Observando a los gremios docentes

Ya hablé del tema hace pocos días en el blog, pero la intensidad y la continuidad del conflicto hacen que sienta el impulso de volver a hacerlo.

Quiero aislar mi comentario de la coyuntura. Entiendo el entusiasmo de la militancia política opositora; sienten que el enfrentamiento de los docentes justifica su posición -están en lo cierto; es algo más que muestra a un gobierno antipopular y sin ideas- y lo ven como la expresión en hechos de una batalla que ellos hoy sólo pueden dar desde las consignas y las denuncias, y en algunos meses en las urnas.

Vale. Es eso, también. Pero como todo conflicto gremial, es una batalla por objetivos concretos y limitados. Es claro que si el gobierno consigue «torcer el brazo» a los gremios: que acepten un aumento sólo un poquito mayor a su oferta inicial y descontarles los días de paro, el sindicalismo habrá sufrido una derrota política estratégica y Macri, Vidal consolidarán el apoyo del sector más anti gremial de su público. Si los gremios impiden eso, habrán infligido una derrota política al oficialismo. Y los docentes estarán un poquito mejor, o «menos peor».

Pero el hecho es que, me parece, un triunfo total de cualquiera de los dos lados no está en las cartas. Y que, terminado el paro, ambos volverán a sus lugares. Y la educación pública, la educación en general, seguirá en el estado de deterioro en que se encuentra.

Mi intención no es minimizar esta lucha. La apoyo desde mi lugar, y, como dije arriba, su resultado es importante. Pero quiero insistir en que hay que diseñar los cambios necesarios en las políticas educativas, formar conciencia en la sociedad… y ganar las elecciones para llevarlos a la realidad.

Mientras, creo que la misma existencia de este conflicto -que no empezó ahora, que es anterior a la «Carpa Blanca» de hace 20 años- es el síntoma de un cambio profundo en nuestra sociedad. Lo dije hace poco y lo repito «El dato estratégico -que pocos, entre ellos Manolo Barge, han advertido- es que en las últimas décadas la sindicalización de los sectores medios argentinos, en gran parte tradicionalmente antiperonistas- ha avanzado«.

Los gremios docentes, en particular, tienen un fuerte componente, e historia, radical (o «socialista democrático», que es más o menos lo mismo, en esa área). La ideología de la mayoría de ellos es un difuso progresismo, repartido entre los filo K y los anti K. Los gremios peronistas son minoritarios, aunque esforzados, en la Región Central. Y, como señala Julio Burdman, son sindicatos muy horizontales, donde los que están a la cabeza deben coordinar voluntades, no imponer la suya.

Cualquier encuesta del 2015, o escuchar los que se decía en los colegios, refirma lo que también dije antes: «Muchos, muchísimos de los docentes que hacen paro, votaron por Cambiemos. Pero, como trabajadores que son -aún los que tienen justificada nostalgia por el tiempo en que los maestros eran “profesionales”- forman parte de la oposición estructural al proyecto que hoy gobierna«. En mi opinión, esa es la derrota política decisiva para el proyecto que Macri quiso llevar adelante.