Ideología, gestión y comunicación política

la palabra

Con un poco más de tiempo, me siento obligado a comentar la nota de Eduardo Fidanza que subí en el posteo anterior. No es que esa nota sea tan importante, pero el tema puede serlo.

Y está el aporte de los amables visitantes en la columna de comentarios. Por ejemplo, Julio Burdman – uno de los mejores analistas políticos hoy (y no digo el mejor  porque los rankings son una tontería) – y CineBraille – ídem de los blogueros -, que señalan que ese artículo ilumina muy poco sobre Sergio Massa. Tienen razón, pero es que no habla sobre Massa, en realidad. Sino sobre el discurso que estaría de moda.

Por eso el ataque de Xanadu a S.M. «Massa es el Ollanta Humala de la PBA» – natural; se está en campaña y el tipo apunta como el desafiante más peligroso al oficialismo – erra el punto. Massa no tiene un «discurso progre» – más allá de definiciones políticamente correctas para no asustar a nadie (Ollanta tampoco lo tenía, de paso; era más bien «carapintada») – y eso es exactamente la clave. Fidanza no está hablando de un dirigente determinado: usa su campaña como muestra para describir:

«una redefinición de la comunicación política … cada vez más dominante y extendida. Las figuras que prevalecen en los sondeos recurren, disciplinados, a la caja de herramientas que provee el nuevo marketing … se advierten señales de agotamiento de la política basada en contenidos ideológicos y argumentos discursivos«.

Guido – otro de los comentaristas estrella del blog – marca «Como buen liberal conservador al viejo estilo, Fidanza es un “moderno” que muestra desconfianza instintiva ante los posmodernos«. Hay algo de eso, pero lo que me parece más interesante es el punto ciego del hombre de Poliarquía – alguien que debe haber estudiado todas las campañas políticas recientes de Argentina – cuando dice:

«Cuando se habla de fin de ciclo se reduce la cuestión al ocaso del kirchnerismo. Tal vez sea útil ampliar la visión y hablar de un cambio de cultura política. Es cierto: probablemente concluya el kirchnerismo, pero con él parece que terminarán también los grandes relatos de la democracia argentina que signaron sus 30 años, desde el comienzo épico de Alfonsín a la ilusión emancipatoria de Cristina«.

¿No tienen la impresión que – además de la obsesión con el «fin de ciclo» – este párrafo está pasando por alto las dos campañas de Menem en 1989 y 1995, la de la Alianza en 1999 y la de Kirchner en 2003? ¿Para no hablar de la de CFK en 2007 «Cristina, Cobos y vos«, remember? Es decir, está pasando por alto la mayor parte de estos últimos 30 años.

Quiero aclarar lo que yo planteo: Porque los «relatos» no son el invento de licenciados en comunicación atragantados con autores franceses modernos. Son la forma en que los seres humanos ordenamos nuestras ideas, especialmente sobre los temas que nos importan pero no hemos estudiado a fondo.

Entonces, Menem en 1995 ofrecía un «relato», cómo no: «Argentina será, está empezando a ser, como nos imaginamos son los países del Primer Mundo; próspero, prolijo, sin inflación, y con todos los artefactos modernos«. Y la Alianza planteó lo mismo, agregando «… sin corrupción, ni gronchadas exhibicionistas en la revista Caras«.

En 1989 Menem y en 2003 Kirchner no necesitaron para ganar un «relato» preciso: les bastó dejar claro que no eran eso que estuvo antes. Y la campaña de Cristina en 2007, tengamos presente, tuvo rasgos similares a la que podría ser la campaña de un Scioli, un Urtubey o aún de un Massa en 2015, si el kirchnerismo no puede imponer un sucesor de su palo pero conserva adhesión popular «Todo bien, pero es necesario bajar un cambio, mejorar las instituciones...».

Fue solamente en la campaña de Alfonsín en 1983 y en esta última de Cristina en 2011 donde tuvo un lugar importante – no el único, ni el de mayor repercusión en los votantes, claro – el tipo de relato a que hace referencia Fidanza «Después de un largo período en que dominaron las fuerzas anti nacionales, venimos a cambiar la historia…«. Es el que entusiasma a los militantes; y motiva a los opositores furiosos.

