En 7 días, tenemos presidente

… en los EE.UU. Dentro de unas 168 horas – porque la elección aparece reñida – sabremos si Obama o Romney será llamado por los periódicos más superficiales «el hombre más poderoso del mundo». Ojo: hay un sentido en que lo es. La constitución norteamericana, formalmente presidencialista como las nuestras, le da mucho menos poder en la práctica a la persona que preside el Ejecutivo … excepto sobre los ciudadanos de otros países.

A pesar de la Patriot Act y otra legislación reciente, que le han dado mucho poder a organismos de seguridad e inteligencia interior, al presidente norteamericano le resulta relativamente difícil violar los derechos civiles de un ciudadano. A un extranjero… puede hacerlo asesinar sin que la legislación o la opinión pública lo cuestionen demasiado, si proporciona una explicación patríótica.

De todos modos, eso es por ahora para nosotros una contingencia teórica. Aún el bloguero más furiosamente antiimperialista corre poco riesgo, creo, de ser objeto de una Executive Action. Las elecciones norteamericanas – más allá de la simpatía que sentimos por nuestro amigo Eddie, que milita esforzadamente allí en Georgia – nos interesan principalmente como un síntoma del estado de  los Estados Unidos. Es todavía el país más poderoso del mundo – y probablemente lo seguirá siendo, en el plano militar, por décadas. Un estadista danés, Polonio, consejero del tío de Hamlet, advertía «no es cordura  .  no vigilar del grande la locura«.

Con esto no quiero decir que la sociedad norteamericana está loca. Personalmente, en muchos aspectos la encuentro admirable. Pero es cierto que algunas cosas de ella los «latinos» las sentimos inhumanas, o al menos difíciles de entender. Y algunas de las consignas que se han enarbolado en esta campaña electoral nos hacen preguntarnos, a muchos americanos del sur y aún a europeos, si no se están desarrollando patologías peligrosas en su sistema político.

Bueno, me inclino a pensar que no (tocando madera). Para eso, es necesario apreciar la inevitable diferencia entre un sistema democrático vigente desde hace 29 años, como el nuestro, y otro que ya ha durado por más de dos siglos  Y, más profunda, entre la concepción de la democracia como la vemos nosotros, y como la ve el pensamiento norteamericano convencional.

Una visión de la democracia muy común entre nosotros – no unánime, por cierto – es un camino hacia una sociedad más justa. En ellos, el énfasis está en la limitación del poder del Estado – y en sus «liberals» (más o menos, nuestros progres) – de las corporaciones. En las versiones más tradicionales, la democracia misma es vista como una fuerza creativa pero peligrosa para la república, pues «lleva a la tiranía de las mayorías». Puede decirse que el sistema político norteamericano ha evolucionado, a lo largo de las décadas, en una dirección muy distinta de la que pensaban sus Fundadores, pero con un propósito básico que habrían aprobado: conservar la estabilidad del sistema.

Nuestros ideales, y nuestro estilo, son distintos, pero creo que algo podemos aprender de la continuidad que consiguieron. La Revolución – con la que mi generación tuvo un romance juvenil – es una mina inconstante. Después de la toma de la Bastilla, vino Napoléon, y luego la restauración de los Borbones. Después de la toma del Palacio de Invierno, vino Stalin y las privatizaciones de Yeltsin… Mejor, como nos recomendaba nuestro Fundador «todo en su medida y armoniosamente«.

Sobre este tema me pareció interesante traducirles parte de las reflexiones que hace George Friedman, el CEO de Stratfor. No son profundas, pero los datos muestran una pintura precisa:

«La elección presidencial de EE.UU. se llevará a cabo una semana a partir de hoy, y si las encuestas son correctas, la diferencia a favor del que gane será extraordinariamente estrecha. Muchos dicen que el país nunca ha estado tan profundamente dividido. En realidad, la campaña electoral de este año está lejos de ser la más amarga y mordaz. Por consiguiente, podría ser útil tener en cuenta que mientras que el electorado en este momento aparece distribuído en dos partes bastante iguales enfrentadas por discursos antagónicos, eso no revela profundas divisiones en nuestra sociedad – a menos que nuestra sociedad siempre haya estado profundamente dividida.

Desde 1820, el último año electoral sin oposición, las diferencias en las elecciones presidenciales han sido relativamente pequeñas. Lyndon B. Johnson recibió el mayor porcentaje de votos que cualquier otro presidente en el año 1964, con el 61,5 por ciento de los votos. Tres otros presidentes rompieron la marca del 60 por ciento: Warren G. Harding en 1920, Franklin D. Roosevelt en 1936 y Richard Nixon en 1972.

En nueve elecciones un candidato obtuvo entre el 55 y el 60 por ciento de los votos: Andrew Jackson, Abraham Lincoln, Ulysses S. Grant, Theodore Roosevelt, Herbert Hoover, Franklin D. Roosevelt, Dwight D. Eisenhower y Ronald Reagan. Sólo Eisenhower tuvo el 55 por ciento dos veces. Y candidatos que recibieron menos del 50 por ciento de los votos, ganaron 18 elecciones presidenciales. Estos incluían Lincoln en su primera elección, Woodrow Wilson en ambas elecciones, Harry Truman, John F. Kennedy, Nixon en su primera elección y Bill Clinton en sus dos elecciones.

