Reflexiones apresuradas, después de la batalla

No voy a contar aquí lo que pasó ayer. Habrá una multitud de crónicas en los blogs y en los medios esta mañana, muchas escritas por gente con más talento que yo para eso. Sólo les acerco una observación: fuera de estar presente -que tiene sus riesgos- la mejor manera de seguirla es por Twitter. Por lo común estoy de acuerdo con mi mujer: esa red social demuestra que hay demasiada gente con poco que hacer. Pero en las crisis sociales… Las fotos, los videos, las pasiones espontáneas (y también las rentadas) de quienes comentan…

Unas reflexiones breves, seguramente prematuras, son más de este blog. Así que empiezo con un corolario político de las máximas de Sun Tzu en El Arte de la Guerra: «Es tan equivocado subestimar como sobreestimar al adversario«.

El gobierno kirchnerista y la sociedad política en general subestimaron a Macri y al fenómeno PRO durante ocho años. Era difícil aceptar que el heredero de una gran fortuna, sin condiciones personales destacadas y sin más experiencia en política que la presidencia de un club de fútbol, con un partido vecinal, porteño, que sumaba chetos, la fauna de las ONGs y algunos operadores náufragos del menemismo, sería capaz de construir y encabezar una coalición capaz de derrotar al peronismo. Y era difícil aceptarlo porque nunca había sucedido algo así.

(Debimos tener presente que todos los liderazgos políticos importantes de la Argentina moderna, Kirchner, Menem, Alfonsín aparecieron como novedades sin antecedentes. Un gobernador santacruceño casi desconocido para los votantes cuando fue elegido, un gobernador riojano considerado un personaje pintoresco en su propio partido, un político radical que siempre había perdido las elecciones internas en un partido que siempre salía segundo detrás del peronismo… El mismo Perón fue un «cisne negro» en su tiempo…).

Después de los turnos electorales de agosto y octubre de este año, la cosa se invirtió. Lo significativo no es que prestigiosos analistas le dedicaran ensayos elogiosos (por lo menos como proyecto de poder) al nuevo partido. La sociedad argentina -con entusiasmo o resignación- decidió que Macri ya tenía ganada la reelección. Empresarios y jueces, siempre oportunistas, sirven como un buen indicador. Sólo algunos estudiosos de la economía insistían que el actual esquema no es sustentable. Pero a las crisis económicas la mayoría las ve lejos… hasta que les caen encima.

Reitero esta conocida historia porque creo que ahora el riesgo es que otra vez se dé vuelta el prejuicio. Es que la(s) torpeza(s) conque el gobierno de Macri manejó esta situación es difícil de aceptar. El principal fue -a mi entender- que un gobierno que hace un seguimiento continuo de la opinión pública y desplegó campañas electorales eficaces, introdujo un tema sensitivo para un segmento clave de votantes en toda sociedad desarrollada, los jubilados, sin un mensaje creíble para ellos.

Esto es un hecho, no un análisis. Aún el monitoreo muy superficial de la opinión pública que puede hacerse con tan poco tiempo, muestra que la inmensa mayoría de los que cobran jubilación mínima, y medianas también, -los votantes de Macri- están convencidos que esta reforma los perjudica.

Ya es inútil discutir de fórmulas y bonos compensatorios. Nadie va a creer que la negociación con los gobernadores y el despliegue de la gendarmería eran necesarios para favorecerlo. Por supuesto que hay un motivo muy real para este manotazo: como ya dije en el blog y es bastante obvio «después del sagrado pago de la deuda y los intereses de los bonos, el agujero más grande que provoca el déficit fiscal son las jubilaciones«. Esto era previsible desde el comienzo, dado el pensamiento económico al que adscribe el gobierno: pero ahora lo perciben los propios jubilados y, naturalmente, van a resistirse.

La mención de la gendarmería lleva al error táctico más notorio, el que hizo más visible los otros. Es una fuerza militarizada, que se desplegó con un criterio militar, no policial: el objetivo fue impedir al «enemigo» -los manifestantes- acercarse al Congreso, y luego perseguirlo y acosarlo. Con la excepción de armas de fuego, todos los medios eran válidos -gases, balas de goma, palos- y fueron usados contra mujeres, transeúntes y algún diputado y diputada que quedara al alcance de las «fuerzas del orden», como las llamó la Dra. Carrió.

Era loco creer que se podía aprobar una ley conflictiva, negociada pero no apoyada, en esas circunstancias. A la vista del periodismo internacional que estaba en Buenos Aires, y también del local, que ya no es tan benévolo con el gobierno como hace una semana. Fue la Carrió -que habitualmente enciende las hogueras- quien se dio cuenta de esto y pidió que se levantara la sesión. También fue ella, hay que decirlo, quien salió públicamente a rechazar la idea descabellada de aprobar la reforma por decreto. Hay que entender que el problema no es de hecho -es el gobierno el que acredita las jubilaciones, después de todo- sino la posibilidad de llevar adelante una política cuando el sector de la población en que el gobierno se apoya también se opone.

Es necesario tener presente, además, que manifestaciones masivas de repudio al gobierno nacional se han dado en varios lugares del país, influidas en cada caso por problemas locales.

Si no estoy equivocado, el gobierno ya no tiene buenas opciones. Si avanza con la ley, tendrá que pagar más caro los apoyos y le regala una bandera valiosa a sus oponentes. Si no avanza… muestra su debilidad. En cualquier caso, la ilusión que pudo exhibir ante propios y extranjeros (prestamistas) que sus políticas estaban apoyadas electoralmente está hecha jirones. Y el escenario de crisis que especulamos aquí… aparecerá más creíble.

Pero, como insinué al principio, sería un error subestimar a este gobierno. Cuenta todavía con otros recursos, además del manejo del aparato del Estado y del apoyo, que quizás será ahora más matizado, del poder económico. Tratará de volver a poner el enfrentamiento en términos de kirchnerismo y anti kirchnerismo, en lugar de la discusión de sus políticas. Que no consiguiera hacerlo así esta vez, es lo que permitió que en los hechos se reuniera una coalición tan diversa para derrotar estas reformas.

Nuevamente Carrió -la única «oficialista por ahora» que sigue haciendo política, parece- la que trata de volver las cosas al cauce que tanto sirvió a este gobierno. En un reportaje radial decía ayer mismo «Es obvia la conspiración de un sector del PJ… ya se vio con Maldonado, con la construcción de la desaparición, y va a seguir. Siguen los incidentes afuera y están haciendo lo mismo en la Provincia de Buenos Aires, una acción coordinada por La Cámpora y Cristina y el centro es La Matanza«.

Uno la escucha y se imagina a La Matanza rodeada por un muro vigilado por centinelas. Y tal vez los miembros de La Cámpora deberán llevar una estrella sobre su ropa, para que el pueblo republicano pueda identificarlos y expresar su repudio. La estrella no sería amarilla, digamos todo.

Público para este discurso existe (A menudo autorizo en el blog comentarios de ese palo, para tenerlo presente). Pero hoy ya es menos eficaz que anteayer. De todos modos, el dato que me llama la atención cuando estoy redactando esto a la madrugada, es que la coalición opositora de hecho que derrotó ayer esta reforma no tiene un discurso unificado, ni tampoco, seamos sinceros, mucha onda entre sus partes.

¿Podrá construir un discurso, un proyecto, para oponerse al macrismo en estas semanas, meses? No tengo respuestas a esta pregunta. Pero creo que pasan por entender que es lo que puede hoy unir a la mayor parte de la sociedad argentina. Tiraré algunas ideas en próximos posteos.