noticias de la crisis

septiembre 30, 2008

En la inundación de palabras que disparó el voto no positivo (tengo que reconocer que es una buena tapa la de P12) de los representantes yanquis, no encuentro nada que modifique el esquema muy básico que hice ayer. Pero quiero recomendar algunas cosas que he leído y transmitir una inquietud. Ante todo, en Finanzas Públicas dan en castellano un resumen muy corto y muy preciso de como fue el rechazo; frente a pavadas progres como la de Kirschbaum hoy en Clarín, vale la pena informarse. Manolo, como acostumbra, da con su estilo barroco pantallazos iluminadores de la situación.

Y Elemaco da el único trabajo con números que he visto hasta ahora sobre los efectos negativos que esta crisis puede tener para nosotros. Lo escribió en enero (!).

El profesor Krugman me decepciona un poco, o quizás sea que es un neokeynesiano más entusiasta que yo. Señala que en realidad el esquema Paulson, o uno aún más ambicioso, no necesitará dinero en el mediano plazo. El Estado emitirá pagarés a cambio de pagarés, y quizás acciones, y bastará con la confianza que despierta el Estado para solucionar este problema (Es cierto, lo estoy simplificando, pero no mucho. El gran simplificador aquí , en el N.Y.Times, nada menos, es él). Evidentemente, tiene fe en el rescate.

Curiosamente, el cuestionamiento económico a todo el esquema que más me inquietó es en lugar donde casi nunca se publica nada sobre economía, «Ámbito Financiero» (a no confundir, lo que publican es en un 80 % propaganda editorial, y otro 20 % chismes políticos). Pero allí, José Siaba Serrate escribe

Mientras el Congreso resuelve qué hacer, es la Fed (la Reserva Federal) la que está a cargo. …Como la circulación del mercado monetario (de corto plazo) se cerró después de Lehman, la Fed debe bombear liquidez y ocuparse de que ésta llegue a cada uno de sus vasos capilares. No basta con anegar el compartimiento de los bancos comerciales, nada garantiza, por ejemplo, que el sobrante fluirá hacia los bancos de inversión. Así se crearon diversas ventanillas específicas de asistencia. Ya se dijo que los compromisos de la Fed, al miércoles pasado, totalizaban 262 mil millones de dólares en redescuentos varios, 150 mil millones en las subastas de fondos TAF y 86 mil millones de dólares en pases. En números redondos, 500 mil millones. Pero las tensiones, del último miércoles al presente, recrudecieron aún más. Washington Mutual perdió 9% de sus depósitos en los diez días hábiles previos a su defunción el jueves. No se explica la veloz debacle del banco Wachovia si el jueves y viernes no lo barrió la desconfianza de sus clientes. Bancos como City National y Sovereign recibieron ayer en las Bolsas el fatídico beso de la muerte (caídas a plomo de las que nadie, en esta crisis, pudo luego volver). Cuando se conozcan las cifras de los redescuentos, quedará acreditada la extrema virulencia de la hora. Ayer, por lo pronto, la Fed de Richmond avisó que los grifos estaban abiertos para facilitar la transición de los depositantes de Wachovia al Citigroup. Y también ayer la Fed anunció que su programa de licitaciones de recursos TAF aumentará de 150 mil millones de dólares a 350 mil millones. A buen entendedor, sobran palabras. Ello supone dos reconocimientos. Está claro que nadie le presta a nadie. Y, además, que los problemas muerden de lleno en el seno de la banca comercial, bajo la órbita directa de la Fed y no sólo en las inmediaciones (mal) vigiladas por la SEC, la OTS, la FHFA o la Superintendencia de Seguros de Nueva York.

Es un fina ironía que, mientras el Congreso titubea con la propuesta Paulson por 700 mil millones de dólares, la Fed haya montado en paralelo un programa de igual envergadura. En efecto, los 500 mil millones de dólares ya comprometidos de asistencia, treparán en 200 mil millones cuando se realicen las subastas TAF ampliadas. Es verdad que Henry Paulson plantea la compra lisa y llana de activos mientras la Fed sólo los recibe en garantía. En rigor, la Fed alquila su hoja de balance y facilita liquidez inmediata (en saldos de cuenta en dólares o títulos del Tesoro) a cambio de instrumentos financieros de cada vez más incierto pelaje y dudosa capacidad de realización. Pero si la crisis echa raíces, y sus estertores se agravan hasta arrasar a buena parte de la banca, esos activos que arribaron como simple colateral podrán terminar definitivamente en sus vitrinas. Como compras no deseadas. Sin requerir, por cierto, ninguna autorización expresa del Congreso. El plan de rescate, entre otros, también ayudará a rescatar las finanzas de la Fed.

