Peronismo: el día antes de ayer

Kirchner-Duhalde-Ruckauf

Martín Rodríguez es, en mi opinión, el que mejor escribe entre los que discutimos en este tiempo de política y de peronismo en la Red. Eso ya basta para que se lo mire con reserva, porque no es fácil hacerse disculpar por la militancia del palo el talento literario.

Encima, no tiene una camiseta muy nítida. «Kirchnerista puro» no es; estuvo cerca del massismo en algún momento, pero no parece recitar el discurso «renovador«,… Ni siquiera dice, como yo «Soy oficialista«. Y a mí me miran raro cuando agrego «porque todas las otras opciones me parecen peores«…

Como sea, M. R. escribió esta semana una nota en La Política Online (otro sitio sospechable) con el asunto, aparente, de la política cultural que viene. No es mi tema favorito, aunque entiendo su importancia. La cosa es que me impresionó ahí la recreación de un momento histórico – el final del menemismo – y de los personajes de la política peronista. Un momento en que Martín tendría 20, 21 años. No sólo lo describe con la claridad de un historiador, toda la que puede ponerse en unos pocos párrafos. Además, lo más importante, dice algo permanente sobre la política. Les propongo que lean este fragmento. Después, si quieren, sigan a su blog, Tintalimón.

«Miro un video viejo. Del siglo pasado. Del que nos separan 17 años. Se puede ver a Néstor Kirchner, Eduardo Duhalde, Julio Bárbaro, Alberto Fernández, Julio De Vido, Esteban Righi, Carlos Tomada, Mario Cámpora, entre muchos otros… La imagen es del 5 de octubre de 1998. El marco es el Grupo Calafate, ¿lo recuerdan? Esa especie de pingüinera sin patagónicos en la que tallaban muchos peronistas progresistas aglutinados por Alberto Fernández con un plan a diez años que llevaría a Kirchner a la presidencia del país. Duhalde encontraba en Kirchner muchas cosas: un gobernador peronista que se mantuvo orgánico al partido y que era un disidente de ese segundo gobierno de Menem, el gran gestor de una provincia muy beneficiada –paradójicamente- por la descentralización del Estado nacional y sus recursos naturales. 

Kirchner (amigo de Miguel Bonasso y Torcuato Di Tella) era el gobernador con posiciones nacionales más progresistas de todo el espectro de caudillos de esa Liga de gobernadores a la que Menem había dejado crecer demasiado. El dilema de Duhalde pasaba por asegurarse la hegemonía del peronismo, armonizar lo más que se pudiera con Menem, pero a la vez mostrarse como alternativa al “modelo”, dando por concluida una etapa (la “macro”, la de la estabilidad). Una suerte de combinación conocida entre ruptura y continuidad que no le entregara todas las banderas progresistas a la -en ese momento- exitosa Alianza de radicales y Frepaso. Duhalde, como buen ortodoxo, había quedado a la izquierda del giro demasiado liberal del peronismo con Menem. Imaginaba construir desde las propias entrañas del peronismo la alternativa y la continuidad, en dosis exactas. Hablaron Duhalde y Kirchner en ese acto cerrado, en el sur. Ambos coincidieron en lo esencial: hubo que estabilizar la economía, ahora llegaba una etapa… humana.

El dilema de Duhalde pasaba por armonizar lo más que pudiera con Menem, pero a la vez mostrarse como alternativa al «modelo».

Días después, el 17 de octubre Duhalde llenaba la plaza de mayo, con toda su pompa bonaerense. Néstor y Cristina también estaban ahí. Alberto Pierri, Osvaldo Mércuri, José María Díaz Bancalari, etc., eran los nombres de los feos, sucios y malos que componían el escenario de movilización de las bases peronistas con que Duhalde quería asegurarse el peso de la nueva columna vertebral en su versión de la ortodoxia: municipal, territorial. 30 minutos de discurso donde dijo cosas: “Quiero decirles a nuestros opositores y quiero que escuchen bien: estoy orgulloso de haber acompañado a Menem para salvar la economía argentina. Y ahora vamos a salvar al hombre y a la familia argentina.” Y más: “En apenas 9 años construimos un sólido edificio, con poderosas columnas. Pero no lo hicimos para que una minoría quede adentro y la mayoría a la intemperie. Lo hicimos para que la Argentina sea un hogar que cobije a todos. Ahora a esta construcción tenemos que ponerle alma, justicia, amor y honestidad.”

