La batalla de Buenos Aires: Una mirada personal

Prometí dar, antes de las Primarias, mi evaluación del desafío electoral en la Provincia de Buenos Aires. Y está bien que alguna vez cumpla mis promesas rápidamente. Para mantener la incertidumbre sobre mis plazos, vieron? Además, este sábado mi amigo Omar Bojos, la voz massista de la blogosfera, me toreó. Y, lo confieso, algo de Mihura tengo. Que se ha muerto el Espartero…

En serio, vacilaba en agregar a todos los posteos que ya subí sobre el asunto – en especial sobre Sergio Massa – porque desde su irrupción como candidato S.M. se convirtió en el tema de la blogosfera politizada. Prácticamente todos los blogs de reflexión han dicho cosas inteligentes. Y los «de hinchada» – que a veces son los mismos – hicieron cantitos ingeniosos.

(Comprendo al pobre Omix, y no le guardo rencor. Su nivel de análisis – que solía ser muy bueno – ha tenido que ajustarse al hecho que es el único que todos los días defiende los trapos de Massa en su blog. Es el hincha de Camerún).

A lo mío: se me ocurrió que todavía podía aportar algo, precisamente porque los análisis inteligentes son demasiado teóricos: «municipalismo», despolitización, «el negocio del país dividido», y la lucha de clases que, transformada, siempre evolucionando, también siempre está.

Mi idea no es contradecir ni menos desvalorizar todos esos textos sabios. Estoy de acuerdo con mucho de lo que dicen. Pero voy a empezar con lo que estoy viendo en esta campaña.

No hace falta aclarar que es una visión personal, y que es poco lo que cada uno puede ver. Cien metros a la redonda, cada vez, si uno se sube a un palco? Y la Provincia es muy grande. Igual, tengo que decir que, al contrario de lo que dice aquí Ezequiel Meler, y otros amigos, yo no noto poco clima de campaña. Al contrario.

Supongo que las percepciones varían con los distritos, y con la ubicación de cada uno en las peleas internas. En el caso de Ezequiel, creo que refleja la visión de los cuarteles generales de los dos bandos principales. Pero, en general, las Primarias Abiertas, que en la Provincia rigen también para las candidaturas locales, son un estímulo para todo partido que exista como tal. Ciertamente, lo son para el peronismo.

Encuentro que la militancia territorial está motivada – en realidad, no podría dejar de estarlo, es su vida, muchas veces también su medio de vida, y compite por los cargos que son reales y cercanos para ellos. Es cierto que en las agrupaciones de la Zona Norte – y no sólo allí – hay algo de confusión: dirigentes locales que estaban del mismo lado desde 2005 a 2011 hoy están enfrentados. Pero esos son «gajes del oficio»: a nadie le provocarán angustia existencial.

Y los otros militantes: los del sindicalismo, la juventud, que si bien está organizada territorialmente y – salvo La Cámpora, la del Movimiento Evita y hasta cierto punto la de Kolina – sus encuadramientos nacionales son bastante difusos, no sólo están movilizados sino que tienen más claro el enfrentamiento en el seno del peronismo.

Tengo que decir que en esta militancia la ventaja numérica para el FPV es clara y evidente. Inclusive, me parece, en la sindical, aunque allí la preponderancia es menos notoria, y puedo estar equivocado. De todos modos, sí hay un aspecto muy importante, lleno de futuro, y que me sorprendió: Porque lo que uno nota en la dirigencia gremial de primer nivel, con escasísimas excepciones, es una falta de entusiasmo por esta pelea en particular. Y alguna razón tienen: se juega muy poco que sea propio de ellos.

No es así en las seccionales de la provincia de Buenos Aires. Allí el sindicalismo, la dirigencia más cercana a las bases, participa activamente en la vida y las peleas del peronismo. Nuevamente, recurro a la vivencia personal, pero no creo que sea engañosa: vi llegar a un acto del FPV en la Zona Norte a columnas del SMATA, que me recordaron vivamente en la actitud, la participación de los quienes iban en ellas, las columnas metalúrgicas de muchos años atrás.

También tengo que decir – lo siento, amigos K, pero no será novedad para ninguno de ustedes que lea encuestas: todas dicen lo mismo – que entre los votantes, esa gran mayoría que no es militante, ni siquiera muy politizada, la ventaja del Frente Renovador que encabeza Massa también es clara.

Aquí, por supuesto, van todas las interpretaciones del porqué. La mayoría de las posibles – y algunas imposibles – se han publicado en la blogosfera y en los medios. Desde las variaciones sobre el viejo tema «fin de ciclo», hasta las que ven a Massa como un candidato instalado pero con un electorado que no sabe qué esperar de él – una candidatura con techo, digamos, que sólo puede descender, frente a uno aún no instalado que puede crecer.

No puede demostrarse que sean falsas, ojo. Después de todo, diez años de gobierno, que no concluyen ahora sino que se prolongan al menos por dos años más, son bastantes, y todo lo que se hizo y todo lo que no se hizo está en la cuenta, más allá de los relatos que, francamente, ya aburren.

Por el otro lado, los oficialismos, si las cosas marchan razonablemente bien, ganan; aquí y en cualquier sistema más o menos democrático. Y, más allá de la histeria de minorías intensas – en general outsiders que les gustaría ser insiders – eso está ocurriendo. Sucede en las provincias y en las intendencias ¿Por qué no iba a pasar en el nivel nacional?

Precisamente la pregunta lleva en sí una respuesta: las encuestas – y la «sensación de piel» de muchos veteranos del peronismo bonaerense indican que el oficialismo no va a ganar en la Provincia de Buenos Aires.

El voto opositor ya está. Y estará con Massa, buena parte de él, si en las Primarias demuestra que es el que puede derrotar al oficialismo. La pregunta se va precisando ¿Por qué una parte de los votantes oficialistas se muestran dispuestos a votarlo?

La respuesta de algunos K – «que están engañados, o confundidos» – es patética. Los votantes pueden equivocarse – y lo hacen – pero no son idiotas.

Pues, contrariamente a lo que massistas y anti massistas devotamente creen – S.M. ha dado alguna definición muy concreta y visible. Con su lanzamiento, y más aún con un gesto, un poco berreta, seguro ¡eso de firmar un compromiso de no votar la re reelección ante un escribano público!, pero inconfundible, mostró que no acepta, que desafía el liderazgo de Cristina Fernández. Al menos, tal como es interpretado públicamente por sus más fieles militantes, sus funcionarios.

Creo entonces que hay una conclusión inescapable – aunque no sea fruto de un análisis muy intelectual: una parte significativa del electorado bonaerense está diciendo que ese estilo de liderazgo no le gusta. No me parece que ya se pueda afirmar que aceptan, o están entusiasmados, con el estilo de liderazgo de Massa: no está tan definido, ni hay tanta experiencia. Pero estas son elecciones legislativas, así que eso no es un factor decisivo.

Si estoy en lo cierto, los resultados de octubre no tienen porqué ser distintos, al contrario, de los que aparecen como probables dentro de tres semanas. Salvo, claro, que hubiera un cambio dramático en ese estilo de liderazgo, o en las circunstancias que lo hagan aceptable.