Creo que todos los visitantes del blog ya conocen las noticias. Un brevísimo resumen de los hechos lo da el encabezado del oficialista Página 12: «Grupos de jóvenes encapuchados asaltaron media docena de supermercados y se llevaron todo tipo de artículos, principalmente electrodomésticos. Tras la difusión de la noticia, hubo algunas réplicas en Rosario y Campana«. La crónica, como de costumbre, es bastante completa.
Veo en el opositor La Nación algo más reciente (su página online está más actualizada) «Dos muertos en Rosario por choques con la Policía durante los saqueos«.
Los hechos están pasando ahora. Sin información propia, me pareció que valía la pena ver las primeras reacciones en la blogosfera politizada. Reflejan distintas miradas políticas. El cristinismo leal no tiene dudas: es una maniobra desestabilizadora contra la Presidente (Artemio está cada día más ortodoxo – su paso por Guardia le prendió más que a mí, evidentemente; Lucas Carrasco tira información importante, en el mejor estilo Verbitsky, pero su enfoque es el mismo).
(Una cosa, Lucas. Tenés una de las plumas más afiladas que conozco, y además lo que decís es razonable. Pero esto «Los sectores populares no son tan boludos como para caer en celadas oscuras en momentos donde el gobierno nacional pulsea con los saqueadores de guante blanco en la Sociedad Rural…«. Compañero; los únicos sectores populares a los que eso les importa en serio son los que viven en Palermo, como mi amigo Mario Botalla).
Gerardo Fernández, que es de ese palo, pone un poco el freno «… sentí cierta agresión a la inteligencia al ver cómo tanta gente repetía que los electrodomésticos no son artículos de primera necesidad ¿Es que acaso cuando un tipo se saca la mochila social y transgrede va a ir a buscar un sachet de leche, un poco de pan y un cacho de carne? Si te la vas a jugar, lo vas a hacer por algo que valga la pena. El morfi lo podés conseguir, el LED, no. Por supuesto que podría interpretarse que, si estos hechos de ayer fueron fríamente calculados, los pibes van a aprovechar la volada para llevarse cosas de mucho valor. Pero cuidado con esa mirada pequebú de que el pobre va a ir a tomar por la fuerza sólo pan y leche«.
Un peronista alzado de manos, como Omix, aprovecha para golpear, antes que al gobierno, a su enemigo favorito, el progresismo K: «Me preocupa … ese colectivo desorientado que se autodenomina progresismo y mas aún el internetero. Se le nota la hilacha, son hijos del asistencialismo, asumen la representación de otros, a los que no consultan ni hacen participes de las decisiones que toman por ellos aún con las mejores intenciones. Los sustituyen asumiendo que estos no pueden decidir sobre sus necesidades, deseos y elecciones, en su nombre y en su interés emprenden todas las batallas que colman de éxtasis sus vidas en un frenesí confrontativo que no reconoce limites«.
Alguien muy conocido en la blogosfera, Lolamento, me hace llegar, a mí y a otros blogueros, una visión distinta, más local. Como hago yo, acerca varias miradas: Cobertura desde la derecha clarinesca (un diario de centro derecha de Bariloche que pone las mismas fotos que los blogs cristinistas); Cobertura «revolucionaria»; pero la suya está más cerca de la que llama ¿con ironía? Cobertura progresista: «La situación que llevó a los saqueos comenzó en el invierno o quiza antes… años antes. En Bariloche desde hace 6 o más meses que se vive en crisis social. Sin dinero para planes trabajar, para comedores, … Bariloche es completamente opuesto a la imagen del país que vemos en la TV Pública. Te invito a ver que sigas el link y recorras la crónica de estos meses«.
La elección de los ejemplos es casual, y arbitraria. También me parece que debo agregar la de un llamado telefónico que recibí. Un amigo que tuvo responsabilidades en Seguridad, hoy retirado, me decía: «Los imbéciles que están a cargo ¿no tienen presente que justo antes de las fiestas suelen pasar estas cosas?» Tiene algo de razón, pero no contamos con un sistema represivo centralizado ni a nadie se le ocurre declarar el estado de sitio. Por suerte.