En la amplísima cobertura del diario Página 12 de aquel acto (fue tapa de domingo con las firmas de Miguel Bonasso, Mario Wainfeld, Felipe Yapur y Fernando Almirón) se recogieron declaraciones variopintas de todo el espectro peronista díscolo (el candidato menemista era Palito Ortega), y entre otras aparecen las declaraciones de Cristina Fernández elogiando a Duhalde por su mención a los desaparecidos y a las Madres de Plaza de Mayo. Sí. Duhalde también quería para sí, en ese instante, para el peronismo, recuperar una enorme cuota simbólica del pasado trágico. Y Duhalde tenía un problema: Menem lo odiaba.

Aquel día de “fiesta” nadie oía ese discurso. Nadie de esa base golpeada, sobreviviente, en cuyas facciones ya se hacían visibles también los efectos duros de la crisis. Eran los pobres y su representación duhaldista. Alberto Pierri había sido de los más convocantes, con su base matancera. El peronismo de Menem era un golpazo contra su sujeto histórico: los humildes. Años después, cuando esa historia quedó sepultada (la Alianza ganó, la Alianza se fue en helicóptero, Duhalde llegó con los votos de la política y no del pueblo, luego su antiguo aliado Kirchner resultó el elegido por default en la terna fallida de candidatos contra Menem) perdimos de vista esta historia entre Kirchner y Duhalde, pasó desapercibido este movimiento de piezas al interior del peronismo que intentaba -sin romper con el partido- producir un quiebre y un disenso. Y lo perdimos de vista más, porque Kirchner se cargó a Duhalde. 

Pero esa historia de “hombres” no puede hacernos perder los trazos profundos. Quiero decir: Kirchner no se inventó en el 2003, aunque la amplia mayoría no tuviera noción de quién era. El origen kirchnerista se puede rastrear también en la política, en la política peronista de los años 90, en esos políticos vapuleados durante el desenlace de la crisis, en el interior del partido hegemónico. Las omisiones narrativas ubicaron sólo afuera de la política (en la clase media de la crisis, en el “campo popular”, en la izquierda social) las raíces del kirchnerismo. El kirchnerismo fue también un hijo de la política. Tiene una historia mestiza. Nada puede ser omitido en la reconstrucción de ese ADN dominante de estos años, como si el 25 de mayo de 2003 hubiera descendido de otro planeta. La clase política es la clase más dinámica de la argentina (con su espíritu inmoral y aventurero guiando “capitales” en un país sin burguesía). El kirchnerismo no llegó al gobierno el 21 de diciembre de 2001, el día después del helicóptero y las llamas. Hubo una transición omitida.

¿Por qué vale este recuerdo? De arranque: como espejo de otra transición circunstancialmente en paz, también articulada por el peronismo (este 2015 sólo puede ser comparable a 1999, como apuntó José Natanson). Y también, para mostrar que es relativamente falso ese rezo integrista de Macri que dice que de “desde 1989 gobiernan los mismos de siempre”. En un grado el peronismo funciona como un subsistema del sistema político que articula rupturas y continuidades y expone una caja de resonancias ideológicas. ¿Qué le dio el kirchnerismo al peronismo, entre otras cosas? Una estructura de sentimientos. Pero no le dio “mayorías”. Esa interdependencia entre kirchnerismo y peronismo, es lo que no quiebra esa relación tensa en un espacio donde conviven (y saben que lo harán siempre por un tiempo competitivo) un Urtubey con un Aníbal Fernández. Cualquier idea de que el peronismo es una máquina infalible de poder territorial, sin ideología y sólo guiado por la astucia maquiavélica es puro idealismo. A quien piense eso, se le tendría que bajar un camionero en el embotellamiento del tráfico y rayarle en el auto: “es más complejo”. La historia no es siempre la lucha abierta y descarnada entre lo viejo que no termina de morir y lo nuevo que no termina de nacer, sino, a veces, su copulación silenciosa».

