El buen kirchnerismo

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Visitando el blog de Martín Rodríguez, poeta y analista político – dos cosas difíciles de combinar, y él lo hace bien – encontré una referencia a otro blog – colectivo, parece – de WordPress, PANAMÁ. No lo conocía – y eso que aparentemente tiene bastante repercusión en las redes. Parece que los de la blogosfera politizada también somos un microclima…

La cosa es que leí allí un posteo del que quiero compartir algo con ustedes. Dice cosas válidas, y además lo hace desde una visión que llamo kirchnerista. Como dije muchas veces, considero al kirchnerismo una etapa del peronismo. Se me ocurre que el compromiso de quien lo escribió – a lo mejor por razones generacionales – es con esta etapa y sus códigos.

Como en el posteo de recién tuve ocasión de pegarle a un tipo muy distinto, pero también asociado con esta etapa K, me pareció apropiado que reivindicara lo que creo lo mejor, lo que debería perdurar, de los valores incorporados en este tiempo. Además, me permite hacer algunas comparaciones con un peronismo más tradicional.

Empieza diciendo «Insaurralde decidió hace dos semanas que la mejor discusión que un candidato puede dar en respuesta a una derrota en la provincia es cómo meter presas a personas de 14 años«. Y acumula hechos y argumentos que muestra que la propuesta es una tontería perversa y peligrosa.  (completo aquí).

Yo estoy de acuerdo. No porque crea que los menores de 16 son ángeles caídos – no lo son, o no más, en principio, que los mayores de 40  – sino porque son más vulnerables. Los más duros y peligrosos aprenderán en la cárcel a ser mejores delincuentes; los otros, la mayoría, serán mano de obra de las bandas – algunas controladas por policías o penitenciarios – o esclavos sexuales.

Claro que la institucionalización, a voluntad arbitraria de un juez, que tenemos ahora no es mucho mejor. Creo que hay que pensar en otras respuestas, pero no voy a hacerlo aquí, ni lo hace ese posteo que comento. A continuación, plantea valores y actitudes, que son las que llamo, sin ironía, el buen kirchnerismo:

«Hace unos años me contó Gabriel Puricelli que le habían dicho que el problema del gobierno de Lugo (el presidente paraguayo depuesto) era que el partido Tekojojá “era una ONG”. O sea que era una minoría de gente con una agenda minoritaria que además no tenía ningún poder para implementarla.

La diferencia entre el kirchnerismo y esa experiencia fallida de los paraguayos estuvo siempre en el poder político. Los jóvenes pobres son despreciados y animalizados desde hace dos décadas por la opinión pública y la clase política: como piqueteros drogadictos, como cartoneros drogadictos, como chorros, cartoneros chorros, y chorros drogadictos. Son vidas que no valen nada y por lo tanto el costo de cuestionarlas es cero.

El kirchnerismo, frente a esa opinión generalizada, siempre tuvo la agenda de una ONG: “No son delincuentes, son personas que están protestando y por eso no los vamos a reprimir”. “No son chorros, son jóvenes que se están formando y están creciendo y por lo tanto van a percibir todos una asignación y van a mantener la responsabilidad de ir a la escuela, vacunarse, …”. “No son drogadictos, son nativos digitales y por lo tanto los vamos a sacar de la brecha tecnológica y vamos a darle una computadora a cada uno para que estén preparados para el mundo del trabajo”. “Son ciudadanos y por eso van a votar”.

Decirle esas cosas a una sociedad que las rechaza, construir las mayorías y juntar la plata para que esas cosas que se dicen sean políticas de Estado, es lo que hizo que el kirchnerismo no fuera una ONG sino un movimiento político. Y un movimiento político construye hegemonía cuando conduce las discusiones hacia donde cree que deberían ir.

El kirchnerismo siempre trabajó más por la sociedad que quería que por la que le tocó. Con una diferencia que hace muy particular a la lógica de avance del kirchnerismo del 2008 para acá: cuanto más conflicto, más para atrás iba la agenda social. Y cuanto más para atrás iba la agenda social, más para adelante fugaba el kirchnerismo. La salida a la derrota de las PASO quebró esta dinámica e hizo de la derrota electoral una derrota política … el kirchnerismo ya no está ahí para defenderlos y decir con palabras, con plata, y con política, que son personas«.

