La oposición y el Grupo Fragata

Fragata

Nicolás Tereschuk me hizo llegar este documento hace algunos días, y tenía ganas de subirlo a este abandonado blog y comentarlo. Bah, discutirlo.

Estoy muy de acuerdo con la propuesta que hacen. Y además, lo firman, lo escribieron, algunos hombres y mujeres cuya inteligencia y capacidad de análisis político yo respeto mucho. Pero me parece que aquí están dejando de lado -deliberadamente, supongo- algunos hechos que seguramente complicarían los acuerdos. Pero no tomarlos en cuenta… hace imposible que los acuerdos duren. Comento al final, porque vale mucho la pena leerlo.

ESTAR A LA ALTURA

Lo que diferencia a las y los dirigentes políticos que trascienden no es su ideología o su idea de la organización política. Lo que las hace y los hace distintos es estar a la altura de las circunstancias históricas que atraviesa su país. Y hoy recorren en amplísimos sectores de nuestra sociedad al menos dos temores: una aparente desorientación por parte de la dirigencia oficialista y, al mismo tiempo, una sensación de que quienes conducen el campo opositor no están a la altura del momento que vive la Argentina.

Creemos que la presente coyuntura política, ciertamente novedosa, tiene su origen en dos elementos. En primer lugar, no ha surgido de las dos últimas elecciones un único liderazgo opositor, pero sí se han perfilado algunos con legítimas aspiraciones. En segundo lugar, la supuesta certeza que muchas y muchos analistas tenían acerca de que Mauricio Macri se encaminaba a su reelección en 2019 se ha agrietado fuertemente a la luz de la imposición de un modelo económico excluyente que no logra resolver los grandes desafíos económicos y sociales de la Argentina.

La imprudente desregulación económica y financiera, la entrega de porciones del Estado a la clase empresarial, el progresivo vaciamiento del sistema previsional y el deterioro del mercado de trabajo –con aumento de la informalidad laboral, caída de empleos industriales y desplome de trabajos de calidad- son los frutos que tarde o temprano esperábamos.

La crisis financiera de estos días y el “salvataje” del FMI no solo tienen el amargo sabor de una historia repetida, sino que además agudizan los problemas de quienes menos tienen, empeorando las consideraciones populares sobre la marcha y el destino del país.

Ante la falta de opciones con capacidad de vertebrarse como alternativa de gobierno aparece en la sociedad argentina una sensación de zozobra, y en amplios sectores de nuestra comunidad un deseo de construcción de una oposición política con capacidad de modificar la realidad del país. ¿Qué sucede si en este contexto las y los dirigentes políticos no están a la altura? ¿Qué significa estar a la altura?

“Estar a la altura” no significa deponer diferencias estratégicas sobre la visión del país, estar de acuerdo en las tácticas hacia las futuras elecciones presidenciales, o pretender que no existan ambiciones personales. Pero sí tenemos la convicción de que “estar a la altura” significa ponerse de acuerdo en dos puntos medulares: hay que ser una oposición real, y hay que crear los mecanismos que permitan generar una fórmula presidencial competitiva.

Estos mecanismos son los que suelen existir en los partidos políticos. Mecanismos que permiten dialogar entre competidores, acordar reglas de juego, dirimir disputas y definir qué va a suceder con los que ganan una “interna” y, sobre todo, con los que pierden.

Los acuerdos programáticos más o menos detallados pueden ser importantes. Pero mucho más relevante es permitir que los distintos sectores de la oposición expresen sus posiciones como les parezca mejor (de manera más “dura” o más “flexible”). Y, a su vez, que puedan hacerlo coordinando con otros sectores los mecanismos y reglas que permitan construir una oposición competitiva.

El objetivo es claro: debemos dialogar para construir una oposición. Y construir una oposición para ganar.

Para decirlo de otro modo, se trata de evitar que se alcance el objetivo político del Gobierno: mantener dividida a la oposición y limitar su capacidad de coordinación.

Queremos decirlo claramente: este no es un deseo teórico. Esta es la demanda concreta que escuchamos de muchísimos compañeros, compañeras y ciudadanos independientes que, todos los días, en los locales partidarios, en los clubes de barrio, en las sociedades de fomento, en los comedores comunitarios, en las asambleas que resisten a los despidos en el INTI y en el CONICET, en las PYMEs a punto de cerrar, en los comercios que no pueden pagar las tarifas, en las marchas para resistir el ajuste previsional, repiten y claman: “¿qué va a hacer la oposición para detener este desastre?”

Son millones quienes hoy sufren las políticas del gobierno y millones también los que demandan una oposición eficaz. Ni siquiera hablamos aquí de “unidad”. Simplemente subrayamos la necesidad de una oposición que sea capaz de dialogar, coordinar y vencer electoralmente a un oficialismo que construye un proyecto de país para pocos.

