El muy poco tiempo que me queda disponible esta semana no quiero emplearlo en escribir sobre la disputa del Banco Central y del Fondo del Bicentenario. Tengo un texto que me envió un amigo sobre batallas importantes, y quiero subirlo.
Hubo en los últimos posts una avalancha jugosa de comentarios (muchas gracias a todos). En la faz económica están las críticas de EduA, aquí y anteriores, y no he encontrado en la blogosfera una buena defensa técnica del oficialismo (está lo de Eric Calcagno en P12, demasiado simple, me temo). De todas formas, creo que hoy la pelea es política, y de negocios financieros, y sobre política yo no tengo mucho que agregar a lo que ya dije al comienzo de este culebrón. Como un buen cierre, por ahora, copio lo que escribió uno de mis periodistas favoritos, José Natanson, también cuando el asunto empezaba. Si alguien lo dijo mejor, por qué sucumbir a la superstición de la originalidad?
Después de hacer un resumen inteligente y equilibrado de la discusión teórica sobre la independencia de los Bancos Centrales, Natanson va a la situación argentina. Leemos «En primer lugar, parece difícil que un gobierno –aquí o en cualquier lugar del mundo– conviva durante nueve meses con una autoridad monetaria en rebeldía, una señal de desgobierno económico difícil de admitir. Pero que la lógica política sugiera la necesidad de desplazar a Redrado una vez desatada la tormenta no implica que la decisión original haya sido acertada, ni que se haya puesto en práctica de forma inteligente. El estilo decisionista de los Kirchner puede resultar efectivo en ciertos momentos, pero genera costos.
Aunque es cierto que Redrado apoyó en su momento el pago al FMI, que dejaba a la Argentina con muchas menos reservas que ahora, y aunque es verdad que gestionó con solvencia uno de los pilares del diseño económico K (el tipo de cambio administrado), su lealtad, como la de Cobos, evidentemente no estaba asegurada: el Gobierno había recibido varias señales acerca de la resistencia que despertaba el Fondo del Bicentenario –incluyendo un pedido de informes de la Corte e inequívocas señales lanzadas por Redrado– que prefirió no atender.
Y ahora, en un contexto polarizado, el debate se encuentra, una vez más, en un lugar un poco absurdo. La oposición ha vuelto a su lucha antimonárquica, Elisa Carrió insinuó la posibilidad de avanzar en un juicio político a Cristina y Pino Solanas denunció a la Presidenta ¡penalmente! Pero así como no parece sensato interpretar la posición oficial como un signo de autocratismo, tampoco parece lógico denunciar, desde el Gobierno, una conspiración fríamente urdida o interpretar cualquier jugada opositora en clave destituyente: los bloques opositores tienen todo el derecho del mundo a intentar voltear los decretos por vía legislativa, del mismo modo que el Gobierno ha recurrido al veto cuando lo ha considerado necesario (y eso no le pone una corona).
Algo similar sucede con la idea de gesta antiortodoxa, que ya ha comenzado a circular, como si la decisión de disponer de reservas para el pago de la deuda no fuera un paso más de la conservadora estrategia trazada por Amado Boudou para volver a los mercados internacionales de capitales (algo que, por otra parte, el establishment venía reclamando desde que el Gobierno había decidido recurrir a Venezuela para obtener financiamiento).
Y en el final, la pregunta de siempre: ¿Por qué este tipo de episodios derivan en una escalada absurda, como si cualquier decisión equivaliera al asesinato del archiduque de Austria? El estilo del Gobierno, la intransigencia de la oposición, la debilidad kirchnerista después de la derrota electoral, la perspectiva de 2011… son todos buenos motivos, pero la situación se repite y debe haber algo más. Con la cultura política sucede como con las brujas: nadie las ha visto pero que las hay, las hay»
Con el último párrafo Natanson está hablando también de la próxima batalla en el Congreso, que describe este lúcido post del Ingeniero.
