´»El mundo le pinchó el globo al PRO»

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Este el título de una nota que escribió hace dos meses Martín Rodríguez. Y me parece enormemente oportuna para este momento que vivimos. Y no es por  los limones argentinos a los que Trump les cerró la puerta en la cara (de Macri). Es patético, pero no es más que un episodio comercial como hubo y habrá muchos.

Hay algo más estratégico, que quiero contribuir a debatir desde el blog y fuera de él, que se resume en la frase final del artículo: «El menemismo y el kirchnerismo fueron mejores lectores del mundo en el que vivíamos».

Estoy de acuerdo. Creo que el fracaso del experimento macrista -si mi previsión es acertada- se deberá no a que es de «derecha», que representa a los sectores más acomodados de la sociedad y a los que se identifican con ellos. En todos los países de estructura similar a la nuestra -la gran mayoría- hay partidos de derecha y a menudo ganan y gobiernan. El fracaso del macrismo que avizoro se debe a que su proyecto de «volver al mundo» consiste en sumarse a un esquema que se agota.

Pero sobre eso escribiré cuando tenga más tiempo. Además, Martín, uno de los escritores más talentosos de los jóvenes que formaron la primera ola kirchnerista en blogs y medios, y, creo, el único que todavía escribe con regularidad (lo siento, Gabriel, Gerardo, Artemio. Uds. no eran taan jóvenes), es demasiado «librepensador» para el gusto de la militancia comprometida. Aquí lanza algunas ideas provocadoras. Que también me provocan a discutirselas, pero ahora léanlo a él.

«Felipe Solá suele recordar qué certeza se extinguió en la mente de un militante peronista a partir del 30 de octubre de 1983: la de que cualquier discusión política con la izquierda o derecha concluía con la ostentación de que había una “mayoría”, “un pueblo peronista”, que la resolvía en las urnas. Como el canto de guerra de La 12: “somos la mitad más uno/ somos el pueblo, el carnaval”. Eso enterró el triunfo de Alfonsín.

No es que el peronismo no iba a tener más mayorías (Menem, Cristina), pero nacía, como también dice Solá, la democracia de “los segmentos”. Se acabó el mito imbatible del “pueblo peronista”. Toda mayoría parece contingente, se puede desarmar de una elección a la otra. Podés pasar del 54% al 33% en dos años.

Ahora: ¿es posible construir una “nueva mayoría”? ¿Es posible construir esa “mayoría política” que prevaleció como sombra desde 1945 hasta 1983? ¿Es posible reconstruir en una “nueva mayoría” las “viejas mayorías argentinas”? La actual composición heterogénea de las clases populares parecen decirnos que no: el 17 de octubre fundacional a mitad de siglo pasado nos mostraba obreros argentinos demasiado parecidos entre sí, en un país industrializado. Hoy vivimos la segmentación del voto, y los efectos perdurables de una economía que pudo salir de los años 90 pero que no cambió su estructura laboral (informalidad, precarización). De aquel pueblo peronista de obreros a un electorado.

¿Cuál fue el problema argentino del siglo 20? Lisa y llanamente: lo que votaban las mayorías. Radicales primero, peronistas después. El voto por la igualdad. ¿Cómo se resolvía? Leña, leña, leña. Martínez de Hoz y Cía. transformaron la estructura productiva con proscripción, censura, ESMA y Campo de Mayo: un instrumental quirúrgico completo para pudrir el empate social argentino entre capital y trabajo. Menem, cuando heredó la noble agonía radical, llevó a cabo un gobierno “neoliberal” con mayorías electorales en las que los “excluidos votaban por sus excluidores”, al decir del gran sociólogo Ricardo Sidicaro. El ingenio político había tenido el salto de “la imaginación al poder” de un plan liberal fuera de quicio (¡poner nuestra moneda en paridad con el dólar!). Era un ajuste con fantasía distributiva: cada mísero peso valía un dólar. Una aventura por el mercado con el hacha en la mano.

