Estrategia electoral del Frente para la Victoria: Polarizando

Hubo un tiempo en que los blogs politizados – en particular, los kirchneristas – se dedicaban a defender (o atacar, los anti K) al gobierno, o a temas sociales o doctrinarios o a un estimulante duelo de hinchadas, un tiempo en el que sólo algunos heterodoxos como Néstor Sbariggi, Ricardo Tasquer y yo nos interesábamos en la interna y en las candidaturas para el 2015. Nos acusaban de realpolitikeros. O de librepensadores, más grave.

Bueno, ya no es así. Los blogs politizados – en particular, los kirchneristas – están definitivamente interesados en ese tema. Algunos, hasta angustiados (Atención: es necesario tener claro que esto se refiere a los militantes, al activismo, a los politizados. Los votantes de a pie – la gran mayoría – todavía no se preocupan por el asunto).

Eso sí, me parece que todavía se discute poco sobre las posibles estrategias electorales del oficialismo. Tengo ganas de hacerlo, porque pienso que es un campo interesante y rico. No es que las estrategias de los distintos proyectos de la oposición no sean dignas de atención – y alguna puede ganar, también. Pero se me ocurre que están más fijadas por los recursos, en candidaturas, en identidades con que cuentan. El oficialismo tiene más posibilidades de elegir. Y por eso, más chances de equivocarse.

Empiezo reconociendo un hecho: Hay alguien que ha estado planteando la discusión sobre estrategia electoral desde hace un par de meses: nuestro distinguido colega bloguero, Artemio López. Existe la imagen que Artemio está empeñado en una lucha heroica, y hasta ahora infructuosa, contra la candidatura de Daniel Scioli. Y es cierto, claro. Pero su planteo se basa en un análisis agudo y realista de la situación, y propone una estrategia determinada. El hecho que yo, por ejemplo, esté en desacuerdo con esa estrategia, exige para debatir que sus supuestos sean examinados con seriedad. Trataré de hacerlo.

El CEO de Consultora Equis, por todo su ferviente kirchnerismo, y su válido escepticismo sobre las encuestas a un año de las elecciones generales, parte en su razonamiento de una premisa desalentadora que surge de sus propios sondeos, que le dicen que cualquier candidato del Frente para la Victoria, anche Scioli, perdería en un balotaje: más del 50 % de los votantes elegirían al opositor. Este dato lo ha publicado en su blog. Por cierto, no es el único encuestador al que sus números le dicen eso.

Entonces, sigue la lógica de A. L., la posibilidad de un triunfo del FpV se daría (sólo) en la 1° vuelta, de acuerdo a las leyes vigentes, si su candidato alcanza el 40 % de los votos y el segundo no alcanza al 30 %. Como condición necesaria, aunque no suficiente, para conseguir ese 40 %, el candidato debe reunir los votos propios del kirchnerismo, los que se mantendrían firmes aún en coyunturas negativas, como lo hicieron en el pasado (2009, 2013). Estos votos, sus números y también los de la mayoría de los encuestadores serios, ubican entre un 30 y un 33 %. Sobre esa base, estima, le resultaría más fácil sumar el 7 o 10 % necesario para alcanzar el porcentaje que le podría dar el triunfo. Si no cuenta con todos los votos K, no es plausible que pueda sumar lo que le faltaría.

El razonamiento, partiendo de la observación que una parte menor pero significativa del voto kirchnerista no se siente representado en la candidatura de Scioli, salta a la conclusión: sólo un candidato del kirchnerismo duro, que polarice la elección, puede sumar a todo el «voto propio» y quedar a una distancia que le permita alcanzar ese «objeto del deseo», el 40 %. Artemio, entonces, nos canta desde su blog, con la música de Daniel Viglietti, «A polarizar, a polarizar…».