Si cada vez que se inaugura una copa de leche representa una batalla ganada contra el eje del mal de la oligarquía, y un rescate eficaz del infierno de la exclusión, nadie puede asombrarse que cualquier episodio político, durante el gobierno de Cristina, se inscriba dentro de una épica homérica: canta, oh Musa, la ira del pingüino Néstor, etc. Y eso que se llama oposición se sube a la calesita, se disfraza -a veces, como ocurre con la retroprogresía de Pino, con dos juegos de disfraces opuestos y alternos- y así yira, yira. Lo terrible de esta opera buffa es que desnuda las falencias operativas de nuestra clase política e intelectual hasta el nivel del descarne. Había que volver a los mercados financieros para endeudarnos más, pero era preciso: no voy a ir más allá, pero, evidentemente, en esa dirección quiso navegar el chinchorro presidencial. Los DNU, largados para eso, fueron pensados, redactados y promulgados batiendo records de permanencia fuera del mundo real (¿del injusto, absurdo y maloliente mundo real, regido por la puta alta finanza? no tengo inconveniente en aceptarlo). Y la política no se desenvuelve en otro mundo que en ése; no en las fantasías retroprogres de los que -reitero- suponen que los negocios son la continuación de la Revolución por otros medios y que, de vivir, el Che sería hoy un broker con reservas mentales, matando gente en el mercado y no en los paredones. De lo que no quiere percatarse nuestra clase política altermundista es de que no hay «otros mundos» en donde fantasear perfecciones: traducción de «la única verdad es la realidad» que los peruchos repiten pero no aplican. En ese mundo imperfecto de hombres imperfectos e hideputas donde jugamos en los suburbios perdedores, los objetivos de bienestar y justicia no se consiguen repitiendo los eslóganes que aprendió Amadito Boudou en CEMA, pero tampoco gargarizando reactualizaciones de aquello de que el poder está en la punta del fusil. Cuesta abajo en su rodada, la Argentina paga y pagará caro la improvisación de pendeviejos en que se ha convertido su política. Decía un viejo amigo algo borracho que terminó como Sandro, pero sin velorio en el Congreso, que la realidad es una fantasía producida por la falta de Rojo Trapal o El Vasquito (me entienden los de este foro, anterior a la revolución varietal). Creo que aquella frase es hoy el lema de nuestros dirigentes.
Aunque los viejorros blogósferos padezcamos una inclinación presenil por el cambio temático, cuando se tratan cosas importantes, como el Tesoro Nacional, es nuestro deber de buenos atenienses pampas continuar el tema.
Coincido gratamente con Natanson, casi hasta las entrelíneas
La izquierda seria de Solanas coincide con la Derecha, que nunca bromea con el dinero,
en que el BIC no va.
Ustedes son testigos de mis numerosas opiniones sobre los temas implicados en esta crisis de enero, la mayoría de la cuales, lamentablemente, fueron corroboradas por sucesos posteriores.
Como agudamente apunta Harry, este es momento de llorar por el país, por nosotros y nuestra progenie, si la tenemos.
Estamos en el suelo, encajados en el barro,
con cuervos que revoltean esperando las señales de la debilidad para descarnarnos.
Andaba yo con un Fiat Uno por el Noreste brasileño y vi una vaca moribunda al costado del camino. Un centenar de enormes cuervos esperaban su debilidad ultima para comérsela.
Pareciera que estos santacruceños abrieron la Caja de Pandora.
Merecen el cargo de impericia.
Redrado, a su manera, lo señaló.
Acúsenme de cualquier cosa, ya que soy un hombre que duda, excepto de una, la de Alighieri: traicionar a la Patria, para los cuales el florentino les adjudicó el Séptimo Círculo, el más cercano al príncipe rebelde, el bello y cruel Satanás, como lo calificó Miguel Angel Asturias en su mejor novela.
Esto de querer endeudarse externamente para ganar las votaciones tiene algo de extremo satánico, en cuanto viola todos los límites.
Crisis en Argentina Folha de S.Paulo 11/01/2010
Estimados,
me tomé el laburo de traducir este artículo que salió ayer en el diario de San Pablo, porque habla de atribuiciones y funciones y de la confusión que se está creando con este tema de Redrado. Se los recomiendo. Al final van a ver quien es este tipo que escribe. Besos_
uAR/BR Susana Valansi
LUIZ CARLOS BRESSER-PEREIRA
Crisis en Argentina
Folha de S.Paulo 11/01/2010
Un presidente, elegido según todas las buenas reglas de la democracia, crea un fondo fiscal utilizando para esto una parte modesta de las reservas del país en el banco central. El presidente de ese banco, en nombre de la «independencia del Banco Central», se opone al uso de las reservas del país depositadas en el banco para constituir el fondo porque el gobierno tendría otros recursos fiscales para pagar las deudas.
