Keynes, la Crisis europea y el ascenso de los fascismos

No creo que la historia se repita. Los errores, sí. La destrucción de valores financieros, de empleos y de esperanzas humanas que se ha producido en los últimos tres años en Europa es la más importante desde abril de 1945, cuando terminó allí la Guerra. Y, al no darse en el marco de un conflicto armado, es inevitable compararla con la Gran Depresión de los ´30. Su magnitud relativa, hasta ahora, apunta en esa dirección.

En el resto del mundo, tenemos que hablar hasta ahora de una Gran Recesión. Motivada en los otros países desarrollados por sus propios problemas del capitalismo financiero, pero el remolino europeo, que era un mercado muy importante para desarrollados y emergentes también, la extiende y profundiza. No tengo fe – lo he dicho ya en el blog – que las recetas keynesianas alcancen a solucionar esta Crisis; pero es evidente que las «recetas no keynesianas» aplicadas, si alguna puede llamarse así, no lo están haciendo.

Por eso me parece interesante copiar aquí este artículo de Alejandro Nadal, uno de los editores de la revista de izquierda SinPermiso. Como decían los ingleses educados en Oxford y Cambridge, antes de los Beatles «Absit omen!» «¡Que no se cumpla el presagio!»

La teoría y la política económicas tienen que aprender de la historia

Alejandro Nadal

«El credo neoliberal se presenta ante el mundo como si sus dogmas fueran verdades absolutas. Lo cierto es que esas ideas son artefactos de guerra, máquinas de dominación para engañar y someter. Compete al análisis crítico desmontar estas piezas que sólo sirven para mantener el embuste y la opresión. Parte del trabajo de crítica debe basarse en el análisis histórico y por eso es importante revisitar los acontecimientos en Europa entre 1919 y 1933. Nadie mejor que Keynes para describir las carencias de las visiones que el establishment en Europa tenía sobre la crisis en 1930. En su artículo “The Great Slump of 1930” (1) hace una crítica al análisis económico que imperaba ese año: “Estamos inmersos en un pantano, nos hemos equivocado por completo en el manejo de una máquina delicada cuyo funcionamiento no comprendemos”. Si Keynes regresara y pudiera observar el desarrollo de la tragedia europea de nuestros días, sólo cambiaría su texto original para enfatizar que la élite política europea nada aprendió de la historia, o aprendió las lecciones equivocadas.

La historia comienza con la tenaz adhesión al patrón oro al concluir la Primera guerra mundial. Un arreglo que permitía la compra y venta del metal a un precio fijo, es decir, el patrón oro, parecía ser la forma de garantizar la estabilidad económica y los intercambios sin sobresaltos. Este esquema supuestamente promovía las virtudes del ahorro y la inversión, además de obstaculizar la manipulación monetaria por parte de gobiernos irresponsables. En su Breve tratado sobre la reforma monetaria Keynes (2) ya había comenzado la crítica del patrón oro y hasta le calificó de ser una “bárbara reliquia”. Pero la mentalidad que atribuía al patrón oro todo tipo de virtudes estaba lejos de darse por enterada de esas críticas. Por eso los responsables de los bancos centrales de Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Italia e incluso Alemania coincidieron en que después de la guerra era urgente buscar el restablecimiento de dicho sistema.

Pero del dicho al hecho hay un largo trecho. Después de la dislocación de la vida económica que había traído la conflagración, el retorno al patrón oro no era fácil. Una estrategia para restablecerlo pasaba por la deflación, otra por la devaluación. Inglaterra, Italia y Alemania siguieron el camino de la deflación. Aunque el proceso en Inglaterra fue algo más ordenado, en Italia y Alemania condujo directamente al ascenso del fascismo.

En su análisis sobre la Gran Depresión y el patrón oro, Eichengreen y Temin (3) citan al historiador Forsyth y relatan cómo en el caso de Italia la deflación condujo a fuertes niveles de desempleo, lo que fue aprovechado por Mussolini en una estrategia que culminó con su marcha sobre Roma. Así, mientras comenzaban a fluir los capitales y las inversiones hacia Italia, el fascismo italiano recogía los frutos del descontento provocado por las medidas para lograr ese resultado.

El caso de Alemania merece atención especial porque las lecciones de la historia que parece recordar el pueblo alemán son las equivocadas. Una referencia pertinente es el libro de Peter Temin, historiador de la economía y del cambio técnico. En su libroLecciones de la Gran Depresión (4) Temin examina la evolución de los gobiernos de la alemana República de Weimar entre 1919-1933, y sus esfuerzos por enderezar una economía devastada por la guerra y los altos costos de las reparaciones impuestas por los aliados en el Tratado de Versalles. Tal y como lo había anunciado Keynes, las reparaciones impuestas sobre Alemania resultaron ser impagables. En 1921 Francia y Bélgica enviaron setenta mil tropas para ocupar el valle del Ruhr en represalia por la falta de pago, y los efectos fueron desastrosos. En reacción el gobierno alemán hizo un llamado a una huelga general. La resistencia fue sofocada con lujo de violencia por parte de las tropas francesas.