De aquí a 2019 pueden surgir varias candidaturas con voluntad de disputar electoralmente, además de los que ya se han manifestado en ese sentido. Tanto el FpV/kirchnerismo, Unidad Ciudadana, el Peronismo Federal, el Frente Renovador y otras corrientes y grupos del campo popular y democrático cuentan con mujeres y hombres capaces de “estar a la altura” y ser candidatas y candidatos competitivos.

Quienes firmamos este documento tenemos preferencias variadas entre estas corrientes opositoras ancladas en el amplio campo popular y democrático. Votaremos a quien más nos interpele en una gran PASO y luego apoyaremos a quien gane en esa interna en una elección general. Y creemos que la gran mayoría de la ciudadanía está dispuesta a hacerlo también.

En otras palabras: al mismo tiempo que se demanda a las y los dirigentes que abran una instancia de negociación y diálogo para acordar mecanismos de competencia, hay un grupo muy grande de ciudadanas y ciudadanos que también ofrece su propio compromiso. Creemos que a nivel de las y los militantes y simpatizantes del campo nacional, popular y democrático existe un fuerte sentimiento de respaldar una opción opositora, aún si no es la que más se acerca al espacio que circunstancialmente cada uno ocupa o prefiere.

Desde nuestro lugar vamos a enriquecer los debates necesarios al interior del campo opositor que nos ayuden a proyectar nuestros valores históricos al futuro ¿Qué es y cómo se impulsa la justicia social en la actualidad? ¿Cómo se promueve una economía inclusiva, federal e integrada? ¿Qué significan hoy una educación y una salud de calidad para nuestro país? ¿Qué implica la integración de nuevas tecnologías en el mundo del trabajo?

¿Cómo construimos una institucionalidad que promueva la protección social de cara a las próximas décadas? ¿Cómo delineamos nuevas instituciones que permitan dirimir los conflictos sociales para emprender un camino hacia el desarrollo sostenido? ¿Cómo dotamos a Argentina de mayor capacidad para ejercer sus decisiones de manera soberana?

Ya habrá tiempo, un tiempo electoral, para imponerse e imponer. Pero sin diálogo y acuerdos básicos sobre la forma de competir para ganar, las y los dirigentes no habrán estado a la altura de estas demandas y expectativas.

Y las y los dirigentes que no están a la altura de las demandas y expectativas de los hombres y mujeres de su pueblo, no están a la altura de su tiempo ni de la historia.

Buenos Aires, mayo de 2018.

Grupo Fragata

MARÍA ESPERANZA CASULLO, SEBASTIÁN ETCHEMENDY, MARCELO LEIRAS, ABELARDO VITALE, NICOLÁS TERESCHUK, ANA CASTELLANI, GERMÁN LODOLA, PAULA CANELO, SERGIO DE PIERO, JORGE BATTAGLINO, JUAN MANUEL OTTAVIANO, FERNANDO PEIRANO, SOL PRIETO, ESTEBAN KIPER, JUAN O´FARRELL, NATALIA ARUGUETE, MARCOS SCHIAVI, ARIEL LIEUTIER, FERNANDO MELILLO, JUAN CUATTROMO, GERARDO ADROGUÉ, NICOLÁS FREIBRUN, MARTÍN ASTARITA, MANUEL SOCÍAS, MARTÍN PLOT, ANDRÉS TAVOSNANSKA, PABLO GARIBALDI, MARCELO MUÑIZ, FABIANA RUBINSTEIN.

grupofragataarg@gmail.com

Cuando digo «estoy muy de acuerdo con la propuesta que hacen», me refiero a lo que yo entiendo que estos compañeros proponen y, en cierto modo, exigen (Creo que debo aclararlo porque la capacidad de malentender es infinita):

Piden que la dirigencia política, y también los militantes, y también los «politizados» que se oponen a este gobierno de Macri acepten mecanismos democráticos tradicionales -internas, PASO- para decidir quién o quiénes terminen encabezando la o las fuerzas opositoras.

A un visitante recién llegado a la Argentina, esto le puede parece obvio y hasta innecesario. ¿De que otra manera se puede hacer? Algunos pueden tener una convicción profunda de quién es el único o la única que puede salvar a nuestro país, pero es muy raro que la compartan todos. Especialmente, los otros que aspiran a hacer ellos esa tarea.

En la sociedad moderna, son necesarias las elecciones para legitimar a los candidatos, y también a los programas, aunque pocos los lean. Una interna nacional del peronismo -es obvio que los firmantes, sin sectarismo, están pensando en él- es difícil de organizar, pero no imposible. Si no se hace antes, en agosto están las PASO, establecidas por ley. Y si las PASO no dan una respuesta definitiva, lo harán las elecciones en octubre.

Como uno no es un visitante recién llegado, percibo que el llamado del Grupo Fragata, se dirige a la franja de los que están definidos por alguna de las expresiones que se identifican como peronistas -ahí mencionan  FpV/kirchnerismo, Unidad Ciudadana, el Peronismo Federal, el Frente Renovador- para que acepten la legitimidad de las otras, y permitan mostrar a la sociedad argentina, a todos que, como ahí señalan, están angustiados por lo que está pasando, una alternativa en la que puedan confiar.