En las cuentas del profesor Krugman – que sabe mucho más que yo de econometría – están incluídos estos compromisos? Mi impresión, por lo que valga, es que Keynes estaba preocupado en los ´30 por volver a poner en marcha una economía financiera que había dejado de cumplir con las funciones para las que la requería la economía real, que por eso funcionaba muy por debajo de su capacidad. El desafío ahora es mantener a flote una megaburbuja financiera que superó todos los límites de la economía real. Me parece que es una situación diferente.


un saludo a Jorge Schvarzer

septiembre 30, 2008

El sábado pasado falleció Jorge Schvarzer. Uno se entera de tanta trivia, y esto no lo supe hasta que lo leí visitando el blog de los 3 chiflados. Debí haber escrito algo, porque se lo merece y porque su nombre había sido propuesto para exponer en la jornada que el Foro para una Nueva Política Industrial – donde doy una mano – hace pasado mañana en ACARA; se descartó porque estaba con mala salud… (serán Matías Kulfas y Alejandro Barrios, para el que le interese). Pero no creo que pueda mejorar lo que ya escribieron en ese blog. Por eso les dejo este link. Los que están a favor de la industria nacional, pasen y saluden.


Y si probamos con la prudencia?

septiembre 29, 2008

Ya lo sé, no es parte de la tradición nacional. Pero en un mundo donde se están estrenando conductas, los argentinos a lo mejor también podemos innovar. Estoy hablando de la etapa de la crisis que comienza hoy, 29/9, con el rechazo en la Cámara de Representantes de U.S.A. de la ley de salvataje financiero. Y aclaro dos cosas: no tengo más datos que los que están en los medios para deducir qué ha pasado; y no tengo más certidumbre que la que podía tener Mr. Paulson para pensar que la ley iba a funcionar.

Aparentemente, han sido los representantes más conservadores (en el sentido yanqui de la expresión) republicanos y también demócratas los que han negado sus votos. Si es así, hay un fuerte componente ideológico; quizá haya algo de la vieja hostilidad populista (quedará algo en el Medio Oeste?) hacia Wall Street y los bancos, pero me parece que el elemento dominante ha sido la ideología, siempre presente en muchos norteamericanos y dominante desde Reagan, que sostiene que el mercado es preferible a la intervención estatal, y que los que se equivocaron deben pagar sus errores (se siente, se siente, Calvino está presente!)

Esto muestra una falta de liderazgo de ambos candidatos, Obama y McCain, y de las cúpulas de ambos partidos (porque los demócratas están tanto o más imbricados que los republicanos con el establishment financiero). Del presidente Bush… no hablemos. Pero no puedo estar de acuerdo con Paul Krugman que Estados Unidos es hoy una república bananera con armas nucleares. Creo que el profesor Krugman dramatiza su fastidio con los que no han hecho caso de sus consejos económicos desde hace bastantes años. Me atrevo a predecir que antes que esta semana termine habrá una nueva ley aprobada. Para ponerlo en términos aristotélicos, los elementos aristocráticos en el sistema estadounidense equilibran claramente a los democráticos.

Esto no quiere decir que la crisis se solucione en forma indolora, en mi opinión. Aunque se lograra que no afecte la economía real, ya es demasiado probable que la inmensa creación de riqueza financiera que esta etapa de la globalización produjo, se muestre como una megaburbuja, como temía aquí.

Pero es irónico que el efecto «jazz» (Cristina dixit) se complique y agrave por razones ideológicas. Eso era una especialidad de las sociedades latinoamericanas. Por eso mi propuesta que intercambiemos estilos con los gringos. Nuestros países van a sufrir, casi con certeza, aunque más no sea porque nuestros clientes comprarán menos y no prestarán nada. Pero las consecuencias, en este año y en los próximos, no tienen por qué ir más allá del enfriamiento de la economía que ya estamos sufriendo.

El consejo del título va dirigido a una audiencia muy pequeña y muy politizada. El viraje mudo a una política económica más ortodoxa que la practicada hasta ahora ha recibido duras críticas, por los que la cuestionan por sí misma y por los que critican cualquier cosa que haga el gobierno (y ha sido defendida por los que defienden todo lo que los últimos atacan). Paremos la mano hasta que veamos cómo viene el viento (huracán?). Estoy de acuerdo con Zaiat no se vislumbra el beneficio de reconectarse al mercado financiero internacional, más aún a un sistema que estalló y no se sabe cómo será el que lo reemplace”. Yo dije que pensaba de las medidas con menos precisión cuando cité lo de Churchill “Es la única especie de rata que corre hacia un barco que se hunde“.

Pero esa es una discusión académica, al menos por unas semanas. Argentina y su socio mayor, Brasil, están en condiciones de minimizar, hasta cierto punto, el daño que esta tormente probablemente producirá. Rompamos con nuestras mejores tradiciones, y no nos peguemos un tiro en el pie peleando entre nosotros.