La economía se colapsó. La producción se redujo drásticamente y el desempleo se disparó (a más de 23%). La recaudación se desplomó y el gobierno recurrió a financiar su déficit a través de la monetización. Estaban dadas todas las condiciones para el episodio de híper-inflación que dejó una profunda cicatriz en las percepciones del pueblo alemán. Primera lección equivocada: se llegó a considerar que la hiperinflación confirmaba que el restablecimiento pleno del patrón oro se necesitaba urgentemente.

Para 1923 era evidente que la economía alemana estaba a punto de explotar. Estados Unidos e Inglaterra presionaron para aliviar la situación. En 1924 el famoso comité Dawes presentó sus recomendaciones para retirar las tropas francesas del Ruhr, recalendarizar el pago de reparaciones y reestructurar el banco central. El objetivo era dar un respiro a la economía alemana para que pudiera recuperar un ritmo de crecimiento aceptable. La prosperidad (algo artificial) de los años veinte le brindaba a Estados Unidos suficiente margen de maniobra para intervenir en la reconstrucción de la economía alemana: Washington comprometió una cantidad importante de recursos para invertir en la economía alemana.

Todo esto implicaba que cualquier descalabro en Estados Unidos significaría el colapso de la economía de la república de Weimar. Por otra parte, las recomendaciones del comité Dawes eran de corto plazo y la carga de las reparaciones siguió siendo un gravamen muy pesado. En 1929, poco antes del colapso en Wall Street, se estableció otro mecanismo para aligerar el peso de las reparaciones. El resultado fue el llamado plan Young, anunciado en 1930. Pero para entonces ya era demasiado tarde, pues era claro que Estados Unidos tendría que interrumpir el suministro de préstamos e inversiones que necesitaba la maltrecha economía de Weimar. Alemania nunca podría pagar las reparaciones.

Las autoridades en Berlín se manejaban dentro del marco de referencia de las finanzas ortodoxas y del sistema de pagos internacionales que imponía el patrón oro. Y tuvieron que responder a las restricciones que este entorno internacional imponía con una fuerte depresión interna. Hjalmar Schacht, presidente del Reichsbank y su sucesor, Hans Luther, aplicaron políticas restrictivas y mantuvieron la tasa de descuento muy por arriba de las tasas de Londres y Nueva York con el fin de reducir la pérdida de oro. Las autoridades fiscales fueron aún más agresivas en su afán deflacionario: desde principios de 1930 el canciller Heinrich Brüning mantuvo recortes fiscales brutales y una política deflacionaria (reducciones salariales y de la ayuda por desempleo) para restablecer un ‘equilibrio’ en el contexto del patrón oro.

En vista de que Alemania tenía que pagar sus cuentas externas con poder de compra equivalente en términos del patrón oro, el ajuste tenía que pasar por la deflación en el plano interno hasta alcanzar ese objetivo. Brüning consideraba que era indispensable sacrificar todo con el fin de mantener el flujo de créditos e inversiones desde Estados Unidos. Ese flujo llegaba a su fin por la crisis, pero Brüning se mantuvo aferrado a la política de austeridad creyendo que esas inversiones regresarían. Su política deflacionaria acabó por hacer añicos a la República de Weimar. Entre 1929 y 1932 el partido nacional socialista pasó de 12 a 107 diputados.

Los pilares de la política macroeconómica que hoy aplican los poderes establecidos frente a la crisis en Europa tienen sus equivalentes en ese trágico período entre las dos guerras mundiales. Los amarres que ahora impone la unión monetaria al estilo neoliberal se parecen en mucho a las restricciones que infligió antes el patrón oro. La exigencia de una disciplina fiscal en plena espiral descendiente tiene su equivalente directo en la política deflacionaria impuesta en Alemania para restablecer dicho patrón oro.

La exigencia de que los países del Mediterráneo europeo paguen la deuda que resulta de la expansión crediticia generada en y por el sistema bancario, tiene su equivalente en el apremio para el pago de reparaciones de guerra. Las ominosas frases de la señora Lagarde o de la canciller Merkel se parecen a aquélla sentencia de Clemenceau en 1919: “Exprimiremos al limón alemán hasta hacerlo rechinar”. Sólo que el limón a exprimir parece estar ahora en la cuenca del Mediterráneo.

La política restrictiva que hoy se impone sobre los países sometidos a “rescate” es la misma que se aplicó en Alemania al estallar la crisis de 1929, lo que llevó al desempleo masivo que alimentó todos los resentimientos frente al Tratado de Versalles y su odiado régimen de reparaciones.