Todos los pasos de esta cadena de razonamientos pueden ser discutidos, por supuesto. Y vale la pena hacerlo, porque cada uno refleja una hipótesis no trivial sobre la realidad política. Por ejemplo, soy aún más escéptico de los supuestos de esas encuestas que Artemio; también de sus supuestos. Pero para no hacer este primer posteo sobre el asunto demasiaaado largo, sólo apuntaré dos cosas: 1°) el motivo porqué esta exhortación de nuestro amigo no ha tenido eco, aún entre los militantes que emocionalmente simpatizan con la premisa: «¿Y cuál sería el candidato kirchnerista duro?» «Bueno, todavía no está» «Ah, avisame cuando lo tengas, macho«. Aunque falten diez meses para las PASO, el activismo ya tiene la mente en las elecciones. Para todos los cargos, no sólo para presidente. Y en bastantes distritos falta mucho menos.

La segunda es la que – confieso – me interesa plantear: Esa estrategia, a mi juicio, está equivocada. Hay otra lectura de la realidad, posible y necesaria. Y parte también de una observación simple: la polarización no depende de una decisión del oficialismo. Es una consecuencia inevitable del hecho que no se llegará a la primera vuelta de las elecciones generales «en frío». Están las PASO, las elecciones en varias provincias, … Ya ahora, a un año!, se ha desvanecido la posibilidad de una candidatura independiente, con alguna chance, del FA-UNEN. Me veo obligado a prever – cualquiera que piense en una estrategia para el oficialismo debe prever – que para el 25/10/15, además del FpV, habrá sólo dos fuerzas, probablemente sólo una, con chances reales de ganar la Presidencia.

¿Qué nos dice esto? Nada nuevo. En realidad, es la situación normal de la política argentina. Elecciones presidenciales como la de 2003, con varias fuerzas no tan alejadas entre sí en sus porcentajes, o como la de 2011, con el primero a distancia sideral de los restantes, son la excepción. Y también es la situación que ha enfrentado, por lo general exitosamente el peronismo, en su etapa kirchnerista y en las anteriores. El peronismo ha formado para todas las elecciones, desde 1946 a la fecha, frentes. Ha triunfado cuando la coalición que construyó representaba a la mayoría. Y perdió cuando, como en 1983, juntó sólo los «votos propios».

(Como dije más arriba, 2003 fue la excepción que no se repetirá en el futuro previsible. Tres fórmulas de origen peronista, que sumaron entre ellas más del 60 % de los votos).

Vale la pena, para no irnos a un pasado más lejano, considerar como Néstor y Cristina Kirchner construyeron sus mayorías. Para, entre otras cosas, despejar la fantasía que «mayoría» equivale «las cosas en que todos estamos de acuerdo». Hace algo más de un año, para una polémica basada en un malentendido – como muchas – decía:

«Me parece absurdo imaginar al kirchnerismo fuera del peronismo. Néstor Kirchner, y Cristina siempre se mantuvieron dentro de su estructura. Y él fue un típico gobernador peronista … Sus ideales y convicciones, que “no abandonó en en la puerta de la Casa de Gobierno”, que planteó a una sociedad que no lo esperaba, también eran parte de una experiencia peronista. Eran los de la JP de los ´70, de esa generación que se incorporó masivamente al peronismo pero que traía sus propios códigos y valores. Y tanto Néstor como Cristina son expresiones absolutamente genuinas de ese zeitgeist, para usar un término pedante. Combinado, eso sí, con la muñeca y el uso del poder que se aprenden en una larga práctica política en el peronismo«.

Fue esa … experiencia generacional la que les permitió construir una coalición entre (la mayoría de) el voto peronista tradicional y (buena parte de) los sectores medios progresistas, que ha sido hegemónica durante once años. Y que todavía tiene polenta, como podemos ver a diario.

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Mi modesta (?) conclusión es que la candidatura a Presidente, si es para ganar, y en el peronismo no interesan otras, debe expresar la coalición que permita sumar la mayoría de los argentinos, en la primera o en la segunda vuelta. Una coalición que, no podría ser de otra manera tratándose del candidato del oficialismo (y surja como surja, pero eso es para otro posteo), incorporará la experiencia kirchnerista en su conjunto, la de gestión y la política.

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¿Es necesario decir que nada de esto significa de antemano que ese candidato será Daniel Scioli?