Un desafío para los muchachos de Pino

septiembre 28, 2008

La pelea política en Argentina está caliente, pero aburrida. Por lo menos, eso vale para la que tiene eco en los grandes medios, que es, después de todo, la que le llega a la mayoría de las personas. No se levantan las banderas de causas nobles, no hay propuestas para el país que no se estén gastadas con la repetición, ni siquiera se escuchan mentiras atractivas. Lilita Carrió – que sí tiene repercusión mediática – hace lo que puede para animar la cosa con sus profecías, pero ya de tanto escucharlas no se toman en serio. (Y esto también está pasando en los blogs kirchneristas, que tienen que denunciar las conspiraciones de Clarín y la Derecha para encontrar tema; creo que me voy a pelear con Artemio a propósito de Cooke para ver si animo la cosa)

La oposición – que por algo está desperdigada y confusa – se apoya en el profundo fastidio que despiertan en muchísima gente las figuras y los estilos de Cristina y Néstor, y en reclamos sectoriales, algunos muy respetables, pero, claro, de sector. No consigue integrar sentimientos y reclamos en una (o varias) alternativas convincentes. Porque su núcleo duro sigue siendo, por lo menos en los medios, la nostalgia por ese «primer mundo» que les pareció tan cercano en algún momento de los ´90, y quieren que la Argentina se «reintegre al mundo», lo que en la práctica significa el sistema financiero global. No quiero ser cruel, pero hoy a mí me recuerda la frase que atribuyen a Churchill sobre un enemigo suyo en el Parlamento británico «Es la única especie de rata que corre hacia un barco que se hunde«.

El oficialismo en este aspecto no está mucho mejor. Hasta para su público, lo único que atina a mostrar es lo que hizo en su primer gobierno, y ese stock se está agotando. Los represores de la dictadura militar están cada vez más viejitos y se van muriendo, y el crecimiento a tasas chinas… parece que fue. Uno diría que Cristina toma los banderas de la oposición cuando anuncia el pago al Club de París y la negociación con los holdouts, pero como soy bien pensado creo que lo hace porque no tiene otro remedio. Los vencimientos de la deuda hablan, y con voz alta.

Es por eso que en este blog siempre miré con simpatía a Pino Solanas y su Proyecto Sur. Como pienso que la realidad, y hasta la ética, de la política tienen que ver con la construcción y la lucha por el poder, no creo en los partidos testimoniales. Si la oposición está como está – objetivamente, mucho peor que el oficialismo – es porque la estructura orgánica nacional que podía expresarla, la U.C.R., se autodestruyó entre el Pacto de Olivos y la caída de De la Rúa. Y los kirchneristas lúcidos reconocen que lo que sostiene al gobierno es la armazón del P.J.

Pero un grupo pequeño e idealista puede servir, y a menudo lo ha hecho en nuestra historia, para levantar consignas y construir propuestas. Si a su frente está un director talentoso, que no vacila en poner su cine al servicio de sus ideas, tanto mejor. Su película más reciente, «La próxima estación», cumplen con eso. Pero es necesario que las consignas y las propuestas sean desafiadas – para ver si pueden echar raíces en la realidad – y ahora le ha llegado el turno.

José Natanson publica un artículo en Página 12 (¿dónde si no?) en el que critica con inteligencia no la película sino el planteo de Solanas, y de Proyecto Sur, y de muchos otros: El tren para todos. Y la crítica, dura y realista, no parte de un pensamiento antagónico al de Pino.

Personalmente, aunque concedo la validez de muchos puntos que Natanson hace – en particular, la necesidad de profundizar en qué razones estructurales, además de la maldad de sus enemigos, provocaron el desguace de los ferrocarriles – pienso que el tren es, en principio, un medio de transporte más racional que el camión, y no hablemos del automóvil. Pero el artículo muestra, y con eso hace un favor a todos, que va a ser necesario afilar los lápices, y construir alianzas, si se quiere llevar adelante una de las banderas interesantes que han surgido en el «desierto de ideas» de la política argentina.


¿Qué hiciste en el gobierno de Menem, papá?

septiembre 26, 2008

El 5 de este mes anuncié aquí que subía a «El hijo de Reco» la primera parte de un largo artículo de un profesor de Harvard, Steven Levitsky, «Una Desorganización Organizada«, donde el tipo vuelca sus encuestas de 1997 a centenares de militantes y unidades básicas peronistas, y entrevistas con dirigentes locales y sindicalista.  Lo había publicado en castellano Argirópolis, un proyecto de las Universidades de Quilmes, La Plata y del Litoral y Página 12, pero no tuvo mucho eco (el proyecto es demasiado progre para el gusto peronista, y el artículo suena demasiado peronista para el gusto progre).

Como advertí en la Introducción, no hay nada en el artículo que no sepa alguien que haya militado al menos un año en una agrupación o en un sindicato. Pero hay una visión diferente cuando se lo ve desde la sociología y la teoría política. La intelectual es una forma del conocimiento distinta de la práctica y la emocional, pero también es necesaria.

Bueno, luego subí la segunda parte. Y hoy, la tercera y última: «El peronismo durante el gobierno de Menem» Es la parte más larga y – me parece – la más interesante. Por dos motivos: 1) Porque echa luz sobre un tema del que no se habla, o peor, se construyen leyendas negras o blancas: qué pasaba con los aparatos y militantes políticos del Partido Justicialista durante la década en que Menem gobernó Argentina. 2) Porque nos ayuda a pensar qué sucede en esas estructuras y qué hacen esos militantes – que en un porcentaje importante son los mismos – cuando el Presidente, de la Nación o del Partido, es Néstor Kirchner.