La política de austeridad impuesta sobre Grecia, España, Italia, Portugal e Irlanda responde al mismo reflejo de una política de deflación y sacrificio de una generación que dio el tiro de gracia a la república de Weimar y sentó las bases para el ascenso del nazismo. Hasta las insinuaciones de lección de moral que se esconden detrás de las declaraciones de Merkel y Lagarde resultan similares a la “cláusula de culpa” que tenía el artículo 231 del Tratado de Versalles. Por medio de esa cláusula humillante Alemania aceptaba la responsabilidad de haber provocado todos los daños y de haber causado la guerra. El artículo 231 fue uno de los blancos favoritos del revanchismo alemán. Las frases de moralina del dúo Lagarde-Merkel ya son combustible para el resentimiento anti-germano en Grecia.

En síntesis, los acontecimientos y la retórica en los años 1919-1933 en Europa tienen paralelismos de pesadilla con los eventos que rodean el hundimiento de la Europa del euro hoy. El delirio de la política neoliberal en tempos de crisis llevará necesariamente a la destrucción de la economía europea. El paisaje político tendrá que modificarse. La tarea política de la izquierda es la de construir los caminos alternativos a esta pesadilla neoliberal.   

Notas:

(1)    Disponible en www.gutemberg.ca/ebooks/keynes-slump )

(2)    A Tract on Monetary Reform, Collected Writings, Vol. IV. Londres: Palgrave Macmillan.

(3)    Eichengreen, B. y P. Temin, “The Gold Standard and the Great Depression”, NBER Working Paper Series”, no. 6060 (disponible en www.nber.org )

(4)    Temin, Peter. Lessons from the Great Depression, (MIT Press, 1989)«

23 Responses to Keynes, la Crisis europea y el ascenso de los fascismos

  1. JULIA dice:

    MUY BUENAS LAS NOTAS. PREGUNTO, PORQUE SIEMPRE SE MENCIONA LA CRISIS DEL 30 Y NO LA DEL 14 O LA DE 1873 QUE FUERON SIMILARES EN CUANTO A CRACKS BANCARIOS?

  2. victorlustig dice:

    yo tampoco lo entiendo, sera que a los bancos no les gusta aceptar culpas? la de 1873 fue igualita en como empezo

  3. Mariano T. dice:

    Como les gusta dramatizar las dificultades actuales. La crisis del 30 significó la destrucción de valor más grande conocida en tiempos de paz. Las empresas y bancos quebraban masivamente. El comercio mundial se redujo a su mínima expresión.
    Los precios de los commodities se destruyó al punto que en algunos momentos no se recuperaba el precio del flete. Se llegó a quemar granos en las calderas de los ferrocarriles porque era más barato que la leña.
    En cambio ahora EEUU se esta recuoerando despacito, China solo baja 2 o 3 puntos su crecimiento, algunos países europeos estan en serios problemas, pero los más importantes solo estan en una situación de crecimiento muy bajo. Latinoamérica sigue creciendo pero a tasas más bajas, aunque Brasil y Argentina estan con crecimiento muy bajo.
    Hay muchas amenazas de que todo empeore, pero son amenazas y probabilidades todavía.
    Pero siempre algun idiota contestacon que en España estan peor, como si eso fuera una cartada,

  4. Abel B. dice:

    Estimados:

    Gracias x madrugar. Mis observaciones, también tempranas.

    Julia y Víctor (AyJ): Tal vez la diferencia es que la crisis del ´30 (1929-1939?) tuvo la mejor bibliografía. Estaba Keynes, por ejemplo.

    Mariano T.: Para evitar exageraciones, Ud. exagera. En el primer párrafo del post se precisan los límites de la comparación.
    La actual fase de la Crisis es en Europa, el resto, en su conjunto, apunta a una recesión. Los sojeros de la pampa húmeda, bien, gracias.

    Abrazos

  5. Abel B. dice:

    Agrego q veo a la nota de Nadal como un cuadro impresionista, no una foto. No me parece probable el surgimiento de fascismos o similares en Europa, por:
    1) No hay una guerra civil europea entre la Revolución y la Contrarrevolución.
    2) Ya no existen los ejércitos, ni las guerras, de masas, que proporcionaban entrenamiento militar a un porcentaje importante de la juventud.
    3) La demografía es muy distinta. No hay un alto porcentaje de jóvenes en la población. «Tomorrow DOESN´T belong to them»

    Igual, va a ser interesante ver las consecuencias políticas de esto. Interesante en el sentido de la maldición china.