Al revés, el kirchnerismo tuvo la trabajosa tarea de desarmar el consenso de los años 90 a fuerza de consumo, batalla cultural e inclusión. Con pedagogía progresista y una acumulación de poder que hizo saltar un par de veces la térmica, su mayoría fue y vino, no tuvo la vaca atada, de ahí que Kirchner haya sido como el científico loco que probó transversalidad, concertación, testimoniales, pejotismo, anti pejotismo. Kirchner nació con la fatalidad de los votos que le faltaban. Fue un peronista vencedor que, literalmente, no ganó ninguna de las dos grandes elecciones en las que se presentó (ni 2003, ni 2009). ¿Qué fue entonces? El mejor lector de sus derrotas… y un conductor que dio una lección paradójica sobre el supuesto pragmatismo recitado como salmo de la realpolitik (“el que gana conduce, el que pierde acompaña”).

Con la mitad más uno hacés la patria socialista, la patria peronista, la patria contratista, la que quieras. Con la primera minoría no. No existen los “populismos de primera minoría”. No existen las vías pacíficas al socialismo con primera minoría electoral (Salvador Allende lo supo en su septiembre, mientras la izquierda lo encerraba y la derecha asesina lo apuntaba). Las políticas que se dicen y autoproclaman transformadoras buscan las mayorías o no son nada.

El último kirchnerismo tras las elecciones de 2013 se sentó a descansar en un triunfalismo sobreactuado: somos primera minoría y CFK será la electora de 2015. No ocurrió. Lo mismo se diría al revés: no puede haber un gobierno de transformación liberal sólo con una primera minoría, el apoyo blando y el ensayo triunfalista de cómo “dividir la oposición”. Cambiemos no compite contra un peronismo unido, ni un kirchnerismo combativo. Compite contra sí mismo. Contra el espejismo de una mayoría que le regaló el sistema electoral con la suma de hartazgo hacia el kirchnerismo. El “partido del ballotage” que gobierna la Argentina según Ignacio Zuleta.

Macri presidente es el fruto de una mayoría forzada por el sistema electoral. La idea de “nueva mayoría” esa metáfora kirchnerista que reconoce, por empezar, sus propios límites, precipita una pregunta: ¿por qué una “nueva mayoría”? ¿Porque el big bang de Cambiemos y su política económica habrían producido un caos original del que puede brotar esa “nueva mayoría” liberada de todas las diferencias concretas, de nombres y cuitas y siglas, de la política? ¿La “nueva mayoría” de los vencidos?

Extremado el decir de Durán Barba: toda mayoría siempre será “nueva mayoría”, tan nueva que nace y muere porque será incapaz de fundar una tradición, porque si lo hiciera, en ese instante mismo en que es capaz de fundar una fidelidad, quiebra el paradigma de “nuevo elector”. Hasta ahora Cambiemos supo cómo ganar elecciones, ¿y qué pasa después? ¿Por qué ya no brillan los Marcos Peñas? En síntesis: el empate retórico de la política argentina se encuentra entre el tercio macrista que no cree en las mayorías y el tercio kirchnerista que las ambiciona en medio de la “segmentación” argentina. Tras el derrumbe de 2001, la reconstrucción política ha sido de minorías.

El PRO ganó y trajo como explicación al mundo su filosofía contra el “círculo rojo”. Un gobierno de CEO’s contra el establishment político. La revancha politizada de los gerentes. Semanalmente están las columnas en el diario Perfil de Jaime Durán Barba capaces de adaptar cualquier resultado electoral global (el NO al acuerdo en Colombia, el triunfo de Trump, las derrotas municipales del PT en Brasil, etc.) a su “teoría”. Algo así como que todos aquellos que piensan la vida política lo hacen de un modo equivocado porque no conocen a la gente concreta y sus problemas concretos, y entonces izquierdas y derechas, liberales y populistas, conforman un establishment de reglas rígidas, conservador, lento, elitista. Básicamente, el siglo 21 será gobernado por quienes conocen el secreto, el deseo y el consumo del ciudadano. El político empresario.

Ese hilo finito que une a Trump con el PRO tiene un contrapunto esencial: el magnate americano se montó sobre un nacionalismo blanco que desprecia el compromiso global de Estados Unidos, y en cambio nuestros magnates argentinos se consideran representantes de esa “fe global” que Estados Unidos parece haber barrido en sus urnas. Al final, el mundo fue el que les pinchó el globo. El menemismo y el kirchnerismo (que lograron sus mayorías) fueron, antes que nada, mejores lectores del mundo en el que vivíamos».