Algo más sobre Rucci y el gremialismo

septiembre 25, 2008

En la entrada anterior, además de un saludo a Rucci, quise – frente a mitologías berretas – dejar planteada una distinción ética entre dos instrumentos políticos de nuestra historia no tan lejana: la violencia y el asesinato. En la columna de comentarios – que yo suelo descuidar – Anahí y Harry introdujeron algunos temas interesantes. Por eso quiero subir, aunque sea sin permiso, de acuerdo a los usos de la Red, el comentario que un conocido bloguero local, Oti, hizo en otro lado. Rara vez estoy de acuerdo con él; tenemos lenguajes diferentes. Pero aquí me parece que su lenguaje le sirvió para un resumen político muy lúcido; así que le dejo la palabra:

«No hay ningún antagonismo «objetivo» entre la burocracia y los trabajadores, ni tampoco entre la burocracia y los dirigentes combativos.

El antagonismo que pudo haber habido es el que decidieron darle los protagonistas, no reside nada más que en la ideología y en la voluntad. Pero esto de «objetivo» poco y nada tiene. Creo que el enfrentamiento subyacente no era para nada «ideológico» ni de «clase».

El problema son los desfasajes y el fanatismo. Cuando los combativos señalan un enemigo interno en la clase trabajadora y cuando la burocracia señala un enemigo infiltrado. Pero esto procede de prácticas e ideas que se hacen los protagonistas, no quiere decir que tenga fundamento real eso, aunque las consecuencias de ellas luego sí sean realidad (la violencia, el antagonismo, etc.).

Creo que en el fondo, muchos lo odiaban a Rucci no porque sea burócrata sino porque era leal a la conducción del General, y cuando la izquierda se equivocaba él no se privaba de señalarlo con bastante claridad.

El problema era la ceguera en entender la práctica diferente de cada sector dentro de un sentido único. Creo que esto no se lo podía representar bien ningún sector. Sucedía algo así como el equipo donde cada uno tiene una camiseta diferente y nos fijamos en lo diferente de la camiseta y no para qué lado patean.

En la práctica política de aquel tiempo el color de la camiseta condicionaba la capacidad de entender para qué lado se estaba pateando (estrategia). Muy poca ayuda tenía el General en esta tarea.

Me parece que no podremos llegar a nada superador del pasado si en algún punto no rompemos lo que nos encadenaba en ese pasado y seguimos reproduciendo hoy, bajo otra modalidad más frívola y light, los mismos sentimientos subyacentes del pasado.

El asunto es que para liberarse de esos sentimientos es preciso haber cambiado la propia mente, para así ver el pasado (y el presente) de manera diferente.«


Rucci y los otros

septiembre 24, 2008

Mañana se cumplen 35 años del asesinato de Rucci. Hace 2 años escribí algo, y no tengo más que agregar acerca de esa muerte. Pero siento que hay algunas cosas que necesitan ser dichas, y forman parte de la misma historia.

No estoy pensando en el reclamo de Hugo Moyano: que se juzgue por «delitos de lesa humanidad» a los que lo mataron. No es un planteo jurídico. Es como los carteles, hace año y medio, que decían «No jodan con Perón«, una forma de decir No jodan con los peronistas. Es marcar la cancha. Puedo acompañarlo, pero no lo veo como un tema de principios, sino de poder.

Esa categoría de delitos, con la salvaguarda clave que se considerarán tales si ha participado el Estado, no puedo dejar de sentirla como una chicana de abogados, que quieren estar seguros que a unos se los persiga y a otros no. Hay una cláusula tácita: No serán crímenes de lesa humanidad los que hayan cometido los que hoy tengan poder en un Estado. Juristas prácticos como Kissinger y Putin estarán de acuerdo. En realidad, hace algunos años un juez inglés, con ese realismo que ha llevado a los «anglosajones» tan lejos, consideró improcedente una acusación presentada contra Fidel Castro por alegados crímenes de lesa humanidad, con el argumento que era una categoría inaplicable a un Jefe de Estado en ejercicio.

Lo que quiero plantear – para provocar algunas reflexiones – no tiene que ver solamente con la muerte de Rucci: también las de Vandor, Alonso, Coria, Klosterman,… Es el extraño momento, a fines de los ´60 y principios de los ´70, cuando el asesinato de sindicalistas fue una forma aceptada por muchos de la lucha revolucionaria. Porque en Colombia, por ejemplo, mataron muchos más sindicalistas que aquí, pero todos como parte de la guerra contrarevolucionaria.

Es cierto, era otro tiempo, más violento o menos hipócrita, y que un gremialista cayera en un tiroteo, como le pasó a Rosendo García y a Blajakis, era casi un gaje del oficio. También había odios más profundos – o a uno le parece – que los de ahora. Cuando mataron a Aramburu, yo lo lamenté por un simple respeto a su coraje personal (el relato que hicieron sus secuestradores deja eso en claro), pero fueron muchos, muchos los militantes peronistas, que si les hablaban de montoneros pensaban en Felipe Varela, que sintieron que se había pagado una deuda.