A partir de 1824-2008, 13 elecciones resultaron en alguien obteniendo más del 55 por ciento, pero nunca más del 61 por ciento de los votos. Y 18 elecciones, con un presidente con menos del 50 por ciento de los votos. Las restantes 16 elecciones terminaron con el ganador recibiendo entre 50-55 por ciento de los votos, en muchos casos, apenas por encima de la marca del 50 por ciento – es decir, que casi la mitad del país votó a favor de otra persona. Los Estados Unidos siempre han tenido elecciones reñidas. Curiosamente, de los cuatro presidentes que ganaron más del 60 por ciento de los votos, tres no son recordados favorablemente: Harding, Johnson y Nixon.

Tres observaciones: En primer lugar, por casi 200 años, el proceso electoral siempre ha producido una división en el país que nunca ha sido más desequilibrada que 60-40, y tendiente muchas veces a un margen más estrecho. En segundo lugar, cuando terceros partidos han tenido un impacto significativo en la elección, los ganadores obtuvieron cinco veces el 45 por ciento de los votos o menos. En tercer lugar, en 26 de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, el ganador recibió menos del 52 por ciento de los votos.

La consistencia llama la atención aquí. Incluso en los casos más extremos de crisis nacional y un oponente débil, fue imposible superar mucho más del 60 por ciento. La oposición consigue siempre el 40 por ciento, independientemente de las circunstancias o del partido, durante casi dos siglos. Sin embargo, salvo en el caso de la elección de 1860 (cuando comenzó, con la elección de Lincoln, el proceso que llevó a la Guerra Civil), la profunda división no se ha traducido en una amenaza para el régimen. Por el contrario, el régimen ha prosperado – de nuevo, exceptuado 1860 – a pesar de estas divisiones persistentes«.

7 Responses to En 7 días, tenemos presidente

  1. Norberto dice:

    En mi parecer, USA nació como una república burguesa y de elite, como todas las que nacieron posteriormente y hasta el comienzo del siglo XX, y luego, aún con el incremento de la masa de electores por la extensión del derecho al voto hacia las minorías mayoritarias, devino en una plutocracia, cuya única expresión democrática ha sido hasta el momento el ejercicio de esa derecho, dado que la gran mayoría de las veces hasta Obama, es el poder económico quien determina con su apoyo monetario las posibilidades electorales de los candidatos, y en ese aspecto, las democracias del sur del continente han avanzado más, tanto en el ejercicio del derecho a voto como en la democratización de los elegidos.
    En este último sentido, USA está aún en el siglo XIX, y si no le va mal a ese grupo, es porque la plutocracia es el gobierno real del país, como ha quedado demostrado en el devenir de esta crisis que se disparó en el 2007, y sus fuerzas armadas siempre han actuado en defensa de los intereses de de los plutócratas, que para su pueblo durante todo este tiempo están entremezclados con los de su Nación, de alli la justificación de sus intervenciones en principio diplomáticas y luego militares allí donde existen confictos con esos intereses que asi lo ameriten.
    Nunca menos abrazos

  2. Capitán Yáñez dice:

    No comments (si hago comments Eddie me reta).

  3. Jorge dice:

    Hola Abel…. Como dice el refrán “No hay peor astilla que la del mismo palo”.
    Te/les envió esta entrevista digna de ser leída del brillante escritor e intelectual crítico de la sociedad norteamericana Gore Vidal, la opinión de este “gentleman bitch” como gustaba autotitularse es muchísimo más que mi sarasa.

    http://www.cubadebate.cu/noticias/2012/08/01/murio-gore-vidal-incluimos-entrevista-que-concediera-a-cubadebate-en-el-2006/

  4. Uno dice:

    Un poco en la línea de Norberto. Que sea estable no lo discuto, pero creo que es tan estable que en el fondo se elige muy poco.

  5. Gerardo González dice:

    Dos apuntes económicos:
    -La sociedad americana es crecientemente desigual. Hay más pobres y con menores ingresos y los ricos concentran una porción obscena del Ingreso Nacional.
    -Los gobiernos poco pueden hacer para modificar el tema de fondo. Por eso el pueblo se siente engañado cada año más.
    Obama cabalgó la crisis, pero las cosas no mejoraron.

  6. ABEL: Es absolutamente lógico y hasta necesario que, como decís, para quienes -como vos- no viven aquí «las elecciones norteamericanas (…) nos interesan principalmente como un síntoma del estado de los Estados Unidos». Colijo que también entenderás que, para los que sí vivimos aquí adentro, el significado es bastante distinto. Algunos creemos que se juegan cosas que nos son caras, como por ejemplo si el próximo presidente tomará o no en cuenta a ese «47 por ciento» que -según su propia confesión- al señor Romney no le interesa (en ese 47% están también mis dos nietas, que tampoco pagan impuesto a las ganancias…). Y otrosí digo: en otro comentario en este mismo excelente blog tuyo prometí escribir en mi blog sobre el fraude electoral en los Estados Unidos. Acabo de cumplir mi promesa y mucho me interesa pedirte que por favor leas el posting, ruego que extiendo a todos tus lectores, especialmente al Capitán Yañez a quien, lo juro, nunca más voy a regañar…
    Eddie

  7. […] amigo Eddie – esforzado militante de Obama – comentó en el posteo  en el que yo analizaba – muy superficialmente – las elecciones del próximo martes, y se refirió a uno suyo, […]

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