Eva

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Hoy estuve pensando acerca de Evita. Supongo que impulsado en parte porque este 26 de julio – después del aluvión de las necrológicas casi obligatorias del 60° aniversario de hace un año – su nombre y su figura han aparecido mucho menos en los medios, y en los blogs politizados.

Creo que es mejor así. La repetición trivializa, y convierte – para los jóvenes que no los conocieron – a quienes eran bandera de lucha en imágenes de libro de texto. Están bien los homenajes, el reconocimiento del símbolo que representan. No rechazo esas dos imágenes suyas ahí en la Avenida 9 de Julio, aunque – que me disculpen Marmo, Santoro – me parecen feas; y me gusta que el movimiento social con mayor activismo político hoy lleve su nombre. Es apropiado.

Pero sería inútil – hasta patético, o, peor, falso – tratar de apropiarla para la lucha política actual. No es que no la amen y la odien a la Eva, todavía. Es que esos sentimientos ya no se enarbolan para expresar una identidad política. Porque el amor de ella por los humildes ¿quién se anima a cuestionarlo hoy? Muy pocos. Su fanatismo incondicional por Perón ¿quién se anima a hacerlo suyo? Algunos más, pero no muchos. Y, la gran mayoría de estos, sospecho, de los labios para afuera.

Esto no quiere decir que no esté vigente. Sólo que la política – entendida como la lucha por el poder y su administración – es una parte de la realidad. Quizás la más superficial. Hace cuatro años, en una de las muy pocas veces que mencioné a Evita en el blog, cité una frase de Alberto Amato “Los seis años que abarca el breve paso de Eva Perón por la vida política argentina … generaron un amor irrenunciable y un odio irracional“.  Y agregué que no puede decir que entiende la política el que deja afuera el amor y el odio.

Y – por todo lo que se ha escrito sobre ella – pienso que todavía no hemos prestado bastante atención a esa identificación profunda que el odio que despertó hizo entre ella, Perón y el peronismo. Un Tomás Eloy Martínez escribió un largo libro «Santa Evita» donde pinta toda la iconografía, entre entrañable y grotesca, del amor popular. Pero me parece mucho más importante, y revelador, el cuento corto de Rodolfo Walsh «Esa mujer«, sobre el coronel que tenía escondido su cadáver.

Porque estamos hablando de un país moderno, con altos índices de alfabetismo, con una numerosa, mayoritaria clase media, y una pátina europea que hace seis décadas era mayor que la actual. Y un ejército formalmente, convencionalmente católico, que secuestra un cadáver y lo oculta por casi veinte años. Un temor supersticioso, como el que – puede imaginarse – los lleva a prohibir por un decreto, el 4161, la mención de los nombres de Evita y de Perón.

Quiero ser claro. El odio de clases, las represiones sangrientas, las locuras y las masacres de las guerras civiles no son nada extraño en la historia. Un pesimista diría que son la materia principal de la Historia humana. El odio no es nuevo, por cierto, ni en Argentina ni en el mundo. Pero su grado de irracionalidad debe llamarnos la atención.

La historia de los países latinoamericanos, entre los cuales está, claro, Argentina – tiene tantas guerras como la de cualquier otra región del mundo. Pero nuestro estilo de civilización tiene determinadas características, que apuntan a reglas de conducta bastante observadas. No recuerdo un sólo caso en que un ejército latinoamericano haya bombardeado las ciudades de un país enemigo, por ejemplo. Puede haberlo – no soy historiador – pero ciertamente no está entre nuestras costumbres ese crimen tan típico del siglo XX. Tan practicado por los países que se consideran «al frente de la civilización moderna».

Pero la ciudad de Buenos Aires fue bombardeada en junio de 1955 por su propia Aviación Naval, en un ataque que apuntaba a matar a Perón. Pero que su frustración los llevó a asesinar civiles. La misma fuerza – tengo que decirlo – que 27 años después se portó con un coraje y profesionalismo que despertó la admiración de sus enemigos en la Guerra de Malvinas.

