICS no son, en absoluto, una alianza militar, .  como la OTAN. Son un foro informal de países emergentes, con el que China, que piensa a largo plazo, aspira a influir en la gobernanza global.

Podemos decir, sí, que lo que esta expansión de los BRICS demuestra es que la influencia y los deseos de EE.UU. ya no son un factor decisivo en el continente eurasiático. Salvo en su extremo occidental, que llamamos Europa.

La presencia argentina en ese foro se debe, en mi opinión y como ya fue señalado por otros, a acuerdos entre los socios actuales (algo parecido sucede en el armado de las listas electorales). Me resulta evidente que se debe (además de ser proveedora de commodities, y en ocasiones de tecnología de 4 de los 5) a la insistencia de Brasil, que quería tener en el grupo a su socio comercial -y político de Lula. A quien además le interesaba que ese foro no tuviera un sesgo demasiado antiestadounidense.

Porque a EE.UU. puede convenirle tener en ese foro otro país, no musulmán, con el que tiene no sólo relaciones financieras estrechas -en realidad, demasiado apretadas- e instituciones democráticas en común. Algo que seguramente señalará Massa a sus interlocutores en Washington.


Los Acuerdos Artemis. Argentina, EE.UU., China y la Luna

julio 28, 2023

Esta semana recibimos la visita de Bill Nelson, ex astronauta, ex senador, y actual Director de la NASA. Su objetivo anunciado como principal -que consiguió- fue que nuestro país se sumara a lo que los gringos llaman los Artemis Accords, una lista de buenas intenciones vinculadas a la exploración espacial, que hasta ahora han firmado el gobierno autor de la propuesta, el de Argentina y los de otros 26 países.

Enrique Garabetyan informa a fondo sobre el tema aquí, y Fabiola Czubaj da detalles de la conferencia de prensa de Nelson aquí. Ahora, gente suspicaz piensa que un objetivo no explícito es que autoricemos una base espacial de EE.UU.  en nuestro territorio.

¿Los motivos? Bueno, la NASA tiene 3 bases distribuidas en distintos lugares de nuestro planeta para mantener contacto directo con satélites, naves y misiones en general en cualquier lugar del espacio. 2 en el Hemisferio Norte, en California y en Madrid, y 1 en Australia, en el Hemisferio Sur. Como la tierra gira, tal vez sería funcional tener otra al sur, en una ubicación casi exactamente opuesta a la australiana. Eso es por acá.

En realidad, esa misma gente suspicaz cree que el principal motivo, por lejos, es que China tiene una base espacial con ese mismo propósito explícito, en Neuquén. ¿Y por qué nosotros no, eh? Sería la actitud en Washington.

Puede ser, o no. En cualquier caso, siento el impulso de dar desde este humilde blog algunas reflexiones sobre lo que puede verse como el aspecto geopolítico del asunto. Más bien, astropolítico.

Ya había hecho algo así antes. Para el 40° aniversario del descenso de Armstrong y Aldrin en la Luna, el 20 de junio de 1969, escribí «El viaje que NO cambió la historia». Pues ya a fines del siglo XIX y principios del XX, soñadores prácticos en Rusia, Alemania y Estados Unidos habían empezado a estudiar medios de salir de nuestro planeta. «La tierra es la cuna de la humanidad. Pero no se vive siempre en la cuna«, decía el ruso, Tsiolkovsky.

Y en 1957, 1961 y, sí, en 1969, se dieron pasos importantes. Y se hablaba, recuerdo, de la Era del Espacio. Pero, no. Las dificultades eran mucho mayores que las que se suponían sólo 50 años atrás, para los frágiles seres humanos.

Atención: los satélites hoy son una parte imprescindible de la economía y la sociedad global. Pero todo lo que no orbita nuestro planeta es el equivalente de los barquitos vikingos de los siglos antes del viaje de Colón. Ni la NASA ni sus pares soviéticos fletaron carabelas. Para la conquista y la colonización… falta mucho.