Creo que no es necesario decir que el «relato» conque se triunfa en una elección no determina la naturaleza del gobierno que viene a continuación. Pero tampoco debemos caer en el cinismo fácil que cree que no importa: Expresa a los sectores sociales que lo apoyan y las expectativas que tienen para ese gobierno. Y como la gente, o el pueblo como se decía antes, no se mete mucho en política pero no es boluda, establece el piso mínimo de lo que le exige.

Por eso, todos esos gobiernos expresaron a porciones del pueblo argentino que vieron reflejadas sus expectativas en lo que prometían. Y, por supuesto, despertaron, despiertan, la bronca o el odio de los que rechazan no sólo lo que hicieron, sino eso que prometían. Porque, salvo en los relatos más elementales, el pueblo no es una unidad con un sólo sentimiento y un sólo conjunto de valores.

Entonces, la comunicación política más hábil no puede plantearse «convencer» a todos. Las reglas de juego de la política democrática – no la llamo así como un juicio de valor, sino describiendo la de una sociedad moderna – obligan a que sea lo suficiente flexible para sumar la mayor cantidad de votantes, con distintos temores y sueños. El paso siguiente que se da – generalmente ya desde el gobierno – es construir, desde un liderazgo, que siempre es personal, una identidad.

Estas obviedades que me permito repetir aquí, están en cualquier manual de política. Eduardo Fidanza las conoce perfectamente, pero – es el problema de nuestros «republicanos», y de no pocos intelectuales críticos en general – no le gustan.

9 Responses to Ideología, gestión y comunicación política

  1. Tincho dice:

    Salvo en los relatos más elementales, el pueblo no es una unidad con un sólo sentimiento y un sólo conjunto de valores.
    Harían bien en recordar esta parte, ultimamente los relatores la tienen olvidada 😉

  2. Politico Aficionado dice:

    Efectivamente, Tincho. Muchos relatores hablan desde la mayor soledad como si del otro lado de la pantalla de la caja boba hubiera millones aplaudiendo.

  3. Norberto dice:

    Tanto en lo que dice Fidanza, que en realidad no habla de mucho de +s.a.y mas bien es un disimulado panegírico de CFK, como la mayoría sino la totalidad de los comentarios, y hasta Ud, Gran Jefe, si me lo permite, se establece que +s.a. no se ha definido ni optado por una forma de gobierno, y en mi opinión lo que ha hecho es ocultar su elección a través de un relato deliberadamente neutro y dejar que la imaginación de los votantes activada por los pequeños y grandes medios sobre aspectos específicos de su gestión municipal, juegue en su favor.
    Nestor, y disiento con Ud, en el 2003 había demostrado ser un intendente y gobernador que ha contramano de lo que era el país en su momento, hiper y sálvese quien pueda, demostraba gobiernos alineados con los intereses de los territorios y los habitantes que había gobernado, y con eficacia y buen manejo económico.
    Ademas contaba con una vidriera de lujo en el congreso, es decir CFK que destacaba como una peronista de vieja escuela con nuevo, agresivo y capaz discurso.
    Sin embargo ni eso ni mi voto alcanzaban para meterlo en el Ballotage, y podemos disentir en cuanto aportó el duhaldismo a su 22%, pero no que fue decisivo.
    Y volvamos +s.a., por mas que no hable de ello, su programa de gobierno está definido por su equipo económico y su elección de prioridades, porque en eso ha tenido libertad y medios, provistos por la Nación y la coparticipación y él ha elegido en que usarlos y no voy redundar en lo que ya he dicho acerca de las carencias de su gestión en agua corriente y cloacas, que es prevención en salud, precisamente en salud, cantidad de camas por habitante y servicios para aquellos que no pertenecen a la parte visible de su territorio.
    Eso de Martinez de Hoz o Cavallo con Caja Pan, es lo que han experimentado como fracaso Lula y Dilma, luego de un tiempo de bonanza que aquí no tendrá porque son etapas superadas, pero las uñas que demostró tener no van mas allá de eso en un mundo, donde como se ve, hay temporada de caza de conejos.
    Nosotros somos Ella, abrazos

  4. Norberto dice:

    Suponer que La Nazzi ON y sus escribas son palabra autorizada sobre los trabajadores y sus representantes es cuando menos ingenuo.
    Nosotros Somos Ella, abrazos

  5. Tincho dice:

    A la marosca!, si seguimos relatando asi dentro de poco, el 22% no va a haber sido tal y Duhalde va a haber sido malo desde el principio.