La pelea que dieron los sindicalistas peronistas contra gremialistas comunistas y radicales para recuperar sus organizaciones, fue muchas veces muy violenta. Hubo heridos y algún muerto. No hubo asesinatos. La pelea interna del peronismo entre y con los sindicalistas, fue peor (como corresponde). Pero cuando el asesinato (no la violencia) se convirtió en un procedimiento aceptado – y coreado en actos – de la lucha política, se cruzó una raya sin retorno. Y cuando mataron sindicalistas en operativos comando de la guerra revolucionaria, había un elemento de soberbia y locura que iba a crear respuestas parecidas. Ese fue, me parece, el huevo de la serpiente.


Argentina sale al rescate

septiembre 23, 2008

Este es una postdata a los dos anteriores (la crisis, el capitalismo y nosotros– 1° y 2° parte). Porque el anuncio de la Presidente «El gobierno estudia un acuerdo con tres bancos internacionales por la deuda que no entró en el canje» me parece una política discutible – mucho más que arreglar con el Club de París – y en un mal momento, por razones que mencioné allí, y que expuso mejor Salvador Treber aquí. Pero yo no soy la Presidente, ni tampoco el presidente del PJ, y no tengo acceso a información que pueda justificar ese paso. Por ahora, y hasta tener más datos, me parecen demasiado flojos los argumentos que Ámbito Financiero pone en boca de Kirchner «¡Con esto queda arreglado el financiamiento de 2009 y 2010!, «¡Va a venir una catarata de inversiones al país!», «¡No ponemos nada, encima entra algo de plata!» (Catarata de inversiones, ahora?!). Y, aunque es más sofisticada, no me convence la sugerencia de Manolo. Bush tiene otras preocupaciones que si Argentina le paga a los holdouts; ahora, si me dijera que es Obama el que apreta…

Pero, repito, no tengo información suficiente – y seria – para evaluarlo como un hecho económico. Ni siquiera estoy seguro que el Congreso – que está más retobado que antes – lo apruebe cuando aparezca esa información (aunque hoy la sociedad, según las encuestas, lo ve con buenos ojos). Me parece que alcanza para verlo como un hecho político. Y la idea me la dió un «debate» que leí en otro blog entre una crítica medida desde la izquierda y algunos kirchneristas militantes. Fue demasiado corto para que arrojara mucha luz sobre el asunto, pero sirvió para dejar claro que hasta un tema decisivo como la política hacia los acreedores externos puede quedar tapado hoy por el enfrentamiento pro y anti Kirchner, ESPECIALMENTE ahora que el gobierno adopta posturas que parecen copiar los discursos favoritos de los economistas del establishment «Argentina busca reconciliación final con mercados» (Reuters dixit).

El progrekirchnerismo se aferra al oficialismo K porque no encuentra otra cosa en qué creer (Lozano votó con la SRA, y eso no puede ser perdonado) y, mejor que defender sus políticas, combate contra los monstruos: la 4° Flota, Clarín, Cleto Cobos, el extraterrestre Antonini,… (debo exceptuar a Artemio López, que es filo K pero no come vidrio)

La izquierda no K no quiere aparecer ni aburrida como Binner ni delirante como el P.O., pero no encuentra una identidad para sentirse cómoda (bueno, para eso es izquierda).

Y un peronista histórico como yo, que sigue sin creer en los partidos testimoniales, le queda una duda parecida a la de los jactanciosos intelectuales que a veces publican en Pág. 12 «¿Es Kirchner lo más a la izquierda que la sociedad argentina acepta?». Yo me pregunto ¿Es lo más peronista que el peronismo hoy puede mostrar?. Espero que no.


la crisis, el capitalismo y nosotros (2ª parte)

septiembre 22, 2008

¿Qué está pasando?

Antes critiqué la cerrazón de los economistas y comunicadores convencionales. Pero debo decir que percibo en los economistas «heterodoxos» una tendencia a festejar la derrota de un impreciso «neoliberalismo», como si eso legitimara una economía «nacional y popular» que dejan aún menos definida. El triunfo del equipo de Keynes el Bueno sobre el de Friedman el Malo. No quiero ser injusto; en el mundo académico internacional, todavía siguen con las «expectativas racionales». Paul Krugman, el crítico de la ortodoxia con más repercusión mediática, en los últimos tiempos ha aportado en el plano teórico poco más que una insistencia en la necesidad de controles. Como auditor veterano, estoy completamente de acuerdo, pero queda muuuy lejos de los aportes de un Keynes, o aún de un Friedman. Fuera de la academia, Éric Toussaint, Francois Chesnais y Alfredo Jalife-Rahme son mucho más elocuentes en criticar la globalización financiera que precisos en analizar qué la reemplazará…

Entre los locales, los artículos periodísticos de Zaiat son serios y consistentes y, por ejemplo, Eduardo Curia ha sido riguroso en señalar las condiciones que requiere sostener el modelo de tipo de cambio alto que él defiende. Pero la cuestión permanece: falta un tratamiento en profundidad de la realidad económica que se abre a partir de esta crisis, que hoy domina los titulares pero comenzó hace más de un año, y fue anunciada por esos críticos mucho antes.