9 Responses to ´»El mundo le pinchó el globo al PRO»

  1. Carlos G. dice:

    Eric Hobsbawm aseguró que el siglo XX había sido el mas corto de la historia: habría comenzado en 1914 y terminado en 1991…
    En la misma linea (pero lejos de similar originalidad) pienso que la del 90, en nuestro país, fue una muy larga década: comenzó en 1989 y terminó a fines de 2001.
    Si la afirmación de que el menemismo fue un mejor lector del «…mundo en que vivíamos» se refiere a haber logrado las mayorías para mantenerse en el gobierno, quizás sea cierto; pero a juzgar por cómo terminó el país luego de la aplicación de aquellas políticas, tengo mis dudas.

  2. Norberto dice:

    Tengo que decir que Martín Rodríguez no me resulta ni simpático ni le reconozco muchas luces, aún como analista del diario del lunes, y por lo tanto, y a pesar de coincidir con la conclusión, en el camino encuentro demasiados errores como para dejarlos pasar.
    En primer lugar el proyecto de la estudiantina muere junto al fraude electrónico, la elección de Tramp es otro accidente en su derrumbe, pero esto merece un análisis más detallado.
    Me parece importante destacar los elementos que considero desacertados, uno de ellos es la sociedad que él ve a diciembre del 2015, que él parece haber congelado en mayo del 2003, cuando había tres millones de trabajadores registrados y otro tanto de informales, cuando a diciembre del 2015 los trabajadores registrados superaban los ocho millones, siendo casi el setenta por ciento del total, con una informalidad del 32%, estamos diciendo que entre una y otra época se duplicó su número, aunque el de no registrados solo tuvo un incremento de un tercio, aunque su porcentaje fuera muy resistente a la baja. Esa sociedad no habla de precarización sino de un camino que las nuevas generaciones podrían llegar a recorrer promoviendo mejores condiciones laborales a través de sus progresos en educación y capacitación.
    Otro error es ver un kirchnerismo sentado, cuando el problema proviene, al igual que en otros países de nuestra América, de una ofensiva proveniente del norte, representado por la aparición de candidatos como la protestante, religión, Marina Silva en Brasil o el Empleado en Argentina, que con pocas o muchas posibilidades de llegar a ganar, lograron con ese y otros apoyos locales, dividir los electorados mayoritarios, hacia izquierda o derecha, pero forzando el ballotage, además de las contradicciones internas que han provocado los conservadores populares que forzaron una candidatura por fuera de las PASO con su Liga de Gobernadores con Gioja a la cabeza.
    Hay bastante más para decir sobre el artículo pero por ahora debo dejarlo para otra entrada.
    Nunca menos y abrazos

  3. Silenoz dice:

    La lectura correcta de la cosmovisión o visión del mundo fue haber encontrado un régimen que aprovechó ciertas características de entonces como el ideal de solucionar el tema de las deudas externas de los ‘80, la baja de tasas yanquis, el discurso de la ineficiencia del “estado elefantiásico” y su consecuente ola privatizadora, creando los mecanismos necesarios para absorber liquidez externa vía la apertura de la economía y la cta. capital, buscando una sustentabilidad relativa al régimen de la convertibilidad para así entonces “solucionar” una serie de problemas considerados insoportables por “el pueblo” de aquella época, básicamente la inflación. Trayendo y haciendo perdurar inclusive, otros efectos benéficos y hasta desconocidos por muchos como la estabilidad de precios y las “12 cuotas”.
    Por supuesto que el régimen era insustentable –de hecho para cuando el tequila debía ser modificado- pero hay que reconocer que duró mucho más de lo estimado.

    Creo que NK se diferencia de mendez porque en cierta forma, el primero debe ir en contra del neoliberalismo que seguía siendo “meinstrim”a pesar de su versión larvada conocida como “metas de inflación”. Y aprovechó el pum para arriba de las commodities para aplicar políticas más “keynesianas” –anche “chabonas © Abel”- que las aplicadas por otros gobiernos “progresistas” de la región.

