Córdoba, De la Sota y el peronismo del Centro

Quise subir este post – que había empezado hace unos días – antes del cierre de los comicios en Córdoba, cuando todavía hay incertidumbre en los resultados (Aunque el oráculo Artemio nos asegura ya que el Gallego ganó). Porque creo que el mensaje de esa provincia es clave para el peronismo, cualquiera sea el ganador.

Eso sí, el resto de los argentinos – y la mayoría de los peronistas – le prestaremos atención al caso De la Sota si triunfa. Si no… en una semana estará olvidado. Es la lógica de la política y de los medios, es a lo que me refiero con esa cita que uso a menudo «Marte juzga a los príncipes en el campo de batalla«.

De todos modos, en el seno de la militancia política el asunto encaja dentro de la discusión clave de estos últimos tres años: la relación entre el peronismo y el kichnerismo. Los que han visitado este blog ya conocen lo que pienso: el kirchnerismo es la versión actual del peronismo realmente existente. Pero que nos pongamos de acuerdo o no, no importa demasiado: La cosa no pasa por definiciones teóricas, sino por el manejo político de la realidad.

Igual, me parece que conviene repasar la historia de José Manuel de la Sota. El pasado influye en el presente, y éste en el futuro (Hoy repito obviedades. Disculpen). Tomo, para empezar por algún lado, con un sesudo post en el blog de Omix que, peronista de paladar negro, por supuesto bancó al Gallego. Ahí menciona una discusión anterior, cuando un comentarista, Andrés, dijo «De la Sota fue quien introdujo a Cavallo al peronismo, como «candidato extrapartidario» en 1987«.

Omar contestó «de Cavallo nos teníamos que hacer cargo todos«. Yo agrego que en 1987, Cavallo ya tenía una trayectoria en el Banco Central de la dictadura militar, pero era el hombre de Fulvio Pagani y los empresarios del interior que habían armado la Fundación Meditérranea. Una burguesía nacional, si existe (Es un mito caro a nosotros, los peronistas. Los troskistas, por ejemplo, saben que todos los empresarios quieren ganar dinero explotando a los trabajadores, porque si no, no tiene gracia).

En cambio, catorce años después, en 2001, la figura de Cavallo tenía… otro contenido. Y ese fue el año en que Chacho Álvarez y el Frepaso pujaron para que el Mingo ingresase al gabinete de De la Rúa. Y lo consiguieron, Dios los perdone. Lo menciono por eso de la memoria completa.

Seguro, el Gallego, como todos los peronistas de su generación, tiene una historia muy larga. Fue uno de los dirigentes de la Renovación, jugó contra Menem en la interna de 1988 como vice de Cafiero,… Lo más relevante, para mí, sucede en el año 2002. Porque De la Sota fue – antes que Kirchner – el candidato que probó Duhalde para vencer a Menem. Y la cosa no anduvo. Están las explicaciones de los publicistas, que dicen que el cordobés no tenía el carisma adecuado, como si Néstor fuera Rodolfo Valentino. Y están los conspirativos, que dicen que Duhalde prefirió a alguien que evaluó no lo iba a desafiar (¿!).

Yo vi encuestas y conversé con los operadores de Negro. Y mi conclusión – puedo equivocarme, claro – es que De la Sota equivocó el discurso, la política que podía aceptar la sociedad. Rastréenlo. Hablaba, entonces, de «bajar los impuestos a las pymes». Sonaba en ese momento como un posibilismo muy moderado, de buenas intenciones. No era lo que se necesitaba.

Volviendo al presente: los medios opositores – seguro – pusieron y pondrán el énfasis en el enfrentamiento con el gobierno nacional, pero la realidad es otra, y muy claramente definida en esta elección. El blog Ramble Tamble, que la siguió de cerca, nos informó que Luis Juez, el candidato a gobernador por el Frente Cívico, antes del cierre pidió el voto a los radicales para ganarle al PJ: “Les pido a los radicales decentes, honorables, a los de la boina blanca, los de Arturo Illia​ y Amadeo Sabattini que no tiren el voto. De la Sota puso fortunas en la campaña de Oscar Aguad. Nosotros somos los únicos que estamos en condiciones de ganarle a De la Sota”. Porque Juez sólo podía ganarle al peronismo si la elección se polarizaba.

¿Termina ahí el asunto? No. Porque creo que todos los peronistas, los que tienen responsabilidades en el gobierno nacional y los que no, deben observar con cuidado lo que nos ha sucedido. Córdoba es una provincia con una fuerte identidad propia – como todas – pero también puede afirmarse que reúne las diferentes realidades sociales principales de Argentina: Una sociedad urbana sofisticada y moderna, en Córdoba Capital; una industria pujante que pelea su lugar, con raíces de décadas; un sector agrario y agroindustrial muy próspero, con capital en Río Cuarto… Como rasgo original, pero que la inserta en el escenario nacional, ahí el partido radical es fuerte y orgánico.

Y en esa provincia el kirchnerismo, la versión del peronismo que tiene detrás de sí los recursos del gobierno nacional y militantes entusiastas… no logró presentar una lista provincial con chances. El candidato del peronismo fue José Manuel de la Sota, flexible como corresponde a un político y a un peronista, pero que muy claramente no es K. Por supuesto que los medios opositores tratarán de usar ese hecho. Mi evaluación es que el Gallego es lo bastante hábil para evitar ser usado, sin desilusionar a los cordobeses, no pocos, que lo votaron justamente por eso.

Tengo que reconocer, eso sí, que – a pesar de los graves errores que el gobierno nacional cometió en su manejo de la situación – tomó la decisión correcta: desoyó los cantos de sirena que lo tentaban a apoyar al «progresista» Luis Juez – mucho menos competidor para el 2015, si ganaba, que el peronista –  y desistió de impulsar una lista propia que, sin chances de ganar, hubiera alcanzado probablemente para impedir el triunfo de De la Sota. Si somos capaces de manejar así las muy diversas realidades que contiene el peronismo, seguiremos siendo la bolsa de gatos de siempre. Y recordemos lo que decía el General «Parece que se están peleando, y se están reproduciendo«.