  6. guido dice:

    Abel, yo era chico y tendría que ponerme a leer pero recuerdo, en el 88/89, que en casa se escuchaban palabras como «movimientismo», «plata de los montoneros», «nacionalismo», etc. Las patillas mismas, caramba. De algún modo, arriesgo y me sabrán corregir, Menem venía a darle el corte final a ese desarme moral (por usar un término de cierto general prusiano) que la renovación había impuesto como corolario de la derrota política. Después, bueno, cambió el rumbo, pero aún así el «relato» menemista era explícito (lo resumís en el post). Cierto, la alianza (y el frepaso antes) no tenían mucho para ofrecer más que algo de limpieza y mejor gestión, pero era lógico: Menem fue quien llevó adelante la plataforma política alfonsinista y de la RP, subsumió las corporaciones (sindicatos y militares) al estado, y a este al mercado. ¿Desde donde podía oponerse el Chacho, el fruto más puro de la renovación peronista?¿Desde donde los radicales, cuyo programa CSM ejecutó con paz social? Programa que, bueno es decir, se había convertido en globalmente hegemónico. Mandela, salía de la cárcel para desregular el mercado de trabajo, los árabes que habían nacionalizado Suez privatizaban hasta las pirámides, etc. Hasta Arafat era FMI friendly.

    Y cuando vino este siglo…no comparto tu evaluación sobre el «relato» de NK (que de cualquier modo perdió). Había ubicación ideológica allí, y clara. Un ítem: los DDHH. Recordemos que en el 2002 NO eran objeto del consenso social que el encanamiento de militares tiene hoy (de hecho, fue el primer punto con arreglo al cual se habló de «dividir a la sociedad»). Kirchner venía con un discurso «moderno». decía minga que no existen ideologías y cosas por el estilo. La campaña de Cristina, cierto, seguía el manual de marketing habitual, pero nadie que viviera en el 2007 en la Argentina podía decir, seamos serios, «está mina no se donde se para ideológicamente».

    Y acá hago una disgresión, sobre tu intercambio con Eze. Creo que fuerzan algo lo que significa «peronismo como país de inmigración». Los socialistas, radicales, anarquistas, nacionalistas, conservadores, etc. que se integraron al primer peronismo no se acomodaron alegremente en un vacío ideológico a llenar: Fueron claramente encuadrados bajo la conducción de un dirigente que daba a su particular pedagogía el lugar central en cada intervención público. Los nuevos ingresos, décadas después, podían traer concepciones del peronismo que solo existían en su imaginación, pero no traían vacío ideológico (y quizás esas disonancias fueron parte de la tragedia). Las incorporaciones de los 90 son de otro orden: maría julia no entró al peronismo, el peronismo delegó en ella un ministerio, que es una cosa bastante diferente. El peronismo de los 90, desarmado moralmente, creo la ilusión de que el peronismo puede ser un «partido de poder», y solo eso. Confundiendo el supuesto básico de cualquier opción de poder, con su objetivo mismo, vaciándolo de sentido.

    «Sentido», expresión moderna si las hay, sabemos de aquellos años que la historia no tiene sentido, que los «relatos» no son más que juegos del lenguaje que encubren apenas dispositivos de poder, etc. y sarasa.

    El kirchnerismo quizás sea (o vaya camino a «haya sido») un intento real, a veces algo ridículo (es cierto) de dotar de sentido («relato») un proyecto de poder en Argentina. Nos quedará, terminado este, la normalidad del desarme moral del que quizás solo nos alejamos un poco como quien se cuelga de un poste de luz en el huracán del 2001/2002.

    Hace unos años, cuando aún vivía mi etapa ezquizoide blogueril (usaba seudónimo) comenté en otro blog (no me acuerdo cual) algo muy cortito que tuve la gratificación de ver transcripto con aprobación en el tuyo. Decía algo así como que, lejos de fantasías con números que ven 70% de votos peronistas no se donde, el peronismo solo no gana en elecciones, y hay que articular con alguien. Con todos los defectos de la progresía, una y mil veces banco esta coalición antes que un retorno a las alianzas de la década pasada.

  7. Abel B. dice:

    Excelente tu comentario, Guido. Decís muchas cosas válidas (es decir, con las que estoy de acuerdo :=) ).

    Pasa que me parece q hay un poco de exageración. A lo mejor te sorprende, pero es lo mismo q me pasa con Manolo.

    Creo que hacés una confusión entre el «relato», el discurso electoral, y la obra de ese gobernante. No es que sea mentiroso; son dos realidades distintas.