Atención: Martín ya deja claro en la primera parte de su nota, sin decirlo abiertamente, con una imagen de estos días la decadencia de otras versiones del peronismo que fueron vigorosas: Mauricio Macri inaugurando en su campaña electoral una (mala) estatua de Perón con Eduardo Duhalde y Hugo Moyano a su lado…

Pero quiero agregar algo: yo estuve ese 17 de octubre de 1998 en la Plaza, en el acto que Duhalde hizo ya en abierto desafío a Menem. Y recuerdo haber escrito, y enviado a los compañeros, como lo vi: fue un acto del aparato bonaerense. Más la dirigencia que estaba dispuesta a jugarse contra el Turco, aferrado, o haciendo que se aferraba, a la fantasía de la re reelección. Pero los que llenaban a medias la plaza eran los activistas, que cumplían con sus jefes territoriales que a su vez cumplían con «Negro». No había entusiasmo; ni siquiera se notaba esperanza, frente a la crisis que ya había empezado a morder.

Duhalde, el político que enfrentó a Herminio y a la Cafieradora, que sumó lealtades y construyó en la Provincia el aparato territorial más poderoso del peronismo, el dueño por más de diez años del PJ bonaerense, nunca despertó un vínculo afectivo fuerte entre los millones de argentinos de a pie, ni siquiera entre los que votaban al peronismo en Buenos Aires. Creo que ese dato ayuda a entender lo que significa esta historia de antes de ayer para la política de hoy.

17 Responses to Peronismo: el día antes de ayer

  1. Don Frías dice:

    «En un grado el peronismo funciona como un subsistema del sistema político que articula rupturas y continuidades»

    Las últimas PASO expresaron como nunca esa afirmación. El histórico recambio de los «barones» fue posible desde la dinámica y la puja de fuerzas internas; Jamás el tan mentado «cambio» iba a ser posible desde la confrontación directa desde afuera. «Cambiemos» no iba a cambiar nada, sino al contrario, consolidar lo que quería enfrentar, y el FR peor aun desde «afuera» apostaba a la reelección de los mismos intendentes, pretendiendo «garrochear» todo un complejo sistema orgánico…

    Lo de Duhalde es tal cual, para la gente bonaerense fue una figura de autoridad y gobernabilidad pero jamás cercana o querible. Con Scioli sucede un caso de relajada indiferencia, mas no rechazo; esto último gracias al fuerte acercamiento con Cristina recientemente. Lo de Scioli es un caso increíble, supera mi comprensión. 4 años muy interesantes se vienen con este personaje enigmático.

  2. Juan Salinas dice:

    Muy interesante Abel. Tus recuerdos de aquel acto duhaldista al que no fui coinciden con mis apreciaciones de lo que pasaba en el 2000 y 2001, incluido el 20 de diciembre en el Congreso, donde Duhalde llevó a sus punteros y patovicas. Era todo de carton pintado, sin un grumo de entusiasmo autentico. Que solo produjo el kirchnerismo, tibiamente al principio, de manera contenida, y desatada ya en el 2008, cuando la alianza de los agrogarcas y Clarín se quiso cargar a Cristina y a punto estuvo de lograrlo. Desde entonces hay una épica que engarza con la del peronismo original y el de la resistencia. Épica e la que Scioli es ajeno, pero no enemigo. Espero que el kirchneroperonismo siga vivo, que el movimiento de liberación nacional y social no sea expulsado del aparato estatal, que la Argentina lidere el arduo proceso de la la integración suramericana. Que ganemos la batalla que se libra en el corazón de los hombres y mujeres de estos pagos.

  3. Ñandú dice:

    Y esta es la opinión del mejor gorila en tierras menducas (tanto que fue funcionario de la renovación)
    http://www.losandes.com.ar/article/el-imperio-peronista

  4. Tengo la impresión que el pelado de bigotes es Osvaldo Mércuri,(puedo equivocarme), y no el cultor del oxímoron que yo defino como Peronismo Gorila….