La presidenta del país demite al presidente del banco por decreto. Indignación general -indignación de la derecha y de la izquierda: de los que quieren que se pague la deuda del Estado y de los que no quieren que se pague. Ese país es Argentina. La presidenta es Cristina Kirchner, quien como su marido, aunque fieles a la democracia, tiene un estilo de gobierno autoritario que fue fundamental para que el país lograra salir sorprendentemente bien de la gran crisis del 2001.
Ahora, sin embargo, en nombre de la democracia, de la ley y del principio de la independencia del Banco Central, la oposición de derecha que nunca se conformó con el éxito de la reducción de la deuda externa lograda por los Kirchner, y la oposición de una izquierda que está siempre buscando el gobierno perfecto, apoyan al presidente del Banco Central y crean una grave crisis política en el país. No voy a discutir si la dimisión por decreto es legal; si el presidente del Banco Central puede continuar en el cargo mientras la Justicia resuelve si lo mantiene o no.
La presidenta de la Argentina dimitió a Martín Redrado por «falta de cumplimiento de los deberes de funcionario público». Redrado recusó a cumplir la orden porque la ley argentina garantiza que el Banco Central no estará sujeto a órdenes, indicaciones o instrucciones del Poder Executivo en lo que se refiere a la formulación y ejecución de la política monetaria. Tampoco voy a discutir el principio antidemocrático de la independencia plena de los bancos centrales. Afirmo apenas que una «razonable» independencia – como la que existe en los Estados Unidos o en Brasil – es algo bueno; una independencia plena es un absurdo.
En este caso, además, aunque la decisión de la presidenta tenga elementos financieros y estos se confundan con los problemas fiscales, su decisión no es una decisión de política monetaria, es una decisión de política fiscal. Se refiere a la forma de utilizar los recursos del Estado. Cuando el presidente del Banco Central y los opositores del gobierno argumentan contra la utilización de las reservas «porque el gobierno dispone de recursos fiscales corrientes para pagar la deuda y porque la utilización de las reservas abriría espacio para mayores gastos fiscales sin aumentar el déficit público», están haciendo un argumento estrictamente fiscal.
No tiene nada que ver con la autonomía de la política monetaria que justificaría la independencia de los bancos centrales. Para apoyar al presidente del Banco Central, por lo tanto, tenemos que atribuir a esa institución no apenas autonomía monetaria como el derecho de interferir directamente en la política fiscal del gobierno. ¿Es eso lo que queremos? ¿La dictadura de los «técnicos»? La oposición ya está, incluso, hablando en juicio político de un gobierno que, desde la traición del vice-presidente, Julio Cobos, en el caso de las «retenciones» variables (necesarias para neutralizar la enfermedad holandesa), quedó debilitado.
Los argentinos todavía no descubrieron el camino del desarrollo económico; no percibieron que la neutralización de la enfermedad holandesa originada en la agropecuaria es la condición fundamental de su desarrollo. Pero la mayoría de los argentinos sabe que la democracia es un valor universal. Por eso, a pesar de la violencia de la oposición, la democracia no está amenazada en la Argentina; lo que continúa como incógnita es su desarrollo económico.
Traducción: Susana Valansi (CORTESIA DEL BLOG LOMAS NUEVO , LOMAS VIEJO)
LUIZ CARLOS BRESSER-PEREIRA , 75, es profesor emérito de la Fundación Getulio Vargas, fue Ministro de Hacienda del gobierno de José Sarney (1985-1990), Ministro de Administración y Reforma del Estado durante el primer gobierno de Fernando Henrique Cardozo (1995-1998) y Ministro de Ciencia y Tecnología del segundo gobierno de Fernando Henrique Cardozo (1999-2002), es autor de «Globalização e Competição». Internet: http://www.bresserpereira.org.br bresserpereira@gmail.com
DesdeMompracem, GerardoG.:
Su nivel literario eleva el nivel de este blog, pero me permito señalar que los errores K están ya bastante reconocidos por todos los politizados en general, salvo algún zelote como el ex Anónimo Bostero.