    Más abrazos

  6. Lucas dice:

    Es muy gracioso leer críticas a la «ortodoxia neoliberal» cuando el peso del ensayo recae en los análisis ortodoxos de Eichengreen y Keynes.
    Dice Brad DeLong del «A Tract on Monetary Reform» de Keynes:
    «This may well be Keynes’s best book. It is certainly the best monetarist economics book ever written.
    What do I mean by monetarist? Consider the book’s preface, where Keynes writes:
    [The economy] cannot work properly if the money… assume[d] as a stable measuring rod, is undependable. Unemployment, the precarious life of the worker, the disappointment of expectation, the sudden loss of savings, the excessive windfalls to individuals, the speculator, the profiteer–all proceed, in large measure, from the instability of the standard of value.
    It is often supposed that the costs of production are threefold… labor, enterprise, and accumulation. But there is a fourth cost, namely, risk; and the reward of risk-bearing is one of the heaviest, and perhaps the most avoidable, burden on production….[T]he adoption by this country and the world at large of sound monetary principles, would diminish the wastes of Risk, which consume at present too much of our estate.
    The belief that monetary instability–inflation and deflation–is the principal, or at least a principal, cause of other economic evils; the hope that sound monetary principles can be identified and, when identified, would greatly diminish uncertainty and risk; the focus on the job of the public sector being to provide the private economy with a stable measuring-rod and a stable environment–all these are core ideas of whatever we choose to call monetarism. Keynes believed these ideas very, very strongly in the mid-1920s. And his Tract on Monetary Reform is a review of economic theory and a look at the economic problems of post-WWI Europe through this set of monetarist spectacles.
    The first chapter–«The Consequences to Society of Changes in the Value of Money»–may still be the best summary of the many and varied effects of deflation and inflation–on the distribution of income, on economic activity, on attitudes toward risk and reward–ever written. From our present-day standpoint, it could use a little more focus on the differing effects of «anticipated» and «unanticipated» inflation and deflation. But a great deal is packed into a short space.»[1]

    Todos los economistas con especialización en cuestiones monetarias veían con preocupación el volver al patrón oro con los tipos de cambio anteriores a la guerra.
    Un ejemplo es Gustav Casell [2] quien predijo la Gran Depresión [3] y aconsejó como salir de ella [4, 5]
    Keynes no era la excepción:
    «Chapter four–«Alternative Aims in Monetary Policy»–sees Keynes shift from analyst to advocate: he comes down, in the context of Western Europe in the 1920s, on the side of devaluation to bring official currency values in line with relative national price levels rather than of deflation to force national price levels into consistency with pre-WWI exchange rate parities. He argues that when you are forced to choose between maintaining a stable exchange rate and maintaining a stable internal price level, choose the second. For avoiding fluctuations in your internal price level avoids a host of evils:
    We see, therefore, that rising prices and falling prices each have their characteristic disadvantage…. Inflation is unjust and Deflation is inexpedient…. [I]t is not necessary that we should weigh one evil against the other. It is easier to agree that both are evisl to be shunned. The Individualistic Capitalism of today, precisely because it entrusts saving to the individual investor and production to the individual employer, presumes a stable measuring-rod of value, and cannot be efficient–perhaps cannot survive–without one…
    He argues against return to the gold standard, on the grounds that modern central banks can do a better job of maintaining price stability if they are not tied to gold. Keynes’s arguments in chapter four look very good: current opinion among economic historians, exemplified by Barry Eichengreen’s Golden Fetters: The Gold Standard and the Great Depression, is that attachment to gold did a large part of the work in preventing central banks from stemming the Great Depression of the 1930s.» [1]

    ¿Qué política monetaria defendía Keynes? Metas de inflación:
    «The last chapter contains Keynes’s «Positive Suggestions for the Future Regulation of Money». Keynes’s suggested policies are the same as Irving Fisher, or indeed as Milton Friedman: spend money to construct a good price index, and then tune monetary policy so as to stabilize internal prices.» [1]

    Recomendación de lectura: ensayo del blog Free Exchange del Economist sobre política macroeconómica [6]

    Lamentablemente llego tarde para comentar en las entradas de energía nuclear [7] y crecimiento de largo plazo [8] donde el numero de falacias y conceptos erróneos es preocupante.

    1- http://www.j-bradford-delong.net/econ_articles/reviews/monetaryreform.html
    2- http://www.econlib.org/library/Enc/bios/Cassel.html
    3- http://marketmonetarist.com/2011/11/09/gustav-cassel-foresaw-the-great-depression/
    4- http://marketmonetarist.com/2012/06/09/gustav-cassel-on-hoovers-mistake-and-monetary-policy-failure/
    5- http://marketmonetarist.com/2011/10/21/our-monetary-ills-laid-to-puritanism/
    6- http://www.economist.com/blogs/freeexchange/2012/07/monetary-policy-9
    7- https://abelfer.wordpress.com/2012/07/25/argentina-construye-un-nuevo-tipo-de-reactor-nuclear/
    8- https://abelfer.wordpress.com/2012/07/24/economia-y-realidad/

  7. Abel B. dice:

    No se reprima, Lucas. Sus valiosos coments., aunque lleguen tarde, se sumarán a las columnas de esos posts.