Mis observaciones: Cuando señalo que el kirchnerismo es una etapa del peronismo, agrego que es la etapa en que hizo una alianza con los sectores medios con una ideología de izquierda moderada, el progresismo (Como el menemismo fue la alianza con el centro derecha y la Ucedé). Marco esto porque hay algo de progre en ese pensamiento (y no me importa si quien lo escribió fuera un viejo cuadro de la Resistencia Peronista o no).

Porque no diferencia entre el «relato» – que está bien, es necesario, pero son palabras – y las medidas que se toman, que son las que se pueden tomar. Si Néstor Kirchner, y luego Cristina, ampliaron el límite de lo que otros creíamos posible – no necesariamente en direcciones acertadas, ojo – es porque percibieron que la sociedad las iba a aceptar. Algo de lo que esos otros no nos dimos cuenta antes.

Ojo, no pretendo que los peronistas tenemos el monopolio del realismo. Y ese texto plantea muy claro que cosas como la Asignación Universal por Hijo, o el voto juvenil se hicieron desde la política, con recursos.

Creo que se equivoca en que atribuye lo que ve como un retroceso – que es un retroceso – a una derrota electoral. No. Es la necesidad de ganar, la necesidad básica de todas las fuerzas políticas, y la falta de imaginación, de mejores respuestas. Los votantes se hartaron de escuchar que la inseguridad es una sensación. Y tienen razón: la tarea del Estado es darles más protección, no mostrar estadísticas que demuestran que en otros lados se está peor.

La falta de imaginación es el mal kirchnerismo. Y el mal peronismo también. Está muy bien volcar recursos a la educación, por ejemplo. Pero esos recursos no impiden que la  educación pública está cada vez peor: las familias que pueden, la reemplazan por la privada.

Las soluciones tradicionales del peronismo para la juventud (de la que no pensaba que sus problemas eran muy diferentes de los del resto de los argentinos) … hoy, a lo sumo, ofrecen una guía: Trabajo decente para todos, o casi todos. Y una policía – con manchas oscuras, seguro – pero en general respetada por el resto de la sociedad. ¿Cómo se consigue eso? … No hay recetas. Lo que funcionaba 60 años atrás no funciona hoy. Entre muchas otras cosas, la familia tradicional, inclusiva, cada vez está más lejos de la realidad mayoritaria.

Eso sí, podemos decir con seguridad que los discursos, la militancia y el asistencialismo no alcanzan. Ni de lejos.

11 Responses to El buen kirchnerismo

  1. guido dice:

    Sucede, sin embargo, que hasta cierto punto se es esclavo del cuadrante que se eligió, o en el que de algún modo uno quedó instalado. ¿Cuántos de los que deciden su voto en base a la seguridad modificaron su visión sobre NK luego de la brutal reforma impulsada por Blumberg (en un contexto PEOR que el actual, con secuestros extorsivos diarios)? Sospecho que muy pocos. Kirchner ya había ocupado el lugar de «progresista» o «centroizquierda» y ese espacio no es socialmente identificado con la seguridad.

    Por fuera de los razonables llamados a construir miradas más matizadas, el ciudadano promedio suele ser esquemático: o es «a» o es «b». Al menos en las cuestiones en las que no lo atañen directamente o solo lo hacen en sus consecuencias directas. Podemos discutir de quien es la «culpa» de que los términos del debate sean tan maniqueos (o estúpidos) pero en cualquier discusión entre amigos al toque la configuración de las posiciones tiende a acecarse a balas vs. políticas sociales…

    Y en un campo así configurado, el kirchnerismo no está identificado con la seguridad (con meter balas). No estoy de acuerdo en que eso suceda porque los gobiernos provincial y nacional se hayan limitado a decir que la seguridad es una sensación y a mostrar estadísticas. De hecho, la política «real» de seguridad en la provincia de Buenos Aires está bastante lejos de lo eso que algunos llaman «garantismo». En rigor, en atención a su despliegue real, está más cerca de Ruckauf que del turco Saín. Es decir, la política real de seguridad del kirchnerismo en la provincia de Buenos Aires es y ha sido (con algunos matices pequeños) meter bala a los delincuentes.

    La cuestión es hasta graciosa: el principal candidato opositor se presenta como adalid de la «seguridad». Sus políticas concretas como intendente, sin embargo, son exactamente las mismas que las de toda la fuerza política a la que hasta hace 10 minutos juraba fidelidad, lo cual es lógico. ¿En que se ha diferenciado para que una parte de los votos amarrocados se vinculen, como muchos creemos, con las posturas respecto a la seguridad? Objetivamente, en nada. Su fuerza colgó en un sitio web una serie de proyectos legislativos, una parte de los cuales fue copipasteada de sus ex-aliados del sciolismo o el kirchnerismo (y cuya versión original el FR bloquea el tratamiento), otra parte de los cuales carece de sentido o denota un lobbysmo desembozado (en el sentido gramatical, incluso) y otra de las cuales bordea el delirio (instalar una cámara cada 5000 habitantes en todos los municipios de la provincia, sin límite inferior de población).

