Cristina, Scioli y los votos

(En el año de la Serpiente de fuego, decidí seguir usando la Medusa de Caravaggio como avatar cuando posteo algo sobre el futuro. Éste no es una predicción, sino una aclaración que me parece necesitan los análisis de dos distinguidos blogueros. Que tampoco se pusieron a pronosticar. Pero todo lo que se refiere a la interna de la Provincia de Buenos Aires, esa madre, tía y abuela de todas las batallas, influye en nuestro futuro colectivo. Cómo diría Almódovar «¿Qué habremos hecho para merecer esto?»).

En el blog de Martín Rodríguez se pueden leer algunos de los análisis más originales y lúcidos de la blogosfera, y eso es decir bastante.

Este miércoles subió un posteo que empieza «Años de batallas ideológicas pero el núcleo duro de votos de Scioli sigue intacto. Un núcleo desconcertante: está adentro y afuera del oficialismo. Es promesa de votos propios para el kirchnerismo, tanto como amenaza de su posteridad.

El dilema de muchos kirchneristas parece ser cómo seguir haciendo propio a Scioli, a su pesar y contra él. La lógica se resume así: vos tenés votos propios pero no te los merecés; nosotros tenemos ideología sin votos y nos merecemos los tuyos. Y tenemos el estado nacional. Un estado que resulta más recaudador que el provincial, más duro con los duros de la producción y la tierra.

Ergo, Scioli se condena a un juego de victimización perfecta: un conservador popular al que le “usan” su popularidad por “culpa” de su conservadurismo. Esto empezó muy temprano – la elección de Scioli como compañero herbívoro y descartable de Néstor Kirchner en 2003 – y hoy perdura como aliado, salvavidas y… tiburón del proyecto. Muchas cosas a la vez» (Completo aquí).

En el blog de Lucas Carrasco – amigo de Martín Rodríguez – se pueden leer algunos de los análisis más originales y provocadores de la blogosfera, y eso es decir mucho.

Lucas, cristinista de la línea maximalista, copia entero ese primer párrafo de Martín, cambiando de lugar sólo dos nombres «Años de batallas ideológicas pero el núcleo duro de votos de Cristina sigue intacto. Un núcleo desconcertante: está adentro y afuera del sciolismo. Es promesa de votos propios para el sciolismo tanto como la amenaza de su posteridad. El dilema de muchos sciolistas parece regirse en cómo seguir haciendo propia a Cristina, a su pesar y contra ella … » (Completo aquí).

Los dos siguen diciendo en esos posteos cosas inteligentes y distintas. Pero yo quiero detenerme aquí porque, aunque lo que dicen en esos dos párrafos son cosas ciertas, pueden inducir a engaño si no se precisan los términos.

Ante todo: Los votos no existen. Es decir, no tienen una existencia autónoma, que perdura. Son boletas que se cuentan y se descartan, son números en planillas. Los que existen son los votantes. Es una distinción importante, créanme.

Porque se puede decir que Cristina Fernández y que Daniel Scioli tienen muchos votos, hombres y mujeres que los votan. Lo han demostrado. Pero ¿qué quiere decir exactamente que alguien tiene votos? Bueno, hay por lo menos tres sentidos distintos en que puede usarse la expresión.

1°) que muchos votantes, muchas personas, van a votar al candidato que Cristina, o – en otro caso – Scioli indique.

Eso lo consiguió Perón – por lo menos con una parte importante de sus votantes – en muchas elecciones. Pero era otra naturaleza de liderazgo, otra identificación con la pertenencia política – que hoy es muchísimo más débil – y, sobre todo, otra Argentina.

Hay una militancia K – la encuentro en reuniones, en las redes sociales – (y la mayoría de ellos no son funcionarios) que obedecerían una indicación plausible de Cristina (plausible quiere decir que no sea a favor de un Mauricio Macri o de un Ricardo Jaime). Pero – como no me canso de recordarles – la militancia es una muy pequeña minoría de los votantes. Si Cristina decidiera apoyar a un candidato, tendría que ser a alguien que tuviera, y pudiera sumar, sus propios votantes.

En cuanto a Scioli … bueno, por la armonía familiar me atrevería a decir que Karina le haría caso a Daniel al votar. No podría afirmarlo de muchos más, con alguna certeza.

2°) Otro sentido en que cabe usar la expresión «alguien tiene votos» es que los ciudadanos lo van a votar a él, o a ella. Los hechos han demostrado, varias veces, que esto es cierto para ambos.

Pero, como dice Martín «Cristina tiene votos e “intención de voto”. Ocurre que nadie le va a pedir en 2013 que sea candidata testimonial (¡¿o sí?!)«. También es muy dudoso que Scioli acepte nuevamente ser candidato testimonial. Entonces, dos de las personas que las encuestas, a hoy, muestran con mayor intención de voto en la Provincia de Buenos Aires… no van a estar en las listas de candidatos.

Esto le presenta un problema interesante al oficialismo en Buenos Aires. Pero – importante como es la solución que se adopte – es menos interesante, y menos estratégico, que el problema que surge del tercer sentido de la expresión.

3°) En este sentido, el más profundo, decir que «alguien tiene votos» significa que los votantes lo tienen a él. O a ella. Esto es, que su figura, su liderazgo, expresa adecuadamente las aspiraciones, las fantasías, las preocupaciones de los que lo votan. Esa es la realidad de la política en la sociedad de masas.

Los aparatos, los dirigentes intermedios… son importantes. Pero lo decisivo es quien está a la cabeza de la lista. Esto lo saben todos los que se mueven en la política concreta. No les gusta, pero lo saben.

Ahora, esto es algo en lo que vale la pena reflexionar. Los votantes que votaron a Cristina y a Scioli – varios millones, la mayoría, por lejos, de los votantes bonaerenses, la que decide la elección nacional – no tuvieron problemas en apoyar, al mismo tiempo, el liderazgo de conflicto y reivindicación de Cristina Kirchner y el de conciliación y «buena onda» de Daniel Scioli.

Esta mezcla – o ambigüedad – me parece más fundamental que la que señala Martín: «El kirchnerismo combina dos cosas casi irreconciliables: su microclima ideológico (minoría intensa de la “batalla cultural”) y una política económica estable que permitió beneficios sociales para la población … Es decir: una articulación fría entre la agenda de esa minoría ideológica y las razones burguesas del voto«. Porque se dió en el pueblo, no en los políticos.

Y cuestiona la afirmación de Lucas «Sin la ideología K, el contrapesismo de Pimpinela o sus versiones (el Window 8 de Massa) … pierden razón de ser. Como Chacho Alvarez sin Menem«. El Frepaso tuvo vigencia mientras fue la oposición a Menem, es cierto. Pero el protagonismo de Scioli, hasta cierto punto el de Massa, como «esperanza blanca» de la Oposición… es un fenómeno de los medios. No sabemos – el voto es secreto – cómo votaron los operadores y los militantes  La gran mayoría de los que votaron en 2007, en 2011, aún en 2009 – miren las cifras electorales – no tuvieron problemas en poner sus boletas juntas.

Como dije, esto merece ser analizado cuidadosamente. De entrada podemos decir que, como recomendaba un famoso agitador judío, el peronismo es «todas las cosas para todos los hombres«.

Por eso, mi conclusión provisoria es que no solamente las primarias abiertas, en agosto, serán un ensayo para las fuerzas políticas. También las elecciones generales, en octubre, servirán para ensayar los liderazgos que puedan sumar esos votos que expresan ideas tan aparentemente distintas. O si debemos resignarnos a seguir con los liderazgos que tenemos.