No voy a competir con las agencias de noticias, y no tengo tiempo para tratar de analizar lo que esta sucediendo ahora (Habran notado que ni siquiera alcance a transformar el teclado de esta PC para que incluya el acento del castellano).
Solo quiero acercarles algunas ideas sobre raices de largo tiempo, y sobre lo que va a suceder, si estoy en lo cierto, en adelante.
Los pueblos de religion musulmana y lengua arabe que habitan en el arco que va desde Marruecos al oeste hasta Irak al este tienen una identidad cultural rica y una historia gloriosa. Sus sabios conservaron y enriquecieron el pensamiento griego, y le sumaron descubrimientos hindues y de las viejas culturas orientales y sus propios aportes. Todo ello les permitio ser maestros de Occidente, en la Edad Media europea.
Sus guerreros compitieron con los de la Cristiandad durante muchos siglos en valor y ferocidad (eso es lo que los hombres llamamos gloria, habitualmente). Como dijo Borges de otros orientales «Tantas veces los corrimos Tantas veces nos corrieron«…
Pero hay una creacion socio-cultural peculiar de Occidente que no desarrollaron: el Estado Nacion. Esa institucion que surge primero en Francia y muy poco despues en Hispania e Inglaterra, pero que recien en el siglo XIX se expande por el globo, imitado hasta en Japon y luego en China, y que se desarrollo en forma independiente con matriz religiosa en la Persia de los Safawi (siglo XVII), nunca echo raices profundas en el mundo arabe.
El peso muerto del Imperio Otomano y, sobre todo, el colonialismo europeo, que aprovecho los frutos de la Revolucion Cientifica y despues de la Revolucion Industrial, no le dejo desplegar sus experiencias nacionales, que a su vez le habrian permitido beneficiarse con esos mismos frutos, como lo hizo, por ejemplo, Japon.
Todo esto es historia. Pero pienso que determina la forma de las luchas de hoy. Los paises del mundo arabe, que – como los latinoamericanos – son fruto de la desintegracion de un imperio decadente (ellos, del otomano; nosotros, del hispano), y cuyas independencias politicas son por lo general mas recientes que las nuestras, no tienen bases solidas, ni han conseguido formar alianzas de intereses comunes. Ni la vision inspiradora de un Nasser ni la voluntad cruel de un Saddam lograron triunfar: fueron derrotados por las armas y los recursos de Occidente.
Tan solo Ataturk – musulman pero no arabe – pudo construir un Estado razonablemente fuerte y moderno: la Turquia actual.
Si busco en estos antecedentes la clave de lo que puede pasar, es por un hecho del que estoy convencido: los pueblos necesitan una estructura que exprese una identidad, un nosotros. Grupos menores en cualquier sociedad pueden – en sus vidas personales – prescindir de ella: los muy ricos pueden ser internacionalistas (en este tiempo, generalmente lo son). Y en las clases medias, determinados sectores pueden reemplazar el patriotismo por una idea abstracta: el «proletariado», los «mercados», el «mundo libre» o fantasias por el estilo.
Los pobres, lo sabia Disraeli, no pueden darse ese lujo. Necesitan una patria, un colectivo del que formar parte y sentir propio. En el mundo islamico, donde – insisto – el Estado nacion es una creacion reciente, la identidad basica no es un pais sino una religion. Como nuestros paisanos hace siglo y medio, que se llamaban a si mismos cristianos mas a menudo que argentinos, un musulman es ante todo un miembro de la comunidad de los creyentes.
Si EE.UU., la Potencia que hoy define los intereses de «Occidente», continua enfrentando las experiencias nacionales arabes o tratando de contenerlas con dictaduras corruptas… las clases medias de esos paises podran entusiasmarse con «revoluciones de colores». Pero los pueblos seguiran a los partidos islamicos, como en el Libano o en Palestina.
En el corto plazo, EE.UU. – e Israel – podran pensar que no son enemigos temibles en el plano militar. El problema es que hay mas de mil millones de musulmanes, y creciendo rapidamente. Y el mundo arabe es su corazon simbolico. El Islam puede ser lo que movilize la reaccion anti occidental, como lo fue en otros momentos de la Historia.
La unica alternativa que percibo, en el largo plazo, a un islamismo militante anti occidental es la consolidacion en su seno de estados nacionales fuertes, apoyados en el patriotismo de sus pueblos.
Pero tambien es cierto que los liderazdos de esos Estados, o Estado, dificilmente puedan afirmarse sin mostrar victorias sobre los enemigos que los han humillado. Bueno, la Historia nunca da respuestas faciles.