Una derrota en América del Sur

Esta noche la Cámara de Diputados del Brasil, de la cual más de la mitad está denunciada por actos de corrupción, votó la destitución de la Presidente, Dilma Rousseff, a la que no se ha podido acusar de ninguno. Y eso que trataron… Los cargos son el traslado de partidas del presupuesto de un ejercicio a otro. La injusticia deja un mal gusto en la boca, pero la derrota es la de un proyecto político

Ahora falta la ratificación por el Senado, por mayoría simple (los votos ya están contados). Así, el mandato de Dilma quedaría suspendido por 180 días, mientras se sustancia el definitivo juicio político. Se hará cargo de la presidencia el vice, Michel Temer, un veterano político al que prematuras encuestas le dan algo menos de un 2 % de intención de voto, si llegara a presentarse. Él sí tiene denuncias por corrupción y cuentas en Suiza, y el Supremo Tribunal Federal, la Corte brasileña, ya ordenó abrirle juicio político por haber firmado, como vicepresidente, los mismos decretos por los que se acusó a la Presidente Rousseff. Vienen unos meses movidos en Brasil…

Por eso, el derrotero político de nuestro vecino no está definido. Temer ya había empezado a armar un «gobierno de salvación nacional» con figuras de la derecha (el futuro ministro de Hacienda sería Arminio Fraga, ex presidente del Banco Central en el segundo mandato de Fernando Henrique Cardoso; también aparece en un tentativo gabinete José Serra, senador y líder del liberal Partido da Social Democracia Brasileira, el PSDB), … Pero no hay allí un Macri, es decir, no hay alguien que, con la legitimidad y el liderazgo político que dan los votos, pueda arbitrar entre las ambiciones y celos.

Por su lado, Lula, aún el PT, ya sin el desgaste de las medidas impopulares que avalaron -porque el nuevo gobierno inevitablemente las hará olvidar con otras aún peores – se prepararán para el regreso, en 2018 o aún antes. Uno de sus dirigentes ya dijo «O povo brasileiro não cruzará os braços e entregará o país a golpistas ladrões, torturadores e religiosos fanáticos. O day after do Brasil será na rua«.

(La ofensiva judicial, que amenazó con «llevarse puesto» al gobierno del PT y sin duda contribuyó a su caída, continuará -en cuyo caso tendrá que avanzar sobre Temer, Cunha y otros artífices del «golpe parlamentario», que ya están más implicados en la corrupción descubierta que la actual cúpula del PT- o será detenida. Perdiendo el impacto político logrado).

La derrota, para Brasil y para la América del Sur, va más allá del escenario inmediato. El nuevo gobierno -aún sin una «hoja de ruta» clara, o precisamente por eso- recurrirá al recetario «neoliberal». Las usinas de pensamiento globales lo han impuesto -con una coherencia que Gramsci habría admirado- desde la Revolución Conservadora de mediados de los ´70 y la caída del «socialismo real» a fines de los ´80. No podrán existir las reservas y ambigüedades que imponían las raíces populares del PT. Además de acentuar la recesión, las políticas (tímidamente) industrialistas y de protección del mercado interno, recibirán un golpe durísimo, que repercutirá en todo el subcontinente.

Podemos prever una presión importante, tanto en Brasil como en Argentina, hacia tratados bilaterales con los EE.UU. de «libre comercio», gatantías a los inversores, «respeto a la propiedad intelectual» (el blog Néstornautas lo anticipaba acá). Si queremos resistirla, debemos pensar en cuáles serían los aliados. No podemos regalar ninguno.

El PT ha sido derrotado. Como, en una forma distinta, lo fue el FpV hace pocos meses. Otros proceso emblemático -aunque lo suyo fuera la distribución de la renta petrolera- de estos años en Suramérica, el venezolano, está al borde del abismo. Y aún el prudente Evo ha sufrido un contratiempo electoral. Como se comentó en el posteo anterior, es revelador verlos como casos distintos de un mismo proceso.

Y el análisis de las causas que llevaron a esta derrota regional puede servirnos, si superamos las «autocríticas» con proyecto personal o receta ideológica incluida. Y las pensamos buscando los caminos que podemos y debemos tomar.