La próxima década empezó en Soldati

El diario Clarín, propiedad de un grupo económico duramente enfrentado al gobierno, publica en su edición online de… ahora, la madrugada del martes 14 de diciembre, los siguientes títulos:  

Volvió la violencia a Soldati con choques entre vecinos y Prefectura Confirman que son cuatro los muertos por la violencia en Soldati Otra toma en un club de Lugano Margarita Barrientos: «El 80 por ciento de los ocupas tiene casa» Militantes de Barrios de Pie cortan la ruta 3 y reclaman viviendas En Bernal toman terrenos de un frigorífico abandonado

El diario Página 12, propiedad de un grupo económico estrechamente aliado al gobierno, publica en su edición online de… ahora, la madrugada del martes 14 de diciembre, el siguiente título con un epígrafe más extenso (su público es, en promedio, de un nivel educacional superior al anterior):

Desarrollo Social informó que son 13.333 los ocupantes del Parque Indoamericano La ministra Alicia Kirchner reveló, además, que el 95 por ciento son vecinos de la Ciudad de Buenos Aires. Luego de «40 horas ininterrumpidas» de trabajo, los 320 censistas determinaron que el 47 por ciento de las familias son propietarios de algún «inmueble» en alguna provincia del país.

Aclaro: el periodismo, de cualquier ideología – salvo los aburridos boletines que suelen publicar algunas dictaduras – es por definición alarmista. Tiene que convencernos que ahora está pasando algo nuevo, o nadie lo lee o lo mira. Yo, al contrario, tiendo a ser escéptico de las catástrofes. He visto tantas… El título de este post puede ser una exageración. Y, en todo caso, creo posible que esta ola de ocupaciones pueda ser manejada y contenida, en la forma no violenta con que lo han sido los piquetes. Que también fueron denunciados con alarma por las mismas usinas que hoy anuncian la invasión de las tropas de Evo Morales.

O como han sido normalizadas las luchas obreras, que hace pocas generaciones estaban hegemonizadas por el anarquismo revolucionario.

Un talentoso bloguero K, Fede Vázquez, va más lejos y las saluda con entusiasmo:

«Apareció un nuevo sujeto. En estos días se hicieron visibles por primera vez con fuerza los que habían quedado excluidos a pesar de las “tasas chinas” de los últimos años… la toma de Soldati parece mostrar que la etapa defensiva de los sectores más postergados llegó a su fin.

Lo cual es una alegría. Y un tremendo problema. Los excluidos son difíciles de sentar en una mesa. Sus representaciones no van a poder ser sintetizadas en un Concejo del Salario junto a la UIA. Es un actor que, paradójicamente, pide mucho menos que los trabajadores sindicalizados, pero lo hace de una manera más intempestiva, en tanto no se está jugando mejorar unos puntos de poder adquisitivo sino tener un techo, tener alimento, tener algo. El gobierno en ese sentido, no viene con grandes pergaminos. Le costó seis años admitir un error sutil pero crucial: la política económica es la mejor política social, pero no puede ser la única la política social. La Asignación Universal por Hijo es seguramente casi lo único que este sector de la sociedad recibió del Estado. Ahora piden tierra y casas. El gobierno va a necesitar reflejos infinitamente más veloces que los que tuvo con la AUH para que la ola no lo tape. En Soldati no terminó algo, empezó algo. Y Macri es sólo un capítulo menor. Por su evidente déficit de gestión, la Ciudad sea tal vez el eslabón más débil, pero más de un intendente del Conurbano debe estar pidiendo informes actualizados sobre su propio territorio»

¿Saben una cosa? Creo que Fede Vázquez tiene razón… a la larga. Nuestra sociedad, como todas las sociedades industriales y post industriales, debe enfrentar el desafío de los excluídos. La experiencia y vigencia del peronismo nos da – a lo mejor – algunas herramientas para pensarlo.

Pero no es una tarea fácil. Requiere políticas de educación, capacitación, radicación, nuevas y audaces, mucho más allá de lo que hasta ahora hemos improvisado. Y requiere también, si no queremos que este gobierno y cualquier otro sea desestabilizado por este desafío, políticas de seguridad humanas y realistas. Y mucha política a secas.

No por los «punteros de la Capital y dirigentes políticos de la Provincia«, que denuncia Aníbal Fernández. Por supuesto que harán todo lo posible, por razones ideológicas, broncas políticas o simplemente porque les encantaría tener los cargos de diputados, secretarios de Estado y ministros que hoy tienen los oficialistas. Pero eso siempre será así, y cualquier gobierno debe saber enfrentarlo… o jubilarse.

Aún la amenaza de la «guerra entre pobres» es, si se quiere, menor que la que presenta la «guerra de los pobres, medio pelo y acomodados contra los excluídos» porque los ven como una amenaza a su calidad de vida (Los grandes empresarios no están tan preocupados; esos excluídos son una fuente de mano de obra barata, en muchos casos). Es una actitud muy egoísta, seguro; pero como ya muy poca gente cree en el infierno, las viejas injunciones contra ese pecado no tienen mucho efecto. El gobierno, si quiere triunfar en las elecciones – todos lo quieren, por supuesto, o nunca llegarían a ser gobierno – debe convencer a la mayor parte de los votantes que una política social inclusiva, en serio, servirá para construir un país mejor.

Para eso, no es imprescindible políticas de izquierda. Después de todo, Disraeli, Bismarck y Perón lo hicieron, en su momento. Pero sí será necesaria política en serio.