    Claro, si siguen la línea de éste, no sé si aportarán mucho. Si bien es cierto que el debate entre la actual «síntesis» y las ideas de Keynes está simplificado y deformado en los medios masivos, Ud. lo cierra con una berretada: declara que Keynes era un «ortodoxo», nomás!

    Supongo que las políticas de austeridad del BCE, la decisión de ganar a cualquier costo la «confianza de los inversores», la fatua teoría de «autoregulación» de los mercados financieros durante la larga gestión Greenspan, son fruto de peronistas infiltrados, para desprestigiar la sabiduría económica?

    Saludos

  8. victorlustig dice:

    No Mariano, fue la de 1873, que duro como 20 años, un resumen facil esta en:

    http://en.wikipedia.org/wiki/Panic_of_1873

    Probablemente e mundo estaba mas en paz que en 1930 (no habia guerra o semiguerra en China), probablemente no hubo un Keynes para eso tampoco,

    A los liberales no les gusta mucho esa crisis, era una epoca eminentemente liberal, y que, termino como era de esperar en proteccionismo, proteccion social, etc etc. Quizas por eso no tiene mucha propaganda

    Y, los que se estan recuperando, no lo hacen por seguir las recomendaciones de dejar quebrar a quienes tengan que hacerlo, al reves, imprimen a mansalva

  9. victorlustig dice:

    Lucas, lo puse por arriba, si lees un poco de la crisis de 1873, capaz que cambiamos de opinion
    en lo nuclear, la falacia estriba que? al menos discutri con vos sera mas divertido que hacerlo con Alcides

  10. daniel dice:

    Sobre el Fascismo , una de las mejores cosas q lei fue de Trotsky,
    La lucha contra el fascismo , lo recomiendo , mas alla de la ideologia de cada uno.

  11. Norberto dice:

    Cada cual tiene su propia interpretación de las palabras de algún grande, y aún esos mismos grandes tienen diferentes palabras y acciones según las circunstancias presentes, ahora como dice Abel, despues de muchos años de grandes discusiones teóricas, de que todo el estado de bienestar consecuencia indirecta de sus postulados, fuese desmantelado sobre la base de la reelaboración de las teorias y prácticas del liberalismo en la escuela de Chicago, con sus nefastas consecuencias para América Latina, suponer que quien fué el demonio a exorcizar en realidad pensaba igual que los popes del nuevo credo, como menos me parece poco creible.
    Nunca menos y abrazos

  12. Capitán Yáñez dice:

    Un análisis muy superficial y onda ceteris paribus el de este muchacho Nadal (saludos al Rafa, si son parientes). Deja afuera varias cuestiones trascendentes que diferencian en mucho las épocas. Una no menor es que no hay amenaza comunista (ni Trotskys esperando que se subleve el proletariado alemán) que preocupe a banqueros e industriales. Unos y otros viven, hoy por hoy, días de gloria. Y otra tampoco menor es que entre aquellos tiempos y estos hubo una guerra que costó, en Europa, millones de muertes y ciudades reducidas a escombros.
    Los marxistas tienen una extraña propensión a aferrarse a aquello de «la historia se repite, una vez como comedia, la segunda como tragedia» y a no considerar una de las grandes enseñanzas de Marx: el Hombre es, ante todo, un ser histórico. Estas traspolaciones a través de los siglos no diría que son absurdas… pero más o menos.
    Viendo las fotos de los «indignados», por otra parte, no parece que haya allí materia prima para fascismo alguno. La muchachada, en tren de «repetir historias», pinta más para una marcha a Katmandú que para una sobre Roma.

  13. Andrés V dice:

    Los partidos tradicionales está perdiendo representatividad en Europa rápidamente…. Hay partidos de extrema derecha que consiguieron muy buenos resultados en Grecia, Francia, Holanda, Finlandia y seguro que se me escapan unos cuantos. Tampoco podemos olvidarnos del desborde social que hubo en Londres el año pasado, con una semana de saqueos y desmanes.

    Si bien no creo que pueda haber un resurgimiento del Nazismo, en Europa, sí existen muchos problemas para integrar a los inmigrantes, y nunca va a faltar quien haga negocio político culpándolos por el desempleo, en un contexto económico cada vez más duro..En Grecia hay periódicos y violentos ataques contra ellos.

    Entiendo que la situación social en el norte de Europa está a años luz de lo que se vivía durante la República de Weimar y que el fantasma de la revolución no existe más….. Pero me parece que estamos aún muy lejos de haber visto lo peor de esta crisis económica y sus consecuencias sociales… Sobre todo en el norte de Europa, donde la crisis aún no ha llegado, pero inevitablemente llegará..Y no creo que el sistema de representación política actual – las democracias liberales de los «países serios», con su banco central europeo «independiente» – puedan salir indemnes de esta situación..