  5. Capitán Yáñez dice:

    El duhaldismo (también (a) «aceitado aparato del PJ bonaerense») fue un conglomerado de variopintos espíritus independientes que se mantuvo unido por métodos convencionales («caja») y no convencionales (audacias tales como la creación de municipios para que dos «referentes» dejaran de andar a los escobazos), y fue útil al «proyecto provinciano» del bañero de Lomas y poco más que inútil a su «proyecto nacional». Esto último, tal vez porque tus sensaciones, Abel, de ese acto, son la más exacta pintura de lo que fue el duhaldismo: eso mismo, un «ismo» que no entusiasmaba no generaba esperanzas… y, en efecto, no convocaba «pueblo». El liderazgo (si así puede llamársele) de Duhalde no pudo exceder al personaje: mecánico, aburrido, vacío, distante (afirmaría que hasta temeroso de las multitudes). Sus pretensiones presidenciales no tuvieron la voracidad de las de Menem y Néstor, fueron casi burocráticas. Por eso llegó a la presidencia como llegó («con los votos de la política y no del pueblo», como bien dice Rodríguez).
    Hay un parecido entre esta transición y aquella, cierto es. No hay furia, no hay pueblo. La ola amarilla y la naranja no tienen nada de olas, no arrastran. El tercero en discordia parece, efectivamente, Mister Músculo, irrumpiendo en la pantalla con un aerosol y una ballerina que todo lo solucionan en un segundo.
    Es lo que hay.

  6. Abel B. dice:

    Así es, Miguel. En esa foto están Duhalde, Ortega, Mércuri, Ruckauf y Kirchner. Es de la campaña de 1999.

  7. Daniel E. Arias dice:

    Todavía recuerdo a Mércuri afirmando, con Greenpeace, que INVAP había logrado triunfar con la venta del reactor OPAL a Australia a cambio de recibir en la Argentina sus futuros desechos radioactivos.

    No me hablen de ese tipo
    .

  8. Duhalde y Kirchner, y la eterna duda de cuánto hay de casualidad en eso que es la construcción de la épica. Si hay que jugarse por en qué vereda está Scioli en tanto lider, todos lo pondríamos más cerca del primero. ¿Pretenderá (y podrá) atravesar la barrera? ¿Depende de él?

  9. Carlos G. dice:

    Además de comprender que en la historia casi todo es causa, consecuencia y continuidad (o sea que nada nace de un repollo, salvo un repollo) habría que tener siempre muy presente a Joseph Conrad, que tanto ha escrito respecto de los hombres y sus circunstancias históricas, en las que se revelan tan distintos de lo que se esperaba de ellos y tan lejos de lo que sus propios antecedentes hacían presagiar.

  10. Yo pensaba que el pelado era Julio Bárbaro.

  11. Silenoz dice:

    ¡¡¡E’ Lito Nebbia el dolape!!! ¿qui dishe? ja ja..

  12. Uno dice:

    Muy buena la nota! Recordé otras que en su momento leí del mismo autor y me parecieron muy buenas, la primera de alguna manera, vista desde hoy resulta un pronóstico fallido, escrita la noche de la derrota legislativa de 2009:

    http://revolucion-tinta-limon.blogspot.com.ar/2009/06/por-muy-poquito-con-un-poquito-por.html

    La segunda, sin final cierto todavía, acerca del conflicto Kirchner-Scioli:

    http://revolucion-tinta-limon.blogspot.com.ar/2010/10/el-deporte-de-estos-dias-es-bajar-por.html

  13. La foto está desactualizada. Falta de Narváez.

  14. Cine Braille dice:

    A un nivel puramente anecdótico, esta nota de 1998 acerca de la estrecha relación entre los matrimonios Duhalde – Kirchner, escrita por ¡Obarrio! y se llega a barajar la fórmula Duhalde – Cristina para 1999.
    http://www.lanacion.com.ar/106189-una-alianza-matrimonial

  15. David (idu) dice:

    Ojo, Ñandu:

    Puse el mismo link, y no salió el comment…

    Saludos.

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