Puede ser que esa etapa esté comenzando ahora. En todo caso, a pasos muy lentos. Pero es probable que en un lapso de 10 a 15 años EE.UU.  y China instalen bases permanentes en la Luna (Una por cada superpotencia, claro). Y el satélite natural de la Tierra será para ellas lo que es hoy la Antártida para una veintena de países (entre ellos el nuestro): un lugar para establecer presencia, desarrollar las capacidades técnicas y humanas necesarias, y explorar oportunidades de explotación… en otras décadas.

¿Le conviene a nuestro país participar y colaborar con las misiones espaciales de las superpotencias, si se lo proponen? Por supuesto que sí! Preferentemente, con ambas. Las capacidades técnicas que se adquieran tienen múltiples usos industriales y hasta médicos, como lo demostró la «carrera espacial» en los ’70 y ´80.

(Eso sí, la hipotética base espacial yanqui no debería tener extraterritorialidad, como se cometió el error de conceder a la base china).

Pero la CONAE, y en general la tecnología y la industria argentinas, tienen tareas fundamentales a cumplir aquí en la Tierra y en el espacio cercano. Para esto último, el desarrollo del lanzador propio -el Tronador II- es un paso necesario.


El amargo comentario de un conservador español, con sabor argentino

julio 24, 2023

Los lectores de este blog no parecen muy interesados en la política internacional, al menos en estos tiempos de campaña electoral. Pero esta nota del periodista Antonio Caño, que fue director de El País, y que está muy amargado por los resultados de ayer -su columna lleva por título «El calvario de España«– tiene un párrafo que puede decirnos algo sobre las elecciones presidenciales argentinas de octubre y las estrategias a usar. Ustedes dirán:

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«… el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), de Pedro Sánchez, ha obtenido mejor resultado que el que anticipaban las encuestas. Aunque ha quedado por detrás del PP, sus 122 diputados son más de los que el partido aspiraba a conseguir e incluso mejoran levemente los datos que los socialistas alcanzaron en las elecciones anteriores.

Este éxito se debe principalmente al mérito de haber conseguido trasladar a una buena parte de los ciudadanos el miedo a Vox. Sánchez hizo coincidir estas elecciones generales con el proceso de formación de los gobiernos municipales y autonómicos tras las elecciones regionales del pasado mes de mayo. Ese proceso ha puesto en evidencia el retroceso que suponen algunas medidas defendidas por Vox y la insensatez de muchos de sus dirigentes. Vox no es un partido fascista, pero hace todo lo posible por parecerlo.»


El mundo de Kissinger

May 27, 2023

Hoy 27 de mayo cumple 100 años el Dr. K, de quien dije hace tiempo que era el estadista más lúcido entre quienes han sido imputados por crímenes de guerra. Es de algún modo inevitable para un argentino tener presente este aspecto de su trayectoria al hablar de él. Recordar su admonición a la Junta Militar en 1976: «Lo que tengan que hacer, háganlo rápido«.

(Supongo que también es inevitable para un vietnamita, aunque es un pueblo que ha demostrado ser más pragmático que nosotros).

Aquí no quiero hacer hincapié en eso. En las guerras se mata gente, es la actividad principal. Y Kissinger, que estaba defendiendo los intereses de su país de adopción, los EE.UU., ha vivido sus 100 años en un mundo en que las naciones o están en guerra o deben prepararse para estarlo alguna vez. Quizás el pragmatismo de los vietnamitas se debe a lo tienen más claro que nosotros.

Mi intención en estas líneas -superficiales y breves, como casi siempre- es plantear que el mundo actual, y el de las próximas décadas, no es exactamente obra del Dr. K -muchos entre los otros miles de millones de seres humanos que compartido el planeta en estos 100 años alguna responsabilidad cabe- pero tiene mucho que ver con la lucidez, y las limitaciones, de su mirada.

Durante su larga vida escribió muchos libros -tengo entendido que ahora está terminando otros dos- todos interesantes y bien escritos. Aunque, hay que decirlo, alguno es bastante convencional en sus apreciaciones, con la evidente intención de no ofender a gobiernos que todavía podrían consultarlo. Algunos, como «Diplomacia», son imprescindibles. Pero el que ha quedado más en mi memoria, después de largas décadas, es el que escribió en 1957, creo, sobre la base de su propia tesis de graduado «Un mundo restaurado».