    Es cierto, «los indignados», por ejemplo, no parecen ser una gran amenaza para mantener el orden institucional en España.. Pero con un 54% de desocupación juvenil, desmantelamiento de los beneficios sociales y ni una pequeña lucecita al final del túnel del ajuste perpetuo, no me extrañaría que con el tiempo apareciera por ahí gente enojada de verdad, sin nada que perder.. O que emigraran de forma masiva a países como Alemania, país que que no logra aún integrar a los turcos que llegaron en la década del 60..

    Abrazos,

    Andrés V

  14. Mariano T. dice:

    Keynes no era un ortodoxo, pero era serio, no un loco creyente en brujerías. Sus teorías( y él ) no tenían alergia a las matemáticas. No comparemos.

  15. Capitán Yáñez dice:

    Para que nos entendamos: ni el nazismo ni el fascismo tuvieron por único origen una crisis económica. Hubo de por medio turbulencias sociales y políticas, un comunismo que tenía en Rusia una referencia, cosa que espantaba al «establishment» y a amplias capas de las clases medias mucho más que cualquier crisis económica. Ni el nazismo ni el fascismo fueron simples «partidos de extrema derecha», fueron mucho más que éso. Y surgieron en Alemania y en Italia, no en Grecia.
    Y repito: hay entre aquella crisis y esta una guerra terrible de por medio. Tan terrible que llevó a alemanes y franceses a decirse «bueno, viejo, dejémonos de joder».
    Al IV Reich alemán, por otra parte, no le hacen falta ejércitos ni invasiones para dominar al continente. Lo está haciendo con el euro. Y ni españoles ni griegos ni portugueses ni italianos quieren salirse del euro, si hacemos caso a las encuestas…
    En definitiva: posibles revueltas callejeras son una cosa, el nazismo es otra muy distinta.

  16. Lucas dice:

    «No se reprima, Lucas. Sus valiosos coments., aunque lleguen tarde, se sumarán a las columnas de esos posts.»
    Me siento halagado.

    «está simplificado y deformado en los medios masivos»
    Uno de los problemas básicos de nuestros tiempos es debatir a partir de lo que se comunica (o no) a través de los medios de comunicación, especialmente aquellos de alcance masivo. Periodistas con escasa/dudosa formación técnica, horarios ajustados, demandas de los jefes de redacción, demandas de los lectores/espectadores, océanos de información sin procesar, propaganda a diestra y siniestra no conforman una buena base sobre la cual debatir. Por eso siempre es mejor tomar fuentes primarias/académicas para comenzar argumentando desde cimientos más robustos.

    «declara que Keynes era un “ortodoxo”, nomás!»
    Hasta la Gran Depresión, Keynes era un miembro más de la ortodoxia junto a Casell, Fisher, Hawtrey y otros economistas famosos de la época. Todos eran economistas liberales pero con visiones «progresistas» y compartían un marco conceptual similar: teoría cuantitativa del dinero (con todas las implicaciones), curva de Phillips [1], etc.
    Es difícil (o imposible) saber que sucedió en la mente de Keynes al abandonar parcialmente sus creencias pre-Depresión cuando escribió la Teoría General. Yo tengo 2 hipótesis:
    – Keynes no tenía acceso a información clave como por ej. la evolución de la cantidad de dinero, información que luego sería vital en cambiar el consenso sobre lo sucedido en la GD [2] Sin embargo, otros economistas hicieron un mejor uso de la data disponible (e.g. precios) para darse cuenta que el problema era la deflación de origen monetario resultante de las políticas de la Reserva Federal (para frenar a los «especuladores») y del Banco de Francia (puro mercantilismo [3])
    – Keynes miraba a la política monetaria con lentes equivocados. Siendo influenciado por Wicksell [4] Keynes cometió el error de analizar la situación monetaria a través de las tasas de interés, que llegaron a cero en medio de la Depresión. Es el mismo error que comete el Banco de Japón desde hace 20 años y que cometen la mayoría de economistas neokeynesianos al creer que la política monetaria no tiene más munición y que las tasas bajas son síntoma de política expansiva. Este es un problema que generalmente no sufrimos los monetaristas:
    «The Fed pointed to low interest rates as evidence that it was following an easy money policy and never mentioned the quantity of money. The governor of the Bank of Japan, in a speech on June 27, 1997, referred to the «drastic monetary measures» that the bank took in 1995 as evidence of «the easy stance of monetary policy.» He too did not mention the quantity of money. Judged by the discount rate, which was reduced from 1.75 percent to 0.5 percent, the measures were drastic. Judged by monetary growth, they were too little too late, raising monetary growth from 1.5 percent a year in the prior three and a half years to only 3.25 percent in the next two and a half.
    After the U.S. experience during the Great Depression, and after inflation and rising interest rates in the 1970s and disinflation and falling interest rates in the 1980s, I thought the fallacy of identifying tight money with high interest rates and easy money with low interest rates was dead. Apparently, old fallacies never die.» [5]

    «Supongo que las políticas de austeridad del BCE»
    Este es el principal error: una fijación excesiva en metas de inflación rígidas aplicables en todo momento. Bajo este marco, un aumento del precio de los commodities (shock de oferta) implica que el BCE tiene que generar desempleo para mantener el CPI en una trayectoria de 2% [6]
    El banco de Australia tiene metas flexibles de inflación (en la elección de la canasta, el horizonte temporal y la ponderación de variables reales en el proceso de toma de decisiones) con un desempeño excelente: 20 años sin recesión, tasas bien lejos del temido cero, desempleo igual a la tasa natural, inflación baja y estable [7].