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En Argentina hay muy buenos blogs sobre economía: Elemaco, La ciencia maldita, Abuelo económico, Los 3 chiflados, Finanzas Públicas, e ainda mais. Pero lo que encuentro en ellos son críticas a la gestión kirchnerista en la economía – que son fáciles de hacer – o críticas a los que critican a la gestión económica K – que tampoco son difíciles. Miguel Olivera, que el año pasado había iniciado un blog para esta crisis, lo dejó de lado. Hoy describe, en una dura nota sobre los Estados Hundidos (H.S.A.), una «crisis financiera típica que combina: liquidez abundante que tiene que reciclarse, innovación financiera, regulación permisiva y el fracaso de la autorregulación» a la Krugman. Ciertamente es eso ¿Sólo es eso?

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No me siento en condiciones de responder yo al desafío. Sólo me veo en condiciones de plantear preguntas. Releyendo mi propio blog – una costumbre que recomiendo, para tener presente las pavadas que uno dice y aprender humildad – veo que también en agosto del año pasado me jugué con una opinión parecida, que hoy quiero… repensar: «Esta crisis es una típica burbuja provocada por la sobreliquidez (exceso de capitales con relación a la inversión genuina) internacional, no demasiado diferente de las originadas en las empresas puntocom, o en las deudas de los países emergentes – los casos de México, el sudeste asiático, la Argentina… Como tal, sus efectos en la economía real están acotados en el tiempo, y se reflejarán sobre todo en el encarecimiento del capital (dependiendo de cuán resuelta esté la Reserva Federal a rescatar a los especuladores). Es cierto que, con el modelo actual, nuestro país es menos vulnerable a los temblores. Igual, no será gratis: al gobierno argentino y a las grandes empresas el acceso al financiamiento externo les saldrá más difícil de lo que preveían hace un mes»


Pero dejé planteada una pregunta que es la que ahora me inquieta «¿esas crisis recurrentes indican una debilidad estructural en la situación actual? Hay un indicio inquietante: la caída del mercado de hipotecas pedorras en U.S.A. ha tenido en el mundo una repercusión más grave que sucesos comparables como el derrumbe de las puntocom, para no hablar de la quiebra del L.T.C.M. o de Enron» Y esto, en agosto de 2007, sin ninguna dote profética…

En enero pontifiqué sobre La crisis y los Estados Unidos, y planteé algo similar: «Una típica burbuja financiera, muy similar – hasta en su origen: los préstamos a particulares – a otra que vivieron los Estados Unidos en la década pasada (Savings & Loans), y no demasiado diferente de una media docena que vivió la Rusia postsoviética en ese mismo tiempo. El inevitable desenlace puede convertirse, por debilidades estructurales de la economía norteamericana y de la globalización financiera, en una recesión grave.

Pero (la explosión de la burbuja) no es un evento tan terrible (excepto para los directamente perjudicados). Es un hecho lamentable pero frecuente – algunos dicen necesario – en el capitalismo, y sólo los troskistas muy ingenuos creerán que esta vez sí el sistema se derrumba. Los estados modernos cuentan con las herramientas para controlar sus efectos, y – desde la Depresión de 1929 – la voluntad política de usarlas. Como no reciben los consejos que reputados economistas brindan – por ejemplo – a gobiernos latinoamericanos, y si los reciben no les dan bolilla, entre la recesión y la inflación tienen muy claro cuál elegir. Eso sí, yo no ahorraría en dólares por lo menos por los próximos dos años» Luego continué hablando sobre la desindustrialización en U.S.A., pero aclarando que era un proceso estructural muy diferente de la crisis.

Ahora, como se imaginan, me pregunto si minimicé demasiado el impacto de la crisis en el sistema internacional. (Es posible que lo haya sobreestimado. Un amigo me señala que están sufriendo principalmente los bancos de inversión: el refugio del dinero negro – el del tráfico de armas, de drogas, los sobornos… Hmmm, no lo creo. A.I.G., la candidatura de McCain, no son daños colaterales). Hoy no me convencen el catastrofismo de Roubini, pero tampoco me quedo tranquilo. La preocupación que dejo a gente más sabia que yo es ¿La globalización financiera, específicamente la que se produce a partir de la década de los ´70 del siglo pasado, que ha creado muchísima más riqueza nominal que la representada por los bienes materiales, puede ser en sí misma una burbuja? Si fuera así, vamos a tiempos interesantes.

Creo que ya se puede prever, de todas formas, una consecuencia de estos derrumbes. No por la locura de esta última semana en sí, sino porque es la culminación de un largo proceso. Frente al rescate estatal de Fannie Mae y Freddie Mac, hace ya un mes el amigo Manolo planteó el Regreso del Estado y recordó que los argumentos neoliberales estaban haciendo agua en los países centrales. Vale, pero pienso que hay que ir un poco más lejos. Porque más que a un debate sobre economía – porque los axiomas del Consenso de Washington han quedado relegados para el consumo de plumíferos subdesarrollados en países ídem, y hoy el énfasis teórico es en la necesidad de instituciones sólidas – estamos asistiendo a un cambio en las relaciones de poder en la economía mundial: el cuestionamiento de la fase de la globalización financiera que coincidió con la revolución conservadora abierto en los ´70 por Margaret Thatcher.