Trata sobre l a diplomacia de Castlereagh, Metternich y los problemas de la restauración de la paz en Europa despues de las guerras napoleónicas. En nuestro idioma se publicó con un subtítulo bastante acertado «La política del conservadurismo en una época revolucionaria«, que apunta al hecho que describe un período relativamente corto: desde 1814, después de Waterloo, hasta 1848, cuando Metternich debe huir de Viena por las revoluciones de ese año.

La nuestra no parece ser, hasta ahora, revolucionaria, salvo en la tecnología. Pero las ideas de ese fascinante libro reflejan e pensamiento básico del entonces joven Henry Alfred Kissinger: que la búsqueda de la seguridad nacional a través de una hegemonía indiscutida conduce al enfrentamiento con todos los otros actores del sistema internacional y de ahí al desastre. Que sólo buscando el equilibro del poder, siempre cambiante, puede obtenerse una paradógica estabilidad. Y que es necesario un principio legitimador, aceptado por la mayoría de los actores del sistema.

Metternich y los otros estadistas europeos posteriores a Napoleón creyeron encontrarlo -por un tiempo- en la legitimidad monárquica. Kissinger lo vió, a lo largo de toda su carrera y hasta hoy, en los intereses nacionales de las potencias, globales y regionales. Es decir, de todos los países que tienen una base económica significativa y una fuerza militar disusasoria, al menos en conflictos locales. En esa categoría ha incluido a países tan distintos como Brasil e Irán. No parece que haya considerado en esta categoría a la Argentina, y no sé si hoy se lo puedo reprochar intlectualmente.

Tengo que decir que no creo se deba a la indidable inteligencia de Kissinger que este principio guía -los intereses nacionales de los actores que pueden hacerlos respetar- se haya mantenido como criterio básico de las relaciones internacionales por mucho más tiempo que la legitimidad monárquica. Toda su vida adulta -como la todos los seres humanos que hoy viven- ha estado bajo la sombra de las arnas nucleares. Usadas en guerra por 1ra. y única vez en 1945, pero que según el consenso de los estados mayores -gente que está obligada a ser realista- son demasiado destructivas para garantizar que el propio país no sufra daños irreparables.

Entonces, la política del equilibro de poder -que incluye tener presente la capacidad del «Otro Lado» de defender sus intereses irrenunciables- que el Dr. K defendió con insistencia -y que en los años de la guerra de Vietnam le ganó la desconfianza y hasta el odio de los sectores más belicistas de los EE.UU., se mostró como el mejor camino para defender los intereses de su país. Y hasta brindarle una breve década, los ´90- de hegemonía.. global, tras el derrumbe sin guerra de la URSS.

Por eso encabezo este posteo casual con una foto icónica, Henry Kissinger y Zhou Enlai, cuando en 1971 «juntaban las cabezas» de Nixon y Mao para modificar el equilibrio global. Sin necesidad de bombardear.

Claro, hoy las dos Grandes Potencias enfrentadas son China y los EE.UU. Y el crecimiento del poder de una y el temor que provoca en la otra ese crecimiento, como señalaría Tucídides, hace más probable un enfrentamiento militar con consecuencias apocalípticas para el planeta.

Kissinger nunca creyó ni cree en los principios morales como principio otrientador de la política exterior. En realidad, les desconfía, especialmente en su propio país. Lo llama el «impulso wilsoniano» de imponer los valores democráticos a otros países por la fuerza (No dice que es hipocresía; siempre puede convocarlo un gobierno de los Demócratas). Tampoco deposita fe en los organismos internacionales. Pero -como ha quedado demostrado- la búsqueda del propio interés, aunque se haga con prudencia y astucia, tampoco brinda garantías a largo plazo.