    Es cierto q Menem llevó adelante el «consenso» de los ´90. Igual q Cardoso en Brasil, Felipe González en España, Yeltsin en Rusia… Tiene que ver con las circunstancias del mundo, tanto como con la voluntad del tipo.

    Pero el «discurso» de Menem – la modernidad egoísta, para sintetizar mucho – todavía hoy resuena con fuerza en buena parte de nuestra sociedad, dentro y fuera del peronismo. Que hoy sea irrealizable, o sólo a costa de una catástrofe, es otra cosa.

    Otro: el discurso de los DDHH, específicamente, la reactivación de los juicios a los represores, no tenía un lugar importante en la campaña de Néstor Kirchner en 2003. Como decís correctamente «en el 2002 NO eran objeto del consenso social». Y ni Kirchner ni Duhalde querían perder la elección. Fue bastante raspando, recordarás. Con un enfoque casi «massista», NK decía lo menos posible entonces.

    A lo importante: El peronismo sigue siendo un país de inmigración. Que no quiere decir un país sin identidad. Una parte de su identidad es la receptividad a los que se incorporan. Que van interactuando con lo que ya existe, para cambiarlo. Eso pasó en Argentina, con la inmigración, como vos sabés.

    Hay un punto tuyo muy válido:

    «Los socialistas, radicales, anarquistas, nacionalistas, conservadores, etc. que se integraron al primer peronismo no se acomodaron alegremente en un vacío ideológico a llenar: Fueron claramente encuadrados bajo la conducción de un dirigente que daba a su particular pedagogía el lugar central en cada intervención público».

    Fue así (en un proceso menos plácido y consensuado que lo q nos gustaría creer. Preguntale a Cipriano Reyes). Y en los ’70 eso no pudo hacerse. Pero no es porque las juventudes q se incorporaban a la militancia tenían ideologías más fuertes que las de los ´40.

    Por eso digo q hay exageración en lo tuyo «Las incorporaciones de los 90 son de otro orden: maría julia no entró al peronismo». Porque era ya una dirigente importante en SU partido. Los jóvenes de la Ucedé si terminaron incorporándose: Boudou, Massa, Bossio son los más conocidos, pero hay muchísimos más. Y?

    Nuestra diferencia es que yo creo que das demasiada importancia al «relato» para la militancia. Ojo: la militancia es muy importante, y es la mejor carta del FPV en esta elección. Pero si Cristina se dirigiera sólo a la militancia, sacaría menos votos que Altamira.

    Abrazo

  8. guido dice:

    Mmmhno, no estoy pensando en el relato solo para la militancia. Sino en algo más profundo, o si se quiere solemne y petulante. Me gusta esta cita:

    «Mientras se da mucha atención a la «ideología‟ en ciencias sociales, casi nada, según sepa yo, se dedica al hecho de que la gente se delinea el mundo, incluyendo su política de gran escala como de micro escala, en narraciones y creaciones cuasi narrativas y rara vez, si alguna vez, en ideologías (como suele definirse). Seguramente entre los enredos de rumores, chismes, historias y conversaciones la ideología y las ideas se vuelven emocionalmente potentes e ingresan a una activa circulación social y a una existencia significante» (Taussig)

    Ahora bien, estos conjuntos amorfos de ideas que dan vuelta por ahí son los que, haciendo «promedios» le dan sentido a una comunidad.

    Cuando ya no los políticos en campaña (lo que no objeto, es normal, hay que ganar elecciones) sino las militancias mismas (por definición minorías intensas, más allá de que el grado de endogamia y demencia varíe entre partido y partido) renuncian a construír «relatos» y hacen un culto del sinsentido de la acumulación de poder ¿Que queda para la gente de a pie? ¿Qué queda para la posibilidad de construír una comunidad que merezca ese nombre? ¿Con que cachitos de informes del CIPPEC se puede armar una identidad colectiva?

    Bueno, por ahí algo exagero (es un comentario en un blog, hay que resumir!), pero creo que estamos viviendo la espuma de la ola kirchnerista, que ya rompió y comienzó el reflujo. Y lo que se avizora es el desarme moral definitivo del peronismo (que apenas ilusoriamente pareció conjurarse la década pasada) y su conversión en una maquinaria exitosa y muerta, dedicada a juntar votos para delegar el gobierno en tecnócratas.

    abz

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