    ¿Y, si no de ha diferenciado en nada, porqué es imposible encontrar alguien que diga «voté a Insaurralde por lo de la seguridad» o «voté a massa por el respeto a las garantías constitucionales» pero no lo opuesto? Porque, digo yo, en un esquema binario, ocupan cuadrantes opuestos.

    ¿A qué viene todo esto? A la inconsistencia que está mostrando el frente para la victoria no es una receta de triunfo sino de derrota segura y catástrofe electoral. Si se ha evaluado que una parte de los votos perdidos corresponden a ciudadanos deseosos de escuchar tiros, la forma de ir a buscarlos no puede ser más torpe. Como con las leyes Blumberg, no hay ningún amante de las películas de vaqueros que pueda ver en la lista del FPV a su candidato. En cambio, va a espantar a parte del 30% estable que nunca se ha ido. Cambiar de ideología a mitad de camino está bien si se hace con disimulo, un viraje tan torpe y brutal como el que se está llevando adelante (que además queda borroneada por funcionarios de distintos niveles que lo desautorizan) no puede llegar a buen puerto.

    Cobos, Boudou, Scioli, Insaurralde, el kirchnerismo no va a pasar a la historia por su capacidad en la elección de colaboradores. La pregunta maliciosa es si la decisión de Cristina de delegar la «necesidad de ganar» en gente tan torpe y poco imaginativa no es de algún modo una forma de preservarse de la derrota.

    abz

  2. Abel B. dice:

    Guido, tu análisis está bien argumentado, como siempre, y creo que es realista. Igual, quiero hacerte algunas observaciones.

    1) Todas las encuestas y estudios de opinión señalan a la «inseguridad» como una preocupación central. Vale. Pero no estoy seguro que sea la determinante de la gran mayoría de los votos. A favor o en contra.

    Vos decís, y tenés razón, «cambiar de ideología (en forma) tan torpe y brutal» es una movida desastrosa. Pero ese cambio es en el plano del discurso. Plano decisivo para la militancia, y sectores medios muy politizados, claro. Vos mismo señalás, correctamente, que en la realidad NADA cambió desde, por ejemplo, 2011, cuando el oficialismo tuvo otros resultados.

    Mi impresión es que hay un voto oficialista, que apoya a este gobierno por sus políticas concretas, no por el discurso (¿25, 30 %?). Insaurralde, y quienes dirigen la campaña, reaccionan (torpemente) a la demanda de «seguridad», pero no creo que eso desbande al oficialismo. Massa tendrá más votos, estimo, pero no por el rechazo a boludeces como lo de imputabilidad de los menores, sino por el «voto a ganador».

    El 27/10 a la noche tendremos más datos.

    2) Tu pregunta – si la decisión (supuesta) de Cristina de delegar la campaña no es de algún modo una forma de preservarse de la derrota – no es maliciosa sino ingenua. La derrota es del oficialismo. Golpea a Scioli, seguro. Pero, también, inevitablemente, limita el poder político de la Presidente.

    Abrazo

  3. Mariano T. dice:

    Aclaremos que el problema de los menores no es ni de lejos el núcleo central de la inseguridad (o de la delincuencia, que es una manera más adecuada de llamar al problema)
    Pero es evidente que la posición de que «es una barbaridad que casi todos los presos sean pobres», o «con inclusión y bienestar el problema se resuelve solo», y papanateadas por el estilo alienan al que las pronuncia de la absoluta mayoría de la sociedad.
    A tal punto que bajo ningún concepto los abolicionistas se animarían a proponer un plebscito sobre cualquier tema relacionado. El 90% de la población no tiene ninguna clase de conmiseración ni empatía por los delincuentes de cualquier clase social o edad (sentimiento mutuo, por otra parte). No es un fenómeno argentino sino universal.

  4. Jorge dice:

    Yo lo veo como una respuesta simple de la gente, dentro de un problema complejo y difícil.

    Creo que socialmente “la credibilidad” tiene un peso muy importante y cuando se entra en pánico “la fe” aporta su cuota. Massa representa eso y quizás menos, pero al menos indica que ante un problema los piensa.