Pero es su cumpleaños, y no quiero terminar en una mala nota. Reproduzco a continuación una exhortación que Kissinger hizo hace 9 años, cuando se encendía la mecha que llevó a la guerra en las llanuras de Ucrania. Una politica egoista es mejor que no sea conducida por idiotas. Feliz cumple, Dr. K.

«La discusión pública sobre Ucrania (dentro de los EE.UU.) gira en torno a la confrontación únicamente. Pero ¿sabemos hacia dónde vamos? En mi vida he visto cuatro guerras, que comenzaron con gran entusiasmo y apoyo público. No sabíamos cómo terminarlas a todas ellas y de tres nos retiramos de forma unilateral. La prueba de la política es ver de qué forma termina una guerra, no cómo comienza.

Con demasiada frecuencia, el tema Ucrania es planteado como un momento decisivo que consiste en ver si Ucrania se suma al Este o al Oeste. Pero si Ucrania desea sobrevivir y prosperar, no debe ser la avanzada de una parte contra la del otro. Debería funcionar como un puente entre ambas.

Rusia debe aceptar que tratar de forzar a Ucrania a un status de satélite, y volver a mover las fronteras de Rusia, condenaría a Moscú a repetir su historia de ciclos autocumplidos de presiones recíprocas con Europa y Estados Unidos.

Occidente debe entender que para Rusia Ucrania nunca puede ser un mero país extranjero. La historia rusa comenzó en lo que se llamaba el Rus de Kiev. La religión rusa se propagó desde allí. Ucrania fue parte de Rusia durante siglos y sus historias estaban ligadas desde antes. Algunas de las batallas más importantes por la libertad rusa, empezando por la de Poltava en 1709, se libraron en suelo ucraniano. La flota rusa del Mar Negro – con la que Rusia proyecta su poderío en el Mediterráneo – tiene su base en Sevastopol, Crimea. Hasta disidentes muy renombrados como Aleksandr Solzhenitsyn y Joseph Brodsky insistían que Ucrania era parte integrante de la historia rusa y de Rusia, de hecho.

La Unión Europea debe reconocer que su demora burocrática y subordinación del elemento estratégico a la política interna al negociar la relación de Ucrania con Europa contribuyó a convertir una negociación en una crisis. La política exterior es el arte de establecer prioridades.

Los ucranianos son el elemento decisivo. Viven en un país con una compleja historia y una composición políglota. La parte occidental fue incorporada a la Unión Soviética en 1939, cuando Stalin y Hitler se dividieron el botín. Crimea, con una población que es rusa en un 60%, se volvió parte de Ucrania en 1954, cuando Nikita Kruschev la entregó como parte del festejo de los 300 años de un acuerdo ruso con los cosacos. La parte occidental es mayormente católica. La parte oriental rusa ortodoxa en su mayoría. El oeste habla ucraniano. El este, ruso mayormente. Cualquier intento de una parte de Ucrania para dominar a la otra – como ha sido la norma – conduciría a la larga a una guerra civil o fragmentación. Tratar a Ucrania como parte de una confrontación Este-Oeste hará desaparecer por décadas toda perspectiva para unir a Rusia y Occidente – Rusia y Europa en especial – en un sistema internacional de cooperación.

Ucrania es independiente desde hace nada más que 23 años. Y desde el siglo XIV ha estado bajo algún tipo de dominio extranjero. No sorprende entonces que sus dirigentes no hayan aprendido el arte del compromiso, y mucho menos de la perspectiva histórica. La política de la Ucrania post independencia demuestra claramente que la raíz del problema radica en los esfuerzos de los políticos ucranianos para imponer su voluntad en partes reacias del país, primero por parte de una facción, después por otra. Esa es la esencia del conflicto entre Viktor Yanukovich y su principal rival política, Julia Timoshenko. Representan a las dos alas de Ucrania y no quisieron compartir el poder. Una política norteamericana inteligente hacia Ucrania buscaría una forma para que los dos sectores del país cooperen entre sí. Debiéramos buscar la reconciliación, no el dominio de una facción.