    «la decisión de ganar a cualquier costo la “confianza de los inversores”»
    Este es un problema ortogonal a la presencia o no de buenas políticas de estabilización. Atraer inversiones es bueno para el crecimiento de largo plazo y para financiar a bajo costo el gasto público, pero poco tiene que ver con la inflación, el desempleo y la evolución del producto a corto plazo.

    «la fatua teoría de “autoregulación” de los mercados financieros durante la larga gestión Greenspan, son fruto de peronistas infiltrados, para desprestigiar la sabiduría económica?»
    Creer que la hipótesis de mercados eficientes es aprox. correcta de ninguna manera implica abogar por desregulación radical de los mercados financieros.
    Por otra parte, a pesar de la oleada deregulatoria de los últimos 30 años, el sector financiero es uno de los más regulados de la economía mundial, para sorpresa de los críticos [8] Creer que los mercados financieros se rigen por la ley del lejano Oeste no tiene base en la realidad.
    Por último, cuál fue el impacto en la economía real del crash de 1987 y del fin de la «burbuja» tecnológica? Cuál es la diferencia crucial entre esos eventos y la crisis de 2008-2012?

    1- http://www.jstor.org/discover/10.2307/1830534?uid=3737512&uid=2&uid=4&sid=21100952171963
    2- http://en.wikipedia.org/wiki/A_Monetary_History_of_the_United_States
    3- http://uneasymoney.com/2011/12/17/hayeks-1932-defense-of-the-insane-bank-of-france/
    4- http://en.wikipedia.org/wiki/Knut_Wicksell#Theoretical_contributions
    5- http://www.hoover.org/publications/hoover-digest/article/6549
    6- http://thinkprogress.org/yglesias/2011/11/18/372102/economia-the-game-of-terrible-monetary-policy-lessons/
    7- http://thefaintofheart.wordpress.com/2012/07/13/australian-growth-has-just-reached-drinking-age/
    8- http://en.wikipedia.org/wiki/Basel_III

  17. victorlustig dice:

    Lucas, para hacerla sencilla, un mercado donde la tasa de referencia se fija en base a los 3 primeros y los 3 ultimos, donde un banco miente en la tasa para modificar la tasa de referencia, no califica como regulado, me parece, y hablamos de la LIbor.
    Lo que decis de los mercados es lo mismo que dice la creme financiera mundial, la que diseño los derivados y sus variantes, y eso NO estaba regulado, lo mismo que los sinteticos y toda una serie de productos a la carte que se pudieron hacer cuando la regulacion (la ausencia de ella debida a la derogacion de Glass Steagall) permitio juntar los dos tipos de bancos.
    Es una falacia decir que habia regulacion, la verdad, es que todo el lio se origina por la ausencia de ella, la timba que permitia y el despues, el mercado diciendo, salvennos por que se hunde todo.
    En cuanto a los monetaristas? cuanto crees que Friedmann soporrtaria la serie de QE, que ya va por la 3ra, los qeu lo conocian personalmente dien que solo va a traer inflacion.
    De nuevo, mercados no regulados como los de la crisis de 1873 solo trajeron 20 años de crisis a Inglaterra, y, Friedmann tenia una muy baja opinion de por que se produjo dicha crisis

    Haz clic para acceder a Friedman_Crime_1873.pdf

    pero, es un tema que da para largo, muy largo

  18. Lucas dice:

    @victorlustig,
    «Lucas, lo puse por arriba, si lees un poco de la crisis de 1873, capaz que cambiamos de opinion»
    La crisis del 73 tiene su explicación monetarista [1] Hasta la entrada del oro sudafricano al mercado mundial a fines del siglo XIX, la economía global sufrió de diversos periodos de inestabilidad causados por manejos monetarios erráticos y transmitidos rápidamente por el patrón oro.