No va a ser fácil conseguir este «desarme» de las broncas internas. En la militancia me refiero. No así en los dirigentes de primera línea, porque -en general- han llegado a serlo porque son realistas y prefieren ganar a tener razón. Pero quienes no aspiran a los premios mayores de la política, los cargos ejecutivos, que obligan a sumar todos los votos posibles… Bueno, tienen presente que las distintas expresiones del peronismo tomaron distintas actitudes frente al gobierno de Macri. Más o menos enfrentadas, en el discurso público y en las votaciones parlamentarias. La línea divisoria en estos dos años ha pasado por ahí. 

Me apuro a decir que tengo claro que esta división se dio más en la superficie que en la realidad de las conductas políticas. Y también tiene que ver con dónde están los dirigentes políticos que las toman. Un gobernador o un intendente está condicionado por la realidad de su distrito. Y una prioridad absoluta: pagar los sueldos de sus empleados todos los fines de mes. Los que escribimos en blogs, por ejemplo, estamos mucho menos condicionados.

Igual, ese distinto posicionamiento político obedecía, obedece a algo más profundo. Una parte numerosa de la dirigencia del peronismo, de sus cuadros políticos y sindicales, y, lo más importante, de sus votantes -se vio en Buenos Aires en 2013, en Córdoba y Santa Fe en 2015. por ejemplo- tenían serias diferencias con el último gobierno de Cristina Kirchner y con su liderazgo. Y desde que dejó la Presidencia no estaban dispuesta a acompañarla en la posición duramente opositora que asumió desde el primer momento.

Me parece evidente que estas «diferencias» no brotaban de distintos intereses de clase o de sector en el seno del peronismo. Es cierto lo que señalan algunos estudiosos, que los votantes del peronismo no son un conjunto más o menos homógeneo. Que son muy distintas las necesidades y las actitudes de un trabajador en blanco, sindicalizado, y con obra social, del que trabaja en negro, o del que vive de changas y la ayuda social. Pero en la sociedad moderna ya no hay conjuntos homogéneos masivos. Y el peronismo original, para dar un ejemplo, sumó a los trabajadores industriales, a los peones y burguesías provinciales, al nacionalismo militar, a la Iglesia…

Analizar los aciertos, errores y limitaciones de los gobiernos de CFK, como los del anterior de Néstor, dan para un análisis mucho más largo que el que estoy dispuesto a hacer ¿Y quién soy para hacerlo, de todos modos? Digamos que me parece evidente que las divisiones que fueron surgiendo en el seno de la coalición que acompañó a los gobiernos K hasta 2011 tuvieron más que ver con un poder político centralizado y con la carga ideológica del discurso oficial que con medidas concretas. Aún con razones económicas (que siempre existen). 

Esas divisiones entonces son reales, pero, me animo a decir, obsoletas. Macri lo hizo. La manifestación que se reunió este 25 de mayo en torno al Obelisco fue eso mismo, la manifestación de una oposición al gobierno actual que no se define por las historias anteriores, aunque las incorpora.

Uno sabe que, aunque se movilicen cientos de miles en un momento dado, siempre serán una minoría de los más de 40 millones de argentinos. Pero eso siempre es así, y esgrimirlo ahora sería una chicana estúpida. Lo significativo, según lo vi yo, es que aunque los aparatos políticos, los sindicales y aún los movimientos sociales estaban presentes, no eran más que una parte, y no daban el «tono» de la movilización. Lo daban los «sueltos» que habían ido por su cuenta, las familias… Parte de las mayoritarias y muy heterogéneas clases medias argentinas, que estaban hartas de lo que vivían como agresiones de este gobierno.

Ya que estoy volcando mis opiniones, agrego que veo a este gobierno -salvo vuelcos totalmente inesperados- enfrentado a un prolongado deterioro, como el de Alfonsín, o a una crisis terminal, como el de la Alianza. Pero ni es un juicio original ni es el tema de esto. Hablo de la oposición que existe hoy, donde se suman los que votaron a Scioli hace dos años con muchos que votaron a Macri.

El liderazgo y el discurso que aspira a expresarlos -el tema de las candidaturas no estará sobre la mesa hasta marzo, normalmente- es el de Cristina Kirchner. Y es el que hay. El resto de la dirigencia del peronismo, el que no se identifica con ese liderazgo- o se mantiene expectante, o hizo un intento por ganar identidad expresando a los -numerosos- sectores que la rechazaban. Me pareció un error. La competencia por expresar a esos votantes la terminó ganando en los primeros meses de 2015 Mauricio Macri.

Pero ahora los está perdiendo, aceleradamente. Y esos votantes, y algunos sectores importantes del establishment, del así llamado Círculo Rojo, estarán buscando nuevos referentes. Ese proceso también me parece inevitable, y va a marcar el resto de este año y el comienzo del que sigue. Aquí vuelvo a acompañar a los amigos del «Grupo Fragata» en la esperanza, y el esfuerzo, que se desarrolle con inteligencia y sensatez. Para bien del peronismo y de la sociedad argentina.

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