Me parece q el problema ahora es «Qué hacemos (los argentinos)?». Son unos 20 meses en los que criticar a Kirchner va a ser… poco imaginativo, creo.
KikeSánchez:
Gracias por el aporte. ¿Sabe lo que me da envidia? Que Bresser Pereira – que aquí hace una buena defensa de la política del gobierno argentino, mejor que la mayoría de las locales que he leído – fue ministro en los dos gobiernos de F.H.Cardozo. La clase política brasileña…
Abrazos
Estimado Abel:
Realmente no tengo la menor idea que es un zelote.Por lo tanto lo tomo como honor que me hace,gracias.
Hace rato,anos, discutia con Manolo -ahora dedicado a temas militares- que me senalara puntualmente los «errores» de Kisner.Y tambien atacaba su mazorquismo y su clientelismo.
Bastante bueno el articulo del profe de la FGV – aunque tiene algunos errores menores -,pero el merito es de la Sra que trae el articulo a la mesa.
Insisto si tienen tiempo y ganas describan los «errores».
Pregunta:cuantas voces se alzaron desde el peronismo para atacar a Kisner en su indiscriminado de la «caja» para ganar todas las elecciones desde el 2003 (menos la ultima que a mi juicio no gano nadie,pero todos coinciden en que las perdio Kisner).
Ganar las elecciones y hacer todo aquello que le veia a su antojo.
Ahora t-o-d-o-s ,peronistas o no, estan desesperados porque ven que usara la «caja» del mismo modo.
Y unanimente coinciden que va a perder en el 11.
Si va a perder, cual es el problema?
Cordiales Saludos
Parcass:
Zelote: un movimiento político nacionalista en el Israel del siglo I fundado por Judas el Galileo poco después de nacer Jesús. El nombre, en hebreo qanaim, de קנא, «celar», el celo por Yahvé guardado por sus miembros. En su caso, el celo por Kirchner.
Eso sí, Ud. hace una pregunta interesante: «Si Kirchner va a perder, cual es el problema?» El siguiente post trata de responder a esa pregunta.
Saludos
Precisamente, Abel, TODO el tema de resistencia política y condicionamiento tiene sentido si se cree en la posibilidad de que NK pierda.
Observación sobre tu referencia a mis intervenciones: las centré en lo político desde el primer minuto; mis explicaciones económicas –a lo que agregué algunos comentarios sobre lo jurídico, que no son mi especialidad, pero han sido excesivamente flagrantes, al punto que el DNU inicial dice que no viola un artículo de la CO del BCRA, el 20, que viola directamente- las incluí porque la argumentación que el PEN ha usado es de esa naturaleza (así como la de casi todos quienes les justifican todo, con la excepción notable y significativa de Aldo Ferrer), y falaz. Si es falaz, por algo es. Lo que no está claro es el porqué de todo esto, si no es para disponer de más caja o para crear un antecedente que les consienta reincidir en el futuro. Lo que deja abierta la interpretación política, que depende del punto de vista y los intereses políticos estratégicos de quien interprete y actúe en consecuencia. Todo lo que los diferentes actores han hecho en esta comedieta debe ser visto bajo esa luz.
Gran abrazo.
El artículo de Bresser-Pereira, la verdad, no me impresiona en nada. Mezcla peras con bananas, desde mi punto de vista, por lo que me parece una defensa endeble. Si se quiere defender a este gobierno, hay otras cosas para hacerlo. En cuanto a este entuerto actual, no me parece que aporte. Respecto de su referencia a la enfermedad holandesa, ídem: el mecanismo de defensa coincido que esté en la variabilidad; el modo en que se propuso estaba mal diseñado, pues no tenía en cuenta los costos, ni el nivel de partida, ni diferenciaba nada. Por ende, sugerir que el vicepresidente hizo lo que hizo porque no lo entiende –y no por otros motivos- me parece una temeridad, como me lo parece hablar de «los argentinos» que no entendemos… Por supuesto, no aclara nada de esto, ni bajo qué mecanismo notable los errores cometidos con este entuerto tienen algo que ver con ese tema.