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Quiero matizar bien esto que digo: En el plano de la realidad económica, las raíces de la actual realidad financiera fueron puestas – como correctamente dice Zaiat – cuando Richard Nixon dispuso la inconvertibilidad del dólar, allá en el ´71. En el plano político, el pensamiento que expresaron y llevaron al triunfo electoral en sus sociedades Thatcher y luego Reagan tuvo, tiene, que ver con la variante «anglosajona» de la cultura occidental, su énfasis en el individualismo y su desconfianza en el Estado. Sus imitaciones, especialmente en América Latina y en el Este de Europa, fueron copias burdas, sin un sustrato cultural válido; el medio pelo de derecha lee allí a Ayn Rand, una Nietzche para ejecutivos junior. Aún en el mundo noratlántico, Clinton, Tony Blair, introdujeron variantes importantes. La Unión Europea nunca renunció a sus mecanismos de contención social. Y en el mundo intelectual, fuera de los Estados Unidos, el neoconservadurismo pasó rápidamente a ser patrimonio de los «outsiders». Si hubo un pensamiento único, desde la segunda mitad de la década de los ´90, ha sido el progresismo.

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Sin embargo, en los países centrales – el Atlántico Norte – el Estado abandonó desde entonces su rol director en las finanzas. Por supuesto, esto también debe ser matizado: No es que antes de los ´70 los bancos no influían en las políticas de los países, propios y ajenos. Y, excepto en los países destruídos por la corrupción, el Estado fue en todas partes un socio vigilante y necesario, un equilibrador social y – en las grandes potencias – el señor de la guerra. Pero el elemento central de esta nueva realidad ha sido expuesto, hace pocos días, con su lucidez de siempre, por The Economist «Las finanzas (privadas) son el cerebro de la economía. Aún con todos sus excesos, asignan recursos … mejor que lo haría cualquier planificador central». Después del derrumbe del socialismo real, todos los cuestionamientos de izquierda y la furia de los globalifóbicos no sirvieron para cambiar esa convicción en los gobiernos de los países centrales, y en sus mayorías electorales.

(Aún las declaraciones de la canciller Merkel que cita Manolo en la nota que linkeo, reflejan su prevención ante determinados grandes inversores extracomunitarios. La Canciller no cuestiona los bancos… alemanes).

Me parece entonces que la crisis deja, ya, una cuestión planteada: El Estado, que ha tenido que intervenir otra vez para salvar a las entidades financieras (los asignadores de recursos, The Economist dixit), y que lo ha hecho, en U.S.A. y en Europa, en una escala sin precedentes, no tomará – aún más allá de la voluntad de los gobiernos – un rol cada vez más decisivo en sus políticas? Si es así, y a mí me parece inevitable, la Argentina y Brasil deberán tomar más en serio el proyecto del Banco del Sur, y nuestro país deberá prestar mucha más atención al Club de París – que reúne a los gobiernos – que a los holdouts.

Por supuesto, las repercusiones más importantes serán – como siempre – en el plano político. Se abren muchas especulaciones posibles ¿Quedará China en ventaja, como piensa Soros? O, si la crisis continúa, su relación simbiótica con la economía norteamericana la arrastrará? Su bolsa, como la rusa, ha sido muy afectada…

Comencé por Argentina y termino con una pregunta local: Desde los ´80, se registró un cambio no muy anunciado pero profundo en la Derecha (tal como sucedió en el peronismo y en la Izquierda; ambos pasaron a ser muy diferentes de lo que eran en los ´70). Una derecha conservadora, católica y nacionalista pasó a ser cada vez más minoritaria; ocupó su lugar en el esquema político un sector que se piensa a sí mismo como «centro» o «centro derecha», y cuyo ideal son, como dije antes, los países desarrollados (no como son en realidad, sino en una versión idealizada). El sacudón que la inestabilidad de los bancos en esos países centrales no tendrá influencia en su imaginario, y por lo tanto en sus políticas?


la crisis, el capitalismo y nosotros (1ª parte)

septiembre 22, 2008

Aclaración previa: Este no es un artículo técnico. Esas cosas tienen, si son serias, muchos números y una elaboración matemática de esos datos. Ojo: todo eso no asegura que sea serio, pero si no lo tiene… Esto es una reflexión en voz alta, un poco larga, sobre lo que está pasando en la economía global y algunos análisis sobre las consecuencias políticas previsibles, tratando de traducir las jergas técnicas al lenguaje común.