    «en lo nuclear, la falacia estriba que?»
    La sintaxis generó algo de confusión. Me refería a las falacias presentes en la entrada de crecimiento económico de largo plazo: confusión entre productividad del trabajo y PTF, entre productividad general y sectorial, el creer que Apple innova gracias a que no distribuye dividendos, etc.
    En cuanto energía nuclear:
    – Soy un convencido de los méritos técnicos, especialmente de los reactores de III III+ y IV generación, los reactores de neutrones rápidos, el ciclo de torio, etc. Mi duda radica principalmente en los méritos económicos.
    – Me molesta que el Estado tome decisiones en temas tan importantes de espaldas a la sociedad. Nunca hubo discusión en foros relevantes y la participación de la sociedad civil es nula. Pasa lo mismo con la minería: estoy completamente a favor, pero el Estado impone su voluntad por sobre la opinión de los ciudadanos. En lugar de reprimir, convenzan.
    – La energía nuclear es uno de los 2 o 3 temas en que los ambientalistas están profundamente equivocados (los otros son la agricultura moderna y la minería moderna)
    – El CAREM es un diseño interesante, pero soy un poco escéptico en cuanto a su viabilidad comercial.
    – Los reactores nucleares son mi gran esperanza frente al cambio climático antropogénico (una terrible realidad, a pesar de la cantidad de lobbistas empeñados en negarlo) y el agotamiento de los combustibles fósiles, dos de los problemas más importantes del siglo XXI. Las comodidades que disfrutamos y que esperamos que disfruten los miles de millones que viven en países en desarrollo dependen de la existencia de energía abundante al alcance de la mano. Sería una tragedia descubrir que Malthus tenía razón.

    Lecturas recomendadas:
    – «Sustainable Energy – without the hot air» de David MacKay [2]
    – «But Will The Planet Notice?» de Gernot Wagner [3]

    1- http://en.wikipedia.org/wiki/Coinage_Act_of_1873
    2- http://www.withouthotair.com/
    3- http://www.gwagner.com/planet/

  19. victorlustig dice:

    noproblem, no quise llenar de links, el bimetalismo y Bryan, o la salida de los greenbacks de circulacion, tampoco es el post, pero, hablemos de la Libor y la regulacion, sinteticos, etc.el problema fue la NO regulacion simplemente. Creo que lo de la Libor, cuanto mas leo mas sabian y hacia al menos un par de años que tomaban otros indices de referencia, eso si, callados.
    Del calentamiento, tambien, cuanto mas leo mes desconfio, pero, es solo mi opinion.

    saludos

    Sin duda, todo tiene explicacion monetaria, hasta la muerte, en ese sentido son austriacos apostatas

  20. ESTIMO QUE EN AQUELLAS EPOCAS TODAVIA EL CAPITALISMO NO HABIA HECHO DEL FACTORE CAITAL UN FIN EN SI MISMO, YHOY AL DEESAPARECER EL CAPITAL INSTURMENTAL Y SER SOLO EL FIANCIERO EL QUE PRETENDE PRODUCIR RIQUEZA SIN APLICARSE AL TRABAJO Y A LA NATURALEZA, SISTEMA ESTE QUE ES DESARROLLADO POR LOS BANCOS, LA SOLUCION SE LAS DAN A LOS BANCOS (VICTIMAS PROPICIATORIAS) Y NO LAS VERDADERAS VICTIMAS QUE SON LOS DEUDORES.

  21. Norberto dice:

    Tal vez tengas razón en que el diseño podría ser un poco antiguo, pero como en todo diseño, en algún momento debés congelar el diseño y ejecutar las obras para sacar experiencia, mientras seguís adelante con las mejoras para su evolución posterior, por otra parte todo problema técnico normalmente tiene mas de una solución, y lo mejor es adoptar la que mas se adapte al ambiente tecnlógico en el que te desenvolvés, y dado las aplicaciones a las que se apunta con este reactor, considero que es una buena oportunidad de poner en marcha un proyecto adecuado a nuestros países.
    Ya habra tiempo para desarrollos posteriores de mayor avance, que creo que aparecerán cuando haya que embarcar los reactores, por el momento es el de ejecución mas avanzada y con las técnicas mas sencillas para su funcionamiento, por lo que lograr su puesta en marcha será un logro y un hito en un camino bastante largo.
    Nunca menos y abrazos

  22. CV dice:

    Esto puede ser de interés aquí:

    http://www.voxeu.org/article/right-wing-political-extremism-great-depression

    Haz clic para acceder a bromheadeichengreenorourke95.pdf

    Coincido, de todos modos, en que hay varias diferencias entre aquellos acontecimientos y la actualidad (por empezar, no hay una depresión global (al menos, no todavía), aunque, obviamente, el escenario es, digamos, algo más serio que un «credit crunch»).

    Saludos.

  23. CV dice:

    Esto puede ser de interés aquí:

    http://www.voxeu.org/article/right-wing-political-extremism-great-depression

    Haz clic para acceder a bromheadeichengreenorourke95.pdf

    Coincido, de todos modos, en que hay varias diferencias entre aquellos acontecimientos y la actualidad (por empezar, no hay una depresión global (al menos, no todavía), aunque, obviamente, el escenario es, digamos, algo más serio que un “credit crunch”).

    Saludos.

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