Sí. El odio es una fuerza muy poderosa; y los argentinos debemos cuidarnos, porque por toda nuestra bonhomía chanta, tenemos muy profunda la capacidad de odiar. Puede ser cierto, creo que es cierto, que el amor puede vencierlo, pero no es una victoria fácil como la de una elección. Nos pide mucho esfuerzo.

Bueno, como les dije, empecé pensando en Evita y me fui bastante lejos. O no. Les recomiendo escucharla a ella. Subí un discurso suyo, el año pasado, aquí.

9 Responses to Eva

  1. cheloperedo dice:

    «Eva fue amada por los humildes como nadie en esta Tierra. Como ninguno de los grandes machos de la Argentina. Ni como Rosas, ni como Facundo, ni como Sarmiento, ni como Yrigoyen, ni como Perón. Nadie fue tan amada por el pueblo, nadie fue tan odiada por la oligarquía. Ese hecho tuvo raíces profundas, motivos racionales, emocionales y hasta religiosos. Pero que la oligarquía la haya odiado y que el pueblo la haya amado es un atributo, un privilegio que ningún político combativo o contestatario ha tenido tan honda, tan soberanamente en este país.»

    JP Feinmann narra muy bien y mucho sobre el odio hacia Eva en el primer tomo de «Peronismo».

    Saludos!

  2. Harry dice:

    Bueno ,te felitito por no haber aconsedo leer la razon de mi vida …….el cuento deWalsh es excelente,lo ridiculo es todo lo que paso despues con Evita. En cuanto al bombardeo,tuve un proximo metido con Peron en un sotano fue operativamente un crimen ineficaz.Peron recorria las rutas mnejando solo y sin custodia ,era mucho mas facil un simple spider…………pero el ejercito tenia realmente la intencion de matarlo a Peron?

  3. Capitán Yáñez dice:

    El día que deje de estar vigente, Abel, se muere el peronismo.
    Evita es el corazón del peronismo. Nada más. Y nada menos.

  4. victorlustig dice:

    el peronismo es reparacion, y esa frase, creo, es lo que define a Eva Peron.

    Harry, no, el problema no era matarlo a Peron, era matar la idea etc etc

  5. Harry dice:

    no estoy de acuerdo,el ejercito queria un peronismo sin Peron,la marina era brutalmente antiperonista y la fuerza aerea una creacion de Peron.El gran error de Lonardi fue no haber pasado a retiro en el acto a los sublevados de 1951.Peron no los quiso fusilar,primer error, y Lonardi los reincorporo…………..

  6. Norberto dice:

    Mi homenaje a su recuerdo
    Nosotros somos Ella, abrazos

  7. José Mercado dice:

    «Tan practicado por los países que se consideran “al frente de la civilización moderna”.» ¿ Por qué motivo el reducir ciudades enemigas a cenizas durante una guerra no sería civilizado ? Ve http://it.wikipedia.org/wiki/Giulio_Douhet «e se ti piacciono le letture profonde» http://www.liberliber.it/mediateca/libri/d/douhet/il_dominio_dell_aria/pdf/il_dom_p.pdf

  8. Carlos. dice:

    Estimado Abel: la fuerza que se destacó en la guerra de Malvinas, despertando el elogio de sus enemigos, fue la Fuerza Aérea y no la aviación Naval, como bien destaca en el párrafo anterior. El accionar general de la Armada, incluído el informe Rattenbach, es sumamente negativo.
    Felicitaciones por sus posteos.
    Saludos.
    Carlos.

  9. victorlustig dice:

    Carlos
    estuve a punto de poner lo mismo, hasta que me acorde de los Exocet
    y, agregaria, tirar bombas con espoletas para granito a barcos de aluminio, habla bien de los pilotos, no de la Fza Aerea
    saludos

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