Empezando por casa:

Me parece que vale la pena analizar cómo se recibió en Argentina esta crisis,  y no por los directamente afectados (aquellos con cuentas en los bancos de inversión yanquis). Porque es bastante revelador. Ante todo, debo decir que comparto la satisfacción de muchos argentinos, y buena parte de la fauna bloguera, con la humillación de los Amos del Universo. Que el «duro entre los duros» Lehman Brothers, que en noviembre de 2001 anunció – por boca de Joaquín Cottani – que «Argentina estaba lista para rendirse«, y que, con admirable consistencia, hace menos de un mes recomendaba cómo posicionarse para cubrirse de un nuevo default argentino en el 2010, haya quebrado, es delicioso. Que después de los cracs de México, el Sudeste de Asia, Rusia y el tan recordado de nuestro país, la duda que atormenta a los inversores hoy no es cuál país emergente será el próximo en caer, sino cuál de los grandes bancos de Wall Street, Londres o ¡vade retro! Zurich sigue, es una de esas ironías que Dios regala a los que tienen paciencia y viven lo suficiente.

Si alguien piensa que es rencor argento, escuchen al sabio y prudente Lula, sobrando a los banqueros «Veo, con una cierta tristeza, que bancos muy importantes que se pasaron la vida dando opiniones sobre Brasil, diciendo lo que debíamos o no hacer, midiendo el riesgo de este país, haciendo propaganda para inversionistas sobre si Brasil era o no confiable, están quebrando, están llamando a acreedores«.

Sin embargo, otros argentinos, parte de un sector importante en nuestra sociedad, lo ven casi como una blasfemia. Cuando la Presidente dijo en un acto que «el primer mundo se derrumba como una burbuja, y aquí nosotros, modestos y humildes, con nuestro proyecto nacional estamos firmes» uno sabe que es una chantada para alentar a la tribuna, y toca madera, por las dudas. Pero La Nación dedica un editorial, Imprudencia verbal, para decir que «Nada … debería autorizar a la presidenta argentina a burlarse de las desgracias ajenas«, y concluye pontificando «Más allá de las dificultades que hoy atraviesa el mundo financiero internacional como fruto de sus graves equivocaciones, el aislamiento internacional del país a nada bueno nos conducirá«. Clarín, que acostumbra influir con los titulares antes que con editoriales, usó esta semana uno que es un poema: «Para los economistas, algunos problemas de la Argentina reducen el impacto de la crisis. Señalan que el golpe es menor porque el país sigue aislado de los mercados financieros internacionales«.

El aislamiento que mencionan no quiere decir que los aeropuertos argentinos están bloqueados. Significa simplemente que el país – las políticas de su gobierno – no merecen la aprobación de los grandes bancos y los fondos de inversión. ¿Cabe señalar que en estos momentos estos señores están demasiados ocupados como para escuchar los discursos de Cristina? Por un tiempo – que puede prolongarse en años – no habrá liquidez para el crédito internacional; la Argentina ya está funcionando sin él. (No quiero simplificar demasiado: No tener crédito tiene un costo, por supuesto. Acceder al crédito internacional también tiene costos: directos – los intereses – e indirectos – las condiciones ¿Se tiene presente que la Ley «Banelco», que contribuyó a hundir el gobierno de la Alianza, era un «enchastre» que nadie pedía en Argentina, y fue requerida por el F.M.I. «para dar confianza a los inversores internacionales»? Sobre todo ¿recuerdan las políticas de ajuste que aplicó Machinea, siempre a pedido del Fondo, y que se autoderrotaban al disminuir la recaudación impositiva?)

Pero aquí no hay una discusión sobre estrategias de posicionamiento ante el «mundo» – o sea, el Atlántico Norte más Japón. Si fuera así, sería válido preferir los buenos modales con que Brasil defiende sus intereses, aceptando las reglas de juego de la globalización; rechazar el antiimperialismo vocal de Hugo Chávez, que no deja de vender petróleo a U.S.A. Lo que la crisis puso de manifiesto es lo que Alfredo Zaiat llama con dureza «el espectáculo decadente de los gurúes domésticos pontificando sobre la debilidad de la economía argentina para hacer frente a su deuda«. Tiene bastante razón cuando acusa: «La principal tarea de esos economistas, revestidos en un falso conocimiento científico, es la de martillar sobre las bondades del libre mercado y el mundo financiero internacional«. Y el gran derrumbe de los mercados no alcanza para cambiar ese discurso, porque es político.

Por supuesto, hay un cálculo de vuelo corto: preocupación – muy visible en un Morales Solá, por ejemplo – con la posibilidad que la menor exposición a la crisis internacional de Argentina le sirva a los Kirchner para recuperar la imagen interna de su gobierno, del que todas las encuestas han mostrado su deterioro. Es también irónico, que suceda cuando ese gobierno siente que necesita mejorar su relación con los prestamistas (me arriesgo a apostar por un discurso conciliador de Cristina en U.S.A.). Pero evalúo que hay un elemento más profundo en la reacción de un sector significativo de nuestra sociedad – y en casi todos los países latinoamericanos: Por sus intereses, pero más aún por una idea de sí mismos y de la nación que quieren, encuentran ese ideal en Europa – en menor medida, en los Estados Unidos. Vale preguntarse por las consecuencias que pueda tener esta crisis en esa visión. Pero para eso, hay que saber su profundidad y cuánto durará. Algunas especulaciones sobre eso, en la segunda parte.