Rusia y Occidente, y mucho menos las distintas facciones de Ucrania, no actuaron según este principio. Cada uno empeoró la situación. Rusia no estaría en condiciones de imponer una solución militar sin aislarse, en un momento en que muchas de sus fronteras ya son frágiles. Para Occidente, la demonización de Vladimir Putin no es una política. Es una coartada a su ausencia.

Putin debiera darse cuenta de que, al margen de sus reclamos, una política de imposiciones militares generaría otra Guerra Fría. Por su parte, Estados Unidos necesita evitar tratar a Rusia como un pervertido al que se le deben enseñar pacientemente reglas de conducta creadas por Washington. Putin es un estratega serio – según las premisas de la historia rusa. La comprensión de la psicología y valores norteamericanos no es su fuerte. Como tampoco lo fue la comprensión de la psicología e historia rusa para los políticos estadounidenses«.


Rusia afirma que una nube radioactiva avanza hacia Europa. Comento

May 21, 2023

El título de este post recoge lo que han publicado ayer algunos medios en Turquia, y que por supuesto está circulando en las redes sociales, en todo el mundo. Habría una comunicación oficial del gobierno ruso al OIEA, pero no se ha hecho pública. Hasta ahora solo conocemos una condena de Rusia del uso de uranio empobrecido en el armamento que proveyó Gran Bretaña a Ucrania, como informo hace 10 días la agencia alemana Deutsche Welle.

No se sorprendan, este blog ha estado tan concentrado como el resto de los medios argentos en nuestras fascinantes internas. Hace mucho que no escribo sobre la guerra en Ucrania. Que también en los medios internacionales tiene menos espacio: es una carnicería de desgaste con algún parecido a las trincheras como la 1ra. Guerra Mundial.

Pero lo que ha sucedido, además de una catástrofe para quienes viven en Ucrania Occidental y en Polonia, puede ser un nuevo escalón en la guerra. Lo que no va a dejar de repercutir aún en los que estamos lejos.

Según Turkiye Newspaper: «Un depósito de municiones de Ucrania con uranio empobrecido fue atacado por Rusia. Tras el ataque, los vapores radiactivos se extendieron a los países europeos por efecto del viento. Se anunció que se registró un aumento de la radiación en Polonia.

Mientras continúa la guerra entre Rusia y Ucrania, el secretario del Consejo de Seguridad de Rusia, Nikolai Patrushev, dijo que una nube radiactiva se dirige hacia Europa occidental como resultado de la destrucción de un depósito de municiones de uranio empobrecido suministrado por Occidente en Ucrania.»

Para tener algo más claro, lo que puede estar pasando, le pedí su opinión a Daniel Arias, columnista estrella de AgendAR. Comparto:

«Los metales pesados usados en municiones de todo tipo, el vulgar plomo, el mercurio, el tungsteno y el uranio empobrecido, son químicamente tóxicos y en suficiente cantidad, inutilizan suelos y acuíferos para uso habitacional o agropecuario.

La vieja línea del frente de guerra de trincheras del Somme, del Marne y de Verdún sigue inhabitable y no cultivable desde 1918.

Pero el uranio es un ecotóxico más bravo, porque se fija en los huesos como sustitutivo químico del calcio, y porque aunque el empobrecido es una cola residual de las plantas de enriquecimiento, éstas jamás logran evitar que quede en ese desperdicio una cantidad de U235, el isótopo inestable y físil.

De modo que los blindajes y balas perforantes de uranio empobrecido generan una contaminación doble, química y radiológica, que además de extensa en la geografía e intratable en lo técnico, es interminable en los tiempos humanos.

El uso de blindajes y balas de uranio empobrecido debería estar prohibido por la ONU. Pero antes que eso suceda, se va a congelar el infierno. Es significativo que ni el OIEA ni el UNSCEAR (Comité Científico de las Naciones Unidas para el Estudio de los Efectos de las Radiaciones Atómicas) hayan dicho nada al respecto. Entre tanto, a los ucranianos del Oeste y a los polacos hoy les toca respirar, beber y comer uranio. Supongo que por ahora no se enteran.»