    Y ya que estamos, la asociación ilícita que nos gobierna, está buscando algo parecido a lo de los ’90 y con similares herramientas pero con una «cosmovisión» o «visión del mundo» que al menos -de la boca para afuera- cuestiona parte del neoliberalismo en países centrales.

  4. victorlustig dice:

    no es un poco rapido para decirlo?, cualquiera que recuerde julio/diciembre de 1990 no pensaria igual.
    Pero bueno, el relato es el relato, solo que Erman Gonzalez fue ministro hasta febrero de 1991.
    Es tipico de los kirchneristas mezclar todo, Cavallo fue ministro de Economia a partir de 1991, muchas cosas mas pasaron entre julio de 1989 y febrero de 1991. Lastima que algunos lo vivimos para poder decirle, papas con batata no. (ni hablar de algunos proceres tratados afectuosamente que fueron fieles menemistas)

  5. Silenoz dice:

    Ja ja ja..

    Of topic y pido las disculpas del caso pero A MUST ver a Maslatón en lo del gato…. recomiendo ver alguna repetición en todo caso….

    A modo de adelanto: dice quel PRO es marxismo NO leninista y sigue.. IMPERDIBLE…. ja ja…

    Mamadera… estamos en peligro

  6. claudia dice:

    Tal vez Cambiemos no sepa leer el mundo exterior pero ha demostrado saber leer las idiosincrasias líquidas locales. Y más que percatarse de la segmentación intra clases para desde allí teorizar prematuramente la muerte o eterna volatilidad de las mayorías , comprendió y se sirvió inteligentemente del trabajo eficaz de los medios masivos en tanto constructores incansables de falsas y aterrorizantes dicotomías. El plato estaba servido, solo había que reorientar el orden de los comensales.
    Lo que percibieron los más pillos con Duran Barba a la cabeza fue que el trabajo de desdibujar conciencia de clase ya estaba hecho del 76 en adelante – si se rompe el corazon productivo de una nacion se tocan las estructuras de clase e identificacion ; maxime si se introduce, como yapa desquiciante, un panteón ontologico destinado a rasgar para siempre a la sociedad ( ser, no ser, desaparecer ) entre otras lindezas creativas de tipos que, ingenuamente, todavia seguimos rebajando a simples brutos -.
    Hay verdad en cuanto a la evaporacion de ese colectivo monolitico de sentir peronista; el paso del tiempo y las sucesivas generaciones alejadas del mito fundante original avalan tal presunción. Pero se apresura mucho en desestimar la reaparicion reverdecida de una ideología inspiradora que tire por la borda pragmatismos y categorías express como la de democracia de segmentos. Porque en condicion de fragua de eventos duros pueden nacer mayorías muy enfocadas.Tal vez en los proximos y duros años nos riamos de las teorías de los tercios. Saludos.

  7. […] de los temas centrales del artículo de Martín Rodríguez que subí ayer al blog partía de asumir un hecho: hace tiempo que no existe, en el electorado, en la sociedad, una […]

  8. Daniel Eduardo Arias dice:

    Lo leí tarde porque Worldpress me había tirado del nido de tu blog, y lo acabo de pescar en una pausa de una hora que me tomo para ver qué me perdí en ese entretiempo.

    Por lejos, tu mejos posteo del año. Cuando se juntan pensamiento original y claro y buena pluma, joder… qué potencia. Vamos Abel todavía.

  9. Daniel Eduardo Arias dice:

    Como decía don Karl, los avances tecnológicos reconfiguran la producción y por ende la estructura de clases, y como añadía don Vladimir Ylich, la política es economía concentrada.

    De modo que es cierto, Claudia, que el escenario presente y fragmentativo que describe brillantemente Abel es transitorio, y no tenemos mayor idea de cómo será realmente la sociedad en 10 o 20 años. Solo vaguedades previsibles y archimanyadas, pero sujetas a los efectos sísmicos de cualquier futuro «game changer» en las áreas de energía, educación, cibernética y biociencias, y podría seguir.

    Muy lindo -bueno, en el sentido doloroso, Claudia- su resumen de lo sucedido en el ’76, el año en que cambiamos para siempre. Yo lo atrasaría al ’75, cuando con el Rodrigazo, el Operativo Independencia y la Triple A se llevó a cabo en escala de experimento lo que hicieron a escala 1:1 los milicos en economía y política.

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