    El gobierno rifó todas las posibilidades de contención, atención y comprensión, sobredimensionó sus cualidades y se olvidó de la credibilidad y la fe. La gente no solo se sintió afectada por el problema sino que fue desautorizada y ninguneada por su bajo nivel moral y falta de objetividad. Se sintió como diría mi abuelita “tras cornuda apaleada”.

    El gobierno comete grandes errores y uno de los peores es su elevada autoestima y autosuficiencia, vive calificándose a sí mismo y descalificando al resto. El juicio de valor sobre los grandes atributos del gobierno los juzga la gente, no el propio gobierno.

  5. Gerardo josé González dice:

    Otra vez sopa.
    Ese idealista del kirchenismo que transcribe Abel defiende, entre líneas, a los pibes asesinos y explícitamente a los chorros.
    Nada ni nadie puede defender el asesinato en ocasión de robo, como ocurrió con un señor que salía a pescar con sus amigos.
    Lo mataron porque preguntó que estaba pasando. Ayer.
    El mil veces maldito garantismo suele liberar al asesino, menor o mayor de edad, que generalmente vuelve a matar.
    Diría que el pueblo todo se divide en tres posturas:
    -Los que están a favor de la pena de muerte, gatillo fácil, armarse y cosas similares.
    -Quienes solo desean vivir sus vidas con tranquilidad y dejan a los políticos la solución.
    -Los garantistas, que justifican todo y no condenan a los delincuentes.
    Sopa de marginalidad y balazos.
    Sería muy importante hacer una consulta popular que preguntara lo siguiente:
    ¿Está a favor o en contra de liberar a un asesino en ocasión de robo? Apuesto al 95%. Pero acá jamás se hizo una consulta sobre temas penales, por eso se impone el garantismo.
    Cristina tiene razón cuando culpa a los jueces, pero qué hizo para combatir al garantismo criminal?
    Otra consulta popular:
    ¿Está a favor o en contra de ayudar a los marginales a incorporarse a la sociedad? Ahí daría 98%.

  6. victorlustig dice:

    luego de su tirada de guante por twitter 🙂

    no es casual, imagino, su foto arriba y los protagonistas de la foto.

    La verdad, creo, es que hasta podemos decir que desde los ultimos 2 años ES una ONG con votos, hasta que llegaron las PASO y el choque con la realidad.

    El impulso que les brindo la vision que, por usar un lugar comun, nadie nace chorro, se agota en la falta de gestion, o, por usar algo de Manolo, la ultima milla.

    La voluntad puede generar el impulso, pero la gestion es lo que mantiene, salvo que es una tarea gris, anonima y sin glamour.

    El ejemplo mas claro de eso es la AUH, por algun lado se dijo que no hace falta estar en negro para tenerla, solo que los tramites para reemplazarla son largos, eso es el bias que impulsa a sigo en AUH y en negro, y, eso es gestion, el dia que el reemplazo sea tan automatico como la AUH, sera otro tema.

    A que va el ejemplo, a la diferencia entre salir en los titulares y la tarea anonima.

    Saludos

  7. victorlustig dice:

    Recien leo, y, algo debe estar pasando para que este de acuerdo con Mariano y Gerardo

  8. Mariano. T. dice:

    No me gusta llamar «garantistas» a los abolicionistas. Todos, hasta el mas feroz asesino, merecen las garantías de defensa en juicio, por ejemplo. Esas garantías, y todas las demas que todos tenemos por ser ciudadanos, no menguan un mm por el hecho de que algunos pasen 30 años en la carcel en vez de 15, una vez de que hayan sido juzgados y condenados con todas las garantías

  9. ILmemo dice:

    Mariano, vos eras el que defendia el papel de la policía de Córdoba evitando los saqueos de verano ? Vistes como es la realidad, se escapa de esos esquemas ideologicos tuyos. Será que alcanza con que las reformas y la fuerza de la ley caigan sobre las instituciones de la narco seguridad para pacificar al país ? Será que hacen falta más controles de los «abolicionistas» civiles sobre los que puntean zonas liberadas y ordas de pibitos al servicio de abogados penalistas y comisarios? En serio conoces del tema ? Vamos…que la retórica no detengan las torturas en las cárceles, diga garantistas con confianza.

  10. Mariano T. dice:

    No me acuerdo que haya habido saqueos en cordoba

  11. Gerardo josé González dice:

    Depende de los temas y los días.

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