Como los hechos siguen pasando, justo cuando escribo eso veo en la página de Tiempo Argentino (y ya lo toma C5N): “Dirigente de Camioneros, entre los organizadores de los saqueos en Campana. Héctor “Paraguayo” González, principal referente de la barra brava del club de fútbol de esta ciudad, Villa Dálmine, fue uno de los organizadores de los saqueos en esa localidad. Fue secretario adjunto del Sindicato de Camioneros de la ciudad de Campana y actualmente es delegado en la rama de Recolección del mismo«.
¿Qué pienso yo? También es una primera reacción, basada en las opiniones que uno se ha ido formando antes. Tengo claro que en Bariloche, Rosario, Campana hay zonas de mucha prosperidad y consumo casi de primer mundo (con restricciones a la importación), zonas marginales, que son más pobres, claro, aunque los dealers y otros tienen bastante guita, pero el dato fundamental es que son marginales: no tienen empleo en blanco, obra social ni sindicato (tampoco Camioneros), y la mayoría, los sectores en el medio que tienden a mirar con bronca y miedo respectivamente a los otros. Lo mismo que en el resto de la Argentina, bah.
Las políticas sociales, asistencialistas, la misma Asignación Universal por Hijo… todo bien. Es mucho mejor que existan. Pero no hay que engañarse: por sí mismas no cambian esa situación. Con ellas se come, con ellas y con changas la gente se las arregla. Pero no sale de ahí. Eso es, como dicen en mi barrio, para quilombo.
Gerardo tiene razón. Si yo me fuera a prender en saqueos, ya sea porque estoy con bronca porque no encuentro salida, o porque la salida que encontré es unos mangos que me tira alguien para armar bardo, seguro que no saqueaba la panadería del supermercado. Ya que estaba, trataba de llevarme una TV de 52 pulgadas, para que valiera la pena.
Ahora, así como alguna vez dije sobre la guerrilla urbana que matar policías no es una forma aceptable de protesta social, tampoco lo es robarse televisores. La sociedad, su instrumento de poder, que es el Estado, está obligado a reprimirla. El problema son los métodos.
Hace más de dos años, en ocasión de otros disturbios en Bariloche, subí este posteo. Decía, en ese momento «En la madrugada del jueves 17 (de junio de 2010) un cabo de la policía provincial le disparó en la nuca a Diego Bonnefoi, de 15 años, y lo mató. Fue en el barrio Boris Furman, un complejo modesto de viviendas sociales ubicado a unas 15 cuadras del centro cívico de Bariloche. Su muerte motivó la reacción de los vecinos, que atacaron la comisaría 28. La Policía reprimió: hubo otro muerto, Sergio Cárdenas, de 29 años y varios heridos. El viernes 18 se repitieron los incidentes, y nuevamente murió uno de los que protestaban, Nicolás Carrasco, de 16 años … El domingo 20 a la noche más de mil personas marcharon por el centro de Bariloche para respaldar a la Policía, movida que se repitió el lunes con el doble de participantes«.
A pesar de eso último, aparentemente la policía local ha aprendido a contener sus impulsos. Pero parece ser que la única alternativa que encuentra es la inacción, y entonces hay que llamar a la Gendarmería.
La verdad, lo único que tengo para decir es una propuesta que he repetido muchas veces en el blog: Es necesario que desde la política se encare con toda seriedad, lo que significa con los recursos suficientes, aportados por el Estado Nacional, la tarea de tener policías provinciales profesionalizadas, con elementos de comunicación modernos y muy bien pagadas. Y una fuerza nacional para emergencias, con personal de carrera altamente entrenado, con acceso a esas redes de comunicaciones, y, también, muy bien pagada. Su base puede ser la Gendarmería, pero hay que tener claro que es una función muy distinta de vigilar las fronteras. Todas ellas, las provinciales, ¿municipales?, y la nacional, deben ser controladas de cerca por la sociedad, porque los fondos que maneja la corrupción son mucho mayores a los de la nómina más generosa. Tarea difícil, pero necesaria.
Claro, una aún más difícil y todavía más necesaria, es asegurar trabajo digno, un lugar en la comunidad, para todos los que aspiren a eso. Pero es la tarea que vale la pena.
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